-¿eres tú, verdad Zoro?-pregunto el rubio aun algo temeroso, atreviéndose a dar el primer paso al ver al moreno asentir levemente con la cabeza- pues entonces, ¿exactamente cuántos años estoy en el futuro? ¿Sabes cómo puedo regresar a mi época?- murmuro este, algo confundido al ver el rostro sorprendido que tenía su compañero para luego estallar en sonoras carcajadas-
-Jajajaja no sé porque me sorprendo, si siempre has sido así de inteligente- comento el aludido, sin darse cuenta del sonrojo que había logrado sacarle al mentado rubio- pues por tu edad, yo diría que quince años en el futuro Sanji- tomo la mano del rubio entre las suyas, guiándole con cariño hacia la cocina, decido a comportarse como siempre a pesar de todo- anda ven, vamos a comer o la cena se enfriara. Y, mientras tanto, cuéntame lo que ocurrió a ver si así podemos solucionarlo-
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Mientras almorzaban, Sanji le conto al peli verde lo que le había ocurrido lo más detalladamente posible, luchando contra su vergüenza y su miedo, pero a la vez con aquellos sentimientos que retumbaban en su corazón, pidiéndole salir después de pasar tanto tiempo encerrados a la fuerza por parte de su dueño. Zoro, a su vez, escucho atentamente la explicación del rubio, entendiendo casi al instante que era lo que pasaba y, diciéndole, que todo estaría bien y solo tendrían que esperar a que el cocinero del futuro lograse solucionar y reparar aquel aparato.
Ambos estaban sorprendidos por la facilidad con la que podían conversar, contrastando enormemente con sus peleas y la poca tolerancia que existía entre ellos, la cual como mucho les permitía cruzar no más de un par de palabras juntas antes de estallar en un combate como dos verdaderos demonios.
Aunque para el peli verde en particular, aquella estaba siendo una experiencia de lo más extraña y placentera. El rubio le trataba con dulzura y cariño en su voz y en su mirada desde que se habían encontrado, ni menos que menos le había llamado por alguno de sus “cariñosos” apodos sino que, en vez de eso, le llamaba por su nombre como si fuese lo más normal del mundo. O, al menos, lo que entre ellos podían considerar “normal”…o como, si estuviese frente al Sanji de su época…
Suspiro al darse cuenta de que ahora era su turno de aclarar los tantos, de tener que explicarle y contarte la verdad de lo que ocurría al rubio. La parte más difícil sin duda alguna, pero no era exactamente por tener que explicarle que quizás tuviesen que vivir juntos quizás hasta semanas, sino tener que decirle que aquella casa en la que se encontraban en aquellos instantes era suya, que ambos la habían construido un tiempo después de haber encontrado el famoso All Blue con ayuda de sus nakama…tener que decirle de que luego que ambos cumpliesen sus respectivas metas y sueños habían cumplido el mayor anhelo que siempre habían albergado sus corazones…que ahora, no solo eran pareja…
…sino que también estaban casados…
Sanji al fijarse atentamente en la expresión de su compañero se dio cuanta de lo que le pasaba, de que intentaba decirle algo muy importante, pero que no lograba dar con las palabras exactas para no incomodarle o, quizás, para evitar alguna alteración en el flujo espacio-tiempo. Entendiendo que ahora era su turno de dar el primer paso, decidió ser él quien pusiese las cartas sobre la mesa y le dejase al peli verde en claro, de que no tenía nada de qué preocuparse.
-¿sabes, Zoro? No tienes que decir nada, entiendo la situación en la que estamos y no es necesario que comentes mas allá de lo necesario, podría traernos problemas-comento con voz casual el rubio, intentando ocultar sus verdaderas intenciones con una pequeña sonrisa- pero ya se está haciendo de noche, y no tengo donde quedarme ¿esta casa es tuya, no? Te pediría que me llevaras a la mía, pero lo mejor sería quedarme contigo para no atraer sospechas hehehe-se puso de pie, retirando los platos de la mesa, intentando aparentar la mayor normalidad posible. El nerviosismo lo estaba carcomiendo por dentro-
-si, esta es mi casa-afirmo el peli verde, poniéndose también de pie y obligando a Sanji a dejar los platos olvidados en la mesada- ya es tarde, déjame mostrarte la casa antes de que nos vayamos a dormir. Mañana ya nos encargaremos de la vajilla, pero hoy ha sido un día ajetreado para ambos y necesitamos descansar, sobre todo tú- hizo una leve reverencia, ofreciéndole muy galante su mano al cocinero quien, al percatarse de que imitaba sus propios movimientos, se sonrojo hasta la raíz del cabello mientras aceptaba su invitación y entrelazaba sus dedos con los del moreno-
Para sorpresa de Sanji, el moreno se guiaba perfectamente en su casa, enseñándole cada habitación dar siquiera atisbos de perderse una sola vez. El espadachín, ligeramente divertido, le explico que cierta persona había logrado cambiar su nulo sentido de la orientación, pero que dicho arreglo, solo funcionaba mientras estuviese dentro de su casa.
Aun algo confundido, el rubio se asombro enormemente cuando llegaron finalmente a la última habitación: el dormitorio de Zoro. Aquel era un cuarto algo más espacioso que los demás, el cual contaba con una cama matrimonial, algunos muebles bastante sobrios y unos enormes ventanales que daban paso a un balcón. Era una decoración sencilla y hermosa, muy al gusto del espadachín, pero que aun así gran parte le había recordar a él, a sus preferencias algo más refinadas y delicadas en sí.
Al darse cuenta de que solo había una cama en aquella casa, y luego de discutir en “buenos términos” con el espadachín por algunos minutos, logro convencerle que de pasaran la noche juntos, durmiendo en la misma cama. Aquello no suponía un enorme problema, ya que de por si esta era bastante amplia y cómoda, pero luego de que cada cual eligiese un extremo de ella, el moreno cayo dormido casi al instante.
Sanji, por su parte, estaba viviendo su propio sueño personal…
Tsusuku (o tal vez no XD)