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Entre Sombras por Vegeta II

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Notas del capitulo:

Yaaaaaaaaaaa, oh, voy a llorar. ¿Ya se enteraron que murió Alan Rickman? Fuck, fue una patado en los ovarios (?), no sé, al principio pense que era una broma, pero como en ningún momento del día dijeron ''¡Es broma, caiste!'' Pues dije, a la verga, no puede ser... *Se pone en estado de negación* Sin duda fue un actorazo, me vi la mayoría de sus peliculas y sin duda, es una gran perdida para la industria cinematográfica y para nosotros ¿no? quienes mirabamos sus pelis y demás. Pero bueno, así es la vida. 

 

Dejando de lado la tragica noticia, les traje... el último capítulo de este fic, si el último. Pues no veo que más escribir después de esto ¿Un epilogo tal vez? Si creen que deba hacer un épilogo puedo hacerlo, pero tienen que decirle una razón del porque, una idea, alguna duda o algo que quieran ver después de que Theo y Neville por fin pudieron continuar su relación. Pero bueno, yo en este momento no dicto con mucha imaginación jajaja, pero yo amo complacerlas así que, comenten, critiquen y dejenme su opinión del fic. 

¿Les gustó el final? ¿El comienzo? ¿El desarrollo? Que no te gustó, que te defraudó, o lo que sea que al final no te haya gustado. Estoy abierta a todas las críticas que quieran, ya saben que soy una escritora ''joven'' por así decirlo, tengo 18 años y pues, estoy aprendiedo, aunque escribo fics desde los 11 años, no me había animado a publicarlos hasta que cumpli 15 y pues, para ese entonces me encantaba el yaoi, slash y había comenzado a leer Harry Potter, jajaja. 

Bueno, sin más, espero que les guste este capítulo, nos seguimos leyendo mas abajo :3

Capítulo 18

''Tres años Después''

 

 

El cuarto estaba totalmente iluminado, era pequeño y la luz se filtraba fácilmente por el lugar, el aire mañanero se adentraba fresco llenando el cuarto de la brisa confortante que llenaba los pulmones de un aire fresquito. Theodore miraba fijamente hacia la ventana, donde podía contemplar el cielo totalmente despejado. De vez en cuando miraba hacia la cama conjunta o caminaba hacia él procurando que este en una posición cómoda o simplemente para verlo, acariciar su rostro, delineando sus suaves facciones.

Habían pasado ya tres años desde lo ocurrido aquel día, aunque le pareciera increíble como el tiempo pasaba rápido, pero así era y el seguía igual que siempre. Otras personas en su situación se hubieran dado por vencido, pero él no. La gente en San Mungo siempre lo miraba con pena, uno pensaría que a medida que pasa el tiempo el corazón se marchitaba y que las esperanzas lentamente van desapareciendo.

¿El amor no era así acaso? El amaba a Neville Longbottom con todo su ser, con toda su alma y se había entregado a él en cuerpo y alma. Pero ahora, a pesar de tenerlo cerca, de tocar su mano o su rostro, no se sentía igual, era como si el castaño se alejara o no estuviera allí en verdad. Aun tenía fe en que Neville, su Nev abriría los ojos y le dedicaría una gran sonrisa como el solía dedicárselas. ¿La gente que lo miraba con pena, tenían alguna idea de las adversidades que tuvieron que pasar? Y aun así, sin saber nada tenían el dichoso lujo de hablar de ello como si no fuera más que una vaga anécdota.

–Dentro de poco será tu cumpleaños ¿Qué te gustaría de regalo? Me pregunto...– Decía, más que para si mismo que nadie. Aunque pareciera un loco, siempre le contaba su rutina a Neville, a pesar de que este se encontraba en suletargo, pero por alguna extraña razón sentía que debía hacerlo, que en el fondo el lo escuchaba. – No se me dan muy bien esas cosas, por eso siempre le pedía ayuda a Draco, ¿pero qué crees? Este año estamos solos tú y yo, ya que Draco y Potter van a estar ocupados con su hijo, que resulta que cumple el mismo día que tú. ¡Oh no te conté! Por fin pudieron adoptar a ese niño ¿Cómo era que se llamaba? Creo que le pusieron James, ya que según Draco se parece a Harry, supongo que fue una coincidencia. – Contaba Theo como si de verdad lo escuchara.

Caminó hasta la cama, quitó la almohada cuidadosamente que sostenía constantemente la cabeza de Neville, la esponjó y la volvió a acomodar en su cabeza. Luego se sentó a su lado y peinó su cabello como solía peinarse el mismo que ahora se encontraba dormido, lo hacía tal y como el castaño lo solía peinar.

– También tenía pensado en preguntarles a Weasley y Granger, ellos siempre te vienen a ver, pero ya que estaban muy ocupados con el compromiso, la boda y esas cosas, ni me molesté. – Continuó, dándole un suave beso en la mejilla y seguir observándolo. – Me tengo que ir a casa, pero volveré mañana lo prometo. – Dijo, depositando un beso en la frente del castaño, para luego susurrarle en el oído un ''despierta pronto, por favor'' y retirarse.

En su casa podía pensar las cosas con claridad, podía desahogarse cuando la tristeza lo invadía, pero sobre todo, podía estar solo. Se dirigió a su cuarto, ni siquiera le interesaba cenar. Cerró las puertas y ventanas y se recostó en su cama, mirando el techo. Hace tan solo una semana le había llegado una carta desde el ministerio de magia, específicamente del jefe del cuerpo de aurores donde lo llamaban a declarar su caso. El había asistido, claro que lo hizo. Fue un momento difícil para él, volver a ver al desgraciado ese que había hecho de su vida un desastre, con su sola presencia o con solo pronunciar su nombre no podía evitar recordar a Neville y en el estado en que había quedado. Obviamente aquello se tomó en cuenta y había conseguido que le dieran una pena justa, no la máxima, porque en si no había logrado matar a nadie, pero daba por seguro que estaría un largo tiempo detrás de las pareces de Azkavan y si llegara el momento en que se le ocurriera acercársele, se arrepentiría de haber nacido.

Dejó de lado esos pensamientos que al fin y al cabo, no llevaban a ningún lado. Pensaría en el ahora. Tenía la ilusión de que Neville algún día despertaría, y harían la vida que siempre quisieron, o al menos la que el siempre quiso desde que se enamoró del castaño. Si era posible que tuvieran un bebé naturalmente, de ambos, estaría perfecto. Pero si no se daba, harían como Draco y Harry, que cansados de intentarlo decidieron adoptar a un pequeño bebé.

Sonrió bobamente, aunque admitía que sería hermoso tener un bebé que se pareciera a Neville o a él, incluso que tenga un poco de ambos. Pero claro, aun faltaba algo importante. El podía imaginarse, ilusionarse y soñar en un futuro donde estuvieran los dos juntos. ¿Pero que podía hacer más que no fuera soñar? Por el momento sus deseos parecían inalcanzables, más no imposibles. Era mejor dejarlo por el momento,  después de todo solo eran divagaciones en las cuales siempre terminaba sumergiéndose el mismo.

Continuó mirando hacia el techo, el cuarto estaba oscuro pero la poca luz de la luna que se filtraba por la ventana le permitía ver las sombras que se divisaban desde el techo y todo el cuarto. Gruñó por lo bajo al recordar algo que le había dicho el medimago que asistía a Neville desde los últimos tres años.

 

–Oh, buenos días señor Nott.– Saludó el hombre barbudo al entrar a la habitación donde estaba Neville y en la cual también se encontraba Theo, el medimago ya lo conocía muy bien, conocía casi todo sobre aquellos dos y las rutinas que tenía el pelinegro para ir a San Mungo a ver a Neville. Prácticamente vivía allí. Theodore levantó la cabeza para verlo, para luego levantarse y estrechar la mano del doctor.

–Bueno días doctor. – Saludo el pelinegro, quedándose junto al hombre de bata bordó. – ¿Viene a ver el estado de Neville? – Preguntó este curioso a lo que el hombre canoso y barbudo negó.

– No hijo mío, quería hablar contigo ¿estás dispuesto a tomar un café en mi despacho? – Propuso el hombre a lo que Theo, interesado en lo que el hombre le iba a decir aceptó.

– De acuerdo...– Al llegar al despacho del medimago, este le pidió a una de sus asistentes que les llevara dos tazas de café, la mujer se fue y en poco tiempo estaba de regreso con los dos pocillos de café. Theo dio un sorbo y espero a que el hombre sentado delante de él hablara de una vez.

– Quiero ser serio con respecto a este tema...– Dijo el hombre poniéndose serio y su tono de voz había cambiado a uno mas frío y neutral. A Theo no le gustó mucho el cambio repentino en la actitud del hombre, más no dijo nada, solo dejó que el medimago prosiguiera a hablar. – ¿Estás consiente de que ya no hay nada más que hacer? – Le preguntó el hombre a Nott.

– ¿Ya no van a hacer nada por Neville?– Preguntó Theo de la misma forma en la que el canoso hombre le había hablado. – Entiendo lo que usted quiere decirme, doctor Hudson, más no veo la razón por la cual se da por vencido.

–No puedo seguir viéndote así Nott, todos en este lugar solo deseamos lo mejor para ti, queremos que seas feliz. – Dijo el doctor, recargando sus brazos en el escritorio. Sabía que era duro decirle algo así, pero tal vez era lo mejor.

– ¿Qué pretende hacer? – Preguntó manteniéndose firme, aunque por dentro estaba que temblaba del miedo, no quería escuchar aquellas palabras.

– Al igual que sus padres, luego de muchos años tomamos la decisión de desconectar su núcleo mágico por completo. Claro, con la aceptación de la señora Longbottom. Hablamos con el resto de su familia, y con la abuela. Dijeron que estaban de acuerdo, que era lo mejor. – Theodore comenzó a hiperventilar de nuevo, aquella sensación de angustia lo invadió. Ya había pasado mucho tiempo desde que se había enfrentado a un estado casi de pánico, y ahora de nuevo...

–No...– Solo respondió Theo con la voz temblorosa, se le había formado un nudo en la garganta que se le hacía difícil de tragar y su cuerpo había empezado a temblar ligeramente. – No lo permitiré... ¡Aun si eso significa llevármelo a casa!

–Tranquilo Nott, por eso estamos aquí. Ya que tú eres su pareja, también tienes derecho a decidir por el destino de Longbottom. – Dijo el doctor, haciendo que el pelinegro se calmara un poco y se serenara por un momento.

– Pues yo he decidido que seguirá viviendo, así que hágaselo saber a la señora o de lo contrario que se olvide de su nieto. – Theodore se sintió un poco mal por la forma en la que se dirigió a la mujer, pero en esos momentos se encontraba tan enfadado que poco le importaba el respeto hacia la señora. ¿Cómo se atrevía a tomar tal decisión? Comprendía a la mujer en parte, el compartía el mismo sufrimiento por su nieto pero él no iba a permitir que Neville muera.

 

Theodore cerró los ojos, se sentía cansado y frustrado. Aquel recuerdo no le sentaba muy bien, trataba de borrarlo de su mente. ¿Por qué Merlín? ¿Qué tan infeliz debía ser para por fin alcanzar su propia felicidad? Nunca antes de esos tres años lo había hecho, ni siquiera le había parecido útil ¿y para qué? Pero durante ese tiempo se había hecho costumbre rezar antes de dormir, aunque más que rezar era una súplica al cielo. Solo así podía conciliar el sueño.

A la mañana siguiente se despertó temprano, tenía unas ojeras terribles, pero no le importaba ya se había acostumbrado a ese aspecto tan... Perturbado. Se dio una ligera ducha, el agua caliente le relajó un poco y disfrutó de la ducha, así lograba despabilarse un poco. Su desayuno consistió en una taza de café espumoso y tostadas con mantequilla. Luego de tomar el desayuno, se levantó y se colocó su camperón negro y largo, que le llegaba hasta la rodilla y su bufanda negra. Tomó el periódico que habían dejado tirado en la puerta de su casa, lo dobló por la mitad y lo colocó bajo su brazo, para al final desaparecer.

Y de nuevo se encontraba en las puertas de San Mungo, entró y en la entrada la recepcionista lo saludo con un ademán de cabeza, como de costumbre. Caminó por los conocidísimos pasillos del edificio, subió el ascensor y volvió a caminar por otro pasillo, encontrándose con la puerta del cuarto de Neville.  Al entrar se encontró con una escena de terror, y es que Neville no se encontraba acostado en la cama. El cuarto estaba limpio y lo habían arreglado, estaba vacío. Dejó caer el periódico y salió corriendo de allí para dirigirse al despacho del doctor Hudson.

– ¡Donde está!– Vociferó con furia Theodore al llegar al lugar donde encontró al viejo anotando en un pergamino, este miró al pelinegro tranquilamente. – ¡¿Qué pasó con Neville?!– Exigió saber el pelinegro.

– Tranquilo Nott, si no te calmas te voy a tener que sedar. – Dijo el hombre poniéndose de pie, caminó hasta Theo y posó ambas manos en los hombros del pelinegro. – Solo cambiamos de habitación a Neville, vamos, te enseñaré donde esta... – Dijo haciendo que el semblante de Theo se alisara y se calmara por completo, se había asustado y mucho.

– ¿Por qué no me dijeron que iban a cambiarle el cuarto desde antes? – Preguntó curioso Theodore, mirando al hombre de reojo.

–Bueno, digamos que ese cuarto lo ocupara otra persona que de verdad lo necesite. – Dijo, dejando al pelinegro aun más intrigado y confundido que nunca. No sabía a que se refería con eso, suponía que alguien peor que Neville había llegado y pues, decidieron cambiarle el cuarto pero eso era todo. Bajaron a la planta de internados leves, ¿por qué habían trasladado a Neville a esa planta si el estaba en coma? ¿Acaso no había más lugar en el área de cuidados intensivos? Era lo que pensaba Theo. – Bien, aquí está. Dijo el hombre abriendo la puerta primero, dándole paso a Theodore quien entro tranquilamente.

– ¿De verdad cree que aquí estará mucho mejor?– Preguntó el de cabello negro al ver que en ese cuarto había más pacientes, que de hecho, se encontraban en muy buen estado.

–Si, de hecho el estará muy bien aquí, aunque estará mejor en casa. – Dijo el hombre a lo que el corazón de Theodore se aceleró parando en seco. ¿Acaso este hombre...? Tenía que ser un sueño...– ¿Qué pasa Theo, no quieres ver a tu novio? – Preguntó el doctor con una amplia sonrisa deteniéndose justo en el lugar donde estaba la cama de Neville, pero este no podía verlo ya que la cortina lo cubría. Theodore caminó lentamente, nervioso y a la vez entusiasmado. Se sentía abrumadoramente extraño.

– ¿Neville...? – Nombró el pelinegro al llegar a los pies de la cama. Allí se encontraba su amado Neville, sentado, con un vaso de jugo de calabaza en la mano y con una sonrisa en su rostro. Los ojos de Theo se encontraban tan abiertos que parecía que los ojos se le iban a salir en ese momento y se había quedado sin habla, lo único que podía hacer era boquear cuan tartamudo.

–Bien creo que los dejaré solos. – Dijo el doctor retirándose con una amplia sonrisa en su rostro, dejando a la pareja completamente solos. Sabía que tenían mucho de que hablar.

Mientras tanto, Theodore no salía de su estupefacción, estaba anonadado, incrédulo, escéptico ante lo que sus ojos le mostraban, pero al mismo tiempo se sentía muy vivido por lo tanto estaba en la realidad y tenía que aceptarlo, Neville, su amado Neville estaba despierto por fin. El castaño había dejado el vaso en la mesa conjunta y con toda la gracia del mundo retiró la almohada de su espalda y con la poca fuerza que tenía en ese momento se la arrojó al pelinegro que se había quedado más estático que una roca.

– No te atrevas a quedarte en estado catatónico ahora mismo, o te despertaré a base de lo que sea. – Dijo Neville a lo que el pelinegro reaccionó y corrió rápidamente hasta él, envolviéndolo en un apretado y necesitado abrazo, llenando su rostro de besos y caricias.

– ¿Cuándo despertaste? – Preguntó Theo interesado en saber como ocurrió todo. Naville lo miró por un momento, se podía notar el cansancio en sus ojos y las ojeras marcadas señal de que no había dormido bien la noche anterior.

–Supongo que en la madrugada...– Respondió Neville tratando de recordar un poco de como fue el asunto. –Fue algo extraño y divertido a la vez, pues me había despertado y lo único que quería era agua o algo para beber, pero no había nada. Traté de ponerme de pie pero, mis piernas estaban adormiladas y me caí de la cama, estuve en el suelo como por media hora hasta que una enfermera me encontró tirado en el suelo. – Explicó Neville a lo que el pelinegro embozó una sonrisa, imaginándose la escena en donde se encontraba el castaño arrastrándose por agua. – Theo... ¿Cuándo podré salir de aquí? – Preguntó el castaño a lo que el aludido levantó la mirada, este ahora mismo se encontraba aferrado a la cintura de su novio, y el cuerpo medio recostado en la cama, junto a Neville.

–Pues el doctor no me ha dicho nada al respecto, es más casi me muero del susto cuando no te encontré en la habitación de siempre y me arrastró hasta aquí sin decirme nada de que habías despertado. Pero espero que sea pronto. – Dijo el más alto, recargando su cabeza de nuevo en el costado izquierdo de Neville. Por otro lado Neville acariciaba su pelo tiernamente.

 

Unos días después, luego de que el doctor le hiciera un chequeo general al cuerpo y salud mental de Neville le dio de alta. Se sentía dichosamente feliz, sus amigos lo habían ido a ver ese mismo día y simplemente había sido genial. Theo no podría haber sido más feliz que nunca, y es que ahora era el hombre más feliz del mundo. Neville había decidido mudarse junto a Theodore ya que este se lo había propuesto, y claro que el castaño no se pudo negar, además vivir juntos era algo que siempre había querido hacer.

Pansy quien se había ido a vivir a Francia por un tiempo, al enterarse de la noticia volvió a Londres como bala perdida, a los dos días ya se encontraba en la puerta de Theodore, con un montón de bolsas de regalos, flores y había invadido su casa con su presencia. No era como que le molestara la presencia de la pelinegra, pero es que la señorita ya se daba muchas mañas con su novio y eso lo tenía muy celoso.

Theodore le había procedido a contar de todo lo que había pasado durante su coma, incluso lo que pasó con Seamus. A pesar de todo Neville se lo había tomado muy bien, concordó que era lo justo y que mientras Finnigan este encerrado aprenderá que sus días  al final, van a estar llenos de nada. Por que al fin y al cabo, lo que había hecho no tenía mucho sentido.

A Neville le había costado volver a caminar, ya que estar acostado por tres años prácticamente, con el tiempo sus piernas se habían entumecido y al querer dar algunos pasos largos estas flaqueaban y terminaba cayéndose. Pero con la ayuda de Theo, - quien desde entonces no le quitaba los ojos de encima ni para ir al baño- había logrado componerse en poco tiempo. Lo había sostenido para que mantuviera de pie, incluso lo ayudo a dar sus primeros pasos y le había acompañado a caminar cuando por fin podía caminar normalmente. Hasta que se recuperó por completo.

Neville se sentía afortunado de tener a ese maravilloso hombre a su lado, que en ningún momento lo había abandonado y había persistido como nunca. Se sentía feliz, había vuelto a Hogwarts como profesor de Herbología, pues había cosas que no cambiaban y las plantas eran su pasión. La pobre mujer que lo había remplazado ya no veía la hora de irse de una vez por todas, ya que no estaba acostumbrada a lidiar con los adolescentes. Pero aun así, lo había soportado los tres años que Neville estuvo ausente. Debió ser muy difícil para todos en ese momento, la Theodore, para su abuela y sus amigos. La mayoría de la gente, sus familiares por ejemplo ya no tenían esperanzas de que el despertara y no los culpaba tampoco, en verdad era algo impredecible. El había despertado, pero puede que otras personas jamás lo hacían.

 

–Neville... – Llamó Theo al castaño, se encontraba un poco nervioso. Estaba parado en la puerta del cuarto de ambos, mientras que Neville estaba sentado en la cama hojeando unos pergaminos.

–¿Qué pasa Theo? – Preguntó Neville viéndolo un momento para volver su vista a los papeles que tenía en mano. El pelinegro se acercó a él, se arrodillo ante sus pies y tomó su mano.

–No sé cómo decirlo…– Confesó el más alto, provocando una risita en su amante.

–Solo déjalo fluir…– Simplemente contestó Neville, no comprendía mucho la actitud extraña que se apoderó de su novio, pero le daba gracia. Verlo tan nervioso e indeciso no era algo que suele suceder siempre, por no decir nunca.

–Yo… ¿Quieres casarte conmigo?  – Dijo al fin dejando a Neville boquiabierto, sin saber que responder. Entonces Theo sacó una pequeña cajita color negro, mostrando un hermoso anillo de compromiso.

–T-Theo, ¿lo dices de verdad? – Solo se animó a decir Neville.

–No Nev, es de mentira ¿cómo crees? – Bufó Theo ante el comentario torpe que hizo su pareja a lo que este protestó.

– ¡Theo! – Exclamó medio molesto Neville.

–Vamos Nevi, ¿qué dices? – Alentó Theodore, este esperaba una respuesta positiva.

–Si…– Confirmó el castaño, quien estaba altamente sonrojado ante la situación. Aun no podía creer que su novio, le estaba pidiendo que se casara con él, era como un sueño que en verdad nunca había soñado, ni siquiera pasó por su mente la idea del compromiso, pero allí estaban. El pelinegro sonrió ampliamente ante la respuesta, sacó el anillo de la cajita y se lo coloco en el dedo anular de la mano más próxima. Neville lo abrazó y besó sus labios con pasión y cariño.

–Tenía miedo de que no aceptaras…–  Confesó Theodore, acariciando el rostro de su novio con ternura.

–Pues, no me pienso perder este partido. – Dijo Neville coqueto, guiñándole un ojo a Theo haciendo que se vea cómico. El pelinegro río avergonzado, solo el castaño podía provocar eso en él. Simplemente y únicamente él podía hacer de su mundo una luz.

Solo él…

–Te amo. – Dijo Theo acercándose a sus labios y depositando un corto y tierno beso.

–Te amo, Theo. – Correspondió el profesor de herbología.

 

 

-Fin-

 

Notas finales:

Pues bueno, así concluye esta historia. Theo y Neville por fin quedaron juntos como Merlín manda y poco a poquito fueron fortaleciendose nuevamente como pareja, más de lo que ya estaban. Por que el amor que siento Theo por su Nev, eso ni Merlín lo puede negar (?)

¡Espero que les haya gustado!

Con el tiempo que no me dediqué a escribir, me he puesto a dibujar. No se si les vaya a gustar pero, lo hice con mucho ccariño y tan solo espero que ustedes también lo aprecien. 

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Copien el Link y ponganlo en su navegador de preferencia y pues, podran ver la imagen, o al menos eso espero. 

Si no, pueden ver mi dibujo en mi pag de Facebook ''Las crónicas de una Artista'' no suelo publicar muchas cosas allí, jajaja no soy tan buena. Solo dibujos que suelo hacer. 

¡Gracias por todos aquellos que apoyaron mi fic! Por darle una oportunidad de seguir y pes nada, estoy muy agradecida de ustedes, mis lectores. Aquellos que comentan y los que no, pues los entiendo, yo suelo hacer eso o porque me olvido o por flojera. Jaja ¡Un saludo!

Pues no me despido para siempre, tengo fics que continuar además de este, como el fic Thorki y ahora empecé uno nuevo, también de Harry Potter que publiqué la semana pasada. Pues nada, pasen a leer si gustan, prometo que será interesante o al menos lo intentaré. ¡Besitos!


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