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Simplemente Humano por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

One Piece es propiedad de Eiichiro Oda, si no quien sabe...

Mil disculpas por las posibles faltas ortograficas y otras mil disculpas por el retraso de subir la conti de este y mis demas fics _ _ll pero la autora aqui presente (o.o/ XD) ha estado peor de salud y recien ahora tengo tiempo (dos semanitas xD) de vacaciones en las cuales intentare actualizar lo antes posible para compensarles n.n/

Un saludo especial para: Michu, Julie_chawnCattivaRagazzaBloody_Kat y Temari-swan; especialmente a mi nichan, ReiTa-Sensei, a quien le dedicare este fic n.n/

Sin mas preambulos, les dejo con el cap de hoy:

Sin mediar palabra alguna, volvieron a besarse mientras el peli verde se ponía de pie. Recibió sin chistar la más pequeña de las bolsas, escuchando atentamente las múltiples recomendaciones del rubio para que la comida durase el mayor tiempo posible.

Y así, de esta forma, el espadachín dejo solo a Sanji sin saber que, apenas había desaparecido de su vista, el rubio había caído al suelo estrepitosamente, sujetando su hombro izquierdo con fuerza mientras sus ropas se teñían de su sangre…

Xxxxx

Y así, fue pasando el tiempo. Los minutos pasaban lentamente, convirtiéndose en horas. Las horas en días, y los días en un mes. Un mes completo en que el espadachín había vivido la desesperación extrema, la falta de alimento, el hambre y la sed, además de los horribles efectos que la exposición al horrible clima del Nuevo Mundo habían provocado a su cuerpo.

Había tenido que resistir poderosas tormentas de las cuales al menos había rescatado algo de agua, pero así también las había perdido en los días en que el sol y el aire seco habían causado estragos en sus pocas reservas aun intactas. A su vez, un fuerte resfrió le había atacado hacia tan solo un par de días atrás, y su musculoso cuerpo, ahora deteriorado por la falta de entrenamiento y las condiciones en las que vivía, le habían pasado la cuenta.

Se sentía deteriorado, tanto en el espíritu como en su cuerpo. Su cabello había crecido y estaba muchísimo más largo de lo que solía usarlo normalmente, el cual caía de modo salvaje sobre su rostro y que, de alguna u otra forma, le recordaba a su amado cocinero.

Sanji…no podía evitar pensar en el cada segundo del día.

No podía evitar recordar los instantes en que había pasado con él, sintiendo como día a día, semana a semana, aquel sentimiento de soledad, de saber que la distancia le jugaba una mala pasada…de estar tan cerca de alguien y a la vez no poder tocarlo, ni poder abrazarlo y besarlo…de poder verle sonreír…

Pero él había prometido permanecer en su puesto pasara lo que pasara, se lo había prometido a el mismo para no hacer pasar otra vez al cocinero por otro infortunio por su culpa. Esperaría hasta que pudiese ver a la lejanía la silueta tan característica del Sunny Go o que, en caso contrario, esperaría lo que fuera necesario hasta que Sanji le llamase y que al fin, estuviesen a salvo.

Él era un hombre de palabra, y la cumpliría pasara lo que pasara. Era por su rubio, su hermoso cocinero después de todo. No podía darse el lujo de fallarle.

Por otra parte, la herida que tenía en la frente ya había curado, dejándole una pequeña cicatriz que seguro no tardaría en desaparecer. Profundas ojeras habían aparecido bajo sus ojos, uno bueno y el otro no, además de tener algo de barba, de color verde, al igual que su cabello.

Reía un poco al recordar las burlas que había recibido de sus amigos durante una ocasión en la que la había dejado crecer, luego de una de sus disputas peleas con el rubio y en la cual, mientras discutían, él se había mofado diciéndole que seguro nunca en su vida le crecería barba.

Viendo el lado positivo de las cosas, había logrado convencer al cocinero de su error, pero viendo el lado negativo, había tenido que soportar las burlas de los chicos, sobre todo aquella en que Usopp le había dicho que “parecía un viejo borracho con la barba” y luego Sanji había añadido, para su desdicha, que “solo estamos viendo un avance de lo que será su futuro”.

Y que, por eso mismo, había decidido no dejarse crecer la barba nunca más mientras le fuese posible evitarlo.

Sus ropas estaban manchadas y sucias, algo rasgadas y rotas por los resultados de su última batalla. Al menos, conservaba dos de sus tres espadas que, el cocinero, con mucho esfuerzo, había logrado rescatar en medio de la tempestad.

Acaricio con cariño la funda vacía de su katana predilecta, Wadou, Ichimonji, sintiendo nostalgia y tristeza al estar, por primera vez en su vida, separada de ella por tanto tiempo. Pero que, a pesar de todo, mantenía la esperanza de que los chicos la habrían encontrado luego de la tormenta, tal y como le había dicho Sanji.

Sabia más que nadie del esfuerzo que había hecho el cocinero por rescatarla, recordando nítidamente el regaño que le había propinado, completamente asustado al ver lo cerca que este había estado de morir solo por intentar rescatar dos de sus espadas.

Movió sus manos algo preocupado, mordiendo sus labios al ver como la noche al fin acababa, dejando que un suave resplandor adornara el cielo.

De vez en cuando, en medio de la noche, sentía el típico olor a tabaco que era traído hacia el gracias a la suave brisa marina. Aquel era un modo que había inventado el cocinero para mantenerlo al tanto de su situación, prendiendo uno de sus cigarros cada tres o cuatro días de forma que no escasearan hasta aproximadamente pasado el mes y medio.

Y era por aquel motivo, justamente por ello, que estaba preocupado.

Ya habían pasado cinco días, y en ninguna de las noches pasadas había logrado sentir el tan característico olor de sus cigarrillos a pesar de los fuertes vientos que habían persistido durante la última semana. Había esperado toda la noche en vela, esperando ansioso aquel aroma que lograba calmarlo de cierta forma y logrando sumirle en un sueño tranquilo y grato; recordando el sentimiento de cariño que sentía cuando tenía al rubio entre sus brazos pero que, a pesar de todo, no había logrado sentir.

El sol ya estaba en lo alto del cielo, logrando despertar del todo la ensoñación. Decidido y ya con la paciencia en sus límites, se puso costosamente de pie.

Día a día se había mantenido allí, sentado, a la espera de sus nakama mientras era tranquilizado indirectamente por Sanji. Pero ahora, esa tranquilidad se había esfumado con el viento de la misma forma que lo hacia el humo del tabaco. Ya no podía esperar ni un segundo más.

Camino lentamente apoyado en la pared de roca natural, tambaleándose levemente y casi cayendo de bruces al suelo en un par de ocasiones. Los músculos de sus piernas le dolían al permanecer tanto tiempo inmóviles, y cada paso que daba era un verdadero milagro tomando en cuenta las condiciones en las que se encontraba.

Llevaba en su bolsillo el último trozo de pan que le quedaba, algo mohoso por el tiempo y la humedad a la que se veía expuesto y, además, conservaba intacta una pequeña petaca con ron suave que solía cargar encima, más que nada para evitar quedarse sin reservas durante las múltiples ocasiones en las que terminaba perdido o, en aquellas veces, en que el licor escaseaba en el barco.

 Gimió molesto por el dolor, caminando poco a poco y teniendo cuidado por donde pisaba hasta que, finalmente, llego al otro extremo de aquel islote. Mas, al llegar y ver el panorama que se extendía ante sus ojos, cualquier atisbo de dolor,  cansancio, sed o hambre, desaparecieron instantáneamente de su cuerpo.

Ahí, apoyado contra la pared de roca natural, se encontraba su cocinero. Sanji estaba recostado sobre un charco de sangre, seguramente producto de las últimas lluvias, pero el cual se encontraba teñido de rojo.

Su vista bajo asustada hasta su brazo, viendo como este se encontraba vendado improvisadamente y el cual, para su miedo, se encontraba manchado del rojo de su propia sangre.

Zoro se acercó rápidamente hacia donde se encontraba el cocinero, tomándole en sus brazos con toda la delicadeza que podía dada la ocasión. Ahogo un gemido de miedo en su garganta, fijándose más detalladamente en el cocinero y apoyando su oído en su pecho, se dio cuenta de que su corazón ya no latía.

-¡¡SANJI!!-grito aterrado  el espadachín, sin poder creerse lo que veían sus ojos-

Tsusuku (o tal vez no XD)

Notas finales:

Espero les haya gustado y sus rew. Intentare subir el fin de semana o el martes quiza XD cuidense mucho mis lectores >u<!!!

Nos Leemos!!! x33

Kuro-Chan!!!


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