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Claroscuro por mei yuuki

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           Ladeó la cabeza y señaló hacia adentro del lugar, todavía sin desprenderse del leve asombro. Asimismo, no podía negar que era algo renuente a dejarla pasar. ¿La razón?, A saber porqué, pero esa visita suya no le causó para nada buena espina, aunque quizás esta sensación no se debíera a nada más que a su antigua historia.


Sin embargo -y aunque ganas para hablar con ella en verdad no tenía-, decidió escucharla. Fuese lo que fuese, prejuzgar la situación sólo por sus acciones del pasado y su inherente desconfianza por las mismas no era del todo razonable. Aún así, puede que éste ultimo razonamiento colindara con la ingenuidad.


-Adelante, pasa. -Dijo rascándose descuidadamente la la mejilla y apartándose de la puerta. No venía al caso, pero a su mente llegó el recuerdo de la primera vez que se encontró allí mismo a Makishima, cuando tiempo atrás éste vino casi a exigirle que cortara ya todo lazo legal con Tsunemori y le dejara el camino libre a él. Era increíble como luego de eso todo se había desenvuelto de manera tan impredecible, pero no por eso menos natural entre los dos...


-¿Estás solo? -Inquirió la castaña, atrayendo nuevamente su extraviada atención. Kougami no alcanzó a ver la extraña mirada que ella dirigió a su alrededor antes de entrar, cómo si estuviese inspeccionando y calculando algo a la vez, muy cuidadosamente.


-Lo estoy. -Confirmó lacónicamente.


-Ya veo.


Fué un alivio que Shougo ya no estuviese ahí, pero no obstante, no pudo dejar de preguntarse que habría pasado, o que pasaría si ella llegara a enterarse de la relación que tenían -o tuvieron- hasta ese dia. -¿De qué es lo que quieres hablar?, ¿Es sobre el divorcio? -Inquirió deduciendo que sería por eso, pues ese era el único vínculo que aún compartían.


Sin embargo su equivocación fué mayúscula. De nuevo.


-No realmente. -Negó Akane, acercándosele. -De hecho, es todo lo contrario.


-¿Que quieres decir? -Despertó su curiosidad. No. Una variante de la misma. Curiosidad suspicaz fusionada con amarga desconfianza. Su mirada se torno recelosa.


La castaña suspiró y levantó la vista lentamente hacia él. No tuvo reparos en soportar el peso de su mirada. Abrió la boca, pero no dijo nada de inmediato, cómo si dudase de qué o no decir.


-Quiero que volvamos, Kougami. Quisiera que me perdones por mi error y que evitamos el divorcio.


Después de ésta petición, no hubo más que silencio. Shinya parpadeó unas cuántas veces, sorprendido, pero sin dejarlo entrever en su semblante. Pese a ello, las palabras no tardaron mucho en cobrar forma y salir de su boca. Sacudió la cabeza en negativa.


-¿A qué estás jugando?, Si mal no recuerdo tu estás ahora con...-Chocó de lleno contra un muro invisible. Y le fué imposible pronunciar su nombre.


-Él y yo terminamos. -Interrumpió su inconclusa frase. Entrecerró los ojos con desazón. -Eso te lo aseguro, tanto cómo que me arrepiento profundamente de haber estado con él en primer lugar.


-¿Terminaron? -Inquirió incrédulo. ¿desde cuando, y por qué Shougo no se lo mencionó cuando estuvo ahí mismo hace unas horas?. Ahora sí que no tenía ni la más nimia idea de lo que estaba pasando.


Ella se encogió de hombros y su expresión reflejó tristeza y arrepentimiento. Se abría el telón que daba paso al primer acto de su ensayada actuación.


-Sé que me equivoque y por eso te pido perdón. Pero -Se inclinó hacia el pelinegro y tocó tímidamente su brazo. Le miró con ojos llorosos. -Finalmente supe que clase de persona es en realidad. Makishima me mintió. Estaba con alguien más y yo no le importaba en lo absoluto. Nunca debí engañarte y lastimarte. Me he equivocado demasiado por él.


Otra vez la observó sin musitar palabra alguna. Meditando sobre lo que le acababa de soltar. De manera en que así era la cosa. Akane había terminado por descubrir que el albino tenía un amante. Aunque desconocía por completo que ese "alguien más" no era otro más que él, Kougami Shinya, y ahora que hubo roto con el oji ámbar a raíz de semejante descubrimiento, volvía apenada queriendo recomponer su matrimonio deshecho.


Maldición, ¿Su rompimiento con ella era la causa de que anoche pareciera estar algo apesadumbrado y  más callado de lo normal?, ¿Era por ella?


Posiblemente si, para su desgracia.


Un elemento casi olvidado reapareció portando afilados dientes, de entre las sombras más oscuras e inescrutables de lo que muchos llaman corazón, con la expresa intención de mostrarle lo que aún no quería ver. Celos.


-Lamento que te hayan decepcionado, pero eso no a mi no me incumbe. No puedo ni voy a regresar contigo sóló  porque ahora te sientas deprimida y sola. -Dijo con quizás más dureza de la necesaria. Dio un paso atrás, tomando distancia de la castaña. -Y aunque en verdad te arrepientas de lo que pasó, como alguna vez te advertí, no creo poder olvidarme de todo y volver contigo fingiendo que nunca nada sucedió. No creo ser capaz de hacerlo ni tampoco pienso que retomar lo nuestro fuera en ningún caso lo más indicado.


Discretamente, apretó los dientes. Se vio en la necesidad de controlarse para no emitir un bufido de irritación. Conservó la compostura y la expresión sufrida de su faz. Tenía más que claro que convencerle no sería tarea fácil y de un solo día. Kougami no era estúpido, y que desconfiara de ella y la tratara con frialdad era lo más esperable y normal en éste caso. Pero eso le daba igual. La rendición no tenía cabida en su contemplación, y menos luego de tan sólo el primer intento.


Tarde o temprano, él caería. Si jugaba bien sus cartas, podría doblegarlo. No era muy diferente de cualquier otro hombre.


-¿Ya no me amas? -La voz le salió rota. Su barbilla sufrió de un ligero temblor. -¿En verdad dejaste de amarme, Kougami?


Shinya desvió la vista y le dio la espalda. Suspiró. A decir verdad, ni el mismo sabía ya que era lo que sentía hacia ella y hacia Shougo... Y allí estaba nuevamente él. Volvía a inmiscuirse entre sus pensamientos. Y no era solamente eso; había pasado tan escasa cantidad de tiempo desde que lo vio y estuvo con él entre las sábanas que su presencia todavía la sentía tangible, como si en ese preciso instante el estuvies allí de pie, observando la escena cual triste espectador, sin voz ni decisión.


-No lo sé. -Era la única respuesta que podía ofrecer, una acorde a su estado actual de confusión. El blanco y el negro dejaron de estar en armoniosa separación y se mezclaron, tornando su visión y su juicio de grisácea ambivalencia. -Ya no sé si puedo amarte, Akane. Las cosas han cambiado mucho desde que nos separamos. Y no estoy como para brindarte el consuelo y la contención que quieres. No soy para nada el más apto para eso.


-¡No quiero que me consueles! -Exclamó con voz aguda. Le abrazó por la espalda, hundiendo en él su rostro. -Sólo quiero estar contigo y que todo vuelva a ser como era antes. ¿Es mucho eso pedir?, no quiero más que una oportunidad, eso es todo.


Cerca estuvo de sentir lástima por ella al escucharla sollozar contra su cuerpo, pero ipso facto, este impulso empático de buen samaritano fué acallado y descartado, al recordar cuánto había sufrido por ésta mujer hasta hacía no demasiado tiempo atrás, y cómo también ella se estuvo viendo a escondidas con Makishima durante más de seis meses antes de que los descubriera, tal cómo el propio albino se lo confesó en un momento de distensión hace un par de semanas. Porque cuando su relación con ella se acabó, Akane ni siquiera quiso revelarle desde cuando tenía tenía aquella aventura extramarital con el oji ámbar.


No. Tsunemori sólo estaba recibiendo un trago amargo de su propia medicina, no era acreedora a ningún tipo de compasión de su parte. Además, algo no terminababde encajar y de convencerle en todo éste asunto. Tenía que pensarlo con detenimiento, y sobretodo, escuchar la versión de Shougo del mismo y también sobre el real trasfondo y significado de la nota que descansaba sobre su velador.


-Vete, Tsunemori. Cuando te calmes y veas esto con altura de mira, te darás cuenta de que no me necesitas. Es cosa de tiempo.


-No creo que vaya a ser así... -Replicó por lo bajo, sin soltarlo. Demonios, ¿Cuánto más debía sobajarse para alcanzar su objetivo?, Ya estaba más que harta de tanta humillante pantomima. -No quiero perderte.


Resopló hastiado."Ya es demasiado tarde cómo para que digas eso", pensó en parte tentado a decírselo en voz alta. Finalmente prefirió callar. Absurda consideración que podría terminar por perjudicarlo.


-Está bien, me iré ahora, pero no voy a rendirme. -Dijo ella cuando por fin dejó de aferrarse a su espalda. Hizo un puchero y secó sus lágrimas. -Te demostraré que hablo en serio cuando te digo que me he dado cuenta de que no te he olvidado y que en verdad me arrepiento de haberte traicionado. Ya lo verás, Kougami.


No volteó a verla, pero oyó sus pasos suaves alejarse y poco después el abrir y cerrar de la puerta. Cerró los ojos y apretó con sus dedos índice y pulgar el puente de su perfecta nariz. La brisa propia de los tiempos de calma había dejado de soplar en su dirección sin aviso previo. Al igual que aquel sujeto de cabellos nevados.


Que molesto. Justo cuando incluso habría podido decir bajo juramento que todo iba mejor que bien, todo volvía a ponerse de revés.


No podía haber concebido visión más errónea que esa, cual Blanca mentira fruto de ignorancia.


¤•:.::•.•::.:•¤


Después de haber seguido el sendero que sobró por simple descarte, el de la huída sin posibilidad de regreso, para su mala fortuna, sin importar que los días y más tarde las semanas continuaran pasando una detrás de otra; dejándole atrás en el vacío del olvido, su desafortunado dilema de amor unilateral se rehusaba incansablemente a morir. Aunque no es exactamente como si esto constituyera una real sorpresa para el albino, no, y más todavía si se toma en cuenta la sensación atroz de dejar aquello inconcluso que seguía persiguiéndole aún desde el día en que a su juicio, egoístamente, se marchó antes de convertirse en víctima de un rechazo del que era y siempre sería legítimo merecedor.


Sí, escapó cobardemente antes de recibir silenciosamente una decepción, algo que aunque justo, no pudo aceptar escuchar. No obstante, desertar no equivale a olvidar, y llegados a éste punto de su vida y del relato, apartar la vista de la problemática no le concedía ya la suficiente paz mental. Y por ello, cuando sopesaba su condición actual con la de Shinya -basándose en nada más que en especulaciones varias-, casi podría llegar a sentir envidia hacia él, por cómo seguramente ya habría dado vuelta a la página con todo lo referente a él y a lo que antes tuvieron, y probablemente ya le hubiera olvidado por completo. Siendo reducido a nada más que un agridulce recuerdo que se prefiere no evocar a consciencia. Maldito destino aquel, porque por mucho que fuera congruente con sus propias acciones, era demasiado desabrido y solitario.


Tampoco le era muy difícil imaginarse que el moreno debió tomar su rompimiento -si es que se puede llamarle así-, como una simple y vana veleidad de su parte, al igual que toda su casi relación también lo fué. Y no le recriminaría por eso, no podría hacerlo cuando verdaderamente todo había sido sólo eso desde el inicio. El que después nacieran sentimientos poco convenientes e inesperados, ya era otra cosa, además de ser su exclusivo problema personal.


Todo lo que ahora quería era poder olvidar también, sumir todos esos asfixiantes pero bellos recuerdos en aguas pasadas, y de paso lanzar ahí también su corazón, si con eso conseguía dejar de padecer esa agonía producto del desamor.


Sin embargo es importante aclarar también que luego de aquella última vez, Kougami le llamó múltiples veces, y naturalmente, nunca contestó sus llamadas ni respondió a sus mensajes, hasta que al poco tiempo dejó de recibirlos. Se dijo que eso era lo mejor, y que eventual e inevitablemente el olvido acabaría por consumir ese amor absurdo y doloroso, dado que todo está condenado a caducar al final, esto también tendría que expirar. Ésta fué la falacia realista que impregnó sus escurridizos pensamientos, los cuales siempre buscaban llegar hasta él.


Pero desgraciadamente para él, esta resolución firme en apariencia no pudo ayudarle cuando durante una nublada tarde, mientras iba algo a la deriba en una calle, sus ojos se toparon por mera casualidad con el motivo de sus ensoñaciones y tristezas.


Frenó su caminar de manera automática. La sangre huyó raudamente de su semblante, haciéndole palidecer. El mundo se volvió estático y su girar se congeló. El tiempo cesó también su sempiterna marcha en ese instante, a la par de sus latidos, cuando advirtió que Kougami no estaba solo, allí, en la avenida de al frente.


No. Porque junto a él también se encontraba ella.


Y no sólo eso...


¿Cómo podía ser posible?


No, en definitiva, debía ser algún tipo de error. No podía ser real. No quería que fuese real. Le resultaba imposible que pudiera ser otra cosa más que un burdo embuste lo que presenciaba desde la distancia y que su mente rechazaba aceptar como veraz con desmesurado fervor.


¿Que qué era lo que veía y por qué le causaba un asombro y un malestar tan desmedido?, simple. Ellos dos estaban besándose. Akane, quien terminó con él al enterarse de su relación ilícita con Shinya, estaba ahora compartiendo un beso con éste mismo, quien a la vez también era su ex. Aunque en ese momento no lo parecía, e incluso lo creyó correponder. Igualmente, nunca tendría la total certeza de esto, ya que evidentemente no se quedó allí a observarles por más tiempo. Había sido ya más que suficiente. Más de lo que esperó poder soportar.


Los segundos comenzaron a correr nuevamente y el mundo retomó su ciclo con normalidad. El ruido retornó a sus oídos con estridencia.


Viró la vista hacia la nada inocua y dio media vuelta, dándole la espalda a la imagen que ellos conformaban con la ambientación propia de la ciudad como tapiz de fondo.


Se fué de regreso a casa antes de que por error o contratiempo, uno de los dos pudiese verlo.


¤•:.::•.•::.:•¤


-¿Por qué hiciste eso? -Inquirió molesto, después de empujar a la castaña por los hombros, luego de que ésta lo hubiese besado fortuitamente antes de que alcanzara a reaccionar y a detenerla.


 Desde que ella esa vez se presentó en su departamento, no había dejado de perseguirlo. Y de eso ya casi pasaba un mes. Al punto de que ahora la veía casi a diario, aunque no quisiera.


-¿Qué?, ¿Tanto de desagrada que lo haga? -Contestó apretando el entrecejo. -Eres cruel, Kougami. Siempre estás rechazándome, no te importan para nada mis sentimientos.


Siempre era así. Ella aparecía prácticamente de la nada y si no le prestaba mucha atención o no le seguía la corriente, armaba escenas como esa, culpándolo por supuestamente no entenderla y portarse insensible. Incluso alguna vez rompió a llorar en plena calle.


Pese a que ahora se estaba convirtiendo para él en un incordio, en un principio había intentado ser paciente con ella, porque si bien entendía lo mal que debía estarse sintiendo, también en parte se sentía responsable por ello. Ya que había sido él quién se involucró con Makishima antes, cuando éste aún estaba con ella, siendo causante del quiebre entre ambos.


Si. Él. De quién no había vuelto a saber nada desde ese mismo día en que ella reapareció en su vida. ¿Adónde estaría, y por qué habría desaparecido sin dignarse a decir nada?, nunca tuvo oportunidad de de verle y de hablar con él de nuevo apropiadamente, y por ende éstas y otras cuántas más interrogantes no dejaban de deambular por su mente. Tanto era así, que hasta el sueño le quitaban algunas veces.


Quería verlo, sería una gran mentira si afirmase lo contrario, aparte de que tampoco estaba ya como para mentirse a si mismo con tanta desfachatez. Lo cierto era que, a veces sentía una nostalgia tan profunda respecto a él, que llegaba a considerarla algo anormal, cosa lógica, ya que ¿por qué llegaría a extrañarlo tanto cuando se supone que la relación que ambos mantuvieron fué breve y de poco o nada importancia?. No obstante, ya ni siquiera se sentía completamente seguro de eso cuando echaba un vistazo en una retrospectiva inerte.


Otra cosa que seguía dándole vueltas era, ¿Cómo habría sido que Tsunemori se enteró de que él la engañaba?, porque no creía factible que el oji ámbar se lo hubiese revelado por iniciativa propia. Siendo así, posiblemente él debió haber incurrido en uno o más o más descuidos que suscitaron las sospechas de Akane, y entonces ella...


Un momento. Si aquello se había desenvuelto por ese carril, entonces ella debería haber acabado por descubrir que era él quien se veía con Makishima a sus espaldas. Eso era fácil de deducir, considerando que Akane no era ninguna tonta y que era lo suficientemente obstinada como para haber llegado por sus propios medios hasta el final de esa historia.


Pero ese no podía ser el caso. Ella no había descubierto que él era el amante del albino, porque evidentemente de haber sido así, ella no estaría ahora intentando  volver con él. Las dos cosas eran incompatibles por obviedad, pero algo continuaba sin encajar, ¿Qué podría ser?


¿Sería quizás que Makishima le mintió respecto a la identidad de con quien le era infiel, antes de que ella pudiese averiguarlo por su cuenta?, esta parecía ser la respuesta más plausible, pero aún así, sentía que algo faltaba en aquel rompecabezas...


-¡Te digo que estoy cansada de tu maldita indiferencia! -Escuchó que le gritoneaba. Dio un respingo y su atención absorta regresó al presente. -¿Ves?, ¡Ni siquiera me estás escuchando!


-Si te he estado escuchando, todo el tiempo. -Mintió distraído. Se pasó una mano por los cabellos color carbón y miró hacia la lejanía. -¿Puedo hacerte una pregunta? -Escasos momentos después.


Akane advirtió el sutil cambio en su tono de voz al preguntar. Esto la puso sobre aviso y tuvo una vaga noción acerca de lo que el moreno querría saber.


-Claro que puedes. -Cambió su actitud de inmediato y le miró inclinando el rostro. Hizo un mohín. -¿No te he dicho que te demostraría que he cambiado?, ¿Cómo podría hacerlo si me negase a responder a tus preguntas?


-Si tu lo dices, entonces está bien. Aunque lo que quiero preguntarte no tiene que ver con nosotros, sino acerca de la relación que tuviste con él. Del porqué terminaron, más bien.


-... De acuerdo. -Aceptó mostrándose incómoda. Lo sabía, ahí venía la pregunta que tanto espero escuchar. No podría ser más predecible. -¿Qué es lo que quieres saber?


-Dijiste que te enteraste de que te mintieron, pero ¿Estás completamente segura de eso? -Inquirió procurando sonar neutral.


Allí estaba. Tuvo que reprimir su euforia y la sonrisa que en sus labios llenos se quiso dibujar. Finalmente le llegaba la hora de esgrimir el último golpe. La corona de su argucia.


-¡Por supuesto que lo estoy!, ¿Cómo podría no estarlo cuando con mis propios ojos lo sorprendí con otra mujer? , y él no hizo ningún esfuerzo por intentar negarlo. -Contestó con notable enfado.


Ésta revelación le conmocionó hasta los cimientos. Parpadeó. Su instantánea y natural reacción fué asirse a la incredulidad, cual mecanismo de defensa intrínseco. Se cernió sobre su mente y alteró su expresión impasible durante fugaces instantes. No pudo evitarlo, porque a pesar de todo, antes ni siquiera llegó a figurarse la posibilidad de recibir esa respuesta por parte de aquella chica oji Avellana.


Eso es imposible. Ha de estar mintiendo.


No puede ser verdad.


Estaba conmigo... No puede ser que existiese alguien más.


Sus erráticos y disonantes pensamientos se desperdigaban y chocaban contra muros de concreto cubiertos de veracidad, como un sueño en caída libre que lucha por aferrarse a algo en busca de salvación antes de terminar por fragmentarse en miles de pedazos al impactar contra la indemne realidad.


Es que no podía admitirlo. Aquel hombre con bello rostro de ángel y contraria personalidad demoníaca no podía haber estado jugando con alguien más a sus espaldas. Lo habría notado, discurrió con crédula seguridad, impropia de él. Makishima había sido suyo más veces de las que podía recordar y si algo como eso hubiese estado sucediendo, habría sido el primero en advertirlo.


Pese a qué, Akane a sus ojos no poseía razón alguna para inventar nada, no tardó en contraatacar su tenaz lado racional. Despechada o no, ella debía dar fé ciega de lo que supuestamente presenció y provocó el final de su amorío con el albino. Además, si tomaba en consideración los anteriores antecedentes de Shougo con su ex mujer, era un descalabro que dijese que podía confiar en él.


Esta insignificante idea mutó hasta transformarse en la semilla de la destrucción. Proliferó rápido y silenció a aquello tan relevante en éste caso, pero que continuaba dejando en segundo plano, y por último trajo de regreso a la vida al virulento sentimiento de saberse traicionado.


De modo que, antes de volver a sufrir esa congoja en toda su extensión, prefirió doblar trayecto hacia otro rumbo en apariencia menos peligroso.


-Akane. -La llamó por su primer nombre con desafección. Hizo caso omiso de la otra parte de sí mismo que le imploraba que desistiera de su decisión. -Puede que tengas razón. Tal vez no sea mala idea que volvamos a intentarlo.

Notas finales:

Esta vez, como ya se habran dado cuenta, me demore mas dia con la actualizacion, y fue porque la semana pasada fue mi cumple (ahora tengo 18, pero todavia no me hago a la idea XD), y bueno, despues de eso, por diferentes cosas, no me sentia muy bien de animo como para editar el borrador y transcribirlo.

Pero los siguientes dos capitulos llegaran pronto, eso si puedo prometerlo ^.^

Para este capitulo me inspiro la cancion The worst carnival, de rin kagamine, ke la adoro, ademas de monogatari series second season (anime ke me encanta), con sus geniales conceptos.

gracias x leer.


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