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Chang Ai por N3K0-Ch4N

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Luego de decidir que estaría mejor solo y tras dejar atrás a su tío, Zuko viajo por un terreno semiárido montando su caballo avestruz. El sol estaba cálido pero fuerte al mismo tiempo y con sus rayos quemaba intensamente la sudada piel de su cuello apenas cruzó un puente, casi se cae pero volvió a colocar la montura en su lugar con un aspecto demacrado y el estómago vacío, llevaba mucho tiempo sin comer nada, de pronto, se detuvo al percibir un aroma agradable, desvió la mirada para encontrarse a un hombre cocinando un gran trozo de carne sobre una llama abierta. Zuko puso una mano sobre su estómago el cual gruñía rogando por algo de comida y dirigió su mano libre hacia la empuñadura de su sable; sin embargo, se detuvo al ver que aquel hombre viajaba con una mujer embarazada así que simplemente prosiguió su camino, luchando por mantenerse consciente. Su visión se tornó borrosa y cerró los ojos, al hacerlo apareció la silueta de una mujer que caminaba por un corredor oscuro con una capucha sobre la cabeza, Zuko abrió los ojos nuevamente pero bajó la cabeza, queriendo olvidar de alguna forma aquella extraña visión.

Finalmente, consiguió llegar a una aldea. Al entrar, pasó junto a algunos soldados del Reino Tierra, quienes observaron a Zuko por un momento, desmontó su caballo avestruz y se dirigió hacia una pequeña tienda donde se encontró con el propietario, un comerciante, de pie detrás del mostrador.

-¿Podría darme un poco de agua, una bolsa de comida y algo caliente para comer?-preguntó Zuko mientras extendía su mano hacia adelante revelando una pequeña cantidad de monedas.

-No hay suficiente para una comida caliente-le respondió el hombre-pero puedo conseguirte dos bolsas de comida-

Apenas el comerciante se fue a buscar las bolsas de comida para Zuko, dos niños que estaban ocultos del otro lado del mostrador arrojaron un huevo a los soldados que estaban justo detrás de Zuko y corrieron a ocultarse. Creyendo que Zuko había arrojado el huevo, los soldados lo miraron con enojo y se levantaron del suelo para confrontarlo.

-Hey-exclamó el líder de los soldados, llamado Gow, el príncipe de la Nación del Fuego no los miró y simplemente se quedó de pie en su lugar-¿tú eres el que nos ha estado arrojando huevos, extraño?-

-No-respondió Zuko sin verlo.

-¿Viste quien lo arrojó?-preguntó el soldado frunciendo el ceño molesto.

-No-dijo Zuko dándose la vuelta frente a ellos, al tiempo que llevaba una mano disimuladamente a la empuñadura de su sable.

-¿Esa es tu palabra favorita? ¿no?-preguntó otro soldado en un tono burlón.

-Tiene que haber venido de alguna parte-comentó Gow.

-Tal vez una gallina pasó volando-respondió Zuko dándoles la espalda, el segundo soldado se rió pero su líder lo miró enfadado haciéndolo callar. Apenas el vendedor trajo las bolsas de comida para Zuko, Gow lo apartó y tomo ambas bolsas.

-Gracias por su contribución-dijo Gow mientras se llevaba las bolsas de comida-el ejercito agradece su apoyo-le arrojó la bolsa de comida a uno de los soldados-es mejor que te vayas de la aldea cuanto antes, la pena por quedarse mucho tiempo es más justa de lo que puede llegar a permitirse, extraño-golpeó su pesado mazo de metal con su mano-confía en mi-

-Perdón por eso. Se supone que esos soldados nos protegen de la Nación del Fuego-le dijo el vendedor a Zuko, ambos vieron a Gow y sus hombres alejarse de allí-pero no son nada más que un montón de matones-

Zuko se dio la vuelta y caminó de regreso a su caballo avestruz, pero antes de que pudiera levantarse, el niño que previamente arrojó el huevo a Gow apareció desde el otro lado.

-¡Hey! gracias por no delatarme-dijo el niño sonriendo, Zuko lo ignoró, se subió en su caballo avestruz y comenzó a alejarse de allí, el niño puso una ligera expresión de molestia pero decidió seguirlo-Voy a llevarte a mi casa y darle de comer a tu caballo avestruz-tomó las riendas del animal y comenzó a caminar-vamos, te debo una-

Zuko y Lee ,así se llamaba el niño, llegaron a una granja llena de varios tipos de animales, incluyendo vacas cerdos que emitían chillidos ruidosos apenas los vieron acercarse a la casa. Lee le comentó que el ruido era bueno porque de esa forma, nadie podía acercarse a ellos, mientras el niño iba a dejar al caballo avestruz de Zuko en el establo, su padre, Gansu, se acercó al príncipe de la Nación del Fuego, el hombre le preguntó si era un amigo de Lee, éste le relató la pequeña confrontación de Zuko con los soldados. Sela, la madre de Lee, preguntó por el nombre del recién llegado, Zuko tartamudeó por un momento antes de responder, no quería usar su típico seudónimo "Lee" dado que el niño también se llamaba así, por suerte, Gansu intervino diciendo que no tenía la obligación de decirles quien era si no quería hacerlo. Le dio la bienvenida a su hogar en agradecimiento por su oposición a los soldados del Reino Tierra.

-Esos hombres deberían sentirse avergonzados de tener que usar uniformes del Reino Tierra-comentó Gansu luego de darle la bienvenida a Zuko.

-Los verdaderos soldados están peleando en la guerra-dijo Sela, la esposa de Gansu-al igual que el hermano mayor de Lee, Sen su. La comida estará lista pronto ¿te gustaría quedarte?-

-No puedo-respondió el príncipe de la Nación del Fuego, por mucha hambre y sed que sintiera, sabía que debía seguir viajando-tengo que seguir adelante-

-Gansu podría necesitar algo de ayuda trabajando en el granero-le dijo Sela-¿por qué no trabajan un poco y luego comemos?-

Zuko asintió y se puso a trabajar, aunque su inexperiencia en ello era notoria debido a la cantidad de clavos doblados en la madera. Detrás de él, Lee comenzó a hacerle preguntas personales al azar, su padre lo hizo callar, pero a pesar de su orden, se mantuvo persistente y le preguntó a Zuko como fue que obtuvo la cicatriz en su rostro. Ante esto, el príncipe desterrado golpeó accidentalmente su propio pulgar, momentáneamente distraído, Gansu le dice que no es cortes hacer tantas preguntas personales y que el pasado de Zuko no es asunto suyo. Mientras Zuko continúa martillando, un recuerdo llegó a su mente.

*Flashback*

Un joven príncipe Zuko y su madre están sentados junto a un pequeño estanque en un jardín en los jardines del palacio, alimentando a los patos tortuga.

-Oye, mamá, ¿quieres ver cómo Azula alimenta a los patos tortuga?-le preguntó Zuko y le arrojó un trozo de pan a uno.

-Zuko ¿por qué hiciste eso?-le preguntó Ursa, uno de los patos tortuga bebé emergió del estanque luego de ser golpeado por el trozo de pan, la mamá pato tortuga salió del estanque y mordió con fuerza el tobillo de Zuko. Él gritó de dolor apenas su madre se ocupó de quitar a la pequeña criatura.

-Estúpida pata tortuga-murmuró Zuko-¿por qué hizo eso?-

-Zuko, así son las mamás. Si te metes con sus bebes…-respondió Ursa mientras se arrodillaba junto a él y fingía morderlo-ella te va a morder-

Se rieron brevemente antes de volver su mirada al estanque. Mientras Zuko y su madre caminaban de regreso al palacio a través de un corredor, la joven princesa Azula estaba intentando dar una vuelta de carro pero cayó al suelo con un golpe seco. Detrás de ella, Ty Lee corrió hacia adelante y realizó el movimiento con facilidad, rematando con varios saltos mortales. Celosa, Azula la empujó y se rió de ella.

-¡Azula!-se quejó Ty Lee mientras su mejor amiga se reía de ella. Una joven Mai estaba sentada debajo de un árbol con una expresión de completo desinterés, vio a Zuko caminando por el jardín y volvió a desviar su mirada, ahora sonrojada y sonriendo para sus adentros. Azula se dio cuenta de esto y se acercó a ella.

-Mira esto-le susurró a la niña, Ty Lee se río mientras Azula corría hacia su hermano y su madre-mamá ¿puedes dejar que Zuko juegue con nosotras? necesitamos equipos iguales para jugar-

-¡No voy a hacer vueltas de carro!-le dijo Zuko.

-No tendrás que hacerlo-le respondió la niña mientras se cruzaba de brazos-además, hacer vueltas de carro no cuenta como un juego, dumb dumb-

-No me importa, no quiero jugar contigo.

-Somos hermano y hermana, es importante para nosotros pasar tiempo juntos-dijo Azula intentando convencerlo-¿no lo crees, mamá?-

-Sí, cariño-accedió Ursa y se acercó a su hijo-creo que es una buena idea jugar con tu hermana, aunque sea solo por un momento-

Azula explicó que la táctica del juego era que el jugador derribara una manzana de la cabeza de la otra persona. Ella colocó una manzana en la cabeza de Mai quien tenía un semblante aburrido y la prendió en llamas. Zuko se precipitó hacia adelante tratando de quitarle la manzana en llamas de la cabeza, pero tropezó y chocó con Mai, haciendo que caigan en la fuente, donde aterrizaron uno encima del otro.

-¿Ves? te dije que funcionaría-comentó Azula a Ty Lee colocando una mano sobre su hombro.

-Aw, son tan lindos juntos-dijo Ty Lee burlándose de ellos. Mai se levantó del agua y Zuko salió de la fuente molesto.

-Ustedes dos son tan… ugh-murmuró Zuko mientras se alejaba de ellos, para ese momento, Ursa ya había regresado.

-Iba a buscarte, el tío Iroh nos envió una carta desde el frente de guerra-dijo Ursa sosteniendo un pergamino en su mano, vio a un avergonzado Zuko alejarse de allí para entrar a secarse-estás empapado-

-¡Las chicas están locas!-gritó Zuko caminando de regreso al palacio. En la carta, Iroh decía que si la ciudad era tan magnífica como su muro, Ba Sing Se debía ser algo digno de contemplar. Continuando con la carta, también decía que esperaba a que pudieran venir a verla algún día, eso si no se encendía en llamas primero, a lo que Zuko y Azula se echaron a reír.

También había enviado regalos para su sobrina y sobrino. Para Zuko, una daga de perlas que perteneció al general que se rindió cuando Iroh atravesó el muro externo. La inscripción en la daga decía: Nunca te rindas sin pelear. Azula, en cambio, recibió una muñeca del Reino Tierra, para su disgusto.

-Si el tío no regresa de la guerra, entonces papá sería el próximo Señor del Fuego ¿no es así?-le preguntó Azula a su madre.

-Azula, no hables de esa forma-la regaño Ursa-sería horrible que el tío Iroh no regresara y además, el Señor del Fuego Azulon es una viva imagen de la salud-

-¿Cómo te sentirías si el primo Lu Ten quisiera que nuestro papá muriera?-le preguntó Zuko a su hermana.

-Aún pienso que nuestro papá sería un Señor del Fuego mucho mejor que ese chiflado amante del té-le respondió la joven princesa y acto seguido, prendió fuego la muñeca.

*Fin flashback*

A medida que el recuerdo se desvanecía, la noche finalmente había llegado a la granja, Zuko no tuvo otra opción más que dormir sobre una pila de heno en el granero de la familia que lo acogía en su casa.

-Lamento tener que enviarte a dormir aquí, pero no hay suficientes habitaciones en la casa-le dijo Sela.

-Está bien, siento tener que ser una molestia-respondió Zuko a la mujer.

-Descuida, tu nunca serás una molestia para nosotros-dijo Sela amablemente-te veré mañana para desayunar con nosotros en la casa. Por cierto ¿por qué has viajado de tan lejos? ¿cuál es el propósito de tu viaje?-

-Estoy… estoy buscando a alguien-le dijo Zuko-pero no sé si esta persona es real porque la última vez que nos vimos fue en un festival y tengo miedo de no poder confesarle mis sentimientos-

-Estoy segura de que pronto lo verás y van a estar juntos en poco tiempo.

-¡¿Qué?!-el príncipe de la Nación del Fuego casi se sonrojó-¿cómo lo sabes? ¡nunca dije que esta persona fuera un chico!-

-Una madre sabe cuándo alguien tiene una mirada de amor en sus ojos y ahora mismo tú tienes esa mirada-le dijo la mujer sonriendo-no te preocupes, mi hijo mayor, Sen su, es muy parecido a ti, le gustan las chicas pero también le gustan los chicos-Zuko sonrió levemente al pensar que no era el único con ese tipo de preferencias-bueno, te dejo descansar. Buenas noches-

-Buenas noches.

Al día siguiente, Zuko montó en su caballo avestruz y se alejó de la aldea con su sombrero redondo en la cabeza, a ambos lados de la calle bordeada de personas, una bandera del Reino Tierra voló con la brisa.


Mientras esto sucedía, Aang aterrizó en una pequeña ciudad abandonada del Reino Tierra. Giró su bastón desplegando las alas de su planeador y caminó por la calle principal, hundiendo su mano en la bolsa que llevaba para quitar algunas hebras del pelaje de Appa esparciéndolas en el suelo y que así continuaran dejando el rastro falso que había creado. Al terminar de caminar por la calle, vació la bolsa, arrojando el resto del pelaje en una pila al lado de donde estaba parado, esperando a que a esa chica rara y sus espeluznantes amigas aparecieran, sus ojos rodaron en señal de cansancio, sintiendo la pesadez de pasar dos días enteros sin dormir. Giró su bastón nuevamente para forzar a las alas de su planeador a salir de sus compartimientos ocultos, Aang solo se quedó allí, mirando hacia el camino por el que había venido, quizás ahora podía irse y dormir un poco, pero al mismo tiempo quería enfrentar a esa chica, quien sea que fuera.

Giró su bastón una vez más desplegando las alas nuevamente antes de sentarse en una posición de meditación al final del camino, justo frente al camino por donde aparecería su oponente. Durante varios minutos, Aang dormitaba dentro y fuera de su conciencia, cerrando los ojos por cortos períodos de tiempo antes de que se abrieran de golpe, finalmente (luego de estar media hora esperando) escuchó el ruido de unos pies y levantó la vista para ver a la chica, montada en una lagartija, acercándose hacia él rápidamente. Aang se quedó dónde estaba mientras ella se aproximaba, esperándola y queriendo obtener respuestas sobre quién era ella y qué quería.

Hace una hora y media atrás, Zuko instó a su caballo avestruz a galopar siguiendo el rastro dejado por su hermana y sus amigas. Había estado viajando solo durante semanas, queriendo distanciarse de su tío para reflexionar un poco, todo se había vuelto un desastre luego de su intento fallido por capturar al Avatar en el Polo Norte, fue tan tonto como para creer que Aang era Kuzon, el niño enmascarado que vio aquella vez en el festival, además de que nunca le respondió su pregunta por lo que supuso que el misterio de saber quien era Kuzon seguiría así, como un misterio y nada más. Por lo tanto, no tuvo otra opción más que irse de allí con la cola entre las piernas, solo quiere regresar a la Nación del Fuego y olvidar que alguna vez fue desterrado y marcado, que alguna vez conoció a Aang, que se habían besado y también quería olvidar esos confusos sentimientos que tenía hacia el maestro aire. Había planeado borrar al Avatar de su mente para siempre, enterrar estos sentimientos en el fondo de su corazón, ya no pretendía capturar al niño y ciertamente no pensaba perder la cabeza tratando de encontrarlo.

Pero a veces el corazón quiere lo que uno desea, apenas se detuvo en una aldea cercana para reponer suministros, pudo ver a su hermana. Ella contaba con algún medio de transporte mecánico, probablemente algo que fue creado durante los tres años que no estuvo en la Nación del Fuego, y estaba amenazando a un comerciante para obtener más información, Zuko se ocultó tras la sombra de un edificio escuchando su conversación.

-Se rumorea que el Avatar ya ha estado por aquí y que hizo una compra en este puesto de coles-ronroneó con sus ojos dorados fríos a pesar de su color ardiente, haciendo temblar al comerciante.

-Sí, lo hizo. Y su mascota lémur le causo un daño irreparable a mis coles-le dijo aquel hombre, frotando una col contra su mejilla de manera afectuosa haciendo que Zuko rodara los ojos ante esa acción.

Azula dio un paso al frente y le arrebató la col de sus manos, rebotándola en la palma de su mano como si fuera una especie de balón, sonrió con malicia al tiempo que el comerciante la miraba con cautela.

-Si no quieres que nada malo le pase a tus preciadas coles, entonces sugiero que me digas en qué dirección se fueron-lo amenazó Azula, fuego azul brotó de sus dedos flotando de forma muy amenazante, casi rozando las hojas de la inocente col en su mano. El comerciante cayó de rodillas, junto las manos en señal de suplica y miró a la princesa de la Nación del Fuego.

-Por favor, no le hagas daño a mis coles. Te diré a dónde se fueron-le dijo el hombre con desesperación reflejada en sus ojos.

-Entonces te sugiero que comiences a hablar-gruñó Azula, el hombre extendió su mano, señalando hacia una pequeña formación de montañas al este.

-Por allí, por allí ¡volaron en esa dirección!-respondió con los ojos brillando de lágrimas producto de la desesperación que estaba sintiendo. Azula lo miró detenidamente sospechando que aquel comerciante le estaba mintiendo, pero al no encontrar rastro de mentira en ellos, desvaneció el fuego de su mano y dejó caer la col en el regazo del hombre.

-Gracias por tu ayuda-le dijo la princesa de la Nación del Fuego y el comerciante le sonrió.

-Qué idiota-pensó Zuko y lo que exactamente supuso que debía suceder, sucedió, justo cuando Azula se dio la vuelta para marcharse de allí, levanto su pierna y arrojó una ola de fuego azul sobre el pequeño carruaje de coles, incendiando todo el lote, sonrió apenas se dio la vuelta, Mai y Ty Lee la siguieron detrás.

Zuko abandonó la escena, se subió de vuelta en su caballo avestruz y volvió a seguir a su hermana, puede ser que ya no tuviera intenciones de capturar al Avatar, pero no permitiría que ella le pusiera sus asquerosas manos encima, no mientras Zuko pueda hacer algo para impedirlo por lo que siguió a su hermana desde la distancia donde pensaba enfrentarse a ella y ver a Aang, otra vez.


Azula llegó al final del camino y se encontró con Aang esperándola, desmontó su lagartija, Aang la observaba con cautela mientras se acercaba hacia él, caminando con gracia, con un jadeo en su paso que gritaba por arrogancia y poder. Por alguna razón, esa chica le recordaba un poco a Zuko.

-Zuko...-pensó tristemente, con la cabeza un poco inclinada, sacudió la cabeza tratando de disipar sus pensamientos ¿qué rayos le pasaba? este no era el momento para pensar en Zuko, Aang había pasado muchas noches despierto pensando en el momento en que se besaron por primera vez y su encuentro en el Polo Norte que… lamentablemente no terminó muy bien, luego de irse de la Tribu Agua del Norte tuvo que reconocer que lo que sentía por Zuko era un sentimiento muy fuerte, probablemente era amor, sí, podía ser amor, pero a su vez, Aang no estaba totalmente seguro, nunca había tenido ninguna experiencia en el amor, al menos de la manera romántica, siempre pensó que estaba enamorado de Katara y quizás en algún punto llegó a sentir algo por ella, pero ¿por qué el sentimiento que sentía por ella era diferente al que sentía por Zuko? por ahora tenía que concentrarse en esa chica que estaba frente a él que tenía una forma fuego-control que nunca antes había visto... lo que preocupaba un poco a Aang-¡está bien! ya me encontraste-le habló con una voz exigente aún sentado en el suelo-ahora ¿quién eres y qué es lo que quieres?-

-¿Me estás diciendo que no lo has adivinado? ¿acaso no ves el parecido familiar? aquí va una pista-le dijo con voz burlona mientras levantaba una mano y cubría su ojo izquierdo, profundizando su voz-debo capturar al Avatar para restaurar mi honor-así que su teoría estaba en lo correcto todo este tiempo, aquella chica rara era la hermana de Zuko, la miro con cansancio, parpadeando lentamente ante su patético intento de broma-está bien, puedes reír si quieres-dijo a la ligera, quitando su mano de su rostro-es gracioso-

Su rostro permaneció inerte mientras lo miraba, esa chica era realmente extraña... y espeluznante.

-¿Y ahora qué?-preguntó Aang esperando a que pasara algo más.

-Ahora. Ahora se acabó, estás cansado y no tienes a dónde ir. Puedes correr, pero te atraparé.

Lentamente se puso de pie, Aang ya no sería intimidado por ese tipo de personas nunca más, puede que esa chica viniera de la Nación del Fuego pero aún era una adolescente que parecía ser de la edad de Katara pero aún así, seguía siendo una adolescente. No tenía motivos para temerle, supuso que no estaba al nivel de Zuko en producirle temor… y ahí estaba otra vez, pensando en el príncipe desterrado, malditos pensamientos que no lo dejaban en paz.

-No pienso huir-le dijo el maestro aire, notó como una sonrisa se extendía por el rostro de la chica.

-En serio quieres pelear conmigo-le respondió Azula con un tono engreído y confiado en su voz. Aang estaba a punto de responder, pero, de pronto, ocurrió algo inesperado, en respuesta Zuko irrumpió saliendo de un edificio antiguo y se puso en medio de los dos.

-Sí, y hablo en serio-complicando aún más el enfrentamiento, Zuko mantuvo su posición entre su hermana y Aang, los ojos grises del maestro aire se abrieron enormemente al ver al príncipe desterrado de pie entre ellos.

-Me preguntaba cuando aparecerías, Zu-zu-respondió Azula cruzando los brazos y mirándolo con cierto deje de burla, Aang casi se echó a reír por el apodo que le dio la chica.

-¡Aléjate, Azula! Él es mío-le dijo Zuko mientras adoptaba una posición de ataque, el joven maestro aire pudo sentir un ligero sonrojo aparecer en su rostro en ese momento ¿acaso era tan obvio lo que dijo Zuko? podía jurar que el otro chico casi se sonrojó al darse cuenta de lo que había dicho.

-No voy a ir a ninguna parte-le dijo la princesa de la Nación del Fuego a su hermano, dio el primer golpe, derribando a Zuko con fuerza, dejándolo inconsciente. Luego de una intensa batalla, acorraló a Aang en un edificio derrumbado y en llamas, antes de que Azula pudiera causarle una herida mortal, Katara apareció deteniéndola; uno por uno, se unieron a la batalla, Sokka, Iroh y Toph. Juntos, los seis (Katara, Aang, Sokka, Toph, Zuko e Iroh) crearon un perímetro perfecto frente a Azula y la acorralan-bueno, miren esto. Los enemigos y los traidores trabajando juntos-comentó sarcásticamente-ya me atraparon, sé muy bien cuando me derrotan-levantó las manos en señal de rendición-una princesa se rinde con honor-

Iroh bajó la guardia y desvió la mirada hacia su nueva amiga, Toph, de pie junto al Avatar. Zuko, por otro lado, no creía lo que decía su hermana ¿de qué rayos estaba hablando? ella no tenía honor. Aprovechando esta distracción, Azula atacó a Iroh, quien gritó de dolor mientras caía al suelo. Zuko dejó escapar un grito horrorizado y los cuatro maestros desataron su poder contra Azula, mientras Sokka le arrojaba su boomerang. El ataque combinado provocó una gran explosión y para cuando el humo se disipó, Azula ya había desaparecido.

Zuko se acercó corriendo hacia su tío, se arrodillo cerca de él y comenzó a gritar con furia, maldiciendo a su hermana por haberlo herido de esa manera ¿qué se le había cruzado por la cabeza para hacerle algo así? ¿a su propio tío? sintió la presencia del equipo Avatar detrás de él.

-¡Aléjense de nosotros!-les gritó.

-Zuko, déjame ayudarte-le ofreció Katara.

-¡FUERA!-gritó mientras lanzaba una ola de fuego que afortunadamente no llegó a alcanzarlos, el grupo se alejó de la aldea abandonada dejando a Zuko y a un malherido Iroh completamente solos.

Más tarde, esa misma noche, Appa aterrizó en las montañas y el equipo Avatar finalmente pudo descansar tras pasar dos largos días siendo perseguidos por Azula y sus espeluznantes amigas.


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