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Mi único dulce favorito por camyfer1012

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Notas del capitulo:

Este perdon por no subir el capitulo 2, se que ha pasado tiempo y pues perdon... Pero bueno l menos ya lo arregle y el capitulo 3 sera mejor... y gracias a los que han leido mi fanfic se que soy novata pero ya voy mejorando jejeje

Asi que sin mas demora.

¡Vamos! >3<

Gumball estaba más que feliz, no paraba de sonreír, sentía que nada le podía arruinar el momento, porque la verdad era que nuestro Príncipe se solía escapar de el castillo cuando tenía diez años, para entonces no soportaba el hecho de que alguien le digiera que debía hacer, como hacerlo y cuando hacerlo.

Para entonces recordaba una salida secreta, la que llevaba de la sala de descanso real a los jardines reales, el Dulce Príncipe solía salir a escondidas y tomaba la salida secreta para escapar hacia el bosque en el cual se escondía por un rato o despejaba la mente para desesterarse debido a la presión a la que le sometían a esa edad.  Hasta que cierto día se fue a lo más profundo del bosque y perdió la noción del tiempo, hasta que sin darse cuenta todo estaba oscuro y este no sabía que camino tomar o en donde estaba la salida del bosque. El príncipe se empezaba a asustar y no sabía a donde ir, así que sin saberlo comenzó a caminar y caminar sin rumbo, hasta que se cansó por completo y se sentó bajo un árbol mirando el alrededor. Era el peor escenario para un niño de diez años, el  hecho de estar solo, con hambre y sed, cansado y todo estaba oscuro, el príncipe no sabía que hacer, sus ojo se empezaban a poner vidriosos y solo le echaba la culpa a los demás, le echaba la culpa a la mucama mentita por fastidiarlo tanto, a su padre por no dejarlo divertirse y a si mismo por ser tan bobo y no llevar algo para que le ayudara en ese momento o aún más, por haber sido tan estúpido y no haberse dado cuenta de la hora que era para haberse ido del bosque cuando aún había luz y haber podido evitar el perderse.

Pero todo era inútil, no importa que hiciera ahora, estaba solo, las lágrimas empezaron a caer de los ojos del príncipe a sus mejillas, lagrimas tras lagrima caía y el Príncipe no podía pensar en nada, su mente estaba por completo borrosa, bajo la cabeza pensando en el hecho de que podía estar ahora comiendo unas galletas en la cocina real, sentado junto a la chimenea leyendo un libro o haciendo algún calculo. Pero solo por el simple hecho de querer estar solo y tener más libertad se terminó perdiendo en el bosque. Se sentía tan estúpido consigo mismo.

Sin saber ya en que más pensar alzo la mirada, pensando en lo que tenía enfrente por desobedecer las órdenes, prácticamente se estaba auto castigando a sí mismo, pero al mirar detenidamente vio como un delicada luz, casi tan pequeña como la llama de una vela se acercaba asía él, al principio se asustó, el hecho de ver una luz que se acercaba hacia él no le parecía muy normal, hasta que esa luz se detuvo y se empezó a hacer más grande, tanto así que quedaba prácticamente de la misma altura del Príncipe, haciendo que este quedara por completo aterrado, no sabía que hacer lo tenía prácticamente aterrado el hecho de ver algo así, como si esa llama estuviera viva.

El Dulce Príncipe intento correr pero antes de siquiera dar do pasos se tropezó con una piedra y cayó al suelo de golpe, la llama se comenzó a reír, como si estuviera feliz al ver al Príncipe llorar, este se asombró por lo que la llama hiso, pero eso no quitaba el hecho de que estuviera aterrado al verlo y que el golpe que se había pegado le doliera, a los pocos segundos el Dulce Príncipe volvió a llorar, se sentía por completo confundido al no saber qué hacer. La llama al ver como el chico de rosa comenzaba a llorar sintió algo de lastima y con mucho cuidado se le acerco a este hasta quedar cara a cara, el Príncipe levanto la cabeza y vio como lentamente la llama se transformaba en una persona así como el, en realidad hasta un poco más alto, la llama le sonrió y le dijo con una voz dulce.

 

 –Tranquilo chico rosado yo te ayudare-.

En ese momento el Dulce Príncipe se sonrojo y con una cara algo enojada le grito -¡No me digas así!- con algo de vergüenza este miro hacia el suelo –Yo… yo soy el Dulce Príncipe… Pero me puedes decir Gumball…- la cara del Príncipe se puso como un tomate, estaba por completo rojo por la vergüenza haciendo que la flama lo notara y se le acercara.

 

-¿Estas bien?-

Al verlo de nuevo tan cerca este se asustó y se alejó. –A… ¡Aléjate de mí llama parlante!-

-Perdona Gumball- la llama asintió y se alejó un poco de este. –Por cierto no me he presentado, yo soy el…-. Antes de que la “llama” parlante pudiera terminar se escuchó un gran estruendo que asusto a los dos jóvenes, se trataba del Dulce Rey que estaba sobre su halcón buscando a su heredero con rapidez, el Dulce príncipe se puso feliz al ver que su padre estaba ahí para salvarlo, pero no quería dejar a su nuevo amigo solo, hasta que sin pensarlo dos veces se le acerco a este y le susurro algo en el oído, este asimilo con la cabeza y se esfumo tan rápido como pudo. El Dulce Príncipe se acercó a su padre que descendía de su halcón jueves y se le acercaba con rapidez para ver cómo se encontraba su descendiente, al ver a este cara a cara le abofeteo y lo jalo con ira montándolo sobre el halcón y llevándoselo. El Príncipe casi llora al ser abofeteado de esa forma por su padre, pero se sentía feliz al saber que cuando llegara al castillo se encontraría con alguien.

Ante la pronta llegada de la realeza al castillo, la mucama mentita exclamaba a gritos el hecho de que el príncipe se hubiera escapado y que el Rey lo hubiese tenido que rescatar, pero por mas gritos y regaños que le dieran al príncipe a este no le importaba, solo pensaba en su nuevo amigo y en llegar lo más pronto a su cuarto. Pero antes de que dejaran al joven libre el padre de este se le acerco y con una mirada fulminante lo llamo, este se sentía intimidado y no sabía cómo reaccionar, más se acercó con lentitud a él.

 

-Hoy no te comportaste como un verdadero heredero a la corona, debido a tu comportamiento indebido deberás ser castigado, no podrás salir de este castillo hasta nuevo aviso, ni siquiera podrás salir al jardín real sin un guardia-

 

Al escuchar esto el príncipe casi queda en shock, no podía creer que tanto que había hecho para poder escapar de ese castillo y evitar el confinamiento en el que lo tenían había hecho o provocado que lo mantuvieran en más confinamiento y soledad, al escuchar esas palabras de su padre el príncipe se enojó y casi se puso a llorar.

 

-¡Pero porque tengo que quedarme tanto tiempo encerrad en este castillo!-

Pero esto solo hizo que el Rey se enojara más – ¡Debes comprender tu posición como heredero del trono y ser responsable!-

Aunque esa respuesta solo le provocaba al príncipe aún mas ira –¡Entonces no quiero ser el heredero de este reino si eso significa que me tenga que quedar toda mi vida aquí encerrado!-

Pero antes de que el Rey pudiera decir o hacer algo el príncipe salió corriendo a su cuarto a toda prisa.

 

No se sabía que iba más rápido, si los rumores acerca del príncipe rebelde y su rechazo al trono o las lágrimas que caían por la cara del Príncipe. Pero al menos al llegar este a su habitación y cerrarla con seguro le hacía sentir mejor en muchas formas, comenzando con el hecho de no tener que escuchar más lo estúpidos rumores de la gente del Dulce Reino y que podía volver a ver a su amigo.

Esto se le ocurrió al Príncipe después de haber visto como la llama parlante se podía hacer tan pequeño como la llama de una vela y tan grande como una persona, se le ocurrió la idea de llamarlo a escondidas para que este cambiara de forma y  se hiciera pequeño de nuevo, pero para no ocasionar dudas el Príncipe llevaba una vela en sus mano, para que así si alguien lo viera pensara que solo tenía una vela consigo, mientras que este sabía que era el medio para comunicarse con su amigo. Al pasar casi media hora el Príncipe asomado en el balcón de su cuarto viendo detenidamente a la espera de su amigo vio como una luz se iba acercando más y más al Dulce Reino, sin dudarlo dos veces el Príncipe reconoció a la luz que se acercaba y con suma cautela lo llamo.

 

-Llama parlante- Era lo único que se le ocurría decir a este -Por aquí- le gritaba el Príncipe desde su balcón.

 

La llama al verlo se alegró, estaba feliz de que su nuevo amigo estuviera bien, mas no sabía cómo subir, era un balcón demasiado alto y este no se podía hacer más grande o tomar la forma de una persona o podría ser visto y confundido, debido a que ver una llama gigante no es muy común en el Dulce Reino pensarían que es un incendio y lo tratarían de extinguir sin piedad alguna. El Dulce Príncipe se dio cuenta de que la llama no respondía a lo que este le decía y pensó en ir a recogerlo, pero apenas salió de su cuarto solo encontraba a todos los sirvientes del castillo viéndolo detenidamente como si fuera alguna clase de bicho raro.

 

 Ante cualquier movimiento del Príncipe los murmullos comenzaban a salir, criticándolo y menospreciándolo por lo que este había hecho pero sin darse cuenta estos no le importaban al Príncipe, se había olvidado por completo de la crítica a la cual lo sometían, lo único que quería hacer era ver a su nuevo amigo, quería ver su sonrisa y escuchar su voz. Este podría ser el primer amigo verdadero que el Príncipe tenia y no lo quería dejar ir tan rápido, quería que este estuviera con el… para siempre.

Notas finales:

Bueno epero continuar el fanfic con mas cosas emocionantes y mas drama o lo que sea. (es qe suelo ser mala para tanto romance, pero mi mente suele ser perver) jejeje bueno hasta la proxima...

>3<


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