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Todo por un maldito abrazo por Celeste Nyx

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Tatsuha abrió pesadamente los ojos, dándose cuenta que estaba viendo todo de lado. Permaneció por algunos segundos en esa posición, como si fuese un muerto que resucitaba y veía el mundo mortal después de mucho tiempo. Al principio no reconoció el lugar donde se encontraba, pero, poco a poco los recuerdos fueron apareciendo junto a un terrible dolor de cabeza, producto de la horrible resaca que tenía. Al divisar hacia las ventanas y ver aquel brillo intenso del día, tuvo que llevarse una mano al rostro mientras sus ojos se acostumbraban a ello. Y una vez que logró arrastrarse hasta el sofá y sentarse para masajearse las sienes con una expresión de dolor, por haber bebido tanto y más por haber dormido en el suelo, observó por todos lados pero no encontró ni rastro de su hermano ni del cantante pelirosa. – Es mediodía – se dijo para sí, al ver la hora en un reloj que estaba colgado en la pared. Tatsuha supuso que ambos habrían ido a seguir con sus propias vidas y lo habían dejado tirado en el suelo como si nada, aunque de todos modos no tenía de qué quejarse. Al menos, Eiri no lo había despertado con una patada en las costillas como la última vez. El joven no sabía que podría hacer, estaba claro que en ese estado no podía salir del departamento y menos empezar a buscar trabajo, por lo que, invadiendo el despacho de Yuki y cerrando la puerta tras de sí, se dispuso a utilizar el ordenador para distraerse un rato.

 

De todos modos, podía buscar empleo en cualquier momento… no había prisa, además su padre le pediría que regresara a casa y su vida volvería a ser la misma de siempre. Al menos, eso era lo que Tatsuha pensaba mientras tocaba la posesión más valiosa de Yuki Eiri, su amada y sagrada laptop.

 

Tatsuha pensó en jugar algo, o quizás molestar a Yuki espiando y cambiando de lugar algunos de sus archivos personales. Pero, después de un breve tiempo de silencio, tecleó en el buscador un nombre que acababa de venírsele a la mente. – Tiene que ser una broma, no creeré esto hasta verlo – dijo mientras buscaba entre las páginas que le habían salido como resultado. Tatsuha sintió como si tuviera piedras en el estómago al encontrar no una, sino varias fotos colgadas en distintos lugares, en donde se mostraba a su amado Ryuichi con un chico muy parecido a Shuichi, pero éste tenía el cabello tan negro como el suyo y ojos verdes. Se quedó largo rato contemplando aquella foto, en donde salían de un restaurante, que no pudo contenerse y de un golpe arrojó la laptop al suelo.

 

- Lo mataré… mataré a ese tipo. ¿Cómo se atreve a tocar a mi dios?, no es más que un oportunista… lo peor de todo es que ¡se parece a Shuichi! ¿¡Acaso no podía ser más obvio!? Sakuma-san… ¿por qué no puedes mirarme a mí? ¿Por qué no…? Oh no… ¡mierda! - Tatsuha reaccionó después de largos segundos en los cuales había estado admirando la pantalla rota de la pobre laptop que ahora yacía en el suelo. – Dios, ¿¡qué demonios hice!? – dijo el joven agachándose y recogiendo al herido, para hacer todo lo posible para que encendiese de nuevo. Tatsuha empezó a sudar frío, las manos le temblaron y empezó a sentir un horrible escalofrío que le recorría la espalda con solo imaginar la mirada asesina destroza almas y autoestima de Yuki Eiri. El moreno entró en pánico, su hermano podría regresar en cualquier momento. Intentó pensar en algo inteligente y recordó que su laptop era idéntica a la del escritor, pero, esa idea fue descartada inmediatamente al darse cuenta que por el momento ir a la casa de su padre sería imposible, además tomaría mucho tiempo. Así que, volvió a pensar que hacer mientras caminaba de un lado al otro de la habitación. Tal vez, podría pedir ayuda a Tohma, el podría conseguirle una laptop en cuestión de segundos. Tatsuha estuvo a punto de llamarlo, pero se detuvo cuando pensó que el rubio podría abrir la boca y acusarlo con su hermano solo para quedar bien con él, además que, los archivos de la laptop malograda no podrían recuperarse. Yuki notaría la diferencia apenas le echase un vistazo y explotaría la bomba si no encontraba sus preciados archivos.

 

Tatsuha estaba al borde del colapso nervioso, tal vez… podría culpar a Shuichi… no, esa también era una malísima idea. Estaba seguro que Yuki lo mataría antes de creerse semejante cosa, conocía muy bien al perro faldero de su amante y sabía que Shuichi lo adoraba como un dios y sería incapaz de arruinar su computadora.

 

- ¡Maldición! ¿¡Dónde voy a encontrar una persona con dinero, en lo que se pueda honesto, que sea discreto y sea un genio con las computadoras!? ¡No existe nadie así! – Tatsuha se quedó en silencio por algunos segundos. El rostro de alguien se le había venido a la cabeza y corrió hacia la habitación principal para buscar la agenda de Shuichi. – Él podría ser mi salvación – dijo alegremente cuando encontró su nombre y el número de su teléfono. Marcó los números nerviosamente y esperó a que le contestara, pero timbraba y nada sucedía. Para ese entonces, era obvio que Tatsuha no recordaba absolutamente nada de lo sucedido la noche pasada, por ello insistió una cuarta vez, pero Suguro no respondía. – Ese pequeño nerd – dijo apretando los dientes con fastidio, sabía que no eran amigos ni nada que se le pareciera, pero era la única persona que podría ayudarlo en esos momentos. Tatsuha comprendió al fin, que Suguro se encontraría en los ensayos junto a Shuichi y el otro tipo de la guitarra. No podía llamar la atención del pelirosa, si él llegaba a enterarse armaría un escándalo peor que el de Yuki. Así que, decidió enviarle un mensaje y esperar.

 

Tatsuha casi se comía el teléfono por los nervios. Pasaron dos horas y al final fue a la cocina a prepararse algo, en eso escuchó el timbre. El joven se quedó petrificado, volteando lentamente hacia la puerta. El timbre volvió a sonar y se dio cuenta que tanto Yuki como Shuichi poseían llaves del departamento, así que solo se podía tratar de una persona. Tatsuha saltó del asiento donde estaba y abrió la puerta para encontrarse cara a cara con el jovencito de cabellos oscuros y mirada curiosa.

 

- Así que… ¿necesitas esto? – preguntó mostrándole una caja en donde claramente se hallaba una laptop nueva del mismo modelo de su hermano.

 

- Wao, no pensé que había descrito tan bien la marca y los detalles.

 

- No lo hiciste, pero sé más cosas de las que tú crees – dijo Suguro con una sonrisa inocente.

 

- Sí que se nota que eres primo de Tohma… hasta me diste miedo por algunos segundos – dijo el moreno riendo nerviosamente.

 

- Mmnn… ¿entonces la quieres o no?

 

- ¡Claro que sí!

 

- ¿Qué me darás a cambio?

 

- ¿¡Eh!?

 

- Tuve que inventar una excusa para salir antes de los ensayos con la banda, sabes que convencer a Mr. K no es nada sencillo. Además, acabas de decir que me parezco a Tohma, así que no debería sorprenderte que te pidiera algo a cambio de este favor. Aunque, honestamente, no tengo la menor idea porque pensé en ayudarte – dijo Suguro entrando y dejando la caja sobre la mesa con una mirada tranquila.

 

- No tengo ni un centavo, si tuviese dinero hubiera echo todo esto solo.

 

- Entonces lo arreglaremos de otro modo.

 

- ¡Oye!, ¡yo no haré cosas extrañas y menos con un mocoso como tú! – gritó Tatsuha haciendo que Suguro se pusiera rojo hasta las orejas.

 

- ¡Imbécil!, ¡no he dicho nada de eso! ¡Y deja de llamarme mocoso que tenemos la misma edad!

 

- Ya, ya, pero no tengo la culpa que tengas cara de niñita…

 

- Creo que mejor me voy y me llevaré esto – dijo el chico cogiendo la caja y disponiéndose a ponerse de pie.

 

- No, no, ¡espera!

 

Suguro se quedó en silencio, de repente sintió que no podía mover ni un músculo cuando Tatsuha se abalanzó sobre él para impedir que se levantara. El moreno tenía ambas manos puestas sobre los costados del sofá y su rostro estaba a pocos centímetros del otro. Tatsuha lo miraba fijamente, en un afán de disculparse para que lo ayudase antes de que llegara su hermano. Pero, Suguro empezó a sentir que le faltaba el aire, Tatsuha era un clon perfecto de Yuki salvo por el cabello y los ojos. Por algunos segundos, se preguntó si aquella extraña sensación hacía que Shuichi no pudiese negarse a nada cuando el rubio lo miraba de igual manera. Pero… ¿Qué estaba pensando?, sabía bien que Eiri atraía a la mayoría de personas que conocía incluyendo al odioso de su primo. Suguro se dio cuenta de que él también había mirado de reojo al escritor en algunas ocasiones y aquella frase “Tohma y yo somos muy parecidos” le empezó a producir escalofríos.

 

- No… yo no soy así, no me parezco en ese aspecto a él. Además… él no es Eiri, es solo el molesto de su hermano menor – dijo con voz muy baja para evitar que Tatsuha lo escuchara. Aunque el movimiento de sus labios llamó la atención del moreno, quien no tenía la mínima idea de lo que estaba provocando en el chico.

 

- ¿Qué estas balbuceando? ¿Acaso te enamoraste de mí a primera vista y ahora harás todo lo que yo diga? – dijo Tatsuha con tono de broma.

 

- Pues… ¡claro que no!, ¡eso jamás sucederá! ¡Aléjate de mí maldito pervertido! – gritó el chico empujándolo tan fuerte que lo hizo caer el suelo.

 

- ¡Oye! ¡Eso dolió!

 

- Eso te pasa por pensar mal de mí – dijo Suguro mirándolo molesto, aunque sintiéndose intranquilo por lo sucedido.

 

- ¡Solo dime que rayos quieres a cambio de este favor!, ¡si viene Eiri me matará! ¿No ves que mi vida está en peligro?

 

- Cómo si eso me importase… - dijo en un suspiro de cansancio – ya, te ayudaré. Pero, te dejaré muy en claro que esto es un préstamo, me pagarás el favor con el primer sueldo que tengas y lo pondré por escrito, ¿entendiste?

 

- Esta bien, como sea, pero date prisa.

 

Ambos fueron al despacho de Yuki y mientras Tatsuha vigilaba desde la puerta, Suguro configuraba la laptop nueva para que el escritor no notase el cambio. Rápidamente, logró pasar todos los datos y colocar las carpetas y archivos en su lugar correspondiente. Y, después de dos largas horas todo había quedado arreglado. Suguro estaba satisfecho de su trabajo y guardo la computadora malograda en la misma caja que trajo, solo quedaba tirarlo en algún basurero y nadie se daría cuenta de lo sucedido. Pero, apenas se puso de pie para darle la noticia a Tatsuha, cuando este entró rápidamente y lo jaló del brazo para sacarlo del despacho, pero era demasiado tarde, Yuki había regresado y se dirigía directamente hacia donde estaban ellos. Tatsuha arrastró al chico hasta un armario, en donde quedaron muy apretados y le tapó la boca con una mano para evitar que soltara algún sonido. Suguro se sintió tonto, podía ver a Eiri a través de unas rendijas y empezó a lamentar haberse involucrado en ello. El armario era pequeño para ambos y empezaba a sentirse sofocado, solo esperaba que Eiri se marchase pronto para poder salir de ahí y regresar a su vida normal.

 

- Maldición… - susurró Tatsuha al ver que su hermano se acomodaba en la silla y empezaba a revisar sus archivos. Por un momento pensó que se habría dado cuenta, pero sus temores se fueron cuando Yuki abrió el navegador del Internet para enviar un mensaje a su editora. Al menos sabía que pronto se marcharía, pero por el momento tenían que quedarse sin hacer ruido. Tatsuha movió su mano y Suguro pudo respirar con normalidad, pero, inmediatamente después sintió como era envuelto por sus brazos y su cuerpo rozaba directamente con el suyo. Tatsuha lo había abrazado para poder tener un poco más de espacio y comodidad, aunque esto no significaba nada para él, lo único que quería era que Yuki se largase para poder salir de una vez. Suguro se empezó a sentir muy incómodo por aquel abrazo, aunque gracias a ello entraba más aire por las rendijas pero, su corazón empezó a latir rápidamente sin entender la razón.  

 

- ¿Qué te ocurre? – preguntó Tatsuha al sentir el cuerpo del chico temblando como si le fuese a pasar algo de un momento a otro.

 

 - Nada… - respondió débilmente.

 

- Entonces deja de moverte o Eiri nos descubrirá – le dijo en un susurro, sin poder evitar rozar sus labios con la oreja derecha del chico.

 

Suguro se mordió los labios, Tatsuha lo pegó más hacia él, para poder ver mejor lo que sucedía afuera. En eso, se produjo cierto roce inevitable y el chico estuvo a punto de gritar, esta vez él mismo se llevó ambas manos a la boca y gracias al cielo, Eiri terminó lo que estaba haciendo y salió rápidamente del despacho. Tatsuha y Suguro permanecieron en silencio, y al escuchar la puerta principal cerrándose, Suguro salió del armario empujando a Tatsuha y respirando agitadamente.

 

- ¡Eres un idiota – le dijo furioso pero más consigo mismo, y salió apresuradamente del departamento.

 

El joven se quedó con un gran signo de interrogación en la cara y sin importarle mucho el asunto, fue a ver televisión como si nada hubiese ocurrido.   

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

  


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