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Circunstancias coloridas por 1827kratSN

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—Te dejé solo por diez minutos.

—Ya sé —Tsuna hizo una mueca.

—Diez minutos… Ahora —Reborn suspiró—, ¿puedes explicarme por qué tuve que venir por ti a la oficina de seguridad del centro comercial?

Reborn lo miro con severidad, sin creerse que Tsuna fuera de aquellos que se metía en problemas de la nada. Lo conocía desde hace años, vivía con él desde hace meses, pero era la primera vez que una acción así ocurría.

—¡No fue mi culpa!

—Hay un herido y un video donde le das una especie de gancho en la mandíbula.

—¡No fue un gancho! —Tsuna jugó con sus dedos, pero estaba indignado también—. Fue un uppercut, me lo enseñó Ryohei.

—Es lo mismo.

—¡No es lo mismo!

—Ese no es el punto aquí —Reborn suspiró otra vez—. ¿Por qué noqueaste a alguien con ese movimiento?

—Porque me cansé de su estúpido comportamiento. Y lo volvería a hacer, pero con más fuerza.

El personal de seguridad los interrumpió, informando que resolvieron la situación sin mayores problemas, y que una chica explicó todo lo acontecido. Porque Tsunayoshi solo se había defendido de un idiota que inicialmente molestaba a una muchacha y que al intentar ayudarla, se fue contra él.

Esa mañana Reborn solo quiso salir a comprar algunas cosas junto a Tsuna, prepararlo para su fabuloso plan de salir de viaje sorpresa, pero no creyó que pasaría algo así.

—Gracias, lamento que te metieras en problemas por mi culpa—la chica reverenciaba fervientemente al castaño.

—No fue tu culpa. Solo hice lo que creí correcto.

Reborn admiró la mano vendada de Tsuna y elevó su ceja. Su novio era muy pacífico y evitaba los problemas, pero acababa de descubrir que era una bomba de tiempo que explotaba sin avisar. Cuando vio el video no creyó que fuera su Tsunayoshi, pues fue un movimiento muy rápido, un golpe certero, y un imbécil que cayó como peso muerto.

—Deberías comprarte unas pesas para que sigas fortaleciendo ese brazo asesino tuyo —se burló.

—Cállate o te usaré de saco de boxeo.

Reborn rio bajito.

—Es raro verte enfadado, Tsuna.

—Es que... ¡me estaba divirtiendo en esta salida! —suspiró y después soltó su cuerpo—. Ahora que realizas tu internado ya no tienes mucho tiempo, y yo con el trabajo y el ciclo de estudio tampoco es como si tuviera diversión.

—Así que desquitaste tu estrés con alguien al azar.

—Deja de molestarme.

—Te veías muy sexy en el video.

Tsuna enrojeció al recordar el suceso.

—Incluso enfadado te ves muy lindo, ¿lo sabías?

Y sucedió.

Reborn apenas pudo disminuir un poco el golpe a sus costillas, desviando unos milímetros el puño de Tsuna.

—Ese si fue en gancho —miró seriamente al azabache—. No hagas que lo intente de nuevo, porque no fallaré.

—Wow, qué rudo.

Pero antes de hacer enojar aún más a Tsunayoshi, se deslizó hasta abrazarlo y aprisionarlo contra su cuerpo. Ocultó su risita divertida, y confesó.

—Es mejor seguir de compras… O no podremos realizar el viaje a la playa que planeamos hace meses.

—¿Viaje? ¿Playa?

—¿No te gusta la idea?

—¡Sí! —elevó sus brazos en festejo—. ¡Días libres! ¡Sí!

Recuperó al animado castaño de siempre y para disculparse de las burlas, le dio un beso en la mejilla antes de tomarle de la mano y dirigirlo a las tiendas correctas. Porque revisó los cajones y Tsuna no tenía qué ponerse en la playa, así que cambiaría eso.

Inmediatamente.

—¿Te ayudo?

—No gracias, me cambiaré solo —Tsuna sacó a Reborn del cubículo donde se iba a cambiar y cerró la puerta.

—Pero estás herido.

—Bien.

—Voy a entrar.

—Me refería a que ya me cambié.

El castaño salió usando unas bermudas azules, sin adornos, simples, aburridas también. Bastante común, de no ser porque el castaño aun usaba su sudadera y se veía un poco ridículo.

Reborn empujó al castaño para que se viera en el espejo, lo abrazó por la espalda y sonrió.

—Si no te quitas esto.

Deslizó sus manos levantando la sudadera.

—No veremos si de verdad te queda bien.

El escalofrío que las manos frías de Reborn le produjeron al deslizarse por su abdomen hicieron que Tsuna soltara un gritito en alarma, y se alejara dos pasos del azabache. Enrojeció casi al instante, reprochando las cosquillas que le hicieron, y afirmando que no se iba a quitar la sudadera.

Reborn se divirtió haciendo lo mismo con cada traje de baño que obligó al castaño probarse, porque era divertido, de las pocas ocasiones donde avergonzaba a su castaño amor mientras se tentaba a deslizar más que sus dedos por aquella piel inmaculada que hasta ese punto había respetado fervientemente.

El golpe recibido después, valió la pena.


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