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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo. Quiero contestar a sus dudas. 

Este fic sí tendrá embarazo, pero ya se sorprenderán y será algo que creo jamás han leído en la historia de los embarazos jajajajaa, pero eso será después. Bueno, en unos capítulos más. 

MMM, leí un comentario donde me publicaban una foto de un pelirrojo para preguntarme si así me imaginaba a Nicolás y mi respuesta es NO.

Hace unas horas encontré fotos de un tipo que cada vez que lo veo se me figura a Nicolás. ¿Me matarán si les digo que me lo encontré en el metro y después  encontré su fb? xDDDD Bueno, cabe señalar que por culpa de ese tipo casi me caigo de las escaleras del metro, porque la verdad recordé a mi Nicolás y sentí bien BONITO... 

En la descripción de abajo les dejaré las fotos para que me digan si ustedes se lo imaginan así o no, porque yo la verdad sí me lo imagino así :3 

Ya le pasé las fotos a otras lectoras y ELLAS TAMBIÉN SE IMAGINARON A NICOLÁS COMO EN LAS FOTOS DEL TIPO QUE ME HIZO TROPEZAR EN LAS ESCALERAS JAJAJAJAA Por cierto, eso fue hace 3 meses n_n y me hice una torcedura de segundo grado. 

Capítulo 30

“Falta de comunicación”

El salón de clases estaba llenándose, la maestra pasaría lista en pocos segundos. Nicolás levantó la vista, situándola en la pizarra. En el pizarrón estaban anotadas las instrucciones para contestar las pruebas, incluso narraba los intervalos de tiempo en el que se contestaría cada bloque de matemáticas. El pelirrojo leyó el listado que era la entrada para pasar segundas oportunidades, tratando de calmar así el bochorno y los altísimos latidos de su corazón. Sin poderlo evitar más, volvió su mirada hasta la notita que seguía extendida entre sus dedos. Leyó una vez más lo que Oliver le había escrito, sintiéndose más relajado y entusiasmado.

Por más que quisiera enojarse para siempre con su esposo, no podía. ¿Cómo había llegado ese lapicero a su mochila? No sabía, pero no tenía mucha ciencia imaginarse el recorrido que hizo Oliver para situarlo ahí. Era lógico que tuvo que haberlo buscado muy temprano y que al encontrarlo dormido en la habitación para invitados, agregó el objeto entre sus útiles escolares, pero ¿Lo había visto dormido? ¿Le acarició la cara? ¿Lo besó para desearle un buen día? En el fondo Nicolás deseaba saber la respuesta de esas 3 preguntas, que bien, al parecer poseían lo que él deseaba escuchar.

—¿Acordeones, Nicolás? —La maestra que aplicaba la prueba ese día le preguntó al pelirrojo poco después de cacharlo leer ese papelito una y otra vez. Todos en la escuela conocían al pelirrojo y ya sabían que era muy grosero y mediocre, o al menos eso era antes de que se casara. Aturdida, la mujer se acercó hasta el pequeño, se inclinó para verlo a los ojos y al verlo sonriente, le arrebató el papel.

La fémina lo leyó una y otra vez, buscando una buena explicación para lo que estaba leyendo. Algo no cuadraba y era el hecho de que Nicolás estuviera recibiendo notas románticas con una firma masculina. ¿Nicolás era gay?

—A mi esposo no le gusta que las personas sean metiches, maestra —espetó el crío, sonriendo de lado con mucha rabia.

Quería su  nota de vuelta, pero ella no se la entregaba y eso estaba comenzando a cabrearlo.

—No se la daré, Nicolás —dijo la odiosa mujer. Levantó la nota y comenzó a romperla frente a Nicolás.

El pequeño se levantó inmediatamente de su asiento, arrebatándole al mismo tiempo los trocitos de la nota. Observó que tenía remedio reconstruirla y se enfocó en ver a la profesora.

—Cuando mi esposo se entere de este daño, es seguro que se quede sin empleo y que ya no trabaje más —gritó el pecoso, sentándose de nuevo en su sitio. No le convenía pelear ahí mismo, porque si lo hacía, entonces lo sacarían del aula y perdería la oportunidad de presentar el examen. El chiquillo estaba seguro que si le decía  Oliver sobre lo sucedido, éste lo apoyaría porque sencillamente no le gustaba que jugaran con los detalles que ofrecía.

—Que usted sea mariquita no significa que tenga esposo, así que ahórrese las mentiras.

Ante esa declaración, el adolescente se burló. Observó de nuevo la nota destruida y se guardó los pedazos para después pegarla y que se viera como nueva.

Después del enfrentamiento y los insultos, Nicolás dejó en su banco lo necesario, añadiendo el lapicero que su esposo le había regalado. Cuando la maestra dio la orden de comenzar, él lo hizo. Sin apartar la vista de su prueba, lo comenzó a contestar. Para su buena suerte se sabía el proceso, tanto que hasta sonreía mientras respondía. Nunca antes se había sentido tan feliz al contestar un examen, sólo hoy. Se había esforzado mucho y  estaba comenzando a sentirse orgulloso de todo su esfuerzo,  que por cierto, ya estaba empezando a traer frutos.

La maestra observó desde su asiento, dándose cuenta que Noah estaba sin copiarse. Se le hizo muy impresionante; Nicolás nunca estudiaba ni le echaba ganas a la escuela, sin embargo ahora sí lo hacía. Pese a lo que estaba viendo, la maestra igual   no dudó en desconfiar de él. Nicolás era un mediocre y era increíble que trabajara y pusiera atención, por lo que el actual esfuerzo de Nicolás la hizo sospechar todavía más.

Al terminar el examen, Nicolás se recargó en el banco. Estaba exhausto y según él, había contestado bien los reactivos. Sólo faltaba esperar a que los resultados aparecieran y eso pasaría en algunas horas más.

—Puede saber sus resultados en dos horas más —musitó la maestra, poco después de recoger su examen.

Inmediatamente Nicolás guardó sus cosas y se fue hasta el salón de a lado para presentar literatura. En el cual, justo como en la prueba anterior, se supo absolutamente todo. Si Olivia no le hubiera explicado lo que no entendía, entonces ahora no estuviera tan feliz. El enano se sentía orgulloso de sí mismo. Se lo sabía todo, inclusive más de lo necesario.  

***

Después de tres horas, Nicolás pudo ir por sus resultados. Se presentó en el escritorio de la maestra que antes le rompió la nota y lo insultó diciéndole “mariquita”

—Tenemos que hacer un examen oral ¿Sabe usted que obtuvo un 100 en su prueba y que es lógico que desconfíe de usted?  —arremetió, mirándolo más profundamente.

Nicolás abrió los ojos como platos, impresionado. ¿Había sacado 100? Eso era genial, no obstante la fémina estaba colmándole la paciencia y eso no era nada bueno.

—Presenté el examen por escrito, no es justo que desconfíe y me haga una prueba más, eso no está en el listado de reglas —atacó el adolescente, esperando una respuesta inmediata por parte de ahora su enemiga.

No era bueno odiar a las maestras y menos a las que ponían las pruebas de segundas oportunidades, pero Nico no podía dejar de odiarla. Ella había roto su nota y eso no tenía su perdón ni el de Oliver.

—Son mis reglas, Nicolás —masculló la cruel mujer. Levantó el examen de Nicolás, mostrándole el 100—. ¿O usted mismo desconfía de su capacidad para poder responderme oralmente la serie de preguntas que le tengo?

—¡Pregúnteme! —Animó el pecoso—. ¡No me he copiado! Estudié mucho para poder obtener esa nota alta y bien, entonces le demostraré que puedo contestar a sus preguntas oralmente —arguyó el chiquillo, cruzándose de brazos.

La mujer se cruzó de brazos también, imponiendo autoridad. Observó al crío, inspeccionando sus gestos y comenzó. Le preguntó la fórmula general y su proceso, ejemplos de variables y le pidió que explicara detalladamente el proceso que se tenía que hacer para cambiar de positivo a negativo y de negativo a positivo en los signos, así como también despejar una ecuación igualada a 0.

Nicolás no titubeó al contestar, inclusive usó el pizarrón para explicar los procedimientos y escribir las fórmulas, dejando más que anonadada a la maestra. Al terminar, la profesora subió su resultado por internet y lo felicitó.

—¿No se disculpará por haber roto mi nota? Usted me la rompió y ¿sabe cuán importante es para mí? Mi marido muy pocas veces me regala cosas cursis y usted lo echó a perder. —Levantó las manos, horrorizado.

—¿De verdad tiene esposo, Nicolás?  

Noah asentó con la cabeza lentamente.

—Sí y nosotros nunca le perdonaremos lo que acaba de cometer. Si Oliver se entera que usted ha roto la nota que escribió esta mañana, entonces no saldrá viva de esta; a él no le gusta que tomen a juego sus sentimientos

—Yo no estaba enterada —se justificó la mujer.

—Pero eso no es todo ¡Me ha dicho mariquita!  —añadió el ojiazul.

Su acompañante se encogió de hombros, pensativa. Sí, la había regado con Nicolás y ahora no sabía cómo disculparse.

—Yo no sabía sobre su estado civil, así que le pido disculpas por los insultos y por romper su nota. Pensé que era una broma ¿Sabe usted que está comportándose muy extraño? Bueno, eso es nuevo para mí, es por eso que desconfié de usted. Sin embargo ahora se ha superado a sí mismo y me siento orgullosa, Nicolás. Felicitaciones y discúlpeme.

—De acuerdo, se lo perdonaré sólo por esta vez. Buena tarde y hasta luego. —Alzó su mano para despedirse, apretando fuerte la palma de la mujer. Después de eso Nicolás se fue por sus resultados de literatura.

Para su suerte, los resultados de literatura estaban pegados en el muro estudiantil. Nico cerró los ojos y poco después comenzó a buscar su nombre.

Trimmer Valois Noah Nicolás  100

Leyó su nombre más de diez veces, emocionado. Esas eran las primeras veces que sacaba cien, o mejor dicho, las únicas. En realidad había trabajado mucho para ganarse la nota alta, y era verdad lo que Oliver le dijo aquel día. Era verdad que se sentiría muy orgulloso cuando viera los resultados de su esfuerzo.

 

***

—¿Estás de coña? ¡Felicitaciones!  —Tomás lo abrazó con fuerza nanosegundos después de enterarse que su amigo había sacado dos cienes el día de hoy. 

Después de todo, Nico no pudo controlar las ganas de contarle a su mejor amigo los logros que había alcanzado el día de hoy, fue por eso que corrió lo antes posible para encontrarse con él.

—Se siente muy bien esto, ya no volveré a dejar colgadas las materias. La verdad es que estaban muy fáciles los temas y estoy seguro que el otro semestre pasaré las materias en primera —añadió, brincando en alto como si el piso fuera un trampolín.

Tomás se echó a reír.

—¿Oliver lo sabe?  —interrogó, acomodándole el flequillo al pelirrojo.

—No y no quiero decirle, aunque oww —murmuró, tocándose el pecho—. Oliver me regaló un lapicero y me escribió una nota muy romántica, pero la maestra que me aplicó la prueba la rompió, claro después se disculpó. Cuando llegue a casa pegaré los trozos y la guardaré en mi cartera para recordar siempre ese suceso.

—¡Eres un bruto, Nicolás! Pero me alegro mucho ¿Entonces van a tener reconciliación?

Los ojos azules del minino brillaron, pero luego se apagaron de golpe. No estaba seguro de tener una reconciliación ¿La tendría? Eso estaría por verse.

—No lo creo, además tiene que sufrir, Tomás. Esto no puede ser tan fácil para él porque todavía estoy castigado y de seguro no querrá tocarme —comentó, auto abrazándose y lamentándose al mismo tiempo.

 

***

Ana abrazó a su tío Nicolás para felicitarlo, dejando a Olivia haciendo fila. Eran las 4pm y Oliver todavía no llegaba, pero Ana horas antes en conjunto con su madre había comprado lo necesario para hacer un pastel. De una u otra manera tenían que felicitar a Nicolás, porque ellas ya sabían los resultados. Era obvio que Nicolás pasaría, dado que había estudiado demasiado. Pero el mocoso no cantaría victoria tan rápido; después de todo faltaban dos materias por presentar: física e  historia. Odiaba historia, pero se conformaba con un 8 para pasarla.  ¿Y qué decir de física? También la odiaba, aunque de igual manera ya había estudiado y no hacía falta repasar mucho esa noche.

A pasos rápidos fue hasta su habitación, buscó contac y sacó todos los pedazos de la nota que Yael le había dado. Los pegó con cuidado, asegurándose de que toda la mini nota quedara bien reconstruida. Sonrió y se la guardó para que nadie volviera a romperla. Después se aseguraría de mandarla a enmicar para poderla cuidar del agua y el calor.

Esa tarde Nico aprovechó el tiempo libre para relajarse, se puso su pegado traje de baño y se metió a la alberca, asegurándose de que no hiciera sol. Ese mes era de lluvia y le encantaba, amaba que lloviera demasiado, puesto que dormía muy bien cuando hacía frío. Por la noche había caído la tormenta y gracias a eso, pudo dormir, ya que recordaba que no se había llevado a Dominik.

Nadó un poco más para después salirse y repasar un poco lo que presentaría mañana, quedándose semi dormido en las camas playeras que ahí había. Poco después volvió a sus sentidos y pudo notar que ya estaba oscuro. Revisó la hora en su celular y detectó que eran las 8pm. Dio un salto, agarró sus cosas y se fue hasta la casa. Fue hasta el comedor y se encontró con todos ahí, pensó mucho en ir a sentarse a cenar, pero después decidió ir vistiendo poca ropa.

¿No era nada de malo o sí? Al fin y al cabo todos eran familia y sería demasiado estúpido si se cambiaba para cenar, siendo que después de cenar se metería  a bañar y luego a dormir.

Durante la cena nadie tocó el tema del esfuerzo de Noah, y éste tampoco quería que Oliver lo supiera aún. Nico no sabía por qué, pero le daba mucha vergüenza.

—¿Entonces mañanas terminas de presentar? —Olivia le preguntó, comenzando una corta conversación.

—Mm —dijo que sí. Se comió  un pedazo de carne, se lo pasó con rapidez y luego prosiguió —, mañana presento historia y física ¿Sabes algo sobre esas materias?

—No recuerdo mucho. —Se  negó —, pero sé que te irá bien. Deberíamos partir el pastel que Ana hizo para ti ¿Quieres que lo traiga?

—Sí  —Movió la cabeza, gustoso—. Muchas gracias Ana, eres muy linda. —Acarició la cabeza de la pequeña Batsheva, asegurándose de agradecerle correctamente.

—Esto es poco para lo que mi tío Nicolás se merece —murmuró la enana, cerrando los ojos como  Requetemiau lo hacía cuando le amansaban la cabeza.

—¿Cómo te fue en los exámenes? —Oliver por fin le habló, preguntándole lo más importante del día.

Ana se puso roja de pies a cabeza, luego se fue corriendo a la cocina para ayudar a su mamá para traer el pastel y por qué no, también para retenerla un rato más y así dejar a los casados solos y hablando. Nicolás debió haberlo supuesto antes, Oliver le preguntaría cosas en cualquier instante y lo peor de todo era que no había estudiado sus líneas para poder mantener una conversación con él.

 No supo que decir, pero sólo fue impulsivo y alcanzó a decir una palabra.

—Bien —contestó el otro.

Nicolás se encogió de hombros ¿Era su imaginación o había tartamudeado? Si en realidad lo había hecho, entonces se partiría de la vergüenza.

—¿Ya estás menos enojado?  —articuló el más alto, bebiendo al mismo tiempo jugo de naranja.

—Soy el que debe preguntar eso ¿Ya estás menos enojado, Oliver?  —sin esperar tiempo, Nico le respondió con una pregunta y a la defensiva.

El pecho de Nicolás comenzó a agitarse al ver que su marido había fruncido el entrecejo. No era buena idea pelear en la mesa, pero ¿estaban comenzando una pelea? Noah no lo miraba así…

—Tú fuiste el que me mandó a la mierda —contraatacó el ojigris, dejando a un lado su cena para prestarle toda la atención del mundo al enano.

—Bien, te mandé a la puta mierda y lo recuerdo con exactitud, pero el que estaba enojado desde un principio fuiste tú, lo noté cuando contestaste el teléfono —espetó, poniéndose inmediatamente de pie y yendo hasta su marido. Le temblaban las piernas, pero quería sentirlo cerca.

—Eso no es correcto, el primer enojado fuiste tú cuando estaba enseñándote matemáticas antes de marcharme al trabajo. Discutiste conmigo y luego a las pocas horas me llamaste hablándome sobre el gato —lo corrigió el otro, situándose frente a él.

Ahora los dos estaban de pie y tal cosa no pintaba nada bien.

—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Tienes que revolver los problemas que tenemos con la salud del gatito? —Nicolás golpeó el pecho de Oliver con su dedo índice, acusándolo.

—No y lo siento por eso. Ese día estaba bastante frustrado, de hecho fue uno de los peores días de mi vida; había trabajo en exceso, nos cancelaron un contrato y luego llamas tú y me hablas del gato ¿Cómo querías que respondiera? —terció irritado.

No se entendían y eso molestaba a ambos.

—Si tienes demasiados problemas con el trabajo no deberías desquitarte conmigo. Es como si yo me desquitara contigo por cosas de la escuela —insistió el mocoso,  haciendo revotar todavía su dedo en el pecho del mayor.

Oliver le agarró la mano, deteniendo la acusación y apretándola con fuerzas. Había pasado mucho tiempo que no tocaba la mano de Nico y seguía sintiéndose igual de cálido.

—Y lo haces —volvió a corregir el pelinegro, acercándose más al cuerpo del crío.

—Ahí vamos otra vez —negándose con la cabeza, se quejó Nicolás.

—Lo sabes también, Nicolás. Sólo quiero que recuerdes por qué peleamos ese día  —Esperó por unos segundos para poder continuar—. ¿Lo recuerdas ya? Discutimos porque estabas bajo presión por estudiar lo suficiente para pasar tus materias

—Discutí contigo porque quería follar y tú no me querías tocar. Es algo tan fácil de comprender ¿Quieres que me sienta peor al recordarlo?  —gritó el enano, parándose de puntas para acercarse más al rostro de su marido.

—Y ¿por qué querías follar?  —sin gritarle, Oliver le preguntó, haciéndolo recapacitar. No quería pelear y necesitaba controlarse. Si Nicolás perdía el control, él no lo haría.

—Bien, Oliver. Tú ganas, peleamos porque me sentía muy ansioso por mis exámenes y quería apagar mis nervios con sexo, pero no podía hacer eso porque estoy castigado ¿Contento? —Se mofó, insatisfecho y avergonzado.

—Es porque nunca aceptas la realidad de las cosas —Oliver le sujetó los hombros para tranquilizarlo.

—¡Sí! ¡Mierda, Oliver, tú siempre tienes la razón! —Echándose para atrás, respondió. Se alejó dos pasos de su esposo al que ahora miraba como enemigo y se encogió de hombros, tratando de calmar sus lágrimas.

—Parece que así es —dijo sin pensarlo. Era cierto ¿para qué mentía? Oliver siempre tenía razón en la mayoría de las situaciones y esta no era la excepción. Nicolás había estado muy ansioso y por su culpa era que habían comenzado a pelear, pero Oliver también aceptaba que  igual él tenía algo de culpa, mejor dicho, Oliver tenía la mitad de la culpa.

—¡Ni siquiera me has felicitado, joder! Parece que te vale una maldita mierda! No sabes todo lo que he pasado hoy como para…

Oliver lo interrumpió, acercándose un poco más a su flacucho cuerpo.

—No grites —le rogó, buscando abrazarlo con fuerzas, pero el chiquillo se alejó todavía más.

—¿Y por qué no puedo hacerlo? ¡No sabes cómo me siento! ¡No me entiendes, Oliver!  —volvió a gritar, pero esta vez utilizando todo su aliento. Una horrible sensación de ardor se le subió hasta la garganta, haciéndolo sentir asqueado. Quería llorar y tirarse en la cama para morder una almohada, pero no podía. Oliver lo estaba acorralando y no quería salir corriendo como un maricón.

—Tú tampoco sabes cómo me siento, que no se te olvide que dijiste que me odiabas, ayer no dormiste conmigo —le comentó, defendiendo sus sentimientos.

—Y ¿Por qué no debo hacerlo? ¡Ni siquiera me tocas, Oliver! —se lo recordó con gritos más escandalosos. Los gritos raspaban su garganta sin consideración, haciéndolo atragantarse con todo el coraje que cargaba.

—¡Deja de gritar y vamos a hablar! —esta vez Yael fue el que gritó. Nicolás estaba desesperándolo y su paciencia estaba terminada.

—¡No quiero hablar, porque siempre salimos peleando como animales! —volvió a alzar la voz, agarrándose al mismo tiempo la cintura. Se sentía débil y no era para menos, se le estaba bajando la presión y no quería enfermarse.

—Tú eres el que siempre levanta la voz, siempre me gritas como si no escuchara —le espetó con un tono de voz más feroz. Nicolás dio un paso hacia atrás, gimiendo de dolor.

—Tú también me gritas —susurró el pequeño pelirrojo. Se agarró el cuello con la mano derecha y comenzó a respirar entrecortado.

La pelea se detuvo por unos segundos, logrando que Olivia se entrometiera para poder calmarlos a los dos.

—Bollito de esperma, creo que tienen que dejar de gritar porque no es bueno que…

—¡Porque eres igual, Nicolás! No escuchas y comienzas a gritar como un loco, es por eso que siempre discutimos y no nos entendemos —prosiguió Oliver, gritándole y acercándose cada vez más a él.

—¡Entonces vamos a separarnos! —expuso con un último grito el menor.

Ante la propuesta Oliver se encogió de hombros. Abrió la boca, pero se forzó mucho para hablar.

—Siempre sacas ese tema, deja de sacarlo —le pidió con un tono más liviano de voz. Se acercó al enano, sin embargo éste retrocedió los pasos que Oliver avanzó.

—¿Por qué debería? No nos entendemos y además no puedo darte hijos —alcanzó a exponerle. Se alzó de hombros, inquieto, calmando  las enormes ganas que tenía de llorar.

—Te dije que ya no vieras ese estúpido programa — murmuró Oliver ya sin fuerzas.

—Los dos estamos fallando. Vamos a terminarlo ¿sí? —más tranquilo, Nicolás le rogó sin siquiera desear terminar la relación.

El cuerpo entero de Oliver se paralizó. ¿De qué estaba hablando Noah? ¿Terminarlo?

—¿A qué te refieres?

Las pupilas de Nicolás se dilataron, haciéndolo verse acabado. El chiquillo no quería discutir más, no quería seguir sintiendo ese horroroso ardor en la garganta, así como tampoco quería que ambos sufrieran. No era que deseara separarse de su esposo, pero la situación lo había llevado a decir aquello.

—Yo por  mi lado y tú por el tuyo  —dijo, asegurándose de dejarlo en claro. Luego avanzó para pasarlo de largo e ir directo a darse una ducha, pero la voz de Oliver lo detuvo.

—Si eso es lo que en verdad quieres, en todo caso no hay forma de que sigamos juntos. Te lo repetiré  sólo una vez: Si ya no me quieres, entonces estoy dispuesto a  dejarte  libre —le propuso aferrándose a la realidad.

Nicolás se volvió hasta él, lo observó con esmero, luego  comenzó a hablar.

—¿De verdad me amas?  —Sintiéndose inseguro, le preguntó

Yael paseó sus poderosos ojos grises por los labios de Nicolás, hasta poder pronunciar palabra.

—¿Tú realmente me amas, Nicolás?

Una sonrisa dolida se dibujó en los labios del adolescente, luego asentó, respondiendo:

—Sí, sí lo hago.

Ambos se miraron a los ojos, tratando de buscar más palabras, pero ninguno dijo algo. Oliver lo dejó ir. Nico subió las escaleras lo más rápido que pudo. Al  llegar al baño se encerró y no salió hasta estar bien duchado y más relajado.

 

***

La lluvia de nuevo apareció esa noche, tal y como en la pasada. Nicolás se recostó  en la cama después de tomar su ducha nocturna. Eran las 11pm y el pequeño no podía dormir. Aunque la lluvia estuviera presente y el frío también, simplemente no podía descansar. Le hacía falta Oliver.

¿Cómo era que habían llegado a ese grado? ¿Por qué en momentos como estos? Nicolás se sentía culpable y ¿por qué no? Si él tenía e 50% de culpabilidad. Los dos tenían culpa en proporción, y lo sabían, pero su problema era que siempre cuando hablaban, discutían y eso ciertamente no llevaba a nada bueno. Los nervios de Noah estaban a flor de piel y en estos momentos más, por lo que discutía con más frecuencia con su esposo.

¿Quién era el mejor en la relación? No había respuesta; los dos eran unos malditos gilipollas. Nicolás podía jurar que si él fuera mujer entonces Oliver no le gritaría como lo hacía, sin embargo todo estaba en su contra, porque era hombre y Oliver lo trataba sin delicadeza a la hora de los problemas. Pero pese a sus diferencias, Nicolás sentía que siempre existiría la reconciliación. Su sexto sentido se lo decía, esa noche Oliver haría hasta lo imposible por salvar la relación y no se equivocó al imaginarlo.

En esos momentos de soledad, escuchó que alguien estaba abriendo con llave la puerta de la habitación de invitados –donde Nico estaba descansando y que previamente había cerrado para que nadie entrara.  El olor de la colonia pertenecía  a Oliver. Sintió la cama hundirse y las cobijas abrir paso a otro cuerpo. Oliver se recostó a un lado de Nicolás, viendo que éste estaba de lado y que por ahora estaba dándole la espalda. El mayor levantó su brazo izquierdo y abrazó al chiquillo, acobijándolo todavía más.

Yael no pretendía hablar, pero al descubrir que Noah estaba despierto, decidió hacerlo, susurrando en su oído lo que en el comedor no pudo decirle:

—Yo también te amo. Sé que siempre peleamos, pero no te quiero perder. Nicolás, sé que soy una persona dura, pero cada vez que me imagino sin ti, vengo hacía ti y trato de solucionar los problemas.

Apretó con más fuerzas el cuerpo de su esposo, esperando una respuesta. Pero no obtuvo ninguna inmediatamente, lo único que hizo fue hacer llorar a Nicolás. Odiaba verlo llorar, pero en estas semanas había estado tan sensible y presionado, que ya estaba acostumbrándose.

—Yo no me quiero separar de ti —terció el enano, llorando con más intensidad. Se secó las lágrimas con las manos y se dio la vuelta para ver a su esposo. Necesitaba tenerlo cerca; él sabía que ambos tenían culpa y que debían tener más comunicación para que su relación funcionara.

—Entonces no lo hagamos —Acariciándole el rostro, Yael le propuso.

Nicolás se burló.

—¡Pero no me has felicitado! —le gritó, haciendo un puchero, gesto que Oliver amaba.

—Felicitaciones, pequeño.

Noah lo abrazó con fuerzas, hundiendo al mismo tiempo su pequeña nariz en el cuello de su esposo.

—Vi tu lapicero, gracias por eso ¿Puedes decirme “mi amor”?  —susurró en su oído para luego separarse de inmediato y verlo a los ojos.

¿Siempre era así de fácil la reconciliación? Oliver no lo comprendía, pero le gustaba.

—Mi amor —musitó con los ojos puestos en el bien parecido rostro de Nico.

El minino se puso rojo, luego sonrió con grandeza; le había costado llegar hasta ese punto romántico, y no debía desaprovecharlo.

—No, pero compleméntalo con “te amo” —le pidió, levantando su pequeña mano para acariciarle las mejillas.

—Te amo, mi amor —logró decir el pelinegro.

—Ahora dame un beso —le ordenó con un roque gracioso y limpio.

Oliver sonrió de lado, contento.

—¿Estás zorreando conmigo? —Adujo con una ceja alzada.

—Sí —dijo, asentando con la cabeza. Oliver bajó hasta sus labios y los selló con un beso corto —. Ahora otro porque no me felicitaste a tiempo —musitó, atrayendo a Oliver hasta sus labios—, y otro por gritarme…

 

Los besos continuaron, dejando los labios de Nico hinchados y rojos. Siempre parecía ser lo mismo para ellos; peleaban y poco después se reconciliaban, pero ¿siempre sería así? Ninguno de los dos sabía, ellos tendrían que descubrirlo con el paso del tiempo, aunque a decir verdad no parecían cansados de su dramática relación.

En uno de tantos besos, Noah se quedó dormido, ronroneando entre los labios de Oliver. El pelinegro lo acomodó en la cama, acarició su frente y lo cubrió con la cobija para que no tuviera frío. Ya lo suficiente cansado de ver a su pequeño y terco marido, Oliver observó la hora. Eran las 12am en punto, a lo que susurró:

—Feliz primer mes de casados, mi amor.

Esa noche Oliver se durmió deseando que a Nicolás no se le olvidara esa fecha tan importante en la mañana. 

Notas finales:

Owww estamos avanzando bien. 

Ahora sí :p Aquí les dejo las fotos. Cabe señalar que he visto a este tipo en persona... y que casi me caigo en el metro por verlo xD

Está muy mono...

http://www.casimages.es/i/14031201334292324.jpg.html

http://www.casimages.es/i/140312013453742918.jpg.html

http://www.casimages.es/i/140312013611164162.jpg.html

http://www.casimages.es/i/140312013843560413.jpg.html

 

Y lo más LOL es que creo que ya le dimos vida a Requetemiau!! xDDDDD 

Espero me dejen sus comentarios para así poder avanzar más y más. Muchas gracias por todo n_n


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