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El obrero y el arquitecto por kurerublume

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Notas del capitulo:

Ni me quería asomar por aquí >.<, sé que me tardé más de lo normal. No miento cuando digo que ahora sí el trabajo me está chupando de a poco el alma. Llego a casa y me duermo 2 horas para despertar, cenar y estar un poco con mi familia antes de volver a caer como tronco.

El próximo mes y medio será más pesado porque jaaa, seré titular de un grupo en la escuela en la que trabajo (sí, damn, nadie lo creería, pero sí).

 

Agradezco a Light Behind, Flor de occidente y Pepi por sus reviews jaja ya el próximo capítulo tendrá algo muy leve ^^

CAPÍTULO VIII: Invitación

 

Esta semana ha sido muy curiosa, no miento ni exagero. Es solo que no sabía que al final me iba a caer tan bien este Rafa. Sí, ya le digo Rafa porque él así me lo pidió. Amigos, amigos no sé si somos, pero  vaya que hemos aprendido mucho del otro y nos hemos divertido.

 

Es que Rafa tiene algo que hace que te agrade, tal vez no a primera vista, pero sí una vez que hablas con él.

 

—Oye —le digo mientras me está enseñando un plano que había sido el primer borrador para las recámaras—, ¿y no crees que el tiempo para hacer esto es algo corto?

 

Se pone serio y suspira— Es lo que yo dije, pero el jefe me respondió que sería el reto y que por eso me pondría bajo la supervisión del arquitecto Santiago.

 

—Cielos, qué duro —exclamo con sorpresa, pues sí que es un reto.

 

—Ya sé, carajo —se cubre su cara—. Tengo que hacerlo bien.

 

—Creo que estás algo nervioso —le digo palmeando su espalda.

 

—¿Tú crees? —responde con sarcasmo y sonriéndome apenas— Bueno, basta de este ambiente. Ya vete a trabajar y yo igual.

 

—Bien, bien. Tranquilo, hombre —levanto las manos como muestra de paz. Pero antes de irme, vuelve a detenerme.

 

—Por cierto, si no estás ocupado el jueves, podrías venir a mi casa —hago una mueca que él de inmediato entiende como un: ¿para qué? —. Es que va a ser el cumpleaños de mi hermano. El jueves harán una comida y el sábado será la fiesta. No quiero estar yo solo jugando en los inflables —dice a modo de broma.

 

—Sí, si apenas tienes 10 sería grosero jugar solo —nos reímos un poco y al final respondo—. Deja pregunto a mi papá y te aviso. No, espera, el jueves es mañana, ¿te tengo que responder hoy? Es que mi papá ya se fue a la casa y…

 

—Oh, no. Si quieres mañana me dices si puedes o no, igual el sábado estás invitado, obvio, por los inflables, si los van a rentar por ti.

 

Comienzo a reírme porque de cierta manera me recuerda a Gabo, pero a la vez es muy diferente.  

 

—Y al payaso por ti.

 

—Sí, va a ser nuestra fiesta, a quién engañamos.

 

—¿Y cómo se llama tu hermano? ¿Cuántos años va a cumplir?

 

—Se llama Rodri, va a cumplir 10 —responde con una sonrisa de hermano mayor que conozco a la perfección—. Es medio lelo a veces, pero te juro es muy tierno cuando quiere. Ya va a entrar a la pubertad mi niño —le sonrío con compasión, porque es lo mismo que yo pienso de mi hermanito Juan.

 

—Ay, los hermanos —exclamo—. Espérate a que de verdad sea un adolescente y luego irá a fiestas… caray, ¿así sienten los papás? No, no, no; qué espanto.

 

Escucho su risa cansada— No, seguro es mil veces más nostálgico y melodramático.

 

—Siento que estamos hablando como señores.

 

—Sí, qué le vamos a hacer —veo cómo se estira en su lugar—. Fer, ¿está bien si te pongo a cargo de supervisar lo  de los cimientos? Tampoco quiero presionarte y claro que  yo estaría contigo junto con el Lic. Ramón y el arquitecto Santiago.

 

—Oh —digo sorprendido—, no sé, no sé —creo que mi voz está temblando de los nervios—. Creo que sería mejor si alguien como mi papá lo hiciera —le sonrío, pero Rafa solo me ve extraño.

 

Durante unos segundos me siento incómodo por el silencio y porque seguro Rafa ha de pensar que soy bien gallina. Pero antes de poder decir algo, por fin habla— ¡Ya sé, Fer! Tu papá será el supervisor principal y tú el de apoyo. Ya sabes, en caso de que un día tu papá no esté.

 

Me quedo pensando un momento y creo que no es mala idea hacerlo así. Digo, sé que soy capaz de supervisar, pero luego los más grandes se pueden ofender. Si de por sí algunos se molestaron cuando a Gabo lo pusieron a trabajar con el arquitecto ese. No, no, no; no quiero problemas, gracias.

 

—SÍ, así eso me gustaría.

 

—Pues está hecho.

 

—A todo esto, ¿en qué se especializa el arquitecto Santiago? —le pregunto porque como que me picó la curiosidad, y tener esa espinita es feo.

 

—Pues… —hace una pausa— creo que en Gerencia de proyectos inmobiliarios, repito, creo. ¿Por qué?

 

—Solo quería saber. Gracias —nos damos un apretón de manos  y me voy a seguir trabajando. Era un pequeño receso.

 

 

Es hasta que llego con Gabo que me doy cuenta que a Rafa no le pregunté si se va a especializar en algo. Me vi grosero, caray. Ahora solo voy a pensar en lo patán que fui al no preguntarle eso, como si ni me importara él que es mi amigo.

 

Tal vez mañana se lo pueda decir, ¿no? Tal vez ni está molesto o ni se dio cuenta, ¿verdad? 

 

Agh, cómo odio ser descortés.

 

----------------

 

Al día siguiente, llego con mi papá a la construcción. Creo que estamos algo ansiosos por empezar de verdad. Ahora sí ya están las varillas, las máquinas, todos con nuestros cascos y protecciones.

 

Algo llama mi atención, un casco negro. Y quien lo trae puesto no es otro que Rafa. Creo que le queda ese color.

 

—Caballeros, hoy es el día después de tanta planeación y revisión de planos. Lo hemos repasado toda esta semana y hemos resuelto dudas  a lo largo de la misma. Este es un trabajo que se planificó y que se será hecho realidad por ustedes. Nosotros acudimos a ustedes y estamos seguros que será apenas el primero de muchos proyectos que podremos realizar en conjunto —todo lo que dice suena muy bien, de cierta manera está diciendo que piensan quedarse con nosotros para futuros trabajos y eso es la seguridad  de un obrero, al menos para mí.

 

También me doy cuenta que Rafa está muy nerviosito porque su voz parece querer soltar unos gallos que se esfuerza por tragarse. Lo voy a molestar al rato con eso.

 

Después es el turno de unas breves palabras por parte de Santiago y del señor Ramón.

 

Es en ese momento que me doy cuenta de algo y es que Gabo está a mi lado, no adelante con los demás, sino conmigo— Oye, idiota —le llamo—, ¿no tienes que estar ahí adelante?

 

 

—Hoy no —es lo único que me responde, pero después vuelve a hablar—. ¿Acaso esperas que les diga que no sean huevones y que se pongan en putiza a hacer las cosas bien? No creo.

 

—Bueno, tal vez sin decir “putiza” —le digo sonriendo.

 

—Sí, ya ves que se ponen bien nenas, por ejemplo, tú, pinche cotorra —son las últimas dos palabras las que llaman mi atención. Y parece que mi amigo capta enseguida mi ignorancia—. Sí, pinche cotorra olvida amigos por bebés universitarios —voltea a otra parte y creo que esto me dio gracia. No sabía que Gabo tuviera su corazoncito así de sensible.   

 

—Oh, venga, no es cierto, señora —le codeo con algo de precaución porque tal vez en algún momento me lance una patada o algo peor.

 

—Señora tu abuela.

 

—Y mi madre… y tú. ¿O qué? ¿También te vas a enojar si no te contesto la llamada? —pone los ojos en blanco y ahí sé que mejor ya le paro a mis bromitas. Así que solo le doy un zape para irme con Rafa. Seguro Gabo me está quemando con la mirada, pero no me importa.

 

—Así que ya por fin, eh —le digo con un apretón de manos y unos golpecitos en la espalda.

 

—Ya sé, hoy se llenó de muchas cosas importantes. ¿Sí vas a ir al rato? Yo te llevo.

 

Sonrío— Sí, claro. Entonces nos vemos en 7 horas —levanto la mano despidiéndome y me voy con mi papá que, creo, al igual que yo, se muere de nervios.

 

—Dios mío, Fernando. Hace mucho que no me pedían algo así, hijo —se sacude un poco y me mira a los ojos—. Lo haremos perfecto —supongo que ese fue su discurso de ánimo en tres palabras; directo al grano.

 

—Ya vente —comenzamos a caminar con un aire muy diferente al normal. Vemos cómo algunos cargan las enormes varillas, hay algunas tablas de madera que están cortando para cuando tengamos la estructura inicial; todos comienzan a moverse para cubrir la cuota de hoy, la cual no es tan pesada.  

 

Mi papá se separa de mí y de repente me siento solo. 

 

Pasa un tiempo para que lo vuelva a ver y ya está ayudando a cargar otras cosas. Obviamente yo no me he quedado atrás, porque supervisar no significa dejar que los demás hagan todo.  

 

Pasan las horas, ya todo está descargado y solo se ven cascos de colores moverse de aquí para allá. Ya necesitábamos un trabajo así.

 

El sol nos indica que ya son como las 5:30, y es en ese momento en el que suspiro aliviado. Por hoy terminamos. No hubo problemas o accidentes.

 

Vamos guardando todo y me empiezo a sacudir mi ropa. Todos comienzan a bromear y a decir qué haremos, pero claro, yo ya tengo planes.

 

—Por hoy paso —digo en voz alta y comienzan a decirme que de por sí casi nunca salgo. Pues sí, por eso estoy diciendo que paso.

 

Me despido apenas de Gabo, ya que creo él se va a quedar un poco más tarde o que va a ir a la oficina, no sé.

 

—¿Listo? —me pregunta Rafa sonriendo y agitando las llaves de su auto.

 

—Listísimo —nos metemos en el carro y Rafa pone de todo, en serio, de todo: en algún momento no supe si estaba con un rockero, con un narco, un fresa, un fresísima [1].

 

Vamos pasando calles, me gusta ver el atardecer. De vez en cuando platicamos, creo que Rafa prefiere cantar sus canciones porque está muy centrado en eso. No me molesta, es gracioso.

 

Por fin llegamos, su casa en bastante normal y hasta tiene estacionamiento. Salimos del carro y me guía por su casa; me presenta a sus papás, los cuales creo no me vieron feo cuando llegué. Porque estoy bien estúpido y se me olvidó traerme una muda de ropa, además solo le compré unos colores a Rodri porque en algún momento Rafa me comentó que le gusta dibujar. Espero que le guste la marca que le compré.

 

—Ven —me dice de repente jalándome. Llegamos a su cuarto y de verdad que tiene colores muy neutrales, algunos posters, un escritorio enorme con una lámpara, su cama, el closet y un buró—. Dios, ¿me dejas bañarme? Apesto.

 

—Claro, te espero aquí.

 

—Pon una peli o música—saca su lap y me le presta para que ponga lo que quiera y se va. Pero a decir verdad, me entretengo más husmeando con la vista su cuarto. Se ve hasta profesional, tiene un toque muy formal.

 

Pasan unos minutos para que salga— Tardaste, eh —le digo de broma.

 

—Es que este cuerpazo no se lava tan rápido —sonríe y se pone una camisa azul marino. Voltea a verme extrañado y de repente me lanza una a mí—. No mames, Fer. Me hubieras dicho que se te olvidó traer cambio. Sí, lo supe por tu cara toda nerviosa al ver mi camisa —solo sonrío apenado y me empiezo a cambiar con un poco de pudor.

 

—Gracias —le digo una vez termino.

 

—¿Quieres desodorante o loción? Toma la que quieras —señala su closet, ahora abierto, donde hay una repisa de en medio como con 4 lociones y 2 desodorantes—. Que tomes la que quieras. Sin pena y con confianza —me empuja al closet y solo queda volver a agradecer. Creo que a esto se llama amistad y lloraré, lloraré porque en serio casi estaba a dos de irme por apestar mucho.

 

—Muchas gracias, Rafa.

 

—Sin cuidado —contesta—. Ahora sí, vámonos porque tendremos una jornada larga. Esos niños latosos no se cansarán hasta haber destruido la casa, nuestra misión, si la aceptas, es asegurarnos de que no pase, ¿la tomas?

 

Creo que esta es una referencia de Misión Imposible, pero no sé qué se contestar— ¿Sí? —es lo que digo al final.

 

—Pues muévete —sale de la habitación y yo le sigo.

 

Y no mentía cuando dijo que esos niños iban a destruir la casa.

 

 


[1] Fresa: Se les llama así a las personas que hablan muy cantadito y usan palabras como: o sea, súper, literal, tipo; pero con un tono alargado en algunas sílabas (normalmente la final).

Notas finales:

Intenté hacerlo más largo para compensar un poquito mi ausencia.

Ahora sí de una vez aviso que la próxima actualización será en dos semanas :)

¡Besos!


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