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S.E.X. por Steel Mermaid

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Notas del capitulo:

Advertencias: Lemon tiernamente explícito (?).

E: is for the Ecstasy

—Qué mejor bienvenida que ésta—Le susurró al oído, habiéndose acomodado sobre su cuerpo. Su voz sonó cálida y sensual, lenta, como el desliz de una serpiente. Le besó el cuello en ese punto exacto donde Hiroki se retorcía bajo su tacto. Sonrió de medio lado, lo tomó de ambas manos y lo obligó a sentarse sobre la cama—. Hiro-san, mírame—El mayor negó con la cabeza—Por favor…—Insistió, y Hiroki hizo lo propio con su gesto.

Nowaki acabó resignándose. Le tomó el rostro con ambas manos y lo besó furiosamente, devorándole la boca. Hiroki había sido demasiado lento como para alcanzar a negarse y dejó que la lengua de Nowaki invadiera toda su cavidad, liberando una batalla cuerpo a cuerpo entre ambas bocas. Gimoteó contra sus labios, Nowaki mordió el inferior ajeno.

Se separaron por un momento. Nowaki aprovechó la separación para desabrocharse la camisa, pero se detuvo a medio camino. Miró a Hiroki, éste con su propio problema frente a tal imagen y con una erección que ya dolía.

—Hiro-san, quítame la camisa.

—¡¿Qué demonios dices?! —Gritó escandalizado y bastante sorprendido.

—Que quiero que me desvistas tú—respondió con total serenidad.

Hiroki se sonrojó por acto-reflejo, pero acabó aceptando la propuesta. Se acercó a Nowaki, quien estaba arrodillado sobre la cama, y le desabrochó la camisa por completo, retirándola luego. Maldita sea esa belleza tan explícita y esos relieves. Se mordió el labio con total disimulo, casi sin poder resistirse a la idea de acabar frente a tan benevolente cuadro. Nowaki lo tomó por la cintura y volvió a besarlo, ahora siendo él quien mordisqueara esa boca.

—Continúa—le pidió, con esa voz tan aterciopelada.

Bufó, pero ya no podía seguir negándose a sí mismo. Primero lo primero. Desabrochó el pantalón de Nowaki quien tomó su mano con un movimiento gatuno y la dirigió a su entrepierna. Tanteó la hombría de su novio por sobre la tela de bóxer para luego frotarla con un movimiento lento e intenso por la oscilación de sus caderas. Perdió completamente la noción del tiempo y del espacio y fue él mismo quien se dedicó a acariciarlo, así que Nowaki prefirió tocar otras cosas.

Cuando esos dedos largos tomaron su erección y comenzaron a frotarla, ya poco y nada fue lo que quedó de cordura. Necesitaba cuanto antes ese tacto en ese lugar luego de que Nowaki interrumpiera su sesión de relajación. Coló su mano por debajo de la tela del bóxer del menor y lo estimuló tal y como lo hacía con él. Hiroki acabó primero.

Nowaki, viendo la cara de total satisfacción en los detalles del rostro de su novio, y escuchando el gemido fulminante saliendo de su boca, volvió a tomar esa mano intrusa para imponer de nuevo el mismo ritmo. Echó su cabeza hacia atrás, suspirando suavemente. Hiroki nunca lo admitiría, pero adoraba escuchar su apodo en esa voz tan vulnerable y masculina. Intensificó el ritmo por su propia cuenta hasta que Nowaki se vino en su mano.

Se miraron, uno sonrió y el otro frunció el ceño, avergonzado. Intentaron normalizar un poco su respiración.

—Hiro-san…

—¿Qué…?—Unos labios hambrientos lo interrumpieron. Su voz, con ese tono irritado, se apagó de un momento a otro y las palabras sobraron. Cerró los ojos disfrutando del beso, de esa fuerza y de cómo Nowaki era capaz de manejarlo con sólo sus labios. Las manos del médico se situaron sobre su cintura, con total posesión. Acariciaron su espalda, sus hombros, su cabello. Volvieron a descender osadamente y tocaron sus muslos.

Hiroki echó sus brazos al cuello de Nowaki. Tironeó las hebras azuladas entre sus dedos haciendo que el menor soltara un gruñido excitantemente varonil, pero que murió ahogado en la boca del mayor. Por sus torsos lo suficientemente próximos, sus caderas se rozaron. Ninguno de los dos se negó a su propia necesidad. Nowaki sujetó a su pareja por las caderas, frotándose insistentemente contra él, despertándolo de nuevo.

Soltó la boca ajena, escuchando inmediatamente un gemido proveniente del dueño de ella y descendió por el cuello ya lo suficientemente sensibilizado. Hiroki gimoteaba sin parar contra la oreja de Nowaki, apoyándose en su hombro y sosteniéndose de su cabello como si éste fuera a brindarle algún tipo de salvación. Nowaki, con sus besos y ese contacto tan obsceno, lo estaba quemando vivo.

Y no le importó quemarse mientras fuera con él. Quería sentirse vivo por ese fuego. Gimió su nombre, como ya tantas otras veces lo hizo durante esa noche. Desgarraría su garganta con tal de gritarlo.

La velocidad de las caderas del menor fue más lenta pero más intensa. El roce de sus miembros pronto exigió más que un roce. La unión concreta de sus cuerpos, de las almas suplicando la entrega máxima a la otra.

—Nowaki…—gimoteó Hiroki, aun sosteniéndose del pelo negro. Las rodillas le temblaban y el calor en su bajo vientre se le hacía insoportable, doloroso, grotescamente deleitoso.

—Hiro-san…—le respondió mordisqueándole el hombro, dejando su huella en su piel como sólo él sabía hacerlo. Volvió a subir por la curva de su cuello, acariciándolo con su aliento.

La respiración de Hiroki se aceleró considerablemente, lo que le dijo a Nowaki que ya estaba a punto, otra vez. Un par de movimientos más, unos roces lentos de cadera contra cadera y el calor, la desesperación y la necesidad sucumbieron en un líquido pegajoso uniéndolos, entremezclándose una esencia con otra.

Nowaki sonrió y, entre ese entretiempo, aprovechó de desvestirse completamente, haciendo con Hiroki exactamente lo mismo. Ahora ambos, sin tapujos ni objeciones, volvieron a besarse. Las lenguas se tocaron de inmediato, ellos sin mirarse, como adivinando cada forma entre la oscuridad que ya poco y nada le quedaba de existencia. Luego vino la locura total, la bien conocida huida de la cordura. Nowaki se inclinó sobre Hiroki sin dejar de besarlo, de saborear su boca y de sentir la humedad de su saliva. Tomó lugar entre sus piernas, lo saboreó desde el pecho hasta entrometerse en la cara interna de sus muslos. Lo miró, lo amó, le habló dulcemente mientras el ceño de su novio no podía estar más fruncido y sus mejillas más coloradas. Le pidió que lo mirara, ahora no se le negó. Lo dilató, escuchó sus quejas con total deleite, besó su boca otra vez y le susurró al oído qué tan especial era, cuánto lo quería.

—Dime que me amas, Hiro-san…—Le suplicó. Sus dedos invadiendo el cuerpo de su novio, su mano acariciando su muslo una y mil veces.

—Te amo, Nowaki…—Le dijo entre jadeos. Las palabras fueron seguidas por continuos gemidos mientras la espalda se arqueaba y los ojos se cerraban.

Y entonces ya ninguno pudo esperar más. Nowaki retiró sus dedos y se sumergió entre las piernas de Hiroki, quien gimió fuertemente al sentir esa nueva y definitiva invasión y esa carga tan hermosa entre sus muslos. Se movió con delicadeza primero, con una latente necesidad después y el deseo inamovible de mirar esas facciones deformadas por el placer. Hundió su cara en la curva del cuello de Hiroki, quien enredó sus piernas en la cintura de Nowaki, queriendo sentirlo cada vez más, inseparable, profundamente hasta alcanzar todo de él. Adueñarse hasta de su alma, ser el único objeto de sus amores, su más grande orgullo.

Nowaki volvió a mirar a Hiroki, encontrándose de lleno con su mirada y su aliento contra su cara. Sonrió satisfecho, lo besó otra vez, feliz con la idea de ahogar sus gemidos. Sus caderas continuaron moviéndose a un ritmo fijo, deslizante, resbaladizo. De pronto sus bocas se alejaron y Hiroki necesitó soltar el nombre de su novio en un gemido estridente contra su oído. Se abrazó a su espalda enterrándole las uñas y arrastrando sus dedos a lo largo de ésta.

Ya no quedó nada de Hiroki ni de Nowaki, sino de ambos como uno solo, un alma en dos cuerpos distintos.

Rodaron sobre la cama, ahora el mayor sobre el menor. Cuánta inspiración había en sus miradas, el deseo de retratar lo que era invisible a los ojos, de escribir lo que no se puede explicar con palabras, inservibles sobre esa cama. Hiroki quiso controlar la situación y Nowaki lo dejó con gusto, entusiasmado con la idea de que su novio se desenvolviera tanto en una situación como esa. Les pareció ésta la obra definitiva de alguna clase de pieza, como si todo lo anterior hubiera sido un mero ensayo. Qué bonito era como todo encajaba, y para ambos, hacer el amor no era otra cosa distinta a la comunión, la comprensión más íntima y más hermosa de todas. Cada eco correspondía a su receptor, cada movimiento producía una réplica y esa réplica se convertía en un pensamiento inmediatamente correspondido. Tal para cual. Queda corto decirlo así.

Porque se aman. Se lo gritan cuando se miran y la imagen se distorsiona por las estocadas de Nowaki contra Hiroki, quien ahora sólo se deja hacer. Se deja arrastrar hasta la pared, se deja girar e inclinar ligeramente, se deja invadir otra vez. Nowaki lo abraza fuertemente contra su pecho, intenta mirarlo, los ojos se encuentran como las bocas están próximas a hacerlo. Se separan luego con los suspiros acumulados en la garganta. Nowaki deja pasar su respiración a través de sus dientes rechinando, como si gritara orgullosamente que quien domina ahora es él.

Los movimientos se vuelven más violentos. Hiroki sólo gime más fuerte, soltando todo tipo de incoherencias y sin avergonzarse. Las piernas le flaquean, arquea violentamente la espalda y Nowaki lo sujeta de los hombros para moverse con mayor propiedad. Choque, choque, choque. El incesante sonido de sus caderas chocando y los gemidos del mayor que intentan cubrir de erotismo lo que es deliciosamente obsceno. Nowaki sonríe de nuevo, echa la cabeza hacia atrás y vuelve a sujetar la cintura de Hiroki, obligándolo a arquearse más.

Se inclina sobre él, lame su oreja, le susurra dulcemente al oído todo lo que piensa. Uno de sus brazos rodea por completo su cuerpo y la otra sube hasta los labios del mayor, introduciendo dos de sus dedos en su boca, presionando la lengua. Siente en las articulaciones de sus dedos los dientes enterrándose en su piel, filosos, suaves. Arrastra la mano por su cuello y la hace descender cada vez más hasta su sexo en ascenso. Hiroki suelta un gemido de sorpresa e inclina la cabeza hacia abajo. Nowaki sonríe y vuelve a erguirse, disfrutando ahora de tocar hasta su último rincón. Al mismo ritmo de sus estocadas, su mano se mueve alrededor del miembro de su novio, quien no puede hacer otra cosa más que jadear su nombre y dejarse envolver por ese calor asfixiante.

Nowaki lo abraza con más fuerza y lo lleva de vuelta a la cama, poniéndolo a gatas. A Hiroki, los brazos le tiemblan y se deja caer, pero el menor lo ayuda a recuperar un poco de su dignidad y lo pone de rodillas. Se vuelven a besar, Hiroki apoya su cabeza en el hombro de Nowaki, abrazándolo hacia atrás.

Y entonces, juntos, llegan a la cúspide de lo que resulta ser la más sublime expresión del deseo, de la pasión y del amor mismo. Nowaki dentro de Hiroki, quien hace lo propio en la mano de su novio. La desesperación y la necesidad de tenerse se juntan y explota pegajosamente, mezclándose.

Ya no tienen mucho que decir porque está todo dicho. La pieza terminó.

Notas finales:

¿No estuvo tan vulgar, verdad? ;-; Espero les haya gustado. la próxima parte será la última del ThreeShot.

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