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Plan conquistar. por 1827kratSN

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—¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe!

 

Era lo único decente que Canadá recordaba, aunque mientras más pestañeaba y suspiraba, más memorias le llegaban. Estaba seguro que después de la reunión con la ONU, le invitaron a una “peda” junto con los latinos, cosa que él aceptó para liberar un poco del estrés de su cuerpo. Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay, Argentina, ¿Panamá? No estaba seguro de si Panamá estuvo ahí, o si solo los acompañó un rato, pero además… estuvieron México y él. Sí, eran todos.

Recuerda también que salieron a un bar, pero poco a poco las cervezas fueron insuficientes, las risas más escandalosas, las palabras se arrastraban y a veces no los entendía a todos, también recuerda que su querido taquito —así le decía en su mente, sería vergonzoso decirlo en voz alta—, estaba muy feliz y se besaban muy seguido hasta el punto en que todos le hacían burla, pero no les importaba. Y después… una casa, una caída en la calle, un taxi —no en ese orden—, algo de dinero y muchas botellas.

 

—Je pense que j'ai une gueule de bois —(Creo que tengo resaca), susurró al percibir un dolor punzante en su sien derecha.

 

Cuando por fin dejaron de llegarle recuerdos previos a un vacío extraño en su memoria, abrió sus ojos para notar que estaba en un cuarto diferente al suyo… o al que ocupaba en casa del mexicano. Quiso preguntar o levantarse, pero se dio cuenta que sobre él había un cuerpo muy conocido, y sonrió divertido. México dormía sobre su pecho, abrazándolo, con los labios separados que soltaban suspiros…, y babeando. No quiso reírse porque le dolía la cabeza, pero le pareció adorable verlo así.

Quiso elevar su mano izquierda para acomodar un par de esos mechones verdosos, pero ahí se dio cuenta de que… alguien usaba su brazo de almohada. Entrecerró los ojos para identificar esos cabellos rojizos y blancos tan similares a los suyos, ¡era Perú! Bueno, al menos sabía que podrían estar en alguna casa conocida.

 

—Ça me fait ... chatouiller —(Me hace… cosquillas), sintió algo en su costado y no pudo evitar removerse.

 

Detectó que… no tenía camisa, se lamentó porque era su favorita, pero al menos tenía… No, esa no era su camiseta. Elevó una ceja para mirar un poquito mejor y se dio cuenta de que lo que le hacía cosquillas era la respiración de Chile, quien se aferraba a su cintura y estaba encogido parcialmente porque a él estaba aferrado Argentina…, y Colombia estaba colgando en el pie de la cama, además, Brasil roncaba en el suelo, aferrado a una botella sin etiqueta.

 

—Et l'Uruguay? —(¿Y Uruguay?), se preocupó porque no lo veía, pero después su mente volvió a la camiseta—. Est-ce un ... crop top? —(¿Es un… crop top?)

 

Bien, las cosas se pusieron raras, así que tenía que despertar a alguien urgentemente… Debía elegir bien, de preferencia alguien que estuviera vestido por completo… porque a muchos les faltaba… alguna prenda. Esperaba que Uruguay no estuviera desnudo…, y ni siquiera sabía por qué eso se le vino a la mente.

 

—Mexique —movió despacito al tricolor—, wake up —(despierta).

—No chingues —murmuró antes de acurrucarse más.

—Mexique —intentó de nuevo—, please —(por favor).

—Quiero cátsup.

—Mexique —suspiró, tenía que usar algo que despertara al amor de su vida—, ¿vamos por unos tacos? —rio divertido cuando lo vio levantar su pulgar en afirmación.

 

Uno a uno fueron despertando porque Canadá empezaba a removerse entre risitas y quejas, además su voz y la de un adormilado México —quien pedía un beso de buenos días— se elevaban. Lo malo era que, mientras cada quien se levantaba, descubrían las evidencias de algo que Canadá no recordaba, a más de eso, nadie supo explicarle bien por qué usaba un crop top en vez de su camiseta. Sinceramente no le molestaba usar eso, hasta era bonito y tenía brillitos, pero admitía que le daba frío en el abdomen.

 

—¡Nadie vea a mi maplecito! Todo en él es mío —ni bien México se dio cuenta de la piel que mostraba Canadá, se abrazó a este para cubrirlo—. Órale, den vuelta, cabrones —les amenazó con su dedo índice.

—No nos quieras sacar pica, weón —murmuró Chile haciendo una mueca—, ya sabemos que el maple tiene lo suyo.

—Qué vaina, no traigo calzones —Colombia bufó al revisar dentro de su pantalón—. Cuál fue el marica, ¿eh?

—Não me incomoda ser assim —(A mí no me molesta estar así), Brasil bostezó mientras se estiraba y rascaba la nuca.

—No mires, mi vida —México cubrió los ojos de Canadá—. Brasil, déjate de mamadas y tápate —pues el mencionado solo traía una tanga brasilera.

—Pe, ¿cómo ocupamos una sola cama? —Perú miró a Argentina que aún estaba en coma—. ¿Y a éste qué?

—Have you seen Uruguay? —(¿Han visto a Uruguay?), comentó Canadá entre risitas, porque aún no le descubrían los ojos y se imaginaba el por qué.

—Se fue con Panamá, no te preocupes por él —al fin dejó a Canadá libre, pues Brasil verificaba que fueran sus pantalones los que se puso.

—Pobre weón, ya se lo cogieron —rio Chile, pero poco a poco empezó a dolerle la cabeza.

 

Todos tenían resaca, unos más que otros, pero todos estaban afectados por la mezcla tan rara que terminaron haciendo. Uno a uno empezó a relatar lo que se acordaba, a ver si así completaban la historia, riéndose porque algunas cosas sí pasaron de ser normales en su fiestón, como el hecho de haber bebido de cabeza, el juego de la botella extremo, la pintura que muchos tenían encima, su ropa desaparecida, y ese cuarto que al parecer era de un hotel.

¿Qué más habrá pasado?

 

—Ches —Argentina al fin despertó, pero no parecía estar bien—, me… me duele el culo.

 

Las risas estallaron, las quejas también, muchos se burlaban de la desgracia en el trasero del argentino, pero otros estaban algo nerviosos con el asunto. Nadie recordaba la razón de aquello, mucho menos Argentina quien estaba a punto de entrar en pánico —no deseaba revisarse—, hasta que Canadá dijo recordar que Argentina se cayó de sentón cuando se desequilibró en hombros de Brasil. El suspiro aliviado del argentino solo hizo que más de uno se revolcara por las risas y el dolor de cabeza en el suelo.

 

—Cachái eso, weón —señaló a Canadá—. Mira esa wea.

 

México giró hacia el bicolor quien se había quitado el crop top porque ya halló su camiseta. Canadá se quedó quieto cuando lo señalaron, agachando su mirada con curiosidad, y poco después enrojeciendo por completo a la par que los demás se reían o jadeaban sorprendidos. No era para menos. En el pecho blanco del norteamericano había al menos tres mordidas bien marcadas, y Perú dijo que en su espalda tenía dos más, además de una extra en su hombro.

 

—¡¿Quién fue el cabrón?! —obviamente, México estalló en furia, hasta la resaca se le olvidó—. ¡¿A quién le voy a partir su madre?!

—Eh, calmáte, pibe.

—Isso é meu —(Esa es mía), señaló Brasil hacia la espalda del casi francés, eso justo antes de que el mexicano se le lanzara encima.

—Qué guayabo —susurró Colombia antes de mirar a Canadá—. No sabía que eras el muerde almohadas, gringo.

—Hum… I don’t remember this —(no recuerdo esto), se colocó la camiseta con rapidez.

 

Peleas, agua, gritos, agua, dolor de cabeza, agua, revisar sus celulares, se bebieron hasta el florero, fue así que siguieron en esa investigación para saber lo ocurrido. Canadá se hallaba aun sentado en la cama, observando, aceptando que todo había sido divertido —lo que recuerda de ello—, y respirando profundo porque ya no se sentía presionado por nada. Además, era genial saber que les agradaba a los amigos de su novio.


—Mexico... I have gummies inside my pants —(México... Tengo gomitas dentro de mi pantalón), murmuró cuando sacó tres ositos de colores, certificando que era eso lo que le molestaba en esa zona.

—¿De tus calzones? —preguntó Chile.

—Hum.... yes —enrojeció antes de mostrar su hallazgo.

—¿Derretidos? —Perú lo miró como si nada.

—A Little… —(Un poquito).

—Ñe, tengo hambre —Perú tomó un osito de gomita rosa y, después de soplarle un par de veces, se lo comió.

—No debiste —rio Colombia.

—NADIE VA A COMERSE LO QUE SALGA DE LOS CALZONES DE MI MAPLECITO... ¡MÁS QUE YO!  —México le dio un putazo tal que Perú escupió la gomita y cayó al suelo.

 

Si alguien tenía aun ganas de esas gomitas, se calló, porque no querían pelear a puño limpio con el malestar que se cargaban. Prefirieron vestirse con lo que tenían a la mano, lavarse la cara, reunir las botellas en una funda de basura, y después salir para morirse por el sol que les daba directo a las caras. Algunos quisieron regresar al cuarto, pero tuvieron que salir de a poco para darse cuenta de que no estaban en un hotel normal, poco pudieron reírse de eso ya que llegaron las de la limpieza y ellos tenían que largarse.

Decidieron que comer algo sería bueno porque el amargo en su boca no era soportable. Aun si todavía discutían entre ellos por lo sucedido en la peda, se sentaron en una mesa para pedirse lo que hubiera —que fueron hamburguesas y papas—, para al menos tener algo en el estómago.

 

—Ya sé quién mordió al maple —Perú reía con los videos que halló en su celular.

—¿A quién me voy a chingar?

—Mexico, I don't think... —(México, no creo que…)

—Fuiste tú —el bicolor sudamericano siguió riéndose—, solo una fue de Brasil… —miró el resto del video—. Oh… y una de este —señaló a Colombia.

—¿Cuál? —México miró mal al tricolor.

—El hombro, pe.

 

Canadá tuvo que sujetar a su novio para que no peleara más, además, en el video se apreciaba que las mordidas de Brasil y Colombia hacia el maplecito fueron parte de un reto, pero las de México ya eran otra cosa. El mexicano dio gracias a la virgencita que para ese punto Canadá estaba más entretenido en su comida que en entender los murmullos de sus compas, así que el bicolor no supo la razón de esas mordidas. México todavía podía guardar el secreto de que en medio de su borrachera quiso seducir a su maplecito.

 

—Oh… aquí hay una wea interesante —Chile rio bajito.

 

Todos dejaron a la pareja de lado, reuniéndose en un extremo de la mesa, obviando la forma en que Canadá le daba de comer en la boca a México, o del cómo el tricolor sonreía cual idiota por probar unas papitas junto al maple. Allá ellos en su mundito rosa, mientras los demás miraban atentamente el video que se detallaba con gran calidad…, a pesar de que ya estaban ebrios para ese rato.

 

—¡Le toca al poste! —reían a viva voz—. ¿Reto o verdad?

—Pida reto, parce.

—Reto, reto, reto —coreaban con entusiasmo.

—It’s okey.

—Te reto a que le recites un oral a México —todos bailaron sus cejas de arriba hacia abajo.

 

Risas y chiflidos, todos enrojecidos por la bebida y riéndose a más no poder, porque obviamente era demasiado. Tenían intención de cambiar el reto, de decirle a Canadá que eso del oral era pura joda y…

 

—Okey —todos se callaron— And what do I do? —(¿Y de qué lo hago?)

—¡Que sea de rodillas, pibe!

—Cállate, pe —golpeó al argentino para callarlo—. No le hagas caso, Canadá… No es en serio.

—How much time? —(¿De cuánto tiempo?)

—El que… quieras.

 

La cosa se puso seria cuando el canadiense se levantó de su asiento y tambaleándose un poco logró inclinarse, ubicarse entre las piernas de un mexicano en estado de colapso por escuchar el reto, y terminar de rodillas mirando al tricolor con una sonrisa. Nadie decía nada, excepto México que balbuceaba algunas negativas para esa… tontería.

 

—I already do it —(¿Ya lo hago?), miró a los demás.

—Parce, ¿en serio lo va’cer?

—Sure! —(¡Claro!).

—Maplecito, no… no…

 

A México el aire se le fue cuando el rostro de Canadá se acercó al suyo, perdido en el rojizo de esas mejillas, la sonrisa casi adorable, esos cabellos alborotados. Todos los demás se quedaron quietos, en expectativa de que en realidad el canadiense le diera una mamada al mexicano. Algunos intentando detener eso, pero perdían la fuerza por el morbo —tenían que aceptarlo—. Hasta que…

 

—Mexico —Canadá tomó las manos de un mexicano pasmado y avergonzado—. I love your eyes as a star. I love your porcelain skin. I love kissing your lips every morning. I love your smile and your pots. I love you and only you —(Amo tus ojos de lucero. Amo tu piel de porcelana. Amo besar tus labios cada mañana. Amo tu sonrisa y tus pucheros. Te amo a ti y solo a ti).

 

Todos se quedaron fríos al ver la escena, y se sintieron muy avergonzados por sus mentes cochinas. Ahogaron sus palabras porque para todos fue obvio que para Canadá “recitar un oral” no era más que eso, recitar algo con propia voz. Se sintieron culpables, incluso México, y quisieron corear que debían proteger esa pureza de rojo y blanco que se adornaba por una hojita de arce.

 

—No lo merecemos, parce —Colombia fingió limpiarse las lágrimas.

—Something happened? —(¿Pasó algo?), Canadá miró al grupo y elevó una ceja.

—¿Y ustedes que se traen, hijos de la chingada?

—¿No me puedes prestar a tu novio? —Perú se sostuvo el pecho—, pa’ que sea mío unos días, pe.

—No mames —frunció el ceño.

—Like a date? —(¿Como en una cita?), preguntó Canadá, sin entender bien aquello

—Mejor prestámelo a mí, che.

—Eu também quero —(Yo también quiero), Brasil elevó su mano solo por seguir el juego.

—Ni cagando —México se abrazó al más alto, porque iba a protegerlo de esos pendejos.

—I’m sorry —(Lo siento), Canadá deslizó sus dedos por los cabellos del tricolor—, but I only have dates with Mexico —(pero solo tengo citas con México), le besó la frente—, So I can't accept—(así que no puedo aceptar).

 

México no podía estar más feliz o enamorado, Canadá solo rio bajito sintiendo sus mejillas rojas, y los demás… sintieron envidia de la buena al ver eso. Ellos querían a alguien así también.

 

—Voy a llamar a Ecuador. Él se compara con…

—¡Con mi hermanito no, gonorrea!

—Aparte el pibe está con la gorda.

—Yo creo que llamaré a Alemania —susurró Chile sosteniendo su pecho.

 

Así terminó la primera peda latina en la que Canadá participó.

Tal vez a futuro participaría en otra.

O tal vez no.

 

 

 

Notas finales:

 

No sé qué hice aquí jajajjajaja, perdón.

Krat los ama~

Besos~

 


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