Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Claroscuro por mei yuuki

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola :3

les traigo el penultimo capitulo, el que casi no alcanzo a terminar de transcribir para hoy u.u

pero no importa XD, lo termine y ahora todo esta bien uvu

y bueno, no tengo nada mas que decir aparte de que espero ke sea de su agrado y no contenga ningun error, porque no pude revisarlo tantas veces sta vez.

         Finalmente lo entendió. A pesar de que le llevó un tiempo y fué a raíz de una experiencia ingrata y significativamente dolorosa, le sirvió para identificar y hacerle comprender cuál era la falla substancial en su buen e infalible plan de adiós y olvido. La claridad afloró vivamente y con milagrosos tintes fosforescentes tras el río de agua turbia y Shougo supo a ciencia cierta que era lo único que le restaba por hacer. Y eso era algo tan simple y evidente que estuvo cerca de socavarle una infeliz sonrisa.

 

No tenía nada más que hacer que partir; mudarse a algún lugar lejano en dónde no fuese a encontrarse con Shinya o con Akane por infame e irónica casualidad. Porque desviar la vista hacia otro lado tal  cual cómo había estado haciendo hasta la fecha e intentar excomulgal el motivo de ello de sus remembranzas, no era verdaderamente huir. O no por lo menos como la definición de dicha palabra lo dicta en todos los diccionarios existentes.

 

Sí quería realmente sellar aquel ciclo y relegar permanentemente al olvido todo lo vivido en él, debía marcharse físicamente de ese sitio, de esa ciudad en dónde se le concedió y más pronto que tarde se le arrebató el amor por dos veces consecutivas.

 

Pero pese a todo, no hay porqué malinterpretar. No guardaba ni el más mínimo rencor en contra de ninguno de los involucrados, además de que comprendía con ecuanimidad lo que había pasado. Había perdido, y eso era todo. Sólo era un perdedor más que salió del juego por propia y personal elección cuando anticipó su penosa derrota e  iba éste a la mitad. No había ni hubo jamás nadie a quién pudiese inculpar más que a sí mismo. Si inclusive casi podría asegurar no tener reparos en desearles la esquiva felicidad compartida. La misma que él prematuramente perdió, aunque bien si tuvo la el privilegio de conocer y de vivir. Y eso era cosa invaluable, por sobre cualquier riqueza material.

 

¤•:.::•.•::.:•¤

 

Predeciblemente, terminó regresando con Akane. Aunque en lugar de ser éste un auténtico intento de recomponer su relación rota , era un vil afán de evadir la dura realidad que venía acechándole y a la que en más de una ocasión le hubo vislumbrado la cara. Y por lo mismo, decir que las circunstancias le forzaron a ello no era del todo mentir, pero tampoco era ciento por ciento una verdad. Eso era más como un vano pretexto que utilizaría alguien pusilánime e incapaz de responsabilizarse de sus decisiones por propia iniciativa.

 

¿Y acaso no era eso en lo que se había convertido?, porque sino lo era, entonces debía ser en algo parecido y de calaña y similar matiz. Lo sentía cada vez que miraba Tsunemori, dormía con ella o pensaba en el oji ámbar con secreto y prohibido anhelo.

 

Nada sería más fácil que endosarle toda la culpa de su pesar a la ausente figura de Makishima, y hacerlo le resultaría en cierto sentido  innegablemente liberador; pero sin embargo siempre que discurría hacia ésta tentadora conclusión, se detenía abruptamente antes de traspasar aquel ilusorio límite  y poder permitirse sentir resquemor hacia el albino. Y se recordaba entonces lo claro y tácito que desde un principio fué su acuerdo acerca de lo que de ahí en adelante sería su relación. Nadie objetó ni prometió ninguna cosa absurda o vinculante en aquel momento. Ninguno profesó fidelidad, ni aún menos  amor. Si al fin y al cabo nunca existió la necesidad de  contraer tales compromisos, dada la índole de placer y de libertad que tan bien definía su unión en esa época . Y por lo tanto, la confianza tampoco debió de ser algo fundamental e imprescindible entre los dos.

 

Éste era el más veraz análisis al que su profundamente implicado y por lo mismo, poco parcial ser, podría llegar sin manchar y comprometer los hechos con sentimientos y colores propios. Su propio egoísmo y benevolencia eran mayores causantes de su presente que aquel sujeto que dominaba ahora sus pensamientos. Sin olvidar a su implícita cobardía. No por nada fué esto último lo que lo orilló a hacer uso de su libre albedrío y volver con su "esposa", del mismo modo en que un perro asustadizo y perdido lo haría con su dueño para que éste pudiese regresarle su vieja correa, premisa de seguridad y de comodidad, luego de experimentar en carne propia un poco de la crudeza del mundo real.

 

La teoría es clara y entendible hasta para el más idiota, en comparación a la práctica. Asimismo como lo que fácil llega acaba irremediablemente yéndose también del mismo modo, a excepción de que en éste, su caso personal, quién vino y se fué con tanta liviandad, dejó tras de sí huellas de sentir imborrable. Sentimientos que coexisten con un enorme vacío, y de los cuales ahora ha de hacerse cargo en completo silencio y soledad.

 

¤•:.::•.•::.:•¤

 

Allí estaba entre sus manos, el boleto de tren sin retorno que le sacaría de su antigua vida al cabo de insignificantes tres días más. Cuánto daría por poder excluir de su equipaje los recuerdos que cargaba de los últimos meses. Se conformaría incluso con la existiera algún elixir o sustancia capaz de anestesiar y aliviar esa parte de su alma en la que seguía aún estando él. De cualquier forma, esto era sólo una tontería imposible y demasiado pedir. Más de lo que podría llegar a merecer alguien como él.

 

Dejando a un lado sus conflictos existenciales, se alegraba de tener aún el dinero suficiente cómo para poder viajar y dar por enterrado su pasado. Contar con esa alternativa y posibilidad era sin lugar a dudas mejor que nada.

 

¤•:.::•.•::.:•¤

 

Al siguiente día, durante el apagado ocaso de primavera, mientras buscaba un antiguo encendedor que perdió cuando se fué de aquella casa que ahora volvía a compartir con la castaña, Shinya encontró en su lugar algo de naturaleza oculta y decidora en el fondo de un cajón del mueble más apartado y menos visto de la estancia. Un sobre blanco inmaculado de tamaño mediano que destacaba de entre el resto de papeles viejos y corroídos por el polvo que le hacían compañía. Daba la impresión de no llevar demasiado tiempo ahí guardado. De inmediato llamó su atención y despertó en él una sinuosa chispa de ávida y reluciente curiosidad. Lo sacó de su escondite de madera y le dio la vuelta con intención de abrirlo. Éste no estaba sellado, de manera que solamente tuvo que levantar la solapa de papel para llegar a su contenido. Un segundo y medio más tarde una serie de fotografías desfilaba ante sus plateados y ahora cada vez más sorprendidos ojos. Sus pupilas titilaron. El cigarrillo todavía sin encender que hasta entonces estuvo entre sus labios, cayó de ellos directo al pulido piso.

 

Justamente cuando ya estaba más que convencido de que ya nada podría quitarle el aliento del estupor, esto se le develaba dictando la última palabra y quitándole la razón.

 

¿No estaría exagerando?, no, no lo estaba haciendo. Dado que el punto central de todas aquellas imágenes -que hecho aparte, éstas eran más de diez-, no era otro que el mismo y Makishima en actitudes que denotaban a las claras el tipo de relación que ambos mantuvieron, su confusión estaba justificada con creces.

 

Pero, ¿Qué era todo eso y que diablos hacían escondidas allí?, No obstante tales preguntas estaban de más. Nada podía ser más sencillo que deducir la identidad de la única posible artífice detrás de aquello. La única otra persona que vivía en ese lugar además de él.

 

-Veo que las encontraste. -Pronunció la voz de la responsable a sus espaldas. -Tch, es mi error. Debí quemarlas después de que cumplieron su propósito.

 

-Así que en realidad sí lo sabías, todo éste tiempo. -Se volteó en su dirección. El semblante de Akane lucía gélido y pétreo cuando lo miró, más que en cualquier otra ocasión anterior que la hubiese visto. Por un momento no le pareció que fuese la misma persona que antes conoció y a quien tanto quiso alguna vez. -¿Entonces por qué insististe tanto en volver conmigo?, ¿Qué sentido tiene eso para ti?

 

-Tiene sentido, sí. Por supuesto. -Se aproximó al azabache mirándolo fijamente. Sus grandes orbes se entrecerraban. -¿De verdad piensas que podría simplemente quedarme tranquila y hacerme a un lado, resignada a que ustedes dos se burlaran de mi de esa manera? -Guardó silencio un instante, dejándole pensárselo durante un instante antes de responder a su propia pregunta. -Pues no. Tendría que ser muy estúpida para tolerar semejante ultraje. Por eso juré que no permitiría que se deshicieran de mi tan fácilmente y tuvieran el camino libre.

 

-Entonces todo lo que dijiste antes fué invento tuyo, incluido lo de que él te engañó con una mujer. -Razonó en voz alta, sintiendo el peso de su error. Qué estúpido, ¿Cómo pudo creer y aceptar tan rápidamente todo lo que ella le hubo dicho?, Por culpa de eso terminó de nuevo perdiendo el tiempo al lado de ésta hipócrita e insensata chica por más de un mes.

 

En respuesta ella soltó una risita sarcástica y seca. Un desahogo sin verdadero humor.

 

-Si y debiste ver tu cara cuando lo oíste. -Dijo alzando el mentón. -Realmente te conmocionó la idea de que Makishima pudiera haber estado jugando contigo también, ¿no? . Aunque me imaginaba que sería así, por eso mismo te lo dije. -Infló las mejillas y siseó. -Y eso me confirmó que él si te importaba después de todo, o al menos más de lo que podría importarte yo. Lo mismo que pasó con Makishima. -Movió la cabeza de lado a lado con enorme desagrado. -Es tan frustrante y por sobretodo, repulsivo. Los dos lo son.

 

-Y tú estás más loca de lo que me habría imaginado. -Pasó a su lado. Esclarecidas las cosas, ya no tenía motivo alguno para permanecer allí. Tenía cosas que hacer, con urgencia. Tales como encontrarse con el albino. Lo acababa de decidir mientras hablaban. -Con todo esto no conseguiste nada, excepto hacerte más daño a ti misma.

 

-No creas. -Lo detuvo por el brazo. Le sonrió con astucia y maldad. -Es obvio que él nunca te dijo nada sobre esto, ¿no es así?, ¿Por qué crees tú que habrá sido eso?

 

-¿Qué estás insinuando? -Inquirió arqueando una ceja con sospecha. Apretó la mandíbula.

 

-Sólo digo que el motivo de que no te haya dicho ni una sola palabra acerca de que él y yo ya habíamos terminado es porque debió de estar bastante seguro de que sí lo hacía, entonces tu lo abandonarías al instante. ¿Y cómo no iba a estarlo? -Dijo encogiéndose de hombros y suspirando. -Si es cosa de ver lo fácil que caíste en mi trampa y aceptaste volver conmigo. Apuesto a que ni siquiera le concediste el beneficio de la duda. Tuvo que intuir que así sucedería. Que me elegirías a mi antes que a él, aunque fuera por las razones equivocadas.

 

Le costó trabajo, pero no pudo ignorar qué lo que Akane decía, tenía muchísimo sentido. No le quedaba otro remedio, pues por algo el oji ámbar se había marchado sin mediar palabras y sin una razón aparente. Y al fin daba con esa razón oculta bajo aquel espeso y ponzoñoso subterfugio. Su corazón le susurró por primera vez en semanas, coméntandole que sus palabras, aunque desdeñosas y despechadas, eran veraces y acertadas. En inmediata consecuencia un temor nuevo y desconocido se arremolinó en su garganta, creándole allí un indeseable nudo.

 

-Puede que tengas razón, pero -Se deshizo de su débil agarre de un ligero tirón. -eso ya se acabó. Ahora sólo tengo que enmendar ese error.

 

Con el impulso del momento, y dispuesto a arreglar ese entuerto de una vez por todas, la esquivó y fué directamente a la habitación que compartían. Se inclinó frente a l velador junto a la cama y rebuscó en el cajón hasta dar con lo que quería. Fué definitivamente un acierto el que nunca se hubiese deshecho de los papeles de divorcio y que además de eso, los llevara consigo cuando regresó a vivir allí. Éstos únicamente carecían de su firma para hacer efecto y disolver de tajo su unión legal. Los apoyó sobre el mueble bajo y sacó el bolígrafo negro que guardaba en el bolsillo de su chaqueta del mismo color. Pasó las páginas y estampó su firma  terminantemente en el lugar indicado, junto a la de Akane, sin miramientos ni titubeos. Al fin una decisión correcta cual haz de luz en medio de tantos desafortunados tropiezos ciegos.

 

-¡¿Qué estás haciendo?! -Chilló la castaña desde el umbral. -¿Realmente tú... Me abandonarás también?

 

-Eso ya lo hice. Y no precisamente desde ahora. -Dijo acercándose a ella y enseñándole la prueba escrita de su afirmación. -Ya fué más que suficiente de ésta farsa, Tsunemori. Nada bueno puede salir de esto, ni para ti ni para mí. Aunque admito que me sorprendiste. ¿Sabes?, No eres ni un ápice de lo que creí que eras.

 

-¡Serás -Miró con viva cólera aquellos documentos ahora en sus manos,que separaban irrevocablemente sus vidas de forma permanente. Levantó la vista hacia él y se precipitó a atizarle una bofetada. -Un... !

 

Kougami la detuvo agarrándola por la fina muñeca antes de que pudiera siquiera llega a rozarle la suave piel. La soltó con ímpetu. Su impertérrita expresión no se altero en momento alguno.

 

-Aquí es donde nos despedimos. -Salió del cuarto, dejándola atrás. Respiró hondo unas cuántas veces. -Volveré a buscar mis cosas otro día. Hasta entonces.

 

La oji Avellana se quedó allí durante  unos instantes, apoyada en la pared y con la mirada clavada al suelo mientras escuchaba sus pasos alejarse por el pasillo. Las hojas de papel se escurrieron de sus manos y fueron también a parar a éste, con una insoportable lentitud pasmosa. Internamente, la rabia la consumía hasta límites insospechados, mezclándose con el tórrido dolor antes sepultado con alevosía. Apretó lo dientes hasta hacerlos rechinar y partió tras el moreno pisando fuerte. Todavía le quedaban pendientes unas cuantas cosas que deseaba soltarle a la cara antes de que él se esfumara para siempre de su vida.

 

-¡Ustedes dos son tal para cuál, se merecen! -Le gritó al alcanzarlo, antes de que saliera por la puerta. -Maldigo el hecho de haberlos conocido. Ojalá nunca hubiese sucedido. ¡No vale la pena pensar o sufrir por ninguno de los dos!

 

-Tomaré como un halago la parte de que nos merecemos. -Respondió luciendo una sonrisa descarada. Cosa que no hizo más que avivar la flama escarlata de la ira en Akane, que lo miró como queriéndole asesinar. Alzó la mano izquierda, mostrándole el sobre con las fotografías que antes descubrió. -Y éstas, me las llevo. Consíderalas de mi propiedad por derecho de imagen.

 

Después de ésta última afirmación, se dio la vuelta y salió por la puerta. Sus dudas por fin se habían desvanecido en su totalidad, y recobraba el norte. Todo retornaba a su lugar, como siempre debió estar. Ahora sólo le quedaba por acabar también con la distancia que lo separaba del joven albino. El sí ésta era escasa o demasiada, lo desconocía, pero muy poco le importaba sinceramente. Lo encontraría. No albergaba ni la más pequeña duda acerca de ello.

 

Y una vez enfrente de él, le explicaría las cosas y éste tendría que limitarse a entender. Así como Shougo se entrometió antes en su vida con desparpajo y sin pedir su opinión al respecto, esta vez era su turno de irrumpir en la suya. Y no aceptaría ningún tipo de negativa como respuesta.

 

¤•:.::•.•::.:•¤

 

Pateó la puerta luego de que Shinya se hubo ido. Varias veces, descargándose en aquella lisa e inanimada superficie de madera oscura hasta que se cansó y experimentó con ello una  leve sensación de pasajero alivio, producto de la pataleta. Entonces se recargó contra ésta y se dejó deslizar lentamente hacia el suelo. Rodeó sus piernas con sus brazos delgados y descansó el mentón sobre sus rodillas.

 

Cuando miró a su alrededor, el peso de su recientemente adquirida soledad la agobió como nunca antes en toda su corta existencia. Sintió como si fuese la única persona o criatura viviente sobre la tierra, o siendo aún más derrotista, en todo el universo. Ese lugar era exagerada y absurdamente grande como para ser habitado por solamente una persona. Quizás pronto se mudara a uno más pequeño y confortable. Pero eso tendría que esperar hasta un poco más tarde. Hasta que terminara de levantar los escombros que antes contituyeron su vida de entre sus polvorientas ruinas.

 

-No volveré a confiar en los hombres. -Musitó sorbiéndose la nariz. -Jamás.

 

¤•:.::•.•::.:•¤

 

Pese a que esta vez su resolución era firme y clara, sin pizca alguna de indecisión que pudiese influir en su juicio, esto no le facilitaba especialmente el dar con su paradero. Sobretodo cuando el susodicho se empeñaba en hacer caso omiso de sus llamadas. Era un verdadero incordio. Ya más de dos meses habían transcurrido desde la última vez en que le vio o escuchó en sonido de su voz, pero aún así seguía irritándole como el mismísimo primer día en que lo conoció. Y no obstante, seguía extrañándole también en igual o mayor medida. Y pese a que cuando lo pensaba así le parecía una cursilería ridícula e innecesaria -además de ser una contradicción-, ante todo ésta era la realidad de la que tan desesperadamente intentó escapar. Una realidad salpicada de cruel necesidad, y en la cual ni siquiera conocía la dirección de  domicilio del objeto de su afecto y molestia. Pero no existía forma de que desde antes lo hubiese sabido, por la razón fundamental de que  durante el tiempo en que fueron amantes -o la mayor parte de éste al menos-, el albino vivía con Akane, de manera en que nunca llegó a tener conocimiento sobre donde vivió antes que eso ni a dónde posiblemente podría irse en caso de tener que mudarse por su cuenta. Ahora veía lo descuidado que había sido al no preguntarle respecto a esos simples pero trascendentes detalles cuando tuvo oportunidad, así tal vez no estaría ahora  en éste embrollo de no saber por dónde empezar ni a quien consultar.

 

Sin embargo viéndolo desde el lado positivo, por lo menos se quitó por fin aquella venda que obstruía su visión, y por ende, le llegó el entendimiento acerca de varias cosas. Y no sólo era el porqué de la desaparición del albino, sino también lo que éste en verdad significaba para él. Se había empecinado en deliberadamente pasar por alto sus propios sentimientos con ahínco desmedido; tal vez por miedo, o simplemente por la influencia de los intrínsecos prejuicios que siendo éstos casi ineludibles, acompañarían siempre el estar con alguien que originalmente fué la pareja de su ex, aún cuando se había creído libre de éstos torpes impedimentos morales desde hacía centenares. Viendo los hechos desde su ahora actualizada perspectiva, resultó no ser completamente así después de todo. Puede que hasta hubiese tratado con la soberbia al haber sido fiel a esta idea.

 

Pero en fin, ser consciente de los propios defectos y debilidades es mucho mejor y más provechoso que no verlos de adréde o barrerlos debajo del tapete y aparentar ser lo que no se es. Sabiendo esto ahora como lo sabía, luego de vivirlo, procuraría no volver a incurrir en el mismo error. Podía dar por más que aprendida ésta lección.

 

Aún así, ya no faltaban más que dos días y unas cuantas horas para que el oji ámbar dejara para siempre esa ciudad. No tenía más tiempo que ese para encontrarlo y convencerlo de desistir de su autoexilio. Aunque indudablemente, no podía saber sobre éstas pésimas circunstancias que le rodeaban. Todavía.

Notas finales:

No se ustedes pero creo que en este capi se hizo justicia, o sea, ya era hora de que le parara el carro XD

bueno, gracias x leer :3

las espero en el siguiente y ultimo capitulo >w<


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).