Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los colores del corazón por Error404notFound

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Nuevo capítulo n.n

Y sin nada que agregar. Por favor disfruten ._./

Corrí lo más rápido que pude por la calle mojada. Los transeúntes se hacían a un lado al verme pasar como rayo junto a ellos. Así mejor. Con la cabeza gacha, no estaba en posición de esquivar a nadie. De milagro, no choqué.

No quería regresar al dormitorio. Ahí seguramente estaría Ai, esperándome. Había actuado extraño todo el día, sonrojándose en cuanto yo le miraba. Bueno, eso siempre era así. Pero hoy se pasaba de la raya. Seguramente pensaba en confesarme sus sentimientos. Y yo, obviamente, iba a rechazarle. Porque sólo puedo pensar en Makoto. Pobre chico, la verdad. Había sido un milagro que no me haya visto en mis débiles intentos de masturbación. Tal vez viéndome por accidente hubiese sido mejor opción que yo diciéndole directamente que no sentía nada por él.

Descartando el dormitorio, pensé en ir al puerto. Ahí no había mucha gente a estas horas de la tarde, por alguna razón. Era un lugar tranquilo, y era perfecto para ponerme a llorar.

Cuando llegué, confirmé con alivio que no había nadie. De vez en vez pasaba una que otra persona. Pero nadie se quedaba ahí más de dos minutos. Perfecto.

Vi a lo lejos el embarcadero, y como no había barcos, pensé en sentarme allí. Lo hice, y con el agua azul moviéndose bajo mis pies, dejé las lágrimas salir, en silencio.

 

Unas cuantas gotas de lluvia empezaron a caer, distantes unas de otras. Nah, no era gran cosa. Y en mi estado de ánimo, me importaba un bledo mojarme.

El mar delante de mí no se inmutó por la pequeña llovizna. Siguió su curso sin preocuparse. No pareció notarme tampoco.

Cerré los ojos y sentí una que otra gotita cayéndome encima. Todo estaba callado, de no ser por el sonido del agua moviéndose bajo mis pies. La lluvia no hacía ruido. Tal vez luego, cuando ganara fuerza, pero ahora no. Sentí ganas de acostarme en la madera, pero no lo hice. Deseé que Rosa y Rojo dijeran algo. Pero no lo hicieron. Se escondieron en algún lugar de mí, y aguardaron en silencio. Los tres habíamos llorado ya, así que tal vez estaban igual que yo: observando a algún punto imaginario sin prestar mucha atención a nada más.

Cuando pensé en tirarme al mar a nadar, escuché unos pasos detrás de mí, resonando en la madera. Los ignoré. Había mucha gente por ahí caminando hacia alguna parte. Cuando había llegado, el puerto estaba vacío. Ese pequeño recuerdo me hizo ponerme alerta, por si se trataba de algún asaltante. Bah. Daba igual. Incluso si…

De repente, la lluvia cesó. De la nada. O más bien, encima de mí. Al frente, aún caían gotas sobre la superficie del mar. Pero yo no me mojaba.

Miré hacia arriba, y me topé con un paraguas transparente que me cubría de la lluvia. ¿Ah?

—Eres un distraído como siempre, Rin.

La voz que dijo eso era suave y tranquila. Y aun así me lastimaba escucharla. Sólo podía ser de…

— ¿Makoto? —miré a un lado mío, y me encontré con su hermoso rostro sonriente.

Él cerró los ojos sin dejar de sonreír y se sentó a un lado mío, sin retirar el paraguas.

— ¿Cuánto tiempo pensabas quedarte aquí? —me preguntó.

Yo me sentí incapaz de responder nada coherente. El dolor de mi corazón estaba aún allí. No tan fuerte, pero ahí estaba.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté yo.

Makoto se encogió de hombros.

—No me prestaste atención cuando te grité. Y bueno, de alguna manera pude seguirte el rastro. Fue difícil, porque…

—No —corté yo —. Me refiero a cuál es tu motivo para que vinieras.

Él se puso serio y miró un momento hacia el frente. La lluvia estaba un poco más fuerte, pero no lo notamos. Bajo el paraguas estaba todo seco.

Después de un suspiro, Makoto me miró de nuevo.

—Los chocolates estaban ricos. ¿Los hiciste tú?

Yo me sonrojé de golpe. ¿A qué venía eso? ¡Pues claro que los había hecho yo! Había tardado casi un mes entero en hacer unos que supiesen decente. Mis primeros intentos habían sido una auténtica porquería.

Yo me limité a asentir, y él volvió a sonreír.

—Qué suerte tengo, ¿no? Pude comer algo hecho por ti.

Yo no dije nada. Era de mala educación decir eso cuando me había rechazado. Bueno, no lo había hecho como tal, pero su mirada en ese momento lo decía todo. Era como si me tuviera lástima.

Ese pensamiento hizo que cerrara las manos en puños. Las lágrimas querían salir de nuevo. No. Debía irme de ahí antes de que Makoto me viese llorar. Lo había logrado una vez, pero en esta ocasión no estaba totalmente seguro de poder hacerlo.

Me preparé para levantarme. Si lograba salir corriendo lo suficientemente rápido como para que Makoto no me alcanzara…

—No te vayas —me pidió, sobresaltándome.

Su voz se había tornado seria, y su sonrisa se había ido. Nunca lo había visto así. Sus ojos verdes me miraron como si quisieran saber qué pasaba por mi mente. Como si quisiesen ir al fondo de mi alma. ¿Qué con ese cambio de actitud? No entendía por qué Makoto se mostraba así conmigo. A fin de cuentas, evitarme sería lo mejor. Después de un rechazo… ¡eso es lo que la gente normal hacía!

—Presta atención —me dijo —. No me hagas repetirlo.

¿Ah?  Yo sentí que eso me era familiar de algún lado. ¿Sería que…?

—Me gustas.

Yo aguanté la respiración. ¿Qué?

—No… —empecé, pero no pude terminar. Quería decir “no te entiendo”, pero algo suave me calló los labios.

Era dulce, y tenía un pequeño y lejano sabor a chocolate. Eran los labios de Makoto. Los labios que tanto había deseado besar, y que había imaginado siempre. No me cabía en la cabeza. Debía ser un sueño. Un sueño despiadado, pero muy, muy hermoso.

Quise separarme de él, pero al mismo tiempo quería seguir así por siempre. Solamente iba a terminar lastimándome si resultaba ser un sueño. Pero por eso mismo, porque no sabía la verdad, quería aprovecharlo al máximo. No quería que terminara nunca.

Él me atrajo más a él posando una mano en mi mejilla, y yo no me resistí. Me dejé fundir en el beso completamente, intentado saboreando sus labios e intentando memorizar la textura y el sabor. Pero el aire me faltó. Quise separarme, pero no sabía si eso podría reanudarse. No iba a arriesgarme. Para mí esto era real. Cada suspiro que Makoto dejaba escapar, cada gemido que yo ahogaba, el olor de la lluvia mezclada con el del mar, el sonido de las gotitas repiqueteando contra el paraguas… todo era real.

De pronto, Makoto se separó un momento. Yo estuve a punto de hacer desaparecer esa horrenda distancia, pero él juntó su frente con la mía. Sonrió y me acarició el cabello.

—Te ves tan lindo, Rin…

Yo apreté los puños.

—C-cállate…

Y juntó una vez más sus labios con los míos. Esta vez yo pensé en alejarme, y lo hice reuniendo toda la fuerza de voluntad que fui capaz.

— ¿Por qué… estás haciendo esto? —pregunté en un susurro, y mirando al suelo.

Las gotas de lluvia siguieron golpeando el paraguas, insistentes. Yo sentí que no podía moverme. Mi cuerpo estaba frío por el clima, pero de alguna manera un pequeño calor se instaló de la nada en mi pecho. ¿Entonces esto era real? ¿No era producto de mi imaginación?

—Ya te lo he dicho —me murmuró él, con una sonrisa preciosa acompañada por un débil y pequeño sonrojo.

El viento meció su cabello.

—Me gustas —repitió —. Y mucho.

Y besó mi frente.

¿Cómo se supone que tendría que sentirme? ¿Feliz? ¿Aliviado? ¿Frustrado por creer lo contrario antes de siquiera dejarle hablar? ¿Confundido por la decisión entre creerle y no hacerlo?

— ¿Es en serio? —pregunté, intentando no esquivar sus ojos. Estaba muy cerca, y me daba vergüenza mirarle — ¿No estás… mintiendo?

Makoto dejó escapar su risa. Incluso despegó su frente de la mía. El hermoso sonido de su risa llegó a mis oídos, y yo cerré los ojos, intentando contener un estremecimiento de placer.

—En absoluto —dijo él —. Eres tan lindo como un gatito.

¿Ah?

— ¿Qué mierda has…?

Él levantó un dedo y lo puso sobre mis labios.

—Los gatos se ven preciosos cuando se enojan. Y cuando intentas enmendar un error, los acaricias, pero ellos se niegan a dejarse querer. Pero al final, cuando insistes mucho, se quedan quietos y sumisos. Y ronronean.

Yo me sonrojé y fruncí el ceño.

— ¿¡Quién es un gato, mal…!?

Y me calló con otro beso suave. Yo solté un ruidito de desaprobación, pero enseguida cedí. Y con gusto.

Makoto se separó un poco de mí. Sólo unos centímetros.

—Sal conmigo, Rin.

Estuve a punto de responder algo cuando él me besó de nuevo. Y en esta ocasión atrajo mi rostro a él con la mano libre. Se separó otra vez, tan sólo un poco, lo suficiente para que nuestros labios dejasen de tocarse,  y luego volvió a besarme. Y así varias veces hasta que me dio un último beso. El más largo.

Yo posé mis manos en su pecho y estiré los brazos, rompiendo el beso. Estaba sonrojado, ya lo sabía, y con la respiración irregular.

—Serás… —murmuré, mirándole a los ojos —Déjame responder siquiera. Hay que ver…

Él me sonrió.

— ¿Es eso un sí?

Y mi sonrojo aumentó de golpe. Salir con Makoto… ¿Es en serio? ¿Podría al fin tomarle de la mano? ¿Y podría… podría volver a besarlo? Wow. Eso era más de lo que esperaba.

Yo bajé la mirada, intentando ocultar mi rostro rojo.

— ¿N-no es obvio? —dije.

Y Makoto volvió a sonreír.

Notas finales:

¿Qué tal ha ido?

¿De perdido fue romántico?

Bueno, algo que debo aclarar es que este fanfic no será muy largo. Si acaso 6 capítulos. De verdad. No quiero hacer una historia mega complicada, dado que ésta en paticular nació en mi mente como algo simple. ¿Lemon? No lo sé. Eso depende de cómo se desarrolle la historia en mi cabeza. ¿Quién sabe? Igual y para el próximo cap hasta ya hay XDD

¡Nos vemos!

¡Esperen el próximo con ansias!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).