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Ramo de Flores por Abyss

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Apretó los puños, furioso, tantas cosas pasando al mismo tiempo y tan poco que sentía que estaba o podía hacer. De un momento a otro la situación había enloquecido a su alrededor, el robo del submarino, la salud de su padre, la inacabada investigación que se había quedado repentinamente atorada.


—¡Es braille maldita sea! ¡Busca a alguien que pueda ayudarte a leerlo o toma un curso de dos segundos para aprender a leer!


Y como era de esperarse, su última charla por teléfono con Drew, quien había intentado ayudar a la distancia a pesar de lo furioso que se encontraba, tampoco hacía absolutamente nada para calmar la migraña que poco a poco había ido desarrollando.


—¡¿Cómo supones que es braille?!


—¡Porque en Kanto hay unas ruinas iguales escrito en ese mismo dialecto! ¡Hay muchas cosas escritas así por el mundo, que no hayas dado con eso no es mi culpa!


El repentino corte en la llamada lo hace ponerse todavía más enojado de lo que ya se encuentra, observando a la distancia el choque de energía que había empezado hace un buen rato, pero sin el plan de respaldo y la tabla básicamente sin poder traducirse por completo, no había mucho que pudiera hacer.


De no ser porque la situación era delicada, intentaría tomar a bien el comentario del curso para poder terminar de descifrar la tabla, pero no hay tiempo y sus esperanzas más cercanas eran el niño que parecía entender la tablilla a quien le dio un curso exprés sobre cómo interpretar el lenguaje de los Unown, quien estaba haciendo lo mejor que podía acompañado de Phoebe y su padre, quien lamentablemente se encontraba en cama y a quien ni siquiera podía ir a visitar para ver qué tan grave o malo era su estado.


Respira profundo, antes de tocar su hombro y sentir la falta de la campa del campeón. Había tenía que utilizarla algunas horas atrás conforme fue encontrando a las personas que conformaban el Hall of Fame, usando su poder para reunirlos fuera de la liga y encaminarse junto a ellos hacia la zona de batalla, dándole a cada uno su propio trabajo, antes de despojarse así mismo de la pesada prenda y dársela a su dueño original, Wallace.


 —Phoebe, ¡Tráeme la tablilla! ¿¡Alguna pregunta!?


 Subió a su Metagross apresuradamente, el Pokémon parecía temblar a su lado, hasta que se elevó por el peso de los dos y aparentemente dejó de tener miedo.


El callejón sin salida no lo iba a detener, era el Campeón de Hoenn, el guardián de la región y aquel que se aseguraría de que todos se encontrara a salvo, aún si ya no cargaba con la pesada capa, no tenía planeado dejar de lado sus responsabilidades hasta que llegar al final de la aventura de su vida.


Si al menos hubiera sido capaz de despedirse correctamente.


Esas pobres flores de seguro se marchitarán más rápido de lo que hubiera deseado.


—¡¡Resiste!! ¡¡Yo, Steven Stone, te juro que nadie más será sacrificado innecesariamente!!


Fue ahí, cuando sintió que su suerte pareció cambiar repentinamente. Ese momento en que logró salvar a aquella chica de vibrantes y preocupados ojos azules.


Si no estuviera todo el caos de por medio y se pudiera fijar mejor, podría haber notado que eran iguales que un Zafiro.


Y entonces, se le proporcionó la sabiduría que tanta falta le hacía.


—Finalmente… He-he estado recorriendo todo Hoenn, hasta la cueva del origen y aquí… ¡Al fin te encontré! ¡¡Tengo una carta para ti, del presidente de Devon!!


Aun cuando se encontraban atorados en medio de la tormenta, todo parecía ir mejorando y lo haría, si es que aquello funcionaba como toda su investigación le había dicho que lo haría.


.


.


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Guardó apresuradamente todo en la maleta, asegurándose por completo que se encontrara bien cerrada antes de entregarla al servicio de mensajería, dejando sus datos y el lugar exacto al que deseaba que sus cosas llegaran, quedándose únicamente con un pequeño bloc de notas y su equipo Pokémon.


En la televisión, el desastre natural ocurrido en Hoenn estaba siendo transmitido principalmente por palabras y fotografías, a falta de buenas tomas debido a lo peligrosa de la situación y a que nadie parecía desear arriesgarse a acercarse demasiado a donde todo parecía estar ocurriendo.


—No vengas.


—Se el caos que está pasando en la región, no pienso quedarme en Johto mientras ustedes podrían estarla pasando mal.


—Drew, viajar es peligroso, ninguna aerolínea podrá traerte y mucho menos un barco, estamos en estado emergencia y alerta máxima, ni siquiera LaRousse podría recibirte.


—No te preocupes, primo, será largo, pero Flygon puede hacer el viaje.


Colgó, sin desear tener más discusiones y apresurándose a preparar a su Pokémon para el largo y complicado viaje, había logrado llevar la investigación de Steven un poco más allá de donde la había dejado, lamentablemente, la espinita de que el otro estaba planeando algo malo no paraba de molestarlo.


Si, quedarse ahí sería lo mejor, pero ese incómodo presentimiento le hacía imposible quedarse más tiempo.


Intentó marcar el número del campeón por última vez antes de ponerse en marcha hacia su región de nacimiento, suspirando, cuando la opción de dejar un mensaje fue lo único que escucho.


Solo esperaba que a su novio no se le ocurriera hacer ninguna locura.


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