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*Quemame hasta el alma* por liriO_Kafuri

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Notas del capitulo:

Bueno muchas gracias por esperar... la verdad es que si me pase por el tiempo pero hasi soy de algo irresponsable abeses jajajjajajajaja
Ace: (*GOLPE EN LA CABESA*) TORPE ESO NO ES PARA REIRSE!!!
Yo: te!! teeeh! ACEE!! eso duele no tenias por q golpearme
Ace:si si si anda ya y dejalas leer el fic
Yo: (*Lorando, haviendo sirculos en un rincon*) buuu ni siquiera un premio por tanto trabajo
Ace:(*se acerca y me besa la frente*) Bamos que aun tienes que hacer el siguiente cap.
Yo: Haiiii!!! (*me cuelgo de su brazo*) ace t quiero...
Ace: hai! hai! yo tambien

Capitulo 1 El tratado de Paz y su guardian

Después de que el acuerdo se llevase a cabo el rey quimera Monky D. Dragón por azares del destino se encontró con una esclava de nombre Júdet que trabajaba en el palacio; la había visto mientras cuidaba las flores del jardín real. Ella era una mujer de cabellera negra y piel blanca que no hacía más que resaltar con el llamativo color de las flores.

Tal vez fue su delicada belleza lo que lo cautivo, lo que le hiso escogerla como la persona quien llevaría en su vientre la futura paz entre las dos especies que por siglos habían luchado a muerte. El tiempo paso y la hora llego. Una noche de brillantes estrellas nació la primera criatura hibrida, que no era humana ni tampoco quimera. Cuando su hijo nació y abrió por primera vez sus ojos felinamente dorados, su madre le dedico una blanca sonrisa que contrastaba con su morena piel. Con el paso de los minutos los ojos del recién nacido se tornaron negros, justo como los de aquella dama que le dio la vida, tomando el aspecto de un humano. Después de su nacimiento el rey quimera ordeno que los enviasen lejos, al pequeño junto a su madre, quien le había puesto por nombre Luffy, a una pequeña mansión cerca de la frontera que dividía el territorio quimérico y humano. Ambos vivieron tranquilamente, hasta que en el día en que el pequeño cumplía los tres años fueron atacados por un grupo rebeldes humanos que pretendían asesinarlo, sin embargo gracias al sacrificio de su madre, sobrevivió dejándole solo como recuerdo una cicatriz en su mejilla izquierda. Una cicatriz que sería de por vida.

Después de ese fatídico incidente Dragón ordeno que todo rastro de su hijo fuese borrado, aislándolo en un castillo sobre las montañas, donde la única manera de subir o bajar era volando. Designo a cien soldados quiméricos de confianza su protección y a petición del líder humano, este convocó a guardias y sirvientes humanos que se dedicaran a mantener el castillo.

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A las afueras de una pequeña ciudad, un muchacho de apariencia no mayor de 14 años, destacaba en medio de la desolada colina. La brisa helada de esa noche revolvía sus verdes cabellos mientras espera pacientemente la llegada de alguien o de “algo”. Junto a él se encontraba un hombre mayor, robustos, con varias cicatrices esparcidas en su rostro. Cicatrices hachas por démonos. Claramente tosco a la vista y en medio de la oscuridad lucia incluso aterrador

-Escucha bien Roronoa a pesar de tu corta edad nunca había visto tremendas habilidades como las tuyas con la espada. Nuestro Rey lo ha reconocido seleccionándote como el indicado para esta misión, ¿entiendes eso?

- Si… Entiendo ¿Cuáles son mis órdenes?

-Proteger… tu deber es proteger el más grande objeto que guardan estos dos reinos… El tratado de paz entre los humanos… y esas malditas bestias

- ¿Quiénes son esas bestias Coronel Marshall D. Teach? o ¿debería decir “Barba negra”?
Frente a ellos apareció una quimera similar a un lagarto de ojos verdes y lengua serpenteante, mientras que se elevaba sobre el suelo con sus fuertes halas de murciélago.

-Za! Ha ha ha tu siempre tan escurridizo Peller- enseñando su falta de algunos dientes, el pelinegro dibujo en su rostro una grotesca sonrisa, mientras que en sus ojos desbordaban las ansias de cazar la presa, que frente a él, lo miraba con desprecio.

El peli verde se quedó asombrado por el aspecto monstruoso de la criatura que sigilosamente los había asechado. Cuando la quimera toco tierra no se sostuvo con piernas, más bien a partir de la cintura, donde portaba un cinturón que le sujetaban una larga espada, tomaba forma de una cola de serpiente, larga y gruesa. Su color de piel blanca, como la luna tras él, contrastaba de golpe con su corto cabello rubio. Nunca antes había visto ese tipo de criatura tan de cerca, a lo mucho habría escuchado de ellas en historias que le fueron contadas.

Como una serpiente, pero aún erguido, se arrastró seseante hasta quedar frente a ellos-¿Debo suponer que tú eres el nuevo soldado enviado por el líder de su raza?

-Zh ha ha ha!, su nombre es Roronoa Zoro y es un maestro en el arte de la espada estoy seguro que…

-¡DEJATE DE BROMAS! proteger el preciado tratado de paz no es un juego, no me vengas con que este insignificante humano es capaz de hacerlo…-La pálida criatura se dio la vuelta extendiendo sus alas dispuesto alzar el vuelo - esto no es más que un insulto.

-¡PUEDO HACERLO! Imbécil… NO TE ATREVAS A SUBESTIMARME!!

-Bien entonces tendré que ponerte a prueba- Cuando el mitad serpiente se dio la vuelta Zoro noto como sus ojos de reptil que lo miraban tan ferozmente se tornaban completamente blancos. Dándole a entender que la batalla era en serio. el peli-verde sonrió ante el desafió que aquel ser le ofrecía, tomo la espada que descansaba sobre su espalda llevándosela a su boca y de su cintura saco otras dos más que sostenía en ambas manos, se sentía más que listo de luchar contra su oponente, no dejaría que una bestia le subestimase.

-Así que usas tres espadas… Bien puedes atacarme todo lo que quieras pero no conseguirás tocarme

Se acercó a aquella serpiente con confianza, con cada paso que daba su corazón retumbaba en su pecho, haciendo un eco que solo él podía escuchar, dio un respiro profundo soltando el aire por la nariz. Este acto de concentración le costó el primer golpe por parte de Peller, el monstruo estampo aquella larga cola en la cara del moreno, el golpe ocasionó un sonoro ruido, creando una ligera capa de tierra que revolvió los cabellos negros del hombre que miraba la pelea de su subordinado rebosante de confianza.

Zoro se levantó con un pequeño jadeo saliendo de sus labios, escupió al suelo unas gotas de sangre, eso le iba a dejar un moretón en el rostro. Sujeto las espadas en sus manos y se acercó de forma rápida, olvidando por completo las formalidades o la elegancia que tiene usando la espada, para dar golpes certeros, que le harán callar la boca a aquella criatura. Jalo su espada de plata por el piso, dejando en ella una notoria ralladura, con fuerza estampo el filo del objeto en el brazo de su contrincante, que este había levantado para que no le diera a un costado de su abdomen. Había que admitir que el chico era bueno, por poco el filo de aquella arma le daba en un punto crucial donde podía morir desangrado.

Él quimera retrocedió por la enjundia con la que peleaba aquel chico que a sus ojos aún era un inexperto -¿Es posible que pueda proteger el tratado de paz?- Se repetía constantemente durante la pelea, sin avisar detuvo sus pasos en seco, agacho la cabeza para ver al chico que por obviedad era más bajo que él. Sonrió con malicia, aquello que estaba demostrando al esquivar los golpes del peli-verde solo eran para ver su forma de atacar, Peller es una persona que analiza cada movimiento de su enemigo, y ahora ha visto todas las aberturas que este nuevo guerrero humano tiene.

Arremetió un puñetazo en la cara, pero si no fuese por los rápidos reflejos del de ojos negros que metió sus espadas para detener el fuerte brazo del quimera, hubiese salido volando a alguna parte inconcreta de aquella colina. Un ves habiendo detenido el golpe jalo con fuerza las espadas que sostenía en sus fuertes manos morenas, ocasionando un corte profundo en los nudillos de Peller en forma de cruz, este gimió de dolor ante lo que le había hecho

-tú maldito mocoso –se quejó el quimera por la herida, de las pocas que había recibido era la que más le había dolido

Con su gran cola le dio un golpe por la espalda para poder acercarlo de forma brusca y rápida, Peller le estampo su puño en el rostro, en el cual se quedó su propia sangre que se juntaba con la recién herida de Zoro. Con su misma extremidad lo sostuvo en alto, estaba a punto de dejarlo caer con extremada fuerza, sino fuera porque unas palabras lo detuvieron.

-Zh! ha ha ha con que no conseguiría ni tocarte ¿eh Peller? Zh! Ha ha ha

-a donde rayos miras –dijo Rorona captando de nuevo la atención de su (en estos momentos) enemigo, pateo con fuerza el rostro humano de Peller logrando que este lo soltase de su agarre, y justo en lo que el golpe lo distraía alzo su arma para clavarla en el cuello de este.

Pero había que admitirlo, él quimera no es tan fácil de vencer y con técnicas improvisadas como esa, el chico no iba a ganar. Sujeto el filo del arma y se incorporó.

-eres bueno chico, pero necesitas más que eso para ganarme.

-si eso es lo que quieres –le dijo el peli-verde con arrogancia. Retiro su espada de la mano del de cola de serpiente, y en un solo movimiento rasgo su abdomen subiendo hasta su pecho causándole una larga cortada.

Él de aspecto monstruoso, no hizo más que retroceder, esto sin duda era algo que no se esperaba, tal vez si se equivocaba en cuanto a sus habilidades, pero la pelea aun no acaba.

El humano comenzó a jadear, tanto esfuerzo le agotaba y la presión que ejercía los ataques de la pelea en su cuerpo no le ayudaba en mucho, sin embargo intentaba que esto no le afectase tanto. Con ese último golpe pudo sentir que al fin pudo callarle la boca a aquella cosa


Él cola de serpiente se acercó de forma amenazante para el de cabellos verdes, golpeo el abdomen del de menor estatura, el cual escupió saliva combinada con unas cuantas gotas de sangre que mancharon sus ropas, el más alto clavo con fiereza su codo en la espalda del de ojos negros, haciéndolo caer al instante. Este en el piso tomo su espada, amenazando a Peller para que este no se acercara más, a pesar de la posición, podría decirse que Zoro habría ganado, pues con un impulso de su mano basta para clavar ese filoso objeto en la yugular y matarlo, pero el cola de serpiente es listo, y puso su mano en un costado de peli-verde, hay donde pasa otra de las venas más importantes que al igual que él, podría matarlo. Un claro empate.

-Zh! Ha ha ha ha… entonces que te parece Peller ¿aun crees que no podría cargarse a uno de los tuyos?

El quimera no aparto ni un momento su vista de los ojos negros del peli verde, que lo miraban con igual intensidad, había encontrado lo que buscaba, soltó una pequeña sonrisa y se apartó de encima de su (ahora) no enemigo. Zoro se levantó guardado sus tres espadas es su lugar, cuando paso su antebrazo por su frente para quitarse el sudor de ella, noto que en su brazo había sangre en él, -“mierda”-, ese quimera pudo hacerle daño, pero de una u otra forma no recuerda cómo es que uno de los golpe que recibió fuese tan duro como para abrirle la cabeza. Miro con firmeza a Peller, buscando de nuevo su mirada.

-Roronoa espero que no te arrepientas de haber aceptado esta misión, a partir de ahora tu vida y lealtad ya no le pertenecerá más a tu raza, ni a ti mismo.
- Eso ya lo sé…-

El rubio soltó una pequeña sonrisa ante la respuesta del moreno, aun sentía dolor en sus puños por el corte que las espadas del peli verde le habían hecho, si quería llevarlo a la mansión de la montaña tenía que curar sus heridas. Llevo su lengua de serpiente a sus manos usando su saliva. Sus heridas comenzaron a sanar con una rapidez increíble, después de unos segundos ya no había nada.

-¿cómo hiso eso?- pregunto Zoro que no había apartado su vista del quimera

-Te sorprendes tan fácilmente Roronoa? Esto que ves es una de cientos de habilidades que te puedes encontrar en una quimera, varía dependiendo de la espese a la que te enfrentes. No importa donde estés recuerda esperar lo que sea de estas bestias

-Roronoa debemos irnos el amanecer se acerca.

Zoro camino alejándose de su maestro llegando al lado de Peller.

-Zh ha ha ha ha Zoro no lo olvides…-

Ante las palabras del pelinegro asintió. Peller tomo los brazos del peli verde y de un impulso alzo el vuelo surcando el cielo estrellado de la noche

El pelinegro se quedó observando, hasta que de su vista desapareció por completa del quimera. -Se acerca el momento Zh! Ha ha ha ha ya lo verán malditos monstruos- camino a través del bosque, perdiéndose en su completa oscuridad

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La rapidez con la que lograba ir el pelirrojo con un simple aleteo de sus alas de murciélago era de admiración. Habían dejado a tras a la ciudad en pocos segundos y ahora ambos surcaban el cielo sobrevolando un denso bosque.

- Dígame Peller ¿cómo es exactamente el tratado de paz?

Zoro logro ver como soltaba una pequeña risita mostrando sus alargados colmillos, pareciese que su pregunta le causase gracia – Ya lo veras cuando llegamos- dijo la quimera mientras aceleraba más el vuelo. A la distancia se aproximaban cada vez más a una altas montañas, eran tan grandes que las nubes a su alrededor impedían ver la sima. Una vez en la base de la montaña el soldado quimérico no hiso más que hacendar, cada vez más alto internándose en una espesa neblina que lo segaba. Mientras subían poco a poco el aire se volvía más fino, dificultándosele respirar a medida que se elevaban sobre la colina, sin embargo a la quimera no le afectaba en absoluto.

-Agh!... cogh… cogh

Peller miro con el rabillo del ojo como el humano se asfixiaba por la falta de oxígeno, provocándole una imprescindible sonrisa. Sonrisa que Zoro noto -ah! Lo siento, olvide que los humanos son débiles en condiciones extremas – sabía perfectamente que sus palabras no eran más que una simple burla

-cogh! Mal…dito –

-Aguanta un poco más ya estamos cerca

Al tiempo de sus palabras, atravesaron la última nube que cubría la cima de la montaña permitiéndole sentir el amanecer cuando los primeros rayos de sol golpearon de lleno su moreno rostro. Sus ojos, al haberse acostumbrado a la luz, diviso una gran mansión de paredes rojas y tejados blancos, que con el toque del sol se volvieron dorados. Esta se encontraba en un pequeño valle sobre la montaña, dividiendo la sima a la mitad mientras que arboles de hojas blancas lo llenaban por completo. Mientras más se aproximaba a la muralla que delimitaba la entrada a tan exótico palacio, el aire comenzaba a volver a su ser, incluso se sentía más fresco y liviano que en la parte más baja de la montaña. Se acercaron hasta la plataforma de una gigantesca puerta, una vez que sus pies tocaron la entrada a la mansión fueron rodeados rápidamente por soldados tanto quiméricos como humanos

-IDENTIFIQUESE!- se escuchó una voz desde la parte más alta de la puerta una quimera con un peculiar rostro gatuno negro

-Capitán Rgther Peller, Primera división del ejército real, traigo con migo al guardia personal asignado por el rey humano y aprobado por nuestro líder- Ante la presencia del mitad serpiente todos los presentes bajaron su armas irguiéndose en señal de respeto. Dejaron el paso libre hasta la puerta principal que al instante sin necesidad de palaba se abrió ante ambos.

Al entrar fueron recibidos con una reverencia por un grupo de doncellas de aspecto humano –"quizás sean las sirvientas que cuidan la mansión"…- pensó Zoro. No estaba acostumbrado a tal gesto por parte de otras personas. Rápidamente llego hasta ellos un extraño “hombre”, si se le puede llamar así, con piernas de ganso que al igual que las doncellas realizo una reverencia al quedar frente a ellos, obviamente por su aspecto a de era él quien administraba y ejecutaba las reglas en la mansión.

-A-Amo Peller bienvenido, El asistente del rey Akagami Shanks lo está esperando sígame por favor…

Zoro siguió a la quimera mitad ganso hasta la entrada principal de la mansión sin embargo antes de cruzar el portón una criada humana se interpuso en su camino

-Usted debe ser el nuevo soldado ¿no es así?, por favor acompáñeme yo le mostrare su habitación.-

Siguió a la criada a través de la mansión, era un lugar enorme, seguramente se perdería muchas veces antes de saberse andar bien por tantos corredores. Después de pasar varias puertas caminaron por un corredor que daba paso a un precioso jardín adornado con muchas flores y un gran árbol blanco justo en el centro. La criada le explico que a la comida para los guardia y soldados se serbia en un salón, al cual se llegaba subiendo unas escaleras al fondo del pasillo principal. Al entrar en la que sería la habitación donde viviría a partir de ahora, no había más que lo necesario. Sobre una pequeña cama se encontraba su uniforme de soldado. Se miró al espejo que había en una esquina de la pequeña habitación y se dispuso a vestirse con sus nuevas ropas. El uniforme consistía de un pantalón ajustado negro y un chaleco de igual color, sus mangas y cuello que se decoraban con bordes dorados y a juego unas botas de cuero negro. Bajo el chaleco, el cual no se molestó en abotonar, traía puesta una camisa de color azul, no le parecía que el color se llevase con el de su cabello, pero no había más que resignarse.

-Es aquí amo Peller- El mitad ganso abrió una puerta dejando ver a un pelirrojo con tres cicatrices en su rostro sentado cómodamente en un sofá.

-ah! Pell-pell ¿Cómo has estado?

-Cuantas veces tengo que decirte que no me llames a si Shanks- Al entrar en la habitación y cerrar la puerta tomo asiento frente al moreno que lo esperaba

-Joooo! Pell-Pell no seas así yo que tanto quería verte- Dijo el pelirrojo mientras se sentaba sobre el regazo del reptil –No olvides que tuvimos nuestros buenos momentos.- Con su mano libre delineo con la punta de su dedo los pálidos labios de Peller

-(suspiro) Shanks ¿no tenías algo de qué hablarme?- sujeto la mano del moreno y lo alejo de el de un empujón

- Siempre eres tan frio Pell-Pell, aunque eso es lo que más me gusta de ti- El pelirrojo se sentó de nuevo en el sofá y como si nunca hubiese estado su sonrisa, esta desapareció dando lugar a una expresión sumamente seria

- Dragón ha comenzado a sospechar de una conspiración que busca nuevamente romper el tratado de paz… ¿y sabes quienes forman esta rebelión?

El cuerpo de del rubio se tensó. El también llevaba tiempo sospechando que unos cuantos rebeldes querían oponerse a la paz que el líder humano y el quimérico habían formado, pero que ahora también sospechara su rey solo agraviaba el asunto.

-Déjate de bromas y habla…-

-Fu fu fu tan impulsivo como siempre… el ejército quimérico real- soltó el pelirrojo en un susurro

- ¡¡¿QUE HAS DICHO?!!

- Y eso no es todo querido, también se sospecha que quieren aliar fuerzas con algunos humanos… ¿puedes creerlo? Se niegan a vivir juntos, pero se unen para crear una guerra y volver a luchar entre ellos mismos fu fu fu fu… eso carece de completo sentido. – Shanks se puso de pie y camino hasta la puerta. -En fin Dragón quiere que vuelvas hoy mismo, necesita que controles a tu tropa, supongo que no quiere más rebeliones entre los soldados- con esas últimas palabras salió de la habitación, dejando al quimera rubio solo, ahogándose con sus nuevos pensamientos.

Mientras el pelirrojo caminaba por los pasillos del piso superior, noto como un muchacho de peculiar cabello verde miraba por todos lados de forma atontada, al parecer se había perdido en cuanto salió de su habitación. Recargo sus brazos sobre el barandal mientras su cabeza descansaba sobre sus manos, observo curiosamente por un rato como el muchacho moreno caminaba por todos lados pero siempre regresaba al mismo punto de donde había partido, ¿Cómo es eso posible? Llamo su atención cuando el peli verde se encaminaba hacia el jardín que se encontraba dentro de la mansión, acto que le hiso soltar una pequeña sonrisa – A sí que él será tu nuevo guardia personal… oh! Las cosas prometen ponerse interesantes, ¿no… Luffy? – sin más continuo por su camino, sin borrar aquella satisfactoria sonrisa de su rostro.

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continuara...

Notas finales:

jtugtrnlrftrh!!! Bueno espero que les haya gustado y que haya balido la espera ^///^ no olviden dejar sus comentarios me encanta responderlos y hablar con mis lectores XD
Nos leamos pronto (eso espero) Matta-nee!! 


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