Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

2Fast, 2Beautiful por urumelii

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya volví despues de años, ya lloré con esto, así que espero les guste. Me dolio un buen y yo  no sé porque hago sufrir tanto a la gente XD

Shou


 


Bajamos de la motocicleta de Uruha, habían pasado los dos días que le había dicho a Sakito que me esperara, para ese punto yo ya estaba usando ropa prestada de Aoi. Me sentía como si tuviera que despertar de un sueño en el que me había sumido por los últimos días, desde haber encontrado a mis amigos hasta haberme subido a bordo de un Lamborghini y haber competido una carrera junto al mejor piloto que jamás había conocido. Ahora todo llegaba a su fin en esa estrecha calle que daba a la casa de Kyo, donde sabía que se encontraban todos. 


 


Escuché al castaño dar un suspiro fuerte al quitarse el casco, miraba la fachada de la enorme casa con un aire de nostalgia, probablemente era un manojo de nervios, mucho más grande que yo. Estaba a punto de reencontrarse con personas que lo creían muerto desde hacía ocho años, podía ser un golpe de realidad tan fuerte que no estaba seguro si estaba preparado para hacerlo. 


 


Le di una palmada en la espalda—. ¿Seguro que estás bien? —Le pregunté nuevamente, lo había hecho antes de salir del edificio donde vivía con Aoi, él volvió a asentir—. Antes de que entremos, —dije con cierta vergüenza, Uruha me miró con atención, miré al piso incapaz de verlo—, ¿puedo hacerte una pregunta? —Volvió a asentir—. ¿Cómo es que accediste tan rápido a venir aquí sin Aoi? En otro momento hubieras pataleado y le hubieras gritado de cosas —sonreí recordando cuando éramos adolescentes. 


 


No fui el único, Uruha soltó una risa que pronto se había convertido en mis sonidos favoritos, negó un poco avergonzado—. Primero que nada, ya no tengo dieciséis años —dijo guardando el casco en La Bolsa lateral de la Icon Sheene—. Segundo, porque Yuu y yo lo hablamos —suspiró—, aprendimos que teníamos que decirnos las cosas para poder llegar a resolverlas, que ocultarnos las cosas nunca no iba a llegar a nada y si solo nos teníamos el uno al otro debíamos ser honesto, con todo —lo miré sorprendido—. Suena fácil, pero no lo es, no tenemos la relación perfecta, nos peleamos por cosas insignificantes y podemos pasar horas sin hablar; tal vez días. Sin embargo, entendimos que si queríamos avanzar no podíamos hacerlo ocultando cosas, sobretodo después de lo que pasamos, no podríamos haberlo superado si no hubiéramos estado constantemente hablando al respecto —desvió la mirada por unos instantes, probablemente había recordado algo desagradable, se repuso de inmediato—. No estoy de acuerdo con la decisión que tomó, lo entiendo, que es diferente. La mejor manera para que Yuu pueda encontrar una solución a nuestro problema es sentir que estoy a salvo, aún si yo solo me siento a lado a su lado. Pudimos haber discutido y pude ponerme en contra de sus deseos, pero solo hubiéramos peleado y él me hubiera alejado de todas formas; sin embargo, si vengo contigo, no sólo logro que él esté tranquilo, yo mismo puedo encontrar soluciones a lo que nos apremia, porque ya no soy un niño. Yo también puedo poner de mi parte para que estemos bien, para encontrar una solución, no solo a nuestro problema con la mafia, también con mi madre —dijo finalmente alzando los hombros. 


 


Quería decir algo, pero no encontré qué, sentí que el mundo me daba vueltas. Tal vez, como había dicho, su relación no era perfecta, solo que sonaba tan madura, tan irreal. Traté de imaginar cómo habían llegado a todas esas conclusiones, las peleas, el llanto que debieron pasar, a veces por tratar de proteger a alguien terminas haciendo mas daño y ellos habían llegado al punto de tener que resolverlo juntos, porque entendían que no estaban solos. Para mi eso impresionante y casi imposible de lograr. 


 


—¿Seguro que tienes veinticuatro? —Pregunté rompiendo el extraño ambiente, Uruha volvió a reír. 


 


—Hay cosas que son más fáciles que otras —volvió a ver la fachada de la casa. 


 


Rodeé sus hombros con mi brazo—. Tal vez este no sea tu hogar, pero las personas que están ahi adentro, sí son tu familia —le dije de forma reconfortante. 


 


Uruha sonrió—. Nunca pensé que se hubieran vuelto tan unidos —dijo honestamente. 


 


En ese momento se escucharon varios gritos provenientes de la casa, seguido de un golpe sordo como si algo muy grande se hubiera caído. Me alcé de hombros y cerré los ojos. 


 


—La familia mas disfuncional que existe —advertí. 


 


Ya estaba oscuro, no habría una carrera hasta el día siguiente, por eso era tan importante llegar en ese día, seguramente no sólo tendríamos que dar mil explicaciones. Teníamos que trazar un plan y por supuesto tenía que encontrar un auto para correr. Nos encaminamos lentamente, los dos inseguros de tocar el timbre cuando por fin estuvimos parados frente a la reja, el ruido sordo volvió a escucharse y escuché con claridad la voz de Saga gritar. 


 


—¡Si me cortas la mano te mataré! —Sonaba bastante alarmado, por lo que me preocupé de inmediato. 


 


Pensé que tal vez los habían atacado en la propia casa de Kyo, sin tocar, abrí la puerta de la reja y me aventuré sin detenerme a pensar en nada más, Uruha detrás de mi. Tenía llaves de aquel lugar, pero Kyo jamás cerraba la puerta para ninguno de nosotros; entré bruscamente encontrándome con la escena más extraña del mundo. 


 


Ahí estaban mis amigos, pero nadie los había atacado, Saga gritaba mientras Hiroto traía una bolsa de harina en la mano con la que lanzaba puños de polvo blanco por toda la. Kai estaba frente a la mesa con un batidor, estaba lleno de harina. 


 


—¡Detrás de ti! —Escuché la voz de Hiroto advertirle a Kyo quien también traía harina en la mano, mientras un puñetazo de polvo le caía en la cabeza. La voz de Reina llenó el pasillo con una carcajada. 


 


—¡Estás descalificado, Kyo! —Gritó Kai alegremente hasta que me vio y entonces, seguramente sus ojos se posaron sobre Uruha. 


 


Toda la escena pareció congelarse en ese momento, la casa estaba hecha un desastre de harina, había polvo en todos lados, mas huellas de calcetines, en la sala, en el pasillo que llevaba a la cocina e incluso en las escaleras donde Reita se había congelado. Kyo, Hiroto y Saga estaban frente a nosotros con la boca abierta y a pesar de estar cubiertos de harina, pude notar que estaban pálidos. 


 


Uruha se mordió el labio—. ¿Sorpresa? —Dijo en voz baja. 


 


El costal de harina que Hiroto tenía en la mano cayó estrepitosamente al piso—. La puta que te parió… —no pudo decir nada más. 


 


—¿Has estado con él todo este tiempo? —Sakito salió de la cocina, al contrario de los demás no parecía tan sorprendido, también estaba lleno de harina, pero su semblante serio no cuadraba con la forma en la que se veía. 


 


Asentí tímidamente. 


 


—¿Cómo? —Dijo Saga apenas articulando palabras—. ¿De verdad? Es decir, ¿todos están viendo lo mismo que yo, verdad? 


 


Reita bajó los escalones tan rápido como pudo, dejó la bolsa de harina detrás de él y sin que nadie pudiera moverse, tomó a Uruha del hombro y lo jaló hacia él, estrechándolo en un fuerte abrazo. Pude escuchar como el castaño respiraba nuevamente, devolviendo el abrazo del mayor. 


 


—Lo siento —dijo Uruha aún en el abrazo—. Yo, lo siento mucho. 


 


—Estás bien —Reita se separó finalmente—, es lo que importa. 


 


Todo el ambiente tenso se rompió en ese momento, Hiroto se le abalanzó en ese momento, seguido de Saga. Noté que lagrimas resbalaban de los ojos de Uruha, pero no de tristeza, el chico sonreía ampliamente, mientras saludaba a Kai y a Kyo. Sakito fue el ultimo en acercarse, pensé que estaría enojado con Uruha, pero el chico no tenía la culpa de nuestros problemas y parecía que también se alegraba de verlo, incluso lo abrazó dandole una palmada en la espalda. 


 


—Tienes mucho que explicar —dijo Kyo severamente—. ¿Tu her… y Aoi? ¿Él también está….


 


Uruha hizo una mueca—. Lo está, pero no vendrá —miró a Reita—. Tiene sus razones. 


 


—Sí era él, ¿verdad? —Dijo Kai sin evitar sonreír—. Él conducía el Lamborghini.


 


Uruha asintió—. Hay cosas que no cambian, supongo —contestó. 


 


Los chicos arrastraron al castaño a la sala, que aunque estaba llena de harina se sentaron en la sala de piel. Todos excepto Sakito quien permaneció de pie en el pasillo, lo miré esperando que se pusiera a gritar o algo, pero solo se limitó a caminar a la otra habitación, a la cual lo seguí, me gustara o no tenía que hablar con él, le debía aunque fuera una explicación. No estaba muy convencido de que le iba a gustar lo que tenía que decor, pero teníamos que hablar. 


 


—¿Cómo? —fue todo lo que dijo, recargó las manos sobre la barra, seguramente tratando de encontrar un apoyo. 


 


Me quedé parado frente a él, sin atreverme a estar más cerca—. Creo que fui atacado por Mana —empecé a decir lentamente para no alterarlo—. Estaba ebrio, así que no recuerdo. Por alguna razón terminé en el bar en el que trabaja Uruha, él vio que me habían drogado y me sacó de ahí. Desperté en su casa y fue como supe que estaban vivos —expliqué de forma resumida—. Por eso no podía decírtelo, sé lo mal que debió parecer, pero había una razón. 


 


Sakito se rió de forma irónica, no me veía, veía a la pared a su lado y después a sus manos—. Pensé que por fin habías decidido dejarme —dijo con la voz entrecortada. 


 


Las palabras parecieron entrar como cuchillos en mi pecho, sentí que mi corazón se encogía y unas inmensas ganas de beber se instalaron en mi garganta, tenía días sin tomar un buen trago; lo necesitaba con urgencia. No tenía una respuesta para lo que había dicho, solo la terrible realización de que lo que había pasado había excedido cualquier acción que había hecho antes. 


 


—Te fui a buscar a tu dichoso burdel —se rió de nuevo, parpadeando muchas veces, como si pudiera evitar ponerse a llorar de esa forma. Lagrimas que sabía que eran de enojo, más allá que de tristeza—. ¿Sabes? No podía con la vergüenza de que Reita supiera que te gusta pasar algunas noches ahí y mira que saben cosas terribles de mi. Incluso conocí al tal Miku —sonrió mirándome de forma desafiante, esa mirada que usaba cuando estaba a punto de dar el mejor argumento de su vida en un juicio. Se me cayó el alma a los pies, sentí un golpe en el estomago, aunque Sakito hubiera ido incontables veces por mi a aquel lugar, jamás había entrado, jamás me había preguntado de lo que hacía o no, me paralicé pero antes de que pudiera contestarle algo, comenzó a caminar por lo largo de la barra, acariciando con los dedos—. Lo peor de todo es que solo tenía una cosa en la cabeza, no me importaba si el chico era bonito, lo es, pero no era el caso. Mis ojos no se podían despegar de su cuello, tenía unos enormes moretones en el cuello —se señaló a él mismo y dos lagrimas rodaron por sus mejillas, las cuales limpió de inmediato. 


 


—Saki…


 


—¡No! —Me interrumpió—. ¿Sabes por qué no podía quitarle los ojos de encima? Hace ocho años, me sentí la peor basura del mundo por portar esos mismo moretones. No trates de engañarme a mi, que sé perfectamente lo que es sentir que te ahorcan mientras te la meten por dinero —dijo con rudeza—. Y tu fuiste y me defendiste, dijiste que no dejara que nadie me tratara de esa forma. Nunca me había sentido tan mal en toda mi vida, como en ese momento y en el momento en el que le vi esos moretones al tal Miku. Le hiciste lo mismo de lo que juraste protegerme —volvió a reírse irónicamente—. Y entendí que a ti lo que te gusta es que sean putas…


 


—Saki —traté de decir nuevamente, pero volvió a interrumpirme. Quería escudarme, explicarle, jambas habían entendido el daño que le estaba haciendo a mi pareja y sobretodo, lo que podía pasar si supiera que cada noche que me metía con alguien era porque no me sentía capaz de satisfacerlo a él, que yo ya no era suficiente, descargaba mi ira en esos chicos y me había llevado el corazón de Sakito de por medio. 


 


—Ahora que he dejado de serlo, dejé de ser interesante para ti —suspiró—. Estoy harto Shou, estoy harto de fingir que estamos bien, pretender que no importa lo que haces porque estás pasando una mala racha. La verdad es que ni siquiera sé que es lo que te pasa por la cabeza, y ya no quiero saberlo. Estoy harto de tu forma de beber, de auto compadecerte, de verte arrojar tu vida por a la basura por una razón que no sé cuál sea. Me duele verte desperdiciar tu talento, caer en ese abismo sin fondo al que me he dado arrastrar —azotó la mano contra la barra—. Ya no puedo más, no puedo salir de tu vida de golpe, por las cosas que estamos pasando, porque estamos de nuevo en peligro de muerte; solo que ya no puedo ser tu pareja. Mañana me llevaré mis cosas —dijo adelantándose, sin dejarme contestar. 


 


Escuché la puerta de la entrada azotarse, seguramente había salido disparado. Mi pies clavados en el piso, apreté los puños ants de decidirme a seguirlo. En cuanto salí de La Cocina, sentí una mano sostenerme por el pecho para evitar que lo siguiera, alcé la vista y vi a Uruha, detrás de él estaban Kyo y Reita. Probablemente habían escuchado toda la conversación o gran parte de ella. 


 


—Tengo que…


 


—No, no tienes —dijo Uruha, mi cuerpo cedió ante él mientras me sostenía por los hombros. 


 


—Ya hiciste suficiente Shou —fue Reita quien habló, él también parecía molesto, enojado incluso. Tenía sentido si él había acompañado a Sakito al dichoso burdel—. Tienes que dejarlo ir, tienes que buscar ayuda. 


 


Me aferré a la camisa de Uruha, reteniendo todas las lagrimas que luchaba por salir en ese momento, las palabras de Reita me habían calado, pero mas allá de buscar ayuda, yo quería un trago, quería salir corriendo, ya no detrás de él. Tenía que escapar de ese infierno, pero sabía que mis amigos jamás me dejarían hacerlo, así que terminé por asentir. Sería la única forma en la que me dejarían en paz, que me dejarían irme a dormir y entonces podría escaparme de la casa, del mundo. 


 


-&-


 


Kyo


 


—Todo esto es un maldito desastre —dije cubriendo mis ojos con las palmas de mis manos. Me encobraba sentado en la barra de la cocina, aún estaba llena de harina de la guerra que habíamos armado l noche anterior, eran casi las siete de la mañana y para variar, yo era el único despierto. Kai se había marchado a trabajar en la madrugada, mientras los demás seguían en su habitación. Todos excepto Hiroto, quien me veía mientras comía. 


 


—Sé que debería estar de acuerdo contigo —dijo—. Solo que, por ahora estoy lejos de ver el desastre; hay cosas malas, sí, pero —tomó aire—. Uruha y Aoi están vivos, estás aquí conmigo y en la noche podría verte subir a auto. Es como tener dieciséis de nuevo, mil veces mejor. 


 


Lo miré sonriendo de lado, esa forma que tenía Hiroto de encontrar lo bueno a cada situación era tan contraria a mi que en un principio me era difícil entender que mi corazón estuviera loco por él. Al contrario de él, no podía verle lo bueno a la manera en la que Sakito había salido huyendo de la casa la noche anterior, la forma en la que Uruha nos había relatado su historia, el hecho de que Aoi no se pararía con nosotros ni una sola vez, la primera carrera que tendría en ocho años de esa noche y sobretodo, que esa tarde iría a reunirme con Toshiya. 


 


Tenía una idea de lo que pasaba con Sakito y Shou, solo no había querido verlo, me rehusaba a pensar que la pareja de amigos no pudiera tener un final feliz después de todo lo que habían pasado juntos, después de tanto tiempo. Me sentía también un pésimo amigo al no haberme dado cuenta, que Shou necesitaba ayuda, que no había estado del todo bien y aquello estaba repercutiendo en su relación, ¿qué clase de amigos nos hacíamos llamar si no habíamos notado algo como eso?


 


La clase de amigos a los que Aoi y Uruha habían decidido mantener lejos, no podía culparlos, su situación era tan especial, tan especifica, que era probable que necesitaran tiempo a solas para poder asimilarlo, pero, ¿ocho años? Entendía que ellos no se veían como hermanos y aunque era difícil para mi entenderlo, jamás podría juzgarlos, había sido testigo del amor que ambos se profesaban. El estomago me dio un vuelco a recordar aquel día en que Die había secuestrado a Uruha; las cosas horribles que solo podía imaginarme que le habían ocurrido. Parecía ser otro chico ahora, su mirada había cambiado, hasta la forma en la que se erguía con seguridad y una gentileza que note creí capaz después de lo que nos había contado. Su huida, la falsificación de sus identidades, todo lo que habían tenido que pasar para poder hacer una vida solo ellos dos. 


 


Los admiraba, en tan solo esas escasas horas que había tenido para procesar lo que en realidad había pasado ocho años atrás. Me pregunté si yo sería capaz de hacer algo así por la persona que amaba, la persona que estaba frente a mi mirándome con los ojos más hermosos del mundo, en los que creía firmemente se escondía la verdad de mi universo. Ni siquiera podía decirle cómo me sentía, ¿cómo podría hacer algo tan grande por él? 


 


¿Quería que me viera en una carrera? Por supuesto, incluso si me moría de nervios por volver a hacerlo; lo que verdaderamente me preocupaba era lo que pasaría una vez que la carrera terminara. Probablemente lo mismo que pasaba cada que terminaba una carrera cuando era adolescente, me iría con la primera persona que se me atravesara, si ganaba, sería la chica o chico más bonito del lugar, si perdía sería el que no consiguió llevarse al ganador. A veces me preguntaba, por qué Hiroto no se decepcionaba de mi con ese comportamiento, lo que me hacía reafirmar que me veía solo como su amigo, nadie en su sano juicio se enamoraría de una persona que se auto destruye de la forma en la que yo lo hacía. Sakito era la prueba, no importaba cuanto amara a Shou, sus conductas habían terminado por separarlos. 


 


La mueca de Hiroto me distrajo de mis pensamientos—. Bueno, solo hay una cosa que no me encanta —dijo honestamente dándose la vuelta para lavar unos cuantos trastes. 


 


—¿Estar en peligro de muerte? —Bromeé.


 


El negó—. Te recuerdo que no sufrí como ustedes aquel encuentro con la mafia, vaya, siempre estuve protegido por mi papá en ese entonces. Tal ve ahora, por nuestra cercanía, Mana la tomó contra mi también, después de todo soy el más fácil de encontrar —se rió—. Me preocupan mas ustedes de lo que estoy preocupado por mi mismo, yo hasta guardaespaldas tengo. 


 


—Aún así lograron hacer estallar el escenario —dije con seriedad. 


 


—Tal vez, pero ese ataque fue sorpresa. Ahora sabiendo, puedo cuidarme —se giró ligeramente hacia mi—. Eres tu el que me preocupa —dijo devolviendose a los trastes. 


 


Le di otro bocado al arroz—. No deberías, aunque esté en medio de todo este asunto puedo cuidarme solo, puedo…


 


Hiroto soltó un traste haciendo un gran estruendo, se mantuvo de espaldas—. ¿Me dices que estarás bien aún esta tarde que vayas a ver a Toshiya? —Me quedé pasmado ante la seriedad de su pregunta. 


 


—Claro —contesté mas seguro de lo que me sentía—. Yo no siento nada por él. 


 


—Ese chico te rompió en mil pedazos, Kyo —finalmente se giró a verme—. Te tendió una trampa para venderte a la mafia, te hizo tanto daño que no dormiste bien por meses. ¿No fuiste tu el que me contó como te acostabas con cualquiera con tal de olvidarlo? ¿Crees que no me doy cuenta que lo sigues haciendo? Él es el verdadero culpable de que te sientas responsable de cada cosa mala que nos pasa. Y ahora, el imbécil te invita una cerveza como si nunca te hubiera tratado como basura —apretó con fuerza su camisa—. Odio no poder ir contigo y pensar que regreses peor de lo que llegaste a estar. 


 


Todas sus preocupaciones eran validas, sin embargo solo una frase se me había quedado grabada entre la sorpresa de su comentario y su actitud—. ¿Crees que me acuesto con la primera persona que se me cruza por culpa de él? —Pregunté horrorizado. 


 


La mirada de Hiroto cayó al piso—. ¿Qué va a ser si no? —Dijo apenas con voz audible, aún apretando la camisa. Su cabello cubría su rostro y era incapaz de ver su expresión. 


 


¡Tú! Quería gritarle: ¡Tú, maldita sea! El hecho de que te amo y tu no puedes verme mas que tu amigo. Saber que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mis días y no poder porque eres una estrella fugaz tan inalcanzable como el mismo firmamento. 


 


Me quedé callado y suspiré, más triste que enojado. 


 


—No es por él —fue todo lo que atiné a decir. 


 


Hiroto me miró finalmente—. Tengo miedo de que lo veas y te des cuenta que aún lo amas —dijo aún en voz baja. 


 


Mi corazón comenzó a latir tan rápido, las posibilidades de sus palabras extendiéndose a lo lejos—. Es imposible que eso pase —dije con completa seguridad. 


 


—¿Por qué? —Preguntó Hiroto verdaderamente interesado. 


 


—Porque amo a alguien más, por eso —hubo un silencio que pareció durar horas. Quería decirle la verdad, por fin atreverme a hablarle de mis sentimientos, incluso llegué a pensar que el mismo Hiroto me veía con expectativa, estuve a punto de decirlo cuando Reita entró en La Cocina haciendo que el momento se rompiera en añicos. 


 


El rubio se quedó estático en la puerta, parecía que se había dado cuenta que había interrumpido un momento sumamente importante. Yo no sabía si debía matarlo o agradecerle, sin embargo su semblante me alertó al instante. 


 


—Tenemos un problema —dijo entrando por fin al lugar. 


 


Sentí la mano de Hiroto apretar la mia, le devolví el gesto tratando de transmitirle un poco de confort, que dejara atrás sus preocupaciones, que mi corazón solo le pertenecía a él. 


 


—¿Ahora qué? —Dije sin soltarlo. 


 


—Shou no está; ha de estar ahogado en algún lado o en un burdel —dijo Reita con voz de hartazgo—. Y generalmente no me importaría, pero si alguien tratando de matarnos ahí afuera, se está exponiendo de más —dijo como un padre que se preocupa por su hijo. 


 


Apreté el puente de mi nariz—. Puedo acompañarte a buscarlo un rato, pero debo ir a ver a Toshiya —suspiré. 


 


—Hablé con Tora y Saga, ellos van a ayudarme. Sólo no le digas a Sakito —dijo acercándose al refrigerador—. No vale la pena alterarlo si van a ir a ver a ese cabrón. 


 


Pasé la mano por mi cabello, no recordaba haber tenido tanta drama en mi vida desde que éramos adolescentes y ciertamente no lo estas disfrutando. 


 


—De acuerdo, solo asegúrate de llegar a la carrera hoy —dije finalmente. 


 


Reita sacó el cartón de leche, lo abrió y tomó directamente de ahí. Asintió limpiándose los labios con el dorso de la mano—. Hoy será la noche, ¿no? —sonrió ligeramente mientras Hiroto y yo lo veíamos con desagrado—. Tu y yo volveremos a ser rivales. 


 


Sonreí de lado—. No lo sé, tal vez seas solo tu mordiendo el polvo que dejará mi Lexus al dejarte atrás —me burlé. 


 


—Sueñas, el drag tiene un solo rey y ese soy yo. 


 


-&-


 


Kai


 


Había logrado esquivar a Kamijo durante la mañana, pero dudaba mucho correr con la misma suerte cuando el noticiero terminó. Así que decidí tomar mis cosas lo más pronto posible e irme sin que nadie se diera cuenta. Estaba agotado, aquel horario iba a matarme mientras tuviera que permanecer despierto por todos los problemas que se nos venían encima, para colmo no podía descansar en la noche, sería nuestra primera carrera y yo tenía que fungir mi papel como estratega. 


 


Por eso nos habíamos quedado hasta tarde, teníamos que organizar de la mejor manera el actuar de los equipos dado que Reita y Kyo habían sido lo suficientemente necios como para no querer separarlos. Yo sería el que marcaría la ruta de Gazette9 como lo había hecho ocho años atrás, mientras Uruha marcaría la ruta de Nightmare en grey, después de todo Ruka estaba en Hokkaido y no podíamos llamarlo para meterlo a este lio. 


 


Todavía quedaban algunos detalles por afinar, con la aparición de Aoi, Gazette9 estaba completo, sin podíamos contar con Shou. Debía aceptar que ver a Uruha regresar de los muertos me había devuelto una parte de mi que pensaba estaba perdida, fue como si el vacío que había sentido por tantos años de pronto se hubiera llenado. Quería salir corriendo a buscar a Aoi, asegurarle que todo estaría bien con nosotros que viniera, pero Reita me había detenido, me había explicado que lo sabía desde hacía algunas semanas. Me enojé muchísimo, pero a medida que me contó la historia, entendí por qué no me había dicho y fue la razón por la que no salí en busca de mi amigo. 


 


Teníamos que respetar la decisión de Aoi si queríamos volver a verlo, lo tenía que hacer a su tiempo y por gusto. Si seguía siendo el mismo cabeza dura, podía enojarse tanto que volverían a irse y los volveríamos perder, era como un cachorro asustado al cual había que tratar con cuidado. 


 


Por otro lado estaba todo el desastre que era Nightmare en grey, contaban con dos integrantes menos y aunque Sakito había dicho que él correría los circuitos no estaba muy seguro. Tora se había ofrecido a hacerlo, pero Kyo se había negado resolviendo que tal vez no correrían en las modalidades faltantes, aunque ninguno estaba muy seguro. Lo resolveríamos en cuanto nos enfrentaremos a ese problema, ya teníamos bastantes como para añadirle más. 


 


Revisé la hora, debía correr si quería por lo menos dormir dos horas, antes de tenerme que poner a trabajar en la tablet que se encargaría de monitorear el Ferrari de Reita. Aunque el drag fuera la carrera más rápida de todas y con menos duración, requería una enorme preparación y yo llevaba ocho años sin hacerlo; llevaba los últimos días retomando todo eso que había jurado dejar atrás, y no me sentía enteramente confiado, ni siquiera cerca de como me sentía cuando tenía dieciocho años. Estaba desesperado por volverme a sentir así de nuevo. 


 


Tomé mis cosas para marcharme cuando fui interceptado en la pequeña sala de empleados, por nada menos que Kamijo, quien cerró la puerta detrás de él imposibilitando la salida. Sonreía como si hubiera sido una coincidencia que nos encontraremos ahí. Giré los ojos fastidiado, para ese momento tenía cosas más importantes en qué pensar que caerle bien a la estrella del programa, aún si él podía causar que me despidieran y eso era lo menos que quería. 


 


—Kai, qué sorpresa —mantuvo su papel de sorprendido—. Que bueno encontrarte aquí, pensé que sería un buen momento para retomar nuestra conversación del otro día —sonrió. 


 


—Cómo te dije, no sé de lo que hablas y si me permites tengo que irme —estaba tan fastidiado, tan lleno de problemas que ni siquiera había reparado que mi actitud había cambiado. Siempre trataba de ser amable con las personas en mi trabajo, ser menos explosivo de como había sido en la preparatoria; sin embargo, Kamijo podría sacarme de mis casillas si continuaba insistiendo. Traté de salir pero no me lo permitió—. En serio estoy ocupado. 


 


—¿Qué podría ser más importante que tu carrera profesional? —Dijo sorprendido—. Vamos, no te estoy pidiendo mucho —me tomó de la mano, la cual zafé de inmediato, pero continuó—. Solo te pido un poco de información y a cambio te doy un mejor puesto.


 


En otras circunstancias pudo haber sido la mejor oferta del mundo, en ese momento era la peor idea. Uno podría pensar que no haría daño que supiera acerca de Mana, pero en realidad era un riesgo, el mafioso podría enterarse de nuestro paradero o movimientos por culpa de ese periodista entrometido. Sería como entregarnos en bandeja de plata.


 


—No tengo idea de lo que hablas —dije finalmente. 


 


—¿Firmaste un acuerdo con la corte? —Preguntó—. Eso explicaría por qué no puedes decirme nada, pero no tendría sentido porque el testigo fue tu novio, no tú. 


 


—Mi novio, policía —recalqué en forma de amenaza—. Escucha, no sé de donde sacaste esta información pero te aseguro que tus fuentes te están mintiendo. Seguro viera que trabajaba contigo y se lo inventaron. 


 


Kamijo sonrió dejadome pasar por fin cuando intenté salir—. Tal vez, supongo que solo lo confirmaré esta noche —dijo tranquilamente, lo que hizo que me parara en seco para escucharlo; no quería mostrar sorpresa pero creo que fallé, puesto que su sonrisa se amplió—. Mis fuentes dicen que Mana tenía muchísimo dinero apostado en carreras clandestinas en aquel entonces, presuntamente si quiero saber algo de él, podría investigar desde ahí. Esta noche habrá una de esas carreras, en las que podría ser que Mana conoció a tu novio —no sabía quiénes eran sus fuentes, pero tenían demasiada información y aquello comenzaba a asustarme. Traté de permanecer impasible ante sus palabras—. Dudo que pueda encontrarme a un policía por ahí, pero tal vez alguien pueda decirme qué pasó, ¿no crees?


 


Negué—. Lo dudo —salí finalmente tratando de no gritar de frustración. Pedí el elevador lo más rápido que pude, tratando de evitar las ganas de bajar por las escaleras. Moría por salir de ahí pero sería demasiado obvio; ahora otra cosa que agregar a nuestros problemas, tenía que avisarle a Reita y a Kyo que mi jefe los estaba buscando para obtener la historia del año. 


 


 

Notas finales:

y? que tal?? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).