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Desliz por MinychanMisheta

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Notas del capitulo:

Hoy aún no me he ido a dormir. Yuju.

No hay duda de, que es en torno a la familia y el hogar, donde se crean, mantienen y fortalecen las grandes virtudes de la sociedad humana.-Wiston Churichil.

 

-¿Así que aquí es donde vamos a vivir?

-Ajá. ¿Te gusta?

Inuyasha se encontraba en un valle a lo alto de las montañas. Estaba rodeado de casas, algunas pequeñas, otras de varios pisos. El valle estaba rodeado de paredes rocosas donde estaban esculpidas más casas-cueva, en lo alto de la pared más alta había una enorme casa de varios pisos. Su futuro palacio. Era un buen lugar. Del pico de la montaña donde estaba "su casa" caía un riachuelo que formaba cascadas, al llegar al valle se convertía en un río mayorque separaba el poblado en dos partes y tenía diversos puentes que los conectaban. Era un lugar muy bien defendido. Era un antiguo volcán que se llenó de agua y se secó, una parte del agujero se hundió haciendo así una única entrada que estaba rodeada del resto de la pared y tenía cascadas.

Era precioso.

-Si, me gusta.-Aspiró el aroma de las flores del valle. Olía a vainilla y lavanda a pesar de que era otoño y que las flores y los árboles se habían secado. Notó la fluctuación del poder de su hijo. Puso la mano sobre su vientre.-A nuestro hijo también le gusta.

-Claro, tiene tan bien gusto como su padre. Ven, vamos a la casa.

La casa era preciosa. Tenía pocas habitaciones, Koga decía que siempre tenía la sensación de que en su casa había muchos sirvientes y eso le agobiaba. Inuyasha coincidía con él. Los sirvientes vendrían y volverían a sus casas, pero no vivirían allí. El suelo era de madera suave y las paredes de piedra y madera que protegían del frío y del aire en invierno, y refrescaban, en verano.

- Te tengo una sorpresa.

-¿Una sorpresa? ¿Que sorpresa?

-Si te lo digo no tiene grácia.-Se puso detrás de él y le tapó los ojos.-Ahora sigue mis instrucciones.

-Miedo me das.-Rió.

-Te causo algo más que miedo cachorro.

-Pervertido...

-Mucho. Y ahora sigue recto. Derecha. Otra vez igual. Ahora abre la puerta.-Notó la brisa que le recorría.-Abre los ojos.

Se encontró ante el jardín trasero. Era el centro de otro volcán más pequeño. Así que esa era la sorpresa. Había una laguna en el centro cuyo agua venía de una pequeña cascada. El jardín estaba encerrado por las paredes del volcán. Había árboles, césped y olía a flores.

-Koga, es precioso...

-Pensé que...aquí tendríamos más intimidad...-Se acercó a Inuyasha y lo estrechó entre sus brazos agarrándolo delas caderas. Este se dejó coger y puso sus manos sobre el pecho de su esposo. Koga llevaba un pantalón negro algo suelto y unas botas de pelo. También llevaba una camisa verde algo entreabierta por el pecho, con pelo en las mangas y en un hombro. Inuyasha llevaba un kosode claro, con una yukata azul clara y un kimono amarillo con pétalos de sakura. Era un kimono de estilo primaveral, pero con las hormonas tan alocadas a veces le daba calor y la tela de ese traje no era muy gruesa.-Que sería más tranquilo para ti y para mi, que nos gusta tanto la soledad y la paz. Y que estaría bien para criar a nuestros hijos.

-¿Hijos?

-¿No pensarás que íbamos a tener solo uno? De eso nada cachorrito, pienso dejarte embarazado cada vez que pueda. Estás tan mono así de sumiso.

Inuyasha se rió.-Que te den, pedazo de capullo.-Ambos se rieron.-En realidad, estoy muy asustado.

-¿Que te asusta?

-Me dan miedo los cambios en mi cuerpo y en mi personalidad. Me asusta dejar de ser yo. En otra ocasión, intentaría matarte, pero mírame, con un kimono de chica y retozando cada noche.

-¿No me amas acaso? ¿O es que acaso no te gusta lo que te hago?

-No digas eso. Te amo con toda sinceridad y debería estar loco para no gustarme lo que me haces. Pero estoy tan asustado...de sentir...de querer...No estoy acostumbrado. Joder, no quiero separarme de ti, pero, yo era de esos que decía que jamás amaría por que era una pérdida de tiempo. Y tengo tanto miedo también de volver a ser yo y que te vayas.

-Cachorro tonto. No te dejaré jamás, ¿o no lo entiendes? Ya no es nuestro bebé o que seas tan tierno y tan sexy.-Lo vió sonrojarse. Era tan sumamente bello.-Es por que eres tú, simple y llanamente estoy enamorado de ti Inuyasha, seas impulsivo o seas sumiso, me da igual, yo te amo a ti. ¿O tú dejarías de amarme solo por que pasara de ser cariñoso a ser arrogante?

-Nunca podría dejar de quererte.-Le besó suavemente. Unas pequeñas lágrimas descendieron de sus ojos, se sentía tan dichoso. Escondió el rostro en el pecho de Koga para que no le viera.-Estúpidas hormonas...

Echó una media sonrisa.-Si no fuera por esas hormonas tu yo no estaríamos juntos, casados y a punto de formar una familia.-Cogió su rostro entre sus manos y le besó lentamente. Seguían cayendo silenciosas lágrimas que el desviava con sus pulgares.

Inuyasha estaba muy cambiado. Se enfadaba menos, sonreía más, dormía muchísimo y tenía antojos. También tenía, o mucha calor, o mucho frío. Sus músculos habían desaparecido, sus costillas se desplazaban para hacer sitio a su barriga, que se había hinchado. Tenía la piel mucho más suave y las pupilas más abiertas, los pezones los tenías más oscuros y sensibles y su voz se había agudizado. Estaba siempre dispuesto a hacer el amor, sus feromonas aumentaban cada dos por tres llamándolo, siempre estaba húmedo y olía genial. Además, su temperatura había subido un grado más al natural. A veces, tenía fiebre, otras le rehuía y otras muchas más, le buscaba, le daban naúseas algunos olores y otros le encantaban. Le volvía loco, pero eso le encantaba.

Su hermoso cachorro embarazado.

-Koga...

-¿Que quieres?

-Hazme el amor en la laguna.

-Yo...hoy, no se...

-¿Es que ya no me deseas? Se que estoy engord...

-Shhh...Cachorrillo...Eres lo más deseable que he tenido el placer de probar, pero me volviste tan loco anoche...Mira tus marcas, no se comparan a las que te hago de normal...

-Pero no me hiciste daño. Me gustó sentirme tan deseado, tan tuyo. Y quiero serlo otra vez. Que me ames como solo tú sabes. No te preocupes por tus instintos, si no fuera por ellos no estaríamos los tres aquí, ellos forman parte de nosotros, no luches contra ellos.-Se quitó el obi, dejando caer el kimono.-Ahora, hazme tuyo, por favor...

Lo cogió en brazos en dirección al agua.-Como desee mi joven esposo.

Y tal y como se lo dijo, lo cumplió. Le hizo el amor en la laguna casi toda la mañana, hasta dejarlo tan agotado que se durmió en la orilla. Lo llevó a la que sería su habitación y lo recostó en el funtón y lo tapó. Iba a marcharse a la cocina cuando notó el poder de su hijo, puso la mano en el vientre del menor.

-Shhhh...descansa, no despiertes a mamá. Papá va a hacer algo de comer, que pronto lo despertarás con mucha hambre, que te conozco.-El pequeño dejó de oscilar su poder.-Así me gusta.

Se vistió con la ropa que llevaba anteriormente solo que no sepuso el pelo que llevaba en el hombro y brazos. Se dirigió a la cocina e hizo arroz y sopa. Se giró a dejar los tazones de arroz en la mesa cuando se encontró al más joven levantado. Llevaba una camiseta como la suya pero azul, los mismos pantalones y descalzo. Iba saludarlo cuando el otro le abrazó, sonrió y pensó en lo mimoso que era su cachorro. Se agachó un poco para dejar los tazones en la mesa y lo estrechó entre sus brazos.

-Te amo...-Se restregó mimoso.

-Y yo a ti.

-Has hecho de comer...me gusta que hagas eso, cocinas muy bien...-Se sentó en la mesa.

-Se agradece el cumplido.-Iba a sentarse en frente pero Inuyasha lo paró.

-Espera...¿puedes sentarte a mi lado?-Se puso la mano en el estómago y la miró, luego miró a su esposo que seguía de pie.-Queremos estar cerca de ti.

-Cachorros consentidos.-Se sentó a su derecha.-Os mimo demasiado.

-Y lo que te queda.

-Exacto. Y lo que me queda.

Comieron tranquilamente, con una charla amena, con silencios nada incómodos y gestos de cariño. Cuando acabaron Inuyasha decidió fregar los platos ante la mirada de su esposo.

-¿Que me miras tanto?

-No estoy acostumbrado a verte fregar.

-No es algo tan inusual.

-Estoy más acostumbrado a verte luchar con la espada y refunfuñar.-Inuyasha giró su cabeza para mirarle algo mal.-O verte gemir y pedirme cariñitos en la intimidad.-Ahora se sonrojó y volvió a lo suyo.-Que a verte hacer cosas cotidianas.

Inuyasha acabó y se giró a salpicar con agua a su esposo.-Pues vete acostumbrando.

Se fue a paso ligero huyendo de su marido, este lo siguió poco después. Lo encontró en mitad del pasillo parado, cosa que le resultó extraña. Iba a preguntarle que pasaba cuando Inuyasha le cogió de la mano y se la puso en su vientre.

-¿Lo notas?-Sonrió.-¡Nuestro pequeño se mueve!

-¡Si! ¡Lo noto! 

Se quedaron un rato así, de pie, notando como su pequeño daba algunos golpes o se movía. Cuando el no nato se tranquilizó Inuyasha se apoyó en el hombro de su novio, aspiró su aroma y le besó el hombro. Se miraron felices a los ojos, ojalá sus ojos sean tan azules como los de su padre, pensó.

-Dentro de nada vamos a tener un pequeño trasto rondando por aquí.

-Así tendré dos cachorros a los que cuidar.

-O quizás yo tendré que lidiar con dos niños, en vez de solo uno.

-Perdona, pero yo no soy un niño.

-Claro, claro...-El otro iba a decir algo pero Inuyasha lo besó para hacerlo callar.-No me repliques lobezno consentido.

-¿Como que consentido? Aquí el que te consiente soy yo, que no es lo mismo.

-Mentira. Y ahora vamos a descansar.

-Está bien.-Estaban avanzando por el pasillo cuando lo oyó reír ligeramente.-Inuyasha...

-¿Que?

-Ahora mismo te estoy consintiendo.-Y se rió más fuerte ante la cara y sonrojo del otro.

-¿A que duermes solo?

-Está bien, está bien. Me callo.

Avanzaron hasta la habitación donde se pusieron una yukata abrigada para dormir. Inuyasha se deslizó por el pecho de su esposo donde se tumbó. Trazaba caricias con sus dedos por entre los pectorales, a veces lo miraba y se sonrojaba.

-¿A que viene eso?

-¿El que?

-¿Que me mires tanto?

-¿No puedo mirarte acaso?

-Yo no digo que no, pero me miras muy lujuriosamente.

-¡No es lujuria! Siempre pensando lo mismo, tu ego carece de límites, ¿lo sabías? Pensaba que eras muy atractivo y como podía ser que no me hubiera fijado antes en ti. No se. También pensaba en como sería nuestro cachorro. ¿Será moreno o tendrá el pelo como yo? ¿Tendrá tus ojos o los míos? Solo me preguntaba eso. En realidad, con que nazca sano me conformo.

-Ya, yo también pienso igual. Y ahora descansa cachorro mimoso.

El otro se acurrucó mientras el mayor le ronroneaba. Aquella noche no se escuchó ni un ruido en toda la casa.

 

Notas finales:

Sueño tengoooooo. Mañana más.


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