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Mi biografía sexual por Sadistic_Beauty

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Notas del capitulo:

Naruto no me pertenece sino a Masashi Kishimoto dicho se que van a amar esté cap igual que Yop waaa aún estoy llorando T.T

Entré a la habitación donde se hospedaría Killer Bee. Era demasiado vulgar como para que el comité del Raikage lo utilizara. Me llevó un poco de tiempo planear la manera en que neutralizaría al ninja. Sabía aplicar el genjutsu, pero debía esperar el momento justo en que bajaran la guardia para que no notasen el flujo de chacra desde mis ojos.

 

Dos hermanos compartiendo al mismo tiempo el cuerpo de alguien que no es hombre o mujer. Parece que en verdad hay hermanos que hacen eso, y no tengo moral para juzgarlos. ¿Quién violó a Sasuke después de mostrarle la muerte de sus padres una y otra vez encerrándolo en un genjutsu durante horas?

 

Me liberé del gorro, el anillo y la capa de la organización y me disponía a quitarme la camisa cuando escuché la puerta abrirse. Debía ser Kisame con instrucciones, con observaciones, mi amigo azul para fastidiarme. Joder, hasta habría tolerado que Madara entrara con su humor de perros a gritarme y golpearme. Nada pudo haberme preparado para ver a Kakashi entrar.

 

Quizá fue exagerado el tiempo en el que estuvimos mirándonos, tratando de convencernos a nosotros mismos que en realidad volvíamos a estar cara a cara. Tuve que dar el primer paso.

 

- Si me habías visto antes, debiste haber atacado. ¿Cómo esperas que te reciba? ¿Con un abrazo?

 

- Lo recuerdo bien, Itachi. Habíamos quedado en tratarnos como enemigos la próxima vez que nos viéramos. Pero no eres mi enemigo-. Se movió lentamente hacia mí mientras hablaba.

 

- Kakashi… ¿qué ha pasado con el ninja que solía ser tan temido? no sólo entrando a la pieza de un peligroso criminal rango S, sino caminando hacia él como si no fuera incapaz de matarte con sólo mirarte a los ojos… Dime, ¿cómo te quitaron el sentido común? ¿Fue un experimento de Raíz?

 

- Mi sentido común está muy bien. Pero no funciona contigo. ¿Por qué? ¿Por qué nada funciona contigo?

 

- No me dificultas la tarea de asesinarte. Y cuando lo haga, tu querido noviecito Yamato querrá vengarse y lo mataré también.

 

- Estoy saliendo con Iruka -. Tardé un par de segundos en responder, pues aquello era algo sobre lo que jamás hubiese reflexionado.

 

- Iruka no solía ser gay. Supongo que no has perdido la habilidad para tener a quien quieras.

 

- ¿A quién quiera? – Posó sus manos sobre la pared a mi espalda y recostó con suavidad su frente contra la mía – A quien quiero es a ti, Itachi, siempre a ti.

 

Aparté la mirada y él acercó más su cuerpo al mío. Aquella fue una declaración conmovedora, pero no lo suficiente para arriesgarme a abrirme a él de nuevo. Él no es menos peligroso que yo, en cuanto a seducción se refiere, y sin embargo hacía lo que fuera para evitar pensar en los tantos recuerdos de cuando estábamos juntos, en tiempos más simples. Hablar de sus otras parejas ayudaba.

 

- Eres injusto con Iruka, pues.

 

- Lo sé. Lo hice porque había cosas en él que me recordaban a ti.

 

Me sentí bastante ofendido con eso. Recordaba a Iruka como un tipo tímido, algo lento y tonto, que a partir del asesinato de sus padres tuvo algunos problemas para socializar, asunto que quizá le impulsaba a querer ayudar a niños que pudieran tener el mismo problema. Era el mejor amigo de Kakashi y nunca me molestó su presencia.

 

- ¿Puedo saber en qué diablos se parece Iruka a mí?

 

- Me recuerda tu primera vez. La forma en que cerrabas los ojos, te sonrojabas, y me besabas con aquella inexperiencia. No hay detalle de aquella noche en el bosque que haya olvidado, Itachi.

 

- ¿Y siempre es así? ¿Cada vez que lo follas es como la primera vez? Suena como alguien que es pésimo en la cama.

 

- No iba a buscar a alguien que realmente se pareciera a ti, Itachi. Eso quebrantaría la promesa que te hice la última vez sobre no tocar a Sasuke.

 

Eso lo entendía, pero aún así me molestó. Lo aparté con un fuerte empujón y le grité.

 

- ¿Una promesa es lo que te detiene? ¿Si no fuera por eso me habrías reemplazado con mi propio hermano? ¿Sabes qué? No me importa. ¡Ve con él! ¡Ve a buscarlo! ¡Anda!

 

Estuve firme frente a él señalando con rabia a la puerta, aún sabiendo que en realidad no quise decir aquello y que la idea que él aprovechara una oportunidad con mi hermano me volvía loco. Sin embargo, lo que obtuve como respuesta fue una fuerte risa.

 

- ¿Te burlas de mi? – pregunté con una voz que podía helar la sangre de cualquiera.

 

- Siempre has sido así, Itachi. Te molesta sentirte amenazado cada vez que crees que puedo estar con otra persona.

 

- Me molesta que hayas tenido el coraje de mencionar que podrías ser capaz de tocar a mi hermano.

 

- Pero no lo haría. Aprecio demasiado a mi mejor estudiante para ponerlo en tu radar de celos.

 

- Yo no…

 

- ¡No lo niegues! Alejaste a Yamato incluso cuando sabías que ya no sentía nada por él, insultas a Iruka que ambos sabemos que no puede rivalizar contigo en ningún aspecto, y ahora me gritas por una absurda posibilidad que sólo existe en tu mente que pueda acercarme a Sasuke.

 

Mi boca se abrió, pero volvió a cerrarse cuando no encontré una respuesta para el argumento de Kakashi. Nunca lo había visto de esa forma y odiaba admitir que era cierto. Comencé a sentir el color en mi rostro producto de la poca costumbre a equivocarme.

 

- ¿Te das cuenta, Itachi, de lo terco que eres? No importa cuántas veces te diga que te amo, crees que miraré un segundo a otro lado y me enamoraré de la persona que vea. Sólo pasó una vez, mi novio era Yamato y no pude resistirme a hacerle el amor a un chico al que nunca antes había visto el mismo día en que lo conocí. Nunca voy a arrepentirme de eso.

 

Caminó con prisa en mi dirección mientras se bajaba la máscara, posó sus manos sobre mis hombros, y continuó hablando con sus labios sobre los míos.

 

- Lo que es más, creo que voy a repetirlo ahora mismo.

 

Me besó, aunque al principio intenté no mostrar interés, cedí más rápidamente de lo que estoy dispuesto a admitir. Comencé a sentir nervios porque no podía sacar de mi cabeza a Madara, su rabia, sus celos, su aroma. Pero no era él a quien besaba, sino a Kakashi y su característica gentileza y pasión. Fueron los sentimientos que me comunicó con sus besos los que me hicieron ver el control que Madara había marcado en mí, estuvo claro en cuestión de segundos que mi voluntad no le pertenecía a nadie sino a mí mismo. Así como he tomado malas decisiones, he hecho buenas cosas. Le temía a Madara, pero no tenía ningún argumento que me convenciera a mí mismo de negar que Kakashi aún provocaba ciertas reacciones en mí, y debía evitarlas de alguna manera.

 

- ¿Qué haces en un burdel? ¿Acostumbras a venir después de dejar a tu novio en casa? – Desvié el rostro para escapar de los besos.

 

- Estoy de misión. Igual que tú. Reconocí los trajes negros con nubes rojas cuando entraron a esta zona por el punto de acceso con menos vigilancia.

 

- Konoha no podía saber que vendríamos. No debiste desviarte de tu objetivo principal. ¿Qué dirás a Danzou? ¿Qué escribirás en tu reporte? No puedes incumplir sólo por acosar a tu ex novio, en especial si se trata de un Uchiha y no traes un equipo de lucha que le haga frente a los genjutsu que…

 

Me silenció repentinamente con un beso. No era la primera vez que lo hacía, y sonreí muy ligeramente al recordar las veces que hizo lo mismo cuando le reclamaba por intentar seducirme mientras él seguía siendo la pareja de Tenzou. Profundizó el beso y mordió mi lengua de tal manera que aprovechó para que llegáramos a la cama. Sentir su aliento en mi garganta y su erección entrar en contacto con la tela de mi pantalón, me hizo participar en el frenesí de los amantes que tienen tiempo sin este tipo de contacto.

 

En un momento lo empujé para quedar sobre él y poder quitarle la camisa a medida que besaba y lamía su abdomen. Subía y bajaba por su ombligo, mordía sus costillas, chupaba cada uno de los cuadros sobre su estómago hasta dejar un moretón sobre ellos. Su duro pecho y sus brazos también estuvieron allí para mí, y cuando la camisa dejó libre su cuello, lo mordí, pero presioné con mis dientes sin darme cuenta el sabor metálico de una textura dura. Era un collar, y colgado de él había un aro a modo de dije. Cuando lo examiné bien me fijé que en el interior estaban grabados nuestras iniciales, y por el exterior había otros grabados tan sencillos como hermosos. Era un anillo de compromiso.

 

- ¿Qué es esto?

 

- La razón de por qué Yamato terminó conmigo. Estuve con él un tiempo tras tu huída de Konoha. Debo admitir que actuó como un consuelo ante el dolor y la confusión con que me dejaste. Bueno, un día no recordé quitármelo del cuello cuando fui a verle y sus jutsus de madera me sacaron a patadas y tablones. Aprendí a esconderlo de Iruka, pero me gusta llevarlo siempre que pueda, incluso cuando viajo fuera de la villa.

 

Miré el aro. Su valor comenzó a ser significativo.

 

- No entiendo… - Kakashi sonrió.

 

- Creo que entiendes bastante bien. Lo que no conoces es su historia. Hablé mucho con Iruka al respecto el día que lo compré. No sabía qué hacer o cómo decirte que quería pasar cada uno de los restantes días de mi vida contigo, pero me convenció de ir al vecindario Uchiha, tocar a tu puerta, y que me resbalara todo lo que tus padres pudieran decir al respecto, arrodillarme y pedirte que te casaras conmigo.

 

- Kakashi… Éramos sólo unos niños.

 

- Lo sé, y debía trabajar como cinco años más para comprar el anillo de bodas que suponía que te merecías.

 

Nos miramos un rato, él sonreía con ternura y yo no sabía qué decir o hacer.

 

- En fin, también quería que tuviera los símbolos de nuestros clanes, pero lo reconsideré al creer que me botarían del vecindario Uchiha de la peor forma, sabiendo que ellos no se limitarían a arrojarme palos y piedras – rió tontamente, como me gustaba que lo hiciera.

 

- Mis padres te hubieran matado – soné severo, aunque no era mi intención.

 

- Siempre tuve fe en que hubiese logrado escapar, y no solo. Estaba muy dispuesto a que fueras a vivir conmigo.

 

Mi boca se abrió de nuevo, pero la expresión no alcanzaba a expresar mi incredulidad.

 

- Sí, éramos jóvenes, más que ahora, Itachi. Y sigo sintiendo que eso hubiera sido lo correcto. Sé, de alguna manera, que no me hubiera arrepentido de ello jamás.

 

Mi visión se tornó vidriosa y él también lo notó. Sabía que mi relación con Kakashi había sido intensa, pero me pareció increíble haberle afectado a tal magnitud. A veces pensaba que la vida había sido cruel conmigo, pero más lamentaba el hecho de haber sido tan injusto con Kakashi.

 

- Lo único que nunca me hubiese imaginado era que lo primero que vería al cruzar los muros de los Uchiha aquel día iba a ser a los guardias degollados.

 

Un rápido recuerdo de la última noche del clan Uchiha pasó por mi mente.

 

- Creo que es lo único de lo que me he arrepentido en mi vida, Itachi: haber esperado tanto. Si en vez de haber gastado tiempo discutiendo con Iruka sobre cómo proponerme, o qué chocolates o flores debía llevar, o qué traje ponerme… Si en vez de estar paseando por ahí, viendo el cielo y pensando en ti hubiese ido el día anterior, o incluso un par de horas antes ese mismo día…

 

Un par de lágrimas cayeron casi simultáneamente de mis ojos. Desde hace mucho que no lloraba motivado por algún sentimiento, pero yo también me arrepentía de todo lo que Kakashi estaba diciendo. Se sentó sin apartarse de debajo de mi, sus manos ayudaron a secarlas, y cuando mi vista se tornó más nítida, le vi sonriendo amablemente.

 

- Justo ahora me recordaste a mi niño, aquel talentoso ninja del que me enamoré. Joven e inocente. Encantador y temible.

 

Sonreímos y nos besamos. Entendí a lo que se refería, una historia que logró arrancarme la eterna máscara de inexpresión e indiferencia que Madara y yo forjamos sobre mi rostro y aseguramos con candados de plomo. No me sentía de esa forma desde la última noche del clan Uchiha, vacío, solo, y con los ojos a reventar de lágrimas, pero ahora tenía la grata presencia de Kakashi para entenderme y consolarme, sin importar que fueran falsas esperanzas, él me diría con cariño que todo saldría bien. Me separé para mirar de nuevo el anillo colgado en su cuello.

 

- Itachi… - Se arrancó la cadena – Cásate conmigo. Por favor.

 

Intenté responder que sí, pero mis palabras fueron ininteligibles. Lo besé e intenté decirlo de nuevo y el sonido se escuchó deformado, sin embargo fue suficiente para que él lo entendiera y rió con la garganta entrecortada. Colocó el aro de plata y oro en el dedo correspondiente de mi mano izquierda, justo donde debía estar el que me correspondía en Akatsuki. Nos besamos con besos nostálgicos pidiendo perdón y reconciliando, deseos y ardores que conllevaron a la excitación, gemido tras gemido dirigí su miembro a mi boca y él jugaba con todo mi cuerpo. Me arrastré por su cuerpo hasta alcanzar sus labios y sus manos preparaban las ansiosas entrepiernas.

 

- Voy a hacerte el amor, Itachi Hatake.

 

Mi nombre junto a su apellido, uno de los peores temores de mis difuntos padres. Mientras más besaba y tocaba a Kakashi, más crecía mi deseo por él. También crecía mi amor y mi arrepentimiento, y encontraba mi confort en su calor. Cada vez que lo sentía abrirse paso en mí con su característica mezcla de pasión y ternura, le retribuía, sin importar que estuviera debajo o sobre mí, pues en esos momentos éramos un único ente de placer.

 

Hicimos el amor sólo una vez, pero fue tan intenso y espiritual que con gusto cambiaría todas las pieles que me han tocado por un suave roce de la de Kakashi. Y ahora acostados, mirándonos, besándonos, acariciándonos, sólo alcanzo a sentir de nuevo esa nostalgia a la que me ha acarreado mi talento… y mis decisiones. Porque sé que no puedo estar con Kakashi de la manera que él planeaba y que yo hubiese aceptado sin pensar de haberme comprometido con él hace más de cinco años, nuestros caminos han de separarse de nuevo, pero no quiero hacer nada para que el destino continúe su danza macabra en nuestras vidas. Aunque ese destino no tiene nada de esotérico, es real, con nombre y apellido, Madara Uchiha. Sólo pensar en él delata mis intenciones a mi prometido.

 

- Por favor no te apartes más. Por favor regresa a Konoha conmigo.

 

Mis ojos se humedecen de nuevo, pero me esfuerzo para contener las lágrimas.

 

- Por supuesto que recibirás un castigo, pero yo velaré para que podamos estar juntos.

 

- No puedes pedirme eso, Kakashi. No puedo.

 

-¿A qué le tienes tanto miedo? – Sostuvo mi rostro entre sus manos.

 

- Tú no entiendes. Él ha alcanzado un poder que requiere más de una vida de entrenamiento y conocimientos.

 

- ¿Quién?

 

Lo miré, sabiendo el peligro que representaba decir aquel nombre.

 

- Madara Uchiha.

 

- ¿El primer Uchiha? -. Preguntó luego de unos segundos de meditación - Pero él debe estar muerto…

 

- No, no lo está.

 

- Entonces debe ser un anciano.

 

- Tampoco. Kakashi, es difícil de entender y creer.

 

Suspiré. Parecía que Kakashi sí lo creía, pero se asomaban más preguntas.

 

- Nuestra boda hubiese sido encantadora -. Acaricié su mejilla y cabellos - Y la luna no sería lo único en llenarse de miel esa noche. Kakashi, ciegamente te habría seguido. Y entonces la Konoha que conocemos no existiría. Había mucho en juego, el golpe de Estado que planeaban los Uchiha, el contraataque de Danzou y la aldea, y Akatsuki interviniendo para tomar el control y llevarse al Jinchuuriki. Todas esas tensiones reunidas en aquellos tiempos.

 

- ¿Dices que si hubiese llegado más temprano aquel día, todo eso hubiera ocurrido? ¿No pudimos haberlos evitado juntos?

 

- Debes recordar que eran tiempos delicados. No a la vista de los aldeanos, pero una lucha de poder de tal magnitud hubiera afectado la villa, dejándola susceptible a ataques internos y de parte de otras aldeas. Fui espía clave de los Uchiha, de Danzou, de Madara…

 

- Entonces, todos esos sacrificios… buscaste que todos sufrieran el menor daño. Excepto para ti, para nosotros. Y para Sasuke. Sé que le perdonaste la vida porque lo amas, pero el sentimiento no es recíproco.

 

Mi silencio le explicó a Kakashi que no me importaba ser odiado por Sasuke. Esperaba desde aquella noche que mi muerte llegara a través de sus manos.

 

- En realidad eres un héroe. Pero nadie lo sabe.

 

- No, no lo soy. Y espero que esto se mantenga confidencial. – Miré por una ventanilla de la habitación hacia el exterior. Ya había anochecido. Y yo tenía trabajo qué hacer - Ya sabes quién es el enemigo, usa esa información con mucho cuidado, Kakashi.

 

- ¿Qué desastre evitas ahora si regresas a Konoha conmigo?

 

- Quizá ninguno. Pero tengo un plan para Sasuke, y sólo tendrá éxito si continúa viviendo en el odio y la desesperación, porque tristemente es la forma más rápida de conseguir poder, en especial cuando se poseen ojos malditos… - Sostuve su rostro entre mis manos y él me imitó. Nos besamos – Quiero que sepas que este anillo significa mucho para mí, y que nunca me separaré de él. Te amo.

 

- Itachi, no hables como si jamás volveremos a…

 

No hubo más palabras. El cuerpo de Itachi cayó inconsciente sobre mi regazo. Era la segunda vez que lo atrapaba en el Tsukiyomi, una versión mejorada en comparación al que utilicé la última vez. Una lágrima de sangre debido al jutsu resbaló por mi mejilla, pero le siguieron varias más, de las reales. Podía escuchar sus gritos, cautivo en esa dimensión, desesperación, soledad. Sin embargo, el cuerpo que sostenía no reaccionaba con ellas.

 

Pasé un rato más llorando y besando el cuerpo de mi primer amante sin alguna respuesta, hasta que la puerta sonó. Me levanté y le abrí a Kisame.

 

- Hey, Itachi… - Se interrumpió por unos pocos segundos y me miró estupefacto - ¿Estás llorando? Pensé que habías perdido esa capacidad…

 

Sequé mis lágrimas con las manos, lo que me hizo dar cuenta que seguía desnudo. Kisame también se percató.

 

- ¿Por qué no estás listo para la misión? ¿Qué estabas…?

 

Al dar una rápida mirada a la pieza, Kisame lanzó un gruñido de reproche.

 

- ¿Ése es…? ¿Es…? ¡Itachi! ¡No puedo dejarte solo por un momento! – Kisame lo examinó y no se molestó en preguntar detalles de lo ocurrido - Tu Magenkyou es muy efectivo. Qué técnica tan limpia. ¿Qué hacemos con él?

 

- Llévalo a tu habitación. No puede quedarse aquí.

 

- ¡¿Qué?! ¡No podré llevar mujeres si él está ahí! ¡Será raro!

 

- Tengo que arreglarme para el Raikage y su hermano. Cuídalo.

 

Kisame cargó a Kakashi sobre el hombro y salió del lugar. Me senté un pequeño rato sobre la cama para intentar reunir la voluntad de cumplir con mi misión. Me parecía abominable que alguien me tocara justo después de hacer el verdadero amor. Maldije en voz alta una y otra vez por todo lo que deseaba a Kakashi, era la única forma de desahogarme en ese momento.

 

Miré algunas cosas que la prostituta de aquella habitación tenía guardada en gavetas y utilicé varios artículos: aceites, perfumes que no se comparaban con el olor de Kakashi, collares y pulseras que parecían baratijas junto a mi anillo de compromiso, labial carmesí, una pequeña bata del mismo color y con un estampado confuso en negro que permitía lucir un generoso busto que no tardó en crecer gracias a los jutsus de Konan. Solté mi cabello y di un vistazo al espejo. Fue lo más ridículo que sentí en toda mi vida. Sonreí sin remedio, y me aterró ver mi reflejo con aquella expresión. Cuando pensé que Kakashi había roto mi máscara de inexpresividad, fue literal. Por eso Kisame me había visto con aquel rostro confuso, seguro él tampoco me recordaba con una facción diferente. Intenté recobrar la normalidad, pero no funcionaba, como si hubiera abierto una puerta que ya no podía cerrar, y ante esa idea mi reflejo adquirió el tono de la confusión.

 

La puerta sonó de nuevo. Era Kisame.

 

- Itachi, vine a decirte que el…

 

Mi compañero enmudeció mirando con descaro mi descote. Le llamé un par de veces, pero no me escuchó. Utilicé un genjutsu para que me viera según mi apariencia real.

 

- Joder, Itachi, qué buen trabajo hiciste… Me…

 

- ¿Qué haces aquí? ¿Está Kakashi bien?

 

- Sí, sí, él está bien. Duerme como una roca en nuestra habitación, como pediste. Vine a decirte que el Raikage llegó. Estaré alerta para cubrirte.

 

- Bien. Vete ahora antes que te vean. Un rostro azul no es difícil de olvidar para los testigos.

 

- Yo sé de un par de cosas que no olvidaré el resto de la noche…

 

Terminé el genjutsu y apuré a Kisame para que se fuera, que soltó mi cabello para dar un mejor aspecto. Solo de nuevo, regresé al espejo y me pregunté a cuántos ninjas considerados genios les había tocado involucrarse en una misión como esta.

 

Bruscamente se abrió la puerta y reconocí al Raikage cruzando el umbal. No me gustó la primera impresión, semejaba un animal buscando el alimento que le habían robado, la mirada pasando de un lugar a otro en la habitación hasta encontrar lo que buscaba. Y era alto, y ancho, un verdadero gigante. En seguida apareció la confusión en su rostro.

 

- ¿Qué es esto, Kentaro? ¿Una sola mujer?

 

El dueño del local y el Jinchuuriki hermano del Raikage aparecieron. Killer Bee también poseía dimensiones extraordinarias. Se notaba que a Kentaro le había costado llevarle el paso al Kage.

 

- Ella es lo mejor que tenemos en estos momentos, señor. Desde que la gripe se propagó entre mis chicas, sus acompañantes de costumbre no han podido cumplir ni un solo día de trabajo.

 

- No me gustan las blancas, se quejan demasiado -. Protestó el Jinchuuriki.

 

- Le aseguro que la señorita pondrá todo de su parte para que ustedes tengan lo que desean.

 

- Más te vale, Kentaro. O la próxima vez buscaremos otro lugar.

 

El señor hizo una reverencia, me dirigió una mala mirada, y cerró la puerta para darle privacidad a sus importantes clientes. El Raikage caminó con su apurado paso hacia mí y me sujetó por la barbilla.

 

- Tu rostro tiene marcas. Eso puede disminuir tu propina.

 

- Déjala, hermano -. Intervino el Jinchuuriki – Es bonita aún con eso, y por su cara, parece ser de las que le gusta jugar con semen.

 

- Si es así ponte a trabajar, mujer, que tienes algunas raciones que sacar.

 

El gigante velludo sacó su miembro de entre las ropas y lo sostuvo en mi dirección. Quise salir de aquel lugar inmediatamente antes de comprobar que aquel enorme pene fuera real. Entendí por qué hablaron sobre mujeres que se quejan, pues con esa longitud destrozaría cualquier entrada.

 

- ¿Qué te pasa? ¿Nunca habías visto la polla de un negro? -. Preguntó con orgullo el hermano menor del Kage.

 

Mi silencio fue suficiente respuesta. Aquella sería una noche demasiado larga. Me arrodillé frente al Raikage y tuve el peor de mis desempeños en sexo oral de mi vida, y es que aquellos miembros eran demasiado grandes para entrar en mi boca de la manera tradicional. Tuve que buscar dar placer sólo con lamidas y chupetones, y agradecí que la estrategia funcionó. El Kage tenía varios puntos sensibles, incluyendo los pliegues que se formaban en la parte superior debido a la excitación. Killer Bee dirigió mis manos a su propio miembro y dejó que le tocara a mi propia manera. El Raikage se separó y sentó sobre la cama.

 

- Ha sido un largo viaje, sólo busco algo de confort.

 

Me acerqué a él, abandonando momentáneamente al Jinchuuriki, y me sujeto por la bata hasta acercarme a él y quedar entre sus enormes piernas. Destapó mi pecho y suspiró sonriendo, apresurándose a tocarlos y masajeándolos lentamente una vez que sus manos llegaron a ellos, haciendo aparecer un excitante calor en la zona, que de alguna manera también viajaba a mis caderas y cuello. Bajé el rostro intentando controlarme y el Kage lamió mi oreja.

 

- Comienzas a caerme bien. Veamos si continúas así.

 

Abrió ligeramente la parte inferior de la bata revelando mi miembro que apenas comenzaba a sentir breves cosquilleos.

 

- Oh, qué lindo… Y pequeño.

 

Tocó la punta con uno de sus dedos de gigante, levantándolo y bajándolo a su exploradora forma. No era cierto lo que decía sobre las dimensiones de mi pene, pero el de cualquier persona normal lo parecería a comparación a los que ellos poseían. Con movimientos muy firmes, sus manos entraron más en mi bata hasta acariciar mis costillas para luego regresar a los pechos y sostenerlos ligeramente en alto, y luego besó uno de ellos con su enorme boca. El calor y humedad de aquella cavidad sobre mi pezón me sacó un vergonzoso gemido. Apretaba ambos bultos mientras se turnaba de uno a otro para chuparlos y lamerlos, y contuve mis gemidos enterrando el rostro en su cabello que a la vez revolvía con las manos.

 

- Aún tienes las marcas de tu cliente anterior. ¿Lo disfrutaste?

 

Como en realidad no le interesaba ninguna respuesta, el Kage no se molestó por mi silencio. Sospeché que si recordaba a Kakashi lloraría, poniendo en pelirgo la misión. De todos modos, su ruidoso hermano estaba por unirse a nosotros.

 

- Ya estoy listo. Ahora quiero ver ese culito-. Hizo una breve pausa-. Hey, eso rimó. Creo que tengo talento. Debería convertirme en músico… Quizá un cantante de rap.

 

Sus comentarios fueron ignorados. El Kage por fin se separó de mis pechos y se acostó sobre la cama, alzando su miembro con una mano e indicándome que continuara con mi boca. Me moví a gatas hasta estar a la altura adecuada y obedecí. El Jinchuuriki también se sentó en la cama, detrás de mí, y subió mi bata exponiendo por completo mis genitales. Escuché que rió por lo bajo al separar mis glúteos para observar mejor mi entrada.

 

- No parece que este culito sepa lo que es ser destruido.

 

Canturreó con un tono molesto. Uno de sus dedos presionó con fuerza y entró con ayuda de un gel que supuse estuvo aplicando mientras su hermano mayor estaba distraído con mis pechos. Otro de sus dedos entró, ensanchándome tanto como lo haría el miembro de una persona normal. Un tercer miembro quiso abrirse paso, lanzando una punzada de dolor por todo mi cuerpo e intentando alejarme de él, pero no tuve éxito. Killer Bee me sujetó abrazándome por el estómago e inmovilizándome. Dijo que me relajara, aunque no serviría de mucho, que estaba siendo amable para no lastimarme de más, que si había estado en este trabajo por un tiempo sabría que los dedos no abarcan tanto como un vigoroso y fuerte miembro. Claro que sus palabras no eran tan sutiles.

 

El gel no tardó en colorearse con un leve rojo cuando los dedos se doblaban en mi interior. Su mano giraba, y gemía de dolor y no pude continuar satisfaciendo al Kage, que también acercó un par de sus dedos a mi boca mientras él mismo comenzó a tocar su erección. Su hermano afincaba más su mano contra mi piel, y cuando me consideró listo la sacó con un único movimiento. Respiré profundamente para calmarme, pero su húmedo miembro paseó entre mis nalgas buscando el mismo lugar.

 

El dolor era punzante y se extendía por el resto de mi cuerpo, y cuando parecía que no iba a poder entrar, mi cuerpo cedió con una terrible estocada que me hizo gritar apretando los dientes, y no había terminado de hacerlo cuando entró más y con mayor fuerza, interrumpiendo mi grito. Enmudecí de dolor, como si se me hubiera dormido la parte inferior de mi cuerpo, pero palpitando de tensión. El Kage rió satisfecho. Volví a gritar y sentir el ardor del dolor cuando Killer Bee inició un vaivén de caderas.

 

El tiempo pasaba y las embestidas no se detenían. Mi mente estaba nublada con los gritos que no alcanzaban mis labios. Ambos gigantes sólo reían. Me cambiaban a incómodas posiciones y el Jinchuuriki sólo salió de mi interior hasta que me acostaron boca arriba sobre el Raikage de tal manera que mis brazos se recostaran sobre sus piernas, como si fueran las apoyaderas de un mueble, entonces volvió a comenzar el doloroso proceso de penetración. Sujetó mis piernas por debajo de las rodillas para elevarme y reinició las embestidas. Cubrí mi flácido miembro sólo para evitar que se agitara demasiado, no con placer, sino con los agresivos movimientos y risas. El dolor, lejos de terminar, se intensificaba sin disminuir ni siquiera al momento de salir de mis entrañas. Me haló del cabello y bañó mi cara y cuello con cálido semen.

 

Por supuesto, el Kage no tardaría en activarse. Me levantó y empujó hasta quedar tendido sobre su hermano, que había decidido acostarse. Abrió mis piernas y entró en mí luego de prepararse un poco más. El dolor no me abandonó, y lo peor era que estaba siendo invadido por un miembro más grande que el anterior. Sentí los músculos de mi entrepierna estirarse hasta casi rasgarse.

 

- ¡Ohh! ¡Síii! ¡Nada como un trasero bien apretado!

 

Dio una serie de palmadas a mis nalgas que sentí como latigazos de fuego debido a la sensibilidad. Mis gemidos fueron bajos, como si el dolor encogiera mi garganta. De nuevo las risas y la sangre.

 

El Kage me sujetó de los brazos dejándome de rodillas. Luego se dejó caer boca arriba haciéndome sentar sobre su miembro. Enseguida comenzó a embestirme de nuevo y su hermano atrapó mi aún flácido miembro con su boca. Las manos de ambos acariciaban mis pechos falsos haciéndome sentir un poco de placer, y me arrepentía por eso, pues esas sensaciones me hacían apretar los músculos de toda la zona de mi entrepierna que estaban entumecidos, pero al estar penetrado por un volumen tan grande el resultado se convertía en un mayor dolor. Mis gemidos comenzaron a ser más audibles, y cuando comenzaban a salir algunos que reflejaban más placer que dolor, el Kage incrementó la velocidad y violencia de sus movimientos, acabando su orgasmo con una abundante cantidad de semen en mi interior.

 

Cerré los ojos, concentrándome, ignorando obscenos comentarios de parte de ambos. Puse todo mi esfuerzo para dejar el dolor de lado. Al parecer estaban animados por comenzar pronto con la segunda ronda, lo cual era justo lo que necesitaba. Sentí que ambos se recostaron uno al lado de otro.

 

El momento perfecto.

 

Giré hasta quedar frente a ellos y abrí los ojos. Magenkyou Sharingan activado. Sus mentes estaban estremecidas por la excitación y el agotamiento de su viaje, por lo que pude paralizarlos con mi genjutsu. Noté un poco de resistencia por parte del Kage, pero cayó en seguida.

 

Una vez inconscientes, regresé mis ojos a la normalidad y eliminé el jutsu de pechos de Konan. Noté un par de pequeñas lágrimas de sangre corriendo por mis mejillas, una consecuencia natural de cualquier genjutsu ocular. Me recosté para descansar y liberé un fuerte gruñido de dolor por la presión en mis genitales. El dolor continuó golpeándome, pero debía levantarme y buscar a Kisame.

 

Busqué mis ropas y apenas me asomé fuera de la habitación, pude ver a mi compañero al final del pasillo charlando amigablemente con una mujer. Se separó amablemente de ella y corrió hacia mí. Una vez dentro, sacó una gran bolsa y metió al Jinchuuriki en ella. Los hermanos estaban desnudos y Kisame me miró sorprendido.

 

- Oye, Itachi… Estos sujetos son enormes. Y digo, que cada parte de ellos. ¿Tú no habrás…?

 

- Iré a ver Kakashi.

 

Salí de la pieza, cojeando. Y convencido que mis pantalones estaban impregnándose de sangre. Llegué con Kakashi y me senté con dolor a su lado en la cama donde Kisame lo había dejado tendido. Acaricié sus plateados cabellos y lo contemplé enamorado.

 

Tome papel y lápiz sobre una mesa junto a la cama, escribí una nota, y la guardé en un bolsillo de su chaqueta, sobre su corazón.

 

Kisame entró cargando la bolsa.

 

- Ya amarré al Raikage. Cuando despierte de tu jutsu no tardará en liberarse, pero ya debemos estar lejos para ese entonces y lo lograremos si nos ponemos en marcha ya mismo.

 

Sabía todo eso. Me incliné sobre Kakashi con la intención de besar sus labios, pero no era capaz de tocarlo con los labios que hace tan poco estaban pegados a los genitales de aquel par de desagradables hermanos. Uní mi frente con la suya, le susurré que lo amaba, y salí del lugar.

 

Mi andar era lento por el dolor eléctrico entre mi espalda y piernas. Kisame se ofreció a ayudarme, y aunque al principio sólo me recosté de él, al poco tiempo simplemente me levantó hasta llevarme cargado. Amarró a sus hombros la bolsa que contenía al Jinchuuriki, y a ninguno de los dos nos importó los ocasionales golpes que recibía cuando mi compañero saltaba de un árbol a otro, alejándose a toda velocidad de la escena del crimen. Pasaron muchas horas hasta que recorrimos más de las tres cuartas partes de la distancia que debíamos viajar para llegar a la Aldea de la Lluvia, y fue cuando me mostró su acertado punto de vista.

 

- No sé qué pasó con aquel tipo de la Aldea de la Hoja, Itachi, ero despertó las emociones de tu rostro. Ahora mismo se te ve quebrado. Arréglalo antes que lleguemos al refugio.

 

- No puedo.

 

- Entonces encuentra la manera de hacer creer a los demás que nada pasó.

 

Recorrimos el resto de la trayectoria en silencio.

 

Así llegamos a nuestro destino, nuestro "hogar", y llevamos a cabo el ritual de extracción del Hachibi. Todos los Akatsuki nos reunimos, pero ni la mirada resentida de Hidan, ni la pesada de Pein, ni la molesta de Tobi, pudieron sacarme a Kakashi de la mente. Killer Bee murió, y el plan de Madara estuvo un eslabón más fortalecido.

 

Mi sensei, aún con su estúpido disfraz, me persiguió y habló conmigo fuera de la vista de los demás.

 

- No creo que hayas pasado un rato agradable, Itachi. Así que por qué no vamos a mi escondite y te borramos ese mal sabor de la lengua. Y también del resto de tu cuerpo.

 

- Si es lo que quiere, lo haré, sensei. Sólo le advierto que tengo heridas internas que quisiera tratar cuanto antes.

 

- Ten esto-. Me pasó un tubo de pomada – Es una medicina que Konan asegura que podría ayudar con las posibles heridas que pudieron haberte hecho.

 

Se alejó en silencio. Entendí que él sabía las posibles consecuencias con las que tendría que cargar tras la misión.

 

Tomé la crema y fui solo a mi apartamento. Me duché con ganas de arrancarme la piel. Luego me acosté en mi cama, tomé la pomada, y masajeé el interior de mi recto con los dedos impregnados con la suave sustancia. Pensé en Kakashi, miré mi anillo, y dormí.

 

Esa noche lo veo en mis sueños, despertando en esa simple habitación de burdel, solo, y también es de noche. Nota abierto uno de los bolsillos sobre su pecho y examina el contenido, creyendo que faltaría alguna cosa en vez que encontraría algo que no tenía antes. Un papel doblado que contempla con la boca seca, y su corazón teme al escrito que pueda leer. Lo abre con cuidado, como si pudiera destrozarlo si lo hace demasiado rápido, idea que le espanta. Llora apenas al reconocer la caligrafía.

 

"Si tuviera el derecho de pedirte alguna cosa en el mundo, sería perdón. Duele saber que no puedo demostrarte que siempre te amaré. Lo que compartimos es mi tesoro, lo único que me queda.

 

Hatake Itachi."

Notas finales:

Waaaa waaaa mi Ita merece ser feliz con alguien que si lo ama como mierdas voy a arreglar esto no lo sé :'( 

Revs plis


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