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Habitual irony por FumiSaho

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Notas del capitulo:

Hola, personas!! :)

Les dejo un nuevo capitulo <3

 

CAP 4.

 

 

Pasó una semana en la que Yamaguchi se asustaba cuando Kei lo llamaba, su cuerpo temblaba cuando se rozaban mutuamente. Claro que también tenía sus efectos en él, pero de una forma totalmente diferente, pues mientras a él le agradaba poder estar cerca, a Tadashi parecía darle miedo. Siempre andaban juntos por los pasillos, pero era la costumbre que no hacía nada más que restregarle en la cara un enorme error. Creía poder aguantarlo, pero cuando Tadashi faltó a clases, Tsukishima se alertó. No era que las clases de ahora fuesen importantes, de hecho, no importaba si los de clases avanzadas empezaban a faltar, pero Yamaguchi mantenía su historial de asistencia impecable.

Corrió a casa de los Yamaguchi, encontrándose con el padre de Tadashi en el jardín, arrancando las hierbas que no servían de nada. Portaba un suéter bastante grueso y guantes para jardinería, pues el frio era sorprendentemente intenso que, si el señor se atrevía a limpiar su jardín con manos desnudas, su piel se resecaría, cuarteándola.

—Hola, Kei kun. —saludó el hombre en cuanto lo vio llegar. Su sonrisa era gentil, como si nunca pudiese enojarse. Se preguntó si siempre había sido así o si el tener un hijo le hizo sonreír más. Apenas inclinó la cabeza correspondiendo el saludo, recuperando el aliento por correr desde la escuela. —Tadashi está arriba. Probablemente durmiendo. —comentó quitándose los guantes para acercarse a él. —Empieza a cansarse por cualquier cosa, pero está bien. ¿Quieres entrar?

—Gracias, pero solo pasaba…

—Quédate, iré con tu mamá. Habla con él, sé que no piensas de la manera que Tadashi cree. —le tendió la mano para que le pudiese dar su mochila. Kei no se resistió y le dio sus pertenencias despidiéndolo antes de entrar.

El calor lo abrazo en cuanto cruzó la puerta. Olía dulce, una dulce fragancia cálida que le adormecía, le quitaba la preocupación de la cabeza. Se adentró sin hacer mucho ruido, yendo directamente a la habitación de Tadashi. Posó una mano en el picaporte, dudando en abrir, a pesar de que la puerta únicamente se encontraba sobrepuesta. Si la puerta estuviese cerrada, no dudaría tanto en entrar. Con el corazón latiéndole agitado todavía por correr, empujó la puerta delatando la habitación arreglada de Tadashi, que dormía abrazando una almohada, dándole la espalda. Sabía que estaba dormido porque su espalda estaba descubierta y los suaves ronquidos se paseaban libres acariciándole la piel. La luz pálida del día de invierno entraba sutilmente por una rendija de las cortinas verdes. Incluso si los rayos del sol estuviesen pegándole de lleno en el rostro, Yamaguchi no despertaría.

Nadie le dio permiso ni pensó en si sería correcto o no, pero con paso sigiloso se acercó a la cama deshecha, de donde manaba un sutil y agradable aroma a suavizante de telas. Normalmente así olía Yamaguchi. Inhaló lenta y profundamente aquel aroma, llenando sus pulmones para volver a vaciarlos antes de sentarse en el asiento que tenía la ventana. Desde ahí podía ver su rostro durmiendo, tranquilo porque Tsukishima no lo importunaba en sus sueños. Estaba dispuesto a esperar a que despertara, pero no resistía las ganas de tocarlo. Se puso de pie y de cuclillas frente a Tadashi, sonrió por cuan tonto se sentía. Estiró la mano tocando con la yema de los dedos el interior de la palma abierta del pecoso. Un agradable escalofrío recorrió su cuerpo al descubrir la textura de esa mano.

Y entonces, luego de soltar un entrecortado suspiro, Yamaguchi despertó atrapando los dedos del rubio. Apenas abrió los ojos, encontró el cabello rubio de quien lo acompañaba. De inmediato se incorporó alertándose. No se percató de la pesadumbre que acompañó a Kei cuando lo soltó, porque tampoco se dio cuenta de que sostenía su mano.

—¿Ya es tan tarde? —inquirió al ver el reloj sobre la mesita de noche. Tallándose los ojos, recordó que no se encontraba solo y no era exactamente la persona más indicada para estar en su habitación. La vergüenza invadió su rostro, pero su cabeza estaba confusa, pues no sabía si tener vergüenza era válido ya que tendrían un bebé.

—Yamaguchi.

El apellido brotó de sus labios con suavidad y aun así el moreno dio un respingo al escucharlo. Claro que no pasó desapercibido por Kei, quien contempló disgustado, el semblante nervioso de su amigo.

—¿Me tienes miedo? —preguntó en un susurro. Tadashi lo miró con sorpresa, el rostro impasible de Kei le dijo que la pregunta era en serio. Más que miedo a él, temía haberlo decepcionado y ser patético nuevamente ante sus ojos.

—No. —respondió simple y llanamente volviendo a bajar la mirada.

—¿Confías en mí? —la pregunta flotó con su voz en la habitación, con un ligero temblor, desvaneciéndose en el silencio, pues Yamaguchi no respondió inmediatamente como con la anterior pregunta. Apretó el borde del gakuran bajo sus puños. Si tuviese que confesar, Tsukishima tampoco confiaría en un chico que lo violase y después asegurara querer al bebé que engendraba. Es decir, ¿no se veía como que únicamente quería el producto de aquel suceso?

—Si. —contestó rompiendo el helado ambiente que comenzaba a crecer. —Pensé que te opondrías. —confesó finalmente. Tener los pensamientos sin exponerlos a la persona adecuada cavaba en su interior quitándole la fuerza del cuerpo. —Creí que la universidad sería más importante para ti, así que cuando dieron la noticia, me hice a la idea de que no había nada en mí. Porque, aunque no estuviésemos enamorados, yo me emocioné mucho. —se mordió los labios por un momento e inmediatamente después, agregó: —Pe-perdón por haberte gritado esa vez y tirarte…

—Está bien. —tranquilizó el muchacho ajustándose la montura de sus lentes para poder mantener su apacibilidad. Soltó un suspiro y Yamaguchi supo que pronto se retiraría de ahí diciendo que luego volvería.

—Tsukki. —le retuvo antes de que siquiera diera un paso o pudiese recuperar el aliento. —¿Qué es lo que en verdad quieres?

Por un momento deseó no haber ido a la casa. La respuesta a esa pregunta era absolutamente egoísta, más de lo que su petición verbal había sido. Tsukishima quería todo de Tadashi. Retuvo su mirada en las tres cajas apiladas y vacías listas para ser llenadas.

—Todo lo que quiero ya te lo dije. —aseguró sin vacilaciones. Escondió sus puños dentro de su pantalón. La inconformidad y la codicia se hicieron un lugar en el pecho de Kei anhelando silenciosamente que Yamaguchi le dejara hacer más. —Me voy.

—Hasta mañana, Tsukki.

Caminó con seguridad hacia la puerta sin contestar. Yamaguchi ya estaba empacando para irse a Sendai y acudir con normalidad a la universidad. Kei debía hacer lo mismo, solo que él no acudiría a clases. En su interior no existía cabida para dudar de su propia decisión. Y es que, a causa de él, los mayores hicieron una sentencia que no supo si era benefactora o secretamente cruel; si Kei quería hacerse responsable y ser tomado por un adulto, ahora lo seria. Compartiría la casa heredada a Tadashi en lo que duraba el embarazo, pues Tsukishima dijo que no tendrían por qué casarse, que estaba bien con que el niño supiera quien era su padre y le dejaran su parte de responsabilidad.

Yamaguchi no lo diría, pero se sentía culpable de hacer que su tan cercano amigo dejase la escuela. Y se consideró profundamente patético.

Bajando las escaleras hacia la salida, se golpeó la nuca con su palma. Era un estúpido por no aclarar lo que sentía, lo que de verdad quería, pero no pudo evitarlo.

 

Notas finales:

Nos vemos en la actualizacion! :}


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