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Inmor(t)al por Furia_Rosita

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El chico despierta de golpe con sudores fríos bajándole por el rostro en cascada y la sensación de los dedos del vampiro todavía ardiendo en su garganta. Se lleva la mano al cuello, notándolo libre y suspirando por ello, pero no se relaja, no sabe aún qué está sucediendo.

—¿D-Dónde estoy?

Lo único que sabe es lo que ve: se halla en una especie de cama cutre y genérica, no muy cómoda, a decir verdad, de una habitación con las paredes color crema, junto a un buró hortera lleno de detallitos tallados y un escritorio. La silla del escritorio está frente a su cama y en ella está sentado el vampiro, leyendo un libro. Cuando este le escucha chillar e hiperventilar mira por encima de las páginas sin mucho interés y con paciencia pone el punto de libro, lo cierra, lo deja sobre el buró y después responde:

—En mi casa, bueno, es un piso de alquiler, pero da igual. —explica con una tranquilidad y una pereza que parecen antinaturales. —Estás a punto de ser asesinado, así que tampoco creo que importe ¿No? ¿Quieres que te traiga un baso de agua o algo antes?

Gabriel le mira boquiabierto, tiene que estar de coña. Que él sepa, los vampiros son seres hostiles, de lenguas punzantes y palabras venenosas, amenazas, odio moldeado en palabras y cosas así. Él parece más bien un tipo normal, medio aburrido, medio gracioso, pero no un vil asesino a punto de gozar de su víctima haciéndose pedazos.

—¿Qué es lo que planeas hacerme? ¿Vas a torturarme? ¡Jamás hablaré! Voy a llevarme los secretos de la organización a la tumba si es eso lo que quieres. —explica, sudoroso y moviéndose espasmódicamente hasta terminar sentado en la orilla de la cama, preparado para saltar de ella y correr por su vida si es necesario.

Tiene todos los músculos tensos, la vista fija en su enemigo y el corazón a mil

—No seas dramático. —le calla el otro con una mueca de molestia y asiendo su mano en el aire. —Es solo que me da pereza cazar humanos y cuando te desmayaste pensé ''voy a comérmelo'', pero acababa de alimentarme, así que te estoy conservando para cuando tenga hambre. Hasta que eso suceda, siéntete libre de hacer lo que te parezca en mi casa, menos huir, claro.

El cuerpo del chico prácticamente se desploma y su postura pasa de ser defensiva a completamente desconcertada. No sé cree lo que oye ¿Es acaso una especie de broma de mierda? Jura que va a patear el culo de ese vampiro o lo que sea si eso es un mero chiste.

—Me estás... ¿Me estás guardando como si fuese un tentempié?

—Sí, podría decirse que sí. —le responde el otro, apoyando su mejilla en los nudillos y encogiéndose levemente de hombros.

—¡Serás hijo de puta! ¡¿No entiendes el valor de la vida humana?! ¡Inmoral! —chilla el pelinegro, poniéndose en pie de golpe y apretando sus puños. Quizá el vampiro no parece querer luchar, pero el sí, sobre todo después de ver el desdén con que ese monstruo trata algo tan único como una vida.

—Se dice inmortal.

—¡Vete a la mierda, bastardo!

El pequeño humano salta contra el vampiro, cayendo sobre su cuerpo y haciendo que la silla en que este está sentado se caiga. Ambos ruedan por el suelo, el chico forcejeando con el vampiro y tratando de golpearle en la cara y el vampiro defendiéndose lo necesario, sin atacar. Incluso luce aburrido ¡Y como cabrea eso al chico! Él está ahí para matarlo, para acabar con su raza entera, reducir una existencia milenaria a una mancha en el suelo ¡Debería tomarlo en serio! ¡Es su enemigo, su némesis, su antagonista! Y solo lo trata como si fuese una especie de chiquillo molesto del que tiene que hacer de canguro.

Por culpa del forcejeo acaban ambos al lado de la mesita de noche, con el humano encima del vampiro, luchando duramente por golpearle y ladrándole insultos a la cara. El otro solo lo sostiene de las muñecas cuando los puños se acercan a su rostro y ablanda el agarre cuando el chico gruñe e intenta zafarse con movimiento bruscos.

—¡¿Por qué no te has muerto antes?! —chilla, iracundo, mientras trata una y otra vez de hacerle daño y no lo logra. Es tan frustrante como cuando le disparó, él está seguro de que le dio en el corazón, pero aparentemente no ha sido así. Ha fallado y lo odio.

—Eso mismo me pregunto yo. —le dice el otro secamente, mirándolo con ojos ecuánimes desde el suelo ¿Por qué parece que habla en serio? Bah, debe haberse quedado idiota después de una sobredosis de sangre o eso piensa Gabriel.

—Deja de jugar, voy a matarte.

—Niñito, eso es imposible, yo llevo casi dos mil años intentándolo, pero ¡Oye! Si lo consigues en tu corta y patética vida te estaré muy agradecido.

Oh, y el pequeño cazador está seguro de que su enemigo puede empezar a darle las gracias, pues su mente es joven y ágil, así como sus manos, por ello, tan pronto piensa en la pata de la mesita de noche como una estaca, la arranca de un tirón, convirtiéndola en una. El vampiro no hace más que alzar las cejas, algo sorprendido por la fuerza de ese chico tan diminuto, pero no luce aterrorizado, ni siquiera cuando el chico alza la roma estaca y chilla:

—¡Muere!

Baja sus brazos de golpe, siente toda su fuerza y energía recorrerlos, hormiguear en sus dedos y en la base de su estómago por la emoción. Va a hacerlo, convertirá una misión suicida en una exitosa, al fin y al cabo, no ha fracasado. La pata de la mesa se hunde en su pecho, justo donde el corazón, pero no está afilada y la carne ofrece una enorme resistencia.

Le ha herido y del hueco de su pecho la sangre mana cubriendo el suelo con una alfombra roja y húmeda, pero aún no le ha matado, el corazón está unos centímetros más profundo y por mucho que se esfuerza, empieza a flaquear.

—Eso intento. —dice le otro con exasperación.

—¡Deja de bromear! Esta mierda no se le clava más hondo, joder, joder, joder. —farfulla el chico, tratando de empujar más y más la estaca improvisada, pero sin éxito alguno.

—Ah, déjame ayudarte. —responde el vampiro con hastío y cree que se está riendo de él ¿Cómo no?

Pero entonces el vampiro aparta sus dedos de la madera de un manotazo, agarra él la estaca y se la hunde en el pecho hasta que ya casi no se ve la rudimentaria empuñadura. No hay duda alguna, ha atravesado al corazón, pero eso solo le crea más preguntas al cazador, que se queda petrificado mirándolo, tragando saliva.

—¿Contento? —pregunta el vampiro, tan vivo como antes, alzando una ceja y con el pecho perforado por una de las patas de su mesita de noche —¿Vas a dejar ya de patalear y chillar? Me duele la cabeza de tu irritante voz.

—En verdad... en verdad eres inmortal. —se asusta Gabriel, abriendo enormemente los ojos y retrocediendo con su vista clavada en el sujeto.

El muchacho se sostiene la cabeza, que empieza a dolerle, y se sienta en el borde de la gama sintiendo la desesperación recorrerle.

—Vaya, por fin lo pillas. —dice el vampiro levantándose y arrancando la estaca improvisada de su pecho como si fuese una mera astilla.

La lanza al suelo y entonces mira el hueco de su pecho, que ya he comenzado a llenarse de carne sana de nuevo.

—Tiene que haber alguna forma, no puede ser así. No puede, todo tiene que morir, incluso tú, de algún modo. —dice el muchacho, mirándolo con el ceño fruncido y el corazón amenazándole con parársele en el pecho.

—Llevo mucho tiempo buscando eso mismo, así que no me preguntes, si sigo vivo es que no lo he averiguado. —dice el tipo encogiéndose de hombros y luciendo algo irritado, va a sentarse en la misma silla de antes y hace un leve ruido de cansando antes de dejarse caer ahí y mirar al muchacho con aburrimiento.

—Espera ¿Intentas, eh, suicidarte?

—Claro —responde el vampiro como si fuese lo más obvio del mundo. —, estoy aburrido de vivir. 

—Vaya, no esperaba eso. —Gabriel ríe al no poder evitarlo, la misión al final sí que resultaba imposible. Siempre fantaseó con una pelea épica con el último de los vampiros en que ambos lucharían, henchidos de valor e ideales, pero al parecer su contrincante es solo un aburrido tipo que quiere dejar de ser. —Es extraño. ¿Y no has averiguado nada de cómo, um, de cómo matarte?

—Nada de nada, la gente no está muy informada y soy el ser vivo más antiguo de la tierra así que no hay mucha esperanza. —le cuenta, cogiendo de nuevo el libro y hojeando alguna de las páginas que ya ha leído, sin prestarle demasiada atención al cazador, pero súbitamente se detiene y alza la vista hacia él de nuevo. —Espera ¿No sé supone que los cazadores tenéis un código y en él hay una norma sobre no conversar con los vampiros que cazáis? Ningún cazador me ha hablado antes.

—Sí, hay un estúpido código, pero yo estoy aquí para matar vampiros, no para seguir estúpidas reglas. —escupe el chico indignado, recordando que fue enviado ahí para morir por los mismos hombres a los que ha entregado toda su vida.

—Me gusta tu actitud ¿Quieres pelear antes de que te coma? Apuesto a que no quieres morir sin dar antes un poco de guerra y a mí no me importa demasiado, voy a comerte de todos modos. —le dice amablemente y con una leve sonrisa en el rostro.

A Gabriel un escalofrío le recorre de arriba abajo, había olvidado que ese vampiro solo le estaba dejando vivir para comérselo más tarde. Él no va a permitir eso, aunque no tiene muy claro tampoco como evitarlo.

—¡Espera, espera! No tienes por qué matarme.

—En realidad sí, —explica con tono algo más vivo, casi amable —me está dando hambre. —añade, informándolo con la normalidad con la que alguien le informaría de que ha empezado a llover.

Gabriel da un repullo hacia atrás cuando el tipo deja el libro y se levanta otra vez. Ahora, en su casa, el vampiro ya no usa lentillas y puede ver perfectamente el color rojo sangre en sus pupilas, es tan aterrador que le hace tragar saliva y quedarse absorto unos segundos, aunque después reacciona.

—P-Pero podemos llegar a un acuerdo ¿No? —Ni siquiera recibe una respuesta, el otro simplemente da unos pasos hacia él dispuesto a luchar solo para hacer el paripé y luego merendárselo, incluso va tan lento que da la sensación de que sabe que no puede perder. Y lo que aterra a Gabriel es que literalmente no puede. —O-Oye, vamos, escúchame un minuto.

El hombre va acercándose hacia él y Gabriel meramente retrocede en la cama hasta que su espalda da con la pared. El vampiro se sienta en la orilla de la cama, lo toma por el tobillo y tira del muchacho, arrastrándolo hacia él.

—Tú habla, yo escucho, aunque quizá te como antes, no sé. —dice distraídamente, tomando al muchacho entre sus manos, con una sostiene su cintura para mantenerlo quieto en el borde de la cama, a su lado, si se mueve le romperá las costillas y listo, con la otra aparta el molesto cabello de emo de su cuello.

Gabriel odia ser tocado por ese ser, pero no es idiota y aunque la bilis le suba por la garganta queriendo ser vomitada en forma de gritos sobre el vampiro, él sabe muy bien que si se resiste o molesta al vampiro ahora va a ser peor para él. El tipo está a punto de comerlo, pero actúa con calma, tomándose su tiempo, si trata de escapar solo logrará acelerar las cosas y morir antes.

—Tú quieres morir ¿No? —el otro asiente vagamente, deslizando un dedo sobre la yugular y fijando su vista ahí —Y yo quiero matarte ¡Tenemos el mismo objetivo! ¿Qué tal si nos aliamos? —el chico suspira con alivio al ver que el vampiro se detiene en su nueva misión: desabotonar la camisa del chico, y lo mira directo a los ojos con una chispa de lo que podría ser interés.

—Mmmm suena bien, —dice, haciendo que Gabriel se estremezca de emoción, pensando que ha logrado sobrevivir, sin embargo el vampiro suspira y baja la vista a su cuello de nuevo, poniéndose manos a la obra y desabotonando más su camisa, dejando la parte alta del pecho del chico al descubierto. —pero tengo hambre... Además ¿Qué puedes ofrecerme tú que no haya descubierto yo en tantos años?

—S-Soy miembro de los cazavampiros, tenemos mucha información y —dice nervioso, llevando sus manos con cautela a las del vampiro, tratando de impedir que exponga más y más su piel; logra ralentizarlo un poco, pero el hombre sigue sin parecer haber cambiado de idea ya que le interrumpe.

—Bah, he torturado a muchos de los tuyos para que me cuenten todo lo que sepan y créeme, han cantado todo. Creo que me eres más útil como cena, ven ladea la cabeza, iré deprisa. —dice una vez ya ha logrado bajar los hombros de su ropa, dejando el cuello, las clavículas y parte del pecho llano del chico al descubierto.

—¿Has tortu... ¡Maldito hijo de puta! No tienes, no tienes ni un poco de consciencia ¿No es así? —espeta Gabriel, sintiéndose realmente enfadado, tanto que por un momento olvida cómo actuar y empuja al vampiro, logrando caer él sobre la cama, uno poco alejado, y comienza a tapar de nuevo la piel recién expuesta.

—La tenía, supongo, esa vocecilla que te dice que está bien o qué mal, pero creo que se murió con los cien primeros años, por lo visto no era inmortal como yo. —explica con una ironía sosa, después toma al chico del pelo y lo acerca a él, obligándolo a mostrar el cuello, sin embargo, sigue hablando con cierta amabilidad. —Bueno, ¿Por dónde iba? Ah, sí, iba a matarte. No te preocupes, no sentirás na-

Justo cuando Gabriel está preparado para darle al vampiro un cabezazo capaz de romper colmillos, la ventana de delante del escritorio estalla de golpe, haciendo que una lluvia de cristales les distraiga a ambos y lleve su atención al proyectil negro que ha roto el vidrio. Un cuervo negro, ahora tirado en el suelo y sangrando por culpa de las heridas que se ha hecho al golpearse contra la ventana. Cualquiera pensaría que es solo un pájaro bobo y extraviado, pero no hay cuervos en esa zona y mucho menos cuervos que traigan en su pico una pequeña nota de papel.

Ambos miran extrañados al animal, Gabriel se siente algo afligido al ver la mancha de sangre hacerse más grande y los dedos del animal agarrotarse como alambres, después su buche deja de subir y bajar y sabe que la criaturita ha muerto. Se muerde el labio, odia ver a animales sufriendo, pero el otro solo se levanta como yendo a recoger el diario y arranca del pico atenazado del animal el pequeño escrito.

Gabriel, a veces valorando más su curiosidad que su vida, avanza como un gato hacia el hombro y se pone sobre las puntas de sus pies para leer el mensaje.

<<Algunos sabemos el secreto de cómo matar a quien no muere, pero solo será revelado si el chico vive. Necesito más que dos manos para mi propósito, él puede ser útil.>>

Oooh, ¿Os he dejado con la intriga?

¿Os ha gustado este capítulo?

Ahora hemos podido conocer un poco más al vampiro ¿Qué pensáis de él?

Y ahora sabemos que se llevan él y el cazador como el perro y el gato ¿Qué os parece su relación? ¿Cómo creéis que avanzará?

Y respecto a ese misterioso mensaje ¿Quién pensáis que puede haberlo mandado? 

¿Cual puede ser el secreto para matar al primer inmortal?

 


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