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Resplandor en la oscuridad por Helsic

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Mientras KangIn dormía placidamente en su féretro a 3 kilometros del centro de Paris, LeeTeuk atendía un importante almuerzo de negocios nada más y nada menos que con el Primer ministro y su secretaria de confianza, el restaurante La Fallete estaba custodiado por varios guardas de seguridad y el vino que les habían servido en las pulcras copas de cristal ascendía a más de 600 dólares. El ángel se permitió disfrutar por unos segundos del delicioso buqué del vino y le sonrió tranquilamente al primer ministro, un hombre de aproximadamente 50 años, de prominente calva y severos ojos azules.

- Le aseguro que puede confiar plenamente en mis hombres - Le dijo LeeTeuk con un perfecto acento Frances - Habrán 15 francotiradores desplegados en la oscuridad a lo largo del perímetro y otros 50 hombres más encubiertos, le aseguro que la noche de su discurso será tranquila y exitosa -

- Señor Delacourt - Le interrumpió el primer Ministro dirigiéndose a LeeTeuk - Créame que no dudo de su capacidad y la de sus hombres, pero entienda mis reservas, no soy precisamente un político con una carrera tranquila, se de muchos insurgentes que querrán mi cabeza y derrotar mi partido, es por eso que me he visto en la necesidad de tomar estas medidas tan extremas, por el bien de mi gobierno -

- Lo entiendo perfectamente primer ministro - Asintió LeeTeuk con una sonrisa y luego se quedó mirando a los ojos del otro hombre fijamente - Confiará toda la operación en mis manos y no le dirá a nadie de las sospechas de conspiración que tiene… tampoco si ve algo extraño, todo hace parte de la operación en la que usted confía plenamente - Exclamó suavemente y balanceando elegantemente la copa entre sus dedos.

- Confío plenamente en usted y dejaré todo en sus manos - Respondió el Ministro Casi como un autómata, la secretaria a su lado lo miró con un poco de desconfianza, pero luego de que LeeTeuk la mirada, su preocupación se diluyó.

- Excelente - Comentó LeeTeuk y en ese instante un camarero se acercó con las órdenes - El pato a la naranja está en su mejor punto - Exclamó el ángel al saborear el primer bocado - Tiene usted un excelente gusto Primer ministro -

- Así es señor Delacourt, así es, nunca me equivoco - Finalizó comenzando también a comer.

LeeTeuk mantuvo su sonrisa durante todo el almuerzo, dando ligeros empujoncitos a la mente del primer ministro para que hiciera todo cuanto le pidiese, era de vital importancia que no se entrometiera en la operación, los hombres de los que hablaba LeeTeuk no eran humanos comunes, eran de su equipo y la intromisión del ejercito o la policía sólo haría peligrar la misión. El ángel lo tenía todo planeado cuidadosamente, esa mañana después de sólo dormir 4 horas, había recibido una llamada de Mintra quien le había informado sobre la conspiración. Todos los políticos tenían sus conspiraciones, de no ser así no podrían ser llamados políticos, una conspiración del partido opuesto o de algún bando terrorista, no tendría porque importarle sin embargo, esta conspiración estaba siendo preparada por el bando enemigo, por los miembros de ‘la garra negra’ y los ‘caballeros de las sombras’. Demonios, vampiros, magos oscuros y uno que otro Mentis (cambia-formas) estaban implicados en el asunto y por esta razón los arcángeles le habían encomendado la misión.
Faltaban dos noches para el discurso y todos sus hombres estaban trabajando tan rápido como podían para descubrir los planes del enemigo. El señor Delacourt, en otras palabras Park JungSu o LeeTeuk, tuvo un agitado día coordinando la operación, recibiendo llamadas continuamente a su Mobil para informar movimientos sospechosos, reuniéndose con espías y preparando el sello mágico que trazarían alrededor del lugar donde se presentaría el señor ministro. Una verdadera carrera contra el tiempo.

- Señor Delacourt, recibimos unos documentos con información sobre los agentes que están presuntamente investigando al primer ministro, creemos que se puede tratar de inmortales - Dijo una voz femenina a través de su móvil mientras conducía en el Mercedes Benz que le habían asignado para la misión.

- Envíamelos a mi E-mail - Respondió LeeTeuk entrando en el carril de aceleración de una gran autopista Parisina.

- Es confidencial señor, es imprescindible que se lo entregue personalmente, veámonos esta noche en el punto Zeta - Explicó la voz y a lo lejos se escuchó un perro ladrar.

- Esta noche no, Frida esta noche… tengo algo más importante que hacer - Le cortó LeeTeuk - Me pondré en contacto y te daré indicaciones - Dicho esto cortó la llamada. - Esta noche tengo una cita - Exclamó en voz alta mirando su reflejo a través del espejo retrovisor. Lo que vio fue a un ángel idiota que arriesgaba una importante misión diplomática por seguir los impulsos de su corazón.


***

KangIn despertó hacía las 6:45 de la tarde. Ya había oscurecido y eso era suficiente. La mayoría de los vampiros se levantaban alrededor de las 7 de la noche, cuando estaban completamente seguros de que el sol se había escondido tras el horizonte, pero KyuHyun solía decir que al vampiro que madrugaba le iba mejor en la cacería y KangIn se había acostumbrado a hacerlo, inclusive había llegado a levantarse hacía las 6 en los días de invierno. Lo primero que hizo fue revisar su móvil, no tenía ni llamadas perdidas ni mensajes de texto, tal y como lo veía, las cosas seguirían su curso normal y su estadía en ese lugar no sería en vano. Sonrió, faltaba una hora y media para el cóctel, así que era mejor ponerse en marcha, estaba a más de 3 kilómetros del lugar y no quería hacer esperar a LeeTeuk. Entró al baño más por costumbre que por necesidad, ya se había acostumbrado a ir allí sólo para observarse el rostro y echarse un poco de agua. Los vampiros no tienen necesidades fisiológicas, tampoco necesitan bañarse porque su cuerpo no suda, tampoco les crece barba o cabello, se podría decir que tal cual como mueren siendo humanos, es como quedan para el resto de la eternidad. Aún así KangIn se miraba al espejo todos los días, se lavaba la cara cuidadosamente y a veces hasta se bañaba. De alguna manera lo hacía sentir ‘vivo’. Más humano y menos bestia. Aunque no estaba seguro de si eso tenía alguna utilidad.

Partió en su moto Harley Davison tan rápido como la policía de carreteras se lo permitiría por esa larga autopista y se encaminó hacía Paris, vestido con un Gabán oscuro y bajo él unos pantalones ajustados de cuero negro y una camisa de algodón fino roja carmín. En su cuello bailaba con el viento el pendiente que él ángel le había dado cientos de años atrás. Llevaba unos audífonos conectados a su Ipod, esa maravillosa cosita de la tecnología humana que te permitía escuchar música y navegar por Internet. Cuando vio por primera vez un tocadiscos y posteriormente un casete se maravilló con la capacidad de invención humana, casi lloró cuando usó por primera vez un computador, cuando fue consciente de que se podía comunicar con miles de personas en cualquier parte del mundo a través de esa inofensiva caja. Esa era una de las cosas que amaba de ser inmortal, poder apreciar el desarrollo de la humanidad, le producía una curiosidad inconmensurable y al mismo tiempo una gran satisfacción. De haber continuado con su vida como monje, hubiera muerto en esa olvidada época del siglo 19, con todas las limitaciones mentales de su tiempo, con una visión tan pequeña del mundo, como una hormiga perdida entre una pradera soleada.

Escuchaba rock japonés, de ese que llamaban Visual, le divertía ver como esos japoneses se obsesionaban tanto con los vampiros hasta el punto de componer música sobre ellos y vestirse como la idea que tenían de ellos, mientras escuchaba una vieja banda de finales de los noventas, se imaginaba si alguno de esos cantantes sería mínimamente consciente de todo lo que conllevaba tener la sangre maldita, tener que asesinar gente, tener el poder de hacerlo, poder controlar la mente de las personas a su antojo y vivir con la condena de nunca volver a ver un precioso despuntar del sol al amanecer. Vivir (o no vivir) condenado a una existencia solitaria a no ser que quieras crear un vástago, pero KangIn era consciente que crear un vástago era traer un nuevo demonio al mundo, un depredador sin moral ni Dios. Y quizás en alguna parte de su ser, aún quedaba un poco de su pasado como Monje, porque temía por el mundo, temía por su existencia, al morir KyuHyun muchas percepciones del mundo habían cambiado para él, comenzando por la seguridad que siempre había sentido hacía sus poderes.

Pero igual que todos, él podía morir alguna noche. Y todas las noches vivía con la zozobra de saber que era una creatura fugitiva que en cualquier momento podría ser asesinada por algún hombre lobo, por un ángel o por otro vampiro, porque a decir verdad los de su especie eran traicioneros y sádicos. A veces sentía que KyuHyun había sido el único vampiro con un vestigio de bondad humana en lo más profundo de su oscura alma.

Llegó al salón de eventos. Era una sala enorme dentro del edificio que correspondía al Museo nacional, había una larga fila de personas esperando por entrar, todas vestidas elegantemente para la ocasión. Cuando KangIn llegó frente al portero, esté observó la invitación y miró de arriba abajo a KangIn haciendo un gesto despreciativo.

- Lo siento señor - Dijo con un tono de voz altruista - Pero su ropa es inapropiada para el evento, lamento informarle que no podrá entrar así tenga una invitación preferencial - KangIn se quedó mirándolo a los ojos y esbozó una sonrisa procurando ocultar sus colmillos.

- Estoy vestido apropiadamente - Dijo KangIn concentrándose en su víctima, enviando una imagen directamente a la mente del otro, empujándolo a pensar como quería.

- Está vestido perfectamente señor - Siseó el portero como un autómata y lo dejó pasar.

El salón era enorme estaba lleno, muchos hombres vestidos de smoking y acompañados de hermosas mujeres con largos vestidos que más parecían salidas de los cuentos de doncellas y princesas Europeos se paseaban por el lugar conversando y observando la exposición de cuadros que había en las paredes, habían muchos meseros sirviendo copas de vino rojo y al final del salón había una tarima en donde se encontraba sentado un joven de aproximadamente 30 años, de cabello rubio y ojos intensamente azules, firmaba autógrafos en los libros y había una gran fila de personas esperando para firmar el suyo. KangIn buscó a LeeTeuk por encima de las cabezas de la gente pero no lo vio, entonces optó por usar su poder para observar las auras y se sorprendió al encontrar que todos los presentes eran humanos… a acepción del escritor. El aura del escritor era intensa y blanca, KangIn entrecerró los ojos desconcertado, miles de preguntas llegaron a su mente, era la primera vez que veía al escritor en persona, siempre le había visto sólo a través de sus libros. Y el hecho de que si investigación lo hubiera conducido a aquel hombre, le intrigaba. Hizo la fila junto con los demás, sosteniendo el último libro de él en sus manos.

Cuando estuvo frente a él, P.J Kreva que parecía ser de origen Escandinavo, pues era alto, pálido y con una curiosa esencia Vikinga, levantó su rostro y le sonrió. Esa sonrisa le hizo sentir algo extraño, algo en su interior, un ligero temblor lo recorrió al enfrentar esa mirada tranquila.

- Gracias por venir - Dijo el rubio y tomó las manos de KangIn que sostenían el libro - Ha sido muy dulce… Youngwoon -

KangIn abrió mucho los ojos al escuchar la mención de su viejo nombre mortal, él que sólo dos personas en el mundo sabían y una de ellas estaba muerta.

- ¿Cómo… como lo sabes? - Murmuró confundido y receloso.

- ¿Aún no lo notas tonto? - Siseó el otro, bajó la cabeza y al levantarla por unos instantes KangIn vio los ojos negros y el cabello castaño de LeeTeuk en el rostro de ese hombre, lo deslumbró en un parpadeo y luego volvió a hacer el mismo rubio de antes. Entonces KangIn lo comprendió. Aquello era Ofuscación en tercer nivel, un poder que te permitía cambiar de apariencia física en la mente de las personas que te están viendo. En realidad no cambias en lo absoluto, pero la gente a tu alrededor te ve de esa manera.

- LeeTeuk - Susurró entre la sorpresa - ¿Acaso… acaso tu eres? - Agregó azorado. El ángel tomó el libro y lo firmó en la solapa, pareció escribir algo más y la gente atrás en la fila comenzó a impacientarse.

- Estaré contigo en unos minutos - Dijo el rubio y KangIn no tuvo más remedio que retirarse para que los demás pudieran recibir el autógrafo del escritor.

Quince minutos después, el ángel dejó el escritorio y caminó hacía él parsimoniosamente, KangIn observó al rubio de los ojos claros caminar hacía él y se sintió incómodo al pensar que ese era el joven de apariencia Koreana que le gustaba tanto. Pero más allá de ese detalle superficial, lo que le inquietaba era el hecho de saber el alcance del poder de LeeTeuk. La ofuscación era un poder mental que requería muchísima concentración y aunque era fácil engañar a una sola persona, ese lugar estaba abierto al público y lleno de humanos, todos estaban bajo el hechizo de su poder mental e inclusive él, un vampiro, que se suponía tenía un dominio mental más grande había caído en el hechizo tan fácilmente como un humano. Definitivamente sus poderes mentales lo superaban por donde quería que lo mirase y no pudo evitar sentirse asustado, de repente se sintió como si estuviera en la boca del lobo.

- ¿Esperaste mucho? - Preguntó LeeTeuk tomando una copa de vino de una de las bandejas que cargaban los meseros.

- No mucho, está bien - Aceptó KangIn y tomó una copa de vino también aunque no podría beberla, lo cual era una lástima, olía delicioso, como un buen vino fino.

- Me alegra que vinieses - Comentó LeeTeuk - También… me alegra saber que me haz leído -
- ¿Realmente eres P.J Kreva? - Exclamó KangIn si poder evitarlo, quería dejar de verlo con ese cabello rubio y con esos enormes ojos azules, quería verlo con la apariencia Koreana de siempre, pero no podía y eso lo asustaba aún más. Normalmente si se concentraba podía romper el hechizo en su mente, le había ocurrido en ocasiones anteriores con otros vampiros, él mismo sabía hacer la ofuscación y la había usado innumerables veces para llevar a cabo algún chantaje o conseguir alguna rebaja en el mercado negro de las armas. Pero nunca había estado bajo el hechizo mental aún siendo consciente de que lo era y sin poder salir de él a voluntad.

- Si, así es… soy yo - Exclamó LeeTeuk y sus mejillas se sonrojaron levemente - Recuerdas… que hace mucho tiempo, cuando nos conocimos te conté de Baudelaire -

- Si… el escritor Frances - Comentó KangIn balanceando la copa entre sus dedos.

- En realidad te mentí, yo no estudié en ninguna academia de artes, yo era el profesor de la facultad… había tomado el papel de profesor para una misión y Baudelaire era mi colega, lo conocí personalmente… quería escribir, pero no me atrevía, no me sentía preparado… -

- Pero haz hecho un gran trabajo, tu última novela “La silla del abuelo sabe a chocolate amargo” es un hermoso tratado antropológico con matices de nostalgia cargados de sentimiento y una exquisita abundancia en metáforas y descripciones costumbristas - Comentó KangIn y se llevó la copa de vino a los labios simulando beber.

- Haces que me sonroje… - Comentó LeeTeuk con una sonrisa - Realmente aprecio que los hallas leído, por cierto ¿Ya viste los cuadros que están exhibidos hoy? -

- Si, los he visto ¿A ti que te parecen? - Preguntó KangIn observando el que tenían a un lado.

- Son de mi pintor favorito, creo que es una mujer, pero no estoy seguro, he seguido su obra por más de 10 años, a veces cuando me detengo a ver uno de sus cuadros, siento como si me leyera el pensamiento o como si tomara todas las palabras que escribo en mis libros y las plasmara mágicamente con el óleo o las acuarelas, es realmente mágico - Finalizó LeeTeuk mirando con ensoñación uno de los cuadros en óleo que mostraba a un hombre desnudo abrazándose así mismo en un fondo de tonalidades azules.

- Me alegra que te gusten mis cuadros - Exclamó KangIn y LeeTeuk se atragantó con el vino y escupió un poco en el suelo. KangIn rió.

- ¿Eres Giovah-nni? No me jodas… - Exclamó con los ojos azules muy abiertos, limpiándose el vino de los labios con el dorso de la mano - ¡Por Cristo!… al parecer no podemos escapar de nuestro destino… -

- Eso parece - Respondió KangIn - Por eso tenía invitación para venir hoy, no podía perderme mi propia exposición ¿verdad? -

- Pero entonces… ¿Estás de incógnito? - Indagó LeeTeuk.

- Nunca me muestro en público, a diferencia de ti… no me gusta la diplomacia, prefiero mantenerme en el anonimato y pintar cuando se me da la gana, hoy en día es más fácil mantener anónimo, con eso del Internet, tengo mi propia web con mis obras y todo el mundo se conforma con un nick y un correo electrónico, en realidad es lo único que prueba tu existencia en la red y cosas como tu cara bonita o cualquier otra tontería de subjetividad humana son innecesarias - Explicó KangIn y volvió a simular beber, en realidad no se mostraba en público porque no tenía el poder suficiente como para hacer una Ofuscación de Nivel 3 tan poderosa como para cambiar de imagen frente a decenas de personas al mismo tiempo en una galería o en una rueda de prensa.

- Me estás haciendo sentir como un intelectual snob y altruista pequeño Vampiro, pero me gusta tu estilo, muy acorde con la rebeldía de este siglo - Refutó el ángel alzando su copa - Brindo por eso - KangIn hizo sonar su copa contra la del otro con una sonrisa - Además te hace ver más sexy… ese papel de chico rebelde - Las mejillas de KangIn se pusieron tan rojas como el mismo vino que aún quedaba en su copa.

- Si me disculpa señor Kreva, pertenezco a la revista Inglesa “Bookish” ¿Podría responderme unas preguntas? - Un hombre calvo de lentes y elegante traje de Armani se acercó con una grabadora en la mano.

- Ups… parece que estás ocupado - Comentó KangIn y LeeTeuk asintió suavemente.

- En un par de minutos estaré contigo de nuevo - Comentó el ángel haciendo un gesto con la mano.

- Tómate el tiempo que quieras - Finalizó KangIn y vio cómo el hombre comenzaba a hacerle preguntas personales - Tenemos toda la eternidad para las dos… - Murmuró en voz baja sin dejar de sonreír, pero con una nostálgica y triste mirada oscura.

Notas finales:

LOL ambos eran ‘fans’ él uno del otro sin saberlo xD osea, Teuk le gustaba el pintor sin saber q era KangIn y viceversa xD definitivamente estaba escrito, de alguna manera debían encontrarse en algún punto del tiempo *-*
Mi gente linda, ya tengo Internet *A* aunque no podré estar con tanta frecuencia en HATO como antes, pero por lo menos ya tengo inet ;O;


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