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Apocalipsis por 1827kratSN

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A veces la gente sólo escucha lo que quiere escuchar. A veces finge escuchar y asiente para que lo dejen en paz. A veces se vuelven idiotas por razones sin valor. Por eso llegan a enfrentar los problemas más terribles que ellos mismos sembraron 

 

 

Uno…

 

 

—No llores ahora — sostenía a su hija con ambas manos, agarrándola por debajo de los bracitos y elevándola en el aire — ¡joder! — masculló mientras caminaba por los pasillos de la mansión de Varia en busca de aquella persona

—Ma… mamma — la pequeña de cabellos platinados se quejaba con lagrimitas brotando sin parar, aspirando profundo para después lanzar un largo y estruendoso grito

—Maldita basura, ¿dónde diablos estás? — Xanxus se contenía de gritar mientras corría por el pasillo sosteniendo a aquella dulce niñita que ahora parecía querer romperles los tímpanos a todos, porque no quería alterarla todavía más

—Jefe, debería cuidarla mejor si no quiere que Squ-chan se enfade después — Lussuria salió al pasillo a averiguar por qué la heredera de ese escuadrón, mansión, todo en Varia, lloraba desesperadamente

—¡¿Sabes dónde está esa basura?! — elevó un poquito su voz. Grave error. Su niña detuvo su llanto momentáneamente para agarrar más aire y gritar tan agudamente que hasta Lussuria se cubrió los oídos

—¡MAMI! — gritaba a todo pulmón mientras pataleaba para que la soltaran. Sólo tenía tres años, pero gritaba como si tuviera más edad

—Jefe, trate mejor a Dayane

—Dime dónde…

—Eso le pasa por fingir escuchar — se quejó, pero negó cuando le quisieron dar a la pequeña a la vez que retrocedía

—¡DÓNDE ESTÁ! DIME O TE VUELO LOS SESOS

 

 

Dos…

 

 

—Mi pequeñita Stella es tan linda — susurraba mientras tomaba una fotografía más, la que después colocaría en el álbum que armaba con tanto empeño

—Señor, no debería tocarla — Romario trató de detener las manos de su jefe, pero fue tarde ya que este empezó a picar las mejillas rosadas de la bebita rubia de casi dos años que dormía plácidamente

—Es que es tan linda

—Pero…

 

 

Y lo que Romario temía pasó. Primero fue la bebita que manoteó al aire para quitarse la molestia, después restregó su rostro con fuerza y abrió los ojos mostrando el iris rojizo que la caracterizaba, la nena miró todo a su alrededor como si buscara algo mientras arrugaba su nariz. Dino claramente intentó volverla a dormir cantándole algo, pero era demasiado tarde.

Un pequeño sollozo inició todo, el labio inferior de la pequeña tembló como gelatina, sus ojitos se aguaron y empezó a llorar como si no hubiera mañana mientras pataleaba y se quitaba la cobijita que la cubría mientras evitaba que alguien la tocara

 

 

—¿Qué hago ahora? — apenas pudo cargarla, pero su niña lo empujaba para que la soltase

—Señor, cálmese — intentaba mediar Romario

—Pero mi Stella no deja de llorar

—Ella siempre despierta y generalmente es el joven Enma el que la calma arrullándola en brazos — explicó con simpleza, aunque él también estaba alterado al ver a la hija de su jefe llorar con desesperación

—Lo intento — seguía Dino mientras acunaba a su nena en brazos

—Papi… papi — gimoteaba mientras evitaba que el rubio se acercara mucho y de nuevo lloraba a gritos

—Llama a Enma, por favor — pidió al saber que su hija tenía muy mal despertar, mucho más cuando no dormía su siesta completa  

—Señor — Romario suspiró pues seguramente su jefe olvidó lo que pasó esa mañana — el joven Enma no volverá hasta tarde

—¡¿Qué?! ¿A dónde fue?

 

 

Tres…

 

 

El silencio que adornaba su estancia era la mayor satisfacción del día, mucho más cuando dormía en medio de la habitación con la leve brisa proporcionada por un ventilador y… todo se arruinó de repente.

 

 

—Kyo-san — era la voz de su subordinado más fiel quien ingresó de pronto y detrás de él claramente un llanto conocido se daba, uno no muy fuerte pero que igual estresaría a cualquiera — lamento molestarlo, pero…

—¿Qué sucede con Shiori? — se levantó mirando con curiosidad a la pequeña castaña que restregaba sus ojitos llorosos y se sostenía de la manga de Kusakabe

—Al parecer la señorita pide ver a Tsunayoshi-san

—Hum

—Qui… quiero a oto-chan — sollozaba la pequeña de cuatro años — quiero… — pero no podía completar la frase cuando nuevamente las lágrimas la ahogaban

—Vamos — Kyoya se acercó a Kusakabe quien en ese momento sostenía la manito de la pequeña — debe estar arriba — intentó sujetar la mano de su hija, pero ésta retrocedió dos pasos y lloró un poco más fuere. Oh sí… olvidó que su hija le tenía miedo

—Oto-chan — gimoteó antes de correr por el pasillo seguramente buscando a Tsuna

—Llévala donde esta Tsuna — suspiró levemente antes de ordenar aquello

—Ese es el problema, Kyo-san — Kusakabe se irguió y reunió valor para lo que estaba a punto de hacer, porque su jefe no era tan perfecto como muchos creían — Tsunayoshi-sama no está en la mansión, ni cerca de ella

—¿A dónde fue?

—Kyo-san, él se lo dijo esta mañana

—Tsk…

 

 

Descanso…

 

 

Tres personas estaban acomodadas en una mesa en medio de un restaurante fino, algo elegante, dos de ellos sonriendo por alguna cosa que el tercero medio gritó. Los tres disfrutando de su día libre. Sólo estaban ellos, la comida, un buen vino y la compañía mutua

 

 

—¿Hay algo más fuerte que este vino barato?

—Es demasiado temprano para eso — rió Tsuna mientras llenaba la copa del albino que chasqueaba su lengua y rodaba los ojos

—Si me vas a invitar a salir, por lo menos dame un buen ron

—Squalo-kun… baja los pies de la mesa — Enma se divertía con el muchacho ya que no siempre veías a alguien tan despreocupado en medio de un restaurante de primera

—Es mi día libre. Haré lo que se me dé la gana — frunció su ceño y acomodó mejor sus pies

—Déjalo, Enma — Tsuna sólo le restó importancia, la mesa era grande, así que tenían espacio — Squalo tiene razón, es su día libre. Además, no es como si nuestra salida fuese formal

—Es verdad — Enma secundó esa idea

—Ey — el mayor de ellos llamó a los otros dos — ¿creen que la estén pasando bien?

—No — corearon los dos jefes mafiosos

—Pues qué bien — sonrió ampliamente — que se joda el cabrón de Xanxus

—Eres malvado

—Se lo merece por imbécil

—Bueno — los otros dos no dudaron que en verdad merecía un escarmiento y no era el único — Dino también la pasará mal… pero me da pena mi pequeña Stella — Enma jugaba con el vino en su copa, obviamente estaba un tanto preocupado por su hija

—Yo sólo quiero que Kyoya aprenda a interactuar con Shiori. Ellos se han alejado mucho desde el primer rechazo que Shiori le dio a Kyoya

—Mierda — Squalo rió con ganas, le sorprendía lo ineptos que podían ser esos mocosos de Vongola. Bajó sus piernas de la mesa y posó su codo en ella, a la vez que sostenía su mejilla — ese idiota se pasó de imbécil. Mira que acomplejarse cuando su hija de seis meses lloró mientras él la cargaba.

—Supongo que no le sentó bien — Tsuna elevó sus hombros para restarle importancia — pero quiero que eso cambie

—Pues yo quiero que Dayane le joda la existencia a Xanxus — admitió Squalo sin pisca de duda

 

 

Lo único en común que tenían esos tres era el agotamiento causado por sus retoños, además de la decisión de darles escarmientos a los padres descuidados que, para su fortuna, también eran sus parejas. No estaría mal al menos intentar que convivieran entre sí… y que para la siguiente vez pusieran atención a lo que se les decía

 

 

Caos…

 

 

Un niño llorando era malo, una niña llorando era peor, porque te hacía ver como el peor padre del mundo con sólo apreciar las lagrimitas rodando por aquellas redondeadas y rosadas mejillas mientras decía “quiero a mi mami/papi/oto-chan” y rechazaba siquiera un toque.

Las personas se les quedaban viendo, los señalaban como pésimos padres y a cambio ellos mandaban miradas aterradoras porque la gente no sabía el trabajo que les costó sacar a sus respectivas hijas de casa para emprender camino y buscar a quien sus niñas pedían. Lo peor… sus subordinaron hicieron acto de desaparición.

Lo que ya era casi un juego oscuro del destino fue encontrarse con otros padres en su misma situación, todos estaban de acuerdo en eso

Dino, Kyoya y Xanxus se miraban las caras entre sí mientras soportaban su mal carácter o sus ganas de burlarse de los contrarios porque no era conveniente. Cada uno trataba por todos los medios que sus hijas… para mala o buena suerte, los primogénitos de todos fueron niñas… dejasen de llorar. Tenían problemas semejantes y un objetivo en común también. Al parecer se leyeron las mentes porque cada uno recitó lo que sus subordinados supieron decirles y llegaron a la conclusión de que sus parejas armaron esa treta, así de simple.

Oh sí, ya tenían culpables

 

 

—Buscaré a Tsuna — mencionó el azabache menor mientras miraba de refilón a los demás — solo

—No, basura, porque no confío en que nos avisarás de tu triunfo como un buen samaritano

—¿No les parece si buscamos juntos? — Dino aun arrullaba (o lo intentaba) a su nenita mientras ésta se arqueaba en un intento de liberarse

—No

—¿Y si intentamos intercambiar niñas? — el rubio sonrió, pero como respuesta obtuvo una mirada sanguinaria por parte de los demás — ¿qué?

—Si no podemos con ellas, ¿tú cómo lo harás, potro?

—Así — Dino entregó su nena a Hibari quien la tomó a regañadientes y él se enfocó en Shiori — Shio-chan — habló con dulzura arrodillándose frente a ella — me alegra verte

—Mi… — la pequeña lo miró unos segundos antes de calmarse levemente — Dino-nii — dijo hipando — ho-hola

—Tu tío Dino no quiere verte llorar — abrió sus brazos y sonrió — ven, cuéntame qué pasó

—Te ganó, escoria — Xanxus se burló de Hibari, pero poco le duró cuando su niña casi cae debido a que se lanzó de sus brazos — joder, Dayane, ¡quédate quieta!

—Toma — la niña en sus brazos se había calmado un poquito, pero eso no le interesó. Devolvió a Stella a Dino y él agarró la mano de su hija y la alejó del rubio. Pésimo error, Shiori empezó a llorar de nuevo — cálmate

 

 

Pésimo día, horrendas compañías. Incluso discutieron, pero al final lo sugerido por aquel rubio despistado fue lo que usaron.

Shiori terminó en brazos de Dino, Stella con Xanxus y la pequeña Dayane con Hibari. Al menos así dejaron de llorar, pero era humillante saber que sus propias hijas se sentían cómodas con alguien ajeno a ellos. Como fuere, su misión en ese momento era encontrar a sus parejas y… aunque no lo iban a admitir, pedir ayuda urgente

 

 

—Tu mocosa tiene lindos ojos — Xanxus miraba a la bebita que elevaba los brazos para intentar sujetar sus cabellos, suponía

—Es que Enma es precioso — sonreía feliz de la vida mientras observaba como Shiori detallaba fijamente a quien iba liderando, por el momento, al grupo — Shio-chan — le susurró y la nenita lo miró — si quieres ir con papá, sólo dímelo

—¡No! — se quejó aferrándose al cuello del rubio

—Kyoya, ¿qué le hiciste a tu hija? — se quejó al reconocer el pánico de la castañita — Le aterras

—Hum — quería decir que no era así, pero mentiría.

—Kyoya-han — murmuró Dayane mientras tiraba de la camisa del azabache — hambre — elevó su mano — hambre — sonreía mientras apuntaba al cielo

—¿Qué come tu hija? — el mencionado miró a Xanxus y éste rodó los ojos

—Yo que sé. La basura es quien se encarga de eso

—Dino-nii — susurró Shiori para atraer la atención del mencionado — también tengo hambre

—Supongo que todos tenemos — contestó con una sonrisa y besó la mejilla de la pequeña recibiendo un gruñido por parte de su antiguo alumno

—Pues… más vale que los hallemos rápido… — Xanxus hizo una mueca — Tu hija huele muy feo — alejó a la rubiecita de su pecho y la sostuvo por debajo de los brazos

—Oh no, Stella… ¿aún no sabes decir popó? — también hizo una mueca al acercarse, incluso Shiori se tapó la nariz

—Es obvio que no, herbívoro — refunfuñó porque ese aroma le recordaba cierto problema que tuvo cuando intentó aprender a cambiar pañales. No quería recordar aquello

—¿Uno de ustedes sabe cambiar un pañal?

—Eso es problema tuyo — Xanxus entregó a la niña y en un rápido movimiento él tomó a Shiori — ¡qué asco!

—¿Kyoya? — Dino miró suplicante al azabache

—Hum — frunció sus labios y siguió de largo, sin mirar al rubio que dejaba atrás. Aunque también enfureció al darse cuenta de que incluso con Xanxus su hija no lloraba

 

 

Y ese sería sólo el primer lío que tendrían.

 

 

One…

 

 

Dino se dio cuenta que ni siquiera había visto un pañal en su vida como casado, esas labores las cumplían las empleadas o Enma, él sólo estaba ahí para mimar a su niña, darle regalos e intentar acercársele, pero generalmente terminaba siendo rechazado en cada intento porque Stella sólo amaba a su mami, es decir papi.

Fue así como el rubio entró en pánico porque su retoño empezó a hacer la carita previa al llanto. Corrió con su niña en brazos a la tienda más cercana a pedir ayuda, pero claro, lo único que le dieron fue pañales, pañuelos, y el acceso al baño del establecimiento.

Eso se iba a poner feo.

 

 

—Stella — miró a la pequeña que recostó sobre el espacio libre junto al lavamanos — podrías ayudarme un poco

—No — oh sí, su hija negaba mucho últimamente. Es más, quería levantarse por sí sola

—Stella — sollozó mientras la volvía a recostar con cuidado para que esta no se golpeara con algo — vamos… te cambiaré — con dificultad logró quitarle el pantaloncito que llevaba ese día — quieta, por favor

—No, no, no — mascullaba mientras pataleaba — papi… quelo papi

—Cariño — antes de arriesgarse a quitarle el pañal, suspiró — ahora papi está ocupado, así que papá te atenderá

—No — se estiró, pero claro, su padre no la dejaba

—¡Oh mira!… ¿qué es esto? — Dino agarró algo que estaba por allí, al parecer un adorno de cristal y se la dio a su hija — juega con esto, ¡mira qué bonito!

—Pajaito — sonreía mientras lo sostenía entre sus manos

—Es hora

 

 

Se felicitó mentalmente por el plan improvisado mientras aspiraba una cantidad de aire considerable antes del gran momento. Apretando sus labios e intentando no respirar, buscó algo con qué abrir el pañal, una pista de como se hacía eso, pero no halló algo vistoso, así que brillantemente tiró de uno de los lados con fuerza. Pronto descubrió que hacer eso sólo derramaría el contenido del pañal y que tenía poca tolerancia al olor producido por las gracias de su princesa. Casi devuelve su desayuno, pero tuvo que aguantarse

Con pánico, lo único que pudo hacer fue agarrar a su niña y sacudirla un poco para que la popó cayera en ese espacio junto al lavamanos, lejos de él y del pañal que estaba en el suelo, o sí…. ¡Gran trabajo, Dino! Su hija empezó a reír en cierto momento mientras él intentaba idearse una forma de limpiar el desastre a la vez que sostenía a su hija. La solución le llegó como una luz en medio de la oscuridad. Dino sentó a su hija en el lavamanos y abrió el grifo para que saliera un poco de agua para que ésta “limpiara” las manchitas que el desastre dejó en las piernitas de Stellla, pero ella empezó a llorar seguramente por sentir el agua fría sobre su piel.

Dino ahora tenía dos problemas… su hija llorando y la popó en el suelo

¡Que el cielo se apiadara de él!

 

 

—Juro que aprenderé a cambiar un pañal después de que esto termine y encuentre a Enma — masculló Dino mientras agarraba todo el papel higiénico que podía y empezaba con su improvisada tarea de limpieza en el suelo, siempre verificando por el rabillo del ojo que su hija siguiera sentadita en el lavamanos

 

 

Two…

 

 

Ambos padres restantes no iban a esperar al rubio porque obviamente sabían que, con lo despistado y torpe que era a veces, terminaría demorándose una eternidad y no acabaría bien. Ese no era su problema, ellos siguieron su camino para tratar de hallar a las personas que buscaban.

No hablaban entre sí, sólo platicaban sobre cosas básicas con los niños que llevaban en brazos y al final terminaron comprando un helado para que las niñas dejaran de decir que estaban hambrientas. Fue lo primero que hallaron después de todo

 

 

—Oye, no dejes que se derrita — mencionaba Xanxus cuando sintió el helado de fresa manchar su, muy preciada, camisa blanca

—Perdón — mencionó la castañita y sacando un pañuelito del bolsillo de su falda larga procedió a limpiar la manchita — ya está bien… Xanxus-nii

—Gracias, mocosa

—Yo no soy mocosa — bufó mientras fruncía levemente el ceño — ¡Mira! — apuntó a su propia nariz — estoy limpia

—Ya veo — Xanxus empezó a carcajearse escandalosamente porque, en sí, le gustó esa respuesta — ¡oye! — pero claro que notó la molestia de la basura a su lado — tu hija me quiere más a mí que a ti

—Y la tuya ni siquiera te mira — contraatacó pues Dayane estaba muy feliz agarrando los botones de la camisa de Hibari y señalando las cosas que veía en el camino y que nombraba claramente

—Tsk… púdrete, escoria — claro, no podía refutar eso, pero sí reclamar

—No digas eso — la pequeña Shiori cubrió la boca de Xanxus con la mano que no sostenía el helado — oto-chan dice que eso no se dice

—¡Ja! — Xanxus admitió que admiraba a esa pequeña quien parecía no sentir lo que era el peligro. Enfrentar al líder de Varia era de dementes. Además, se fijó en Hibari quien se detuvo de pronto — ¿qué pasa, basura?

—Este es tu problema — dijo bajando a la pequeña Dayane al suelo, la misma que juntaba sus piernitas y empezaba a dar leves brinquitos — dame a mi hija

—No me jodas

—No quiero — Shiori se sujetó de brazos de Xanxus, pero al final fue inútil porque terminó siendo cargada por Hibari — ¡No! — empezó a sollozar cuando Xanxus no la tomó en brazos y en vez de eso se alejó un poco

—Pipí — se quejaba la pequeña de cabellos platinados — ¡PIPÍ! — Dayane entonces se alejó de los mayores seguramente buscando un baño y obviamente Xanxus tuvo que ir detrás de ella

 

 

La carrera no se extendió mucho porque Xanxus agarró a su hija y corrió al primer restaurant que vio, obvio no quería tener que lidiar con orina en la ropa de su hija. Cuando ingresó, gritó para que alguien le señalara el baño, y sin importarle los reclamos de los trabajadores del lugar se internó ahí, incluso le apuntó al atrevido camarero que le dijo que el baño sólo era para clientes. Le valió una mierda todo y colocó a su hija en el piso para que fuera al baño, pero ella negó y tiró de él para que la acompañara alegando que no iría sola ni muerta

 

 

—Mocosa, no entraré ahí — gruñó cuando su hija lo tiró del pantalón mientras señalaba la puerta del baño que estaba pintada de color rosado y tenía un pequeño cartel con el dibujo de una mujer

—Pipí ahora — ordenó Dayane mientras cruzaba las piernas

—Hazlo sola

—¡No! — se quejó entre lagrimitas mientras saltaba más desesperadamente — ¡Vamos, Xanxus!

—Oye, dime padre, como te lo enseñé

—¡AHORA! — gritó agudamente mientras tiraba fuertemente de la basta del pantalón del mayor

—Mataré a Squalo cuando lo encuentre. ¡Lo juro!

—No danarás a mi mami — lo golpeó en el costado de la pierna derecha, frunció el ceño, pero de nuevo lo jaló

 

 

Xanxus miró mal a las mujeres que se hicieron a un lado cuando él ingresó, rodó los ojos al ver la pulcritud en ese baño adornado por flores y bufó cuando tuvo que ingresar a un cubículo porque su hijita lo exigió. Perra situación. Se encargó de bajar las mallas de su nena con rapidez y apenas pudo sentarla en el retrete antes de que ella soltara todo el líquido retenido.

El líder de Varia maldijo cuando quiso salir de ese estrecho lugar, pero Dayane no lo dejó pues al parecer no le gustaba estar sola. Tuvo que soportar que la pequeña cantara una canción ridícula sobre un tiburón y un león que vivían en las nubes durante el largo rato que se tardó en “desahogarse”. A eso se le sumó que tuvo que ayudarla a limpiarse antes de salir. No pensó en hacer eso con una mujer, pero era su hija, suponía que era más normal de esa forma

La mejor parte fue cuando la encargada vino a reclamar por la agresión en contra de sus empleados y Xanxus la ignoró porque estaba cargando a Dayane para que ella alcanzara el lavamanos y el jabón. Al final les apuntó con un arma de nuevo, pero su pequeña albina lo detuvo gritándole que quería comer algo ahí.

Sí, pésimo día

 

 

Three…

 

 

No sabía cómo rayos detener el llanto de su hija, la que no se atrevía ni a mirarlo. Ya estaba a punto de rendirse cuando decidió dejarla en el suelo y solmene sostenerla de la mano, al parecer eso la tranquilizó un poco porque dejó de llorar a gritos y ahora sólo sollozaba quedito.

Kyoya intentaba recordar alguna cosa que le ayudara en esa situación, pero no la halló, al final terminó soltando a Shiori y dejándola caminar cerca, revisándola de reojo para que no se retrasara. La pequeña castaña copia de Tsuna, le seguía el paso sin problemas, bajando su mirada un poco, jugando con los vuelos de su blusa o usando el pañuelo para limpiarse la nariz. Eso hasta que, al parecer, se distrajo con algo y no vio el desnivel enfrente de ella. Eso la hizo caer de frente. Hibari se volteó alarmado al ver el accidente, intentó acercarse, pero escuchó los sollozos de su hija y no quería alterarla más… sin embargo, no tenía opción. Debía hacer algo

 

 

—Cálmate — Kyoya trató de suavizar su voz, pero era casi imposible

—Me… me duele — sollozaba sentada en el suelo en medio de una plaza donde la gente empezaba a mirar la escena

—Esa herida no es nada — miró la rodilla raspada y después a su hija

—¡Insensible! — criticó mientras se restregaba sus ojos — eres un insensible y por eso Shio-chan no te quiere

—… — Las palabras de su hija fueron una puñalada. No podía responder a eso, no sabía cómo, y eso lo ponía de peor humor — te cargaré

—¡No quiero! — pataleó — Quiero a mi oto-chan

—Él no está y seré yo quien te cuide

—¡No!

—¿Por qué no dejas que te ayude?

—Porque no — Shiori trataba de alejarse de las manos que querían sujetar su rodilla — tu das miedo

—Hum — apretó los labios porque su hija tenía la razón, siempre lo supo, pero no le importó hasta ese momento — deja que te ayude — su hija rechazándolo por algo tan simple. Ni siquiera a Tsuna parecía importarle su inexpresividad o su falta de tacto, nunca lo escuchó quejarse, pero ahora era diferente

—No quiero

 

 

Kyoya se cansó de escuchar el llanto lastimero de su hija, así que dejó de intentar ayudarla, en vez de eso suspiró. Tampoco podía dejarla llorando en ese lugar y Tsuna no aparecía, así que tenía que improvisar algo y rápido.

Con cautela acercó su mano hasta posarla sobre la cabecita de su hija, la acarició con mucho cuidado por unos instantes hasta que ella dejó de gritar y lo miró de refilón. Cuando ganó la atención de Shiori y un poco de silencio, Kyoya intentó algo que tal vez jamás hubiese imaginado hacer

 

 

—Te haré un hechizo para aliviar el dolor — suspiró profundo para pensar mejor y para dejar de sentirse un herbívoro más

—¿He-hechizo? — hipó quedito mientras ladeaba su cabeza y con sus mangas limpiaba sus lágrimas

—La luna es la diosa del agua — dijo mientras empezaba a hacer un círculo imaginario algunos centímetros por sobre la rodilla de su hija y se aseguraba que Shiori lo mirara — el agua es fuente de vida… por eso la luna también puede influir sobre los seres vivos

—Tsuki — sonrió mientras veía como el dedo de su padre se movía sobre su herida

—La diosa de la luna, te concede valor, humildad y fuerza — dijo mientras detenía su dedo y en vez de eso posaba su mano sobre esa rodilla, pero sin tocarla — ella disminuirá tu dolor y te curará más rápido

—Ella es muy buena — cuando su padre quitó la mano, ella paró de llorar

—¿Estás mejor?

—Ya no duele tanto — sonrió Shiori

—Es el poder de la luna — la sonrisa de su hija era idéntica a la de su esposo, tan cálida, armoniosa y dulce

—No sabía que tú fueras un mago — elevó sus brazos al aire y sonrió ampliamente — ¡Es increíble! ¿Puedes hacer más cosas?

—Puede ser — al fin se sintió aliviado porque recibió una aceptación por parte de su pequeña

 

 

Suficiente…

 

 

Cierto castaño miraba de lejos la escena que se daba en medio de la plaza y sonreía enternecido. Su niña al fin sostenía la mano de Kyoya para proceder a caminar y éste sonreía sutilmente pues seguramente también estaba feliz.

Tsuna sabía que acercarse a su hija era muy fácil, ella solía ver las buenas intenciones y apreciarlas, pero Kyoya no dio ni una sola señal de querer dar ese paso. Por eso armó ese plan para terminar con la distancia entre sus dos amores y estaba feliz con los resultados

 

 

—Chicos, creo que es suficiente — sonrió el castaño cuando hablaba por el celular en una llamada en grupo

—Dino parece que recibió suficiente castigo por dejarme la tarea de cuidar a Stella

—Pues no sé ustedes, mocosos, pero yo sigo disfrutando de ver el lío que Dayane hace con su comida. Yo me espero otro rato — reía Squalo

—Tengamos un día en familia entonces — propuso Tsuna — disfrútenlo

—Lo haré, Tsuna-kun

—Yo grabaré esto — reía Squalo — ¡Dayane acaba de tirar espagueti a la cara a Xanxus! ¡Esa es mi hija!

 

 

Tsuna rió bajito por lo escuchado antes de que le cortaran. Suspiró profundamente mientras caminaba hacia las dos personas más importantes de su vida. Estaba enternecido porque, al parecer, Kyoya seguía inventando historias para entretener a su hija, la cual iba moviendo su brazo libre de adelante hacia atrás. Tal vez ese sería el inicio para que su familia estuviera unida

 

 

—Kyoya — habló cuando estaba lo suficientemente cerca

—Herbívoro — lo dijo sin mala intención, sólo para expresar su leve alivio por hallarlo, después de todo, aún no sabía si lo que hacía estaba correcto

—¡OTO-CHAN! — la más pequeña del grupo corrió a los brazos del castaño que la cargó en seguida y la besó en la mejilla

—¿Cómo la pasaste en este día?

—Vi a Stella-chan y a Dayane-chan — relataba alegre — comí helado, y oto-san me contó una leyenda, ¡y usó magia!

—Todo eso hizo — rió bajito mirando de refilón al mencionado — me alegro

—Vamos, Tsunayoshi, Shiori — Kyoya quería regresar a casa cuanto antes, necesitaba un descanso

—Sí — mencionaron ambos castaños, acercándose al mayor

—Oto-san — la pequeña agarró la chaqueta del azabache y tiró de ella — tengo hambre

—Lo sé

—Entonces vamos a un restaurante… y sé cuál es el mejor — sonrió Tsuna

—¿Dónde? — Kyoya elevó una ceja con extrañeza

—Donde Xanxus al fin encontró una digna rival — rió bajito por eso, quería verlo en vivo y en directo — y seguramente Enma también estará allá junto con Dino y Stella

—Lo planeaste bien — halagó Kyoya

—Gracias, supongo

—Gracias a ti — mencionó antes de rodear la cintura del castaño con uno de sus brazos y acercarse para besarlo en la sien

—Tu hija te ama, Kyoya… y yo también

—Ahora lo sé

—Pero aun te falta entrenar más — mencionó con diversión

—Lo sé

—Tío Reborn dijo que entrenar significa ser más fuerte… Shiori-chan quiere ser fuerte — la pequeña miraba a los dos adultos como para pedir permiso — ¿puedo?

—Entonces creo que oto-san puede ayudarte con eso — sonrió Tsuna — Kyoya, te encargarás del entrenamiento de tu hija — y no iba a recibir una negativa, así que ni siquiera se fijó en la mirada amenazadora de Kyoya y se adelantó. Quería presenciar el lío que Dayane era capaz de provocar

 

 

 

Notas finales:

 

yecid271104 me pidió una salida tipo familiar con estas tres parejas… y aunque la historia no se centra totalmente en eso, espero que le haya gustado. Ahre… fue difícil y al final me dio por poner a los “padres” en problemas n.nU

Yo me esconderé en las sombras y veré si puedo sacar algunos proyectos con la temática de San Valentín

Krat ama a sus lectores~

Muchos besos y abrazos 


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