Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

2Fast, 2Beautiful por urumelii

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:)

Ruki


 


Salimos al patio de la casa de Shou para encontrarnos con Kyo, seguía enojado con él por la discusión que habíamos tenido, sin embargo no era suficiente para dejar de preocuparme por nuestra situación o evitarlo; tal vez no iba a dirigirle la palabra pero ese era otro asunto. Con lo que no contaba era que en el momento en el que pisé el patio, Saga me tomó por el brazo para regresarme adentro, por lo que me perdí cualquier cosa que hubiera dicho mi hermano al llegar. 


 


—Saga, ¿qué demon…


 


—Shh, —me hizo gestos para que no hablara fuerte, miró hacia afuera asegurándose que solo estuviéramos él y yo en la sala. Me mostró la pantalla de su celular sin decir nada más. 


 


“Estoy en problemas. No le digas a Kyo.”


 


Lo miré sorprendido al darme cuenta que se trataba de Hiroto. 


 


“Hay un tipo aquí que me está amenazando con un arma, me ha dejado encerrado en mi cuarto de hotel. No contaba con que tengo dos celulares. Se supone que era mi guardaespaldas pero está diciendo no sé qué cosas de Toshiya. Si Kyo viene, va a matarme; necesito ayuda.”


 


Casi me desmayo—. ¿Le contestaste algo? —Le pregunté a Saga de inmediato. 


 


—Le dije que le diría a Reita —asintió rápidamente. 


 


Escribí rápidamente algunas otras preguntas, por lo que pudo contestar el día anterior habían salido del concierto hasta que el guardaespaldas comenzó a exigirle que no saliera del cuarto, donde lo había encerrado. Hasta ese momento lo había dejado solo y había aprovechado para escribirnos; nos dio la dirección del hotel y para mi propio horror, el número de horas que nos separaban. Hiroto se encontraba en Nagano, a mas de tres horas de nosotros. 


 


—Tenemos que ayudarlo —dijo Saga hablando muy rápido. 


 


—¿Cómo? —No quería sonar pesimista, solo que era imposible que de repente pudiéramos teletransportarnos— ¿Y qué podríamos hacer nosotros? Nuestra mejor tirada sería decirle a Tora, pero si el guardaespaldas se entera podría matarlo.


 


—¿¡Quién diría que te gusten las putas nos ayudaría!? —Un grito sarcástico proveniente del patio nos interrumpió en nuestro pequeño debate. Saga y yo nos miramos sin entender, aunque pude distinguir la voz de inmediato, estaba seguro que no era nada bueno.


 


Ambos salimos rápidamente ante el criterio que se estaba armando afuera. El hueco en el estomago se hizo más grande al ver a Sakito frente al Bugatti de Nao, mi novio detrás de él sin decir nada. Sakito tenía un enorme moretón en el ojo y una cortada que le atravesaba este, tenía varios moretones en lo que se alcanzaba a ver de su cuerpo, estaba casi cubierto por completo, pero imposible no ver que estaba malherido, una de sus manos estaba vendada, pero su expresión desafiante al estar viendo a Shou no había cambiado. 


 


—¿Qué te pasó? —Pregunté sin querer, estaba tan preocupado por él que lo menos que me importaba era una discusión con su antiguo novio. Sabía que le había pasado pero no había dimensional la magnitud del ataque. 


 


Todos me miraron sorprendidos, incluso Sakito quien ladeó la cabeza, juro que por un micro segundo su semblante cínico cambió; nadie pareció notarlo pues de inmediato sonrió con desdén. 


 


—Me caí de las escaleras —contestó tranquilamente. Miré a Nao en busca de respuestas pero este no me miró, algo no estaba bien—. Pasa cuando te alcoholizas, no todos tenemos el mismo control como otros —miró a Shou nuevamente—. Supongo que esta noche también vas a alcoholizarte, ¿no? O para coger putas no necesitas eso. 


 


—Sakito —dijo Nao en forma de advertencia. El otro rodó los ojos, era evidente que se había enterado del plan de mandar a Shou con Miku por información. 


 


Antes de que la escena se hiciera peor, el Ferrari de Reita se estacionó en la parte de enfrente de la casa y así como así, el mundo se detuvo. A pesar de que había visto a Uruha por varios días, aún si sabía que estaba vivo, aún con todo lo que sabíamos de ellos, ver a un pelinegro bajar del asiento del copiloto del Ferrari hizo que mi corazón se acelerara y todos guardaramos silencio de pronto. 


 


Me atreví a girarme a Kyo, quien sin saber lo que en realidad pasaba con Hiroto, sonrió de lado tratando de ocultar que estaba tan sorprendido como yo. Nao estaba muy pálido, como si hubiera visto un fantasma, supongo que el impacto era más fuerte para él, Shou ya lo había visto, Reina lo había traído; de todos Nao era el único que faltaba del equipo original de hablar o verlo. 


 


Aoi Shiroyama caminó hacia nosotros y si no supiera que era él, tal vez no lo hubiera reconocido. Vestía un traje negro sin corbata y sin saco, las mangas de su camisa blanca estaban arremangadas pero no lucía ni una pizca desaliñado, su cabello estaba perfectamente bien peinado, el porte con el caminaba me hacía saber que ya no era un adolescente irreverente si no un hombre adulto. Ya no tenía la perforación en su labio, pero esa sonrisa retadora permanecía en su semblante como hacía ocho años. 


 


Uruha fue el primero en reaccionar, haciéndonos despertar a todos del trance en el que habíamos entrado. Por obvias razones él era el menos sorprendido, por lo que avanzó con decidida paciencia y solo atinó a abrazar a su… novio, tal vez verlos juntos era mas sorprendente de todo. No tenía nada que ver con los chicos que conocimos tanto tiempo atrás, la forma en la que se movían y desempeñaban frente al otro, era meramente de pareja, no de hermanos; fue suficiente para darme cuenta que no me importaba en lo absoluto su relación, aunque nunca lo hubiera hecho, se sentía completamente natural verlos juntos. La forma en la que Aoi tomó a Uruha por la cintura y lo acercó a él, ni siquiera se besaron, solo el contacto fue lo bastante intimo para saber que estaban hechos el uno para el otro. 


 


—Bienvenido a casa —dijo Uruha lo suficientemente fuerte para que lo escucharemos. Aoi no dijo nada o si lo dijo, no fue en voz alta.


 


No habían deshecho el abrazo entre ellos cuando Reita se les echó encima, seguido de Nao, de Saga, sin importarme mucho, hice lo mismo. Me uní a ese abrazo entre todos, donde El Centro eran los Shiroyama. Incluso Shou y Sakito habían olvidado su discusión para unirse al abrazo, los únicos que mantuvieron su distancia fueron Tora, Kaoru y Shinya. No sé en que momento las lagrimas resbalaron por mi rostro, por fin estábamos juntos, como debió ser desde el principio. 


 


Una punzada de dolor me atravesó el pecho cuando pensé en Hiroto y en Kai, teníamos que hacer algo, no iba a permitir que nuestra familia se volviera a deshacer por culpa de unos malditos mafiosos. Cuando por fin nos separamos, Aoi se limpiaba las lagrimas disimuladamente y Uruha se burló de él provocando pequeñas bromas entre todos. El pelinegro saludó por fin a Tora, Kaoru y Shinya, con estos dos últimos dejando en claro que ya los conocía. 


 


—Es hora de la plática para nada emocional —dijo Tora. 


 


Así que ahí estábamos, en la sala de la casa de Shou. Algunos sentados tanto en los sillones como en el piso, otros parados dando vueltas y Sakito quien se quedó pegado a la puerta, no podía evitar pensar que había algo raro en él, no me creía esa mentira de las escaleras pero tampoco podía descifrar qué le pasaba, solo que tenía conductas que yo conocía bastante bien, esa paranoia que te deja un evento traumático, a cada rato parecía querer salir corriendo de la casa. Tampoco parecía que alguien más lo notara, al menos solo Nao, quien estaba seguro, sabía la verdad. 


 


Kyo comenzó a contarnos lo que había pasado con Toshiya, sobre la droga Ruby Rock y el plan para meterla al país por medio de autos lujosos que seguramente SCREW robaría en el muelle. Reita nos explicó que el mismo mafioso había puesto precio sobre las cabezas de Aoi y Uruha; así como la conexión de una empleada del hotel donde trabajaba Aoi, con delincuentes de poca monta. Nosotros hablamos acerca del plan de mandar a Shou con Miku, a lo que solo obtuvimos un bufido de parte de Sakito. 


 


—Entonces el plan es —dijo Nao recapitulando—: convencer a Jin que averigüe para quien tiene que robar los autos. Interceptarlos y esperar que nos lleve al mafioso en cuestión. 


 


Tora asintió. 


 


—Solo veo un problema —continuó—, ¿cómo vamos a atrapar al otro? 


 


—Hacemos un trato con SCREW, específicamente con Byou para que nos lleve al otro —explicó Reita—, dado que lo vamos a atrapar cometiendo un gran crimen va a tener que confesar. 


 


—¿Y si no lo hace? —Preguntó Sakito. 


 


—Lo hará —aseguró Reita—, es un chico bastante orgulloso. En el momento en el que se vea vencido, hará lo que sea para librarse de la responsabilidad. Hay otra cosa que tenemos que hacer antes de preocuparnos por eso —dejó las palabras al aire. 


 


—Mañana es la nueva carrera —dijo Sakito atrayendo la atención de todos—. A eso te refieres, ¿no?


 


El rubio asintió mirando a Shou—. Es drift —anunció. 


 


—Creo que para este momento ya es irrelevante participar o no —dijo Shou cerrando los ojos. 


 


Shou era especial al manejar, no era un genio como Aoi si se trataba de velocidad, pero había algo en su manera de hacer drift que jamás había vuelto a ver en nadie más. Recordé la forma tan precisa de sus movimientos en cada curva, las exclamaciones de las personas a nuestro alrededor cada vez que se subía a su Mustang y derrapaba en el asfalto. Reita alguna vez había dicho que la manera de manejar del chico era casi artesanal, y a pesar de que yo no era muy fanático de los autos, su talento era evidente. Me sorprendió darme cuenta que a diferencia de todos los demás, el chico más ágil en su forma de conducir no quería hacerlo. 


 


—Te equivocas —dijo Reita—, es necesario que participemos porque será el momento preciso para…


 


—Rescatar a Kai —completó Kyo entendiendo—, es la distracción perfecta. ¿Vas a poder manejar? —Le dijo a Shou. 


 


Bufó—, me molesta que pienses lo contrario y en todo caso también está Sakito —lo señaló con la cabeza. 


 


El mencionado abrió mucho los ojos en sorpresa—. ¿De verdad es el único plan que hay para ayudar a Kai? —Dijo tratando de sonar calmado. Algo que me di cuenta que no logró, incluso Reita lo miró con sospecha—. Solo no me encanta la idea de manejar en un ambiente tan riesgoso, pero obvio lo haré —miró hacia otro lado. 


 


—Saki… —comenzó Shou, pero la mirada que le dedicó el otro bastó para que no prosiguiera. 


 


—No va a ser fácil pero es la única manera en la que Kai no se oponga, mientras siga pensando que Sujk es su amigo, no tenemos de otra —contestó Reita. 


 


—Si te preocupa mucho, lo haré yo —le dijo Kyo a Sakito con naturalidad. 


 


—No, no lo harás —intervine finalmente. Podía estar muy enojado por la idiotez de mi hermano, pero de ninguna manera iba a dejar que todo empeorara, no dejaría ni por un segundo que alguien le pusiera la mano encima a Hiroto, menos cuando podía hacer algo al respecto. Saga me miró tratando de advertirme, sabiendo perfectamente lo que haría, solo que ya no me importaba; Kyo alzó la ceja cuando hablé y esperó a que prosiguiera—. Tienes que ir a Nagano, por Hiroto —anuncié. 


 


La sala estalló en gritos, Reita trataba de calmar a Kyo quien ahora gritaba como desquiciado que se iría en ese momento, mientras el otro trataba de decirle que era una locura actuar tan precipitadamente. Uruha ponía al tanto a Aoi acerca de la relación entre ambos y Tora le gritaba a Reita que dejara que Kyo se expresara en paz. 


 


Terminé por girar los ojos, me paré en la silla en la que estaba sentado y silbé con fuerza, el ruido fue suficiente para que todos se callaran al verme. 


 


—¿Se pueden calmar? Si vamos a ir por Kai mañana, lo mejor es que Kyo se vaya de una vez. Así tendrá tiempo para llegar antes de que Toshiya se entere por Byou lo que hicimos —dije sin bajarme de la silla—. No puedes ir solo Kyo, eso es un hecho —miré a Tora quien negó. 


 


—Yo iré con él —dijo Kaoru con tranquilidad. 


 


—¿Y tú qué vas a hacer? —Preguntó Uruha alzando una ceja. 


 


—Puedo hacer bastante, ¿verdad Tora, bebé? —Dijo en tono de burla. 


 


El mencionado lo ignoró—. Creo que es la mejor idea, por mucho que me pese —dijo cruzando los brazos—. Yo prepararé todo para el sábado y Reita podrá hacer el golpe mañana. 


 


—¿No deberías ir tu? —Dijo Saga a Tora tragando saliva—. Digo, tú eres el policía, no es que no confíe en ti —se refirió a Kaoru—, solo que al menos Tora tiene más autoridad. 


 


—Estaré bien —aseguró Kaoru tomando la mano de Saga. 


 


—No lo tienes que tocar así —amenazó Tora. 


 


La sala volvió a estallar en gritos, me lleve ambas manos a las sienes sin poder creer lo que estaba pasando. Si no fuera por que estaba a una altura mayor que los demás, mi respiración se pudo haber entrecortado debido al estrés, lo cual fue una oportunidad perfecta para ver a Sakito, quien estaba pegado contra la pared. Tenía firmemente agarrado el picaporte de la puerta de entrada, respiraba con dificultad y rapidez; de la misma forma en la que yo podría estarlo haciendo en aquel momento. 


 


Sin pensarlo mucho volví a silbar con fuerza, todos volvieron a callarse—. Vete —le dije a mi hermano a forma de disculpa, me había equivocado al pensar que no podría ayudar a Hiroto, tal vez esta vez podrían ser honestos el uno con el otro—, si te llevas el Bugatti de Nao podrías hacer menos que las tres horas usuales a Nagano. 


 


Kyo asintió, miró a Kaoru, quien besó la mano de Saga para despedirse. 


 


—No dejes que atraviese una pared —le advirtió Shou a Kaoru, quien no entendió pero Kyo le hizo una seña obscena. 


 


Ambos salieron de la casa, Sakito se había pegado tanto a la pared que apenas lo tocaron al pasar a su lado. Parecía como si nadie se hubiera dado cuenta de esas reacciones más que yo, a decir verdad las estaba ocultando mejor que yo, solo actuaba así cuando parecía seguro que nadie lo miraba, si alguien hablaba con él o se giraba a su dirección, el semblante de terror cambiaba por su misma insolencia. 


 


—¿Qué sigue? —Dije aún desde mi silla mirando a Reita. 


 


—Asegurarnos de que Aoi y Uruha estén bien. Ese delincuente que los atacó no será el único, si hay precio por ellos, seguirán viniendo. 


 


—No es que no me guste la idea de esconderme como rata —dijo Aoi en un tono que me recordó bastante a mi adolescencia—, solo que tengo que trabajar y mañana es la dichosa audiencia.


 


—Iré contigo —dijo Reita tranquilamente.


 


—Yo puedo quedarme con Uruha —dijo Shou en voz baja. 


 


—Ay, por favor —interrumpió Sakito—, si no puedes cuidarte a ti mismo. 


 


Pensé que Shou respondería, pero Tora interrumpió diciendo que él se quedaría al tanto del castaño con Saga, Shinya y Shou. Además de que ese mismo grupo sería quien se encargaría de ir al burdel aquella noche para asegurarse que todo marchara bien. 


 


—De acuerdo —dije—. Después de que regresen, Nao y yo nos iremos con Sakito para prepararnos para la carrera —antes de que pudiera protestar lo miré con ojos desafiantes, le di a entender que no había cabida a discusiones y el otro solo se alzó de hombros. 


 


Iba a hacer que todo estuviera bien así me costara mi propia salud mental. 


 


-&-


 


Shou


 


 


Ver llegar a Aoi fue un golpe de realidad bastante extraño, por un lado me alegraba que por fin mi amigo estuviera con nosotros; había cierta tranquilidad que me transmitía saber que tanto Aoi como Uruha estaban a salvo y con nosotros. Por el otro lado, tenía menos de veinticuatro horas que había besado a Uruha con un descaro digno de telenovela, ver al pelinegro llegar me hizo sentir una punzada de culpa combinada con los celos. Uruha estaba con él no conmigo. 


 


Sin embargo, dentro del torbellino que eran mis sentimientos, la verdadera tormenta no tenía nada que ver con ellos. Era Sakito. Casi perdí la cabeza cuando lo vi llegar con Nao, sabía que tendría que verlo en algún momento, pensé que sería como las veces anteriores, donde solo nos dedicaríamos a ignorarnos, pero nadie puede ignorar la presencia de Sakito. Mucho menos yo, su figura parecía llamarme casi como un imán, a pesar de todo lo que había pasado, mi corazón se aceleraba al verlo. Fue por eso que verlo en ese estado hizo que algo estallara en mi cabeza. 


 


Los moretones que adornaban la poca piel que lograba verse entre su ropa, la enorme herida que tenía en el ojo, mi primera impresión fue que había tenido un encuentro rudo con alguien, lo cual me hizo hervir la sangre. Después, en menos de treinta segundos me pasó por la cabeza que había sido atacado, pero de ser así nos habríamos enterado. Cuando por fin dijo que se había caído de las escaleras estando ebrio, pude relajar los hombros, aunque algo dentro de mi no me dejara estar completamente en paz. 


 


Quería acercarme a él, preguntarle si estaba bien. Me recriminaba que se hubiera lastimado tanto aun si había sido un accidente, yo no había estado ahí. ¿Cuántas veces en realidad le había fallado a Sakito? Sin embargo, mi antiguo novio había construido una muralla entre nosotros que en ese momento parecía impenetrable y hacía que el pecho me doliera de una manera que jamás había sentido. 


 


Morí de vergüenza cuando le contaron que iría a ver a Miku, odiaba que mi engaño se le restregara en la cara y se le presentara como si fuera de gran ayuda. Por supuesto, tenía que hacer un comentario al respecto, lo cual, debo decir me tranquilizó un poco, tal vez podía resistir muchas cosas pero que Sakito no me dirigiera la palabra me destrozaría. 


 


—Deberías verte más animado, vas a tener suerte —la voz de Saga interrumpió mis pensamientos. 


 


Estábamos en una camioneta que parecía salida de una película de policías que servía como centro de mando para las cámaras y micrófonos que Tora había puesto en mi ropa. Como nos habíamos divido en lo que parecían equipos, Saga y Uruha también estaban con nosotros. Kyo se había marchado casi de inmediato hacia Nagano; Sakito, Ruki y Nao se habían quedado con Reita, Shinya y Aoi a esperar nuestro regreso. 


 


—No sé qué tan cómodo me siento que escuchen mi conversación —dije finalmente una vez que logramos estacionar la camioneta cerca del burdel sin levantar sospechas. 


 


—No te lo tienes que coger —dijo Saga, parecía que se estaba divirtiendo en grande con la situación—. Puedes, no sé, hablar para variar. 


 


Giré los ojos. Hablar. Sin duda una de las cosas mas difíciles de hacer para mi, con cualquiera, no era que yo fuera con Miku como un cliché extraño donde iba a desahogarme de todas las presiones de estar con Sakito o ser escritor. La verdad, solo iba a coger, a sacar mis frustraciones reales a través del sexo y aquello me avergonzaba de sobremanera. Con todo esto, aquellos encuentros eran bastante íntimos, no quería que cualquiera de los presentes se enterara de mi vida; mucho menos Uruha. De cierta forma odiaba la idea de que se diera cuenta la clase de patán que en realidad era. 


 


—Sólo trata que hable de Toshiya o Mana, alguna conexión con SCREW, lo que sea. Creo que eres capaz de hacer eso —interrumpió Tora con fastidio. Podía notar que algo había pasado entre ambos, Saga se conducía bastante incomodo cerca de él y el agente trataba de evitar mirarlo a cualquier costa—. Si algo pasa entraremos por ti —me aseguró finalmente. 


 


—Estarás bien —me dijo Uruha mostrándome una sonrisa que me reconfortó un poco. 


 


Bajé de la camioneta tratando de lucir lo más casual posible, yo no tenía los nervios de acero como mis amigos que estaban acostumbrados a lidiar con los malos. Ellos eran los héroes, yo era el amigo perdedor. Entré al burdel sintiéndome mas nervioso de lo normal, era como si algo no me terminara gustar del todo, pero no podía estar seguro qué era. 


 


La anfitriona me recibió con la misma sonrisa, me llevo a la misma sala de espera y posteriormente a la misma enorme habitación donde Miku me esperaba recostado en la cama aterciopelada de color negro. El chico se veía igual de deslumbrante que siempre, a excepción de una pequeña cortada que adornaba su mejilla y parecía reciente. 


 


—¿Qué te pasó? —Le pregunté con verdadera preocupación, aunque parecía ser superficial, la herida había sido intencional sin duda. 


 


Miku sonrió como si nada ocurriera, de la misma manera en la que Sakito parecía sonreír para ocultar todo lo que en realidad pasaba. 


 


—Tuve un cliente bastante extraño —dijo como si nada, sin embargo detecté la mentira de inmediato. 


 


—No tienes que mentirme —suspiré.


 


—Lo que quiero es que esto no se vuelva una película barata —dijo Miku acercándose a mi y rodeando mi cintura con los brazos—. Eres mi cliente, no debe importarte  lo que me pase.


 


Tenía razón, Miku no significaba nada para mi; me agradaba y pensaba que era un gran chico. Incluso llegué a plantearme mil veces lo fácil que sería sentir algo por él, sabiendo que estaba condenado al fracaso. Eso no significaba que no preocupara por el chico, que no quisiera que tuviera una vida mejor o algo por el estilo. Y bajo las circunstancias en la que nos encontrábamos estaba casi seguro que aquella herida no eran buenas noticias. 


 


—Dime qué cliente lo hizo y le diré a la Madam que no quiero que te vea —resolví sabiendo que no había sido ningún cliente. 


 


Miku me miró con curiosidad—. Sabía que eras demasiado bueno —suspiró sentándose sobre la cama. Lo miré sin entender, miraba al piso—, se supone que tengo que dormirte —dijo como si estuviera hablando de papas. 


 


—¿Qué? —Grité alarmado. 


 


Me miró con los ojos muy abiertos—. Me dijeron que vendrías en alguno de estos días, que cuando lo hicieras te diera un sedante y vendrían por ti —explicó—. Solo que no puedo hacerlo, eres demasiado bueno. 


 


Agradecí a todos los cielos y universos y dioses que Tora estuviera afuera con refuerzos de agente en los alrededores; me había metido a la boca del lobo sin saberlo y no tenía la mas mínima idea de como defenderme. Por supuesto que sabía pelear, pero nunca lo había puesto en práctica, solo era un escritor. 


 


—¿Qué…¿Quién…¿Cómo? —Fue lo único que pude decir con propiedad. 


 


—¿No lo adivinas? Me dijeron que vendrías aquí, que debía enamorarte, para que pudiera obtener su venganza —dijo rápidamente. 


 


Seguía sin comprender. 


 


—Tú mataste al papá de Byou —sentenció con voz lúgubre. 


 


Me eché hacia atrás horrorizado, mi espalda pegó contra puerta con un golpe sordo. Cerré los ojos casi de inmediato al sentir un mareo en todo mi cuerpo; la escena de Yokohama repitiéndose una vez mas en mi cabeza, todo lo que había sentido, el miedo que había tenido de perder a Sakito; el sonido del arma siendo disparada una y otra vez, la bala que había impactado contra mi novio. Recordé con lucidez, la forma en la que mi pecho se había desbocado, mi mente se había nublado sin pensar realmente lo que hacía. Solo había reaccionado, Sakito estaba en peligro y era necesario salvarlo. La cara de Gackt al caer por el barandal, la forma en la que su vida se escapaba de sus ojos. La culpa que sentí al verme aliviado de haberlo hecho. 


 


Sentí que se me cortaba la respiración, yo era culpable; merecía que Miku cumpliera su misión. Byou merecía su venganza, yo le había arrebatado a su padre, merecía todas y cada una de las cosas que me estaban ocurriendo. 


 


—Solo que no puedo —la voz de Miku habló en medio de todo mi caos mental—, no mereces nada de eso —dijo como si supiera lo que estaba pensando—. Mi hermano me dijo que había sido diferente y después Jin…


 


—Espera, —logré decir a duras penas— ¿tu hermano? 


 


—Manabu —dijo el nombre de uno de los integrantes de SCREW que además, era el chico con el que competiría el lunes. 


 


—¿Cómo dejas que tu hermano haga esto? —Pregunté indignado, una cosa era vengarse de nosotros y otra era usar a un chico en un burdel. 


 


Miku negó rápidamente—. No lo entiendes, Manabu y yo crecimos en la calle. No hacíamos nada diferente de lo que hago aquí; Byou nos sacó de esa vida. Fue hasta hace poco que supo que venías cuando me pidió el favor, yo haría lo que fuera por Byou; Manabu y él son… —se mordió el labio—. Dijo que me parecía a Sakito y podía ayudarlo con el asesino de su padre. Yo estuve de acuerdo, hasta hace poco que Jin llegó con una historia de cómo ustedes no habían tenido la culpa, al menos no de la forma en la que Byou lo contaba. Obviamente Manabu no quiso creer nada de lo que Jin dijo, pero a mi me parecía obvio, por la manera en la que te comportabas; terminó por amenazarme para que te drogara. Verás, tú, Reita y Sakito son su principal blanco.


 


—Tienes que estar bromeando —me pasé la mano por el cabello—, Manabu te hizo esa herida —dije entendiendo un poco. Miku asintió—. ¿Y qué pasa si no me drogas? Por lo que a mi respecta puedo marcharme y nada habrá pasado. 


 


—No se va a detener —dijo Miku con voz de pánico—, ¿no lo entiendes? Tu lo mataste, es a ti a quien quiere hundir más. No se va a conformar con matarte, te quiere hacer sufrir hasta el ultimo segundo. Hasta donde yo sé ya comenzó con…


 


De pronto gritos de muchas chicas y chicos nos interrumpieron, había mucho alboroto afuera tanto que fue inevitable asomarse a revisar lo que sucedía. Miku parecía estar en las mismas, se asomó detrás de mi. Los muebles del pasillo estaban desordenados mientras los gritos continuaban, alguien gritó que llamaran a la policía seguido de un ruido ensordecedor; me encaminé esperando lo peor hacia el lobby, el chico aún caminando tras mío. 


 


Abrí mucho los ojos al notar que la pared de enfrente estaba destrozada, miles de astillas y pedazos de madera regados por todas partes. Los muebles estaban aventados por todas partes y para mi espanto, había un chico tirado sobre uno de los sillones que se había volteado por el impacto, logró levantarse de inmediato y se lanzó contra otro chico. Uruha le propinó un puñetazo a quien parecía ser un maleante después de haberse levantado del sillón. 


 


Miré a todas partes, había otros tres delincuentes que rodeaban al castaño como buitres, no había señales de Tora o de Saga. Los chicos que trabajaban en el lugar gritaban o corrían despavoridos provocando un mayor caos; uno de los delincuentes se acercó a Uruha, fue más rápido que cualquiera de nosotros y le lanzó una pistola de taser la cual hizo que cayera de rodillas sin poder defenderse. 


 


—No podemos matarlo y ya está muy malherido —dijo uno de ellos. 


 


Me giré y logré ver dos agentes de policía que gritaban mientras se acercaban al alboroto. Los delincuentes se echaron a correr en cuanto los vieron, detrás de ellos Tora se asomó, tanto él como Saga se apresuraban a llegar a nuestro encuentro. Uruha no se había levantado, me lancé como bólido hacia donde se encontraba, tenía los ojos cerrados y respiraba muy levemente; fue cuando lo tomé para cargarlo que me di cuenta que estaba sangrando demasiado de su costado derecho, mis manos se habían cubierto de sangre. 


 


—Uruha —dije con pánico moviéndolo cuidadosamente, tenía una enorme herida en la espalda, lo habían apuñalado mientras peleaba y aún así solo había caído con el taser—, no me hagas esto —dije entrecortadamente, alcé la vista a Tora—. Habla a una ambulancia, ¡ahora!

Notas finales:

no me maten


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).