Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello, bueno, apenas es la segunda semana jaja y sí actualicé :)

Eso me pone muy contenta. 

Agradezco a Light_Behind, Alcachofa, Pepi y Eduardo por sus fabuloso reviews ;D ojalá este capítulo les guste.

ACLARACIÓN: Este es como el final de la primera temporada. Porque lo que sigue sí tendrá un salto aproximado de seis meses. Es algo cortito este cap. ¡A leer!

CAPÍTULO XXX: Dejar ir o dejarse llevar

 

 

—¿Qué quiere? —contesto mi celular sin ganas.

 

—¿Por qué no has ido al trabajo, Martín? Ni siquiera avisaste a la empresa —es Roberto marcándome para decirme estas estupideces.

 

—Porque no tuve tiempo.

 

—¿No tuviste tiempo? ¿En tres días? ¿Sí sabes que si no justificas las faltas no se te repondrá la paga de esos días? —Roberto es una maldita pistola. No mide sus palabras, cada cosa que dice es una bala que lastima.

 

—Lo sé, no me importa. Considera esto mi renuncia, cabrón —le digo y cuelgo mi teléfono.

 

Estos tres días he estado batallando por todo. Ha sido tanto dinero, tanto que quiero llorar y no he podido. Estoy cansado. Ya fue el velorio, apenas ayer a las 12:00 fue el entierro. Ni siquiera tuve dinero para comprar más café para las poquitas personas que fueron. Claro que Fer y Gabo ya saben y fueron. Les conté un poco lo que había pasado y ellos me apoyaron a comprar ciertas cosas.

 

Me acompañaron al entierro y me abrazaron cuando me despedí de mi abuelo. Lloré muchísimo ayer, y quiero llorar más, pero no me atrevo.

 

Y ya hoy simplemente no quise ir a trabajar. Como dije hace unos días, no siento que valga la pena. Si decidí ir por el buen camino fue por mi abuelo. Bueno, por eso y porque Roberto me ayudó. Pero ya no le veo más sentido a retrasar lo inevitable.

 

¿Ya qué caso tiene seguir trabajando “de manera humilde”? ¿Para qué? ¿Para qué seguir si seré igual de mediocre? No me interesa regresar a estudiar, no me sirve y no quiero.

 

Por eso ha sido mejor renunciar de una vez. En especial que ya NO quiero seguir trabajando con Roberto. Es grosero e insensible. Ni tenía ganas de contestarle nada, sólo que le dije que era un cabrón y eso tampoco es mentira. Como sea, eso ya no importa.

 

Pasa el fin de semana y el domingo me la paso en mi casa. No he podido entrar al cuarto de mi abuelo, ¿saben? Siento que tengo que respetar ese espacio, porque sigue oliendo a él; sus cosas están como las ordenaba. Sus cosas pasaron a ser más que eso, ahora son tesoros y recuerdos.

 

El timbre suena, voy a abrir. En cuanto pregunto quién es por el interfón, escucho la voz de Roberto.

 

—¿Qué quiere? —pregunto con miedo. Rayos, vendrá a pegarme o algo así.

 

—Quiero hablar contigo —lo dudo un poquito antes de dejarlo pasar. Estoy en el primer piso del edificio. Abro el departamento y lo espero con los brazos cruzados. Ni de chiste dejaré que pase a mi casa—. Hola, Martín —me saluda y yo me quedo callado—, ¿podemos pasar?

 

—No, ¿qué quiere? —hago mi mejor cara de enojado para que se quiera ir pero ya— Recuerde que ya no es mi jefe.

 

—¿Por qué renunciaste? Te conozco, no hubieras hecho eso sólo porque sí —nos miramos fijo, nadie quiere ceder. Y no seré yo—. Escucha, puede que no lo parezca, pero me preocupas, Martín. Si decidí ayudarte hace años es porque vi que tienes potencial y que eres una buena persona —sus palabras empiezan a afectarme. No es justo.

 

—Eso ya no importa, ese Martín dejó de querer estar aquí. Y yo ya no quiero que me apoye, se lo agradezco. Hicimos lo que pudimos, pero llegué hasta aquí —miro al piso y suspiro—. Si sólo vino a eso, entonces lo acompaño a la salida.

 

—¿Tu abuelo lo sabe? —de inmediato me pongo nervioso y empiezo a respirar más rápido. Siento que mis ojos arden— ¿Martín? —se pone frente a mí e intenta tocarme, pero yo me alejo.

 

—Eso no le importa. Nosotros no somos de su incumbencia —me voy hacia la puerta, pero él no deja que la cierre—. ¡Lárguese ya!

 

—¡Martín, ¿qué te pasa?! —estamos forcejeando, yo queriendo cerrar y él queriendo entrar.

 

Al final lo logra y entra como si fuera su casa. Me aguanto las lágrimas, en especial cuando Roberto pretende entrar al cuarto de mi abuelo— ¡Ni se le ocurra!

 

Roberto se queda en la entrada, ya no da ningún paso— Martín, ¿qué te está pasando? No estás bien, ¿qué sucede? ¿Te volvieron a buscar los de las drogas? —yo volteo la cabeza porque ya quiero llorar, pero no con este tipo enfrente.

 

—No —le digo susurrando—, sólo que… ya no quiero trabajar ahí.

 

—¿Y eso? ¿Te sientes incómodo? —ja, sí, aparte de incómodo.

 

—Sí, prefiero buscar por mi lado —Roberto se sienta en la sala—. ¿Y ahora qué?

 

—¿Dónde quieres que te ayude a conseguir trabajo? —pregunta cruzando la pierna y extendiendo los brazos en el sofá.

 

—No lo sé, ¿en un prostíbulo? —respondo fastidiado y sin ganas de seguir hablando.

 

Roberto pone cara de enojado— ¿Eso quieres? ¿Prostituirte?

 

—Sí, eso quiero —respondo con sarcasmo—. Por eso ya no puedo seguir aceptando su ayuda.

 

—¿Dónde está tu abuelo? —vuelve a preguntar por él. Yo voy corriendo a su cuarto, tapando el paso.

 

—Eso no le importa.

 

Contrario a lo que pienso, se queda quieto. Viendo el departamento, deteniéndose en una mesita donde puse una foto de mi abuelo con dos veladoras y dos flores blancas. De inmediato lo entiende, lo sé porque abre grande los ojos.

 

—¿Por qué no me dijiste? —voltea a verme.

 

No puedo contestar, he comenzado a llorar. Siento algo atascado en mi garganta. Roberto se acerca a mí. Me abraza muy fuerte, acaricia mi cabello y no me deja apartarme— Porque le fallé… murió solo —empiezo a llorar más.

 

Soy un fracasado.

 

***

Hoy vengo vestido con un pantalón de mezclilla negro y una camisa de cuadros de color negra también. Unos tenis blancos como niño de primaria, pero que me gusta cómo se ven.

 

Es viernes en la noche, y aunque Fer y yo le dijimos a Martín que estaríamos con él, nos mandó a volar y dijo que quería estar solo. Pero obviamente mañana iremos a visitarlo y ayudarlo en lo que podamos

 

Alan y yo fuimos a la reunión de Miguel porque su esposa cocina de puta madre, riquísimo. Pero el cabrón de Alan me apretaba el muslo de vez en cuando y pasaba su dedo índice por mi espalda cuando sabe que me da cosquillas y que me excita.

 

Rafa y Fer estuvieron hablando un rato, pero luego el buen Fernando sacó a bailar a varias tipas que fueron ahí, algunas señoras también. Y miren, no es que Fernando baile bien, al contrario, baila del carajo, pero le echa muchas ganitas y se ve hasta tierno el estúpido ese.

 

Luego Rafa desapareció y tampoco es como si haya podido buscarlo. Alan seguía de pervertido ahí conmigo.

 

Toda la puta noche estuvo con sus jueguitos culeros. Por eso le quise acompañar a su departamento, para besarnos en el camino y así, pero jamás planeé esto.

 

—Ah, Arturo —puta madre, me está prendiendo el cabrón este— Mmm —estamos en la entrada de su edificio, pero no tiene la luz encendida, así que nadie puede vernos.

 

No sé en qué momento se me ocurrió besarle y morderle el cuello y… lo prendió más fácil que al combustible. Me puso frente a la pared y ahorita sólo está rozando su erección con mi trasero. Pero lo siento taaaan bien— ¿Te gusta, Gabo? —me pregunta jadeando mientras sigue moviéndose contra mí.

 

—Mmm —me empino más y muevo mi cadera para que se pegue más— ah —muerde mi cuello y me jala el cabello hacia atrás.

 

Mierda, ¿dónde quedó el Arturo afeminado que conocía?

 

—¿No quieres pasar a mi departamento?

 

—¿No están tus papás? —él sonríe.

 

—Llegan en una hora, más o menos.

 

—Ah —respondo. Como que no me anima eso de hacerlo de rápido. Ok, sí soy medio virgen. Uno de mis exnovios llegó a meterlo un poco hace tiempo, pero me dolió un chingo y le grité… o pateé. Ja, bueno, me defendí de su invasión, no importa cómo. Así que no, no quiero hacer un rapidito para quitarnos las ganas—, no, no me da confianza.

 

—Ándale —se pega a mi cuerpo y me pone frente a él—, ¿sí?

 

Y de nuevo va su tono marica para pedir las cosas— No… mejor otro día —él me abraza y me pega más a él—. ¿Sabes que sí puedo reventar si me aprietas así, pinche Arturo?

 

—Perdón —se separa y después de unos segundos me mira insistente.

 

—Si sigues mendigando te acabaré dando dinero y no mi trasero, cabrón.

 

Él entiende que me está empezando a molestar su insistencia y se aparta. Ambos nos quedamos medio incómodos— ¿Te la puedo chupar entonces? —dice de la nada

 

Su pregunta me pone rojísimo— No mames, creo que ya me voy. Te dejo solo para que te despaches —le doy un beso tierno antes de irme de ahí hacia mi camión.

 

Pinche Arturo caliente. ¿Será que soy como de esas mujeres que no aflojan rápido? Oh, por Dios, soy como una dama “respetable”. Me lleva la verga, tengo que ser más… ¿perra? ¿caliente? Qué feo suena eso. Pero sí necesito dejarme llevar un poquito más.

 

Qué pinche oso. Gabo siendo un fácil. Seré un estudiante de excelencia y un novio caliente.

 

No puedo creerlo, ya sólo unos meses más. He estado estudiando de las materias de mi primaria y secundaria. Haré el examen y de ahí estudiaré con el apoyo de Santiago.

 

Creo que lo juzgué mal, sí me está apoyando. Incluso se ofreció a estudiar conmigo.

 

Es que esto es un riesgo muy grande, si no paso el examen, entonces no podré entrar a estudiar. Y Santiago ya me dijo que apartó mi lugar.

 

Es mucha presión.

 

Mi camión llega y de camino a mi casa me pongo más nervioso al pensar en el examen de ingreso. Lo tengo que pasar y poder tener una mejor vida para mi familia y para mí.

 

***

 

Rafa no me ha escrito tanto como hace unas semanas. Se suponía que ya todo bien y otra vez a lo mismo. Siento que estamos en un bucle de «Dr. Strange», siempre estamos bien y luego mal; y otra vez bien y de nuevo mal. Es cansado.

 

Yo ya lo veo como un amigo y aún así siento que Rafa tiene la idea que no es así y que me sigue gustando. Es una estupidez. ¿Qué más tengo que hacer para que me crea? Que no friegue con sus niñerías. Ya NO me gusta. Tal vez nunca me gustó. Porque no fue lo mismo que con las demás niñas que me gustaron, fue más intenso y sentí que me volvía loco por besarlo…

 

Ok, sí me gustaba muchísimo. Pero lo superé como todos tienen que superar a las personas que no te hacen caso. No me gusta aferrarme a un imposible.

 

—¿Ya te llevo? —pregunta mi papá que está afuera de mi cuarto. Es viernes y voy a ir a la reunión de Miguel para comer y bailar.

 

Llegamos en veinte minutos y mi papá se va con sus amigos y yo con los míos. Ponen varias canciones para bailar en pareja.

 

En eso, llega Rafa, todos lo saludan y le bromean que la realeza había ido a la zona pobre, pero no con mala intención. Hoy viene con un pantalón de mezclilla y una camisa azul.

 

—¡Fer! —me saluda y viene conmigo en cuanto me ve—, ¿hace cuánto llegaste?

 

—Hace como diez —se sienta junto a mí—, me dio risa lo que te dijeron los demás.

 

—Ay, ya sé. Se pasan de chistosos —una señora le ofrece refresco y Rafa acepta.

 

—Eres como Rose de Titanic, sólo falta que te pongas de puntillas como ella —nos empezamos a reír y yo me sirvo cerveza.

 

—Wow, ¿Fernando tomando? —dice de broma y yo sólo doy un trago.

 

—Me dio sed.

 

Minutos después llega Gabo con su nuevo novio. Todo va bien hasta que veo cómo el tipo ese le anda medio rozando la entrepierna a mi amigo. No es que sea homofóbico, pero… ¡que se vayan a un hotel o algo!

 

—Wow, los reyes de la discreción —dice Rafa con cara de susto—. Esto me recuerda a cuando Gabo estaba saliendo con el otro tipo y en el bar se comían con la mirada y luego a besos, ¿te acuerdas?

 

—Cómo no hacerlo, fue un trauma.

 

—¿Ver a dos hombres besarse fue un trauma? —lo dice sorprendido y riéndose. Pero después se pone serio—. ¿Entonces tú jamás nos imaginaste haciendo eso?

 

Abro los ojos y me pongo nervioso— ¿Por qué quieres saberlo?

 

—No sé, me dio curiosidad. ¿Lo imaginaste?

 

—Rafa, no hagas eso —me inclino y recargo mis cosos en mis piernas—. Ya sabemos cómo nos ponemos cuando sale ese tema.

 

—Tienes razón —el silencio me pone aún más incómodo y por eso decido hacer algo muy loco: invitar a bailar a alguien.

 

Me acerco a una chava y con mucho miedo le pregunto si quiere bailar conmigo, ella me dice que sí y eso me da más confianza. Después de ella invité a bailar a otra y me daba mucha risa cómo las pisaba y en vez de molestarse, me pisaban de regreso y entre risas.

 

Algo que usé de excusa para alejarme de Rafa me acabó gustando mucho y me divertí.

 

Pero Rafa se terminó yendo y no me di cuenta. Ni se despidió.

 

***

 

¿Con qué cara puedo verlo ahora?

 

Acabo de ver cómo Fer bailaba con casi medio mundo y me enojé. Me súper enojé con ese imbécil.

 

Todavía que yo di pie a una conversación sobre nosotros, va él y me dijo que no lo hiciera.

 

Y además fue a bailar con todas las chavas del lugar ¡en mi cara!

 

Y si estoy enojado es porque me acabo de dar cuenta que Fernando me gusta. Dios, me encanta. Me asusta y eso me enoja más.

 

¿No se ha dado cuenta de eso? No creo estar siendo discreto ni mucho menos. Y si ahorita que me fui no reacciona en que es por esa razón, es porque es un tonto.

 

Acabo de hacer un berrinche de novia celosa. Lo más triste es que en el interior esperaba que viniera por mí, que me dijera que por qué me había ido y yo le soltara toda la verdad. Pero no es así. Me fui y él no vino por mí. Capaz ni se ha dado cuenta que ya me largué.

 

Pues que se divierta el niño. Yo no soy ningún rogón y para nada planeo confesarle esto a nadie.

 

Ya el lunes le inventaré una excusa de que me sentí mal o algo así.

 

Si él pudo superarme por nuestra amistad, yo también lo lograré.

 

Notas finales:

Bueno, finalizamos la primera parte, la segunda es ya el lemon jaja.

Ojalá les esté gustando. Nos seguimos leyendo.

¡BESITOS Y ABRAZOS! :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).