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Supplier por BombayLove

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Notas del fanfic:

Los personajes en realidad son personas reales en una situación completamente distinta a lo que es su tranquila vida diaria de idol.

Por ende, por ser humanos, no me pertenecen, lamentablemente xD

Notas del capitulo:

Ryo se despierta en una enorme y lujosa mansión. Aunque todos parecen conocerlo, por el contrario, todos los que se le acercan, le resultan extraños. Una confesión hace que, confundido, quiera huir de ella, pero termina poniendo su vida en serio peligro.

Un dolor agudo.

Una sonrisa sádica.

Oscuridad.

 

No pudo sentir nada más hasta que el rayo del sol golpeó sobre su cuerpo. Se quejó moviendo apenas uno de sus brazos por debajo de lo que le pareció que era una almohada. Tanteó con su otra mano el espacio a su alrededor, estaba blando. Abrió los ojos e intentó sentarse de un salto, pero al hacerlo se agarró la cabeza. Sintió un mareo y volvió a acostarse de un golpe.

– ¿Se encuentra bien? – Abrió un ojo para ver al sujeto que le había hablado. La sonrisa con la que lo recibió era todavía más brillante que la radiante luz del sol de la mañana. Tenía el cabello teñido de un color rubio y un traje que le daba la apariencia de un cocinero, entre sus manos llevaba una bandeja con comida que dejó sobre la mesa de noche a su izquierda. El recién despierto observó las acciones del muchacho y volvió su vista a él –. ¿Se encuentra bien? – Volvió a preguntar.

– S… Sí…

– De ser así, puede asearse en el cuarto de baño que está por allá – Le dijo, señalando una puerta semiabierta a su derecha –, y sobre aquella silla está su ropa, espero que la talla sea la correcta. ¿Desayunará abajo? – Agregó el rubio, antes de salir de la habitación.

– Ah… Sí – Respondió el aludido, sin estar del todo seguro si debía responder eso. Se levantó una vez el muchacho rubio salió del cuarto, y se acercó a ver la ropa con la que debía vestirse. Una camisa blanca de amplias mangas, un pantalón de una tela cuyo tipo no pudo descifrar, ya que no tenía un amplio conocimiento en telas, un chaleco, un saco haciendo juego y un pequeña tira de tela negra. No tenía idea en qué se había metido. Entró al cuarto de baño, el cual era igual de lujoso que la habitación. Todo en aquel lugar brillaba y resplandecía, quizás demasiado para su gusto. Abrió el grifo de la ducha y dejó que el agua tibia cayera sobre su cuerpo, examinándolo con la vista hasta donde pudo. No tenía ni heridas ni edemas ni hematomas y nada le dolía, pero aún así, su presencia en aquel sitio seguía siendo un misterio para él. Al terminar de ducharse, salió del cuarto y cubrió su cuerpo con la bata que estaba colgada en un gancho al lado de la cortina de baño. Se lamentó mucho el tener que cambiarla por la fina tela de la camisa y el asfixiante chaleco. Salió de la habitación y se encaminó hacia el comedor, donde sea que se encontraba en tan enorme lugar. Tanto a su izquierda como a su derecha sólo había una infinita cantidad de puertas cerradas. Pudo ver una ventana hacia su izquierda al final del pasillo, pero optó por dirigirse al lado contrario a esta. Sin haber errado su rumbo, al girar hacia su izquierda llegó a lo alto de una escalera que parecía estar hecha en mármol blanco, dándose cuenta de eso al sentir su frío tacto. Bajó lentamente las escaleras cubiertas con una alfombra roja y miró a sus flancos, jugando con el fino trozo de tela negra entre sus manos, esperando alguna indicación.

– Te despertaste – Le dijo alguien que lo asustó, y generó la sonrisa en la persona que le había hablado y quien había posado suavemente su mano sobre uno de sus hombros. Era un muchacho que no aparentaba ser mayor que él, pero aún así su presencia era imponente. Su cabello azabache hacía juego con sus ojos y su traje difería del suyo por ser de un color negro con varias partes en un gris tan oscuro que de no ser por la luz del sol, pasaba desapercibido. En cambio él, vestía con un traje color añil con varias partes en un color tierra –. ¿Te vestiste solo?

– Eh… Sí…

– Le dije a Yasu que te ayudara – Le dijo, arremangando las mangas de su camisa por sobre la tela del saco ya que el muchacho las llevaba por sobre sus manos –. Me imaginé que no ibas a poder hacerlo solo – Agregó, sacándole el lazo negro que tenía entre sus manos para colocarlo por debajo del cuello de su camisa y anudarlo luego, ya que era la única prenda que no estaba “en su lugar” –. Bien, vamos – Le dijo, palmeando suavemente su espalda –. Debes tener hambre, Nishikido-kun.

– ¿Cómo sabes mi nombre? – Le dijo el muchacho, por lo que el aludido se giró y le sonrió.

– Ya lo sabrás. Todo a su debido tiempo. Ahora, vamos, él debe estar esperándonos. Yo no soy la persona que va a darte las respuestas que necesitas.

Ambos siguieron sus pasos hasta una enorme habitación. En medio de la misma había una hermosa mesa de lo que parecía ser oro, sobre cuyo esqueleto se alzaba la parte superior de vidrio. En la primera silla, a uno de los extremos de la mesa, estaba sentado un hombre de cabello azabache, leyendo algo que estaba fuera del alcance de la vista de las dos personas que se estaban acercando a él. Al llegar a su lado, recién se dieron cuenta que estaba desayunando. Aquel hombre, al oír los pasos de ambas personas acercándose a él, levantó la vista. Sonrió ampliamente al ver al muchacho que recién había despertado. Dejó lo que sea que estaba leyendo al lado de su taza de café y limpió delicadamente las comisuras de sus labios, levantándose luego.

 – Bienvenido a mi hogar, Ryo-kun – Lo saludó, dedicándole una profunda reverencia –. Por favor, siéntense – Ambos sujetos se sentaron a ambos flancos de quien parecía ser el dueño de aquella gigante mansión. A los pocos minutos, el muchacho rubio que había ayudado a Ryo, apareció con una bandeja con desayuno que dejó frente a ambos recién llegados –. Ya conoces a Yasu, ¿no? – Le preguntó a Ryo.

– Ah… Sí…

– ¿Te presentaste Yasu?

– Ah, no – Se excusó el rubio –. Mi nombre es Yasuda Shota. Básicamente, soy cocinero aquí, pero puede consultarme cualquier cosa, Nishikido-san – Le dijo, haciendo una reverencia antes de volver a sus quehaceres.

– P… ¿Puedo saber cómo saben mi nombre? – Preguntó Ryo, por lo que los dos hombres allí presentes, se miraron.

– Bueno… Ya te dije que no sería yo quien respondiera tus preguntas…

– Mi nombre es Ohkura Tadayoshi – Se presentó el dueño del lugar –. Y este sujeto es Maruyama Ryuhei, mi secretario. Dime Ryo-kun, ¿recuerdas cómo llegaste a este lugar?

– N… No… Sólo recuerdo que… me desperté aquí…

Ryuhei y Tadayoshi se miraron. El dueño de la casa, apoyó su mentón sobre los dorsos de ambas manos y volvió su vista a Ryo.

– Verás… Tú apareciste en la orilla del océano…

– ¿Océano? ¿Dónde estamos?

– ¿Dónde crees que estamos? – Le preguntó Ryuhei, después de beber un sorbo de café.

– ¿En Japón?

– ¿Quieres acompañarme a un lugar cuando terminemos de desayunar? – Le preguntó Tadayoshi. Ryo no asintió, en cambio, se quedó mirando unos instantes a Tadayoshi. Cuando finalmente los tres habían terminado de desayunar, se levantaron y siguieron al dueño de la casa fuera de la misma. Del mismo modo en que la casa era inmensa por dentro, lo era por fuera. Caminaron un corto trayecto hacia una alta torre, sobre la cual estuvieron pasados cinco minutos.

– ¿Qué… es esto? – Preguntó Ryo, mirando el azul océano a lo lejos.

– Tú apareciste allá, en la orilla – Le dijo Tadayoshi, señalando una de las orillas de la playa que rodeaba la isla.

– ¿Qué clase de lugar es este?

– ¿Dónde vives?

– En Tokio – Ryuhei y Tadaysohi se miraron –. ¿Qué diablos es este lugar?

– Bueno… Podríamos empezar por decir que esto no es Tokio… Ni siquiera es Japón – Respondió Ryuhei, ocasionando que el muchacho tragara en seco.

– Verás, Ryo-kun… En Tokio… tú estás muerto – Dijo Tadayoshi.

– ¿Muerto? Entonces, ¿qué es este lugar?

– Podría decirse que este es un mundo donde van las almas, pero al mismo tiempo  – Tadayoshi extendió su mano y tocó el dorso de la mano de Ryo –…, aquí también tienes un cuerpo material – Apenas sintió el contacto de la mano de Tadayoshi sobre la suya, Ryo la escondió detrás de su propio cuerpo –. Lo siento – Sonrió el muchacho –. Dime, Ryo-kun, ¿cuántos años crees que tengo?

– ¿Veinti… cinco? – Respondió el aludido.

– No estuviste ni cerca – Dijo Tadayoshi –. Tengo doscientos cuatro años – Parecía que los ojos de Ryo se le estaban por salir de las órbitas. Esto hizo que Tadayoshi sonriera tiernamente –. Como te darás cuenta, tampoco somos humanos.

– ¿Son zombies?

– Creo que un ser no-viviente es un término más apropiado para nosotros – Dijo Tadayoshi –. Aunque…, ¿qué te parece si mejor nos dices vampiros?

– ¿Vam… piros…?

– Puedes darte cuenta rápidamente que tú aún no lo eres – Dijo Ryuhei.

– ¿Debo pasar por una especie de ritual o algo?

– Claro que no. Pero, no deja de ser tu decisión – Respondió Tadayoshi.

 

Los tres bajaron de la torre y dejaron que Ryo entrara a la casa, en cuya entrada se encontró con Shota.

– Oye, ricitos, ¿puedes decirme que rayos sucede aquí? – El aludido lo miró –. ¿Qué hago aquí?

– Ah, tú eres Nishikido, ¿no? – Preguntó un sujeto de apariencia un tanto mayor que Shota, pero de cabello color café y ojos de igual color.

– Él es Murakami Shingo. Es el encargado del cuidado de la casa – Los presentó el rubio –. Respecto a tu duda… creo que tendremos una larga charla. ¿Quieres pasar a la sala de juntas?

El trío cruzó el gran comedor y entró a la cocina.

– ¿Su sala de reuniones es la cocina?

Ambos hombres sonrieron.

– En este lugar hay personas como Ohkura-san – Comenzó a relatar Shota –, la primera clase, seres que llegaron aquí siendo vampiros, personas como Ryuhei, la segunda clase, que son los llamados sec o secretarios que son su mano derecha; la tercera clase, personas como nosotros – Dijo, mirando a Shingo –, mitad vampiros creados para labores específicas pero de menor rango que un secretario; y los… suppliers

Suppliers?

– Bueno… Los vampiros también deben alimentarse, ¿no? – Dijo Shingo.

– ¿Ustedes no beben sangre? – Preguntó Ryo.

– Como le dije, somos mitad vampiros. Sólo necesitamos unas pocas dosis una vez cada tres meses – Dijo Shota.

– ¿Y… la gente como Ohkura?

– Depende del esfuerzo que haga, puede estar sin beber sangre por un mes.

– Entonces, ¿qué es lo que yo debería hacer?

– Creo que… Usted sigue siendo humano, ¿cierto? – Preguntó Shota –. Creo que no vivirá más de una semana a menos que se convierta en un supplier por voluntad propia.

– ¿Y si no lo hago?

– Puede tomarte por la fuerza, pero, pocos han durado en ese estado – Dijo Shingo, devorando una pequeña fruta que parecía ser una ciruela –. Que te conviertas por voluntad propia hace que tengas una especie de contrato no escrito en el que tu vida es atada a la del vampiro.

– Básicamente, se convertiría en su fuente de sangre y tendría el mismo tiempo de vida que él. En cambio, si no lo hace por voluntad propia, su cuerpo seguirá siendo humano y su tiempo de vida será limitado a lo que pueda vivir hasta que la totalidad de su sangre haya sido completamente succionada de su cuerpo.

– No quiero hacer esto – Dijo Ryo, agarrándose la cabeza –. Ni siquiera sé cómo llegué hasta aquí.

– ¿No crees que es por algo que estás en este sitio? – Dijo Shingo –. Quizás no puedas hallar ahora la respuesta que necesitas, pero estoy seguro de que en algún momento la encontrarás.

– ¿Por qué no va a tomar un poco de aire fresco? – Sugirió Shota –. Creo que le hemos dado tanta información que su cabeza no va a poder asimilarla en tan poco tiempo.

– Sí… Supongo que eso haré – Dijo el aludido, luego de darle tres golpes a la mesada con los nudillos.

Ryo salió de la cocina y volvió los pasos que lo separaban de la salida de la mansión.

– Oye, Yasu… ¿Crees que haya sido bueno dejarlo salir solo? – Preguntó Shingo.

– ¿Mhh? ¿Por qué lo dices?

– Te olvidas que hay cierta persona que es bastante sensible a los humanos…

– No lo creo – Dijo Shota, negando con la mano –. Seguro que ya habrá desayunado.

Al atravesar el camino que lo llevaba a la torre, había un hermoso y pequeño lago rodeado de flores. Había visto un par de bancos a su alrededor también, desde arriba. Se sentó en uno de los mismos y suspiró, mirando el cielo. Ignoraba que a sus espaldas, la casa que se elevaba no pertenecía a Tadayoshi, ignoraba que estaba en una propiedad ajena a la persona que lo había encontrado y, quizás, le había salvado la vida. Cerró los ojos y dejó que el aire entrara a sus pulmones. ¿Realmente estaba muerto? Si podía respirar, ¿lo estaba realmente? Un sonido proveniente de entre los arbustos lo quitó de sus pensamientos, obligándolo a incorporarse y a dejar que sus sentidos lo ayudaran a localizar a ese algo que buscaba perturbarlo.

– ¿Quién está ahí? – Preguntó, sin moverse del banco. No oyó respuesta alguna, alcanzó a ver algo ágil moverse alrededor suyo, por lo que se levantó –. ¡¿Quién está ahí?!

Sin poder evitarlo, Ryo cayó al suelo, sintiendo que sus miembros estaban imposibilitados de moverse, mientras su cuello estaba a punto de convertirse en el desayuno de un inesperado invitado. 

Notas finales:

¿Qué les pareció este primer episodio? :)

Cómo la tengo con los vampiros u.u ¡Échenle la culpa a Tatsu por posar tan sexy como siempre y hacerme parecer que tiene ojitos de vampiro! Dx

 

¡¡Gracias por leer~!! ヽ(^k9;^)ノb25; *chu*


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