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Sacrificial bull. por Master weasel

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Notas del capitulo:

ADVERTENCIA: Este capitulo en particular contiene escenas violentas y algo de Gore. Recomiendamos discrecion 

 

Sacrificial Bull

Sidestory 3

 

"...La verdad no entiendo porque no quiere comer señora... puede ser algún trastorno psicosomático..."

 

Todo era cosa de la mente. El sueño, el hambre, y el miedo. 

 

Tomura era solo un niño. Tenía 9, casi 10 años, pero entendía todo eso muy bien. Su cabello color plateado, su piel con problemas de resequedad, y sus ojos de color rojo quizas le hacian ver un poco mas grande de lo que realmente era. Pero era de esperarse cuando vivia una vida con una rutina muy poco usual.

 

Esa noche, por ejemplo, estaba observando como los quejidos de un hombre estaban irrumpiendo el silencio de un almacén solitario. El tipo se encontraba arrastrándose por el suelo de madera, mientras su sangre lo manchaba.

 

Los únicos testigos de aquella escena grotesca, a parte del joven Tomura, eran las arañas que se encontraban en las esquinas, una mujer pelirroja con un par de lentes oscuros y un “crop top” quien observaba como la víctima se arrastraba hacia ella, y una chica al lado del joven. Esta ultima era un poco mas alta que Tomura, y tenia su cabello negro agarrado en una larga, larga trenza que le llegaba a la cintura con un pequeño liston rojo agarrado en la punta. Ese día, la mujer había jalado a Tomura y a su acompañante en camisón de pijama y descalzos hacia aquel almacén. Llevaban casi la misma ropa, lo único que la niña traía a diferencia de él, era un cubrebocas con la palabra “cerrado” escrito en kanji.

 

- Vaya situación tan mas patética - mencionó la pelirroja en un tono aburrido mientras sacaba un cigarrillo y un encendedor de un bolso a su costado - Pensé que tus amenazas iban en serio. ¿No me ibas a detener con tu quirk y eso?

- Bas… bastardo… - le replicó el hombre.

- Hey, tú eres el que le robó dinero a tu jefe, no yo - la dama encendió el cigarro y volvió a su víctima exhalando el humo - A mí solo me pagan para deshacerme de gente como usted. No es mi culpa que no sepa a estas alturas cómo lidiar con la mafia.

 

Tanto Tomura como su acompañante miraban de forma indiferente al calvo flaco que estaba en el piso. La pelirroja le había perforado ambas rodillas a su víctima, además de romperle la cadera, por lo que se estaba arrastrando de forma lenta y dolorosa tratando de acercarse a la mujer, esto, mientras ella se sentaba cruzando las piernas en una caja.

 

- Vas a pagar caro esto… soy intocable… Bokuto…

- Ni menciones el nombre del licenciado Bokuto. Él fue el que me mandó a despacharte, viejo. Que Street Shark haya estirado la pata no significa que fuera una cuenta libre para tomar el dinero. Tenías que habérselo dado a tu encargado.

- *Ah* *Ah* Maldita sea, Magne... eres un enfermo... 

- Quizás te tenga que recordar que soy una dama Kotoko. 

- ¡Vete al infierno!

 

La dama exhaló humo de nueva cuenta y se volvió a los niños, fijando su vista en Tomura.

 

- Tomura hijo, ¿tu hermana ya comió?

 

"...Maldita hambre..."

 

El aludido negó con la cabeza.

 

- Suelta su cabello entonces.

- ¿Qué? - dijo el hombre con un poco de sudor en su frente.

 

Tomura acercó su mano a la larga trenza de su hermana, y jaló el listón. Cuando este fue retirado, la trenza comenzó a deshacerse sola de forma inmediata, y los cabellos de la chica empezaron a moverse cual tentáculos, al punto que su pelo negro ahora parecía una serie de apéndices extra.

 

El sujeto miraba cada vez más horrorizado como aquellos cabellos comenzaron a crecer más y más, reptando con rapidez hacia él. Trató de huir arrastrándose lo más rápido que pudo, pero la pérdida de sangre y sus extremidades inhabilitadas se lo impedían. Fue en ese momento que un pedazo de la cabellera de la azabache lo agarró del tobillo.

 

El hombre jaloneaba y pedía auxilio a la pelirroja, quien permanecía de piernas cruzadas en la caja donde estaba sentada, golpeando el piso de forma rítmica con su zapato de tacón. 

 

El caballero trató de zafarse con todas sus fuerzas, pero aquel lazo era tan duro como si de un grillete de acero se tratase. Pronto se percató de que otro grupo de apéndices lo tomaban de la cadera, el brazo y el cuello, haciendo imposible escapar. Terminó con su cuerpo volteado, y con la cara frente a la chica, quien a su vez estaba de espaldas. Al parecer entre toda la conmoción no vio que la otra niña del camisón se había volteado. 

 

Fue en el instante que el calvo quedó al frente de la niña, que noto a la luz de la luna un líquido transparente escurriendo de la nuca de la niña. Ahí, en su cuello, se hizo una abertura, asomándose de poco en poco una lengua en forma de aguja de ese nuevo agujero. Los gritos de horror no se hicieron esperar cuando la tela del camisón comenzó a ceder y a romperse, apareciendo tras la lengua una boca gigante llena de dientes afilados que recorría de forma vertical la espalda de la chiquilla, desde la nuca hasta los omóplatos, dejando la cabeza y los brazos de la joven colgando en el momento que se abrió.

 

Era como una escena sacada del infierno.

 

- ¡¡¡MAGNE, DETÉN ESTO, AYÚDAME, AYÚDAME!!!

- Lo lamento, pero Bokuto me dijo que no dejáramos rastro.

 

El cabello de la chica jaló al sujeto hacia la boca, donde los gritos del hombre se dejaron de escuchar a la par del crujir de los huesos de su cráneo, al cerrarse aquellas fauces sobre su cabeza.

 

Tomura miraba todo con una cruel fascinación. Estaba atento a cómo el camisón de su hermana se manchaba de rojo, junto a los sonidos guturales que hacía aquella boca salida de su cabeza mientras arrancaba piezas del cuerpo varias veces más alto que ella.

 

Cuando terminó, solo quedó un manchón de sangre debajo de los pies de su hermana. Lo único que hizo Tomura tras eso fue murmurar algo, haciendo que el listón rojo, que aún estaba en su mano, se levantara y volara hacia la azabache, cerrando aquella boca y haciendo que su cabello se volviera a trenzar de manera automática. 

 

El camisón de la niña que los acompañaba a él y la pelirroja estaba roto y lleno de sangre, pero la llamada hermana de Tomura permanecía quieta y tranquila, ajustando su cubrebocas, como si no hubiera pasado absolutamente nada. 

 

-Kushiki, cariño, ¿te puedes sentar aquí? - le dijo la dama a la niña palpando una caja - La tía tiene que limpiar ese charco.

 

La niña observó que la dama apuntaba al charco de sangre dejado por ella y se quitó. La mujer sacó un aspersor de su bolso, y lo roció para luego tirar sobre él un pañuelo.

 

- Dios santo, siempre lo mismo. No entiendo cómo es que esta gente carece tanto de sentido común, a veces pienso que…

- Tía… ¿ya nos vamos? - murmuró Tomura, interrumpiendo los quejidos de la dama.

- Espera un momento Tomu chan - suspiró la mujer - Tengo que limpiar los pies de tu hermana, y quemar las pijamas de los dos.

- Tengo sueño…

- Lo lamento amor, solo espera un poco más, ¿quieres? - le dijo la mujer pinchando su mejilla derecha con sus largas uñas de acrílico.

 

Tomura sabía que él y su hermana Kushiki vivían con una rutina poco usual, pero era rutina al final. Debian de acostumbrarse a este tipo de cosas, eran ellos quienes tomaron el lugar de su abuelo con el tiempo, y no podían fallarle. Su amado viejo manejaba muchos negocios en el bajo mundo, y con su salud desmejorada, técnicamente estaban bajo ataque. Más que nada, estaban en una situación en la que los aliados no estaban de sobra, y uno se podía hacer de enemigos muy fácil. 

 

"Solo hay de dos en el mundo hijo, presas y cazadores, tu decides de qué lado estar"

 

Y él no iba a permitirse ser devorado.  

 

Notas finales:

Guia de bolsillo de Yokai. 

Futakushi Onna: Cuando una dama en la casa come poco o nada, pero comida y objetos random comienzan a desaparecer sin razon aparente, puede que dicha dama se haya convertido en una futakuchi onna.

Estos Yokai tienen una segunda boca en la nuca que se come todo lo que agarran sus tentaculos que esconden como cabello, y lo que la segunda boca considera "comida" es muy relativo. Puede ser desde verdadera comida hasta madera, metal y papel, pasando por animales vivos y personas. 


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