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Cajón desastre por Sh1m1

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Disclaimer: este fic participa en el evento AA2000seguidores de los Amortentia Awards.

 

 

 

 

 

 

 

OoooooO

 

No podía creer lo que le dijeron, no podía ser verdad, él le conocía, era su amigo, era su hermano, era el amor de su vida.

 

Todos a los que había querido habían desaparecido, solo quedaba aquel pequeño niño al que también le arrebataron.

 

Solo, aislado y rabioso de dolor, ideó un plan. No sería rápido, no sería fácil, pero sería efectivo. Tenía que serlo porque volcó en él todo lo que le quedaba de cordura.

 

Creó una identidad falsa, sin apenas recursos y sin poder buscar un trabajo común por culpa de su licantropía buscó donde nadie miraba. Uno más en el Callejón Knockturn uno más que tras la guerra no quería ser visto ni conocido. Eso le llevó un par de años, su paciencia sufría pero su plan seguía en marcha.

 

Era Murphy Sinclair, un recién llegado a Londres donde buscó varios trabajos nocturnos que sustentaran su siguiente paso. Su rostro extremadamente delgado, su cabello que otrora fue castaño, casi rubio era oscuro, sin brillo. Lo único que no cambió fueron sus ojos, de un color miel que antes se veían vivaces, ahora solo parecían aguas movedizas donde se perdían sus anhelos.

 

Era el candidato perfecto, gris, sin familia, prescindible.

 

Las vacantes en Azkaban siempre abundaban, la gente duraba poco, pero alguien tenía que encargarse de las tareas más básicas. Los presos no morían de hambre, sino de desesperación. Sus cuerpos debían ser nutridos, lavados y erradicar los focos de infección.

 

Nadie duraba mucho en esos puestos, así que Murphy Sinclair fue uno de los nuevos empleados. Había dos tipos de personas allí, los que necesitaban desesperadamente el trabajo y los que habían perdido la cordura. El influjo de los dementores aún no estando en las mismas zonas era muy fuerte. Pero él no tenía alegría que arrebatar, el solo tenía un plan, dejó todo a un lado.

 

Aquella misión no podía llevarle más de tres meses, o todos descubrirían su naturaleza. Las bajas, enfermedades y abandonos también eran frecuentes. El primer mes se ubicó dentro del lugar. Un agujero negro de miseria, aquello no era una cárcel aquello parecía el mismísimo purgatorio donde las almas esperaban a ser juzgadas, mientras padecían por sus pecados.

 

Memorizó rutas, pasillos y guardias, siempre había un destacamento de aurores pero ninguno duraba más de una semana. Los turnos hacían que no fueran conscientes de cuantas veces había ido por allí.

 

La primera vez que lo vio, llevaba cinco semanas trabajando allí, le costó localizarlo, pero cuando lo hizo sintió un profundo pesar. Una cosa era imaginarlo y otra muy distinta verlo.

 

Sirius no era más que una sombra del hombre que fue, arrojado al olvido y la locura, aquella que habitaba en él tan a flor de piel. Se compadeció de aquel ser, pero no se comunicó con él. En aquel lugar no prosperaban los que tenían esperanza, esos eran los primeros en caer.

 

Le llevaba las escasas raciones de comida que el Ministerio consideraba oportuno para sobrevivir, sin duda ningún mago o bruja querría acabar allí, de eso se encargaban en dejarlo claro a fuego.

 

El tiempo se le acababa, pero la ruta de escape era lo más complicado, siempre fue lo más complicado. El soborno era una opción, pero no quería dejar ningún tipo de rastro. Finalmente encontró el modo, todo estaba listo y todo podía fracasar, pero su plan era lo único que tenía, ya era demasiado tarde para volver atrás.

 

Los guardias cenaban siempre a la misma hora, la guardia de dementores se daba su festín a la misma vez, aquella atrocidad debería servirle. Una carta y una foto; unas alubias que llevarían en cadena a todos los aurores a un mismo lugar durante el tiempo suficiente para que ellos escaparan.

 

Corrió por los pasillos mientras escuchaba el llanto de aquella pobre alma, como si hubieran encendido una antorcha en mitad de un oscuro pasillo los dementores cayeron sobre aquel preso. Remus corrió, con una copia de las llaves entró en la celda que llevaba espiando semanas.

 

No le miró, no reaccionó, estaba en sus propios recuerdos, en sus propias pesadillas, pero le sujetó por los hombros, tan delgados, tan frágiles. No debía pensar en aquello, solo en salir.

 

Su paso era lento, muchos años sin salir de un lugar tan pequeño, tantos años sin deseos de moverse. Pero sus pasos, aunque torpes anduvieron el camino que Remus le marcaba. Cada poco tiempo, consultaba un pergamino encantado, aquello hizo que Sirius reaccionara. Por primera vez habló.

 

—Mcgonagall nos pillará, tenemos que usar la capa—dijo.

 

No sabía si reír o llorar, pero la frágil mente de Sirius había confundido aquel burdo mapa, que mostraba Azkaban con el que ellos realizaron en su juventud.

 

—Sí, tenemos que darnos prisa o nos castigaran—le contestó con cariño.

 

—Remus se va a enfadar, tendríamos que estar en clase.

 

Su corazón se estrujó, pero tenía que seguir adelante.

 

Era verano, pero en el exterior de aquel lugar perdido corría un viento frío que cortó sus rostros, estaban a un solo paso de salir de allí. Aquella isla, aislada y protegida siempre se creyó inaccesible, pero todos llegaban allí por el mismo medio. Arrulló un lamento, una vieja canción, y un carruaje emergió de las negras aguas tirado por seis kelpies.

 

Los dementores ya habían consumido a su presa, demasiado tentadora para poder contenerse, pidió perdón por aquello que había hecho. Tuvo que encontrar a un preso que tuviera fuera algo que realmente le hiciera feliz, un alma por otra, ese sería su pecado.

 

Ayudó a Sirius a subir, arrebujado en mantas que le dieran algo de calor le abrazó mientras agarraba las riendas que les llevaría a sus nuevas vidas.

 

—¿Remus eres tú?

 

—Sí, mi amor, soy yo.

 

—¿Cómo has podido venir?

 

Las brumas se iban despejando de su mente a medida que iban alejándose de Azkaban, Sirius recobraba su mente, sus recuerdos, su mirada le reconocía y se abrazó fuertemente a él.

 

—Yo no lo hice, yo no lo hice.

 

—Lo sé, siempre lo supe—le consoló.

 

—¿Qué vamos a hacer ahora?

 

—Iremos a por Harry, seremos su familia, como siempre tuvo que ser.

 

Con Sirius en sus brazos, enfrentaría el siguiente punto de su plan. Comenzaba otra huida, otra vida, pero esta era la que siempre tuvo que ser con el hombre al que siempre amó y Harry, el niño al que siempre querrían.

 

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Siento si tiene algunos errores, pero lo escribí deprisa y corriendo para llegar a evento.

 

Espero que os guste.

 

Shimi.


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