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Paso de cebra por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 6: Los patitos feos

 

Levantarse temprano hoy no era difícil. El verdadero reto radicaba en levantarse las trecientos sesenta y cuatro veces siguientes. La constancia y permanencia lo eran todo, Lena podía levantarse toda una semana para salir a correr por la mañana, pero… bastaba sólo un poco de flojera para sabotear cualquier intento de rutina saludable.

 

¿Incongruente? Por supuesto, pero eso no lo convertía en la peor persona del mundo.

 

— Lena ¿Estas dormido? — Gritó ingresando al departamento Tea, el sonido de los tacones siempre acompañaba sus pasos, pasó de la pequeña cocina-cocineta hasta la sala con los sofás, no eran más de cuatro metros antes de llegar a la habitación de Lena, una puerta de madera abierta y el interior de suelo de madera. Paredes blancas y al interior en el centro, una cama matrimonial en dirección a la ventana. A diferencia de los días anteriores, el aroma a aromatizante inundaba el lugar y el ropero empotrado a la pared se encontraba en completo orden, también la pequeña mesa de noche y el tocador junto a la cama tendida.

 

— Estoy en el baño. — Respondió desde la habitación de junto, Lena, estaba un poco más recuperado o por lo menos eso pensó Tea cuando pudo ver a su amigo salir del baño, con un balde de agua en manos. — Estaba acabando de limpiar.

 

— Son las ocho.

 

— Me desperté temprano. — Dudaría de Lena y su rutina de sueño, pero con Pepe en el departamento todas las noches, y sumando la mejora física de su amigo, era claro que podía, por el momento, creer en sus palabras. — Me he despertado cuando Pepe se fue.

 

— Bueno…, te creo. — Tea regresó sus pasos con Lena hacia la cocina y lo empujó para poder dejar dos bolsas de cartoncillo sobre la barra desayunador. — Traje club sándwich, yo sirvo y tú prepara el café, amigo.

 

Por aquella última palabra, Lena terminó sonriendo, siempre era así con Tea; morena de ojos marrones y estatura media, tenía piernas largas y elegancia nata. Aún desconocía como ella pertenecía a su grupo de amigos, sin embargo, lo agradecía; aún a pesar de su humor ácido y su carácter altanero. Ella lo tenía todo a manos llenas pero el que se esforzara por abrirse paso sin ayuda de nadie, era algo que Lena podía admirar.

 

El café estaba hecho, ambos tomaron lugar en la barra, uno frente al otro. Durante los primeros días de desayuno, había recriminado constantemente el hecho de que no se hubiera comunicado con ella, pero… las cosas hechas estaban.

 

— Volví a olvidar devolver los libros y con la flojera que me da ir a la biblioteca a pagar la multa.

 

— Vas en auto.

 

— No es flojera física lo que me pasa, flojera mental, el tráfico y las filas… — Tea permaneció en silencio mientras una sonrisa se asomaba en sus labios, terminó de masticar el trozo de emparedado y estando frente a frente, Lena pudo adivinar que tendría una “propuesta” para él. — ¿No has salido? Desde ¿Cuándo no sales?

 

— No quiero ir… — Intentar negarse no era una opción con su amiga, ella que conseguía todo lo que quería, sobre todo porque Lena en el fondo sabía que todo era por su bienestar. Estaban al norte de la ciudad y viajar hasta la universidad era una hora de aproximadamente ochenta minutos de tráfico. Prefería en verdad pasar de aquello. — Me siento un poco débil.

 

— Eres un patán… por supuesto que lo dices para no acompañarme, pero me da igual, le diré a los chicos que no estarás en casa para que no vengan. — Tea sacó su móvil, escribió en el grupo, Lena también pudo leer el mensaje y no pudo más que rodar los ojos cansado. — No seas grosero, me horas sentir mal.

 

— Cosas que jamás tú sentirías. — Bromeó resignado, ella sonrió con ternura, arrugando su nariz pequeña y después dio un sorbo al café para terminar su desayuno. — Anda, se nos hace tarde. Ve a cambiarte de ropa, y yo me lavo los dientes. Eh, Lena, te quiero guapo para que todas nos miren al pasar.

 

Lo hacían siempre, cuando ambos estaban juntos no había forma de que no atrajeran la atención, verse bien era un requisito para ella, por lo que Lena intentó verse bien para ir con Tea.

 

Al final ella estuvo de acuerdo con la ropa que llevaba, era verano y empezaba a hacer demasiado calor. A las diez de la mañana ambos salieron del departamento y subieron al mini cooper beige de Tea, ambos se colocaron el cinturón e iniciaron el viaje con un playlist de Charlie Puth.

 

Por algunos minutos estuvieron en silencio, ella no hablaba demasiado al conducir por su falta de coordinación, ya con dificultad tarareaba las canciones. Lena por su parte, estaba acostumbrado a ser un copiloto silencioso que no servía ni siquiera para sacar su brazo por la ventana si requería el paso, a veces se quedaba dormido y otras veces como aquella, permanecía en silencio murmurando la canción y mirando por la ventana, al exterior, mientras el viento le removía el cabello.

 

— Deberías enseñarme a manejar. — Soltó de pronto, porque más de una persona le había insistido sobre aquello, inclusos Demián algunas veces, pero él jamás había tenido el valor de aceptar. Ser copiloto había sido suficiente para él.

 

— Cuando quieras.

 

— Este fin de semana.

 

— Este fin de semana, entonces.

 

Un pacto “entonces” y de nuevo el silencio invadió el lugar, pero se estaba bien, un silencio cómodo que permitió a Lena pensar en algunas cosas que había evitado hasta el momento, como el hecho de seguir recibiendo ayuda indistintamente. Hacía ya algunos días de las visitas diarias de sus amigos, le hacía bien tenerles cerca, pero… aquello era una fuente de energía que no podía darse el lujo de explotar.

 

Pepe le había ayudado a hacer planes para los siguientes días, pero estaba claro que había sido condescendiente con el tiempo que le tomaría retomar su vida, a ese ritmo. No podía abusar demasiado.

 

— Cuando lleguemos, nos separamos, necesito ir a las oficinas de bolsa de empleo. Revisé mi correo hace unos días, estoy desempleado. —

 

— Vaya forma de empezar tu vida laboral. ¿Crees que te afecte para otros empleos?

 

— No lo sé. Yo espero que no.

 

— Siempre puedes decir en las entrevistas que te fuiste porque buscas algo diferente.

 

— Tampoco voy a postular para puestos que requieren una gran investigación…

 

— ¿Por qué no? Eres bueno en lo que haces… aunque no sé que haces realmente en una oficina, pero siempre estabas ocupado y trabajabas más del horario que te daban. Eso debería valer.

 

¿Pero valía realmente? Para nada Lena sonrió con un poco de burla por el comentario de su amiga, porque darse cuenta de que había sido despedido por faltar algunos días había sumado a ese sentimiento de fracaso general que tenía, sin embargo… así era la vida laboral.

 

Nadie era indispensable y al primer error podían cortarte la cabeza.

 

— Ya veré, por eso es mejor que vaya directamente a ver que puestos puedo postular.

 

— Me alegra después de todo, aun no terminar con mis materias, no quiero ni pensar que voy a hacer cuando tenga que buscar empleo y haya sólo puestos que no me gustan.

 

— Es que te estás predisponiendo. Siempre hay algo que puede llegar a gustarte.

 

— ¿No es conformarse?

 

— Depende como lo veas. — Lena por su parte, había aprendido a ver la vida laboral como algo imposible de evitar, era demasiado complicado llevar un negocio propio con semejante inestabilidad emocional, así que después de mucho meditarlo se había decidido por intentarlo nuevamente en una empresa. Especializarse y mejorar su perfil para tener mayores ganancias.

 

Lo primero era conseguir un empleo, así que apenas llegaron a la universidad, se dirigió hacia el edificio de administración escolar, en la bolsa de empleo, había varios anuncios impresos y colocados en una pizarra de cristal, revisó a detalle, no era el único haciéndolo así que la presión de la competencia no se hizo esperar. Sin embargo, apenas arranco la hoja completa del empleo más atractivo, percibió el carraspeo de garganta, de una persona detrás de él.

 

— Eso que acabas de hacer… no es jugar limpio. — Completamente apenado Lena colocó de vuelta el papel blanco sobre el pizarrón y sin girar su rostro, se apartó con claras intenciones de alejarse. — Ey, que haces. No he dicho que este mal. Espera… no te vayas.

 

Aquel tipo que le había sostenido del brazo para colocar la hoja en su mano. Se miraron fijamente, Lena le miró con profundidad, sus ojos verdes brillaban. Sonrió, no era un idiota, lo estaba ligando, tomó la hoja y la guardó en el bolso trasero de su pantalón. Sentía como reacción automática, a un alago de ese tipo, un cosquilleo en sus mejillas.

 

— Me tengo que ir, gracias por el anuncio. —

 

— Me llamo Victor. —

 

Se miraron, palabras más, palabras menos y un intercambio de números con expectativas claras.

 

No habían pasado más de cuarenta minutos cuando regresó con Tea, sin embargo, antes de que ella se ofreciera a llevarlo de vuelta a casa, él aseguró que podía viajar en transporte público y así lo hizo, regresó a casa pasadas las dos de la tarde, pasó el resto del día solo frente a su computador actualizando su CV, inscribiéndose en plataformas de empleo, llenando encuestas, psicometría, recibiendo correos y al final, sólo había podido concretar una entrevista para un empleo de la pizarra.

 

Imaginó una bizarra situación en la que él fuese el único candidato por haberse quedado con la publicación completa, aunque tampoco se mostraba tan entusiasmado, la vacante estaba muy por sobre los conocimientos que él tenía, pero igual la reunión sería remota así que no tendría nada que perder si no quedaba, ni siquiera gastaría en pasajes.

 

Una pequeña motivación.

Acomodó la ropa con la que tomaría la cita al día siguiente, Pepe llegó un poco más tarde para cenar y dormir, se veía agotado.

 

— Estoy mejor. — Aseguró Lena, cuando ambos descansaban en la cama, no razón alguna por la que tuviese que seguir dependiendo de sus amigos, no en una “modalidad” veinticuatro siente. — Puedes decirles a los chicos. Me han ayudado demasiado…, puedo andar solo a partir de aquí.

 

— Nadie se ha quejado, ni se ha complicado nada por que te estemos visitando. Creo que podríamos tener algunos días más esta rutina.

 

— Pepe… — Lena negó con la cabeza. — Sé que no tienen ningún problema, pero soy yo quien no quiere que se aburran de esto, porque me conozco y mientras ustedes estén aquí, yo no voy a hacer nada para mejorar. Me gusta ser consentido y que me presten atención, pero ya no estoy en riesgo… quiero intentar demostrarme que ya “ha pasado”.

 

— Empezaba a acostumbrarme a esto.

 

— Mentiroso… — Y a la par de sus palabras, el sonido del móvil de Lena.

 

Un nombre en la pantalla: “Victor-vacante”

 

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«. ·°·~*~Lena motivado'~*~·°·. »
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