TE ENTIENDO
Lo recordaba como si hubiera pasado el día anterior, aunque de hecho en ese momento fue hace un año. Sasuke me dejaba tirado en el suelo, perdonándome la vida, y entraba dentro de un bosque oscuro del que seguramente no saldría jamás. Quería levantarme más que cualquier cosa, cogerlo por el brazo y gritarle que se quedara, que yo le daría el amor que no podía darle su difunta familia, pero mi cuerpo tendido en el suelo no respondía. Y antes de marcharse del todo, él se giraba hacia mí, contemplando su ya pasado.
Hacía un año que entrenaba con Jiraya y me era imposible no girarme al escuchar cualquier ruido. El viejo estaba seguro que era porqué estaba alerta por los peligros, y se sentía completamente orgulloso de mí. La verdad era que tenía la esperanza de que salieras algún día de entre los matorrales, aunque fuera con esa mirada cargada de odio que poseías la última vez que nos vimos. Mi hobby había empezado a ser extraño: observaba los mapas continuamente, imaginándome que estarías en cualquier lugar cerca de mí, entrenando sin camiseta y con el cuerpo sudoroso. Que quizás cuando nos encontráramos podría decirte que me sentí atraído hacia ti, que por eso te amenacé con romperte los brazos y las piernas para traerte de vuelta, porqué en el fondo prefería a un Sasuke inválido a no tener Sasuke.
Al año siguiente de entrenamiento empecé a perder las esperanzas de encontrarte. Seguía latiéndome fuerte el corazón cada vez que escuchaba pasos acercándose a mí, pero dejé de girarme como un estúpido buscando algo que no estaba. Fue realmente una sorpresa encontrarte bañándose en un lago cercano, limpiando tu cuerpo de los sudores por el entrenamiento.
-Sasuke… - susurré nada más verte. Me observaste fríamente, pero pude ver un brillo enigmático en tu mirada. Saliste del agua y te pusiste una toalla en la cintura. Mi rostro sonrojado me dejaba en evidencia.
-Hola, Naruto. – saludaste. No sabías como actuaría y tus armas estaban lejos de tu posición. Seguramente pensaste en meterme dentro del mundo del sharingan si me acercaba demasiado a ti. A sabiendas de que empezaríamos una pelea si me pasaba de listo, levanté las manos mostrándote que mi intención no era dañarte. Como si fueras un animalito del bosque, te relajaste.
Tu cuerpo había crecido, pero tu níveo pecho seguía igual de hermoso que siempre. El cabello, un poco más largo, se te pegaba al rostro. Tu cadera hizo un movimiento, apoyando el peso del cuerpo en una sola pierna, esperando a mi reacción.
-Te ves bien… - susurré con una sonrisa y un pequeño sonrojo. ¡No, no, no! Tenía tantas cosas que decirte… Te amo, te he amado siempre, vuelve conmigo a casa, Sasuke, necesito despertar cada mañana contigo a mí lado y asegurarme que estás bien. Tenías unas cuantas cicatrices en tu cuerpo que me oprimieron el pecho. Me imaginé a esa serpiente asquerosa imponiéndote castigos demasiado duros para tu delicadeza.
El cielo se había oscurecido y estaba a punto de llover, tal y como la vez que nos separamos. ¿Podría ganar tu corazón ahora? Sentí demasiada presión y eché a correr. Creo que fue el peor momento de mi vida, la peor decisión que tomé. Te dejé extrañado, observándome sin decir nada. Lo siento.
Tuvieron que pasar dos años más hasta que nos volviéramos que encontrar. El cielo de nuevo marcaba nuestro destino: una tarde gris a punto de llover. Esta vez se nos había encargado la misión de ir a recoger un pergamino ninja en un templo perdido en el desierto. Sakura, Sai y Kakashi se habían adelantado, corriendo a toda prisa para conseguir el rollo antes que los posibles enemigos. Había un pasillo lleno de puertas y todas ellas estaban abiertas, por lo que mis compañeros pensaron que alguien habría estado buscando allí.
Cuando me quedé completamente solo, vi unos ojos que me observaban a través de la oscuridad de la sala que tenía delante. Era tu mirada.
Lo sentí, sentí que en ese momento acabaría todo.
-Sasuke. – dije, calmadamente. Saliste de entre las sombras y comprobé que tu cuerpo había cambiado de nuevo. Más alto, más fuerte, más hermoso. Vestías con las mismas prendas que llevó Orochimaru en nuestro combate y sentí un poco de repulsión hacia eso, pero no dejé que se me notara. Tenías otra vida, sí, pero no te dejaría marchar de nuevo.
-Quiero… - susurré.
-¿Quieres? – Sasuke esperaba pacientemente a mí respuesta. Rápidamente salté encima de él y le agarré por los hombros. Me observó con sorpresa y activó su sharingan. Incluso me puso su espada en el cuello, esperando matarme si me atrevía a atacarle. Yo por fin le dejé escuchar mis sentimientos. Casi parecía una canción.
-Quiero olvidarlo todo y empezar de nuevo. – pedí. – Sasuke, ven conmigo, por favor, te necesito. Huyamos juntos…
-¡Naruto, no digas tonterías! – su rostro parecía asustado y tenía un leve sonrojo en las mejillas. Aun así le apreté más los hombros con mis manos y dejé que viera mi mirada completamente seria, cargada de decisión.
-No tengo demasiado dinero, pero tengo estos sentimientos por ti que no borraré jamás. – exclamé. El cuerpo del moreno se tensó más y me observó con más miedo todavía, pero yo no le dejaría hablar hasta que terminara mi frase. – Por favor, Sasuke, ¡Dame una oportunidad!
Se exaltó.
-¿¡Una oportunidad para qué!? ¿¡Te has vuelto loco!?
Besé sus labios para acallarle y aunque al principio se resistió, acabó correspondiéndome lentamente al beso. Nuestras lenguas jugaban y yo aproveché para bajar mis manos hasta su cintura, atrayéndole hacia mí a la fuerza. Cuando cortamos el beso, observé su hermoso y sorprendido rostro, sonrojado y con rastros de saliva en los labios.
Todos habían intentado utilizarle, todos habían estado a su lado por algún motivo. Desde el Hokage, que sólo le controlaba por una promesa a su hermano y por tener controlado al último peligroso Uchiha, a Orochimaru, quién sólo ansiaba su cuerpo y usarle para una venganza contra Akatsuki. Sakura le amaba por su apariencia e incluso el perfecto Kakashi le trataba bien sólo porqué le recordaba a sí mismo de joven…
Yo era el único que no sacaría provecho de él, que no ganaba nada estando a su lado. Al principio sólo quise reconocimiento, pero eso se había ido volviendo una obsesión que provocaba que me despertara a medianoche con una erección entre las piernas. Comprendía perfectamente a Sasuke aunque éste lo quisiera negar: Habíamos estado los dos solos desde niños y habíamos aprendido juntos que no podíamos tener esperanzas de tener de nuevo una familia con nosotros. Yo imaginaba a Iruka, contándome que él había asesinado a sangre fría a mis padres. Seguramente hubiera enloquecido como Sasuke y hubiera deseado una venganza. Era por eso que yo le entendía perfectamente: yo no sacaba ningún beneficio de él y era el único que podía acercarse a su corazón.
Los ojos de Sasuke me observaban angustiados. Esperaba la respuesta a su pregunta: “¿Una oportunidad para qué?”. Mis labios se movieron solos, liberando mis pensamientos.
-Para poder demostrar que nadie más te cuida y que sólo yo te entiendo.