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Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ambos por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Este último capítulo es mi favorito XD

 

 

 

—No sé cómo pasó — estaban sentados unos frente al otro. Meses habían cursado sin recato desde que contrajeron matrimonio y era la primera vez desde entonces, que Tsuna se veía alterado — yo… me cuidé y… y nos cuidamos en el celo, en las otras ocasiones también, ¡pero…!

—Tsunayoshi — advirtió Kyoya al ver lo ansiosa que estaba su pareja — ¿qué sucede?

—No lo planeé — Tsuna suspiró profundo, sintiendo su estómago estrujarse mientras extendía un papel sobre la mesa — yo… no sé cómo pasó

—Tranquilo — le parecía gracioso verlo tan alterado, ya pasó que en ocasiones ese comportamiento se debía a cosas que podían solucionarse con simpleza, tal vez esta no debería ser diferente. Kyoya miró el papel con rapidez, examinando cada parte de este para al final deducir que era un examen de laboratorio. Detalló algunas cosas y su atención se centró en algo al final — positivo — susurró

—Perdón — las lágrimas en esos ojos achocolatados eran como una puñalada para Kyoya y siempre evitó que eso pasara — Kyoya… yo — el silencio que el azabache formó sólo hizo que Tsuna empezara a temblar

—Gracias — al darse cuenta de que extendió el tiempo de su respuesta, tomó la mano de Tsuna, la que estaba fría por los nervios; entrelazó los dedos de ambos y levantó su unión para que el anillo de Tsuna brillara con la luz del día — Tsuna mírame — suplicó y esos ojos cristalizados se elevaron hasta que hicieron contacto con los suyos — Gracias

—Kyoya — su voz era entremezclada con un sollozo

—Siempre quise tener un hijo contigo, Tsuna — besó la mano del castaño y mantuvo sus labios cerca de esa piel — gracias — miró a Tsuna y sonrió, porque sólo a él le mostraba su faceta más “normal” — muchas gracias

—También estoy feliz por eso — ahora lloraba de felicidad. La mirada de Kyoya era tan sincera que opacó toda inseguridad en su cuerpo y le produjo una serie de emociones, de entre las cuales destacaba el alivio. Tsuna nunca pudo evitar sentir preocupación por cada cosa que lo involucraba a él y a Kyoya, porque no quería dañar a la persona que amaba, porque era el mayor y se sentía responsable de esas cosas, aunque sólo fueran detalles pequeños, porque en ese momento esas hormonas lo estaban nublando — yo… yo estaba feliz — se mordió levemente el labio inferior y tomó aire para continuar — pero preocupado, porque… te irás de viaje y… — limpiaba sus lágrimas con prisa, quería terminar de decir aquello que lo atormentaba

—Irás conmigo — Hibari conocía de la fragilidad y fortalezas de su amado, cada detalle lo sabía, por eso no podía evitar desear guardarlo en una cajita de cristal donde nada lo dañara. Se acercó a Tsuna y lo acunó en sus brazos, en ese momento sólo debía darle confort y seguridad — no te dejaré jamás

—Tengo mi trabajo aquí, Kyoya — limpió sus lágrimas, apretó los puños, cerró los ojos unos segundos y recordó todo lo que pensó mientras analizaba el resultado de su examen. Miró a su esposo con decisión porque debía ser fuerte — yo me quedaré

—No… no te quiero lejos de mí — de sólo pensarlo, unas ganas inmensas de mandar todo al demonio llegaban. A la mierda el mural y su presentación en una galería europea — no los quiero lejos de mí

—Kyoya — ahora él era quien se mostraba fuerte y decidido. Tal vez sus hormonas estaban actuando de repente, porque ya no sentía ni una pisca de miedo o duda — yo debo quedarme aquí, pero no permitiré que tú te quedes también

—Si no vas conmigo, yo no viajaré

—Irás — mantuvo la mirada fija en los ojos azules de Kyoya, no iba a permitir que lo contradijeran — porque es tu deber, porque es tu trabajo, porque no quiero sentirme un impedimento en tu vida… entiéndelo

—No — ahora actuaba como un niño caprichoso y no le importaba en lo más mínimo — Sin ti, no iré a ningún lado

—Kyoya, ahora soy yo el que pide que confíes en mí — rodeó el cuello de Kyoya con sus brazos, lo apretó contra sí porque, aunque dijera todas esas palabras, sabía que después la añoranza sería difícil de soportar — ve y regresa con bien. Yo te esperaré aquí. Nuestro hijo y yo esperaremos pacientemente a que su papá regrese con sus sueños cumplidos — sonrió sutilmente cuando de sus labrios brotó la palabra “papá”

—Me estás pidiendo un imposible — apretó ese cuerpo delgado y se negaba a soltarlo

—Te amo — Tsuna sonreía con sinceridad mientras se aferraba a Kyoya —. Pero sabes que a veces tendremos que alejarnos debido a diferentes circunstancias y ésta sólo es otra prueba más que debemos enfrentar

—Quiero verlos en el proceso — gruñó bajito debido a la insatisfacción con tan sólo el hecho de imaginarse el estar lejos de sus, ahora, dos joyas

—Y lo harás, existen muchas formas para que me veas y a nuestro bebé también

—No quiero dejarte solo — hundió su nariz en ese cabello y suspiró

—Llamaré a mamá y entonces no estaré ni un segundo solo — rió bajito al sentir el cosquilleo en su piel debido a la respiración de Kyoya

—¿Por qué no me das una excusa para quedarme?

—Porque quiero que… sigas tu camino — sonrió antes de juntar sus frentes — porque escuché tus sueños durante muchos años y este es uno de ellos... quiero que los cumplas todos poco a poco. Hay que empezar por este

—Me asusta alejarme de ti

—Ayúdame a ser valiente y ayúdate a ti mismo a serlo — sonrió porque Kyoya no era de las personas que revelaran sus miedos así de fácil. Verlo frágil era sólo su dicha

—Yo te amo

—Y yo a ti

 

 

Dos meses lejos, sólo un par de meses.

Dos meses separados, solamente hablando por video llamadas, mensajes, pláticas largas por celular. Unidos mediante un inexistente lazo físico, sólo virtual, pero sus almas estaban atadas por algo más poderoso que cualquier otra cosa palpable en ese mundo y eso les aliviaba el corazón. Sus almas eran una sola desde que formaron ese lazo mediante una cicatriz que no se borraría, de esa forma incluso podían sentir la añoranza contraria, así como la felicidad y varias emociones que estremecían la piel del otro, a pesar de la lejanía. Confiaban en que todo pasaría sin que se dieran cuenta, después de todo… sólo serían sesenta días

Cuando Kyoya se fue, Tsuna tenía dos meses de gestante. Cuando se quedó solo, su hijo era la única compañía constante que tenía. Tsuna se trasladó a casa de sus padres simplemente para complacer a Kyoya y a su madre, pues estar solo y sin cuidados no era opcional. Al final lo agradeció porque los síntomas característicos de ese proceso maravilloso, estallaron como una bomba. Mareos, náuseas matutinas, antojos y cansancio, pero obviamente nada de eso se lo decía a Kyoya pues tenía que evitar que hiciera algo impulsivo, como regresar sin terminar el trabajo impuesto. Sin embargo, había veces en que Tsuna necesitaba a su esposo y mucho, pero en esas ocasiones se aferraba a una manta especial, porque Kyoya la compró para adornar los nidos que compartían; era blanca, con flores lilas adornándolas, esponjosa y le traía buenos recuerdos de cuando se acurrucaban con ella en el sillón y no hacían nada más que abrazarse mientras veían una película

 

 

—¿Cómo te estás sintiendo? — así empezaban las conversaciones siempre

—Genial — sonreía Tsuna mientras se arropaba con aquella manta y apreciaba cada facción de Kyoya que mostraba la pantalla del computador — mamá me cuida demasiado y ha empezado a alimentarme con cosas nutritivas

—Y las odias — esbozó una sutil sonrisa al ver como Tsuna desviaba la mirada

—Sé que son buenas, pero no es lo que se me antoja en algunas ocasiones — recogía sus piernas hasta su pecho y suspiraba — quiero chocolate blanco con maní

—Eso es raro

—Lo sé — miraba la pantalla y ladeaba su cabeza — Kyoya… ¿qué me traerás cuando vuelvas?

—¿Qué quieres?

—A ti — emitía una risita baja y sus mejillas se coloreaban progresivamente — con un helado de yogurt en las manos — completaba con diversión

—Lo que pidas, lo tendrás

—¿Y cómo te va a ti?

—Intentaré que terminemos todo lo más rápido posible. Quiero volver

—No te sobre esfuerces y duerme las horas completas Kyoya. Es un mural muy grande y sé que te costará… no trates de engañarme — le reprochó mientras fruncía levemente su nariz — tal vez tardes quince días más de lo planeado, estoy seguro de eso

—Quiero volver contigo cuanto antes

—Y yo quiero que te cuides como es debido. Por favor Kyoya, no apresures las cosas

—Pide vacaciones y ven conmigo — la seriedad que mostraba le parecía graciosa a Tsuna

—Pediré vacaciones cuando deba pedirlas — Tsuna cerraba sus ojos e imaginaba que era abrazado por su amado — sé maduro, Kyoya

—Cuando se trata de ti, no puedo serlo

—Entonces debes aprender — se sentó correctamente y acarició su vientre, el cual apenas era una curvita que denotaba su estado de tres meses y un poco más — porque después seremos dos personas que dependeremos de ti y una de ellas te tomará como ejemplo para todo

—Estás manipulándome

—¿Funcionó?

—Un poco

—Entonces intentaré mañana también

 

 

La lejanía era algo que no podían soportarlo demasiado bien, por eso la necesidad de hablar por lo menos una vez al día. El lazo que los unía les traía las emociones ajenas para enlazarlas con las suyas y en ocasiones era un arma terrible. La ansiedad por un beso, una caricia o una mirada, eso se trasmitía con fuerza, pero a la vez se revelaban la confianza, el amor, la felicidad al verse por medio de imágenes.

Lograron estar separados el tiempo que fue conveniente estarlo, y eso sólo los hizo llegar a la siguiente etapa: la madurez en pareja. El hecho de aceptar que no siempre pasarían el día juntos, que cada quien tenía su empleo y sus sueños, pero también que compartirían un vínculo demasiado fuerte y ese era su retoño, el que crecía sin prisa rodeado de cariño y amabilidad

 

 

—Hoy recibiremos a papá — susurraba Tsuna mientras bajaba del taxi que lo llevó directamente hacia el aeropuerto. Pagó con una sonrisa y suspiró profundamente debido a la emoción — veremos a Kyoya — acarició su vientre curveado que mostraba sus cuatro meses y dos semanas, pues como predijo, Kyoya tardó más de lo que ambos pensaron

—¡Tsuna! / Tsuna-nii — dos jovencitos un poco alborotados lo interceptaron en la entrada y él sólo pudo sonreír, porque así la espera no sería tan desesperante

—Me alegra verlos, Lambo, I-pin

—Quiero ver la cara de mi hermano cuando te vea con barriguita — reía la azabache acercándose al castaño y picándole en dicha zona

—Yo… pues yo vengo a lo mismo, para qué mentirte — sonreía Lambo — vamos. Ya sabemos dónde y cuándo arribará

—Gracias a ambos

 

 

Tsuna miraba la cartelera con demasiada atención, a veces ignorando todo lo que estaba a su alrededor, pues estaba ansioso y sólo quería tener a Kyoya de vuelta con él. Esperaba que volvieran a ser la familia que siempre habían sido, que serían mientras sus vidas aún siguieran encendidas. Acariciaba su vientre mientras permanecía sentado en una de las sillas disponibles y de lejos veía a ese par de azabaches ir y venir de: las tiendas de golosinas cercanas, de la puerta de arribo de pasajeros, revisando la cartelera. Era divertido verlos discutir por razones que él no lograba escuchar. Les pidió algo de beber y un chocolate para soportar la ansiedad, no tardó ni cinco minutos en verlos desaparecer para cumplirle su capricho, así eran ellos   

 

 

—¿Por qué estás tan solo? — Tsuna escuchó aquello susurrado desde su espalda junto a su oído y se espantó tanto que quiso levantarse, pero unas manos lo detuvieron, abrazándolo por la espalda —Soy yo… lamento haberte asustado

—Kyoya — susurró mientras giraba levemente el rostro y veía aquellos azulados matices metalizados que conectaron con los suyos — bienvenido — amplió una sonrisa mientras posaba sus manos encima de las contrarias

—Estoy en casa — besó la mejilla de su pequeño, pero no lo dejó levantarse, por el contrario, lo rodeó hasta estar frente a él y se arrodilló sin importarle el lugar donde se encontraba

—¿Qué haces? — Tsuna rió con disimulo al sentir las manos ajenas posarse sobre su vientre — nos están mirando — se avergonzó al ver un par de ojos posados sobre ellos

—¿Ya se mueve? — ignorando a todos los herbívoros que lo rodeaban, se acomodó para aferrarse a la cintura del mayor

—Ahí está tu respuesta — sonrió al sentir un leve movimiento en la parte frontal de su vientre — está dándote la bienvenida también

—Ansiaba verlos de nuevo — Kyoya acarició el lugar donde el bebé se movió discretamente, como si apenas estuviera experimentando lo que era tener libertad

—Kyoya — susurró Tsuna besando los cabellos de su pareja — me estoy avergonzando más de lo necesario — levantó la mirada, vio que ya eran como diez personas mirándolos y dos de ellas eran un par de adolescentes con una cámara

—Ignóranos, tú sigue — susurraba I-pin quien miraba todo y apoyaba a Lambo en la filmación

—Suficiente — Kyoya se levantó para arrancar la cámara de las manos de ese niño, pero éste dio un par de piruetas para esquivarlo y escapar

—¡Sólo venimos a eso! — reía I-pin mientras dejaba en manos de Tsuna un jugo de cartón y un chocolate — sé que pueden llegar solos a su casa. ¡Cuida de Tsuna-nichan, Kyoya!

—Se lo mostraré a mamá — Lambo festejaba su reciente adquisición, su nuevo tesoro, y sin decir más, esos dos desaparecieron rápidamente

—Déjalos — Tsuna se había levantado para tomar la mano que tanto extrañó en esos meses — ahora… vamos — apuró un poco el paso, alejándose de todo, porque quería ser egoísta y monopolizar a su gran artista

—Toma — Kyoya extendió un paquete que ocultaba en su bolsillo. No era demasiado grande, así que cabía perfectamente en ese lugar — ábrelo — él recogió su maleta y pasando su brazo por hombros del más pequeño lo guiaba a la salida, lejos de esas miradas curiosas

—¿Qué es? — Tsuna preguntaba por inercia mientras abría la envoltura de color amarillo. Tuvo que detenerse un momento para poder apreciar mejor aquel obsequio

 

 

En sus manos tenía una prenda de una tela suave y cálida, el color blanco se veía adornado por un estampado de coloración en forma de una manzana y era tan pequeña que al doblarla cabía en sus dos manos. Era un bodie de manga larga para recién nacido, algo simple, pero hermoso. Tsuna se quedó mirando la prenda en sus manos y sin desearlo, un par de lágrimas se resbalaron por sus mejillas. Era el primer regalo de Kyoya para su hijo o hija, ¿cómo no emocionarse por eso? Sintió el beso en su sien y un abrazo cálido en el que logró embriagarse por el aroma de Kyoya. Estaba inmensamente feliz

 

 

—Siempre pensé en ustedes — susurró el azabache antes de tomar la mano del castaño y guiarlo fuera del aeropuerto

—Gracias por eso — sonrió mientras sostenía la delicada prenda contra su pecho 

—Cuidaré de ustedes para siempre — entrelazó sus dedos con los de Tsuna mientras seguían el camino en busca de un taxi — sólo eso puedo prometerte, Tsuna

—Yo quisiera que prometieras amarnos — sonrió — no sólo cuidarnos

—Lo haré

—Serán dos — susurró Tsuna presenciando la sorpresa de su pareja, riéndose porque dejó mudo al agresivo artista que de algún modo lo enamoró — así que esfuérzate el doble, Kyoya

—Lo prometo — sonrió cuando el shock de la noticia pasó — prometo cuidar de ustedes

 

 

No más dudas, no más separación. Desde ese punto: donde iba el uno, iba el otro. Porque la lejanía constante no era agradable para ninguno… de los cuatro.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

 

Cuando termino un fic siempre me queda un vacío, pero también me llena de satisfacción el ofrecerles un poquito de mí en cada relato.

Espero que les haya gustado esta corta historia. Una ronda de momentos románticos no le hace mal a nadie, menos a esta estresada autora XD

Muchos besos a todos, incluso a los fantasmitas XD~

Nos veremos en un futuro, pero en otra obra~


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