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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

A leer...

 

Capítulo 36

“La fiesta de Tomás”

El reloj marcaba las 7 de la noche y eso significaba que estaban al filo para llegar a tiempo a la fiesta de Tomás. Después del tema del baile, y el plan que tenían para esa misma noche, Oliver convenció a Nicolás para ir vestido igual que en la reunión de su amigo. Yael estaba seguro que Nicolás se tardaría horas en encontrar ropa para la fiesta de Tomás, y no sólo eso, él también tardaría en encontrarse algo apropiado para fiesta de adolescentes…

No pasaron muchos minutos para llegar hasta la casa del rubio. Inclusive cuando Oliver estacionó la camioneta pudo ver que Tomás estaba bailando sin camiseta en la calle, justo enfrente de su casa. Los ojos grises del empresario se hicieron oscuros al notar que de una reunión pasarían a una verdadera fiesta. Una fiesta adolescente. 

—¿Es Tomás, cierto? —Sabiendo que sí era, preguntó.

Nicolás asentó con la cabeza, bajándose rápidamente para ir a abrazar a su amigo. Para su suerte, Tomás ya estaba algo entrado y relajado. Justo llevaba la décima cerveza corona y pronto acabaría con la caja, ya que eran sus favoritas.  

Después de dos segundos Nicolás ya estaba abrazando y felicitando a Tomás como si fuera lo más importante del universo. Chocaron sus torsos y sus pechos como machos con pelo en pecho. Hicieron su saludo con las manos y se removieron el cabello, terminando de ese modo su saludo.

Oliver bajó del auto poco después. Se dirigió hasta los dos pillos, se puso frente a Tomás y sin consideración Nicolás lo empujó para que felicitara bien a su mejor amigo. Yael no tuvo más remedio que abrazarlo y apretarlo con fuerzas, tal y como Nico le decía. No lo estaba felicitando por obligación, de hecho ya tenía pensado abrazarlo en esa noche, pero todo fue tan rápido que lo único que Oliver pudo notar fue que Tomás olía a fiesta sin control. El aroma que yacía parecía ser de alcohol con colonia fresca. No olía a sudor, pero sí a mucho descontrol.

Esa fue la primera vez que Oliver veía a ese rubio así. Desde que lo conoció siempre lo percibió como una oveja sensible y llena de ideas buenas, inclusive llegó a pensar que el tal Tomás era el ángel de Nicolás, mientras que éste era el diablo. Pero ahora todo cambiaba. Esa noche Tomás parecía ser el diablo y Nicolás el ángel que demandaba pureza. Bueno, eso dependía de si a Nico se le salía lo malote esa noche o no…

—Vienes muy fuerte, hombre. —Tomás golpeó el hombro de Oliver para felicitarlo.

Era evidente que Tomás estaba un poco ebrio.

—Y tú muy…. Feliz —contestó el mayor, situando a Nicolás frente a él y llevando sus enormes manos para acariciarle el cabello —. Feliz cumpleaños —añadió.

—Gracias por venir, pasen, pasen. Tenemos mucha cerveza, cigarrillos, una rockola y mucha comida. Mi madre ha preparado mucha pizza y pasta. Ella no está porque le pedí que esto fuera algo privado, pero ella me adelantó mi festejo familiar y ahora es nuestra oportunidad —susurró lo último, diciéndoselo a Nicolás, como si fuese algo muy privado. El rubio sacó de su bolsillo una caja de cigarrillos mentolados y se la ofreció el ojiazul.

Nicolás las tomó sin rechistar, olvidándose por un segundo que estaba Oliver detrás suyo y abrazándolo. Al agarrarlas, trató de sacar uno, pero su esposo se lo impidió, apartándole la caja. No era de fumar y Nicolás debía saberlo. A Oliver no le agradaba que fumara y que consumiera alcohol y ese era el mejor momento para impedírselo.

—Es sólo uno —protestó Tomás, arrebatándole la cajetilla al más alto.

Nicolás gruñó. Era una fiesta y su esposo tenía que entenderlo. En una fiesta siempre hacía ese tipo de cosas y no podía soportar que esa noche todo fuera diferente,

—Nicolás no puede fumar ni beber —le avisó, abrazando con más fuerza al pequeño.

Tomás chasqueó la lengua, fue hasta Oliver y lo obligó a ir hasta un rincón. Sonrió socarrón, ocultando su 50 por cierto de ebriedad. Luego dijo quedito:

—Vamos, Olivercito. Todos seamos felices; es mi cumpleaños y quiero que todos lo disfruten. Deja al pecoso divertirse, es sólo por esta noche —adujó con un poco de mareo en su voz.

Los grisáceos ojos de Oliver rodaron para observar a su esposo. Quizá Tomás tenía razón… además se notaría demasiado si Nicolás no disfrutaba la fiesta. Eso no era justo para él ni para nadie.

—¿Puedes formar un cuatro con tu cuerpo? —Preguntó —.Si puedes hacer un cuatro con tu cuerpo, entonces Nicolás podrá beber y fumar en poca cantidad.

—Por supuesto que puedo. —Brincó el chico rubio. Dejó la cajetilla de cigarros en el suelo, cuidando que ésta no se le fuera a caer ni a perder y comenzó a estirarse, calentándose con mucho entusiasmo —. Aquí vamos.

Y comenzó a saltar para agarrar más confianza con su propio cuerpo. Dijo el número uno en alto, luego el dos, seguido el tres, y cuando estuvo a punto de hacer el cuatro, un grupito de desconocidos llegó a su fiesta. Al parecer no tenían invitación, pero el chisme de su fiesta al parecer se había corrido por toda su colonia y era muy normal recibir a desconocidos, a menos que le dieran mala espina.

Rubiecito, llegamos a tiempo ¿No? —El más alto de ese grupito de cuatro fue el que habló.

—¿Les parece? —Tomás se rascó la barbilla, en total desconfianza. Luego recordó que eran sus vecinos de la siguiente cuadra y que una vez le devolvieron la pelota de su primito cuando la bola voló hasta el patio trasero de aquella casa.

—Pasen, pasen…  hay mucha comida y pueden ir con el Richi Konichi y él les dará algunas cervezas bien frías. Eso sí. Está prohibido pasar al baño de la casa, si tienen ganas de orinar entonces tienen que ir a sus casas. ¿Hecho?

Oliver dudó en esos desconocidos, pero al fin de cuentas era la fiesta de Tomás y si él les permitía pasar, entonces todo estaba bien.

—Espera. ¿Los conoces? —Nicolás intervino, agarrando a su amigo del brazo.

—Sí, uno de ellos fue el que me devolvió amablemente la pelota de mi primo —le respondió.

Nicolás pensó un poco, tratando de enfocarse en todo. Rodó los ojos para echarle un vistazo a la gran casa de Tomás y al verla repleta de luces y con la música a todo lo que daba, decidió preguntar lo más importante.

—¿A cuántas personas tienes ahí adentro?

—No sé… ¿Varias?

—¿Varias? ¿Cuánto es eso?

—Una fiesta sin invitados, no es fiesta, mi amor —refunfuñó, dándole un beso a Nicolás en la frente y borrándoselo después con  el pulgar de su mano derecha.

—¿Mi amor? —Oliver jaló a Tomás de la camiseta para alejarlo de Nico.

—Él siempre me dice así cuando está ebrio, y tienes suerte, algunas veces me dice otras cosas que no te van a gustar —Nicolás le advirtió, contestándole la pregunta.

Tomás se removió para soltarse de Oliver, recogió la cajetilla de cigarros que había dejado en el piso y comenzó a dirigirse a la puerta de su casa.

—Sígueme, princesa —gritó el festejado,

En un momento de confusión y enojo, Oliver divisó a Nicolás.

—Sí, me dijo a mí —Nico aludió, tratando de rogarle a Oliver para  que no dijera nada.

Luego entraron. Al pasar a la casa del rubio, algo andaba muy extraño y era que había una enorme cantidad de gente. Nicolás no conocía a la mayoría de los invitados y al parecer todos eran colados. 

—¿Qué es eso? —Oliver levantó la mano para señalar una especie de calzoncillos.

—Es una tradición para Tomás colgar los últimos calzoncillos que utilizó. Esos deben ser los que usó ayer.

—¿Y no los lavó?

—Por supuesto que no, si los lavara entonces ya no tendría el mismo significado. Tienen que estar sucios, pero no te preocupes; Tomás es muy limpio.

—Esto es muy extraño. Es la primera vez que asisto a una fiesta en donde hay unos calzones colgados como si fueran estrellas fugaces. Ni siquiera puedo moverme aquí, hay muchas personas.

—No pensé que asistieran muchos….Ahora ven. Te dará calor.

Llevó a Oliver hasta el segundo piso, hasta llegar a la habitación de Tomás. Se paró frente a él después de cerrar la puerta y emprendió paso a desabrocharle la corbata y el saco.

Oliver habló primero.

—¿Te gusta esta música?

—Claro, es electrónica. Yo sé bailarla, sabes… he trabajado mucho para poder bailar de todos los tipos de música posible. Incluso aprendí a bailar tango. Pero la música que me gusta más es la movida; hago pasos y algunas coreografías. Podría ser un maestro de baile algún día.

—Yo no sé bailar —confesó Oliver.

Los ojos de Nicolás se abrieron, mostrando asombro. No era posible que eso fuera verdad. ¿El gran Oliver no sabía bailar, pero aun así quería bailar con Nicolás? No había nada más tierno que eso.

—¿Cómo es posible eso? —El crío se alucinó, poniendo a la vez ambas manos en sus caderas, mostrando lo chulo que era. 

—El gran Oliver Yael Wolff Rudel no sabe bailar —musitó, lamiéndose el labio y sintiéndose más cómodo.

—Mi bebé no sabe bailar…. —canturreó el chiquillo, desvistiéndose para poder ponerse unos pantalones de Tomás. Eran tan confianzudos que incluso se prestaban los bóxer, pero sólo cuando estaban recién lavados. 

Buscó entre las camisetas de su amigo y al encontrar una ligera con manga de tres cuartos en color naranja, se la puso. Oliver sonrió al verlo arreglarse. Era tan rápido que no podía creerlo. 

—Pero hoy me enseñará mi princesa, ¿cierto?

—Duquesa —corrigió el enano, viéndose al espejo. Se peinó con un cepillo que ahí había y se puso los mismos zapatos de antes —. Me gusta más “Duquesa”

Nicolás se dio la vuelta para echarle un ojo a su marido y estuvo a punto de hablar, pero un maullido de gato lo sacó de su concentración.

—Se parece mucho al sonido que hace Requetemiau —dijo, acercándose a la ventana —. Mira, es un gatito y está atrapado en un árbol.

—Todos los gatos hacen el mismo sonido.

—No es cierto —renegó, abriendo más la ventana para poder salirse por ahí. Siempre soñó con rescatar a un gato y era ahora o nunca, pero todos sus deseos se perdieron cuando Oliver lo detuvo —. ¡Es un pequeño gatito y tiene miedo! ¡Me está pidiendo ayuda, Oliver! ¿Acaso no conoces el idioma gatuno?

—No, ¿Y de quién es? ¿De Tomás?

Nicolás rodó los ojos, pensativo. Tomás había tenido muchas mascotas antes, sin embargo decidió sólo comentar lo más actual.

—No, él no tiene mascotas, bueno, hace un año tuvo un pez, pero se le murió —se encogió de hombros al recordar el pequeño velorio que le hicieron a Mauricio, el pez  morado de Tomás —. Pobre Mauricio…

—La conclusión es que no vas a rescatar al gato. Te puedes hacer daño.

—¡Tiene frío, Oliver! ¡Tiene hambre y es un ser vivo!  ¡Tiene que ser el hermanito de Requetemiau

—Sí, y ya tienes a un gato en la casa. Sólo te dejé tener ese gato, pero otro no.

El rostro de Nicolás se puso tremendamente triste. Sin pensarlo se alzó de hombros y agachó la cabeza,  derrotado. En verdad quería ese gatito. Deseaba llevarlo a casa para que Requetemiau tuviera a un hermanito, pero… pero Oliver no quería y eso era muy deprimente.  

—De acuerdo, entonces rescátalo y llevémoslo a casa —susurró el más alto, rindiéndose ante el apagado rostro de su esposo.

Como de rayo, Nicolás corrió hasta la ventana y saltó directo al árbol, sin previo aviso. Oliver corrió hasta la ventana y al ver que Nicolás estaba a salvo, se calmó.

—¡Está muy bonito, Oliver! ¡Muy chiquito y bonito! —Nicolás cargó al gato y lo amansó.

—Ven ahora mismo aquí y no te caigas en el camino —ordenó el otro, esperando con los brazos abiertos al pelirrojo.

Nuevamente Nicolás llegó hasta la ventana y se metió a la habitación, dejando todo preocupado a Oliver. ¿Cómo podía salirse tan tranquilo y pararse en las ramas? Sólo Nicolás podía y eso era aterrador. 

—Casi me matas del susto, no lo vuelvas a hacer nunca —abrazándolo con fuerzas, logró decirle.

—Cuidado porque lo puedes ahogar —pidió el enano, llevando al gato hasta un costado para que Oliver no lo apachurrara.

Ahora el gatito estaba a salvo y era hora de disfrutar de la fiesta. Al bajar a la sala, Nicolás se encontró con Caroline. Ésta estaba limpiando la basura que adornaba toda la planta baja, además de  verificar que su novio estuviera bien y feliz. En el centro de la casa estaba la rockola y alrededor de ésta se encontraban muchas personas brincando como si estuvieran en un brincolín. Unos que otros se empujaron cuando la música estaba en remix y otros  bebían cerveza para poder hidratarse. Muchos estaban sudados, otros dormidos en la alfombra y uno que otro  cantando en el Kareoke.

Nicolás también quería cantar, así que fue hasta el centro junto con el gato y escogió una canción, una que podía poner más ambiente:  My chemical romance -Teenagers

Al empezar todos pusieron atención y cuando se vino el coro, todos cantaron junto a Nicolás, como manada.  A todos parecía gustarles el rock, el rap, la música pop y la electrónica, así que no había mucho problema.

They say oh 


Teenagers scare the living shit outta me 


They could care less as long as someone'll bleed 


So tuck in your clothes 


Or strike a violent pose 


Maybe they'll leave you alone, but not me 

Y al terminar la canción todos aplaudieron y siguieron con la música electrónica. Esta vez se escuchaba Animal de Martin Garrix.

Nicolás levantó la mano para lograr que Oliver se acercara. Al estar de nuevo uno a lado del otro, fueron a la cocina. Nicolás agarró una franela y envolvió al gato, llevándose consigo un pedazo de pizza. Oliver sólo le dio una mordida a la comida, ya que Nico se la puso cerca de los labios. Poco después fueron de nuevo a la sala para ver el ambiente, pero Nico prefirió salir a la calle para dejar al gato en la camioneta.  

Al llegar a la Audi, Nicolás dejó al gato en uno de los asientos traseros, pidiéndole a Oliver que bajara un poco algún vidrio de la camioneta.

—¿Cómo lo llamarás? —Guardando el debido respeto al gato, Oliver le preguntó.

—¿Cómo quieres que se llame? —Mirándolo con el rabillo del ojo, le contestó con una pregunta.

Oliver no se esperaba esa respuesta, a lo que contestó:

Hunter, ese nombre le queda perfecto. —Nico lo pensó, luego asentó, diciendo que sí. Era cierto… ese gatito era todo un peleador y hermoso animal.

—Entonces Hunter será.

Frente a frente y con el gato ya arropado dentro del mueble, ambos se miraron con potencia. Era hora de bailar, era hora de que Oliver aprendiera, así que Nico llevó a su esposo hasta un rincón y sin música, comenzó a dar sus clases.

—¿Lento o rápido? —Se refería al ritmo. 

—Lento —soltó decidido. No hacía mucha falta pensar en algún ritmo, Oliver siempre escogería algo lento para su primera vez bailando. 

—Entonces, agárrame aquí. —Le señaló la cintura y al no ver respuesta llevó la mano de Oliver hasta su cintura —. Aquí —dijo—, ahora haz lo mismo con la otra mano, hasta rodearme —le pidió, abrazándolo por el cuello —. Eres muy alto y nos va a costar un poco de trabajo, pero si hace falta, entonces tendré que bailar de puntitas —bromeó el pequeño, pegándose más al cuerpo de su esposo.

—¿Qué sigue?

—Nos movemos, de un lado a otro. Para que esto sea mejor tenemos que estar con los rostros más cerca, pero la altura es un problema.

—No hay más remedio —musitó el otro, cargando a Nicolás y sosteniéndolo de las nalgas mientras el enano reforzaba el abrazo en su cuello.

Nicolás se acomodó mejor, removiéndose un poco para estar en una mejor posición. Pegó su mejilla con la de Oliver, susurrándole al oído: —Y te mueves lentamente, de un lado a otro, hasta mecernos.

Su marido obedeció. Movió los pies muy lentamente de un lado a otro, dejando su mejilla  pegada a la de Noah. Estuvieron de ese modo por unos minutos, hasta que Oliver comenzó a dar vueltas.

—Esas vueltas no se dan así —lo reprendió, pidiéndole a la vez que lo bajara para poder proseguir.

Al estar de vuelta con los pies en el piso, agarró  sólo una mano de Oliver y se estiró con ella, llevándosela un poco hasta el otro extremo de su cabeza, dándose así una vuelta con ella. Al intentarlo, Oliver enredó a Nicolás en su brazo, haciendo golpetear su ancho pecho con la espalda de éste. Al tenerlo de ese modo, lo abrazó, inclinándose y reposando su barbilla en su hombro derecho. 

Era su momento, la hora para quedarse así los próximos minutos, o hasta que amaneciera. Luego quizá le darían el regalo a Tomás.

Notas finales:

OWWWSS :P que cueris este cap, no sé, me gustó mucho escribirlo. 

Bueno, les recuerdo que ya comenzaré a publicar de nuevo el sábado y domingo, así como antes. Los quiero y he leído comentarios y así....lo único que les puedo decir es que POR LO QUE VEO, SE VAN A SORPRENDER. 

Soy una persona bastante calculadora, y esta historia las dejará impresionadas. 


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