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SD2: Are You Ready For This? por Khira

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Are you ready for this?

 

Por Khira

 

Capítulo 15. Problemas de memoria

 

Aquella tarde, al día siguiente del festival, en Shohoku todos se extrañaron mucho por la ausencia de Rukawa en el entrenamiento, pero supusieron que estaría enfermo, y aunque era la primera vez que faltaba, no le dieron más importancia. Hasta que pasaron tres días y el número 11 no había dado señales de vida. Ese día Sakuragi estaba presente en el entrenamiento porque por fin le habían reducido las sesiones a tres veces por semana en lugar de seis, y Haruko le había convencido para asistir. La práctica debería haber empezado ya pero Ayako estaba discutiendo con Ryota sobre si deberían llamar a casa de Rukawa; Sakuragi escuchaba en silencio sin entender por qué cada dos por tres miraba hacia la puerta esperando verlo aparecer, y Mitsui parecía nervioso por algún motivo. Entonces entró el entrenador Anzai y escuchó lo que hablaban.

 

—No os preocupéis chicos —dijo después de saludar—; Rukawa me llamó ayer para disculparse de su ausencia en los entrenamientos. Tiene gripe.

 

Se escucharon varios suspiros de alivio.

 

—Empezábamos a pensar que le había pasado algo grave... —dijo Ayako.

 

El entrenamiento empezó sin más demora, y fue bastante duro. Desde que habían perdido el amistoso contra Shoyo, Miyagi era aún más inflexible, tanto que empezaba a parecerse a Akagi. Mientras Anzai se sentó junto a Sakuragi.

 

—Me alegro de verte por aquí, muchacho. ¿Que tal la rehabilitación? —preguntó.

 

—Muy bien, viejo —respondió el pelirrojo, pero sin mucho entusiasmo—. Por fin me han reducido las sesiones. Ahora sólo tengo que ir tres veces por semana.

 

—Eso es buena señal, ¿no?

 

—Supongo...

 

—Anímate, Sakuragi —le pidió el anciano, que notaba perfectamente que Sakuragi estaba al borde de una depresión—. Pronto estarás de vuelta.

 

—Eso espero...

 

Pero a Sakuragi le era muy difícil animarse allí sentado, viendo practicar a sus compañeros y saber que no podía imitarles. Cuando el entrenamiento terminó Anzai se marchó y él se quedó un ratito más, pues no tenía prisa por llegar a casa, sabiendo que como cada día la encontraría vacía. A veces su madre regresaba tan tarde del trabajo que él ya estaba en la cama...

 

Se acercó al grupito formado por Mitsui y Ryota. Todos los demás se fueron a las duchas. Ryota estaba riñendo a Mitsui porque según él había estado muy desconcentrado durante todo el entrenamiento.

 

—Ya cállate, Miyagi —le soltó el escolta. Y antes de que Ryota pudiera replicar enfadadísimo, añadió—: Rukawa no tiene gripe...

 

—¿Cómo que no? —preguntó Ryota, sorprendido. A su lado, el pelirrojo empezó a escuchar con más atención.

 

—Ayer por la noche me encontré con Tetsuo... no sé si os acordáis de él...

 

—Cómo olvidarlo... —murmuró Hanamichi. Aunque la última vez que le vio estaban luchando en el mismo bando, el tipo no le caía nada bien.

 

—Pues... me contó que anteayer se enteró de que Ryu y tres chicos más atacaron a un miembro del equipo hace cinco días...

 

Ryota y Sakuragi se alteraron, especialmente el segundo.

 

—¿A Rukawa? —preguntó Miyagi.

 

—¿A quién si no? Todos los demás miembros del equipo estábamos aquí hace un momento —dijo Mitsui.

 

—¿Y qué pasó?

 

—No lo sé... Tetsuo vio a Ryu, y estaba muy machacado... pero quizás Rukawa está igual. O peor. Eran cuatro contra uno...

 

—Pero si ha llamado al entrenador es que está bien —concluyó rápidamente Ryota—. ¿Pero por qué le habrá mentido?

 

—¿A ti que te parece? —preguntó Mitsui—. Le prometimos al entrenador no volver a pelear...

 

—Sí, supongo que habrá sido por eso...

 

Mitsui miró al suelo, seguía pareciendo muy nervioso. Su capitán adivinó el motivo.

 

—No fue culpa tuya que atacaran a Rukawa, Mitsui —intentó tranquilizarle.

 

—Sí que lo es —replicó—. Por mi culpa Ryu y la que ahora es su banda se la tienen jurada al equipo. Nunca nos dejarán en paz...

 

—Claro que lo harán. Les obligaremos si hace falta. ¿A que sí, Hanamichi?

 

Por supuesto que sí.

 

Tanto Mitsui como Ryota dieron un respingo y contemplaron sorprendidos al pelirrojo. La voz de Sakuragi había sonado tan dura, tan llena de rencor, que parecía que no era él el que había hablado.

 

«Para que luego digas que no te importa lo que le pase a ese ‘zorro apestoso’...», pensó Ryota mirando la expresión furiosa de su amigo.

 

xXx

 

Ya era de noche cuando salieron del gimnasio. Ryota se marchó con Ayako y Sakuragi acompañó un trozo a Haruko, hasta que esta le insistió que no hacía falta que llegara hasta la puerta de su casa. Se despidieron en una esquina y la muchacha siguió sola su camino. Despistada como ella sola, giró una esquina mirando al suelo perdida en sus pensamientos, y chocó contra alguien que no estuvo a tiempo de esquivarla. Ese alguien tuvo que sujetarla de los hombros para que no cayera al suelo de espaldas por el impacto.

 

Haruko ahogó un grito del susto, pero se calmó enseguida al ver contra quien había chocado.

 

—Yohei... —murmuró sin disimular la alegría que le producía aquel encuentro. Hacía muchos días que Yohei no acudía como espectador a los entrenamientos.

 

—Ho-hola Haruko... —tartamudeó el muchacho.

 

Y después de saludarse los dos jóvenes se quedaron inmóviles y en silencio durante unos instantes, pues no sabían que más decirse, cuando en realidad había mucho por hablar. De pronto Yohei se dio cuenta que seguía sujetando a Haruko de los hombros, manteniéndola bastante cerca de él, lo que provocó que se ruborizara intensamente y la soltara algo bruscamente. Haruko sí se dio cuenta perfectamente de ese sonrojo.

 

—Ah... esto... Haruko... ¿qué haces por aquí a estas horas...?

 

—Vengo del entrenamiento... y vivo por aquí. —Yohei se sonrojó aún más por lo estúpido de su pregunta—. ¿Y tú?

 

—Ookusu también vive por aquí... e iba a hacerle una visita. Quiero pedirle sus apuntes de informática —explicó el moreno.

 

—¿Informática? —se sorprendió un poco la chica.

 

—Aunque no lo parezca, Ookusu es muy bueno en eso. Es como una especie de hacker —bromeó.

 

—No lo decía por eso. ¿Sakuragi y tú no sois de letras?

 

—¡Ah! Sí, pero en mi casa han comprado un ordenador y me gustaría saber al menos como se enciende...

 

Haruko sonrió por la broma y Yohei prefirió no decirle que había hablado muy en serio.

 

Se quedaron de nuevo un momento en silencio, algo cohibidos. Yohei intuía que Haruko esperaba que dijera algo... Ojalá pudiera decírselo, pero no podía... No mientras Sakuragi no la olvidara, o al menos hasta que contara con su aprobación para declararse...

 

Haruko, al ver que Yohei no parecía dispuesto a dar el primer paso, decidió hacerlo ella.

 

—Esto... Yohei... —respiró profundamente, era la primera vez que hacía algo así. Bajó la mirada y la clavó en el suelo—. Los próximos partidos del Shohoku no son hasta invierno...

 

—Ya... —dijo Yohei sin comprender a donde quería llegar la chica.

 

—Lo que quiero decir es que aunque habrá entrenamiento los domingos por la mañana, por las tardes tendré libre...

 

A Yohei empezó a latirle fuertemente el corazón. ¿Haruko estaba...?

 

—Y me... me preguntaba si querrías salir algún domingo por la tarde conmigo...

 

¿... proponiéndole una cita?

 

Haruko dejó de mirar el suelo y encaró a Yohei con el rostro completamente ruborizado. Tras varios segundos así, y viendo el rostro serio de Yohei, Haruko empezó a temerse lo que iba a decirle...

 

—Lo siento Haruko... —murmuró Yohei, completamente abatido—. No puedo...

 

Los ojos azules de Haruko se empañaron, lo primero que pensó fue en escapar de allí cuanto antes, pero por suerte cayó en la cuenta de las últimas dos palabras que formaban ese rechazo.

 

—¿No puedes? —repitió en voz baja—. ¿Por qué no puedes...?

 

—Porque... —Yohei supo que no valía la pena inventar alguna excusa de la que después se arrepentiría— Hanamichi es mi amigo...

 

Y así quedaron confirmados los temores de Haruko.

 

—Lo sé, pero... seguro que él lo entenderá...

 

—No lo creo, Haruko... Y además ahora lo está pasando muy mal...

 

—Pero... —Haruko tenía mucho cariño a Sakuragi y no quería que sufriera, pero de ahí a sacrificar su propia felicidad...

 

—Lo siento...

 

—Yohei... —murmuró la chica intentando que no le temblara la voz—. ¿Yo te gusto...?

 

El muchacho la miró fijamente a los ojos.

 

—Sí.

 

Haruko sonrió levemente, aliviada.

 

—Tú a mí también, Yohei.

 

Y dio un pasito hacia él, pero el chico lo dio hacia atrás.

 

—Lo siento, Haruko. No puedo —repitió como un mantra. Se dio media vuelta y comenzó a alejarse, con el corazón destrozado.

 

—Yohei...

 

Un par de lágrimas surgieron de los ojos azules de Haruko mientras lo veía alejarse.

 

«¿Qué puedo hacer...?»

 

xXx

 

Sakuragi llegó a casa a la hora de cenar después de dar un paseo tras despedirse de Mitsui. Entró casi directamente en la cocina para pensar que hacer de cenar. Le gustaría preparar algo rico para variar y sorprender a su madre, pero no sabía el qué. Además, aunque se defendía, no era muy mañoso en la cocina.

 

Al final optó por un pastel de carne que dejó haciéndose en el horno. Luego salió al patio trasero, y como había tomado por costumbre, empezó a fumar.

 

No quería admitirlo, pero no podía evitar preocuparse por lo que le hubiera sucedido a Rukawa. Que hubiera llamado al entrenador Anzai no significaba que estuviera bien, el viejo ya estaba muy mayor y quizás había perdido algo de oído. ¿Y si había llamado otra persona haciéndose pasar por el zorro? Quizás este ya estaba muerto y enterrado y ellos pensando que estaba en casa perfectamente.

 

¿Pero como saber si estaba bien o no?

 

Había dos maneras muy sencillas: llamarle por teléfono o ir a verle. Pero las dos le parecían fuera de lugar viniendo de él.

 

Aunque por otro lado... Rukawa sí que había ido a verle cuando estaba en la clínica. Y no sólo eso, sino que había admitido abiertamente los motivos de su visita.

 

«Para verte, idiota. Para saber cómo estás y como llevas la rehabilitación.»

 

Aún seguía sin creerse del todo que el zorro se preocupara por él. Quizás lo que pasaba en realidad era que, al igual que el entrenador Anzai, se sentía algo culpable por su lesión. Al fin y al cabo, él le animó a entrar otra vez al partido cuando ya estaba lesionado.

 

«Pero él no sabía que la lesión era tan grave...»

 

Se sorprendió a sí mismo defendiendo mentalmente al zorro.

 

«Esto empieza a afectarme el cerebro...», pensó mirando el porro.

 

Lo apagó —en realidad ya casi lo había terminado— y lo enterró bajo la tierra del jardín. Pero el pensamiento de que lo justo sería ir a ver a Rukawa para saber si estaba bien no abandonaba su mente.

 

«Bueno, sí de aquí al viernes ese estúpido zorro aún no ha reaparecido, me pasaré por su casa a ver si averiguo algo...», se prometió a si mismo, pensando que era un margen bastante amplio.

 

xXx

 

Sin embargo llegó el viernes y el zorro seguía sin aparecerse por el instituto. Sakuragi maldecía entre dientes mientras en medio del pasillo aprovechaba su altura para mirar por encima de los demás alumnos.

 

—¿A quién buscas? —preguntó Takamiya mientras se comía un bollo que no le había dado tiempo a terminarse en la cafetería.

 

—A nadie —gruñó Sakuragi—. Voy al baño. Yohei, nos vemos en clase.

 

—Ok... —murmuró sin ganas el aludido.

 

El pelirrojo desapareció por el interior de los baños; Noma y Takamiya también se despidieron de Yohei para dirigirse a sus aulas, pero Ookusu se quedó un momento con Yohei. El día que el moreno fue a buscar sus apuntes de informática le contó todo lo que le estaba pasando con Haruko y estaba preocupado por él.

 

—Oye, si de verdad prefieres no arriesgar tu amistad con Hanamichi te recomiendo que disimules un poco más. Se te ve hecho polvo, tío.

 

Yohei no dijo nada. Se metió las manos en los bolsillos y se quedó mirando al suelo.

 

—Yohei... ¿de verdad que vas a renunciar a ella?

 

El muchacho alzó la vista y precisamente en ese instante distinguió a Haruko acompañada de su amiga Fuji. Ella también parecía bastante triste, sobretodo cuando sus miradas se cruzaron.

 

—Sí... —musitó, pero no sonaba nada convencido—. Me voy a clase...

 

Y desapareció antes de que Haruko y Fuji llegaran a ellos.

 

Sakuragi estaba lavándose las manos cuando entró Mitsui en el baño.

 

—¿Qué haces aquí, Michy? —se sorprendió el pelirrojo—. ¿Estaban todos los baños de tercero ocupados? —bromeó.

 

—No. Y no me llames Michy, joder. Sakuragi, tengo que hablar contigo. —Mitsui parecía otra vez bastante alterado.

 

—¿Conmigo? ¿De qué?

 

—De Rukawa.

 

—¿De Rukawa? —Ahora sí que estaba sorprendido de verdad.

 

—El sábado por la noche estuvo ingresado en el hospital Kitamura. —Sakuragi abrió los ojos como platos—. Y desde luego no fue por tener gripe.

 

—¿Cómo lo sabes?

 

—Porque le atendió mi hermana —dijo Mitsui, y antes de que Sakuragi pudiera preguntar, continuó—: Ayer por la noche vino a cenar a casa con su marido, y me contó que había atendido a un compañero mío. Le reconoció porque ha venido a más de un partido para verme jugar.

 

—¿Y... qué le pasaba? —preguntó Hanamichi intentando disimular su preocupación.

 

—Por fortuna, nada grave. Una costilla rota. Pero joder, me siento fatal... —De pronto Mitsui se giró y le dio una patada a la papelera que había bajo los lavabos.

 

—Tranquilo, Mitsui. No es culpa tuya.

 

—¡Que sí que lo es, coño! —se exasperó el chico de la cicatriz—. Si no fuera por mí ni siquiera se conocerían.

 

—Conociendo a tus examigos, y sobretodo, conociendo al kitsune, seguramente se habrían peleado igualmente.

 

—Eso no lo sabemos...

 

—Oye, si tan mal te sientes, ¿por qué no le llamas o vas a verle?

 

—Le he llamado, pero no me contesta. Y no puedo ir a verle porque... —Mitsui se calló de golpe.

 

—¿Porque...?

 

—Porqueestoycastigadodurantetodalasemana... —gruñó con un leve rubor en las mejillas—. Y tengo que ir a casa directamente después del entrenamiento.

 

—¿Castigado? —se rió Sakuragi—. ¿Castigado por qué?

 

—Porque hace un par de semanas mis padres me pillaron con una tía en casa. —Y antes de que el pelirrojo se riera más en su cara, añadió—: Oye, ¿no podrías pasarte tú?

 

—¿Yo?

 

—Dijiste que los viernes no tenías sesión...

 

—¿Pero cómo me voy a pasar yo a ver al zorro? —«Como si no lo hubieras pensado ya...», le recriminó su conciencia.

 

—Pues andando, yo que sé, no creo que viva tan lejos...

 

—¡No me refiero a eso, imbécil! ¿A mí que me importa cómo está el zorro? —soltó con rabia. No le gustaba que su conciencia se metiera donde no la llamaban.

 

«Dijiste que si de aquí al viernes no había aparecido irías a verle...», le recordó ella.

 

«Vale, pero eso Mitsui no tiene por qué saberlo», le respondió molesto.

 

—Vamos Sakuragi, todos sabemos que Rukawa no te cae tan mal como dices...

 

—¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

 

—Bueno, porque...

 

—Ok, ok, a lo mejor me paso esta tarde —interrumpió Sakuragi al escuchar silencio en el pasillo, señal de que todos los alumnos ya habían entrado en las aulas—. Ya te diré cosas...

 

Y salió del baño dejando a Mitsui con la palabra en la boca.

 

Mitsui, divertido por la actitud que tomaba Sakuragi respecto a su ‘rival’, se le pasó un poco la inquietud por el sentimiento de culpabilidad. Aprovechó que estaba en el baño para hacer sus necesidades y después salió sin prisas en dirección a su clase. Total, ya llegaba tarde, y con su historial ninguno de los profesores hacía la vista gorda.

 

Antes de llegar tuvo que pasar por la zona de las clases de los de segundo. Tampoco había nadie, a excepción de una chica que también llegaba tarde a clase y que caminaba hacia él, una muchacha de piel clara y ojos también claros que le sonaba haber visto varias veces en compañía de Ayako.

 

Miuyo cuando alzó la vista y vio que estaba a punto de cruzarse a solas con nada más y nada menos que Hisashi Mitsui, casi se quedó sin aire. Intentó disimular su turbación lo mejor que pudo y pasar como si nada, pero entonces ocurrió algo que en otras circunstancias habría sido gracioso, pero que en ese momento puso los nervios a flor de piel a la chica. Resultó que ambos se apartaron para dejarse pasar hacia el mismo lado, y luego lo mismo hacia el otro, de manera que se quedaron igual.

 

Mitsui sonrió y Miuyo soltó una risita nerviosa, más por la bella sonrisa de su enamorado que por la situación.

 

—Lo siento —dijo Mitsui sin hacer ademán de volver a apartarse.

 

—N-no pasa nada... —Miuyo le miró a los ojos intentando no ponerse más nerviosa.

 

—¿Eres amiga de Ayako, verdad?

 

—S-sí...

 

— Ya decía yo que me sonaba tu cara...

 

Ese comentario no le sentó nada bien.

 

—Pues mira, menos mal, teniendo en cuenta que nos conocemos desde los trece años — soltó algo furiosa.

 

—¿Eh? —se sorprendió el muchacho.

 

—Nada, déjalo. Está claro que para ti soy invisible... —esto último lo dijo en un murmullo inaudible. Acto seguido se hizo a un lado y continuó su camino unos metros más hasta meterse en una de las aulas del pasillo.

 

«Que chica más rara... —pensó Mitsui rascándose la cicatriz mientras él también reiniciaba su camino hacia la zona de tercero—. Pero está bastante buena...». Y una sonrisa algo malintencionada apareció en su moreno rostro.

 

Continuará...

 

 


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