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My Way por borisgarc_

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Los meses habían pasado bastante rápido para Orion y Walburga.

Regulus en su cumpleaños numero 13 había recibido un pastel de chocolate hecho por su madre y su papá le regaló unos libros muggles, El Principito y Alicia en el país de las maravillas, habían llegado con una divertida nota de su padre donde le explicaba que Andromeda se los había recomendado y que esperaba comentarlos con él en cuanto se vieran.

Regulus se puso de inmediato a leerlos y hacer sus anotaciones, estaba ansioso por tener esa conversación con su padre.

Sirius se dedicaba a escribirle todos los días a sus padres, cada noche Orion recibía una carta de su hijo detallando todo lo que había hecho en su día y a Walburga siempre le contaba sobre como se sentía. Seguía con dudas sobre ellos, pero estos meses solo podía pensar en que su papá pudo haber intentado acabar con su vida, de alguna forma se sentía culpable, siempre fue un hijo muy rebelde.

Le envió una carta a su tío Alphard en cuando llegó al colegio, se había sentido muy mal los últimos dos días que estuvo en casa, su tío le explicó que si Orion había intentado algo así no tenia nada que ver con él, que él era un buen hijo y también le dijo que no se llenara la mente con una historia que tal vez no era cierta, que su padre posiblemente había tenido un accidente.

La recomendación que le dio su tío Alphard fue aprender a ver a sus padres como eran ahora “Ellos te quieren mucho Sirius, intenta estar bien con ambos y celebra este cambio, no le busques tres pies al gato Siri, solo disfruta”

Con esas palabras decidió intentarlo, además le gustaba la emoción que sentía al recibir la respuesta de sus padres cada día.

Ignatius Prewett volvía a su país después de estar cinco meses en América, su trabajo como inefable y el puesto en el que estaba lo hacia viajar bastante, él y Lucretia habían decidido no tener hijos, ella quería hacer su vida sin tener esa responsabilidad.

Ignatius la entendía, toda su vida la criaron para ser madre y seguir haciendo crecer a la familia. Cuando los casaron, los padres de su esposa no paraban de insistir en cuándo tendrían hijos, ella ponía pretextos y cambiaba el tema. Una noche se animó a hablar con Lucretia de una vez por todas y ella le dijo de frente que no quería tener hijos, se veía nerviosa pero Ignatius la abrazo y solo le dijo que tendrían que tener un mejor pretexto y fue así como “A Ignatius le cayó una maldición en el trabajo que lo dejo estéril” fue lo que dijeron en una cena familiar y ambos se ahorraron esa pregunta para siempre.

Lucretia sabia que su esposo era un buen hombre, al principio su matrimonio era incomodo pero la convivencia lo convirtió en uno lleno de cariño, sabia que su esposo era bueno, tal vez otro la hubiera obligado a ser madre. Ignatius y ella llevaban una vida de matrimonio muy sana, él tenia una perspectiva muy distinta a la que tenían los Black y eso era algo que a ella le encantaba. Lucretia era el mundo entero para él y aunque viajaba constantemente y no se veían en meses jamás dejaba de escribirle cartas y llenarla de regalos cuando volvía.

La mujer escuchó las llamas de la chimenea y se dirigió al salón a ver quien era. Corrió a los brazos de su esposo y le plantó un beso mientras éste la elevaba por la cintura.

Tenía tiempo que Ignatius no tenia una misión tan larga, realmente se habían extrañado.

- No es fácil saber si algo les pasó amor, necesitaría hacerles pruebas.—Ignatius tenía una copa de vino en la mano y sobre su hombro estaba la cabeza de su esposa.

- Entiendo eso, pero si los vieras te darías cuenta, no soy la única que lo notó.

- ¿Crees que sea algo malo?

- Ya no estoy segura, Alphard dice que nada de esto puede ser malo.

- Podemos invitarlos a comer, es verano y los niños están de vacaciones, podrían venir tus primos también, entre más gente menos sospecharían que intento ver algo.

Lucretia asintió y se abrazo aún más su esposo, tenerlo con ella era lo único que necesitaba para calmar esa curiosidad y volver a sentirse tranquila.

Ignatius se sorprendió al ver que nadie decía nada porque su sobrina Andromeda estuviera presente con su marido y su hija, ni siquiera sus suegros habían hecho comentarios al respecto.

Todos estaban tomando eso con naturalidad, pero lo que si fue extraño para toda la familia fue el pequeño beso que le dio Orion a Walburga antes de salir al jardín con sus hijos. El silencio incomodo fue interrumpido por Alphard que tomó a su hermana del brazo y empezó a caminar con ella mientras le contaba alguna de sus anécdotas más escandalosas.

- Te dije que había algo raro.— Lucretia recibió la copa que su esposo le había llevado.

- Eso no prueba nada Lucy.— Le dejo un corto beso en los labios.— Tu y yo tampoco nos besábamos antes.

- Ellos llevan 15 años así y si lo hacían era a solas.

En el jardín Regulus, Sirius y Narcissa jugaban a lanzarse luces con su varita y Orion, Ted con una pequeña en sus brazos y Bellatrix los veían desde las escaleras del pórtico.

Orion se sentía feliz, le gustaba ver a Sirius más relajado, Regulus era menos introvertido y sus sobrinas se veían muy felices.

La cena había sido bastante normal para lo habitual en esa familia, su esposa tenía mucha razón, sus cuñados estaban muy cambiados.

La reacción que tuvo Orion cuando Arcturus regañó a su nieto por tartamudear fue muy inusual en él, pero lo que dijo Alphard después que los cuatro se fueran a su casa “Orion no reaccionaría así si no lastimaran a sus hijos” para Ignatius tenia mucho sentido, le gustaría pensar que sufrieron un trauma y ahora querían ser buenos padres pero antes de la cena logró ver algo inusual. Walburga tenía una cicatriz en la muñeca izquierda.

El verano anterior había sido extraño para Sirius y Regulus, pero ahora que estaban más acostumbrados a su nueva vida nada podría arruinarles las vacaciones.

La casa de los Lupin tenia un terreno enorme con muchas protecciones en él, Sirius imaginaba que era para los días de luna llena. 

La colina era muy linda, Regulus estaba muy feliz recolectando flores para el muestrario de su madre, junto con Olivia y su nuevo amigo Barty, un chico muy callado que era compañero de habitación de Regulus.A finales del ciclo escolar Olivia y Regulus lo integraron en su grupo, ellos también se habían sentido solos mucho tiempo, entendían como se sentía Barty y ahora los tres eran inseparables.

Peter, Remus, Sirius y James jugaban con unas espadas de madera que Orion había traído al día de campo,les estaba enseñando como pelear con ellas y Lyall solo se reía diciendo que era más fácil un Expulso.

Los demás adultos conversaban animadamente en una mesa con sombrilla, mientras bebían y coman bocadillos;  la tarde era prometedora.

- ¿Te burlarías de Godric Gryffindor?— Le dijo Orion a Lyall cuando éste insistía en que a un mago no le servia usar una espada.

- Si, su casa no destaca por la brillantez de los alumnos.

- ¡Papá! yo voy ahí.

Las risas resonaron y Lyall se disculpó con su hijo y los amigos de éste.

- Cuando toman la espada con las dos manos, tienen que separarlas, es un error muy común tomar la espada con las manos pegadas una con otra, pero eso solo impide que los movimientos fluyan.

Hicieron duelos de uno a uno, Sirius demostraba talento natural lo cual enorgulleció a Orion, Peter y Olivia le seguían, ambos habían aprendido rápido los movimientos, Remus y Barty lograban defenderse y los peores eran Regulus y James.

Ambos lucían decepcionados, Regulus quería ser buen espadachín como su padre y James como Godric Gryffindor, ambos se sentían fatal aunque trataban de cubrir su desilusión, Sirius, Peter y Olivia se veían muy felices y ambos tenían que sentirse orgullosos de sus amigos.

Fleamont les dijo a Lyall y Orion que deberían tener un duelo de espadas y uno mágico para que cada uno probara su punto. Fue así que ambos terminaron exhaustos en el suelo, doloridos y llenos de moretones.

Orion había salido volando varias veces, su oponente era muy buen duelista y Lyall había terminado con dos dedos rotos, Orion no le mostró compasión.

Lyall le había ganado en el duelo con varita pero Orion lo había vencido con la espada.

- ¿Por que le gustan tanto las peleas con espada señor Black?.— Le preguntó Barty cuando todos ya estaban en la mesa a punto de comer.

- Empezó cuando era muy niño, me enteré de donde venia mi nombre, en la constelación de Orion se muestra a él con una espada y un escudo, entonces me obsesione con eso.

- ¿Y aprendió solo?- Esta vez la pregunta venia por parte de James.

- Si, mas o menos.

- Un día casi pierde una mano por querer que mi hermano se cortara para que él ya no quisiera jugar con sus espadas.

- Bueno, tus hermanos eran muy molestos.

Eso ultimo había hecho reír a los presentes, seguían comiendo y disfrutando de platicas sin sentido.

- ¿Estas bien?— Orion había entrado a la biblioteca y notó la mirada de Regulus en otra parte menos en el libro que tenia en las manos.

- Si, ¿por qué?

- Te ves triste.

Regulus bajo la mirada, no quería confesar que se sentía muy decepcionado de él mismo. Tenia una venda en la mano que Orion notó. Su hijo al darse cuenta de lo que veía su papá trato de esconder su mano tras el libro.

- Déjame ver.— Fue lo único que dijo su papá y este obedeció sin mirarlo a la cara.

- Kreacher ya lo curó.

- ¿Qué paso?

- ¿Prometes no enojarte?

- Lo prometo.

- Agarre una de tus espadas.— Regulus seguía sin mirar a su padre, pero al no escuchar ningún  regaño continuó.— Solo quería practicar más, quiero ser igual de bueno que Sirius y tú.

Orion no le decía nada, solo se dedicaba a acariciar la cabeza de su hijo.

- No tienes por qué estar triste, hay solución para eso.— Su hijo levanto la mirada por primera vez en todo ese tiempo.— Solo hay que practicar más.

Regulus dejo que su papá limpiara las pequeñas lagrimas que tenía y recibió feliz el abrazo de Orion.

En otra parte del 12 de Grimmauld Place, Sirius se encontraba ayudando a su mamá a preparar una poción para dormir sin sueños. El chico últimamente tenia pesadillas que siempre tenia como desenlace la muerte de su papá. Walburga se veía muy preocupada cuando le contó eso y de inmediato puso manos a la obra para evitar esos sueños en su hijo.

- Oye mamá, ¿hay pociones que puedan eliminar maldiciones?

- Depende amor, ¿de qué maldición hablas?

- No sé... algo como vampirismo o licantropía.

- No estoy segura que algo así pueda ser reversible, pero tal vez se puedan inventar para evitar que sus instintos sean más fuertes, ¿preguntas eso por algo en especifico o solo eres curioso? — Walburga le regaló una sonrisa y Sirius le sonrío de vuelta, le gustaba saber que podía hablar con su mamá.

- Vimos el tema en la escuela y pensé que si yo era el primero en descubrir una cura o algo parecido podría hacerme famoso.

Walburga pudo ver que Sirius le decía una pequeña mentira, pero estaba segura que para lo que sea que quisiera esa poción no podía ser algo malo.

- Bueno señor famoso, entonces hay que empezar con la investigación.

Regulus y Sirius cada vez se sentían más felices en su casa, un año atrás a ninguno le hubiera cruzado eso por la mente.

 


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