Tres días después Natasha y su grupo de amigos están sentados a un lado de Banner y Laufeyson, todos han congeniado genial, el problema —a palabras de Loki y Bruce— es Tony, no saben si se llevará bien con ellos, puesto que Loki fue el que empezó a hablarle y molestarlo, y aunque Tony se haya mostrado ante Laufeyson, este no lo considera una amiga.
Steven curiosamente voltea hacia su lado derecho y se sorprende a ver a su compañero Edward caminar con mucha prisa hasta esconderse detrás de los salones, se sabe que hay una parte en construcción.
—Disculpen, —Dice con algo de impaciencia. — me retiro, tengo algo que hacer.
—¡No te metas en problemas, Steven! —Le dice su amigo Bucky.
—¡Y no llegues tarde! —También le grita Clint.
El joven Rogers toma su mochila y sale corriendo hacia los salones. Quiere despistar a sus amigos, porque si este va por fuera, sabrán que va hacia los escombros. Steven se preocupa, jura ver como el cuerpo de su no tan agradable compañero temblaba, a Grant no le gusta ver llorar a la gente.
Stark deja su mochila en el suelo del tercer piso, grita por lo bajo solo rasgando su garganta, ve solo la silueta de donde serian las ventanas del salón, ve las grandes piedras adornando el suelo y vidrios rotos, por su cabeza pasa la idea de suicidarse, encajarse un vidrio en su garganta y dejar que todo fluya como debió de ser siempre.
Camina parsimonioso dejando sus pies arrastrarse entre el polvo y viejas piedras, toma un vidrio, lo suficientemente grande para apretarlo con fuerza encajándolo en su palma. Suspira con mucho miedo, su cuerpo tiembla y su corazón se sale de su pecho.
Arremanga su manga izquierda, ve el vidrio y sus ojos se ponen vidriosos, se deja caer de rodillas mientras solloza, con las manos temblorosas pone una punta del vidrio sobre su piel, cierra los ojos, su suspiro tiembla y con mucho miedo empieza a cortar, se detiene al sentir el ardor y como su piel es finamente cortada, su respiración se descontrola, se paniquea, pero continua, cree escuchar como su piel rechina ante el corte.
—Oye. —Stark salta y avienta el vidrio hacia su derecha, calma sus sollozos, esa voz tan pura con temblores le hacen querer esconderse. —¿Estás bien?
Ligeramente baja su manga izquierda tratando de pasar desapercibido, sorbe su nariz y contesta:
—Sí, estoy bien, solo necesito estar solo.
—¿Qué te hiciste? Tiraste un vidrio hacia tu costado. —Steven camina tronando las piedras debajo de sus zapatos viejos.
Stark no quiere voltearse, pero siente miedo al sentir las pisadas detrás de él, vuelve a temblar, se imagina a su padre caminar hacia él con un cinturón y palabras altisonantes.
—Nada, solo lo veía. —Sorbe su nariz nuevamente.
—Oye, soy Steve Rogers, sé que no hablamos, pero si quieres hablar con alguien, yo te puedo escuchar.
Tony siente su corazón encogerse, Steve el muchacho al que Stark tanto le resta importancia está a su espalda preocupado por él.
—Quiero estar solo.
Rogers camina hacia su costado izquierdo, se sienta restándole importancia a ensuciar su pantalón, Stark ve las delgadas piernas de su compañero de salón. Rogers ve la manga blanca manchada de sangre.
—Préstame tu brazo, voy a curarte, siempre solían golpearme en la otra escuela, entonces tengo un botiquín en mi mochila. —Mientras habla toma su mochila y la abre.
Tony cambia su postura y se sienta con las piernas estiradas, se siente muy bien estar a un lado de Steven, es como si todo lo que el dijera fuera verdad, hay pura sinceridad rebozando alrededor de su compañero, se siente protegido, siente que puede confiar en él.
Stark arremanga su camisa, Rogers con un algodón con alcohol limpia su herida y Edward piensa que el ardor que siente no se compara con el de su corazón, suspira para calmar sus ideas.
El gran Steven pone gasa y después venda sin apretar mucho para que no se entuma el brazo de su nuevo amigo Tony.
—¿Quieres hablar? —Pone el seguro en la venda. —¡Terminamos!
—Solo lo saben Bruce y Loki. —Anthony ve su brazo vendado. —Mi papá... —Su voz se rompe y sorbe su nariz.
Steven se queda callado y solo ve como su amigo se rompe en llanto.
Suspira nuevamente antes de continuar. —Mi papá no es muy bueno conmigo. —Ve el suelo. — Él es un gran inventor y un genio, p-pero yo... yo no soy lo que él esperaba. —Toma una gran respiración por la boca para continuar. —Desde que mi madre se fue, mi padre no sabe como tratarme, se la pasa gritándome, golpeándome y diciendo todo tipo de comentarios hirientes, no sé que hacer. —Las lagrimas vuelven a salir de sus achocolatados ojos. — Solo, quiero irme con mamá.
Steve quiere abrazarlo, pero se queda en su lugar. —¿Dónde se fue tu madre?
Tony ve al techo del edificio. —Murió.
Grant siente una opresión en su pecho, cree que puede llorar, pensar en la muerte, él en un principio lo hizo, pero después, después pensó en nunca rendirse, en seguir adelante y demostrar lo fuerte que es.
—La muerte, piensa qué sucedería si lo haces.
—Mi padre estaría feliz.
—¿Los demás?
—Solo tengo a Bruce y Loki, tal vez Jarvis. Loki no hay mucho problema, no es muy sensible que digamos y Bruce, bueno, él sabe lo cansado que estoy. Jarvis tal vez llore un poco, pero no hay nadie mas, todos aquí me odian.
—A mi me importas. —Tony ríe por lo bajo.
—No somos amigos, el hecho de que estés aquí no significa nada. —Stark quiere alejarlo, no quiere dañar a nadie más cuando él se vaya.
—Para mi es importante. —Steve suspira. — Cuando las personas comenzaron a aprovecharse de mí, pensé en la muerte, lloraba día y noche al no poder defenderme, cuando veía como ellos se aprovechaban también de personas más jóvenes me daba miedo ir a por ellos. —El joven rubio se ríe a carcajadas. —Pero, hubo un momento en que yo me harté, comencé a hacerles frente, a defender a los que no podían hacerlo y era peor, yo salía lastimado, pero a los que defendía no, eso me hace sentir bien y siempre quiero proteger a los demás y quiero ayudarte. No puedo simplemente ver como te caes en toda la porquería y te hundes cada vez más. Eres mi amigo, lo eres, aunque yo no lo sea para ti.
—Quiero solo, quiero...
—No lo digas, no lo pienses, vamos a clases. —Steve golpea suavemente el hombro izquierdo de su compañero, Tony se queja. —¡Ah! ¡Perdón, lo lamento, no quería lastimarte! —Stark se carcajea.
—No es tú culpa, pero no quiero ir a clases.
—Bueno, entonces me quedaré contigo hasta que quieras irte.
—Estaré aquí todas las clases hasta que Jarvis venga por mí. —Sentencia Stark.
—Me quedaré contigo hasta que el señor Jarvis venga por ti, ¡Lo prometo!