- Mi nombre es Tezuka Kunimitsu, un gusto en conocerlos.
Un escalofrío recorrió su espalda, haciéndolo reaccionar. Volteó hacia la ventana. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí? Debería estar en Alemania.
“Si voy a morir – pensó – que sea ahora”
El temblor que tenía en sus piernas pronto recorrió todo su cuerpo. Las manos le sudaban y no supo hacia dónde dirigir su mirada.
El de anteojos se sentó tras Fuji. Recordó aquella tarde en la cual se había declarado. Rato después de haber llegado a su casa recibió una llamada de su antigua entrenadora de Alemania.
- ¡Tezuka-kun! Hoy es el día en el cual me das una respuesta.
- Si, estaba esperando la llamada. Lo lamento mucho, pero me temo que no aceptaré.
- ¿Qué? – hubo un momentáneo silencio en la línea – Tezuka-kun, quieres ser tenista profesional, ¿verdad? Con tus capacidades puedes llegar muy lejos, cualquier joven daría lo que fuese para estar en tu lugar… Es… ¡una beca completa!
- Lo sé, y se lo agradezco mucho, pero no aceptaré.
- Pero… - el de lentes oyó un pequeño gruñido – Te pido que lo reconsideres.
- No. Lo siento mucho.
Hannah, al ver que sus esfuerzos eran en vano, suspiró resignada.
- Está bien. Sólo te pediré una cosa más.
- ¿Qué es?
- Quiero que entrenes aquí durante el verano.
El ex capitán lo dudó. Recién se había declarado, ¿y ya tenía que partir? Se mordió el labio, no podía negarse.
- Está bien.
- ¡Perfecto! Te conseguiré los pasajes para mañana.
- ¿Mañana?
- Si, ¿o no estás de acuerdo?
- No, es decir, si, mañana está bien.
- Entonces, hablamos mañana.
- Claro, adiós.
Un par de días después que hubo llegado a Alemania, Fuji lo llamó. Miró el teléfono todo el tiempo que estuvo sonando pero no fue capaz de contestarlo. Luego le llegó un e-mail del castaño y tampoco fue capaz de abrirlo.
Tenía miedo de que si escuchase su voz no iba a soportar las ganas de volver a Tokyo. Y no podía permitírselo. El castaño intentó comunicarse con él dos semanas, luego de eso, las llamadas, los mensajes de texto y los e-mails cesaron súbitamente.
El entrenamiento en Alemania no fue en vano, había mejorado mucho, y al volver a Japón lo primero que hizo fue ir a casa de Fuji. Habló con su hermana mayor y ahí se enteró que éste se había marchado a Osaka.
Encontró la preparatoria en la cual estaba inscrito, presentó sus papeles y a pesar de haberlo hecho fuera de la fecha, sus antecedentes eran demasiado buenos como para no darle un lugar.
El primer día de clases al entrar al salón, escaneó el lugar con la mirada. Fuji abrió los ojos sorprendido al verlo y sonrió internamente. Además de esto, Shiraishi no estaba en el lugar. Lo primero que se le vino a la mente al enterarse del lugar fue de él, pero su ausencia sólo ensanchó más su sonrisa interior.
Después de presentarse se ubicó inmediatamente en el asiento que estaba detrás de Fuji y no en el de al lado, ya que de esta forma su campo de visión sería más grande y podría hablarle sin ser descubierto.
El profesor comenzó a hablar y Fuji no pudo siquiera tomar bien el lápiz, era como si se hubiese olvidado de cómo escribir. Miró el reloj ubicado sobre la pizarra. Se había detenido, literalmente. ¿Cómo se le acababa la batería si estaban comenzando el año escolar? Tal vez hubiesen estado ahí todo el verano y por eso se había detenido.
Tragó saliva y desvió la mirada hacia la ventana, sintiendo la penetrante mirada de su ex capitán sobre su nuca. Sería un largo día.
Cuando el timbre del receso sonó, Tezuka supo que debía hablar con Fuji, ya que era obvio que estaría enojado porque no había respondido sus llamadas. Pero antes de que pudiese siquiera decir un simple hola, el castaño se levantó de un salto y se dirigió hacia la puerta rapidamente. Kunimitsu, como todo tenista con buenos reflejos, reaccionó al instante y salió tras el castaño.
Alcanzó a tomarlo de la muñeca pero éste se deshizo del agarre. Al dar unos cuantos pasos fuera del salón Fuji chocó de lleno con Shiraishi.
- Fuji, ¿a dónde vas? – preguntó confundido al ver el semblante de preocupación de su novio.
- Shi-shiraishi.
En ése momento salió Tezuka del salón mirando apresuradamente de un lado a otro hasta que se encontró con la mirada del otro ex capitán.
Éste último, instintivamente rodeó al castaño con sus brazos y lo sacó del lugar. Shishido pestañeó un par de veces al ver la reacción de los otros tres, sin entender nada.
Fuji se sentó en la escalera cabizbajo. Shiraishi no sabía que Tezuka y él se habían besado, ni mucho menos que el de anteojos había dicho abiertamente lo que sentía. No quería contarle y no sabía qué decir en esos momentos. El otro, apoyado en la pared, suspiró con desgano.
- ¿Qué está haciendo aquí?
- No lo sé – murmuró el tensai.
- ¡Y en tu clase! ¿No se había ido a Alemania? – el otro lo miró.
- ¿Lo sabías?
- Eh…. Si, algo había escuchado.
- Ya veo.
Kuranosuke se sentó a su lado y lo abrazó.
- ¿Qué pasa?
- Nada, solo quiero abrazarte, es todo.
Fuji tomó sus manos y buscó su rostro para besarlo. El timbre que indicaba el fin del receso sonó estrepitosamente. Ambos suspiraron.
- Vuelve a clases – dijo Shiraishi.
- ¿A dónde irás?
- Al baño.
- Está bien, nos veremos después.
- Si.
Vio a su novio bajar las escaleras hasta el segundo piso y luego él hizo lo mismo. Aun había alumnos en los pasillos. Cerca de su salón divisó a Tezuka y le hizo un ademán con la cabeza. El otro entendió perfectamente lo que el otro quería decir, caminó hasta llegar a su lado y ambos subieron hasta el cuarto piso, donde usualmente estaba vacío, ya que ahí se ubicaban los salones para clubes.
Tezuka se cruzó de brazos. Shiraishi lo miraba con el ceño fruncido.
- Tezuka-kun, voy a pedirte que te alejes de Fuji.
- Ni siquiera he hablado con él, ¿y me pides que me aleje?
- No puedes negar que te gusta, pero él es mi novio. Perdiste tu oportunidad así que por favor, no te entrometas en nuestra relación – Tezuka arrugó el entrecejo.
- Te equivocas, a mí no me gusta Fuji – sonrió – Yo lo amo – Shiraishi abrió los ojos sorprendido.
- Yo también lo amo – gruñó. El otro se acomodó los anteojos.
- No voy a entrometerme en su relación, aunque no te sorprendas si Fuji termina contigo un día de estos – dijo mientras se alejaba.
- Bastardo… - murmuró apretando los puños.
Fuji miraba por la ventana preocupado. Tezuka no había entrado a clases y esperaba que su novio si. Conociendo el carácter de Kunimitsu, de llegar a encontrarse a solas con Shiraishi sería duro y directo, y quien sabe, podía incluso contarle lo del beso.
No quería más problemas en su relación, ¿por qué tenía que llegar a Osaka y continuar atormentándolo?
Suspiró, cansado de la situación. Un nudo se formó en su garganta. Estaba enamorado, pero no estaba seguro de quién.