Capítulo 3: Sangre
Sábado por la mañana y parecía realmente como si ya fueran más de las 6:00pm, el sol seguía durmiendo tras las espesas nubes en el cielo. De hecho no era un día tan malo ya que aquel espadachín estaba terminando su arduo entrenamiento, el clima templado frio le venía perfecto; justo en la más de una semana que había pasado con su amigo Usopp en esa misteriosa ciudad lo que realmente pensaba era en conocer a aquel ser a quien todos temían, realmente deseaba saber que tan fuerte era, sería un gran oponente para él, claro que Zoro había intentado encontrárselo pero todo había sido en vano por más que se perdió en toda aquella ciudad realmente no lo topaba y ya estaba harto de la situación mas no se rendiría, encontraría a aquel caballero oscuro sin importar que.
“Mil Preguntas sin respuestas
Tantos golpes sin piedad
Tantas marcas de Tristeza
No me pidas Perdonar.”
Una nueva noche se ceñía sobre Underworld, una noche como cualquier otra llena de oscuridad y mal augurio, nuevamente aquella voz cantaba, pero con una nueva canción, después de que la otra había quedado entendida por alguien tenía que seguir con la siguiente, además no se la pasaba repitiendo noche tras noche lo mismo.
Aquel espadachín escuchaba atentamente al canción, nuevamente descifraría lo que decían sus letras, a él no le parecía para nada misterioso realmente pensaba que los de aquella ciudad debían ser unos idiotas; de algo estaba seguro que aquella canción que estaba cantando en esos momentos Brook era sobre el caballero oscuro, esto le movía mas la curiosidad, sin pensarlo salió de la casa y camino siguiendo la voz de aquel esqueleto parlante, estaba dirigiéndose al bosque de allí emanaba la voz, él sabía que terminaría más perdido en aquel bosque aun así se aventuró.
Un sonido extraño le hizo colocar la mano en sus katanas, la oscuridad le rodeaba y solo la luz de la luna le acompañaba, por salir tan repentinamente y dejarse llevar no había avisado a Usopp, esperaba que en cuanto regresara no le reclamara nada.
-Espadachín… - Entre la sombra apareció una mujer de cabello negro lacio y un poco largo, sus ojos eran azules, ella no debía ser de por allí ya que su piel era morena.
-¿Quién eres? –
-Soy Nico Robin, tú debes ser Roronoa Zoro el espadachín que llego hace poco a esta ciudad – se quedó a un metro de distancia de él, quería darle su espacio.
-¿y cómo lo sabes? Nunca te había visto por la ciudad –
-Sabes espadachín, vine por el mismo motivo que tú, el saber lo que ocurre en esta ciudad pero lo que más me interesa es su historia, he seguido aquella voz tal como tú lo has hecho.-
Nuevamente se escuchó aquella voz que Zoro había creído perder repentinamente, sin pensarlo ambos corrieron juntos persiguiéndole, por algún motivo no se atrevían a gritarle que se detuviera.
“Fuiste luz de las tinieblas
En palabras de bondad
Entre el mar de los profetas
Me enseñaste a navegar”
-Espadachin… -Estaba siendo sostenida por una persona de traje negro y un sombrero que no dejaba ver su rostro, la chica parecía tranquila simplemente se había asustado un poco, unas palabras salieron de la boca del recién llegado.
-Aquí es peligroso –Era verdad, justo detrás de la chica estaba un barranco por el cual podía haber caído y lastimado. La soltó suavemente ella se dio la vuelta y le miro, no podía distinguir como era dado que las sombras de la noche estaba presentes; arriba entre las copas de los arboles resonaba la voz del músico, era escalofriante, surgía su voz de la nada.
“Diste fin a este milagro
Fuiste fuego al amar
Fue más fácil ser esclavo
Que abrazar mi libertad.”
Esa estrofa salió al mismo tiempo de la boca de aquel sujeto que había salvado a Robín, mas solo había quedado en un simple susurro; comenzó a caminar sin decir palabra alguna, Zoro le siguió y le tomo del brazo fuertemente mientras con su otra mano le apunto con su espada.
Comenzó una pelea entre ambos, él de traje se agacho y le dio una patada en el pecho que apenas y pudo esquivar, aun así la siguiente no pudo ser evitada por el otro y le mando a volar golpeándose fuertemente contra un árbol. Zoro miraba el suelo él sabía que esto aún no terminaba, en cuanto aquel desconocido se acercó a él y coloco su pie en el pecho del espadachín este le tomo de la pierna tirándolo al suelo, se subió arriba de él, ahora si iba a pelear en serio, su sombrero callo aun lado y la luz de la luna les iluminaba había podido salir de entre las nubes.
-¿Tu eres el caballero oscuro? –Pregunto, Zoro sabía que lo era pero realmente se lo había imaginado diferente, aquel joven le miraba desde abajo con aquellos ojos azules, mucho más hermosos y profundos de los que alguna vez había visto, su cabello era dorado podría ser la luz que debía tener el sol.
-¿Vas a matarme? Hazlo… -Aquellas palabras las dijo con un tono de tristeza y una voz de molestia, incitándole al acto.
“Sangre... mis ojos lloran Sangre
Es porque tú no estás aquí...aquí
Sangre... en mis venas ya no hay Sangre
Quiero estar Junto a ti... A ti.”
-¿Por qué habría de matarte? Caballero oscuro –Se hizo a un lado y con una sonrisa le tendió la mano para ayudarle a levantarse, el rubio solo le miro estaba dudando, no podía ir y andar tomando la mano de alguien que apenas conocía, el peliverde le tomo de la muñeca obligándolo a pararse. –Mi nombre es Zoro, un placer, tenía muchas ganas de conocerte, quería ver que tan fuerte eras –
-Yo soy Nico Robin –Ella había decidió no entrometerse en su pequeña pelea.
-Un placer hermosa dama –Beso su mano, estaba emocionado por conocer a aquella bella mujer, a Zoro sin embargo le molesto aquella actitud del rubio, por lo cual cortantemente interrumpo.
-Entonces ¿Podríamos pelear enserio un día que quieras caballero oscuro? – Este volteó a verlo, Zoro era la primera persona que le había visto el rostro, el cómo era realmente.
-Por supuesto, solo deja de llamarme así, ya me has visto. Mi nombre es Sanji, Kuroashi Sanji – No había más que hacerle al asunto, mas ninguna palabra salió a flote en el transcurso de su camino, la joven y el espadachín solo seguían a Sanji, se adentraron más al bosque que parecía interminable el trayecto. Un grupo de seres se acercaban eran criaturas malvadas algo grotescas como los orcos pero no tanto como un trol.
-The Dark Knight… -La voz de aquella criatura semi humana con rasgos de orco le miro, Sanji dio un paso al frente acercándose.
-¿Aún esperan el regreso de Kumi? – Un silencio incomodo quedo por unos segundos hasta que le respondió.
-Regresara, pero, ya no somos sirvientes del amo, ahora tenemos a la diosa del sol con nosotros. Ten cuidado Dark Knight – Pasaron justo a su lado y sin más se perdieron de vista entre la maleza.
“Mil Preguntas sin respuestas
Tantos golpes sin piedad
Tantas marcas de Tristeza
No me pidas Perdonar.”
-¿Qué… que eran ellos? –Más que asustada tenía ganas de conocimiento.
-Eran los subordinados de un hombre que hace casi dos siglos vivía, su nombre era Kumiko H. él era el gobernante de una parte del inframundo, sus sirvientes eran todos los que esclavizaba quienes estaban destinados a servirle hasta el fin de su existencia, por el simple motivo de que él era de lo peor, no perdonaba absolutamente, fue un completo tirano, la mayoría de todos los akumas le servían y el hogar de ellos era su propiedad, su gran nación, su imperio; debo decir que a pesar de esto el sí tubo aliados y camaradas –
-El inframundo… ¿Cómo se puede llegar allí? ¿Y qué clase de individuos son los akumas?-Robín estaba maravillada con todo aquello, había descubierto algo nuevo de la historia.
-Los que pueden usar magia pueden transportarse al inframundo y otros lugares; un akuma es un demonio, no como todos los humanos piensan que son, ellos son personas con sentimientos, tienen su lado malo pero no al grado de vil y cruel. De hecho, Underworld es uno de los pocos lugares que se sabe conecta al inframundo – Aun seguían caminado, mientras Sanji seguía contándoles hasta que llegaron a un hermoso rio donde se apreciaba una cascada de dos metros, el caballero aun no comprendía porque había permitido que le siguieran, sentía algo dentro de él, algo que le decía que no estaba muerto por completo tal vez solamente quería mantener un poco más esa sensación, aunque fuera por un instante.
Aquel lugar al cual los humanos llamaban su mundo había sido protegido por un gran wizard, gracias a este se había logrado separar el mundo de la magia y sobre natural del de los humanos, por el simple hecho de protegerles así se mantenía el equilibrio.
El estar allí frente a la cascada le hizo recordar un poco de lo que había pasado cuando aún vivía, al único a quien le había contado todo aquello era a su amigo Brook, el solamente lo sabía, comenzó a dolerle el pecho, lo que vio al final fue nuevamente un rostro enmarcado con una sonrisa siniestra solo dedicada a él.
“Prometiste un lindo cielo
Entre nubes de placer
Con tus versos asesinos
Vas matándome la sed.
Has tomado mi destino
Me hechizaste con tu piel
Con tu negro Misticismo
Corazón Atrápame...”
To Be continued…