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Un amor en el tiempo por Victoria Labuat

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-¡Eres un desgraciado!

-¡Cálmate, perra!

-¿Perra? -río amargamente- ¡no eres el indicado para decir eso!

 

La cogí del pelo y le di un puñetazo en la mejilla.

 

-¿Qué coño haces? -dijo furiosa- ¡nunca, nunca, nunca, me tendría que haber casado contigo, el amor es tan ciego!¡Te voy hacer daño donde más te duela, embustero!

-¡Ni se te ocurra tocar a los niños!¡Juro que te mato! -grite y la tire al suelo.

-¡Animal!¡Quien querría estar contigo! -intentó levantarse pero le di una fuerte patada en el estomago.

-¡Tu solo estabas conmigo por el dinero!¡Eres igual que todas las mujeres, unas putas todas! -le di otro puñetazo en la mejilla.

-Y tu eres un maricón, que vive resentido por no haber conseguido lo que más querías -dijo escupiendo sangre en mi cara.

 

Sus palabras me cayeron como un balde de agua fría. Comencé a darle puñetazos, patadas, insultarla, pero no me sentí saciado, sabía que ella tenía razón. Salí de la habitación acomodándome la ropa y limpiándome la cara y las manos que estaban llenas de sangre. Bajé a la cocina y llame a una sirvienta.

 

-Vaya a tender a mi esposa. Necesitara llevar el botiquín, para curarle unas pequeñas heridas -hice una mueca.

-Sí, se-ñor -dijo asustada la sirvienta.

-¡Rápido, ve atenderla!

 

La sirvienta salió asustada de la cocina. Fui al mini bar que se encontraba en el salón. Saqué el wisky y comencé a servirme un trago. Entró en ese momento un sirviente con mi hijo Sasha.

 

-¡Papá, te extrañe mucho! -corrió hacia mi y me dio un abrazo.

-Yo también, Sasha. ¿Qué te han enseñado en la guardería? -pregunté sonriendo.

-Eeeemmm... los números y los animales.

-Sube a tu habitación y estudia lo que te han enseñado.

-Pero... papá... quiero jugar... -dijo inocente.

-Si sigues protestando no tendrás tiempo para jugar -le acaricie la cabeza- ve.

 

Sasha intentó protestar pero fue demasiado tarde porque ya estaba subiendo la escaleras. Entonces el sirviente que se encontraba en la habitación se acercó y me preguntó que queríamos cenar.

 

-Cualquier cosa bastara -dije pensativo

-Como desee, señor -dijo- ¿Quiere que su esposa baje a cenar?

-Sí, por favor, dígale que se maquille un poco para que Sasha no se preocupe. Además dígale que a partir de ahora Nana va a cuidar a la niña y que no va alimentarla más.

 

Zahara era mi segunda hija, tan solo tenía 4 meses de vida. El sirviente se marchó de la habitación. Bebí lo que me quedaba de trago de un solo golpe. Subí las escaleras y me dirigí la habitación de invitados. Entre en el cuarto de baño y abrí el grifo de la bañera, comencé a desvestirme, cuando vi que el agua estaba templada, me metí dentro. Vinieron a mi los recuerdos de la discusión con mi esposa, me moleste mucho con ella, porque se negaba alimentar de su propio pecho a nuestra hija. Me relaje, necesitaba olvidar todo durante un rato todo lo sucedido.

 

 

Me casé con Marta Brown, en un principio el matrimonio solo era tapadera para que mis abuelos me dieran la herencia. Marta aceptó ser mi esposa, pero con una condición, un matrimonio sin amor. Nos conocimos en la fiesta del aniversario de sus abuelos, porque mis abuelos son viejos amigos suyos. Nos presentaron y nos convertimos en buenos amigos. Ella tenía 20 años cuando comenzó a estudiar bellas artes en la universidad. Marta me contaba sus problemas, me decía que sus padres eran muy controladores, que no podía salir con ningún amiga o amigo que no fuera de clase alta. Entonces le conté que yo necesitaba encontrar a una mujer para obtener la herencia de mis abuelos, pero estaba contra la espada y la pared, porque mis abuelos odian a los homosexuales. Ella me agarró del brazo y me dijo:

 

-¡Entonces casémonos! -dijo eufórica- así tu obtendrás la herencia y yo la libertad, sería un matrimonio con muchos beneficios.

-Estás loca -reí- tienes que tener fiebre -le toque la frente.

-No tengo fiebre -me aparto la mano y la agarro entre sus manos- así podrías estar con la persona que amas... y yo lo respetaría.

-La verdad es que casarme contigo va a ser toda una aventura... -dije pensativo.

-No seas tonto, nunca encontrarías a una buena amiga que te haga este favor -me guiño un ojo.

-Entonces... -me arrodille y cogí su mano- Marta Brown, ¿desea ser mi esposa postiza?

-¡Acepto! -se ruborizo- pero, no era necesario hacer esto... -río avergonzada.

 

Nos comprometimos cuando ella tenía 20 años y yo 21 años. Muchas cosas pasaron antes de casarnos, Marta se acabó enamorando de mi, pero yo ya tenía a otra persona. Mi primer amor me rechazó, me humillo y me utilizo, me sentí tan destrozado que busque consuelo en los brazos de mi prometida. Marta al enterarse confeso sus sentimientos hacia mi, me decía que con el tiempo me acabaría enamorando de nuevo. Ella lo dio todo en el intento de conquistarme, pero no funciono, no olvidaba aquel primer amor. Nos casamos después 3 años, después que yo terminara mi carrera de medicina. Al año de casados, se entero que tenía amantes, ella no lo acepto y quedo destrozada. Pasaron unos duros 7 años sin que Marta y yo cruzáramos palabras, cada uno hacia su vida, aunque cuando estábamos delante de sus padres y de nuestros abuelos fingíamos que eramos una pareja feliz. En la fiesta de año nuevo toda la familia se reunió, incluido mis padres que estaban divorciados. Mi abuelo hizo un comentario sobre la herencia que me dejo más blanco que el papel.

 

-Abuelo, ¿cuando me darás la herencia? -pregunte inquiento.

-Cuando tengas a tu primer hijo.

-No corre prisa, abuelo. Además estoy haciendo mi mejor esfuerzo -le dedique una sonrisa falsa a mi esposa.

-Eso espero, porque si no veo a tu primer hijo... no hay herencia -dijo serio.

 

Al día siguiente de la fiesta, bajé a desayunar y me encontré con mi esposa. Nos sentamos incómodamente cada uno en un extremo de la mesa. Alejados, guardando las distancias.

 

-Quiero tener dos hijos -dijo mirándome fijamente a los ojos.

-Yo no quiero -dije asustado en la idea de tener hijos.

-No te estoy diciendo si quieres o no, es tu obligación. Sino lo haces le diré a tu a abuelo que todo esto es una farsa -dijo sarcásticamente.

-¿Me estás amenazando, querida esposa? -dije molesto.

-No tienes otra opción, porque sabes lo que te conviene. Si tu abuelo se entera, te tira a la calle y te quedas sin nada -sonrío diabólicamente.

-Esta bien, pero no quiero que tengas relaciones con otras personas, ni antes del embarazo ni antes de salir de cuentas.

-Cariño, no soy tan estúpida, seguro que tu abuelo haría una prueba de ADN a nuestro futuro retoño.

 

Paso 1 mes, hasta que me dijo que finalmente estaba en cinta. El embarazo duro 8 meses, tuvieron que sacarlo antes porque el niño tenía el cordón umbilical enroscado en la garganta. Cuando por primera vez lo cogí en brazos, me invadió una felicidad muy grande, en ese momento supe que el nombre del pequeño sería Sasha. Mi esposa cayó en una depresión posparto. La madre no quería saber nada de Sasha, se aparto de la vida de el. Tres años felices pase junto a Sasha. Un día Marta se acerco a mi y me dijo que estaba esperando un niño, pero después de dar a luz a la pequeña Zahara, cayó otra vez en una gran depresión, no quería acercarse a nadie, siempre estaba en su habitación.


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