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Mi biografía sexual por Sadistic_Beauty

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Notas del capitulo:

Naruto no me pertenece sino a Masashi Kishimoto

Pronto recibiría noticias de Sasuke. Zetsu, mi mal apreciado informante, me las haría llegar después de que se le encargara ir a Konoha e investigar sobre el Jinchuuriki que contenía el bijuu de la aldea. Yo era bastante joven en esos momentos para poseer esa información, pero Madara, el causante del ataque, supo desde siempre quién había sido el elegido por el cuarto Hokage. El hecho es que no podría imaginarme la cantidad de recuerdos que regresarían a mi mente en esos momentos, y no precisamente aquellos donde mi ototo era el protagonista, como solía ocurrirme.

 

- Felicidades, Uchiha – Dijo su parte infantil – Tu hermanito está muy bien. Ya se graduó de la academia ninja.

 

- Aunque no hubo personas cercanas a él que lo congratulasen – Siguió "su otro yo".

 

- Sí… Pero la chica que pusieron en su equipo se ocupó de que él pasara por alto ese detalle.

 

La sangre me hirvió en ese momento. ¿Chica? ¿Había alguien capaz de hacer olvidar a Sasuke todo el dolor que le hice sentir? Porque ése era también mi dolor. Y si Sasuke lo olvidaba, me olvidaría a mí también. Y si eso pasaba, mi vida ya no tenía ningún propósito. Antes de que pudiera terminar de desarrollar mentalmente un plan para llegar hasta Konoha y apartar de la vida de mi hermano a la susodicha joven, Zetsu continuó con su monólogo entre sus dos mitades.

 

- Seh, seh, pero, ¿es que no te diste cuenta de que él no le prestó ninguna atención? – Sentí un relax que acabaría demasiado pronto con lo siguiente que el hombre planta diría – En cambio, ¿viste su beso con el chico del Kyuubi?

 

- Argm, ¿no pensarás que el hermanito de Itachi está interesado en los chicos, o sí?

 

- ¡Claro que sí! De hecho… Lo defendió cuando la chiquilla esa le dijo que el Jinchuuriki era molesto porque no tenía padres.

 

De cierta forma, la conclusión del "Zetsu alegre", como solía llamarle Kisame en ocasiones, me tranquilizó de nuevo. Sasuke no se había olvidado de mí, de nuestra historia, por más que sufriera o que deseara morir y acabar con todo, sólo esperaba que me odiara por el tiempo necesario, aunque para mí fuese un infierno vivir de ese odio que amo.

 

- Y su sensei es un tipo bastante molesto para mi gusto, Itachi – Siguió el "Zetsu malo", apodo que también era cortesía de Kisame – es un tal Hatatake Karashi, o algo así.

 

- Era Katake Takashi, creo…

 

- No sé… No podía escucharle bien con esa estúpida máscara que cargaba. El tipo es…

 

- Hatake Kakashi – Respondí.

 

- ¿Lo conoces? – Preguntó el lado blanco de Zetsu.

 

- Obvio, ¿no? – Contestó su parte oscura.

 

A pesar de haberme quedado quieto, escuchando, por dentro sonreí. A pesar de que me había prometido a mí mismo no volver a pensar en él, nunca tuve alguna manera de olvidarle.

 

Yo apenas había ingresado al escuadrón anbu, pero ya llevaba cierto número de misiones cumplidas para esta organización. Nuestro Hokage, Sarutobi-san, me había solicitado para una misión. Realmente me sentía orgulloso de estar ante él, y de escuchar sus cumplidos hacia mi trabajo. Yo sabía que era el mejor en mi escuadrón, y que podría trabajar muy bien sin un escuadrón, pero escuchar halagos provenientes de aquella persona tan importante era algo que me llenaba. Sin embargo, era un anbu, y no podía dejarme manipular ni expresar mis emociones.

 

- Sin embargo, Itachi, quiero que comprendas que para esta misión no puedes ir solo. Pero tampoco es conveniente que lleves a un equipo anbu contigo. Se requiere de la mayor de las discreciones. Así que te asignaremos un único compañero. Adelante, por favor.

 

Ya había sentido su presencia desde que había entrado, volteé a verlo y me topé con su máscara anbu. Creí que era uno de esos que no se saca la máscara ni para lavarse la cara, pero en seguida se la quitó, permitiéndome ver… Otra máscara que al menos revelaba su ojo derecho.

 

- Él es Hatake, Kakashi – Continuó el Hokage – No tienes nada qué temer por él, ya que el nivel de ambos es bastante parejo.

 

- Entiendo – Me apresuré a comunicar.

 

- Kakashi, él es Uchiha Itachi. No podrías tener un mejor compañero. Es el orgullo del clan Uchiha, y con sus debidas razones.

 

- Vaya… - Él volteó a verme – Es un completo placer conocer a un Uchiha de verdad.

 

En principio, no había entendido el comentario. Pero al ver que Sarutobi-san sonreía, supuse que no era dirigido en forma negativa.

 

Sin mucho más que comentar, Kakashi y yo partimos a la misión. Pronto comenzamos a darnos cuenta del potencial del otro, y de allí nació cierto respeto entre nosotros.

 

- ¿Qué ves con tu sharingan, Itachi-kun?

 

- Veo que… Estás muy bien informado acerca de las habilidades del clan Uchiha, senpai.

 

- Más de lo que pudieses creer, te lo aseguro.

 

Creyendo entender sus palabras, contesté a su pregunta activando mi sharingan, en aquel entonces, en el nivel 3.

 

- Hay treinta y ocho ninjas dispuestos en cuatro filas. Dos filas de diez a cada lado del cofre, y una fila de nueve delante y detrás. También veo chakra detrás de las paredes. Refuerzos. Pero son apenas 7 – Noté que Kakashi bajó su máscara para descubrir su ojo izquierdo, sin embargo, como estaba a mi diestra, no pude verlo, y en ese momento no le prestaría atención.

 

- Bien. Yo saldré y me encargaré de las filas de adelante y los lados con una técnica de rayo. Mientras, tú tomarás por sorpresa a los refuerzos y los de atrás.

 

- Entendido.

 

La presencia de Kakashi-senpai en batalla fue perfecta. Pero en un giro que dio en lo alto de un salto vi en su rostro algo perturbador, que no me quitaría de la mente fácilemte.

 

- ¿Sharingan?

 

Volví en mí con la suficiente rapidez para tomar desprevenidos a los demás ninjas enemigos, tomar el cofre, esperar a Kakashi e irnos. Sin volver a ver su rostro, decidí poner las cosas en claro.

 

- Es imposible.

 

Me dije a mí mismo. Sonriendo por haber creído ver algo como eso.

 

Nuestro regreso a casa se vio frustrado por unas nubes lejanas que amenazaban con una implacable tormenta en las cercanías de Konoha.

 

- Nosotros tenemos chakra tipo rayo, Itachi-kun. Pero aún hasta el ninja más experimentado puede resbalar con una rama húmeda. Lo más sensato es que nos quedemos a acampar esta noche.

 

- Concuerdo contigo, Kakashi-senpai.

 

Cargábamos sacos de dormir y píldoras del soldado que saciaban el hambre. Un Katon no Jutsu de mi parte, permitió encender unas ramas secas que Kakashi había conseguido. Nos sentamos frente a frente opuestos por la fogata sobre un par de troncos. Él sería quien iniciaría la conversación.

 

- Hiciste un gran trabajo, Itachi-kun. Tienes una destreza de admirar.

 

- Sólo hice lo que debía hacer – Respondí modestamente – Además, tú también te llevas mucho del mérito. Tu plan era dejarme pelear contra el menor número de ninjas posible para poderme encargar del cofre.

 

- No, ése es un plan básico…

 

- Ahora, ¿Quién es el modesto?

 

Sonrió. Luego se estiró con un suspiro y poco a poco y sin previo aviso, bajó toda su máscara. Quedé turbado. Pude haberme quedado viendo su rostro toda la noche, contemplando su belleza, pero en lugar de eso, no pude despegar la mirada de su ojo izquierdo. No podía ocurrir un error de mi vista dos veces seguidas.

 

- Ya lo viste en la batalla… ¿Por qué no me habías preguntado por mi sharingan?

 

- P-porque… Es imposible… ¡Es imposible que tengas un sharingan en tus ojos si ni siquiera eres un Uchiha! ¡Y mucho menos tenerlo tan avanzado para haber logrado llevarlo hasta el nivel tres! ¡¿Acaso es un truco? ¡Ah! ¡Lo recuerdo! ¡Recuerdo haberte visto copiando una de las técnicas de uno de los ninjas de hace rato! ¡¿Estás copiando mi sharingan?

 

- Por favor, Itachi. Cálmate…

 

¡Qué me calmara! Algo como eso podría significar el fin del clan Uchiha. Cualquier ninja con esa habilidad de Kakashi podría obtener un sharingan. Las probabilidades podrían ir desde que esa técnica no funcionara bien en alguien que no es un Uchiha, hasta que lo usen para falsificar nuestras identidades y meter al clan en un conflicto de Estado. Sin embargo, de alguna forma encontré la paz necesaria para escuchar lo que Hatake-san me revelaría.

 

Comenzó a hablar de su primer día como gennin, de su sensei, de sus compañeros. Y me reveló cómo obtuvo su único ojo sharingan como última prueba de valor de alguien llamado Obito Uchiha. Siguió narrándome la manera en que entrenó hasta lograr llevar su sharingan hasta el límite con el que yo me había encontrado. El tercer nivel. Aquella historia me pareció extraordinaria. Miré a Kakashi a los ojos.

 

- Fuiste entrenado por el Yondaime, y además de eso, un Uchiha confió en que tendrías el poder y el espíritu para poder manipular el sharingan como uno de nosotros – Una sonrisa surcó mis labios – Debes ser alguien increíble

 

- Sé que no puedo depender del sharingan para todas las peleas, pero sé mejor que nadie, que ustedes tienen el clan más poderoso de toda Konoha. Yo, por mucho que me esfuerce, siempre seré sólo una simple copia.

 

Nunca en mi corta vida había escuchado unas palabras cargadas de tanto sentimiento. Se lamentaba de ser considerado un clon, se enorgullecía de llevar algo que sólo podían tener los Uchiha, y le dolía el recuerdo de su mejor amigo de la infancia. Antes de ser un genio ninja, como yo, Kakashi-senpai era… Un gran hombre.

 

- Debo admitir… que no me agrada la idea de que una persona cualquiera tenga el poder más importante de mi familia.

 

- Tienes razón – Noté la falta de ánimo en sus palabras.

 

- Pero… Si tuviera que elegir qué ninja de Konoha podría ser digno de tener esos ojos… Definitivamente serías tú, Kakashi-senpai. Comienzo a entender lo que ese Obito veía en ti.

 

A juzgar por su expresión, él estaba tan sorprendido como yo de mis palabras. Pero eran ciertas. Apenas con un día conociéndolo, me creo capaz de catalogarlo como una persona excepcional. Kakashi se levantó del tronco y se movió hasta mi lado, extendiéndome su mano para que la estrechara.

 

- Sería un honor estrechar la mano del famoso Hatake Kakashi.

 

- Y para mí sería estar en presencia del Uchiha más valioso.

 

La noche transcurría con normalidad, y comenzaba a sentirme alcanzado por el sueño. Me paré del tronco y antes de que pudiera darle las buenas noches, él me imitó, y además, sostuvo mi rostro con ambas manos. No me moví, y permanecía expectativo ante la mirada de Kakashi, que me miraba con minuciosidad.

 

- No puedo creerlo… Eres tan diferente a él…. Pero al mismo tiempo tan parecido. De alguna forma… Son muy pocos los rasgos que tienes y que eran iguales a los de Obito, pero… No puedo evitar verle en tus ojos.

 

Kakashi-senpai se fue acercando más y más a mí, y recordé por un instante, la manera en que mi madre se emocionaba cuando veía por el televisor que un hombre besaba en los labios a una mujer. No me moví, ya que no sabría qué hacer si me separaba de él. Kakashi-senpai se convirtió entonces en mi primer beso.

 

- Con que esto es un beso… Se siente tan bien…

 

Las manos de Kakashi-senpai se deslizaron hacia mi cuello, corriendo por mi pecho, hasta atraparme en un abrazo al nivel de mi cintura. Ni me había dado cuenta del momento en que había cerrado los ojos, y yo lo imité al no tener idea de qué más hacer. Sentí la humedad de su lengua registrarme el interior de la boca y creí que hacer lo mismo que él sería una buena idea, y abrí los ojos con sorpresa al haberme dado cuenta de que le rozaba los dientes, aunque estaba seguro de que él ya había hecho lo mismo conmigo varias veces. Comencé a sentirme atrapado por mi senpai al no poder retroceder y sentir sus manos ahora por debajo de mi ropa. Mis inocentes manos no habían hecho nada más que acariciar sus brazos. Un gemido de asombro fue capaz de hacerme bajar la cabeza y retroceder un poco, ya que Kakashi-senpai había tomado de manera muy rápida mi miembro. Él se separó también de mí, temiendo lo peor, y fue en ese receso que sentí la manera en que el corazón casi se me salía del pecho.

 

- Discúlpame, Itachi. Yo… No era mi intención que…

 

- ¡No! Fue mi culpa… - Le dije en voz baja – Yo… N-nunca me habían besado o tocado así. No sé… - Lo vi a los ojos y noté su asombro. Le dejé hablar.

 

- T-tú… Yo… ¿No has… ¿Eres… Itachi… ¿Acaso te robé tu primer beso? – Sus ojos poseían una expresión indescriptible. Lo aproximé a una mezcla de tristeza y vergüenza.

 

- No, Kak… - Me interrumpió.

 

- Y eres virgen… - Se sentó sobre su propio colchón de acampar - No puedo creer la locura que iba a cometer. Lo siento mucho, Itachi-kun, yo no sería digno de…

 

- Kakashi-senpai, no… Por favor escúcheme – Me arrodillé hasta quedar frente a él y le tomé por las muñecas – Usted no me ha robado nada… Yo… no me lo esperaba, pero al final decidí yo mismo darle mi primer beso – Hice una pausa para continuar, y aún se le veía esa rara expresión – Y… Si quiere hacerlo… Si quiere hacer… "Eso"… Por mí no hay problema, ya que… Me sentiría feliz haberle entregado a usted mi primera vez – Acerqué mi rostro al de él, pero esperé a que fuera él quien tuviera la última desición.

 

- Oh, Itachi-kun… - Y aceptó besarme.

 

Quizá se debía a mi corta edad, pero yo no era de los que sentía algo especial cuando les hablaban de la primera vez. Sí me imaginaba que podía resultar ser algo doloroso, pero nunca presté demasiada atención hacia aquel suceso. Para mí, era simplemente algo que algún día debía ocurrir.

 

Solía quitarme los guantes sin mucha táctica, pero Kakashi lo hizo ayudándose de su boca. Era extraño, pero el hecho de verle que usara sus labios en otra cosa me daban ganas de besarlo. Y ni hablar que quitarse la ropa… Para mí, que toda la vida eso había sido algo tan trivial, se convirtió en un manjar de placeres cuando eran sus grandes manos las que me desvestían. Me acostó sobre su colchón y me hizo delirar al lamerme el pecho, ganado tiempo para terminar de desnudarse él mismo. Mi timidez me llevaba a cubrir mi intimidad y a no mirar demasiado el cuerpo de mi senpai, pero eso sería algo qué él cambiaría.

 

- Mírame, Itachi. Mírame porque… Esta noche… Es especial para los dos.

 

Lo miré, y él llevó mis manos a su propia entrepierna. El contacto con él, con sus zonas más privadas, me estaba excitando, mi erección lo demostraba. En ese momento, creía que esa dureza en mi senpai era perfecta. Luego, él se acostó dejando su rostro sobre mi miembro, lo tomó sin cohibición alguna, y se la llevó a la boca. Casi se me desarma la espalda al sentir aquello. Su saliva estaba recorriendo toda mi longitud, y yo no podía parar de gemir, por mucho que quisiera repetir su nombre, sólo soltaba esos sonidos de placer. Ni siquiera sabía qué hacer con las manos, así que las llevé a su cabello y me aferré a él. Kakashi me abrió más las piernas y sentí su saliva correr hacia rumbos más traseros, para momentos después, darme cuenta que uno de sus dedos estaba comenzando a rozar mi entrada.

 

"Allí viene" pensé. Con mucho cuidado y lentitud, aquel dedo se introdujo en mí, pero casi ni lo noté porque el placer se concentraba en que la boca del senpai estaba aún succionando mi pene. Un segundo dedo estaba abriéndose paso, y cuando consiguió una manera de entrar, me di plena cuenta de la intrusión, incluso dejé de mover las caderas, que para ese momento ni siquiera me había dado cuenta de que lo estaba haciendo, pero me estaba sintiendo extraño. Kakashi sacó mi miembro de su boca, dejándome con la erección más grande que haya tenido.

 

- ¿Estás bien? – Me preguntó.

 

- C-creo… - Le miré.

 

Me besó el ombligo y lo lamía, me sentía bien con eso, al menos hasta que intentó con el tercer dedo, ya que con eso, sí me hizo gemir de dolor.

 

- L-lo siento… Quizá mi saliva no sea un buen lubricante – Se excusó.

 

Y era algo que de todos modos no me molestaba. Cuando arqueé la espalda se dio cuenta de que podía comenzar a mover los dedos, y no perdió tiempo para ello. Decidí evitar moverme demasiado, ya que cada vez que lo hacía sentía dolor. Al haber más placer en mis gemidos, Kakashi-senpai sacó sus dedos de mi interior y dejó que su mano descansara, mas no pasaría lo mismo con mi entrada, ya que había llegado la hora de que un suplente de mayor tamaño se encargara de aquello. Cerré los ojos esperando nervioso lo que venía, y lo que conseguí fue que él me besara.

 

- Me creo incapaz de lastimarte, Itachi… Si lo crees necesario, nos detendremos, ¿de acuerdo?

 

- Gracias – Le respondí mirándolo nuevamente y sonriéndole.

 

Se arrodilló entre mis piernas y las abrió más. Subió mis caderas para elevar bien mi entrada hasta su miembro. Separaba mis nalgas con su mano izquierda y dirigía su hombría con la derecha. Tomé aire y comencé a sentir la presión en mi trasero. Poco a poco, él empujaba su intimidad dentro de mí. Comencé a sentirme incómodo e incluso adolorido en algunos momentos, pero Kakashi se las arreglaba para hacerme sentir mejor. Y poco tiempo después, creí que no existía una manera de mejorar mi estado.

 

- Ahhh…. Ahhhh….

 

- Itachi… - Dijo casi para sí mismo.

 

Hubo un momento en que entré en razón y me di cuenta de lo escandaloso que mis gemidos estaban siendo. Cerré la boca y traté de callarme, pero mi senpai me besó y la abrió de nuevo, y casi no pude poner resistencia.

 

- Ahhh… Gime, Itachi… Lo haces muy bien.

 

A pesar de que aquel comentario me hizo sonrojar, me dejé hacer lo que Kakashi quería. Tomó mi miembro con suavidad y descubrí que no iba a poder aguantarme mucho tiempo más. Ese gesto fue como un corrientaza de placer que se extendió por todo mi cuerpo. Al descubrir cuánta satisfacción podía encontrar en la zona más interior de mi cuerpo, perdí el control de mí mismo, llegando a un orgasmo que me dejó entumecido, a pesar de haber sido, quizá, demasiado pasivo.

 

Soy incapaz de saber cuánto tiempo pasó para que me calmara y volviera en mí mismo. Aún él seguía dentro de mí, y yo trataba de relajar mi respiración aspirando grandes bocanadas de aire.

 

- ¿Puedes aguantar un poco más?

 

Asentí, pero pude escuchar mis propios gemidos ser bastantes largos al sentirlo de nuevo moverse en mi interior, y retomarla velocidad de roce de mi miembro, el cual no había soltado, sino dejado de mover tan rápido. Sus besos en mi abdomen, mi cuello y mi boca, eran una delicia, y sus caricias en cualquier parte de mi cuerpo en que posaba su mano libre me descontrolaban. Mis piernas, que habían permanecido abiertas a ambos lados de su cuerpo, pasaron a enrollarse alrededor de su cintura, ayudándole a llegar más adentro de mí.

 

- Ahhh… Itachi, me encanta tu interior… No quisiera salir de ti nunca…

 

Supongo que me sonrojé ante aquello, porque fue realmente vergonzoso. Nunca me habían dicho nada así, pero no podría negar que esa frase me gustó, y se lo hice saber.

 

- Kakashi… senpai… Yo también quiero que te quedes más t-tiempo… Así… Ahhh…. Así…

 

Incrementó notoriamente la velocidad de sus embestidas y me besó. Nuestros labios apenas se separaron milímetros suficientes para sentir el aliento del otro en el rostro, momentos antes de que mi senpai llegara a su clímax. Me impresioné de haberle podido dar el placer que provocó aquel sonoro gemido, y no dejó de moverse durante su eyaculación, dejando todo mi interior humedecido con su semen.

 

Aún después de salir de mí, tuvo fuerzas suficientes para masturbarme un poco más y repartir pequeños besos en mi longitud y en la punta, permitiéndome eyacular por segunda vez.

 

Mi cuerpo estaba miles de veces más sudado que el de Kakashi-senpai, tanto por dentro como fuera, cabe decir, y a pesar de eso, quería quedarme junto a él. Su cuerpo perlado por las gotas que reflejaban la luz de la luna me enamoraban cada vez más.

 

Él recuperó su postura de arrodillarse entre mis piernas, viéndome. Y yo me creí capaz de sentarme, pero la sensación del líquido fluyendo en mi interior, y una extraña y ligera sensación de dolor en mis partes bajas, como si nunca pudiese volver a unir mis piernas, me restringió. Kakashi sonrió.

 

- No te apresures, Itachi. Mañana te sentirás mejor.

 

Alcanzó de nuevo mi rostro y me besó. Se acostó a mi lado sobre el saco de dormir y nos arropó a ambos. Dormimos abrazados, en ningún momento fue incómodo. Aunque al despertar, moría de vergüenza cuando recordaba todo lo que había pasado.

 

A regresar a la aldea, el Hokage esperaba nuestro reporte de la misión, y mi padre estaba esperándome con él. En seguida simpatizó con Kakashi-senpai, y al terminar la reunión, lo invitó a almorzar a casa.

 

Al llegar, pensé en Sasuke, que para esos momentos estaría en la academia y tardaría en llegar. Quería abrazarle, casi de la misma manera en que quería hacer lo mismo con Kakashi-senpai, pero tendría que esperar. Mi padre y mi madre tuvieron una amena plática con nuestro invitado, mas yo me mantuve al margen, ya que quería estar a sola con el peliplata, sentir de nuevo su respiración, sus caricias y su calor.

 

Al finalizar, ya estaba oscuro, y fui a despedir a Kakashi a las afueras del Barrio Uchiha. Yo lo abracé por la cintura y él me correspondió con ternura con un beso en la cabeza. Luego nos besamos, pero lo sentí algo tenso, supuse que era el cansancio.

 

- Que descanses – Le susurré a manera de despedida.

 

- Igual – Me besó la mejilla – Nos vemos mañana.

 

Y se retiró internándose en la oscuridad.

 

De vuelta en casa, me dirijo al patio trasero para lavar el uniforme anbu, pero en ese lugar encontré a mi padre, que me empujó a la pared y puso ambas manos a cada lado de mi cuerpo, como si eso fuera suficiente para detenerme.

 

- Aléjate de Kakashi – Me ordenó y enseguida mi rostro se deformó en una mueca de indignación.

 

- ¿Qué…?

 

- Estoy casi seguro de que es un espía de Konoha. Cuídate de él. Evítale.

 

Ya yo conocía parte del plan de mi padre para hacer un golpe de estado en la aldea. Pero era casi imposible que Konoha supiese algo al respecto. Ningún Uchiha traicionaría de esa manera a su clan revelando aquello. Mi padre acercó demasiado su rostro y el resto de su cuerpo al mío, y rasguñé la pared en un vano esfuerzo de alejarme de él.

 

- Eres tan bello, Itachi… Desearía no ser tu padre para poder desnudarte y hacerte mío. Aunque… Pensándolo bien… No es necesario que no lo sea.

 

Estaba indignado y asqueado. Pero aún así no podía moverme. La palma de una de sus manos me acarició la mejilla, lo cual a mi parecer fue como si me estuviera ensuciando el rostro con lodo. Y es que se me hacía demasiado imposible que aquello me estuviera ocurriendo. Sólo podía pensar en alejarme de él.

 

- Eres un Uchiha… Deberías estar con un igual – Una de las rodillas de mi padre me rozó fuertemente la entrepierna, y aguanté casi totalmente un gemido – Vamos al sótano. No protestes. Voy a tenerte para…

 

- ¡Ya llegué a casa!

 

Se escuchó la voz de Sasuke desde el otro lado de la casa. Se me vinieron a la cabeza mil imágenes de mi padre acosando a mi hermanito menor.

 

- Salvado por la campana, Itachi. Sasuke vendrá a buscarte.

 

No dijo nada más. Sólo se fue y me dejó allí. Resbalé por la pared hasta caer sentado sumamente tenso por todo. En seguida Sasuke me encontró y me lanzó un kunai que casi no pude esquivar, cortándome ligeramente la mejilla izquierda. Llegó hasta mí y se arrodilló para quedar a mi altura.

 

- ¡Nii-san! ¡¿Qué te sucede? ¡¿Estás bien? ¡Lo siento, lo siento!

 

Sus ojos casi lloraban, y le miré con ternura y preocupación. Lo atraje hacia mí y lo abracé con fuerza.

 

- Todo está bien, Sasuke

 

- Pero tú nunca… Siempre evitas mis ataques… Pero te herí…

 

- Estoy feliz de que te estés haciendo tan fuerte, ototo.

 

Sasuke también me abrazó. Y en ese momento me prometí algo a mí mismo. No iba a dejar que mi padre tocara uno solo de los cabellos de Sasuke. Tampoco iba a permitirle hacerme nada, y además, ignoraría su orden de acercarme a Kakashi.

 

- Sasuke, ¿quieres que te enseñe a usar la katana ahora?

 

- ¡¿En serio? ¡¿A-ahora? Umm… Nii-san, baka, tu espada es más grande que yo… - Dijo molesto, pensando seguramente que le estaba jugando alguna broma.

 

- No importa. Yo te ayudaré. Ven conmigo.

 

La sonrisa ilusionada de Sasuke. Le besé la mejilla y se sonrojó.

 

Al día siguiente no había visto a Kakashi en la central anbu, y supe que estaría de misión todo el día. Quería verle, y supe que la única oportunidad era ir a verle en la noche a su casa, pero con seguridad estaría algo cansado, así que le llevaría algo de comer.

 

Y entonces, por primera vez en mi vida… No sabía que ropa ponerme. Me vestí con un pantalón y zapatos negros, una camisa sin mangas de color gris y un cierre pateado en el frente. Por último una bufanda roja colgando hacia la nuca. Al bajar a preparar las conservas para Kakashi-senpai, mi madre me elogió, y mi padre no dejaba de mirarme.

 

- ¡Itachi! ¡Cielo! ¡Te ves increíblemente bien con esa ropa! ¿Vas a visitar a alguna chica? – Preguntó con entusiasmo e ilusión.

 

- No, madre. Visitaré a un amigo que fue herido en una misión – Mentí, ya que ni ella ni mi padre aceptaban cualquier relación con Kakashi.

 

- ¿Qué amigo? – Se interesó mi padre.

 

- Se llama… Ikito Yuuho – Inventé.

 

No es que no tuviera muchos amigos, pero sabía que mi respuesta no había sido convincente. Me cuidaría de ser visto en mi trayecto, y tendría que suspenderlo si por desgracia para mí resultaba ser descubierto.

 

- Querido, tendremos que buscarle una novia a Itachi. Tiene que ser una chica, una Uchiha, para mantener nuestra sangre densa. Hay que buscar a la más fuerte del clan. Nuestro hijo está tan ocupado con tantas misiones que no tiene mucho tiempo para salir con alguna…

 

Abandoné la casa antes de que su enfermiza conversación me afectara. Pero ya estaba oscureciendo y debía hacer algo primero. Buscar a Sasuke en la academia. Mi ototo nunca fue incapaz de regresar sólo a casa, pero por alguna razón quería que hoy fuera a buscarle, y para mí, lo deseos de Sasuke eran órdenes.

 

- Aniki… ¿Podemos jugar un rato antes de volver a casa?

 

- Sasuke, se hace tarde…

 

- Pero estoy contigo. Todo estará bien, ¿verdad? Nunca dejarás que nada malo me pase, ¿verdad? Aunque me estoy haciendo fuerte y ya no necesitaré de tus cuidados.

 

- ¡¿Qué no vas a necesitarme? – Fingí un gesto de indignación – Ototo… - Le pegué en la frente como solía hacer – Siempre serás mi hermano menor, siempre voy a estar a cargo de ti y seré responsable de ti – Me arrodillé hasta que mi rostro quedara a la altura del suyo y le planté un beso en la mejilla – Y cada día lo haré con gusto.

 

Sasuke se sonrojó y abrió los ojos lo más que podía. Era una expresión muy tierna. Me encantaba mi hermano.

 

- No te sorprendas tanto… Te quiero mucho, Sasuke. ¿A qué quieres jugar primero?

 

La sonrisa se le iluminó como cuando le daban dulces. Y terminamos jugando por un par de horas, hasta que la conciencia volvió a mí y me recordó lo mucho que se molestaban mis padres si Sasuke no llegaba a tiempo. Lo cargué en mi espalda y lo metí a su habitación entrando por la ventana, y le pedí que fingiera estar dormido. Él entendió por qué.

 

Bajé y les expliqué a mis padres que ya había traído a Sasuke a casa, que estaba muy cansado y que le había dejado dormido en su cama, y que fue mi culpa el hecho de que llegara tarde, porque yo le había distraído. Antes de que pudieran decirme nada, partí a ver a "Ikito Yuuho".

 

Kakashi había hablado con mis padres y les dijo dónde vivía. No tardé demasiado en encontrar el lugar. Una modesta casa al oeste de Konoha. Qué raro… Las luces estaban encendidas. Quizá había llegado hace unos momentos.

 

Toqué la puerta, y justo a partir de ese momento, comencé a sentirme tonto. Quizá estaba persiguiendo demasiado a Kakashi-senpai. Quizá la idea de venir a visitarle y llevarle comida era cursi. O tal vez, estaba comportándome como una chica enamorada. Pero quería verle, y también besarle.

 

Un hombre blanco de cabello corto color café y raros e intensos ojos color negro almendrados me abrió la puerta. Estaba cubierto sólo por una tela enrollada en su cintura.

 

- Hola… ¿Se te ofrece algo?

 

- ¿No es ésta la casa de Hatake Kakashi-san?

 

- Sí… ¿Eres su amigo?

 

- S-sí…

 

- En seguida lo llamo. Puede tardarse un poco – Dijo sonriendo.

 

Antes de retroceder, Kakashi llegó a la puerta a sus espaldas, abrazándolo, besándole el cuello, semidesnudo. La sangre se me heló en seguida.

 

- ¿Por qué tardas tanto, Tenzou?... - Al alzar la vista, nuestras miradas se cruzaron – I-Itachi-kun…

 

- … - No encontraba qué responder.

 

- K-Kakashi-senpai, no me toque de esa manera en público – Se quejó aquel hombre.

 

- Sólo venía a ver si te encontrabas bien – Todos nos quedamos en silencio por algunos instantes – Ya me voy…

 

- ¡No! – Kakashi me alcanzó a tomar del brazo, apenas saliendo un poco de su casa.

 

- ¡Déjame! – Le grité enrojeciendo lo ojos intencionalmente.

 

- S-Sharingan… - Dijo un poco sorprendido la pareja de Kakashi.

 

- Itachi, espera. Déjame explicarte…

 

Me relajé y le golpeé el estómago con el codo, dejándolo caer al suelo adolorido. Iba a levantarlo del piso con una patada, pero una raíz de madera salió del suelo y me detuvo. La destrocé y me calmé de nuevo. Miré al castaño correr a auxiliar a Kakashi y me retiré saltando de árbol en árbol.

 

Llegué sin ánimos de nada a la laguna que estaba justo al lado del Barrio. Me subí a un árbol y descansé en él. En mi cabeza había tantas ideas y tan poco razonamiento… Pero me sentía muy triste. Kakashi era una persona genial. No sé por qué no pensé que era obvio que tuviese a alguien especial. Y ése tipo sí que era especial… Manipulaba la madera. Jamás había visto a alguien con un jutsu así, y era algo que en el momento no pude notar. Pero yo era el orgullo del clan Uchiha, ¿acaso eso no vale? Pronto me llegaría la respuesta. Sí. Claro que sí. Hubo momentos en que Kakashi no quería seguir, pero lo hizo porque yo le dije que quería que mi primera vez fuera con él. Estaba consternado por dejar que alguien a quien no conocía ni un día, en aquel entonces me tomara, actué como un ninja nunca debe actuar.

 

- ¡¿Quién soy? – El dueño de aquella voz infantil me cubrió los ojos con sus pálidas manos.

 

- El duende Shisui – Le contesté en burla con una sonrisa.

 

- ¡¿Ehhhh? – Salió detrás del árbol y se agachó sobre mí viéndome a los ojos - ¡Yo soy mucho más grande que un duende! ¡Y más fuerte! ¡Y más conquistador de mujeres!

 

Cerré los ojos riendo. Ese Shisui sí que tenía algo mal en la cabeza. Siempre decía cosas sobre las chicas, cómo salir con ellas, cómo tratarlas… Pero nunca había conseguido que alguna le tomara en serio.

 

- Un horrible duende tiene más suerte que tú con las mujeres, Shisui.

 

- Tsk, hombre… Es que las chicas de Konoha no saben apreciar a un buen joven como yo. Se la pasan todo el día hablando de sus "ídolos" – Dijo aquello imitando a una muchacha enamorada – Que si Asuma-san, que si Fugaku-san, que si Kakashi-san… Aaarggg! Todos ellos son unos tontos. Excepto, tu padre, claro, Itachi-chan… N-no te molestes, jeje… Sube esa cabeza…

 

Estaba cabizbajo, pero por la mención de Kakashi. Era lógico que fuera tan popular. Cada cosa que Shisui discutía, yo la respondía mentalmente.

 

- Digo, pensemos en algo – Se sentó a un lado de mí sobre la rama del árbol – Por ejemplo el tal Kakashi – "No. No me hables de él" - ¿Qué tiene? – "De todo" – Y ellas no entienden que su héroe tiene un amante – "Y hace dos noches eran dos" - ¡Y su amante es un hombre! – "Y yo no podía entrometerme entre ellos" - ¡¿Cómo a las chicas les puede gustar alguien así?... ¿Uhm? ¿Itachi? ¿Te sientes bien?

 

Mi aura depresiva era más que notoria.

 

- V-vamos, Itachi-chan… No te pongas así… Tú también eres uno de los más codiciados, malvado…

 

- ¿De qué hablas? Yo no he visto a ninguna chica interesada en mí.

 

- ¡Y eso es lo que casualmente hace que les gustes más! – Dijo entrando a la desesperación – Itachi, ¿es que acaso no tienes hormonas? Podrías conseguir dos chicas… Si le dices a una de ellas que se haga mi novia, lo haría por ti, créeme.

 

- … ¿Qué tiene que ver eso con las hormonas?

 

- Ita-chan… Tú no pareces tener ese tipo de "necesidades".

 

Si existiese alguna posibilidad de que Shisui leyera la mente, la hubiese descartado en seguida.

 

- Kakashi-senpai es un gran sujeto, al menos.

 

- ¿L-lo conoces? – Preguntó ilusionado.

 

- Tuve una misión con él hace dos días.

 

- Wow…

 

- Pensé que te desagradaba…

 

- B-bueno… A la legua se le nota que es bien parecido… Masculinamente hablando, Itachi – Se apresuró a decir – Me pregunto si será uke o seme de su pareja…

 

Mi ceja alzada le dio a entender que no comprendí nada.

 

- En el mundo gay el seme es… ¿cómo decirlo para que lo entiendas, Itachi?... Hum… Mejor te lo explico con el uke. El uke es el que se deja hacer, ¿me explico?

 

- ¿El que es… penetrado?

 

- Sí… Eso.

 

Miré al cielo. Aunque realmente fue que un sello imaginario que dice "uke" se me estampó en la frente con fuerza echando hacia atrás mi cabeza.

 

- En la mayoría de los casos – Siguió Shisui – Los ukes son tiernos, cariñosos y se comportan como chicas. Les gustan las flores, los dulces, y se ven bien vestidos de rosado. De alguna manera eso hace que los semes quieran echárselos, así que buscan chicos con esas características.

 

Mi propia imagen mental me hizo colapsar, y además sentí pánico de preguntarle a mi amigo cuál era la minoría restante de los casos. Estuve a punto de tomar mi bufanda y ahorcarme en el árbol…

 

Al llegar a casa, ya era bastante tarde. Supuse que todos estaban ya dormidos, y la imagen de Sasuke durmiendo me hizo reflexionar sobre el hecho de que despertarlo sería un crimen.

 

Apenas crucé la puerta, mi padre la cerró desde adentro, y me tumbó en el suelo haciéndome caer boca abajo. Su mano en mi espalda me evitaba levantarme, y no perdió tiempo para apretarme el trasero. Lo maldije mentalmente varias veces, no quería que él me hiciera eso. Bajó mi pantalón sólo lo necesario. Deseaba con cruel desesperación que fuese Kakashi. Y apenas sentí el menor contacto de su humedad contra mi piel, grité.

 

- ¡No!

 

El grito despertaría a mi madre. Mi padre me levantó del suelo, y arregló nuestras ropas justo antes de que ella llegara, mientras yo intentaba soltarme de su agarre.

 

- ¿Qué está pasando? – Preguntó preocupada.

 

- ¡Itachi desobedeció nuestras órdenes!

 

- ¿Qué…? – Aún sin comprender del todo, igual que yo.

 

- Fue a encontrarse con Kakashi.

 

- ¡Itachi! ¿Acaso no fuimos claros? ¿Quieres poner en peligro el clan?

 

En seguida mi padre alzó la mano y me bofeteó, rompiéndome el labio inferior y el interior de la boca. Dijo alguna cosa más y se marchó con mi madre. Yo estaba furioso. Odié a mi padre a partir de aquel día.

 

- Nii-san… - Sasuke salió de la oscuridad donde se había ocultado de mis padres desde que oyó mi grito.

 

- Sasuke…

 

- Nii-san… ¿Te castigaron porque me trajiste tarde…?

 

Negué con la cabeza e intenté sonreír. Luego lo llevé a su habitación, pensando que se quedaría allí.

 

Los recuerdos se iban desvaneciendo poco a poco, arrastrando las memorias de Kakashi en olas que llegaban al almacén de mi mente. Las voces del ambiente se reinventaban, transformándose en las de las oscuras entidades de Akatsuki. Zetsu continuaba con su diálogo que a la vez era monólogo.

 

- ¿Nos estás escuchando, Itachi? – Preguntó la parte oscura de Zetsu.

 

- …

 

- No lo hacía – Respondió su contraparte.

 

- Sí, ya me di cuenta – Volvió a hablar con una gota escurriéndole junto al rostro – Te decíamos que eso fue todo lo que vimos.

 

- Y que fue muy sexy cuando dijo "Casi nada me gusta".

 

- ¿Acaso le vas a abrir un club de fans al hermanito de Itachi?

 

- Y también cuando dijo "Quiero asesinar a esa persona". Kyaaa, Itachi-kun, tanto odio es casi amor…

 

- Menudo imbécil que eres – Se contestó.

 

- Tú no entiendes esos sentimientos. ¿No leíste la novela Ai No Kusabi? Es casi igual y al final…

 

Se fue marchó a paso ligero y sus voces alejándose.

 

- Amor… Claro que te amo. Sasuke. A pesar de que Kakashi siempre estará marcado en mí, mis sentimientos son sólo para ti.

 

Pronto, las voces fueron regresando tomando más fuerza, obligándome a seguir ahogando todas aquellas palabras que quería dirigirle a Sasuke y que no hacían más que bailar en vano con el viento.

 

- Por cierto, Uchiha, Pein quiere verte. Madara acaba de llegar.


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