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Habitual irony por FumiSaho

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Notas del capitulo:

Lo siento... no hay excusa. 

Pero espero les guste... :) <3

CAP. 8.

 

Se secó el rostro con la toalla extrañado por no escuchar a Tadashi en la cocina. Llamó un par de veces a su amigo, escuchando únicamente quedos sollozos. Al llegar a la planta baja sintió que el alma se le iba a los pies. Tadashi estaba sentado en lo alto de la encimera, con sus puños entornó al abrigo del sujeto. Estaba siendo atacado. No pudo evitar correr hacia la espalda del tipo poco más bajo que el, arrojándolo como pudo, lejos del alcance de Tadashi.

—¿Estas bien? —inquirió Tsukishima sujetando el rostro lloroso de Yamaguchi, quien lo miraba confundido. Kei no se conformó con verlo asentir; miró la camiseta de manga corta que componía su pijama y el short. Todo parecía estar en orden. Se giró entonces al extraño, que no había hecho ningún ruido.

—Hola. —saludó su hermano con una amplia sonrisa. —Vaya que proteges bien a Tadashi. —rio sobándose el brazo. —Oh, pero ya estaba llorando cuando llegué. —alegó Akiteru alzando ambos brazos inocentemente.

—¿Sucedió algo?

—Hm, hn. —negó moviendo enérgicamente la cabeza mientras trataba de limpiarse los ojos con el dorso de la mano.

—Tadashi no quiere que el bebé se parezca a él. —delató Akiteru acercándose al par de muchachos vestidos todavía en pijamas. —Pero pienso que será completamente adorable si es igual a ti. —sonrió confiado pasando la palma de su mano por el cabello del pecoso.

—Gracias, Akiteru-kun.

Y Kei envidió a su hermano. Quería llevarse así con Yamaguchi, hablarse por su primer nombre y no hacerlo sentir incomodo con cada acción o expresión que hacía. Realmente quería que Tadashi confiara en él, que se apoyara en él y que… al final, solo estaba pensando imposibles.

 

—¿Y qué hacen aquí juntos? —preguntó el hermano mayor derramando kétchup sobre su omurice.

—Tsukki se quedó conmigo. —sonrió —Ayer vimos una película de terror y me daba miedo quedarme solo. —confesó ligeramente sonrojado.

—Por cierto, ¿cómo supiste que Yamaguchi estaba embarazado? —preguntó Kei bebiendo su jugo.

—Mamá me dijo lo que sucedió y creo que has actuado de una forma poco responsable, Kei.

—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó Tadashi a su vez.

—No te enojes. —sonrió Akiteru hacia su hermano, que fruncía el ceño mirando detenidamente su plato. —Miren, puede que ahora la idea de un bebé no resulte tan mala, pero ¿qué harán cuando Tadashi o tú encuentren una pareja? Querrán hacer su vida con la persona que aman y entonces ¿se repartirán al bebé? No estoy diciendo que su decisión sea mala, porque prefirieron darle la vida a un nuevo ser; es solo mi punto de vista, chicos.

—No importa si Tsukki tiene pareja, siempre le querremos. —aseguró tocando su vientre con la mano que no sujetaba los palillos.

Kei detuvo su mirada en aquel gesto queriendo hacer lo mismo. Con su hermano cerca era consciente de muchas cosas y más aun de que sus sentimientos por Yamaguchi eran tantos que temía su desborde. Porque quería hacer tantas cosas y ninguna era viable, pues si lo hacía estaría actuando de una manera desconocida para Tadashi y si se confesaba sabiendo que Yamaguchi no sentía lo mismo, lo más probable es que el ambiente entre ellos empeore y sea incomodo siquiera sostenerle la mirada.

—Woa… Eres muy lindo, Tadashi. No tardarás en encontrar pareja. —sonrió acariciando su mejilla.

La ceja izquierda de Kei se crispó al verlo hacer eso y los puños se cerraron con fuerza.

—Gracias por la comida. —dijo levantándose de su asiento. Tomó su plato y vaso depositándolos en el fregadero. Una vez ahí respiró profundamente aliviando la tensión en su cuerpo.

—¿Han pensado que quieren que sea?

—Sí, pero me gusta la posibilidad tanto de que sea niña como que sea niño. —confió Tadashi con el ligero sonrojo que acompañaba sus pómulos cada vez que hablaba de su bebé.

—¿Kei?

—Mientras venga sano, no importa el sexo. —opinó con sinceridad.

—Eh… que insensible… —abucheó el hermano mayor con un mohín en la boca.

—¿No tienes a alguien más que molestar? —preguntó Kei regresando al comedor.

—Tsukki…
Tadashi se sentía mal por como su amigo le hablaba a su hermano. Sabia como se llevaban y no era mala relación, pero muy a su pesar, sentía empatía hacia el rubio mayor, pues a veces la actitud de Kei también le afectaba.

—¿No te sientes mal por lidiar con él, Tadashi?

—No. —rio por la aparente pena que le daba Kei. —Sé que lo dice de buena manera. Tsukki es muy amable, ayer dijo que nos quería al bebé y a mí. —sonrió con plenitud, ignorando que en ese momento Tsukishima se ajustaba los lentes, en un intento de controlar el rubor que trepaba por su pecho.

—Cállate, Yamaguchi.

—Perdón, Tsukki. —se disculpó con una suave sonrisa decorando sus labios. Pero realmente no lo lamentaba. Le gustaba alardear de su amigo, porque era increíble. Tsukishima era inteligente y bueno en el vóley, era, aunque un tanto cruel, una de las personas más geniales que ha conocido.

—Me iré a bañar. —avisó pasando de largo ignorando la plática que nacía entre su hermano y su amigo.

Akiteru no era estúpido. Conocía a su hermano desde el vientre de su madre y conocía a Tadashi desde que se mudaron cerca. Los había visto actuar entre ellos y aunque juraba que Kei tenía oportunidad con el pecoso, sabía que no lo haría. De hecho, se había alegrado cuando su madre le dijo que Tadashi estaba embarazado hasta que agregó que fue Kei quien violó a su amigo por sus instintos. Si bien las dos familias sabían que Tadashi era omega porque Akiteru lo encontró una vez con fiebre y al proporcionarle medicina convencional le dijo que no serviría de nada si no era un supresor. Ya lo sospechaba. Yamaguchi no tenía el aroma de cualquier persona, era sutil, pero muy agradable. De esos aromas que podrían usar para aromaterapia, de esos que te relajan completamente permitiéndote bajar la guardia. Era cómodo, apacible y demasiado embriagador. Claro, eso solo pudo degustar las pocas veces que lo vio en estado estral.

También sabía que, si su hermano no se confesaba pronto, Tadashi nunca conocería sus sentimientos porque era sumamente lento.

 

Al salir de su baño vistiendo jeans, restregó la toalla en su cabello, secando el exceso. Depositó sus lentes empañados en el escritorio. Vestía únicamente su pantalón de ayer pues no había ido a bañarse a su casa por sus estúpidos celos hacia su hermano. Ahora se arrepentía, ya que tendría que ir a cambiarse allá. Con la toalla aun en los hombros fue sorprendido por Akiteru, que llevaba en brazos a un Yamaguchi dormido en su totalidad.

¿Cómo podía dormir tanto?

—Oh, Kei… —sonrió Akiteru.

Pero Tsukishima no lo escucho ni miró la sonrisa nerviosa de su hermano. Sus ojos estaban fijos en los brazos que sostenían a su amigo, notando la diferencia entre sus complexiones. Tsukishima quería ser egoísta, quería todo, pero también el miedo le impedía mucho. Envidiaba a su hermano.

Salió de la habitación sin decir una palabra. No estaba enojado; no con su hermano.

—Creo que deberías cambiar tu actitud, Kei, de otra forma no estarás ni cerca de poder hacerle sentir lo que tu sientes.

Musitó lo suficientemente alto para que el menor detuviera su paso por un segundo, sopesando las palabras recién dichas. Quiso replicar diciéndole que no era de su incumbencia, pero no tenía ganas.

Reanudó su paso hacia la salida.

 

 

Notas finales:

<3 

Ahi viene el otro!!! :}


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