Blaise miraba la habitación que le estaba enseñando aquel chico tan animado, Steve, pero a pesar de su parloteo, solo tenía atención para Ron.
Este le había mirado lleno de recriminación por haberle seguido la idea al vendedor de que ellos fueran pareja.
Pero ¿es que un hombre no puede soñar? Además vino a salvarles de un momento incomodísimo. Le había salvado de volver a pedirle algo que este no estaba dispuesto a darle. Gracias, Steve, se dijo mentalmente.
Ahora Ron estaba mirando por la ventana de esa habitación "ideal para niños" como había dicho el rubio.
Perdido en sus pensamientos, imaginó a Ron cargando a un pequeño pelirrojito como él y la imagen le gustó demasiado.
Cuando este le miró y le sonrió podría decir que quería hacer esa visión realidad, pero no sin antes intentar de mil maneras dejarlo embarazado él mismo.
Debió entender las intenciones que tenía, pues se volvió a sonrojar y Blaise estuvo apunto de ir hacia él y comenzar a practicar la fecundación masculina. Pero no estaban solos.
—¿Qué os parece?—preguntó el vendedor.
—Precioso—dijo Blaise sin dejar de mirar a Ron.
—¿Cuánto cuesta?—fue la pregunta del pelirrojo eludiendo el comentario tan cargado de significado de Blaise.
—Bueno, el precio está por debajo de mercado, los dueños tienen necesidad de venderla. Pero la verdad es que no os quiero engañar, va a subir—dijo sincero.
—Hay demasiada gente interesada—concluyó Ron sin dejar de mirar a Blaise.
El vendedor se dio cuenta de que aquellos dos estaban teniendo otro tipo de conversación entre ellos.
—¿Qué os parece si os dejo viéndola?—dijo este—. Para cualquier cosa tenéis nuestro número en la octavilla de la entrada, pero os aseguro que esta casa merece la pena.
Ambos le miraron y sonrieron, pero estaba claro que ahora querían estar solos.
Blaise se acercó a Ron, este seguía cerca de la ventana.
—Ron...—No sabía qué más podía decirle, él no era muy dado a abrirse como lo había hecho la última vez que lo vio, y menos sin tener claro que la respuesta no fuera de nuevo "no".
Este lo miraba, parecía haber duda en su mirada, y Blaise hizo lo que había querido hacer desde que lo vio en mitad de toda la gente en esa casa.
Besó sus labios, los recordaba, finos y cálidos, y estos se abrieron para él. La necesidad que había estado guardando todo ese tiempo salió a flote con un solo roce.
El beso los pegó contra la pared donde Blaise no dejó de acariciar a Ron allá donde sus manos llegaran. El gemido dentro del beso del pelirrojo le hizo separarse, le deseaba más que a nada y a nadie que hubiera conocido. Y no quería esperar.
Miró al rededor, visualizando el baño dentro de la habitación. Aquello tendría que servir y arrastró al pelirrojo dentro.
—No deberíamos estar aquí—dijo Ron, pero Blaise ya había sacado su varita y lanzado varios hechizos para sellar la puerta. Allí nadie los iba a interrumpir.
—¿Quieres ir a otro lugar?—le dijo mientras se lanzaba contra él, estampando de nuevo sus labios, la boca abierta y la lengua de Ron le dejó claro que no, que no iban a moverse de allí.
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Ais los baños, los baños, qué magnetismo tienen :)