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Minis tú y yo por 1827kratSN

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Tsunayoshi Sawada tenía un plan de “conquista” —que en realidad consistía sólo en tener una respuesta positiva a su invitación—, que sería realizado meticulosamente para poder tener compañía en San Valentín. Más específicamente: para tener una cita con su muy hermoso y angelical —pero muy idiota, prepotente y sádico—, tutor adolescente.

Algunos se preguntarán por qué.

Y la respuesta era simple.

No sabía. Sólo quería hacerlo.

No tenía nada de malo querer salir a pasear junto a su muy adorable —que nadie lo repitiera o moriría seguramente—, tutor. Es que todos debían aceptarlo. Reborn había crecido bajo sus narices y bajo sus contantes cuidados porque al verlo simplemente les nacía protegerlo. Es que era tan bonito —pero no podía decirlo en voz alta por obvias razones—. Desde que empezó a aparentar ser un niño de siete años se convirtió en la figura infantil más... y citaba la frase de Haru—, ¡abrazable!

Obviamente muchas veces fueron castigados porque Reborn no necesitaba ser protegido.

Pero es que… ¡era imposible no ceder ante el encanto de ese “niño”!

Tsuna admitía que él no podía hacerlo.  

El rostro redondeadito de Reborn era encantador, con esos enormes ojos negros brillantes y las mejillas regordetas —forjadas bajo la alimentación de mamá—, aquellas patillas espiraladas que acentuaban los detalles de ese rostro con el cabello un poco más manejable que cuando era un bebé apenas, y el cuerpo pequeño que podía ser levantado en brazos fácilmente —cosa que sólo hizo Yamamoto una vez y terminó inconsciente dos días—. Reborn permitía que sólo las chicas se dieran el privilegio de cargarlo de vez en cuando, Tsuna las envidiaba un poquito.

Era una figura muy… bonita.

Pero ahora Reborn cursaba sus once, doce, trece…, catorce…, no, serían los trece años porque su contextura todavía parecía inmadura y delicada —según Skull, la mayoría de exarcobalenos cursaba sus catorce o quince años, pero no lo parecían y menos Reborn—. El asesino era delgado, con piernas un poco largas, pero sin mucha testosterona alterando su carita infantil.

Tsuna reconocía y aceptaba el derecho de Reborn a enfadarse con medio mundo cuando era llamado “niño”, porque obviamente no era uno a pesar de que lo aparentara. Por eso quería invitarlo a salir por ahí en ese día especial, para que tuviera un respiro y se sintiera adulto, aunque sea por unas horas. Pero no quería que sonara muy raro y armó ese plan tan simple pero que suponía sería efectivo.

 

 

Paso 1: Darle la miel.

 

 

Tenía que hacerle ver a Reborn las ventajas de ser niño, como para calmar los ánimos del demonio que Reborn se traía en las fechas previas a San Valentín. Aunque una mejor forma de llamar a esa etapa era pubertad… o adolescencia temprana, aun no entendía bien como se ligaban esos nombres, pero como fuere, ¡tenía que ser amable!

 

—He visto a las chicas comprando muchos chocolates —Lambo charlaba como si nada en medio de su almuerzo—, seguramente recibiré algunos de ellas.

—Odio que me lleguen esos regalos —murmuró Hayato y Tsuna sonrió porque esa actitud se la esperaba.

—Yo lo adoro —para nadie era secreto que Lambo se jactaba de recibir más regalos que los demás guardianes.

—Tú no sueles recibir chocolates, ¿no es verdad, Reborn? —Tsuna observó la reacción del azabache quien comía en silencio, fue nula.

—Te equivocas, dame-Tsuna —hasta su voz aún era algo aguda. Tsuna adoraba esa vocecita que todavía no sufría los estragos de la pubertad—. Los recibo.

—No lo sabía —miró a su tutor y… ¡al diablo! Iba a preguntar—. ¿Quién suele enviártelos?

—Admiradoras.

—Yo creí que lo niños de tu edad no tenían admiradoras.

 

Tsuna se agachó a tiempo para evitar la trayectoria de la bala dirigida a Lambo, pero su rayo no tuvo tanta suerte y cayó de espaldas. Se espantó hasta que vio una marca de pintura en la frente del adolecente Lambo quien se hallaba inconsciente, era un alivio que Reborn no lo asesinara de verdad. Pero cuando se levantó de nuevo vio a Hayato un tanto asustado también, pero fijo en su asiento y se sintió patético.

La mirada de Reborn se lo dijo todo.

Estaba en problemas.

 

—Un capo jamás pierde compostura, dame-Tsuna.

—Lo sé, pero…

—Entrenamiento —la voz fue autoritaria—. Ahora.

—Reborn, no —sollozó, pero no pudo hacer nada cuando la glock verde, mejor conocida como Leon, le apuntó.

 

Lo bueno de pasar por ese calvario fue que, después de casi desmayarse con la rutina impuesta por su tutor, tuvo un respiro y pudo sentarse junto al adolescente que a diferencia de él parecía no haber sudado y mantenía su traje intacto.

A pesar de los años las cosas no cambiaron mucho, él siempre salía con raspones o abolladuras.

 

—No te enojes cuando te llamen de esa forma.

—¿Quieres una doble jornada? —la amenaza estaba clara.

—No —suspiró antes de mover su cuello adolorido—. Sólo creo que no debería importarte el cómo te llamen. Digo, eres Reborn, todos saben que tienes más años de los que aparentas.

—No me gusta —apretó los labios y chistó. Tsuna quiso decirle que de esa forma sí parecía un niño, pero se mordió la lengua—. Y me desharé de lo que no me agrada —su aura era muy pesada y tenebrosa.

—Pero debe haber beneficios —indagó, era su oportunidad para “darle la miel”—. Ser joven debe darte algunos beneficios también, Reborn —afirmó con seguridad.

—¿Cómo cuáles?

—No estás obligado a cumplir con los deberes de la familia. Puedes negarte y nadie te reprochará.

—Si quiero me puedo negar aún si no tuviera la apariencia infantil que tengo.

—Buen punto —pensó un poco—. Entonces, ¿qué me dices de frecuentar los lugares que como adulto sería un tanto incómodo?

—¿De qué hablas?

—Como la dulcería que tiene adornos de gatos por todos lados —el castaño sonrió porque un par de veces fue ahí con las chicas y Reborn—. Puedes ir cuando quieras sin necesidad de estar acompañado.

—¿Quién dice que me gusta ir ahí?

—Ah —Tsuna miró extrañado al azabache que jugaba con león entre sus manos—. Vi que disfrutabas del helado de mocaccino la última vez que fuimos con Haru y Kyoko, de ese que tiene una fresa y mucha crema batida.

 

No pudo decir más porque sintió el pie de su tutor incrustarse en un lado de su cadera y después aplastarlo por la espalda. Sí, no debió soltar demasiado la lengua. Suponía que algunos de los gustos de su tutor debían ser secretos. Qué bueno que no mencionó que algunas veces lo vio entrar a la heladería completamente solo para comprar ese helado y disfrutarlo poco a poco. No, no era buena idea hablar de eso.

Y, sin embargo, aunque Reborn lo escondiera, ser un niño le brindaba algunos beneficios.

 

 

Paso 2: Darle el hacha.

 

 

Debía ser sutil mientras le recalcaba a Reborn las ventajas de ser adulto y lo que se estaba perdiendo. Eso para que tuviera ganas de “tener una cita”. Aunque debía darle otro nombre a eso porque en sí no sería una cita como la que tendrían Haru y Takeshi, no, sería como una salida entre amigos y nada más.

Debía apurarse, al siguiente día sería San Valentín.

Sin embargo, se halló con una pequeña dificultad: Bianchi estaba en la mansión. El escorpión venenoso se moría por pedirle una cita a Reborn y este último se negaba a ceder, por lo que el décimo capo de Vongola se hallaba como testigo de un raro juego del gato y el ratón. Se le olvidó esa tradición previa al día especial de febrero y sinceramente no sabía cómo ayudar a su tutor, pero debía hacerlo para que el humor de Reborn no fuera maquiavélico sino accesible.

Gracias al cielo Spanner logró ayudarlo con algo así como una imagen virtual de Reborn en 3D. Un holograma que asemejaba al verdadero y que Bianchi vio salir de la mansión tras meterse a un auto que se fue sin más. El escorpión se la creyó y salió a perseguir al auto, así que la alejó por un rato. Ya vería qué hacer cuando regresara.

 

—¿No extrañas las citas?

—No si son con Bianchi —Reborn hizo una leve mueca de fastidio—. Esa mujer no entiende las negativas.

—¿Pero quisieras tener una? —tal vez fue muy directo.

—¿Por qué tantas preguntas, dame-Tsuna?

 

Sip, demasiado directo, tanto como para no saber qué responder sin dejar en evidencia que él quería pedirle salir al siguiente día para pasar el rato, pues suponía que ninguno de los dos tenía planes. Tsuna había rechazado todas las invitaciones de aliadas para hacerse un espacio especial para ese día —aunque en realidad siempre las rechazaba porque no tenía interés alguno en eso—, y esperaba que Reborn tampoco tuviera planes para que su estrategia funcionara.

Sí, olvidó preguntarle a alguien si es que por casualidad sabía si Reborn estaba comprometido con alguien antes de arriesgarse a lo que estaba haciendo, pero ya era demasiado para ahondar en detalles.

Lo bueno fue que logró desviar la atención de su tutor un poco más hasta que pensara en la mejor manera para hacerle la invitación sin que sonara extraño. Lo hizo con una simple pregunta.

 

—¿Me enseñas a usar un arma?

 

Tal vez no fue la mejor idea que tuvo, pero sinceramente entró en pánico y fue lo primero que se le ocurrió. Lo bueno fue que su tutor accedió con gusto pues hasta ese punto se había negado a usar algo diferente a sus llamas y sus guantes. Suponía que Reborn estaba emocionado de cierta forma, y eso era bueno pues podía pasar a la siguiente y última fase de su plan.

 

 

Paso 3: Invitarlo a salir.

 

 

Usar un arma era demasiado difícil. Tenías que poseer buena postura, fijarte en el blanco y alinearlo con el arma, tomar en cuenta la distancia del objetivo, hacer un cálculo aproximado del rozamiento de la bala con el aire, fijarte en si había viento que desviara la trayectoria y finalmente balancear todo tu peso para que la fuerza de reacción no te lanzara al suelo.

Falló las tres primeras veces y cayó de sentón de forma estrepitosa.

Ni siquiera dio cerca al blanco.

Era pésimo en eso, pero Reborn ya empezó a enseñarle y suponía no pararía hasta volverlo un tirador destacado con cada arma que se le cruzara en el camino. ¡En donde se fue a meter! Pero no perdía de vista su objetivo, no señor, quería darle un respiro a Reborn. Quería cederle al menos un día donde fuese tratado como un adulto y así eliminara el estrés acumulado en esos años por su maldición revocada.

Tal vez hasta debería prepararle un buen café o comprarle uno.

 

—Concéntrate, dame-Tsuna.

—Sí, perdón —tomó el arma de nuevo y estiró sus brazos para fijarlos en la trayectoria deseada.

—Puedes cerrar uno de tus ojos para enfocar al objetivo.

—Está bien.

—La espalda recta y una pierna tiene que estar detrás de la otra para que te sirva de soporte.

—¡Sí!

 

Apretó el gatillo, pero recibió un golpe de parte de su tutor porque no había cargado el arma y por lo tanto no hubo detonación. Era tan complicado recordar todo a la vez que trataba de pensar en qué carajos hacer para invitar a Reborn de una forma casual, y claro, sin usar la palabra “cita” o recibiría un disparo por insolente. ¡No podía con la carga sobre sus hombros!

 

—Dije que te concentres.

—No puedo —lo dijo al fin, abandonando su postura y relajando sus brazos hasta dejarlos caer.

—Deja tu mente en blanco y céntrate en eso —Reborn apuntó al blanco de cartón en forma de una persona.

—¡Ese es el problema! —balanceó su arma sin cuidado—. No puedo centrarme en algo en específico porque tengo muchas cosas en la cabeza.

—¿Qué problema tienes?

—Es que mañana es San Valentín —bueno, ya lo empezó…, pero ¿cómo lo iba a terminar?

—Y… —la mirada de su tutor se entrecerró como si estuviera mirando a través de su dubitativo accionar—. Ah, ya entiendo.

—¿Qué? —estaba nervioso.

—Quieres invitar a alguien a salir y no tienes el valor.

—No, no, no —Tsuna rio nerviosamente, pero su tutor se cruzó de brazos—. Bueno…

—Sólo invítala.

—Pero… —si tan solo Reborn supiera.

—¡Hazlo! Ahora —se acercó peligrosamente y Tsuna se sintió amenazado por la personita a la que superaba en estatura. Pero ese adolescente era Reborn, así que tenerle miedo era normal.

—Pues…

—Hazlo, dame-Tsuna. Nadie te rechazaría.

 

No pudo con la presión ni con la exigencia de esos ojos marcados por el estrés y la rabia. Se sintió un niño de nuevo y consideró que Reborn era el adulto. ¡Maldita sea! No pudo mantener la boca ni las manos quietas y por eso pasó lo que pasó.

Tsunayoshi trastabilló, resbaló, sujetó lo primero que tenía entre sus manos y lanzó un gritito al escuchar la detonación del arma que sostenía.

Le había disparado a Reborn.

 ¡Maldita sea! ¡¿Cómo pudo ser tan torpe e idiota siendo que ya era el jefe de Vongola?!

 

—Sólo fue un rasguño, dame-Tsuna —señalaba el vendaje recién aplicado en su brazo derecho.

—Lo siento tanto —suspiraba a la vez que se sentaba en la silla cercana a esa camilla en la enfermería—. Yo sólo… Soy pésimo en esto. No lo voy a volver a intentar.

—Lo harás pues no permitiré que dejes algo a medias.

—Es que ni siquiera quería aprender —era hora de ser sincero.

—Entonces, ¿por qué me pediste que te enseñe?

—Era una excusa.

—¿Para qué?

 

Estaba claro que su plan fue un fracaso desde el inicio, así que no le haría daño simplemente ser honesto y soltar la sopa. El castaño suspiró antes de rascarse la nuca y sentir sus mejillas encenderse ante la atenta mirada del azabache adolescente de patillas.

Maldición. Sólo debía decirlo, pero aun así sabía que se iba a morir de vergüenza.

 

—Quería invitarte… a salir mañana —ante la mueca extrañada de Reborn, rio nervioso—. Ya sabes, no creo que debas quedarte en casa mientras todos los demás salen a una cita o… —tragó duro—. No me lo tomes a mal.

—¿Te compadeces de mí?

—No, no —no quería verlo enojado—. Sólo digo que te mereces una cita como el adulto que eres y…

—¿Y creíste que no iba a tener una cita?

—¿La tienes? —se decepcionó y a la vez se recriminó por suponer que Reborn estaría libre—. Ah, lo siento. Entonces olvida lo que dije.

—Está bien —Reborn mantuvo la calma como siempre—, te acepto la salida de mañana.

—¿Qué? ¿En serio? —Tsuna sonrió unos segundos antes de ponerse serio—. Pero ya tenías una cita y yo no quisiera arruinar eso.

—Si decidiste rechazar todas las invitaciones que tenías sólo para pedirme salir… —era obvio que Reborn se enteraría de esos rechazos—, haré lo mismo.

—Bien —jugó con sus dedos—. Hum… La verdad no creí que esto fuera a salir bien, así que no sé qué más decir.

—¿A dónde iremos? —elevó una de sus cejas ocultando la diversión que le daba ver a su castaño de esa forma—. Si tú me invitaste, debes tener un itinerario preparado, ¿verdad?

—Pues… no —rio nervioso ante la mirada cansada de Reborn—. Pensaba llevarte a donde quisieras. Ya sabes, quería mimarte un poco.

—¿Mimarme?

—Sonó raro, ¿verdad? —movió sus manos de forma nerviosa—. Olvídalo. Sólo dime a dónde quieres ir.

—Soy exigente, ¿sabes?

—Lo sé —sonrió más calmado al notar que Reborn no estaba enfadado—. Pero no importa… Sólo quiero verte feliz, Reborn.

—Ya veo —sonrió sutilmente antes de cruzarse de brazos—. Entonces…, ya que serás mi San Valentín, empecemos como se debe.

 

Tsuna asintió emocionado pues su plan había funcionado y ahora podría salir con Reborn. Bajó su guardia, encogió sus hombros levemente y esperó a las instrucciones que el adolecente daría porque suponía iba a pedir muchas cosas.

 

—Un beso estaría bien para iniciar.

—¿Eh?

 

Su corbata fue sujeta y halada con fuerza hasta que se inclinó lo suficiente para que su rostro estuviera a sólo centímetros del de Reborn. No pudo procesar todo eso hasta que vio la sonrisa del antiguo arcobaleno antes de sentir los labios ajenos sobre los suyos.

¡Lo estaban besando!

Abrió ampliamente los ojos, sintió su corazón detenerse y sus mejillas explotar en bochorno. Pero no pudo apartarse. Sintió como esos labios delgados y más pequeños que los suyos se movieron lentamente incitándole a que le respondiera.

Reborn lo estaba besando.

¡Y no sabía qué hacer con eso!

 

—Re… ¿Reborn? —al separarse detalló la sonrisa ladina del asesino y tembló. ¿En qué se había metido?

—Digamos que acepto tus sentimientos —Reborn se relamió los labios—. Y mañana lo haremos oficial.

—¿Que qué?

—Te volverás mi amante actual.

—¿Qué? —pero se vio acallado por un beso más que terminó por fulminar su calma y sus neuronas.

—Tardaste en darte cuenta de tus sentimientos por mí —Reborn al fin soltó al castaño—. Eras el único que no se había dado cuenta, Tsunayoshi.

—Yo… —su cerebro colapsó porque su nombre sonó muy bonito al ser dicho por esa voz.

—Saldremos mañana como una pareja normal y después se lo diremos a la familia.

—Espera… —boqueó—. Yo… No es…

 

Pero lo dejaron hablando solo. Reborn se fue después de darle un beso más y él se quedó sentado mirando a la nada, con el rostro rojo y con la mente en blanco.

¿Qué acababa de pasar?

Lo único que sabía era que ya tenía una cita para el día siguiente —una cita real—, y que posiblemente también tenía un ¿novio? Uno muy singular pues era un antiguo arcobaleno maldito cuya alma era longeva pero que tenía el cuerpo de un adolescente de trece o catorce años.

 

—Ay no —jadeó sin saber qué hacer.

—Creo que lo primero que deberías hacer es comprar chocolates amargos, Tsuna —la risita de su amigo lo sacó del shock—. Supongo que al pequeñín no le gusta el dulce exagerado —a veces envidiaba la extrema calma de su lluvia.

—Tú… —Tsuna tuvo que carraspear— viste… ¿eso?

—Sí —Yamamoto palmeó la espalda de su amigo para reconfortarlo—. En buena hora, Tsuna… Tal vez así el humor del pequeñín cambie y ya no te cele tanto… —rio divertido por las memorias de esos años—. Es difícil lidiar con los intentos de asesinato hacia tus pretendientes.

—¿Intentos de asesinato?

—Además…, tú también estás enamorado de él, ¿no? —sonrió calmadamente—. Es bueno que al fin ustedes estén juntos.

 

Bien. Si hasta Takeshi le dijo que se le notaba el enamoramiento…, ¿debería cuestionárselo?

Es decir, estaba feliz de que Reborn aceptase su cita y era verdad que le gustaba verlo feliz cuando estaban juntos…, y que adoraba mirarlo por las mañanas mientras contrabandeaban un café bien cargado, o que sentía su estómago revolotear cuando Reborn lo cuidaba en medio de sus juntas o en las misiones… pero…

 

—Oh dios —sujetó su cabeza—. Puede que sí esté… enamorado de él.

 

Así fue como el décimo Vongola obtuvo su ansiada cita para San Valentín y se dio cuenta de sus sentimientos.

Ese fue el inicio perfecto para la relación tan singular que llevaría con el exarcobaleno del sol…, una relación que duraría años y que ambas partes adorarían por siempre.

 

 

 

Notas finales:

 

Este fic fue realizado —un poco al apuro, debo confesar, pues a Krat se le olvidó—, para la actividad de #SanValentin2019R27 organizado por el grupo de Facebook R27 fan club (the chaos club).

Espero que a mi Valentín le guste este pequeño detalle y que a todos los que lo hayan leído también les haya gustado.

Krat los ama~

Besitos~


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