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Percepción por rmone77

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Notas del capitulo:

—Echoes of silence—

 

 

Su secretaria le recordó que era el día en que darían de alta a su pariente. Kim modificó un poco la realidad y presentó la situación con Do como la enfermedad de un pariente lejano del cual tenía que hacerse cargo. Eso le permitió aliviar de alguna forma la presión que ponían los distintos departamentos en su persona como principal encargado de los nuevos proyectos de la temporada. Era más comprensible si era un compromiso familiar el que lo tenía con la cabeza en cualquier lado y con los actos rozando la irresponsabilidad. Quedaba mucho aún por lo que preocuparse, de lo cual hacerse cargo y escasez de tiempo para lo que le gustaría hacer realmente.


Todos sus sentimientos estaban con KyungSoo. La policía no tenía ninguna conclusión aún y la falta de interés en el caso era evidente. Todo el mundo pensaba que era otro drogadicto, otro "chico problema" sin solución. Y probablemente Kim lo hubiese pensado también si no hubiese visto la sonrisa genuina que le transformaba el rostro cuando lo visita. Como un muñequito compuesto del algodón más fino, un tanto dañado por los malos cuidados, pero todavía poseedor de ingenuidad única.


Los huesos de los brazos se le marcaban por completo cuando intentaba sentarse en la cama y darle la bienvenida. Desde que había recobrado la conciencia, se le apreciaba mucho más alegre y era la primera vez de Kim viéndolo así. Antes siempre se le hallaba perdido en sus pensamientos, con una expresión ida, un tanto fría, desconectado del mundo real. En cambio, ahora los huesudos pómulos se alzaban en hermosura indescriptible.


Durante la hospitalización continuó bajando de peso, por lo que su apariencia había mutado considerablemente, haciéndolo ver como un adolescente tímido y despavorido. Era el tono consistente de su voz el que le daba la personalidad correspondiente, aferrando las últimas gotas de masculinidad a su figura. La enfermera solicitó la presencia de los padres para entregar indicaciones y, antes de que Kim pudiese hablar, fue el mismo chico el que, con tono despectivo, indicó que no tenía padres. Ambos se sorprendieron, porque era de conocimiento público el espectáculo que había montado una pareja en la recepción y el hospital entero terminó enterándose de que eran una familia adinerada, empresarios, culpando a todos por los vicios de su hijo.


— Puede entregarme las indicaciones a mí, estoy en perfectas condiciones de entender todo lo que tengo que cumplir.


La enfermera miró de reojo a Kim y éste asintió. Se puso tras él cuando la mujer comenzó hablando de los horarios y el tipo de alimentación que debía seguir, con los dedos adheridos a su nuca, repartiendo finas caricias a lo largo de la piel pálida.


No pasó desapercibida la atención y cuidado que le daba Kim al muchacho. Era comidilla del personal de cada turno lo amoroso que era con el chico, la forma en que lo observaba y lo pendiente que estaba de su estado de salud. Se había registrado a Kim como un amigo cercano y, ante la despectiva actitud de Do con sus padres, todo el mundo los pensaba como una pareja, un dificultoso amor en contra de las drogas, sus padres y el mundo.


El idilio puesto en las bocas del personal no era errado, pero las circunstancias que los envolvían eran completamente diferentes a lo imaginado.


Recibió una llamada en medio de la charla y dadas las faltas en su trabajo agregando su desempeño de las últimas semanas, no le dejaba más opción que contestar.


Le entregaron simples indicaciones que podían haber dado a su secretaria, pero la hostilidad de algunos de sus colegas estaba pasando la raya. Tampoco deseaba problemas, nada más que agregar a la lista de sus preocupaciones, así que recibió con fingido gusto los recados de otra secretaria. Al colgar, en la recepción, una mujer con postura perfecta lo mantuvo en su campo de visión. No le hizo ningún gesto, se comunicaron en formas no verbales y Kim entendió que deseaba entablar una conversación con él.


La madre de Do en solitario, sin el monstruoso esposo y padre, se veía más accesible, más resuelta, mucho menos incómoda. Pero el dinero la vestía de pies a cabeza y probablemente había formado su carácter también. Aunque ella no lo quisiera, una barrera enorme la elevaba desde los pies. Kim estaba acostumbrado a ese tipo de personas, solían ser los peces gordos en su campo.


— ¿Realmente es un amigo de mi hijo?


La intuición femenina fue algo que siempre lo sorprendió y despertó su absoluta atención. Tal como SooJung adivinaba cada pequeña mentira que tejía a sus espaldas, o descubría los peores días de su juventud, no le impactó que esta mujer supiera lo que sucedía entre ambos. En presencia de nadie Kim ocultó su fascinación por el muchacho, ni la preocupación, ni el amor que le tenía.


Ante el silencio intencionado, ella sólo suspiró.


— No lo tome a mal, señor Kim. La verdad es que me alegro de que tenga a una persona que se preocupa por él. Como madre, siempre fue una de mis preocupaciones.


Lo había investigado. Era claro, por la forma en que le dirigía la palabra, sus gestos y la tranquilidad de saberlo un "buen hombre", de su nivel.


— Y si es tan cercano a él como pienso, entenderá que estaba más preocupada luego de saber su condición.


Ella esperó algún tipo de señal ante la información que brindaba. La conversación previa con SooJung fue una especie de salvavidas, porque no le habría gustado verse en desventaja con ella. Era la madre del chico que amaba, probablemente la única persona sensata en su familia, descartando a su abuelo enfermo y a su padre encolerizado, pero no dejaba de verla como una gran enemiga. No le guardaba ningún tipo de rencor, pero Kim era un hombre que también confiaba en su propia intuición.


— ¿No le preocupó dejarlo solo sobre todo por su "condición"?


Un quejido de angustia le removió el rostro. Kim no quiso ser vulgar. Gran parte de sus emociones tras la pregunta eran sólo curiosidad, pero otra parte deseaba desenmascarar su "real" preocupación. ¿Era porque Do seguía siendo su querido hijo? ¿Porque parecía envuelto en un problema de drogas? ¿Porque la podía desprestigiar? ¿O porque era homosexual?


— No creo que lo sepa, señor Kim, pero no es fácil criar a un hijo enfermo cuando la familia depende de la resolución de una sola persona. Cometí errores como madre, no tenía experiencia y dejé su cuidado a otras personas, pero jamás he dejado de quererlo. Respeto su decisión de mantenerse alejado, pero no hay día en que no piense en él como mi hijo, el único hijo que tengo.


Kim no era nadie para juzgar las emociones de otras personas, pero se le antoja un discurso cursi y nada sincero. No descartaba que la mujer estuviese realmente preocupada, a fin de cuentas, volvió aun cuando KyungSoo la despreció de tal forma. Pero tampoco creía en el respeto que le profesaba. Era más cercano al miedo de descubrir la horrible madre que fue toda su vida. Y las consecuencias las estaba pagando, pero no era el verdugo de nadie y no le interesaba crucificarla tampoco.


La mujer le contó mucho más de lo que imaginó, pero esa disposición no le hizo cambiar la imagen que ya se había formado de ella. Quizá era una forma de espiar sus pecados.


En el pasado, debido a que su padre no pudo hacerse cargo de sus empresas por su avanzada edad, ella y su esposo tomaron acción en ello, siendo la noticia del embarazo algo que les trajo felicidad, pero también muchas dificultades. KyungSoo fue diagnosticado a muy temprana edad, transformándose en una terrible noticia para sus padres. Tenían un matrimonio exitoso y sus negocios lo eran aún más, por lo que no tenían tiempo para criar a un hijo, menos a uno "enfermo". En ese tiempo, el padre de ella aún se encontraba bien de salud y se hizo cargo de su crianza. A pesar de que siempre estuvo rodeado de cuidadores, fue el abuelo quien se hizo cargo de la mayoría de los cuidados. El hombre mayor sufría por lo poco que movía sus piernas, pasaba de las muletas a las sillas de ruedas, pero jamás se alejaba de su nieto. Ella lo recordaba como un hombre desconfiado y estricto, pero que parecía mostrarse totalmente afable con su nieto.


Do creció como un chico casi "normal", como mencionó ella, pero todo se dificultó aún más cuando a su padre le diagnosticaron Alzheimer. La situación se hizo insostenible, ya no sólo tenían que velar por las necesidades únicas que requería el niño, sino también por los cambios de humor y la agresividad de su padre. La opción más fácil fue dejarlo al cuidado de alguien más, tal como lo habían hecho con su hijo. Pero no contaba con la estabilidad que daba el hombre a al mundo infantil de su hijo, una que se resquebrajó abruptamente. Do prácticamente enloqueció, pidiendo ver a su abuelo cada día, golpeando a los criadores, a los empleados, a todo el mundo. Se volvió agresivo y evitó el contacto con todos. Dejó de ir incluso a sus clases particulares. Cuando cumplió once años pareció que la tormenta comenzó a calmarse. Contrataron a un profesor privado que, además, se encargaba de instruirlo en protocolos y competencias básicas para desarrollar su vida como cualquier chiquillo de su edad. Luego de eso se volvió un hijo ejemplar. Kim dudó de lo que ella relataba. ¿A qué le llamaba ella que fuese ejemplar? ¿A que no diera problemas? ¿Que se volviera introvertido, dejara la agresividad, pero también se abstrajera de comunicarse correctamente con los demás?


Cuando cumplió la mayoría de edad decidió abandonarlos. No dio explicaciones, nada, simplemente los abandonó.


El relato coincidía con lo que sabía, con lo que SooJung le había confiado y lo que el mismo Do le había dejado ver y saber. Con un poco más de detalles, tal vez. Lo que le preocupaba al profesor Guk probablemente fue la enfermedad de su abuelo, debió haberlo marcado de forma profunda, un trauma que no logró superar.


Kim suspiró y la mujer a su lado se sorprendió.


— Se que, entre más tiempo pase, más difícil será para mí volver a ser la madre de KyungSoo. No pierdo las esperanzas, pero conozco a mi hijo, es tan obstinado como su abuelo. Así que espero que pueda cuidarlo en mi lugar. Por eso quería hablar sobre esto.


Kim agradecía que ella no hubiese mencionado el tema de las drogas, de la rebeldía o al padre del chico. Esos temas habían quitado toda su buena voluntad en darle un espacio para desahogarse.


— KyungSoo es un adulto que ha sabido cuidarse solo por bastante tiempo.


Ante las palabras de Kim, ella simplemente bajó la mirada y sonrió. No quiso hacer sonar agresiva la respuesta, pero no le prometería absolutamente nada a una mujer que había abandonado a su hijo. No sería tampoco el que la librara de sus culpas, ni le dejara la conciencia tranquila. Aún no se sentía lo suficientemente humano para perdonarles. Y quizá no tenía nada que cobrar, pero alguien tenía que hacerle ver lo mal que estaba.


Fue suficiente el tiempo que le entregó y el restante esperaba pasarlo con el muchacho, por lo que se despidió con palabras cargadas de formalidad, faltantes de respeto genuino. Esperaba que fuese la última vez que tuviese que verla.


Al volver a la habitación la enfermera se veía un tanto ofuscada y Do con mil dudas en la cara. La escena se le antojó graciosa, de forma que el relajo se dejó entrever en sus labios.


— ¿Cómo es eso de que no puedo ir a casa?


Fácilmente comprendió la terquedad de Do. Aun cuando lo quería tanto, en ocasiones le fue muy difícil llegar a comprenderlo, malinterpretando casi todas las malas situaciones que vivieron juntos. Kim también tenía un poco de culpa guardada, por darle una imagen tan perversa y maliciosa al muchacho. Ahora sabía que él simplemente vivía su vida de la mejor forma en que sabía, sin malas intenciones para los demás. Y la pureza espinosa que delineaba sus actos era la misma que lo condenaba como un hombre frío y sin interés en los demás. Él también tuvo esa percepción al inicio, aunque se alegraba de poder entenderlo poco a poco, abriéndose paso en su tormentosa vida.


— Irás a casa, conmigo. No puedes irte solo, así que arreglé todo para que vinieses a mi departamento.


Una de las razones era esa, por supuesto. El médico de cabecera puso como condición la vigilancia constante de Do. Ya sea porque estaba en real peligro, o porque podía buscar formas de sosegar síntomas de abstinencia. Aunque no consumiera drogas, podría mostrarse como un adicto luego de que su cuerpo las experimentara. A Kim le preocupaba más que alguien pudiese abusar de su débil condición y no toleraría vivir otra situación como la pasada. Terminaría por romperse la poca humanidad que le quedaba.


Asintió a la enfermera sin que Do se diera cuenta de la complicidad entre ambos. Entendía lo que su chico pensaba: no quería ser una carga, estaba acostumbrado a vivir sin depender de nadie. Y sin querer coartar su libertad, lo mantendría vigilado. Había mucho que recuperar, además. No hubiese podido dejarlo solo de ninguna forma.


Ante sus negativas y argumentos consistentes de por qué debía volver a su hogar y no irse con él, Kim besó su frente y le dio razón en cada cosa que decía. Do simplemente enmudeció y se quedó viéndolo, entendiendo que no tendría poder de decisión esta vez.


 


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