Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

How To Save A Life por Sabaku No Ferchis

[Reviews - 140]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

ewe Ésta vez no me tardé en actualizar xD sólo por el cumpleaños de Sasu Cx Ahh, por cierto, les paso el link del regalo de Sasu xD por si gustan pasarse a leer: Je t'aime, Gaara 

Bien, éste capítulo es como una introducción al pasado de Gaara que está medio raro, aun me estoy haciendo la idea. Pero no se preocupen, veo que a muchas les emocionó el m-preg, por eso voy a ajustarlo a la historia y hablaré mucho del asunto del embarazo de Gaara en el próximo cap nwn

¡Espero que les guste! nwn

Capítulo 12

 

 

Eco del pasado.

 



El revoltijo en su estómago lo hizo sentir como si acabara de bajarse de una montaña rusa, dándole la sensación de que su cuerpo daba vueltas violentamente. Un dolor horrible lo hacía doblarse por la mitad, el mareo era insoportable y ahora empezaba a ver millones de lucecitas por todas partes. Estaba haciendo su mayor esfuerzo por cumplir las indicaciones que Tsunade le había dado, pero de verdad que no aguantaría seguir tomando aquellas pastillas sin tener que ir al baño cada veinte minutos.


Terminó de vomitar por segunda vez en la taza del inodoro y jaló la palanca, más no se movió de su posición; las náuseas seguían revoloteando en él.



Hay que sumarle a esto la punzada de dolor que le asaltó a la cabeza justo después, cuando por fin había decidido levantarse del piso y salir del cubículo. Soltó un grito estrangulado y agarró sus cabellos con cierta violencia, intentando que el dolor cesara. Se mordió el labio, doblándose por la mitad.


Adentro, en su cabeza, empezaba a materializarse la presencia de Shukaku, como una masa abstracta que poco a poco fue tomando la forma de Tanuki.


Esto es una mierda, ¿verdad?— habló el demonio. Su voz gutural resonó en todas partes dentro del subconsciente del taheño, como un eco.


El dolor disminuyó y Gaara relajó sus músculos un poco.


—Lárgate, tengo suficientes problemas encima como para ponerme a lidiar contigo— gruñó dentro de sí de manera déspota. Tenía el ceño fruncido, tanto que le resaltaban venitas por la sien.


Hmp, si tú eras el que estaba rogando por que apareciera, mocoso—prorrumpió Shukaku seguido de una sonora carcajada, entumiendo los oídos del pelirrojo y haciéndolo apretar el rostro, aunque la risa del demonio sólo sonaba en su cabeza—. No niegues que me has extrañado.



— ¡Cállate!—graznó Gaara, queriendo levantar la voz. Pero el dolor en la cabeza fue en aumento hasta que prácticamente sentía que le metían tanta presión para hacerla explotar como si fuera una sandía—. ¡Deja de joder y lárgate!


Y es que no, el Tanuki de la arena era lo que menos necesitaba en ese momento. Cuando Gaara lo llamó a gritos en la oscuridad para que le hiciera olvidarse de Sasuke aunque sea un poco, el demonio nunca apareció; ¿por qué justamente lo hacía cuando estaba en ese estado? ¿Es que acaso le gustaba joderlo? Lo pensó por segundos y llegó a la conclusión de que lo último era cierto; Shukaku estaba ahí a todas horas, escondido, vigilándolo, torturándolo y recordándole lo miserable que era su vida desde que tenía memoria. Desde que...


Mierda, tú siempre estás de mal humor, pero últimamente te veo más sensible— comentó la criatura moviendo su gigantesca cola de un lado a otro, como un gato—. Es por ese Uchiha, ¿huh? Te dije que no confiaras en él.


El pelirrojo sintió el corazón golpearle dolorosamente el pecho, haciéndolo soltar un grito ahogado. El estómago que antes era una licuadora en potencia, se le encogió tanto que sintió caerse al vacío. Porque el simple hecho de recordar al moreno hacía que su mundo diera un vuelco espantoso y reviviera las imágenes del Uchiha besando al rubio, el dolor que sintió renacía en su interior con la misma o hasta quizá más intensidad. Lo peor es que Sasuke Uchiha siempre estaba presente en su mente y, más recientemente en el producto de su vientre. El que Shukaku lo hubiera mencionado, no hizo más que pisotear los pedazos del corazón del pelirrojo.


—Que si confié en ese idiota o no— comenzó a decir con ponzoña—, no es asunto tuyo.



Anticipó la carcajada de Shukaku y apretó con fuerza tanto el rostro como los puños. Sin embargo, sus oídos terminaron zumbando por la potente voz del demonio.



¿Que no es asunto mío? ¡Por favor, Gaara!— exclamó—. Eres mi jinchuriki, está claro que me importa. Y debo admitir que ese humano de verdad me sorprende.



Gaara no dejaba de sobarse con desespero la cabeza hasta que escuchó aquello. Quedó inerte por un segundo y luego expandió la mirada, sorprendido.



— ¿Por qué?— mustió tan despacio que Shukaku tuvo que parar las orejas.



Porque él te lastimó de una forma peor a lo que yo suelo hacer—dijo con simpleza. Si fuera humano, se habría encogido de hombros—. Normalmente yo sólo te ataco física y psicológicamente.


— ¿A qué te refieres?


A que duele más una herida en el corazón que las heridas del cuerpo—le dijo en un susurro que inició por su oído derecho y se desvaneció en el izquierdo, provocando cierto temblor en el pelirrojo y un tirón en el estómago—. Ya lo sabías, ¿no, Gaara? Que duele más lo mucho que sufres por Sasuke que cualquier cosa que yo pudiera...— el demonio se interrumpió a sí mismo, levantó la cabeza y paró sus orejas, alerta, como un gato que encuentra su presa. Gaara se sintió terriblemente mal con lo que dijo el mapache, y por un segundo todos aquellos recuerdos reprimidos en su mente volvían a materializarse. Se mantuvo quieto, esperando por lo que diría Shukaku—. Humm, esto será interesante...


Gaara abrió los ojos como platos cuando oyó la puerta del baño abrirse, se levantó rápido y dio un salto al escuchar una voz familiar que por poco hace que más vómito le salga de la boca. Dio un salto, quedando encima de la taza del baño y se hincó hasta que sus rodillas tocaron su pecho.



—Te estoy diciendo que me ayudes Itachi, hum— identificó la voz alterada de Deidara e hizo una mueca de asco. El rubio soltó la mano del moreno con violencia después de haber entrado, había estado arrastrando al Uchiha desde la cafetería.


Itachi por poco pega de bruces contra el suelo, pero logra agarrarse de la esquina del lavabo y recupera el equilibrio mirando de manera fulminante a Deidara.


—Estaba ocupado, ¿qué no viste?—dijo serio, cruzándose de brazos e intentando mantener su actitud tranquila, aunque con Deidara era prácticamente imposible.



El rubio hizo un puchero molesto, se quitó la mochila del hombro y la lanzó a una esquina.


—Estabas comiendo— le encaró mientras deshacía el nudo de su corbata azul. Itachi rodó los ojos.


—En la hora del almuerzo— aseveró el pelilargo y dejó resbalar su mochila por su hombro, dejándola caer a un lado suyo.



A Gaara se le encogió el estómago cuando escuchó la voz del Uchiha mayor, y de pronto sintió una cólera inundar su cuerpo. Itachi había sido, según Sasuke, uno de los que afirmaron que su relación con el moreno era un error, que Sasuke se metería en problemas por estar con él. Independientemente de los problemas que ahora habían surgido, sentía ganas de salir disparado de ese cubículo contra Itachi. Apretó los puños hasta que sus uñas le lastimaron las palmas y se relajó. Se quedó quieto a seguir escuchando.



—Como sea, fuiste al primero que vi—continuó Deidara, desabrochándose ahora la camisa que se supone debería ser blanca, pero que tenía una enrome mancha café en la parte del pecho —. Y somos amigos Uchiha, por favor ayúdame a limpiar esto, no quiero que Sasori danna me vea así, hum.



El moreno frunce el entrecejo ligeramente mientras Deidara le pasa la camisa sucia. Resignado, se dobla las mangas de su saco y la toma, dando media vuelta para quedar frente al lavabo.



— ¿No tienes un repuesto en tu cuarto, Deidara?— preguntó Itachi extendiendo la prenda. La mancha parecía ser, por el olor, de malteada de chocolate.


—Nop, todas están en la lavandería—el rubio se echó los largos cabellos para atrás, dejando al descubierto su perfecto torso que Itachi ni se molestó en mirar—. Rápido, tiene que estar lista antes de la clase de arte, hum



El Uchiha miró de reojo al otro mientras abría la llave del agua.



—Va a quedar con olor a chocolate, de todas maneras Sasori se dará cuenta—señaló con una media sonrisa que logró sacarle un pequeño gruñido al rubio. Deidara se puso a su lado con la intención de ayudarlo.


—Cállate—dijo el oji azul de manera déspota—. Hay que echarle jabón entonces, hum.


Itachi evitó volver a rodar los ojos y se concentró en tallar la camisa. A su lado, Deidara sólo observaba.



— ¿Cómo se te manchó?— preguntó el moreno intentando hacer conversación.


El de los cabellos largos apretó los labios hasta formar una línea, luego abrió la boca para decir algo, pero se notó algo indeciso. Finalmente suspiró y se preparó para hablar.


—Estaba con Naruto, él no paraba de llorar y se desahogaba en mis piernas—dijo y tanto Gaara como Itachi notaron el cambio de voz en el rubio. El moreno le miró de reojo—. Se levantó de golpe y me tiró la malteada encima sin querer, hum.


Itachi se quedó un momento en silencio. Tenía las cejas juntas, intentando quitar la mancha de chocolate con fuertes talladas.


— ¿Sigue mal?


Deidara no había puesto ni una sola mano dentro del lavabo desde que se acercó al moreno. Sólo veía cómo Itachi hacía todo el trabajo. Puso los brazos detrás de su nuca y metió las manos entre sus cabellos dorados mientras soltaba un suspiro.



—No ha parado de llorar, ahora está en su habitación y se niega a salir—dijo. El tono en su voz era de preocupación, y eso era bastante extraño. Deidara casi no se preocupaba por nada que no fuera Sasori. Itachi no lo conocía a fondo, pero sabía que debió ser algo realmente duro para el hermano del rubio—. Nunca lo había visto así. Y todo por culpa de tu hermano, hum.


Gaara sintió un dolor en el pecho al escuchar la mención de Sasuke, y por poco suelta una maldición. Se mordió el labio con fuerza necesaria para hacerlo sangrar, lo que menos necesitaba era que esos dos se dieran cuenta de que estaba ahí. Llevó su mano a la boca, pasándose el dedo por los labios para limpiarse el rastro de sangre.



Los pensamientos en su cabeza tenían que callar; necesitaba seguir escuchando.


—Ya intenté hablar con Sasuke— empezó a decir el Uchiha—. Lo encontré recargado sobre la puerta de...—hizo una pausa, como si el nombre del pelirrojo fuera venenoso—, de Gaara— tragó saliva discretamente, echándose el fleco para atrás—. Me gritó que Naruto había tenido la culpa y se metió a su cuarto. Traté de seguirlo, pero me cerró la puerta en la cara.



El pelirrojo expandió la mirada, mirando al piso sin mirarlo. Recordaba vagamente haber escuchado gritos fuera de su habitación antes de que Tsunade y las otras chicas tocaran a su puerta, pero realmente no le prestó atención. Su mente estaba demasiado ruidosa en ese momento, le gritaba lo miserable que era y lo llamaba idiota por confiar en alguien como Sasuke.



— ¿¡Qué!?— exclamó Deidara, indignado. Frunció el ceño, encarando a Itachi con ojos fulminantes—. Pues no sé qué tiene tu hermano en la cabeza—se cruzó de brazos. Itachi se giró hacia él, dejando de trabajar en la mancha de la camisa—. Naruto no arruinó nada. Más bien, yo creo que el único equivocado es Sasuke, por fijarse en ese idiota, hum.



No saben nada...



Itachi suspiró, encogiéndose de brazos. Volvió a meter las manos en el lavabo. La mancha al fin parecía estarse desvaneciendo.



—Lo sé—dijo con simpleza—. Le dije que sólo se metería en problemas pretendiendo a un chico así, pero nunca escucha.



No te conocen; no saben lo que eres capaz de hacer...



Gaara aferra las manos a su cabeza cuando escucha de nuevo la voz de Deidara. El dolor se hace cada vez más grande y teme dejarse llevar.


— ¡Pues qué estúpido es! (sin ofender) — gritó Deidara al moreno—. ¿Acaso es ciego? ¡Es increíble que no se dé cuenta de que Naruto es la mejor opción para él y en su lugar escoja a ese marginado, que de gracia no tiene nada, hum!


Itachi se quedó quieto, cruzado de brazos. Había terminado de limpiar la camisa y sólo veía como Deidara metía la mano entre la manga, encolerizado. A veces se preguntaba cómo era que Sasori aún seguía siendo pareja del rubio.


—Yo también hubiera preferido que eligiera a Naruto, pero al parecer no le importa—confesó el pelilargo mientras se agachaba para tomar su mochila.


Asesínalos, Gaara. Dales una lección,


Los rugidos del demonio retumbaban con una potencia extraordinaria y Gaara sentía cómo su cuerpo se iba calentado hasta los extremos, como si estuviera sumergido en agua hirviendo. Tenía el rostro descompuesto, tratando de no hacer ningún ruido mientras libraba una batalla interna para que los demonios en su interior no lo dominaran, sino...


Deidara terminó de abrocharse la camisa, tomó su corbata y su mochila, dio media vuelta y caminó a la salida, siendo seguido por Itachi.


—Pues no sé qué le vio al marginal—graznó con ponzoña—. Pero estoy seguro de que al final se dará cuenta de que ese monstruo no puede amar ni ser amado. Se dará cuenta de que está enamorado de Naruto y Gaara sólo lo tenía embrujado, hum.


No los dejes ir, asesínalos. Sabes que eso es lo que deseas, desde el fondo te tu corazón, extrañas el olor a sangre.



Itachi no dijo nada más. Cerró la puerta y dejó Gaara ahí, retorciéndose por las insoportables punzadas en el cráneo.


¡Mátalos, Gaara! No los dejes ir, no dejes que la oportunidad pase— le grita en el oído seguido de un rugido—. Déjate llevar y abre las puertas, como aquella vez. Nos encargaremos de ellos...

 


Y todo se le juntaba en la cabeza, como una masa de odio del tamaño del mundo. El deseo por matar crecía con una velocidad increíble. Quería destruir a Deidara; verlo retorcerse de dolor mientras Shukaku lo atravesaba con sus garras. ¡Que él e Itachi se tragaran todo lo que dijeron! Que se dieran cuenta de que el único culpable fue el idiota de Sasuke. Él fue quien lo hizo caer, quien lo enamoró para luego destruirlo y dejarlo con un niño en el vientre. Lo sumió en una agonía que lo hacía desear estar muerto...


Pero no. No cedería ante los caprichos del demonio así porque sí, aunque tuviera muchas ganas de hacerlo, no volvería a mancharse las manos de nuevo.



— ¡Cállate!—gritó a todo volumen, con el rostro cubierto por la ira y el cuerpo temblándole por la desesperación—. ¡Mierda, cierra la maldita boca!



Pero el demonio no calló, y ese dolor más el daño físico que el mismo pelirrojo se estaba causando, terminó con él y lo hizo caer estampado contra el suelo, dentro del cubículo, hundiéndolo en sueños llenos de sangre donde las imágenes reprimidas volvían a salir a flote.

 



 



Corría tan rápido como sus pies le permitían, sin importarle cuánta gente empujara en el camino ni las veces que estaba a punto de estrellarse la cara contra el piso. Había escuchado varias veces su nombre, quizá había sido Suigetsu o algún maestro llamándole la atención por correr en los pasillos, sin embargo no se molestó en mirar hacia atrás. Estaba ansioso y el corazón le latía tan rápido, golpeándole el pecho como si quisiera romperlo. Cómo odiaba haberse despegado de la habitación del pelirrojo en primer lugar, pero su hermano había llegado a interrogarlo horas después y realmente no tenía ganas ni para él. Se encerró en su cuarto y sin querer se quedó dormido. Desgraciadamente, el día siguiente tenía examen, así que tuvo que asistir a clases.


También trató al final del día, pero Gaara no estaba —o eso creía, no se escuchaba ningún ruido a través de la puerta—. Habían pasado dos días desde entonces, y Sasuke maldecía con todas sus fuerzas el hecho de tener que ponerse al corriente con las clases por la maldita competencia de natación. De no ser por eso, podría jurar que no se hubiera despegado ni un solo momento de la puerta del taheño.


Pero esta vez no sería igual. Aprovechando que era viernes, tenía la tarde libre y no desperdiciaría la oportunidad de hablar con Gaara. A saber cómo, pero tenía que arreglar las cosas con él.


Por otro lado, y siendo sincero, lo de Naruto era lo de menos. Había escuchado de Kiba que el rubio no quería salir de su habitación, y por los gemidos que se colaban por debajo de la puerta era seguro que no paraba de llorar. El castaño se había acercado a él preguntándole si sabía algo, Sasuke sólo se encogió de hombros, se colgó la mochila al hombro y salió del salón. En otra ocasión, Hinata le había preguntado lo mismo, ella se paró frente a él impidiéndole la entrada a la clase de matemáticas y le exigió de manera amable que le dijera lo que le pasaba a Naruto, ya que ella era muy tímida para ir por sí misma a preguntarle. La chica era tan insistente que terminó desesperando al moreno y éste le gritó la verdad; que el rubio nunca estuvo ni estará interesado en ella, que se dejara de hacer ilusiones.


Al final la peli azul se hizo a un lado, se disculpó y se fue corriendo.


Y es que la verdad aún seguía molesto con el rubio y también consigo mismo. En primera Naruto no lo tuvo que haberlo besado después del rechazo y él no debió corresponder. Realmente no tenía idea de querer salvar su amistad con Naruto o no, eso quizá lo decidiría después; no quería ir a verlo llorar, y ahora lo único que le importaba era ver a Gaara. Tal vez después, cuando Deidara haya logrado que Naruto pare de llorar, pase a verlo.



El moreno aumentó la velocidad cuando llegó al pasillo de su habitación. Una fina capa de sudor cubría su frente y el latir de su corazón era cada vez más tortuoso. En su mente, intentaba pensar en qué le diría al pelirrojo cuando lo tuviera enfrente, tenía qué recuperarlo y no podía decir nada que le echara a perder la oportunidad. No negaba que le había dolido lo que le dijo el pelirrojo la última vez, y quería hacerlo cambiar de opinión, demostrarle de que él nunca lo vio como un juguete ni mucho menos como una puta, que nunca podría llegar a odiarlo aunque se lo propusiera; eso lo supo desde el primer momento en que lo vio...


Detuvo su andar y el nudo en el estómago se le hizo más fuerte cuando llegó y vio la puerta de Gaara entreabierta. Tragó saliva con pesadez, aspiró una gran bocanada de aire, como si quisiera robarse todo el oxígeno del mundo. Sujetó la correa de su mochila y se la acomodó mejor en el hombro mientras caminaba a pasos lentos hasta quedar frente a la puerta.


Dio tres toques con sus nudillos, las piernas le temblaban como gelatina.


Esperó uno, dos, tres... Diez segundos y el pelirrojo nunca apareció. Se mordió el labio inferior mientras jugaba con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón. ¡Diablos! ¿Por qué su actitud era tan diferente cuando se trataba de Gaara?



No perdió más tiempo, la verdad es que estaba impacientado por verlo. Empujó la puerta ignorando la parte suya que decía que no lo hiciera. Dio un pequeño vistazo dentro de la habitación, pero no había señales del pelirrojo, así que atravesó el umbral.


Era obvio que Gaara no estaba, el baño también estaba solo. Puede que no le hubiera prestado mucha atención, pero Sasuke está seguro de que la habitación de Gaara era ordenara, en cambio ahora las colchas están hechas bolita en la esquina de la cama, hay cosas tiradas por doquier y la puerta la había dejado abierta. Caminó a través del cuarto, viendo de un lado para otro: la silueta de Gaara dibujada en el colchón, el montón de libros regados por todas partes y la pijama del pelirrojo que yacía a lado de sus pies. Se inclinó para recogerla, tomó el pantalón y a lado de éste vio un pequeño libro que reconoció al instante.


Abrió los ojos de par en par. Ese era el pequeño librito color chocolate que le devolvió a Gaara la primera vez que le habló. Lo había encontrado frente a sus pies cuando salió de clases, luego vio al pelirrojo a unos metros buscándolo desesperado entre el mar humano que lo pateaba y pisaba. Se lo dio sin haberlo abierto.


Dejó la pijama en la cama y recogió el libro. Lo tomó entre ambas manos, acariciando la portada suavemente. Lo abrió con los nervios comiéndole hasta los huesos. Y es que no hay que negar que siempre hubiera sentido curiosidad por saber qué era lo que tenía ese libro.



Las páginas ya estaban muy desgastadas, tenían tonos amarillentos y las esquinas rotas. En la primera, Sasuke vio un dibujo mal hecho a lápiz de un pequeño osito, quizá de peluche. Y a la esquina inferior derecha estaba escrito con letra infantil el nombre del dueño:


Sabaku no Gaara…



El moreno tragó saliva mientras su dedo jugaba con la esquina superior de la página. Estaba a punto de invadir la privacidad del pelirrojo — ¿que no lo hizo desde el momento en que entró a su habitación sin permiso?— y no podía detenerse. Se sentía atraído como un imán a saber más sobre Gaara; las cosas que no le dijo, secretos de él o a ver qué se encontraba. Y, pese a estar consciente de que lo que hacía estaba mal, cambió de página a la primera hoja llena de texto.



Sus ojos comenzaron a vagar por las palabras, las líneas, los párrafos escritos. Apretó el libro con los dedos de sus manos mientras se enfrascaba más en él, como si hubiera entrado a otra dimensión; el pasado de Gaara...

 

 

 

 


"10 de Marzo del 2003



Aún me duele en mi cuello. Siento que algo que quema y me rasco para que se vaya pero no pasa nada. El dolor sigue ahí. No quería hacerlo, pero las lágrimas empezaron a salir de mis ojos y Yashamaru me escuchó. Me dio una pomada para el dolor y me dijo que dejara de llorar, me sonrió y estuvo un rato conmigo leyéndome un libro de Historia. Yo encontraba fascinante lo que decía, y por un momento sentí que el dolor menguaba. Pero me equivoqué, porque nada más se fue y subió la intensidad.


Es como si me quemaran por dentro.


Me quedé en mi cuarto y te vi. Yashamaru te había traído para mí, dijo que te llamabas "diario" y en ti podía escribir lo que yo quisiera, como me sentía y demás. Empecé a escribirte y al parecer el ardor volvió a disminuir. Espero que no venga de nuevo, tengo mucho miedo. Siento como si esto fuera a matarme o algo.



No quiero que mamá vuelva a hacerme esto. Ella simplemente me abrió la boca e hizo que me tragara ese líquido negro mientras decía esas cosas que yo nunca entiendo. No quería tragarlo, pero me obligó y sentí como si estuviera metido en agua hirviendo. Luego el dolor se concentró sólo en mi cuello, se alojó ahí y ahora no sé cómo deshacerme de él.



Me duele, me duele, quiero que se vaya de mí. Creo que iré a pedirle a Yashamaru más medicina.

 

 



~


Gaara viene de Sunagakure. No es un lugar muy conocido primordialmente porque se encuentra en medio del desierto. El ambiente allá da la sensación de estar en alguno de los países bajos de Europa: calles lúgubres, ambiente tétrico y días grises —excepto cuando llegaban las tormentas de arena—.



Muchos oriundos venían a visitar a Sabaku no Karura, la madre de Gaara, cada que sentían que algo ajeno a ellos estaba alojado en su cuerpo. Decían que estaban malditos; nada más alejado de la realidad. La madre del pelirrojo era una sacerdotisa con mucho talento, ella limpiaba a la gente de toda impureza, mal o maldición. Pero había algo muy inusual en su modo de trabajar.



Afuera la tormenta de arena era cada vez más intensa, las persianas de la habitación se movían de un lado a otro como si adentro los atacara un torbellino feroz. Un pequeño de seis años aferraba un oso de peluche a su pecho con fuerza, escondido bajo una mesa de madera. Miraba a su madre desde lejos, ella le daba la espalda diciendo cosas extrañas y haciendo algo que el pelirrojo no lograba ver.


Escuchaba balbuceos, jadeos, gemidos llenos de aflicción de la persona que estaba frente a su madre y sentía tanto miedo que temía hacerse pipi en los pantalones. Karura obligó a la chica frente a ella abrir la boca hasta que un líquido negro comenzó a salir por ahí. Ella lo dejó caer sobre un recipiente de madera y luego encaró a su hijo de golpe; sus ojos fijos en el menor ordenándole que se acercara sin decirle una sola palabra.



Gaara dejó el oso a un lado y se acercó lentamente. Apenas estuvo a centímetros de llegar cuando su madre lo tomó del brazo y de abrió la boca con violencia, hablando en otra lengua.


El liquidó entró en él, tan ardiente como las llamas de un volcán que pretende destruirlo todo...



Notas finales:

Bien, lo sé, le plaguié a la Maldicón xD jajaja, está rara toda esta cosa xD

No puedo creer que hice de mi Dei un maldito TTnTT

¡Espero que les haya gustado y gracias por leer!

¡Sayo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).