Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Resolviendo dudas existenciales por Sioa Shun

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Martes 28 de Mayo del 2019.


Resolviendo dudas existenciales.


Capítulo 9: Dudas resueltas y finales felices.


By Sioa Shun Uchiha-san.


Esa semana en el trabajo había sido más tranquila. El ciclo había terminado ¡Al fin! Takano-san había estado satisfecho con sus teorías respecto a las correcciones de los storyboards y finalmente, el día jueves de esa semana, su jefe le había informado que le sería asignada una autora novata. Ese mismo día se vio metido en una de las tantas salas de juntas de la editorial Marukawa para conocer a Himura Anne, una joven amable de carácter apacible.


Hervía de felicidad al saber que finalmente era un editor, no un simple asistente, aun así Takano-san había asignado a Onodera-san como una especie de supervisor, estaba a gusto con eso, después de todo aun era demasiado nuevo y aunque estaba feliz le daban demasiados nervios no hacer bien su trabajo con su primera autora, la emoción y las ansias se mezclaban creando sentimientos complicados de explicar.


Después de su charla el fin de semana anterior con su novio las peleas habían disminuído, ahora solo estaban las discusiones cotidianas respecto a que Usami dejara de fumar al mismo tiempo que bebía café, o que dejara de confundir la tazas para líquido caliente o frio, desacuerdos comunes de toda pareja que convive, desde el típico "Ya te dije que sacaras las sábanas tres veces" hasta él "¡Déjame tranquilo que estoy cocinado" cuando su escritor se disponía a acosarlo cuando estaba preparando la cena.


La semana había transcurrido con tanta normalidad que era como un pequeño bálsamo de paz en su siempre caótica existencia. Él era un chico ordinario, tan común como cualquiera, pero su vida parecía estar siempre vinculada a rarezas y dificultades que nada tenían de normales. Tanta tranquilidad no era algo tan bueno, era como la quietud que se siente antes de una tormenta.


Ese día sería el día ¡El fatídico día! No estaba preparado, toda su paz interior estaba trastocada. Alzó la vista desde su cubículo de trabajo al reloj de pared, en solo media hora saldría de la oficina y sabía que Usami Akihiko estaría esperándolo en la entrada en su flamante deportivo rojo para llevarlo al matadero.


Bueno, estaba exagerando, no iría al matadero pero si se sentía como si cargara en sus hombros con el peso de un condenado a la horca. El fin de semana anterior, no sabía qué clase de espíritu lo había poseído y había tomado una determinación peligrosa. Había decidido que ese viernes hablarían ambos con su hermano sobre su relación.


Todas sus dudas estaban bullendo en su mente como si se tratara de un caldo de pollo al fuego, Usagi le había dicho que no debía preocuparse, que todo saldría bien, esas grandes manos frías que parecían calentarse paulatinamente mientras más tiempo juntos estaban paseándose sobre sus cabellos si que lo calmaban, pero era algo momentáneo, ahora mismo no se sentía para nada relajado.


Estaba revisando las líneas generales el argumento del tomo unitario que su primera mangaka a cargo sacaría pero no podía concentrarse. Simplemente seguía reproduciendo en su cabeza la desagradable imagen del rostro decepcionado de su hermano.


Ya le habían avisado a Takahiro que irían esa tarde y que probablemente se quedarían a cenar, su hermano tan amable y cálido como siempre había celebrado la idea alegando que Mahiro y su esposa estarían muy felices de verlos, ya que hacía un tiempo desde la última visita.


Las agujas del reloj seguían su curso marcando el paso inexorable del tiempo que lo llevaría a afrontar su realidad y las decisiones que como él adulto en formación que hera había tomado y de las cuales ya era tarde para retractarse.


-Takahashi-kun ¿Cómo vas?- La voz de Onodera-san lo había sacado de sus pensamientos y giró su mirada a él dedicandole una sonrisa que intentaba ser genuina pero que se había quedado a medio camino entre una mueca nerviosa y un gesto asustado.


-¡Bien, bien, Onodera-san! ¡No se preocupe!- Explicó rapidamente.


-Oh, no te ves muy bien.- Comentó haciendo una mueca. -¿Te sientes mal acaso o es que pasa algo con el trabajo?


-No, no, no se trata de eso ya terminé de leer lo que Himura-sensei me envió.


-Bueno, yo ya iba de salida ¿Nos vamos juntos?- Ofreció, aprovechando que su amante estaba hablando por teléfono, demasiado distraído como para captar su intento de huída antes de que el morocho lo obligara a volver juntos a casa.


-Ah, Onodera-san, hoy no podré acompañarlo, Usag-Usami-sensei vendrá a recogerme tengo algo que hacer.- Explicó nerviosamente rascando su nuca con su mano derecha. -Pero espereme un momento que preparo mis cosas y bajamos juntos. - Dijo levantándose mientras se disponía a apagar la computadora.


-Claro, no hay problema. - Aceptó el mayor con gesto apacible mirando con algo de preocupación la torpeza de su compañero que en un primer intento de ponerse el saco lo había hecho al revés, y al segundo intento había aprovechado mal los botones. -Takahashi-kun ¿Seguro estas bien?


-¡Si! ¡Si! Solo estoy algo distraído.- Alegó entre risas acomodándose la ropa y tomando el maletín para luego encaminarse a la salida junto a Ritsu.


-¡Onodera! ¡Takahashi! ¿Dónde creen que van?- Gritó Takano desde su escritorio mientras colgaba el teléfono, haciendo a ambos castaños detenerse. -¡Esperenme! - Decretó severamente.


¡Mierda! ¿Por qué nunca podía escaparse de ese infeliz? Ritsu dio una larga y profunda inhalación mientras negaba suavemente con su cabeza.


-Lo esperamos, Takano-san.- Contestó con tono un poco más alegre Misaki, sintiéndose un poco incómodo ante la mirada infinitamente traicionada que le daba el hombre a su lado. Aparte de ellos el único que quedaba en la oficina era Hatori pero imaginaba que pronto se marcharía después de todo el jefe estaba tomando sus cosas para irse. Estando a inicio de ciclo era raro que se quedarán más tiempo del que marcaba su horario laboral.


Los tres se encaminaron al ascensor y Misaki soltó un largo suspiro una vez dentro del metálico cubículo, mirando casi con dolor cómo se iban marcando los pisos que bajaban.


-Takahashi-kun, no es mi intención ser molesto, pero en serio no te ves bien ¿Qué ocurre?- Preguntó Ritsu, llamando la atención de Takano que entonces posó sus ojos almendrados en su nuevo subordinado.


-No es nada Onodera-san, no se preocupe. - El gesto entre triste y preocupado hizo que ambos mayores compartieran una mierda, Onodera preocupado y Masamune sinceramente curioso.


-No está bien mentir a tus superiores, Takahashi. - Alegó el morocho cruzado de brazos. -¡Te ordeno que nos digas que te pasa! Soy tu jefe.


-¡Esto no está dentro de tus competencias, Takano-san!- Reclamó en un grito molesto el castaño mayor.


-Oh, bueno... - El ascensor había llegado a planta baja y tras bajar, el editor novato pudo ver desde su lugar, por las puertas de cristal de la editorial el deportivo rojo de su novio esperando estacionado en la entrada con su flamante dueño apoyado en la carrocería, enfundado en un traje costoso, usando lentes de sol de cristales celestes y sosteniendo un cigarrillo contra su boca. -Mierda...- Jadeó entre dientes, él no decía muchas malas palabras, pero esta vez lo ameritaba. Los nervios crecían cada vez más e instintivamente retrocedió, ganándose una mirada curios de sus compañeros.


-Ah, así que tiene que ver con Usami-sensei.- Comentó divertido el morocho. -¿Escapas de él?


-¡Yo no estoy escapando! Es solo... No, no importa. - Respirando profundo intentó recomponer su estado y atreverse a ir al encuentro de su pareja.


-¿Acaso pelearon?- Consultó con más tacto Onodera.


Misaki lo pensó un segundo y luego negó con su cabeza. -No, pero... iremos a ver a mi hermano mayor. - Explicó de forma taciturna, mientras caminaba con pasos lentos a la salida. -Le diremos de lo nuestro y estoy muy ansioso. - Al notar que había dicho semejante cosa en voz alta se giró a ver de golpe a ambos sorprendidos adultos con un brutal sonrojo en su rostro. -¡Olviden que dije eso! ¡Por favor! ¡Los veré el lunes! ¡Buen trabajo! ¡Adios!- Las palabras salieron totalmente atropelladas, amontonadas unas sobre otras de forma casi incomprensible y luego de girar su cuerpo salió corriendo de la editorial, subiendose al auto del afamado novelista sin siquiera haberlo saludado y una vez dentro se puso el cinturón de seguridad, ocultado su rostro en sus dos manos ¡¿Por qué hablaba sin pensar?! ¡Se odiaba por ser tan transparente a veces! Apenas si registró a su novio subiéndose en el asiento del conductor, estaba demasiado abochornado, solo quería que todo eso terminara rápido.


-Oh, así que Takahashi va a formalizar su relación... ¿Por qué no puedes ser así, Ritsu?- Preguntó Takano mientras salía del edificio y caminaba junto a su pareja.


-¿Por qué no te atragantas con tu lengua y te mueres, Takano-san?- Contestó con otra pregunta el castaño, casi escupiendola entre sus dientes con molestia pero con el rostro ardiendo. ¡Cómo si hubiera algo que formalizar entre él y Takano! Bueno, si, eran pareja ¡Pero eso no quería decir que tuviera que decírselo a nadie! ¡Estúpido Takano! ¡Odiaba cuando ese hombre podía hacer latir su corazón tan rápido sin su propio consentimiento!


Por su parte Masamune no pudo más que reír mientras veía a su novio caminar aceleradamente frente a él rumbo a la estación.


-.-.-.-.-.-.-


El camino había sido silencioso pero una vez que el deportivo rojo estacionó frente a la casa de su hermano en un barrio de los suburbios respiró con suma pesadez.


-Misaki, ya llegamos. - Comentó Usami, girando a mirar a su novio con una sonrisa suave. -Tranquilo, todo saldrá bien. - Alegó estirando una mano para acariciar los castaños cabellos del menor.


-No sé cómo puedes estar tan seguro, Usagi-san.


-Si aún tienes dudas entonces podemos dejarlo para otra ocasión y tener una visita normal. - Ofreció pero para Misaki no fue difícil ver la leve sombra de desilusión y tristeza en los ojos amatistas de su pareja.


-No, soy un adulto, dije que se lo diríamos y se lo diremos hoy.- Le temblaban las piernas, no había ni un gramo de seguridad en sus palabras, Akihiko podía imaginar perfectamente unas orejitas gachas sobre la cabeza del joven y una cola insegura escondida entre sus piernas.


-Oh ¿Qué haré? Cada vez eres más y más adulto, Misaki.- Alegó con tono soñador, jugando con sus cabellos en un gesto dulce.


-¡Ey! ¡Usagi-san! ¡No es momento de hacer eso! ¡No soy un niño!- Protestó peinándose un poco las alborotadas hebras y acomodando con nerviosismo el traje semiformal que usaba para ir a la oficina.


-Bueno, vamos entonces.- Tras esas palabras el escritor descendió del vehículo y volteó a ver a su joven pareja que aún permanecía insegura dentro, iba a volver a insistirle en que dejarán aquello para otro momento, quizás había presionado demasiado a Misaki, sin embargo lo vio cerrar sus ojos, respirar profundo y luego tomar con seguridad la manija de la puerta para después salir del auto con decisión. Cierto, Misaki ya no era un adolescente tonto, seguía siendo un poco atolondrado pero cada día que pasaba se convencía más y más de que su pareja estaba volviéndose un hombre admirable.


Caminaron juntos hasta la entrada, y el castaño con un leve temblor en las manos tocó el timbre.


-¿Diga? - Se escuchó la voz femenina de su cuñada desde el intercomunicador.


-Somos Misaki y Usagi-san, Onee-san. - Contestó en tono alegre Misaki.


-¡Misaki! ¡Misaki!- Se escucharon los gritos de su sobrino que ya hablaba un poco mejor y cada día se volvía más y más parlachín, eso hizo sonreír al editor.


-¡Enseguida voy, Misaki!- Contestó Manami con voz alegre.


La conversación se cortó y apenas un minuto después la puerta era abierta por la castaña mujer. -¡Bienvenidos! ¡LLegan temprano! Takahiro aún no regresa, pasen. - Los invitó con alegría.


Tras entrar y sacarse los zapatos en el genkan no demoraron en ser recibidos por el niño que ya correteaba con menos torpeza gritando alegre el nombre de su tío.


-¡Oh! ¡Mahiro! ¡Has crecido tanto! - Misaki no demoró en tomarlo en sus brazos, arrojándolo al aire con alegría pero siendo cuidadoso entre los gritos y las risas de la criatura, ignorando deliberadamente la atmósfera de celos que su pareja estaba creando en torno a él.


-Usagi-san ¿Qué le gustaría tomar? ¿Té? ¿Café? - Ofreció cordialmente la mujer mientra se dirigía al salón de la casa.


Con un aura de infinita molestia el millonario se sentó en el sofá, mirando con recelo a ese mocoso que monopolizaba la atención de su novio. -Un café estaría bien, Manami-san.- Contestó con el tono más amable de su repertorio.


-Takahiro llegará pronto del trabajo, no debe demorar mucho. ¡Mahiro! ¡No molestes a tío Misaki, hijo!- Regañó al niño que inquieto tiraba de la corbata del editor.


-No te preocupes, Onee-san, no me esta molestando ¿Necesitas ayuda en la cocina?- Se ofreció solícito como siempre.


-No, nada de eso, ya ayudas bastante ocupándome de Mahiro, cada día es más travieso.- Comentó la mujer con alegría. -¿Quieres un té?


-Eso me gustaría, Onee-san.


-Bien, en seguida lo llevó para allá.- Dijo la castaña perdiéndose dentro de la cocina.


-¡Misaki! ¡Misaki! ¡Veni! ¡Mirá! ¡Mirá!- El niño había arrastrado a su tío al sector donde tenía su alfombra regada de sus juguetes para mostrarle cada uno de ellos con emoción, balbuceando historias que su tío no estaba realmente entendiendo pero que de todos modos se empeñaba por alentarlo con entusiasmo a que las continuara, jugando con él.


Amaba a su sobrino, quería mucho a su cuñada, amaba a su hermano, las dudas de sobre la conversación que tendrían podría terminar en desastre seguían atormentando. Una parte de él moriría de la tristeza si perdiera a la única familia que le quedaba solo por estar enamorado de un hombre diez años mayor que él.


Takahiro estaba demorado y eso era algo que internamente agradecia, aquella era una profunda dicotomía, quería que su hermano llegara de una vez para poder hacer lo que había ido a hacer y terminar de una vez con sus dudas, para aclarar las cosas, para saber que pasaría de allí en adelante y al mismo tiempo quería que su hermano nunca llegara para no tener que cruzar el aterrador puente que se hergía altivo frente a él.


En algún punto de la tarde entre el té, las conversaciones sobre la futura novela del exitoso autor, la vida cotidiana de la familia que habitaba esa casa, el trabajo de Misaki y los juegos con el niño, Mahiro se había dormido.


Manami se había disculpado y había tomado al chico en brazos para llevarlo a descansar más cómodamente en su cuarto, dejando solos a los amantes.


-Odio que no me prestes atención cuando estas con ese mocoso.


-Usagi-san, es un bebe todavía y es el hijo de tu mejor amigo ¿Podrías no ponerte celoso de él?


-Te monopoliza.


-Es un bebe.


-No me prestas atención.


-Mi vida no gira en torno a vos, gran Usami-sensei.- Dijo pronunciando con sarcasmo el apellido de su amante junto al honorífico.


-Debería hacerlo. - Alegó el caprichoso hombre cruzándose de brazos y mirando a un lado.


-Usagi-san.- Resopló con reproché y estaba a punto de estirarse a tomar las tazas para llevarlas a la cocina cuando una gran mano se cerró en torno a su brazo, fue tirado hacia atrás y unos gruesos labios con sabor a tabaco se posaron en los suyos. -¡Usagi! ¡¿Qué haces?! Onee-san podría habernos visto...- Murmuró con enojo y bochorno.


-Te lo mereces por ignorarme.


-Madura de una vez, Usagi-san. - Protestó tomando las tazas para llevarlas a la cocina.


-¡Ya llegué! - Se escuchó el moderado grito desde la entrada junto al sonido de la puerta abriéndose, un instante después el dueño de casa se apersonó en el living. -¡Ah! ¡Usagi-san, qué gusto verte!


-¡Bienvenido, Takahiro! - Saludó levantándose para estrechar la mano de su amigo. -Manami-san esta en el cuarto con Mahiro, ya regresa.- Le informó a su amigo con una sonrisa.


-Oh, ya veo ¿Los hice esperar demasiado? Lo lamento mucho, hoy surgió un problema en la oficina y tuve que quedarme más de la cuenta.


-No te preocupes hermano, lo entendemos.- Dijo Misaki mientras entraba a la estancia. -Bienvenido.


-¡Misaki! - Sin mucha ceremonia el hombre abrazó a su hermano para saludarlo. -Me alegra verte, fue un tiempo desde la última vez que nos vimos ¿Cómo has estado? ¿Qué tal el trabajo?


-Hermano, ya no soy un niño. - Se quejó débilmente al sentir la mano de su hermano deseándolo cariñosamente. -Pero estoy bien, todo está saliendo muy bien, ya tengo una autora designada desde ayer.- Explicó sonriente.


-¡Oh! ¿En serio? ¡Ya eres todo un editor! ¡Felicidades, Misaki! - Felicitó alegremente con una enorme sonrisa en sus labios mientras dejaba a un lado su maletín y se sentaba uno de los sofá de la estancia.


-¡Querido, bienvenido! - Saludó Manami, acercándose a saludar a su esposo con un leve beso en su mejilla. -Mahiro está dormido, jugó toda la tarde con Misaki y está agotado.


-Que bueno.- Comentó sonriente el hombre. Misaki los observaba desde el sofá de dos cuerpos que estaba compartiendo con su pareja, su hermano y su cuñada eran un matrimonio hermoso, se amaban y eran una familia feliz, la calidez de su hogar se podía sentir en cada rincón de la casa, se sentía cómodo ahí, querido, amado, en familia.


-Oh, por cierto, Misaki ¿A qué se debe la visita? Me sorprendió un poco cuando Usagi-san me dijo que querían venir a vernos hoy. ¿Era para decirme que ya tienes un autor a cargo? - Preguntó con alegre inocencia.


El nudo comenzó a formarse de nuevo en la boca del estómago del menor en la estancia, trepando por su garganta y volviéndolo incapaz de hablar. Ahora era el momento, tenía que elegir, o se ponía los pantalones o escapaba por el camino fácil poniendo de excusa su autora designada y ganas de ver a su hermano. Solo habían pasado segundos desde que la pregunta fuera formulada pero la mirada significativa de su novio a su lado y el gesto inocente y dulce de su familia estaban haciéndolo sentir acorralado y como si aquél instante estuviera durando horas.


-Yo...- Murmuró para luego apretar sus labios, respiró profundo y apretó sus piernas juntas mientras apoyaba ambas manos sobre sus rodillas ligeramente inclinado hacia el frente su su cabeza algo baja. -En realidad, hermano, hay algo de lo que me gustaría hablarte y no tiene que ver con el trabajo...- Se limitó a contestar desviando levemente la mirada a un costado.


Los tres adultos mostraron sorpresa a diferentes niveles, sin embargo Akihiko tenía una sonrisa pacífica e indisimulable en sus labios, por un momento había dudado que el chico fuera capaz de seguir adelante con su determinación pero sus preocupaciones habían sido inocuas.


-Ya veo ¿De qué se trata, Misaki? - Preguntó Takahiro aún algo impresionado pero curioso y alegre, si su hermanito quería hablar con él de algo no podía más que mostrarse dispuesto, aunque estaba algo preocupado, esperaba que no fuera nada malo y que el chico no estuviera metido en problemas.


-Ah, bueno... es algo complicado de explicar.- Comenzó con nerviosismo, riendo ansiosamente mientras se incorporaba un poco con su mirada aun desvíada, incapaz de encarar al mayor mientras rascaba levemente su nuca con una mano.


-¿Es algo malo, Misaki?- Preguntó serio y preocupado, con ese gesto de hermano mayor escrito en toda su cara, listo para dar su ayuda en lo que fuera que estuviera aquejando al menor. -¡Ah! ¡No me digas! ¿Vas mudarte solo? - Preguntó con cierto entusiasmo. No tenía porqué ser negativo, quizás su hermanito ya estaba listo para dar el paso de ser un hombre independiente y soltero, viviendo por su cuento como es debido.


-Prepararé más té.- Ofreció Manami, a quíen el gesto molesto del escritor ante las palabras de su esposo no le había pasado desapercibido. Intuía que las cosas no iban por el lado que su marido pensaba, iban a necesitar té, la tensión de Misaki tampoco era algo que pudiera pasar por alto.


-Gracias, Onee-san.- Dijo Misaki mientras veía a la castaña ir rumbo a la cocina antes de posar sus verdes ojos en los de su hermano. -Y no, no voy a mudarme, hermano.- Se limitó a explicar algo apresurado.


-¿No? ¿Cuando piensas hacerlo? Hace tiempo que te graduaste y ya estas estable en tu trabajo, hasta tienes un autor a cargo ¿Quién es por cierto? Misaki, entiendo que es dificil vivir solo y que puede asustar un poco al principio, que los gastos son muchos y que encontrar piso es algo complicado pero no puedes quedarte en casa de Usagi-san para siempre. - Explicó con una sonrisa amable, regañando al menor con ese tono tan suyo, tan amable y apacible, sin notar lo mucho que sus palabras estaban alterando a ambos invitados.


Misaki estaba cada vez más tenso, no sabía cómo seguir la conversación, las palabras se borraban de su mente, sentía el cerebro embotado y sus pensamientos se nublaban. -Si, bueno, eso lo sé pero... - Balbuceó inseguro.


-Pero nada, Misaki, ya eres un hombre y...


-¡Takahiro! - Interrumpió el escritor quien ya no podía permitir que la conversación siguiera por esos rumbos, veía claramente que su novio estaba alterandose y no quería que eso pasara. -Misaki puede quedarse en mi casa por cuánto tiempo él quiera.


-Ese no es el problema, Usagi. - Contestó el hombre dando un largo suspiro. -Misaki tiene que independizarse.


-Pero Takahiro.


-Aquí está él té. - Interrumpió Manami, entregando el té a su cuñado y su esposo, poniendo también una taza de café frente al escritor para luego sentarse junto a su marido.


-"Onee-san, que oportuna." - Pensó Misaki mientras tomaba la taza. -Gracias, Onee-san.- Dijo mientras daba el primer sorbo, tranquilizandose un poco al sentir el líquido caliente acariciar su garganta al tragarlo. -De todos modos, hermano no era eso de lo que quería hablarte. - Dijo intentando retomar la conversación y dejar el tema de su "independencia" para más tarde.


-¿Entonces de qué se trata?- Cuestionó el hombre ya intrigado cuando una idea llegó a su mente y su sonrisa se amplió. -Será acaso... ¿Una novia?


Misaki sintió su rostro enrojecer, Akihiko a su lado se había tensado y apretaba la taza en su mano con excesiva fuerza, por el rostro de su pareja sabía que estaba al límite de su paciencia y que ciertamente, el afamado autor mataba por un cigarrillo en ese momento.


-¡No! ¡Bueno!... Yo... ¡Esto...! ¿Qué iba a decir? - Comenzó a divagar dejando la taza con su té en la mesa de centro para luego comenzar a gesticular con sus manos. -En realidad no es... bueno si, pero no, quiero decir, la verdad es qué...- Se silenció cerrando sus ojos y luego hizo una pronunciado reverencia. -Si, si tiene que ver con eso hermano.- Soltó finalmente alzando quizás un poco por demás su voz.


-¡Ah! ¿En serio? ¿Quién es? ¿Cómo la conociste? ¿Es una compañera del trabajo? ¿Cuándo vas a presentarnosla? ¡Estaríamos muy felices de recibirla! ¿Cómo se llama? - Takahiro se veía inmensamente feliz, a su alrededor parecían revolotear flores y corazones, su gesto era tan genuinamente contento que fue como si el peso sobre los hombros de Misaki aumentará dos o tres veces más.


-Cariño, estás agobiandolo. - Comentó Manami, apoyando una de sus delicadas manos sobre las de su esposo, dándole un par de golpecitos leves para calmarlo.


-Lo siento, lo siento, no fue mi intención.


Misaki giró su rostro, buscando el de su pareja. Akihiko lo miraba expectante y preocupado, sin embargo no demoró en contemplar una suave sonrisa y ver reflejada en sus ojos amatista la frase "Todo estará bien" siendo acompañada con la mano que despreocupada acariciaba sus cabellos en un gesto dulce que intentaba darle ánimos.


Akihiko se moría por ser él quien tomara la mano del castaño, tirar de él para poder besar hambrientamente sus labios y decirle un rápido "Somos novios" a su amigo para luego salir de ahí y llevarse a su pequeño amante a un hotel de lujo para tener una apasionada noche. Sin embargo, a base de muchas peleas, había madurado un poco, para Misaki este era un tema delicado, tenía que respetar la voluntad del chico y dejar que manejara el asunto a su manera, no podía ser impulsivo, si su castaño no se lo pedía entonces no intervendría por mucho que todo su cuerpo estuviera gritandole que lo hiciera.


Manami por su parte veía esa interacción entre los hombres con ojo crítico, desde que vió a Misaki y Usagi-san viviendo juntos por primera vez había sospechado que algo había entre ellos y sus dudas se acrecentaban con el correr del tiempo, desde la primera vez que Misaki los visitó en Osaka con su reacción desmedida ante las palabras de su esposo sobre el escritor hasta cada navidad donde podía notar las miradas entre esos dos hombres cuando se daban los buenos deseos, todo le hacía creer que entre ellos las cosas eran más grandes que solo amistad. Muchas veces se había regañado a si misma sobre esos pensamientos, que no podía asumir semejantes cosas de la vida privada de su cuñado, pero es que cualquier persona dudaría cuando notaba esos gestos cariñosos y el empeño que ponía el joven en quedarse viviendo con el escritor cuando ya no habían razones para continuar compartiendo casa.


Podía ser que ella estuviera viendo fantasmas, pero ante ella estaba el presentimiento que lo que estaba pasando ahí, en esa habitación, era un intento de formalizar una relación. No pensaba decir su opinión, solo se sentaría y escucharía, preparada como toda buena esposa para contener a su marido en caso de él necesitarlo si es que las cosas tomaban el rumbo que ella estimaba.


-Hermano. - Misaki finalmente retomó la palabra, llenando su pecho de valor mientras miraba con un semblante serio al mayor. -Yo, antes de contestar a tus preguntas tengo que aclararte algo.


-¿Aclararme algo? ¿De qué se trata, Misaki? - Preguntó Takahiro algo descolocado por sus palabras pero sin perder su alegría.


-Si, te pedí venir a verlos porque quiero hablarte sobre mi pareja pero...- Tragó saliva, rogando no perder el poco temple que había conseguido tener. -No se trata de una mujer.


El silencio se extendió por la sala y Minami tomó con fuerza la mano sobre la que antes había posado la suya, apretandola un poco, girando su mirada preocupada a su esposo que había perdido la sonrisa y la había cambiado por un gesto de absoluto desconcierto.


-¿Qué dices, Misaki? - Balbuceó con cierta dificultad.


Con el rostro en llamas se obligó a mantener la mirada del mayor. -Que mi pareja es un hombre, hermano.- Explicó con la voz algo temblorosa. -Yo, creí que lo mejor antes de decirte quien es era que habláramos de esto primero... - Se detuvo, dando una dificultosa inhalación para sentir que su pecho oprimido recibía al menos algo de oxígeno. -Hermano, soy gay. - Dijo finalmente, dando una larga exhalación, sintiendo que parte del peso que cargaba abandonaba su cuerpo. -No es una etapa ni nada parecido a eso, yo sé que es extraño y todo pero he pensado mucho en esto y yo llegué a la conclusión de que me gustan los hombres y eso es...- Comenzó a balbucear hablando rápido y sintiendo que sus pensamientos perdían forma, intentaba justificarse, explicarse, pero es que no encontraba argumentos para exponer, había cosa que simplemente no podía decir y otras que creía innecesarias aclarar, había pensado durante toda la semana como comenzaría y mantendría esa charla pero ahora mismo todos los monólogos ensayados en el espejo del baño habían desaparecido de su memoria y el rostro cada vez más serio de su hermano no hacía más que orillarlo a un pronto ataque de ansiedad.


-Misaki. - Lo interrumpió Takahiro soltando suavemente la mano de su esposa mientras se inclinaba hacia el frente, apoyando los brazos en sus rodillas mientras entrelazaba sus manos. -¿Por qué estas...?


-¡Takahiro!- La voz de Akihiko se mezcló con la de Manami al pronunciar ambos ese nombre al unísono, ambos en tono bajo y preocupado, sonaba a una advertencia, sonaba a reclamo, los dos adultos estaban advirtiendo y rogandole porque el hombre cuidara las palabras que estaban a punto de salir de su boca.


Misaki tenía los ojos empañados, sentía que iba a llorar en cualquier momento, la mirada dura del mayor era algo muy dificil de sostener, pero estaba callado, esperando, necesitando que su hermano terminaba de hacer la pregunta que había dejado a medio camino.


Manami por su parte apoyó su mano en la espalda de su esposo con sus ojos llenos súplica y preocupación. Nunca habían tocado un tema como aquel, no sabía que pensaba Takahiro de la hmosexualidad y estaba asustada, no quería pelear con su esposo, pero esta vez estaría del lado de su cuñado. Suavemente movió su mano en una caricia delicada sobre la espalda enfundada por la chaqueta del traje de su pareja, ofreciendo consuelo y apoyo, intentado calmar las emociones que él estaba sintiendo, tratando de calmarlo de alguna forma.


Takahiro resopló, sus ojos seguían clavados en su hermanito, lo veía y veía al tierno niño de ocho años que se aferraba a él durante el velorio de sus padres con sus ojos llenos de lágrimas mientras él juraba que se haría cargo de criarlo. Amaba a su hermano, era su familia, siempre había velado por él, toda la vida había estado a su lado cuidando su bienestar, su felicidad, intentado que el chico fuera más caprichoso, que dijera lo que sentía, lo que quería, tratando de hacerle ver que él no era una molestia, intentado desesperadamente que el chico dejara atrás las culpas y dejara de sentirse una carga para los demás. Cuando se casó quiso darle a Misaki todo lo que le había faltado al no haber crecido en el seno de una familia bien constituida, quería hacerle sentir el calor de un hogar pero las cosas no habían salido como él había pensado. Misaki había querido seguir viviendo con Usagi-san, su mejor amigo desde hacía años, no estaba dispuesto a aceptar eso al principio, ofendido y molesto al pensar que su hermano se sentía una molestia, que estaba negándose a sí mismo la posibilidad de una familia por temor a importunar en su vida de recién casado, sin embargo, terminó cediendo cuando Usagi le explicó los motivos.


Luego de que su hermano se recibió y consiguió un trabajo había estado esperado ansioso el momento de felicitarlo por su adultez e independencia en cuanto el chico fuera a vivir solo, quería verlo realizado y feliz pero nuevamente se había encontrado con excusas de parte de su castaña adoración, excusas muy válidas, pero estaba cada vez más preocupado porque el chico estuviera negándose a crecer, que quedarse en casa de Usagi fuera un escudo, temía que Misaki estuviera asustado de emprender una nueva vida, que temiera decepcionarlo y pensó que presionarlo un poco para que continuara con su vida era lo que el chico necesitara, presionarlo solo era otra forma de mostrarle afecto, era su forma de intentar darle confianza, de decirle que él confiaba en que podía convertirse en un adulto autosuficiente.


Y ahora estaban ahí, en la sala de su casa con su hermano temblando y con ojos llenos de lágrimas mientras le confesaba abiertamente su homosexualidad. Estaba molesto, furioso, y era algo difícil de controlar, agradecía que su adorada esposa estuviera a su lado, acariciando su espalda y dándole ánimos, también estaba contento de que tanto ella como su mejor amigo lo hubiera detenido antes de decir las cosas de una forma que pudiera dañar a su tesoro.


-Misaki...Lo que necesito saber ahora es ¿Por qué no dijiste esto antes? ¿Hace cuánto lo sabes?- Cuestionó, su voz había salido más severa de lo que pretendía, pero menos el tono no era agresivo.


Controlando sus ansias de llanto, el castaño negó suavemente con su cabeza. -No sabía cómo decirlo.- Intentó explicarse. -No estaba seguro de cómo tomarías esto y temía tu reacción, además no es algo que realmente haya pensado hasta hace poco tiempo.- Continuó intentado que su voz no sonara ahogada, le costaba demasiado modular sus palabras bajo los tres pares de ojos que lo escrutaban, aunque en ese momento, solo estaba pendiente de los de su hermano. -Hace poco menos de un mes que llegué a la conclusión de que si, soy gay, no es una etapa ni algo aleatorio, mi pareja me ayudó a comprenderlo, no tenía con quien hablarlo y sobre-pensé muchos las cosas, él hace tiempo que quería decirte de lo nuestro pero yo me negué porque tenía muchas dudas, no de nuestra relación, sino de que yo no fuera capaz de contestar tus preguntas o las que yo mismo me hacía, es muy difícil de explicar todo esto pero... Una vez alguien me dijo que no puedo sostener nada con sentimientos mediocres y sentía que venir a decirte las cosas con mis dudas aclaradas a medias era algo parecido a sentimientos mediocres.


Akihiko estaba sorprendido, infinitamente orgulloso y al mismo tiempo absolutamente furioso con su padre y sus estupideces que volvían tan vulnerable a Misaki. En momentos así odiaba a su padre por minar la mente de su joven pareja con sus ideas absurdas.


Takahiro apretó con fuerza sus manos juntas y frunció más el ceño. -¿Por qué Misaki?- Cuestionó mientras veía a su hermano llorar, asustado, vulnerable, haciendo un esfuerzo sobrenatural para mantenerle la mirada entre temblores.


-Lo siento, hermano, yo no quería decepcionarte.


-¡Misaki!- El grito había cortado el aire tenso que los rodeaba, y Takahiro había saltado de su asiento para aproximarse con pasos demasiado rápidos al menor. Manami y Akihiko se llenaron de pánico al ver al hombre abalanzarse sobre el editor pero el cuerpo de ninguno de los dos reaccionó lo suficientemente rápido como para detener al Takahashi mayor.


La escena fue un shock para todos en la sala, Akihiko se había parado tarde para frenar a su amigo pero lo que ahora venían sus ojos era algo inesperado en esas circunstancias.


Takahiro estaba envolviendo el cuerpo de Misaki entre sus brazos, arrodillado frente a él mientras acunaba el rostro de su hermano contra su pecho. -¡No seas tonto, Misaki!- Pronunció mientras lo aferraba contra él. -Lo que estoy intentando averiguar es ¿Por qué no confiaste en mí para decirme esto? ¿Tan mal hermano fuí para que pensaras que iba a despreciarte por algo como esto? Nunca quise que pensaras que no podías confiarme estas cosas, puedo ser estricto y sobreprotector, pero lo único que quiero es que seas feliz, es todo lo que he deseado siempre. - Afirmó mientras apretaba un poco sus brazos en torno al menudo cuerpo que contenía entre ellos.


Las manos del castaño se habían aferrado a su espalda y sentía las cálidas lágrimas contra su pecho. -Lo siento, Misaki, estoy enojado pero no contigo y no por lo que me dices, estoy enojado porque no fue lo sucificientemente capaz de hacerte sentir que podías contar conmigo, que podías contarme estas cosas, que puedes ser caprichoso y decir y pedir lo que sea que te quieras para ser feliz porque yo no dudaría en dartelo si estaba en mis manos. Creí que había sido bueno, pero veo que fallé en muchas cosas si no pude darte la confianza de ser honesto.


-Hermano.- Murmuró entre llantos el menor, las otras dos personas para él habían desaparecido, no podía hacer más que llorar contra el torso que lo contenía y que le traía viejos recuerdos, como todas aquellas veces en que las tormentas lo asustaban y su hermano estaba ahí para distraerlo para cuidarlo, todas las veces que su hermano trabajó horas y horas sin descanso para darle lo que necesito, recuerdos de aquellas ocasiones en que se despertaba de pesadillas que lo hacían llorar y Takahiro le daba permiso para dormir juntos y contarle historias felices para hacerlo dormir de nuevo. Ese pecho era seguro, era cálido, le hacía sentir protegido de una forma diferente a la seguridad que le regalaba Akihiko, Takahiro era su hermano, él mismo hermano que siempre fue capaz de todo por él, él que lo había criado abandonado sus propios sueños por su bien, quien había velado por él ¿Por qué había sido tan tonto de pensar que el amor de Takahiro era tan superficial como para desterrarlo de su vida solo porque se sentía atraído por su mismo sexo? -Lo siento, soy un tonto.- Murmuró entre sollozos algo escandalosos y no muy propio de un joven adulto de casi veinticuatro años. -¡Eres el mejor hermano del mundo! ¡Solo soy un tonto! - Repitió.


Akihiko y Manami soltaron casi al unísono un largo suspiro mientras veían enternecidos la fraternal escena ante ellos. Los conmovía desde lo más profundo. Manami se sentía mucho más tranquila, feliz de no tener que pelear con su esposo para interceder en pos del bienestar de su cuñado, por un momento se sintió aterrada, había creído que su marido iba a golpear a Misaki, jamás podría haber defendido semejante reacción, pero ese abrazo entre los hermanos le confirmaba y recordaba los motivos por los que se había enamorado de ese maravilloso hombre, comprensivo, amable, comprometido, responsable, amoroso, protector, sacrificado, su esposo era de esos pocos hombres honestos y valederos que quedaban en el mundo.


-Ya, ya, Misaki, no llores. -Pidió acariciando los cabellos del menor apartándose solo un poco mientras veía con nostalgia el infantil gesto del editor al frotar sus ojos con su muñeca y antebrazo derecho en un intento por deshacer las lágrimas. -Siempre te he dicho que puedes ser honesto conmigo, te esfuerzas demasiado, Misaki. - Pronunció mientras acariciaba su cabeza con tranquilidad, aun arrodillado en el suelo frente al menor.


-Lo siento hermano, es solo que vos siempre esperaste que yo fuera un hombre correcto, que me recibiera, consiguiera un trabajo, viviera solo y me casara con alguna bonita chica y creí que con esto solo te decepcionaría, eres el mejor hermano del mundo, lo peor que podría hacer es decepcionarte.


-No, Misaki, yo siempre desee lo mejor para vos, solo eso, y lo que yo tuviera en mi cabeza para tu futuro podría no ser lo mejor para vos.- Alegó el hombre con una sonrisa. -Mis planes no tienen que ser los tuyos, si, pensé que te casarías con alguna buena mujer y que me darías sobrinos en un futuro pero si yo te pidiera eso, si te pidiera que dejaras a tu pareja o intentara forzarte a dejar de ser gay como lo único que conseguiría es hacerte infeliz y no quiero eso. Si tu felicidad esta con un hombre a tu lado entonces me parece perfecto ¿Si? ¿Está claro? - Preguntó viendo como el chico asentía enérgicamente con su cabeza.


-Gracias, hermano.- Dijo un poco más compuesto. Sentía su cuerpo tan ligero pero al mismo tiempo su cabeza iba a explotar, había llorado demasiado, había explotado de la manera más visceral posible cuando el terror de perder a su familia había inundado su mente y ahora pagaba las consecuencias.


-Ya, ya...- Lo tranquilizó como si fuera un chiquillo, volviendo a sonreír mientras se levantaba y se apartaba un poco de él, tomando su mano como si fuera un niño pequeño. -Vamos al baño a lavarte la cara.


-Hermano, no soy un niño.


-Vamos, vamos, Misaki. - Canturreo en ese tono que era casi un arrullo, él mismo que usaba para calmar a su hijo cuando lloraba sin motivo aparente e ignorando la queja queda del chico se lo llevó al baño, presentía que en ese momento su hermanito necesitaba sentirse querido y aceptado, así que haría el esfuerzo. Seguía molesto consigo mismo por sentir que en parte había fallado como sostén del menor, al haberlo dejado sufriendo solo por ese tema no estaba seguro desde hacía cuánto tiempo, pero al menos ahora Misaki se había sincerado, no podía hacer otra cosa que mimarlo un poco para tranquilizarlo.


-.-.-.-.-.-.-.


-Gracias a Dios todo terminó bien.- Comentó Manami soltando todo el aire de sus pulmones mientras se recostaba contra el respaldar del sofá.


-¡Éste Takahiro!- Resopló el escritor masajeando el puente de su nariz con dos dedos mientras se dejaba caer abruptamente en el sofá para luego mirar en dirección a la mujer frente a él. -Por un segundo pensé que tendría que matarlo a golpes si le levantaba la mano a Misaki.


-No bromee de esa manera, Usagi-san.- Pidió la mujer. -Pero yo también me preocupé, pensé que tendría que pelear con él si se atrevía a hacerle algo así a Misaki.


Esas palabras lo sorprendieron gratamente, al parecer Manami había decidido que apoyaría plenamente a Misaki. -Me alegra escuchar eso, Manami-san, pero no bromeaba, si él hubiera golpeado a Misaki yo le habría devuelto la agresión multiplicada.


-Hum...- Silenciosa la castaña solo hizo esa especie de gruñido mientras miraba entre la curiosidad y la inseguridad a su invitado.


-Manami-san, solo diga lo que está pensado.- Pidió finalmente, algo fastidiado, estaba más allá de su límite de paciencia, ciertamente matarían a quien fuera por un cigarrillo. -Saldré a fumar.


-Lo acompaño.- Declaró para luego guiar al escritor al patio trasero. Una vez afuera el millonario no demoró más que un par de segundos en encenderse su vicio y dar una profunda calada con sus manos aun algo temblorosas, en serio había estado a punto de matar a golpes a Takahiro cuado pensó que él iba a agredir a su novio. Todavía no habían dicho la otra parte de la noticia, parte de la tormenta había pasado pero se sentía todavía en el ojo del uracan donde la calma era pasajera y letal.


Manami miraba al amigo de su esposo parada a su costado y tras dudarlo por varios minutos estiró su mano a él. -¿Podrías convidarme? Solo un poco, dejé de fumar hace años, no podría terminarme un cigarrillo, pero ahora, después de lo que pasó, siento que lo necesito.


Sorprendido el escritor estiró su mano con el cigarrillo encendido. -Claro... No sabía que fumabas.


-Le dije, Usagi-san, lo dejé hace años, antes de terminar la universidad pero casi me da un infarto hace un rato, ahora mismo lo necesito. - Explicó dando una calada antes de devolver el cilindro de nicotina a su dueño, conservando el tóxico humo en sus pulmones por unos segundos antes de exhalarlo. -Usagi-san... ¿Puedo preguntarle algo?


-Manami-san, le pedí que dijera lo que sea que estuviera pensado, en realidad ya no estoy de humor para seguir fingiendo una amabilidad que no tengo.


La mujer río un poco, sabía que el amigo de su esposo era un hombre complicado y algo reacio, pero también con lo poco que lo conocía le parecía una buena persona, Takahiro siempre había hablado de él de buena manera aunque nunca había hecho un esfuerzo por suavizar los defectos del escritor, tales como su falta de paciencia. -Corrijame si estoy equivocada, pero es algo que pienso desde hace ya un tiempo... ¿Usted y Misaki son pareja?


El escritor volteó su mirada a ella con una sonrisa de suficiencia y una mirada llena de interés. -¿Asi qué lo sospechabas Manami-san?


Algo sonrojada la castaña asintió y luego le dedicó una suave sonrisa. -Si, por la forma en que se tratan y la forma en que se miran, siempre pensé que había algo más ahí pero me preocupaba estar inventandome ideas extrañas, ahora con lo que pasó creo que no estaba tan equivocada con mis suposiciones.


-Eres una mujer muy inteligente, Manami-san, Takahiro no se equivocó al casarse contigo.- Comentó con tono más alegre. -Si, Misaki y yo somos pareja ¿Qué piensas al respecto?


-Si son felices, entonces adelante.- Dijo ella con alegría. -Pero si lastimas a Misaki, Takahiro no es el único que va a mandar a matarte. - Explicó mirándolo con severidad instantes después. -Desde el principio Takahiro me explicó su relación con Misaki, siempre estuve de acuerdo con él respecto a que debíamos cuidar de él y desde siempre tuve claro que Misaki sería más un hijo que mi cuñado, eso nunca me molesto, él es un niño dulce, los planes de Takahiro no salieron como lo esperado pero aun así le tengo un gran cariño a Misaki, es como mi hermanito menor y ahora que soy mamá, pienso en qué haría si mi hijo fuera lastimado por alguien o qué haría si Misaki fuera lastimado por alguien y le advierto que voy a cuidar de ambos como quier buena madre que se precie de serlo.


Akihiko estaba sorprendido, pero no pudo evitar que tras el discurso una carcajada baja se escapara de sus labios y los cubrió con la mano por un instante. -Lo entiendo, Manami-san, pero no está en mis planes lastimarlo.


-Me alegra escucharlo, Usagi-san.


-.-.-.-.-.-.-


-Muy bien, ahora hay que secar.- Takahiro estaba manipulando el cuerpo de su hermano como si realmente fuera un niño y ahora tomaba la toalla para secar el rostro del menor.


-¡Hermano! ¡No es necesario! ¡Ya soy un adulto!- Se quejó esta vez con más ímpetu el castaño, arrebatándole la toalla al mayor para secarse por sí mismo. -¿Cuándo dejaras de tratarme como un niño?


El hombre rió alegremente y luego negó con su cabeza. -Lo siento, es solo que quiero que entiendas que te quiero, siempre voy a cuidarte, Misaki.


-Eso lo entiendo, hermano, pero no es necesario llegar a tanto.- Comentó con cierta resignación, Usagi-san siempre hacía lo mismo, cuando se le metía la idea de cuidarlo o consentirlo era demasiado asfixiante.


-Por cierto, Misaki, el resto de mis preguntas sigue en pie.- Comentó el hombre con una sonrisa.


-¿Ah? ¿Qué preguntas?


-¿Quién es tu novio? ¿Cómo se llama? ¿Es del trabajo? ¿Un compañero de la universidad? ¿Hace cuánto salen? ¿Cuándo me lo vas a presentar? Si no es un compañero ¿Donde lo conociste? ¿A qué se dedica? ¿Qué estudio? ¿Lo traerás a cenar con nosotros?


-¡Hermano!- Lo frenó en su perorata con el rostro enrojecido, demasiado abrumado de golpe por sus preguntas y recordando que la parte más importante de la charla todavía no había llegado.


-Lo siento, Misaki, pero quiero saber, me intriga mucho que clase de persona es tu pareja. - Comentó pensativo el mayor


¿Qué clase de persona era su pareja? Pues era un millonario arrogante, pedante e inútil que no sirve para otra que cosa que sea escribir, incluso después de cinco años todavía no aprendía cuales eran las tazas para liquido caliente y cuales lo eran para el frío, era un irresponsable imberbe que no era capaz de cumplir con su trabajo en tiempo y forma, arrastrando a él en problemas cuando no cumplía con sus plazos de entrega, era alguien celoso a niveles casi enfermos en ocasiones que ya había declarado abiertamente que quería encerrarlo para no perderlo de vista un segundo, sumado a eso lo utilizaba sin su consentimiento para pervertidas novelas BL y su familia estaba lleno de lunáticos que.


No, no podía decirle eso a su hermano.


-Bueno... es complicado. -Intentó decir dejando la toalla colgada en su lugar.


-¿Por qué? - Consultó con inocente intriga.


-A ver... ¿Por donde empiezo? - Se preguntó a sí mismo con sus mejillas arreboladas. -Llevamos juntos pues... y se llama... trabaja en... y lo conocí... ¡Eso! - Balbuceó, sintiendo que iba a colapsar. ¿Por qué era tan complicado explicar las cosas? ¡Era pésimo para expresarse! ¡¿Por qué nadie lo comprendía?! ¡¿Por qué Dios lo odiaba tanto y le había otorgado la elocuencia de una piedra?!


-Hum, Misaki, no me estás diciendo nada. - Le hizo notar el mayor, enternecido al ver los nervios del castaño, el sonrojo en sus mejillas le parecía dulce. -Bueno empecemos por lo importante ¿Lo amas?


-¡¿Ah?! ¡Hermano! ¿Cómo me preguntas eso? Yo... bueno... - Tartamudeó aferrando sus manos los bordes del saco de su traje. Bajó su mirada al suelo y encogió sus hombros, intentando buscar las palabras adecuadas empero estas no aparecían. -Yo... si.- Declaró finalmente, alzando el rostro para encontrar la sonrisa sincera de su hermano. -Si, yo lo amo mucho, hermano. - Dijo esta vez con más seguridad pero también mucho más sonrojado.


-¿Y él...? ¿Te ama?


El rostro del editor se suavizó y la tensión se disipó un poco mientras pensaba en su pareja, la sonrisa en sus labios afloró de forma natural y sus ojos se llenaron de amor y alegría. -Si, me ama ¿Sabes? Yo soy él que tiene problemas para decir lo que siente y me cuesta mucho ser cariñoso pero él siempre está diciéndome lo mucho que me quiere, que me necesita, tanto que a veces es agobiante, él quería decirte de lo nuestro desde hace un par de años pero yo era el que tenía dudas y no se atrevía. A pesar de que es una persona un poco complicada es un buen hombre, él... él me hace sentir especial, hermano.- Explicó avergonzado. -A veces me gustaría poder ser un poco como él, porque por mi culpa a veces él se preocupa demasiado, a veces pienso que me gustaría estar con él para siempre.


Takahiro lo miraba lleno de orgullo y profundamente conmovido. -Tienes que presentarme a ese hombre que te hace ver tan enamorado, hermanito.


En ese momento la puerta del baño se abrió de golpe, Akihiko estaba parado allí con sus ojos casi saliéndose de sus cuencas y la boca tan abierta como su mandíbula se lo permitía.


-¡Misaki!


-¡Eh! ¡¿USAGI?! ¡¿Pero qué...?! ¿Hace cuánto...? - Balbuceó casi desesperado, sintiendo que su rostro iba a explotar por culpa del bochorno, retrocendiendo tanto como el diminuto espacio del baño se lo permitía.


-Venía a buscarlos porque se estaban demorando y casualmente escuché su conversación. - Contestó avanzando hasta el castaño, ignorando olímpicamente a su amigo.


-¡MENTIROSO! ¡OLVIDALO! ¡OLVIDALO! ¡OLVIDA TODO LO QUE DIJE! ¡TE LO ORDENO! - Gritó desesperado, moviendo con desesperación sus brazos frente a él.


-¿Acaso eres tonto? ¡Cómo si fuera a hacer semejante cosa!- Sin pensarlo tomó al menor de las caderas y lo abrazó contra su cuerpo. -No es algo común que digas ese tipo de cosas, no pienso olvidarlas nunca. - Le aclaró tomando su barbilla.


-¡Usagi! ¡¿Qué..?! ¡Espe-! - Fue interrumpido por los labios ajenos que silenciaron los suyos en un beso demandante. Alterado comenzó a golpear los hombros del mayor con ambas manos para conseguir que lo soltara. -¡ESTÚPIDO! ¡MI HERMANO, IDIOTA!- Gritó sin aliento cuando logró sacarse de encima al mayor.


-Ah, si...- Con gesto distraído el escritor se giró a ver a su amigo que estaba petrificado en su sitio. -Takahiro sigue aquí, es verdad.


-.-.-.-.-.-.-.-.-.


-Así que... -Murmuró un apenas recuperado Takahiro, sentado en el sofá de la sala mientras miraba a su amigo con un tic nervioso en su ceja.


-Lo siento Takahiro, Misaki hablaba de mi cuando, todas esas cosas bonitas y cursis que te dijo... hablaba de mi. - Comentó con una sonrisa divertida y arrogante mirando desde su posición como Manami intentaba revivir al castaño en la cocina, quién estaba con la frente pegada a la pared mientras la mujer intentaba darle ánimos y mimaba su espalda. Él castaño exageraba, solo había sido un beso, nada más, nadie podía esperar que tras escuchar semejantes declaraciones él se quedara con sus manos quietas y sus impulsos a raya.


-¿Se puede saber desde cuando?- Cuestionó con el tic nervioso en aumento.


-Desde que Misaki se mudó a vivir conmigo cuando fuiste a vivir a Osaka.- Constestó con simplicidad. -En mi defensa, yo quería decírtelo desde hace mucho, reconozco que te debo una disculpa por ocultarte esto.


-¡Estuviste saliendo con mi hermano por casi seis años sin decirme nada, Usagi-san!- Chilló finalmente explotando ¡No se lo podía creer! ¡Le habían visto la cara de tonto por casi seis años! ¡Y él creyendo ingenuamente que Misaki y Usagi-san solo eran buenos amigos!


-Bueno, él no quería decirte, reclamale a él. -Se lavó olímpicamente las manos, encogiéndose de hombros y cruzando sus brazos.


-¡Oye! ¡Usagi! ¡No cargues todas las culpas en mi!- Gritó Misaki desde la cocina. -Onee-san ¿Qué voy a hacer? ¡Es un estúpido!- Se lamento el castaño, abrazando a su cuñada. -Yo solo soy un chico normal, Usagi siempre hace que todo salga mal.


-Ya, ya, Misaki. - Lo consoló divertida la mujer, realmente le parecía adorable la actitud de su casi hermanito.


-De todos modos. - Volvió a hablar el escritor, aclarando su garganta. -Takahashi Takahiro.- Pronunció con la voz gruesa y severa, volviendo su rostro duro e inamovible llamando la atención de todos los presentes. -Soy el novio de tu hermano, e independientemente de si lo aceptas o no pienso seguir siéndolo, Misaki es lo mejor que me ha pasado en la vida y no pienso dejarlo ir, aún así... Eres mi amigo y eres muy importante para Misaki, así que. - Descruzando sus brazos se inclinó al frente, haciendo una muy pronunciada reverencia. -Me gustaría pedir tu bendición, es algo importante para ambos. ¿Aceptas que Misaki y yo seamos pareja y continuemos viviendo juntos como lo hemos hecho hasta ahora?


Misaki miraba impresionado a su novio, su rostro había mutado a diferentes tonos de rojo mientras lo veía y lo escuchaba y sin ser muy consciente de ello había empezado a acercarse a él. -Usagi-san, no tienes que...- Murmuró mientras se paraba a su costado, pasando una mano suave por la espalda del mayor. Era bochornoso, muy bochornoso, pero no podía explicar lo inmensamente feliz que lo hacía que su orgulloso novio estuviera pidiéndole la bendición a su hermano de esa manera. Sentía que su corazón iba a salirse de su pecho por lo fuerte que palpitaba contra sus costillas y la sonrisa que estaba desbordando sus labios no era que fuera capaz de reprimir.


Takahiro los observaba en silencio y su gesto tenso fue desapareciendo mientras veía a su viejo amigo incorporarse para poner toda su atención en Misaki, notó por primera vez la mirada que ambos compartieron y los sentimientos de la que ésta estaba cargada, vio como los gentiles dedos largos del escritor se paseaban por el cabello castaño de su tesoro y tomó su decisión.


-Usami Akihiko.- Pronunció obteniendo la atención de ambos sujetos frente a él y dejó que su sonrisa suavizara su propio rostro. -Somos amigos desde la secundaría, te conozco muy bien, sé que eres un hombre muy complicado pero te veo ahora, la forma en que tratas a Misaki, la forma en que lo miras, y lo que él me ha dicho... Claro que ambos tienen mi bendición.- Finalizó con su tono alegre y cantarín. -Pero si llegas a lastimar a mi hermano no podrás esconderte de mí ni en el infierno. - Quizás lo más aterrador de esa amenaza es que había sido hecha sin que el hombre cambiara en absoluto la expresión de su cara o la alegría en su voz.


-Si lastimo a Misaki, me entregare voluntariamente, Takahiro. - Alegó entre fuertes y alegres carcajadas el escritor.


Misaki vio confundido como su hermano y su ahora novio oficial se daban las manos, apretandolas con fuerza.


-Te estoy confiando a mi familia, Usagi-san, cuídalo bien.


-Descuida, lo haré.


Un pacto entre hombres, por un segundo Misaki fue deslumbrado por lo honorable que se veía ese acto hasta que se dio cuenta de estaban hablando de él casi como si fuera una moneda de cambio, le hizo pensar en los antiguos pactos de matrimonios arreglados y la cómica imagen de él con un vestido rosado de princesa medieval era cargado por Akihiko después de haber sido entregado en matrimonio por su padre.


-¡Ah! ¡YA PAREN USTEDES DOS! ¡YO NO SOY UNA MONEDA DE CAMBIO! - Gritó ofuscado.


-Misaki ¿Me acompañas a comprar algunas cosas para preparar la cena?- Preguntó Alegremente Manami.


-Si, si, claro, Onee-san.- Contestó aun molesto ¿Qué se creían esos dos? ¡Tontos! ¡Su hermano y Usagi eran unos tontos!


-.-.-.-.-.-.-.-.-


-¡Ah! ¡Necesito ir a dormir! - Resopló Misaki tras entrar al amplio departamento que compartía con su pareja. Era muy tarde, después de todo su hermano había aceptado todo de maravilla y él y Usagi se habían pasado toda la cena comentando cosas vergonzosas sobre él ¡Takahiro había hasta sacado el ridículo álbum de fotos de cuando él era un niño! ¡Hasta su Onee-san había hecho preguntas bochornosas! El último mes había sido el más largo y tedioso de toda su existencia, estaba seguro de que había perdido unos cinco años de vida a causa de tanto estres.


Solo quería darse un baño y dormir, dormir, dormir y seguir durmiendo.


-¿A donde crees que vas?- Preguntó una gruesa voz en su oído mientras unos fuertes brazos lo rodeaban.


-¿Eh? ¡Voy a ducharme y a domir, Usagi! ¡Déjame en paz! - Pidió intentado soltarse de ese traicionero amarre, sabía ya por demasiada experiencia lo que su pareja estaba buscando ¡Estaba destrozado! ¿Es que ese imbécil no lo podía dejar descansar un poco?


-Sabes Misaki, hoy dijiste cosas interesantes.- Comentó el escritor mientras dibujaba la silueta del cuello del menor con sus labios.


-¡Usagi! ¡Te ordené que olvidaras eso!- Pidió demasiado avergonzado como para siquiera recordar todo lo que había dicho.


-Hum, cómo si fuera a hacerlo. - Alegó girando su perfil para morder suavemente el lóbulo de la oreja del mejor, sonriendo satisfecho al escuchar el suspiro de su pareja. -Además tenemos que celebrar que ahora ya somos una pareja oficial, no hay porqué ocultarnos.


-Usagi no vamos a hacer pública nuestra relación.- Alegó intentando refrenar las reacciones de su cuerpo ¿Cómo era posible que con solo unos toques Akihiko lo tuviera en ese estado de ansiedad?


-Bueno, eso está bien pero aun así hay que celebrar que Takahiro nos dio su bendición.- Murmuró deslizando sus manos por debajo de la ropa del menor, acariciando el torso, totalmente satisfecho al sentir los estremecimientos que provocaba con sus acciones.


-Usagi-san... tus manos están frías. - Murmuró débilmente.


-Entonces calientas con tu cuerpo, Misaki. - La voz de Usami reverberando contra su tímpano lo hacía perderse, esa era su debilidad, esa voz pronunciando su nombre era algo a lo que no podía oponerse, simplemente se rendía, cuando Usagi lo llamaba con ese tono todo su cuerpo reaccionaba y no había nada que él pudiera hacer al respecto.


Antes de darse cuenta estaban en el suelo de la entrada, desnudos, recostados sobre la arrugada tela de sus trajes y lo único de lo que era plenamente consciente era de los latidos del corazón ajeno que hacían sintonía con los propios.


Ya no había dudas, no había nada más que su deseo, su amor y el brillante futuro que tenían por delante. Había cruzado el aterrador puente y todos sus conflictos internos habían sido resueltos.


Ese era un comienzo de algo distinto, lo sentía y eso lo llenaba. Su hermano consentía con pleno conocimiento de causa que él viviera con su novio, ahora podrían tomarse de la mano frente a su hermano, disfrutar de la navidad en familia sin mentiras, sin incomodidades, no más elefantes invisibles en la habitación, dejar las cosas claras podría ser algo muy simple para muchos pero para él era liberador y emocionante.


Quizás más adelante surgirían otros problemas, otras dudas, otros conflictos, pero sentía que no había enemigo que no pudiera vencer teniendo a su familia y a su escritor a su lado apoyandolo.


Lo amaba, por mucho que le costará un par de vidas decirlo si que lo hacía, al menos en su interior podía gritarlo mientras su apasionado novio le hacía el amor. En su mente podía repetirse lo mucho que amaba a ese insufrible hombre mientras se aferraba a su espalda entre gemidos mal contenidos, expectante del brillante futuro que tenían por delante, sintiéndose preparado para cualquier cosa que la vida les arrojara a la cara. Juntos, no había cosa que pudiera frenarlos. No tenía dudas sobre eso.


-.-.-.- Fin.

Notas finales:

Ushuaia, 11 de Enero del 2020.


Bueno gente, llegamos al final, espero que hayan disfrutado la historia todos aquellos que la hayan leído. Me tomó años escribir esto asique espero que haya sido de su agrado y espero recibir sus comentarios que yo siempre contesto. 


Cuidense mucho y espero leerlos en otros de mis trabajos.


Un beso enorme desde el fin del mundo :D 


Sioa Shun. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).