Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hellooooo!!!!

Pues un poquito tarde, pero aquí está el cap nuevo.

Actualizo el próximo martes ^^

Disfruten y perdón que me salió terriblemente cortito, pero me gustó cómo quedó jaja.

CAPÍTULO V: Paciencia

 

-Perdona la molestia –sorbo mi nariz al terminar de llorar como un crío. Apenas me percaté de que Arion no ha dejado de abrazarme y tímidamente en algún punto me reconfortó acariciando mi espalda. No sé por qué se siente así, tan tranquilo.

 

-Está bien. ¿Estás mejor?

 

Sí, gracias. Gracias - ¿cómo decirle que quiero estar un rato más así?

 

-Bien – lo siento aflojar el agarre.

 

-No – sujeto su brazo con fuerza y lo pego más a mí – Madre mía, lo siento, lo siento – me disculpo repetidas veces por mi acción tan posesiva. Seguro no le agrada tenerme cerca y por eso fue tan amable al consolarme, pero sólo eso.

 

Lo escucho exhalar fuertemente.

 

En eso, sus enormes brazos me cargan, pero de una manera muy íntima. Tan así, que me avergüenza seguir con los ojos abiertos. Sólo paso mis manos por su gran cuello, lo cual es bastante difícil.

 

Me lleva a la “cocina”, ahí me sirve agua y me da un poco de comida. Nos quedamos en silencio por bastante tiempo.

 

-¿Mejor? – su cara se acerca demasiado a la mía, como si me estuviera inspeccionando. Uno de sus dedos pasa por mi mejilla y retengo la respiración. Cierro los ojos de nuevo por lo extraño de esta situación. Siento mi pecho subir y bajar, muy intranquilo y nervioso.

 

-Sí – por instinto sostengo su mano y lentamente le planto un beso.

 

Por supuesto que me sonrojo al reaccionar. ¿Qué demonios fue eso?

 

Y por lo visto Arion reacciona igual. Parpadeamos  varias veces antes de que me ponga en pie y me dirija sin más a mi camita, a mi cómoda y segura camita.

 

-Cornelius – me sostiene del brazo y me rehúso a verlo.

 

-Dime – el aire se me escapa. Me ha vuelto a abrazar, pero ahora por detrás. Siento todo su peludo cuerpo nuevamente. Y entiendo su mensaje. Le dedico una sonrisa sin que él la vea.

 

¿Por qué se siente tan familiar de repente?

 

¿Por qué me gustaría más?

 

-Creo que me iré a dormir un rato – me suelto forzosamente de su agarre para intentar tranquilizarme un poco.

 

Un poco.

 

Poco es lo que me importa seguir aquí un rato más. Conociendo a este minotauro que se ve tan bondadoso y a quien pareciera agradarle poco la idea de esta guerra y de tener que participar en ella. En eso se parece a mí.

 

Arion es como yo.

 

                                                                        ***

 

-¡Suéltanos! – le ordeno inmediatamente a ese sátiro hijo del mal – si quieres pelea, que sea justa.

 

Lo veo incorporarse y acercarse a mí, no sin antes pasar junto a mis soldados para propinarles una patada que los deja tumbados. Siento tanta rabia recorrer mi cuerpo. Esta criatura inferior, este maldito.

 

-¿Quién dice que deseo pelear, en especial contigo, lindura? - ¿pero qué carajos está diciendo este?

 

-Oh, no lo sé, tal vez el hecho de que nos tengas atados y en malas condiciones, ¿no crees, animal? – le sonrío lo mejor que puedo, pero no de esas sonrisas dulces que ni siquiera me salen, sino las naturales, las que se ven falsas y llenas de todo menos de alegría.

 

-No están en malas condiciones, al menos no todos. Y si están atados, es porque me gusta jugar.

 

-¿Y por qué no jugamos con nuestro armamento? Seguro se pone divertido.

 

-No, no. Lo que menos quiero es que mi juguete favorito se atrofie. Pero podemos jugar a otra cosa – me jala del brazo y en eso me doy cuenta que este sátiro es más alto que todos los demás, me saca una cabeza. Pero no es su altura lo que me hace tragar saliva, sino sus ojos. La misma chispa que tiene u hombre cuando desea… algo.

 

-Siempre y cuando incluya poder escapar o asesinarte, por mí está bien… lindura – su expresión no parece cambiar. Simplemente ordena a sus allegados que se llevan de ahí a mis hombres, mientras que a mí, me empieza a jalar hacia otro cuarto.

 

-Entonces juguemos a que te resistes para no soltar información - ¿qué?

 

Al entrar al otro cuarto, veo dos especies de columnas delgadas, grilletes, espadas; me va a torturar.

 

-Pero te advierto que sé jugar muy bien.

 

Esto apenas va a comenzar, además, un sátiro torturador, lo agregaré a mi lista de cosas que no deberían de existir. Sin mencionar que, o bien es el jefe de esto, o alguien muy importante, Si logro hacerme de él, podremos escapar. ¿Pero cómo lo lograré?

 

Con paciencia.

 

                                                                          ***

 

Paciencia es lo que me sobra con este ExGeneral.

 

No deja de quejarse sobre el lugar, la situación, que si no le gusta que lo toque, ¡nada!

 

Afortunadamente soy alguien razonable y bien formado; no perderé la cordura por tener a un prisionero bocón y quejumbroso.

 

Además, pareciera que mi estrategia ha dado algunos frutos, al menos no es como al principio que tenía que tenerlo bien vigilado porque intentaba escapar cada 15 minutos.

 

Su tobillo ha mejorado bastante. Ya camina sin caerse por el dolor y estoy muy orgulloso de que haya sido gracias a mi ayuda.

 

Salgo por comida durante la tarde, pero cuando regreso, ya caída la noche, no logro verlo por ningún lado. Comienzo a pasearme un poco para encontrarlo, pero nada. Es imposible que haya logrado escapar, ¿habrá encontrado una forma? No lo creo.

 

Antes de reaccionar ante una pisada que escucho, siento un peso sobre mí y una soga intentando ahorcarme. ¡Lucius maldito!

 

Me tiene bien agarrado y ejerce más fuerza para dejarme inconsciente o matarme, o ambas. Pero no lo puedo permitir.

 

Comienzo a jalar de su cintura y a dar brincos para que se caiga de mí. Empiezo a chocar contra las paredes, logrando que su tobillo quede atrapado entre mi cuerpo y estas. Lo escucho gritar de dolor y poco a poco su agarre se va suavizando hasta que cae, retorciéndose de dolor.

 

Su tobillo y piernas quedaron lastimadas, pero también sus manos se quemaron por sujetar la soga con fuerza y no soltarla.

 

La imagen que da es lamentable.

 

Dirijo mi mano a mi cuello, en definitiva dejará una marca que costará desvanecer.

 

Pero no puedo castigarlo, simplemente no soy así. Está llorando y sólo opto por largarme de aquí, es mejor visitar a un viejo amigo para tranquilizarme antes de descubrir que es una buena opción desquitarme con este humano.

 

Al estar afuera, me dedico a respirar el fresco aroma de los árboles.

 

-Arion, amigo, no sé qué hacer.

Notas finales:

¿Les ha gustado?

Espero que sí.

 

¿Quién dice que del odio al amor hay un paso? jaja

 

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).