Al darse cuenta de que solo había una cama en aquella casa, y luego de discutir en “buenos términos” con el espadachín por algunos minutos, logro convencerle que de pasaran la noche juntos, durmiendo en la misma cama. Aquello no suponía un enorme problema, ya que de por si esta era bastante amplia y cómoda, pero luego de que cada cual eligiese un extremo de ella, el moreno cayo dormido casi al instante.
Sanji, por su parte, estaba viviendo su propio sueño personal…
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El cocinero no cabía en su alegría, siempre había sido su más frecuentada fantasía dormir y despertar junto a ese hombre que le había robado su corazón hacía ya tanto tiempo atrás.
Ya sin poder resistirse por mucho más tiempo, Sanji cayó en la tentación. Con suavidad, intentando no despertarle, apoyo su cabeza sobre el trabajado torso del guerrero, aprovechando de aspirar aquel aroma tan salvaje y embriagante, justo como lo era él.
Poco a poco empezó a quedarse dormido, contagiado por el exquisito calor que desprendía el cuerpo del peli verde. Ahogo un pequeño gritito tapando su boca al sentir como inconscientemente el espadachín le rodeaba con sus brazos con algo de fuerza, embargándole de un sentimiento de protección que hacía muchos años no sentía.
A la mañana siguiente, el espadachín despertó un poco antes de lo habitual. Gruño un poco, sintiendo los rayos del sol dando directamente sobre su morena faz, bostezando cansado hasta que los recuerdos de lo que había pasado el día anterior volvieron a velocidad vertiginosa en su mente.
Sonrió levemente al ver el frágil cuerpo que estaba abrazado a su torso, mientras su vista descendía desde el cabello lacio que cubría ligeramente ambos ojos hasta sus labios, suaves y carnosos, que le invitaban a besarle. Incitado por su deseo, acerco su boca y le beso suavemente, sin darse cuenta de que su acompañante ya se encontraba despierto y le veía con ojos desorbitados, sin poder creer lo que estaba sucediendo.
Sin dudar un segundo correspondió aquel contacto, sintiendo como su pecho se embargaba de felicidad. Lentamente, y al darse cuenta de que Sanji ya estaba despierto, el peliverde empezó a quitarle su ropa poco a poco, recorriendo curioso cada porción de piel que quedaba al descubierto, lamiendo no sin cierta culpa la zona de su cuello en que, en un par de años más, le harían una cicatriz mortal.
El cocinero no podía evitar mirar con lujuria al espadachín ¿y cómo no hacerlo? Se preguntaba. Si aquel cuerpo moreno tan entrenado, tan perfecto, despertaba su libido con tan solo tocarle.
No sin cierta timidez, el rubio se unió a aquel juego de caricias, recorriendo con su boca aquel torso tan conocido, ahora lleno de nuevas cicatrices y aún más tonificado que antes. Gimió extasiado al sentir como el peliverde tomaba su miembro entre sus manos, masturbándolo con cuidado mientras se posicionaba en su entrada, lamiéndola sin reparos.
Se aferró a sus cortos cabellos, intentando sin muchos resultados quitarla de ese lugar. Se sentía extraño, y algo diferente, pero el placer empezaba poco a poco a quitarle la cordura, siendo solo capaz de gemir y revolverse, más aun ahora que dos traviesos dedos se habrían paso en su interior, empezando a dilatarlo.
Arqueo la espalda al sentir como una de las falanges había alcanzado un punto en su interior que le había hecho gritar de placer, sintiendo como casi se había corrido con tan solo un par de movimientos. Jadeo con fuera al sentir como el moreno repetía la acción, chupando con dedicación su miembro hasta que, para su sorpresa, el rubio le separo de su entrepierna, tomando sus mejillas entre sus manos y besándole con cariño y amor.
Consciente de que quizás aquella fuera la única oportunidad que tendría en la vida para estar con el hombre que le había robado el corazón, recostó a Zoro en la cama y se posiciono sobre sus caderas, empezando a penetrarse lentamente.
Un par de lágrimas escaparon de los azules orbes del cocinero, quien mordía sus labios para acallar cualquier jadeo de dolor que pudiese escapar de estos. Mas, y contrario a lo que esperaba, el peli verde se incorporo en la cama, dejándolo sentado sobre sus caderas mientras lo abrazaba con fuerza, secando los ríos salados de sus mejillas con tiernos besos que poco a poco lograron calmar al rubio.
Poco a poco empezó a moverse, siendo guiado por los placenteros gemidos que Sanji ya no podía silenciar más. Se entregaron el uno a otro por horas, perdiéndose entre las caricias y besos del otro de la manera más dulce que el cocinero pudiese haber imaginado.
Nunca, en ninguna de sus experiencias pasadas, en ninguna de sus relaciones anteriores, había logrado sentir lo que el simple tacto de la piel del peli verde despertaban en su cuerpo. La forma en que lo había tomado, el trato delicado que le había brindado, aun sabiendo que no se habría resistido y le hubiese dejado hacer lo que quisiera con su cuerpo…que todo había valido la pena, inclusive el dolor por ser su primera vez…
…Todo era perfecto…un sueño hecho realidad…
Tsusuku (o tal vez no XD)