Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Respuesta a una confesión por BlackHime13

[Reviews - 106]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Por fin este es el final de la historia *grita y aplaude *o* *

Aquí está lo que hace tiempo quise poner.... ADVERTENCIA LEMON XD

Nos vemos en las notas finales (=^w^=)

Capitulo 18

 

Se encontraban sobre la mullida cama, besándose con todo el amor y cariño que podían transmitir en aquel acto. Eran encuentros dulces y castos entre ambos labios sin intensificar nada de momento. El rubio pasó sus brazos por el cuello ajeno acariciando levemente la nuca y cabellos del contrario mientras que el mencionado se acomodaba mejor sobre el cuerpo del más pequeño dejando caer levemente su cuerpo sobre el contrario, sin llegar a aplastarle pero si compartiendo calor corporal. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del mayor ante las acciones del menor e inevitablemente rozó sus partes más íntimas con las del contrario el cual gimió entre las bocas de ambos.

En algún momento la intensidad de aquel pequeño y dulce contacto había sido intensificado pues ambas lenguas exploraban la cavidad contraria de forma desesperada, ambos buscando ganar aquella batalla, de la cual salió victorioso el azabache pues logró la sumisión total de la contraparte, dejándole hacer lo que quisiera en su boca.

Se separaron por la falta de aire y se miraron a los ojos fijamente. Azul contra negro. Cielo y oscuridad se encontraron. Podían observar la pasión y lujuria en los orbes contrarios y, sin poder ni querer evitarlo, el moreno se relamió los labios hambriento de seguir probando al rubio de forma tan íntima como aquella. El de cabellos dorados gimió al sentir su boca volver a ser atacada de forma tan salvaje y desbordante de pensamientos e intenciones pecaminosas. No quería admitirlo, pero le encantaba provocar todas esas sensaciones en el mayor.

Él no tenía ningún tipo de experiencia en el ámbito amatorio, por ello le hacía muy feliz ser capaz de provocar en el mayor aquella lujuria desmedida. Significaba que estaba haciendo las cosas bien y no había otra cosa que le pudiera hacer más feliz en ese preciso momento.

Siguieron besándose hasta perder la noción del tiempo. Ambos sentían lo excitado que se encontraba el otro pues sus pelvis seguían juntas, rozándose entre ellas, aumentando tanto la excitación como el calor que les embargaba en ese momento. Los gemidos ahogados entre las bocas por parte del rubio, agudos y necesitados, hacían contraste con los roncos y guturales del mayor. Era un contraste obvio, pero se complementaban a la perfección.

-Sa-sasuke... deb-deberíamos.... parar.-comentó entre besos en forma de susurro el ojiazul.

-Mmm... ¿realmente... quieres que... paremos Naru?-preguntó con su voz ronca que logró que una descarga eléctrica recorriera toda la espina dorsal del menor.

-Mhng...yo...no...se...-murmuró contra los labios ajenos. El contrario entendió lo que este quería decir. No estaba seguro de continuar a causa de su falta de experiencia en ese ámbito, pero tampoco quería detenerse por que aquello se sentía demasiado bien como para pararlo ahora. Fue entonces que decidió separarse de los adictivos labios contrarios pues de seguir así se pasaría toda la noche devorándolos hasta dejarlos completamente hinchados y rojos.

-¿Sabes...? No hace falta hacerlo hasta el final.-comentó con voz dulce mientras acariciaba tiernamente la mejilla del rubio. Este cerró los ojos y suspiró contento cual gato consentido. Volvió a abrir los orbes zafiro que poseía y miró a los pozos negros del mayor fijamente.

-¿Eso está bien para ti?-preguntó un poco nervioso y preocupado.

-Solo quiero que te sientas cómodo estando junto a mi. No hace falta que hagamos cosas tan íntimas si no te sientes a gusto con ello.-respondió sinceramente el de cabellos negros.

-Yo... no se si hacerlo hasta el final, pero.... se que me siento cómodo junto a ti y me gusta estar contigo de esta manera.-susurró avergonzado a más no poder de haber dicho tal cosa frente al mayor.

-Eso es bueno... por que a mi también me gusta pasar tiempo así contigo.¿Por qué no seguimos y vemos hasta donde estás dispuesto a llegar?-animó y solo recibió un asentimiento del menor en respuesta.

Soltando una leve risita, apenas audible para los oídos contrarios, bajó con sus labios besando la frente, la nariz, cada mejilla, los labios ajenos hasta llegar al cuello del contrario donde se tomó la libertad de comenzar a besar, lamer y morder esa deliciosa y tentadora carne. El rubio olía tan bien, a flores y miel, que no podía evitar querer probar su sabor y ahora tenía la oportunidad de hacerlo a conciencia.

Marcó su cuello de forma casi desesperada, pero siempre con el cuidado de no hacer ningún tipo de daño al poseedor de dicha parte. En realidad este se encontraba aguantando los suspiros y gemidos que la acción del moreno provocaba en su cuerpo, aunque algunos lograban escapar de sus labios, tapados por su mano derecha.

-No lo hagas...quiero escucharte.-dijo el mayor apartando el apéndice contrario y besando castamente los labios ajenos, para luego volver a bajar a la clavícula y morder levemente haciendo otra marca.

-Piensas... ¿marcar... todo mi... cuerpo?-preguntó entre suspiros el rubio algo divertido y avergonzado.

-Hasta el más mínimo rincón.... No quiero que nadie más toque lo que me pertenece.-dijo con la voz entrecortada haciendo al rubio sonrojar profundamente.

-Ca-cállate...-murmuró avergonzado volteando el rostro hacia otro lado evitando los profundos ojos negros que le miraban divertido pero al mismo tiempo con cariño.

-Mmm... no creo que pueda.-comentó soltando una risita divertida provocando que un puchero apareciera en el rostro ajeno.

-Sasuke....-se quejó lindamente para ser acallado por un tierno y casto beso el cual se profundizó mucho más al cabo de unos pocos minutos.

-Me encanta molestarte de esta forma ¿sabias?-le susurró al oído y el menor asintió como respuesta provocando la sonrisa ladeada en su pálido rostro.

-Solo sigue y calla.-murmuró apenado el ojiazul mirándole con ojos llorosos. Las manos del moreno no habían estado quietas en todo el rato que llevaban hablando y tanto estímulo comenzaba a ser demasiado para su inexperimentado cuerpo. Sentía la sangre hervir, su temperatura corporal subir y la respiración agitada y entrecortada.

Sabía que cierta parte suya anhelaba el toque del contrario y por lo que notaba este también parecía estar llegando a su límite, eso teniendo en cuenta que podía sentir la cadera contraria apretarse contra la suya de una forma tan condenadamente caliente que hacía sentir su mente en blanco por momentos.

Además que los besos que el mayor le proporcionaba hacían todo su cuerpo temblar y su mente parecía apagarse de tanto en tanto. Sin ser consciente de lo que hacía atrajo al moreno por le cuello y volvió a darle un apasionado beso que duró minutos. Se separaron tiempo después con las respiraciones aceleradas y luchando por hacer llegar el aire a sus pulmones.

Ni corto ni perezoso el ojinegro volvió su ataque al cuello ajeno, esta vez bajando hasta el pecho del contrario, percatándose que en algún momento de aquel acalorado beso le había quitado la camiseta a su novio y él sin darse cuenta. Sonrió para sus adentros y continuó con lo suyo. Acarició toda la piel expuesta y besó cada rincón todavía sin profanar.

El rubio gimió sin contenerse cuando las caricias pasaron a sus pezones y se quedó sin respiración cuando una lamida del mayor le provocó una fuerte corriente eléctrica recorrerle el cuerpo entero.

-Sasuke...-gimió con voz suplicante y el mayor volvió a sonreír de lado. Le encantaba ser capaz de producir esas reacciones y expresiones en el menor.

-Dime...-instó a seguir el moreno a su novio.

-Mmm... sigue...-murmuró olvidándose de la vergüenza de minutos atrás.

-Como ordenes.-comentó y siguió con lo suyo.

Por su parte el toque del moreno casi que le quemaba de lo caliente que sentía su piel, pero era una sensación tan agradable que no quería que acabara. Se retorció debajo del cuerpo contrario provocando que ambas pelvis se encontrara y rozaran. El jadeo que escapó de los labios de ambos fue de sorpresa y excitación contenida.

Sin poder evitarlo ambas caderas comenzaron a moverse al mismo compás aumentando la sensación de goce y calentura que sus cuerpos pedían a gritos que fuese satisfecha de una buena vez.

Dejando de pensar la mano del ojinoche bajó hasta los pantalones del rubio y sin preguntar comenzó a masajear aquella parte por encima de la tela. El gemido de sorpresa que escapó de los labios ajenos provocó que una corriente de excitación bajara directo al miembro del azabache.

A continuación desabrochó el pantalón del menor lentamente y le miró a los ojos para pedir permiso sin necesidad de palabras el cual le fue concedido mediante un leve asentimiento de la cabeza contraria.

Sin esperar más comenzó a acariciarle lo mejor que podía teniendo en cuenta la posición en la cual se encontraban. Los gemidos y jadeos del menor eran cada vez más fuertes y agudos hasta que el moreno le tapó la boca con la suya cuando pocos minutos después el rubio terminó y estaba a punto de gritar del placer.

Con la respiración agitada ambos se miraron a los ojos y volvieron a besarse, solo que esta vez de manera más lenta y dulce.

-¿Estás bien?-le preguntó con voz floja como temiendo romper el momento si hablaba más alto. El rubio asintió y entonces recordó que el moreno todavía seguía excitado y con el miembro siendo asfixiado por la tela del pantalón. Sonriendo maliciosamente apretó con su mano la entrepierna ajena y sonrió aún más al oír el jadeo quedo que soltó la boca contraria.

-¿Quieres que te de una mano con eso o prefieres otra cosa?-le susurró al oído de forma provocadora. El azabache le miró sorprendido y encantado a partes iguales. ¿Donde se había ido el rubio avergonzado y nervioso? No lo sabía, pero en ese momento le gustaba mucho la actitud que este había tomado.

-Siempre y cuando seas tú hazlo como quieras.-contraatacó de la misma forma y vio al rubio relamerse los labios con lujuria. Sus orbes estaban más oscuros de lo normal, sus cabellos revueltos y el sudor bajando por su frente y cuello. En definitiva era la visión más excitante que alguna vez logró ver con sus propios ojos y por supuesto que la quería solo para él.

-Bien... entonces creo que hay algo que sobra.-comentó divertido y en seguida empujó el cuerpo del mayor hasta que este quedó sentado, mirándole desconcertado.

Soltando una risita divertida bajó su cabeza y comenzó a desabrochar el cierre del pantalón con los dientes, para luego deshacerse por completo de las molestas prendas que todavía cubrían el cuerpo ajeno e impedían que pudiera tocarlo y mirarlo en todo su esplendor. Todavía quedaba la camisa, pero sin decir nada, todavía estupefacto por los actos tan atrevidos del rubio, él mismo se deshizo de ella lanzándola a cualquier parte de la habitación sin importarle en lo más mínimo donde esta acabara.

Ambos estaban sorprendidos que llegados a este punto nadie les hubiera interrumpido todavía, pero tampoco se iban a quejar para nada. Ansiaban tener un momento tan íntimo como aquel desde hacía un tiempo y no iban a desaprovechar la oportunidad, más el azabache que el rubio.

Con cuidado y un poco nervioso el ojiazul sacó la lengua para pasarla por el miembro del contrario el cual gimió flojo al sentir el cálido apéndice contrario sobre aquella parte. No era un trabajo de profesional, pero el de piel canela le ponía mucho empeño así que el azabache se limitó a disfrutar del momento. No todos los días tienes a un ángel complaciendo tus zonas erógenas con esa pequeña, deliciosa y rosada boca que le tragaba tan bien.

Los movimientos del rubio se volvieron más atrevidos algo más confiado al oír los jadeos roncos de su novio así que se introdujo el miembro en la boca y comenzó a subir y bajar con cuidado. Sabía que no era perfecto, pero al ojinoche parecía gustarle así que ya tendría tiempo de practicar de ahora en adelante, por el momento solo disfrutaría de hacerle aquello a su novio.

El tiempo siguió y sus movimientos parecían surtir efecto porque el mayor le acariciaba el cabello y le indicaba el movimiento que debía seguir a veces más rápido y otras más lento pues este no quería correrse en un momento cercano sino que tenía pensado aguantar y hacer que el contacto durara lo más posible.

Fueron minutos más tarde que se vio sin posibilidades de aguantar más así que avisando al menor, el cual solo asintió mirándole con los ojos acuosos, se vino, llenando la cavidad ajena al completo hasta el punto en que un poco del líquido blanquecino comenzó a escaparse y bajar por la barbilla ajena.

-No... hacía falta... que lo tragaras...-dijo entre respiraciones pues le faltaba el aire y cerró los ojos algo cansado por el placer que había sentido al correrse.

-Bueno... pero quise intentarlo.-murmuró a su vez el menor con las mejillas sonrojadas. Se acarició la mandíbula pues la tenía algo adolorida de tenerla tanto tiempo abierta.

-Jajaja... pues hiciste un gran trabajo...-susurró mirando con amor al contrario y al notar su sonrojo sonrió divertido. Al parecer la vergüenza había vuelto al cuerpo de su querido y precioso novio.

Se quedaron en silencio durante unos minutos, ambos regularizando sus propias respiraciones. Sin decir nada el menor se colocó en cuatro sobre su novio, el cual no se percató porque seguía con los ojos cerrados, y le besó por toda la cara. Primero fue la frente, luego la nariz, seguido de las mejillas y finalmente en los labios. Eran pequeños y dulces contactos que gustaron y tranquilizaron al mayor, el cual se sentía en una nube teniendo los mimos del lindo rubito.

-Nee… ¿quieres seguir un poquito más?-preguntó en voz baja y algo cohibido el de ojos zafiro sobre el cuello ajeno, donde estaba escondiendo su rostro para que el contrario no viese su enorme sonrojo.

-¿Estás seguro?-preguntó algo sorprendido, pero igualmente esperanzado pues tenía muchas ganas de demostrarle a su novio cuanto le deseaba. Por respuesta solo recibió un leve movimiento afirmativo de cabeza contraria.

-¿Así o cambiamos?-volvió a cuestionar y esta vez el menor le miró con una adorable expresión de confusión en el rostro.- Me refiero a si seguimos en esta posición o cambiamos a otra.-comentó algo divertido al tiempo en que acariciaba tiernamente el cabello ajeno. Avergonzado el poseedor de zafiros solo negó con la cabeza y dejó caer el rostro contra el pecho níveo, con cuidado de no aplastar a este.-De acuerdo.-comentó adorando las acciones del rubio.

Sin decir nada le quitó los pantalones y los calzoncillos, dejándole en igual condición que su persona, la cual es completamente desnudo. A continuación estiró el brazo hasta la mesilla de noche que se encontraba a su izquierda y del primer cajón sacó un bote de lubricante junto a preservativos. Por primera vez en su vida agradeció a su hermano y su primo por ser un par de pervertidos sin remedio, pues aquellos objetos se lo habían regalado en su cumpleaños, meses atrás, alegando que los necesitaría en un futuro cuando encontrara una pareja. En realidad lo habían hecho para molestar al azabache, pero no sabían lo bien que estaba resultando para él el tenerlos en ese preciso momento.

Sin perder más tiempo roció ese líquido frío en sus manos y comenzó a pasarlo por la espalda del rubio, masajeándola, y calentando el cuerpo contrario en el proceso. Bajó hasta la espalda baja y siguió por los glúteos y piernas ajenas. Las caricias estaban surgiendo su efecto pues la temperatura corporal del rubio estaba subiendo rápidamente, un seguido de corrientes eléctricas recorrían su cuerpo libremente y el bello se le estaba poniendo de punta cada vez que el moreno movía las manos en su zona sur. De sus labios salían gemidos quedos y jadeos ahogados que demostraban lo bien que se estaba sintiendo en aquel momento.

Comprobando que el menor ya se encontraba más relajado y predispuesto comenzó a acariciar en círculos la entrada de este, el cual soltó un respingo de sorpresa y un jadeo de excitación, pero no le detuvo. Su mente se nublaba y sentía que quería hacer muchas más cosas placenteras con el moreno. Animado por la respuesta introdujo un dedo en el estrecho pasaje y lo movió lentamente, esperando a que el rubio se acostumbrara a la extraña sensación de ser invadido.

Cuando notó que la resistencia era menor y la respiración contraria se había normalizado añadió el segundo. El proceso siguió así unos minutos más hasta que llegaron a los cuatro dedos pues por nada del mundo el azabache se arriesgaría a causarle daño a su adoración rubia. Llegados a ese punto el ojiazul tenía los ojos llorosos, la respiración agitada, el cuerpo perlado en sudor, todo su cuerpo temblaba de excitación y sobretodo su entrada gritaba por ser estimulada más.

Cuando el ojinoche retiró sus falanges de la cálida cavidad del de piel canela sintió como esta intentaba succionarla de vuelta hacia dentro. Aquel acto inconsciente por parte del rubio logró excitarlo aún más de lo que ya lo estaba. Tragó saliva para tranquilizarse y agarró las caderas contrarias, posicionando el cuerpo ajeno mejor sobre el propio.

Miró al rubio a los ojos y este asintió entendiendo el mensaje detrás de los orbes oscuros del azabache. Sin decir nada el de ojos zafiro cogió uno de los condones y lo colocó en el apéndice del azabache para, a continuación, acomodarse con sus manos apoyándolas en el pecho níveo y así bajó lentamente sus caderas, hundiendo el miembro ajeno en su entrada. Lo hizo lentamente y aunque era incómodo no llegaba a ser doloroso. Una vez sintió chocar contra la pelvis ajena, paró para recuperar el aire y acostumbrarse a tan extraña y nueva sensación.

El azabache acariciaba con cariño y lentitud la cintura contraria intentando relajarlo más y unos minutos más tarde notó como el rubio hacía movimientos lentos y circulares que le hicieron soltar un gemido quedo. Tomando aquel movimiento como señal comenzó a moverse él también de forma pausada, cerciorándose de no ser muy brusco y dañar a su niño. Cuando notó que los jadeos de este eran cada vez más altos y acelerados decidió que era el momento de comenzar a ser un poco más rápido e ir más profundo en sus embestidas.

Por su parte el de piel canela también aumentó el ritmo al notar que su cuerpo necesitaba más del moreno. Quería que este llegara mucho más adentro suyo y no se contuvo en sus acciones para lograrlo, pero se estaba cansando un poco al estar en aquella posición. Pensando que no quería parar, pero sabiendo que sus piernas no aguantarían mucho más todo el ajetreo, decidió pasar los brazos por el cuello ajeno y con fuerza tirarlo hacia su cuerpo, al mismo tiempo en que se dejaba caer de espaldas sobre el colchón.

El de ojos negros se sorprendió por el acto tan repentino del rubio, pero entendió que quería un cambio de posición, solo que en vez de decirlo había preferido hacerlo directamente. Soltó una risita divertida y agarró las piernas contrarias para colocarlas sobre sus hombros. En aquella posición él tendría que hacer mucho más trabajo, pero no le importaba siempre y cuando el ojiazul se encontrara a gusto.

Sin una palabra a parte de gemidos y jadeos comenzó a moverse otra vez dentro del cuerpo contrario, más rápido y fuerte que antes, llegando hasta lo más profundo de las entrañas ajenas. Con las respiraciones aceleradas y entrecortadas se besaron una y otra vez queriendo sentir lo más posible el calor que emanaba el cuerpo del otro y minutos después ambos llegaron al tan ansiado clímax viniéndose el rubio entre ambos abdómenes y el azabache dentro del menor.

Con las respiraciones agitadas e intentando regularizarlas se quedaron ambos al lado del otro, todavía unidos. Cuando el azabache logró recuperarse los suficientemente se separó del cuerpo ajeno el cual gimió quedo al sentirse vacío. El ojinegro se deshizo del condón usado, tirándolo en la papelera de su cuarto de baño y trajo una toalla mojada para secar el sudor al rubio y limpiar a ambos del semen que este había dejado salir sobre sus estómagos.

Una vez ya limpios volvió a posicionarse al costado del menor el cual se acurrucó sobre su pecho ya medio dormido a causa de la exhaustiva actividad física que habían llevado a cabo. El mayor le acarició el cabello con cariño y recibió una sonrisa dulce y cansada por parte del contrario.

-Duérmete Naru...-le susurró sobre los cabellos rubios.

-Mmm... 'kay....noches.-murmuró sobre el cuello contrario el cual rió quedamente.

-Buenas noches a ti también.-dijo dulcemente.

-Sasu...-susurró minutos más tarde.

-¿Si?-preguntó sorprendido de que siguiera despierto.

-Te quiero mucho.-confesó tiernamente para luego quedarse profundamente dormido en los brazos ajenos.

-Yo también te quiero kitsune.-respondió a su vez el azabache durmiéndose también.



~/////~/////~/////~/////~/////~/////~/////~A la mañana siguiente~/////~/////~/////~/////~/////~/////~/////~



Ambos rubios se encontraron en el pasillo cuando se dirigían al comedor para desayunar. Notaron como el contrario caminaba raro y se sonrojaron al comprender la razón de ello.

-¿Noche cansada?-preguntaron a la vez y se rieron por ello. Decidieron no seguir por ese camino pues después de hablarlo ayer ambos decidieron no meterse en la intimidad del otro a menos que este mismo le contara o necesitara algo. Con una sonrisa y un dolor punzante en la espalda baja siguieron su camino, pero antes de llegar a su destino ambos fueron abrazados por la cintura desde atrás por dos personas que conocían muy bien.

-Con que... sino pasábamos ibais a pararnos ¿no era así?-susurró el moreno mayor al oído contrario provocando el sonrojo en las mejillas ajenas.

-¡Cállate idiota!-gritó avergonzado al tiempo en que se separaba del cuerpo ajeno y le miraba molesto.

-Vamos no te enojes.-dijo divertido y conteniendo las ganas de reír lo cual enojó aún más al contrario.

-Con que esas tenemos...-murmuró y un aula maligna comenzó a rodearle.

-De-Deidi...-dijo con voz temblorosa al ver el cambio en su novio.

-¡Ni se te ocurra acercarte a mi! ¡De ahora en adelante no dejaré que me toques ni un pelo!-gritó para luego dar la media vuelta y seguir caminando completamente molesto con el mayor.

-Espe- ¡Deidi no puedes hacerme esto!-gritó a su ver el ojinegro horrorizado de que cumpliera con sus palabras al tiempo en que salía corriendo detrás del susodicho.

-Será idiota.-comentó minutos después el azabache menor una vez ambos mayores habían desaparecido de aquel pasillo.

-Jejeje tranquilo seguro que el enfado no le dura mucho a Dei-nii.-dijo a su ver divertido el menor.

-Supongo....buenos días kitsune.-saludó dándole un beso en los labios al ojiazul.

-Buenos días Sasu.-dijo a su vez este con una sonrisa en el rostro.

-¿Estás bien? ¿No quieres que te cargue?-preguntó algo preocupado por el menor.

-Estoy bien no hace falta que te molestes.-respondió sonrojado al imaginarse entre los fuertes brazos del mayor al ser llevado por estos.

-Okey... ¿vamos a desayunar si?-preguntó y el rubio solo asintió. Le gustaba esa forma de pasar lo días y esperaba que siguiera así durante mucho tiempo.



FIN

Notas finales:

Bueno... pues este es el final del fic u.u

Espero que os haya gustado a todos y muchas gracias por haver seguido leyendo a pesar de mis retrasos constantes n.n

Subiré un pequeño extra la semana que viene para poner lo que pasa con Sai y Gaara, pero será cortito jejeje.

Espero leernos en otros fics míos y que me sigáis apoyando (=^w^=)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).