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Peakes, el golpeador por FanFiker_FanFinal

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Notas del capitulo:

¡Por fin llega la segunda parte!

Espero que os guste. Me divertí mucho escribiéndola, cada vez adoro más a Jimmy.

Gracias, Pukit, por revisar la historia y muchísimas gracias por la cantidad de favoritos y seguidores que ha recibido el fic.

Peakes, el golpeador

2. Vacaciones

Volver a casa para las vacaciones fue una alegría para Jimmy. Porque sí, él era muy feliz en la Academia preparándose para ser auror, pero se sentía muy unido a su familia. Sus padres le acogieron con cariño y tras comentarle los cambios que habían hecho en la casa en los últimos meses, le permitieron instalarse en su cuarto de siempre. Qué cierto es que cuando te mantienes apartado de tu familia solo se necesita unos pocos días para echarlos de menos, aunque vivir solo fuera prioritario, algo que en la Academia tampoco era posible, ya que compartían cuarto con algún compañero. Sacó una nota del bolsillo, garabateada en ella el nombre de Howards y su dirección.

Por si te aburres y quieres enviarme alguna lechuza, le había dicho.

Peakes aún no comprendía por qué su compañero, tan distinto a él, le consideraba un amigo. Supuso que era algo común en él, tener encanto para agradar a la gente. O eso, o Howards estaba realmente necesitado de atención. Como Malfoy. Se preguntó si, en el remoto caso en que cambiaran cuartos y a Harry le tocara Howards como compañero, ¿le prestaría tanta atención como a Malfoy? Lo dudaba. Cormac McLaggen había sido algo así como una patada en el culo cuando trató de entrar en el equipo y Harry lo mandó a tomar viento fresco. ¿Qué tendría el rubio vanidoso que lo atrajera tanto? Sí, bueno, era elegante, y culto, pero para Harry precisamente no sería un punto a favor. Le imaginó en una cita con Malfoy, él tratando de dar sus puntos de vista en la Historia de la Magia y el moreno poniendo cara de "no sé de qué hablas". Rió. Estaba de buen humor y no quería dedicarle demasiado tiempo al héroe porque pensar en él resultaba adictivo. Sacudió la cabeza. Quería recuperar su vida, y más tarde, si él aceptaba su compañía, ya se pondría en contacto. No quería presionarle. La presión no era buena en nadie. Sin contar con que no sabía en qué términos andaba con Malfoy y tampoco quería averiguarlo; a veces, la ignorancia era una bendición.

Así pues, se relajó, hizo planes con sus padres, le contó todas sus peripecias en la Academia a su hermano mayor (que ejercía como Obliviateador en el Ministerio) y cuando su madre los llamó para comer, una lechuza desplumada se golpeó contra su ventana en pleno vuelo. Jimmy tuvo los reflejos suficientes como para agarrarla y evitar que cayera, y tuvo que bajar a la calle porque la pobre había soltado la carta.

—Jimmy, ¿de quién ese remedo de lechuza? No te habrás juntado con gente de los suburbios…

Jimmy puso los ojos en blanco.

—Mamá… —comprobó si el animal había sufrido algún daño; por suerte, solo parecía desorientado—. Jajajaja, pero ¿de dónde vienes tú?

Después la miró bien. Oh, cielos, si era la lechuza de Percy, heredada por Ron y conocida en todo Hogwarts.

—¿Errol?—la lechuza pareció mirarle con pena, o quizá miedo. Jimmy le dio una golosina para tranquilizarla y desdobló el pergamino.

Jimmy:

Soy Harry, ¿cómo estás? Seguro que mejor que yo. Estos días he dormido fatal, y no porque echara de menos a mi compañero, sino porque los malditos colchones de Grimmauld Place tengo que cambiarlos urgentemente. Esta tarde iremos Hermione y yo a comprar algunos decentes. ¿Quieres venir?

Espero que te llegue esta carta y la lechuza en buen estado. Errol no suele hacer muchos mandados últimamente y se desorienta a veces. Por favor, escríbeme si aún sigue contigo.

Harry.

El joven agarró papel y pluma y minutos después, garabateaba:

Harry:

Por Merlín, ¿por qué mandas a Errol si la pobre se desorienta? Digamos que sí, me llegó la carta, y sí, también ha venido de una pieza, aunque si realmente tiene síntomas como los que dices deberías llevarla al sanador de animales. He oído que algunas lechuzas pierden la memoria muy jóvenes y no es conveniente usarlas para llevar correspondencia muy lejos.

Harry, ¡cambia esos colchones ya! No queremos que vuelvas a la Academia en malas condiciones. ¿Qué haremos si solo contamos contigo para salvar el mundo otra vez? Por favor, ¡sé razonable!

No podré acompañarte a elegir colchones, además, no sería buena idea probarlos contigo (sí, esto es una directa), pero creo que Hermione hará bien esa función, no porque sea mujer, sino porque vale para todo. Dale recuerdos.

Este fin de semana tengo las tardes libres, por si te apetece salir. Sé que ahora te aburrirás mucho, así que escríbeme.

Cuídate, tengo miedo de que líes alguna mientras no estoy a tu lado.

Jimmy.

Sin embargo, pasó otra semana antes de que Jimmy tuviera noticias de Harry. Para entonces, el joven creía que había pasado el fin de semana con Malfoy, pero no, al parecer él y Hermione habían ido a bailar por ahí. Finalmente, el miércoles llegó otra lechuza a casa. Esta vez no era Errol, debía haberla cogido prestada de alguna lechucería. Harry, que no tenía mucha inventiva para hacer planes de fin de semana, le proponía verse pero con la condición de que él lo llevara. Jimmy esbozó una enorme sonrisa, y comenzó a preguntar a amigos y familiares dónde solían ir los magos y brujas para divertirse; obtuvo indicaciones de un sitio nuevo que merecía la pena.

El sábado, Harry y él se vieron en dicho pub, famoso porque solían ir grupos musicales de renombre. El dueño del local había invertido una buena cantidad de dinero mágico debido a una herencia y no parecía haber empezado con mal pie. Jimmy sonrió cuando Harry aceptó a ciegas su cita y por un momento su mente imaginó a un confiado Harry siguiendo a Malfoy vete tú a saber a qué antro oscuro. Le dieron escalofríos. Aunque él también era confiado por naturaleza, no llegaba a ser como Harry. Suspiró. Precisamente esa era una de las cualidades que más lo enamoraban de él.

Harry.

Harry necesitaba divertirse y olvidarse de Malfoy, no importaba si fuera con él o con cualquier otro. La multitud se dividía entre la gente de la pista y quienes tomaban algo junto a la barra y mientras Harry le preguntaba si estaba seguro de no haberse equivocado de sitio, cruzaron el bar para apoyarse en la barra. Pidieron la bebida y mientras Jimmy daba un rápido vistazo al sitio para situarse, hizo hueco a Harry, que se colocó a su lado. Como pasaron varios minutos bebiendo y nadie los interrumpió, Jimmy sonrió al moreno. Creía que podría perderlo en un sitio así, porque Harry, siendo famoso, podría ser sanamente asaltado para bailar, beber o quién sabe qué más. Y como nadie hiciera gala de pedirle un baile a esas alturas, su instinto y ganas hablaron por él, y su mano lo arrastró a la pista.

Poco después danzaban; Harry con movimientos inseguros y él simplemente dejándose llevar, mirando las luces de discoteca iluminando a la gente. Fue entonces cuando sintió las manos de Harry en su cintura; sorprendido por aquel acercamiento, Jimmy pegó aún más su cuerpo al del auror, le rodeó con los brazos y observó aquel hermoso rostro que tanto veneraba. Fue tan apabullante y las ganas de besarle eran tan apremiantes que, para evitar iniciar un movimiento que molestara al otro, Jimmy cerró los ojos, mientras los dedos de Harry delineaban su espalda, su cadera. Quería disfrutar ese instante, que nadie se lo quitara, incluso si Harry no se quedaba con él, al menos tendría esa memoria perenne.

Volvió a abrir los ojos y sonrió a Harry. De algún modo, el moreno estaba haciendo un enorme esfuerzo bailando con él; todos sabían que Potter odiaba bailar. Quizá lo suyo fueran los bailes lentos. Como si la respuesta le hubiera agradado, Harry lo acercó aún más. Jimmy suspiró, pensando que si Harry volvía a tocarlo, no podría aguantar las ganas de unir sus labios. Ya lo había hecho en una ocasión, pero le habían puesto límites y no quería arruinar la noche. No cuando... Jimmy tiró sus pensamientos y deseos por la ventana al vislumbrar a un chico de piel morena, alto y con buena percha encaminarse hacia la pista. Al principio no supo ubicarlo bien, pero después se le apareció el mismo hombre vestido con uniforme verde serpiente. ¡Oh, joder, era Blaise Zabini, y él lo estaba mirando, por lo que debía haber sido reconocido! Los ojos de Jimmy se abrieron aún más al contemplar a su acompañante, un rubio alto, delgado y con un rostro afilado curiosamente familiar. Pestañeó, confundido, los percibió apenas unos segundos y tras asimilar que iban juntos esa idea se imprimió en su cerebro con fuerza. ¿Qué probabilidades habría de que los cuatro se encontraran en el mismo sitio? ¿De que todos hubieran tenido la misma idea de acudir a ese lugar?

Sacudió la cabeza, no le apetecía pensar en el mundo de las casualidades: jugaban en contra de él. Aunque bien pensado, si Zabini y Malfoy estaban saliendo, eso significaba que Potter era suyo. Al menos, por esa noche. Jimmy miró a Harry, en cuya cara surgieron una serie de emociones al contemplar a ambos slytherin sobre la pista de baile, restregándose y moviéndose de forma sensual, porque, era cierto, ellos a su lado debían parecer almejas pegadas.

Conmigo, Malfoy. HOY está conmigo. Hoy y quizá todas las vacaciones.

Fue solo una fracción de segundo, pero la irritación y la frustración se dibujó en el rostro de Draco, quien, a continuación le sonrió, petulante, y plantó un morreo a Zabini. Jimmy, que como Harry, adoraba los retos, aceptó el juego y giró las mandíbulas de su acompañante. Y él, dejó de respirar. Porque el acto reflejo de pegarse a Harry cuando Malfoy andaba cerca ya era una costumbre agradable; el dejar ser besado por él, no. Jimmy notó el calor subiendo a sus mejillas cuando Harry le respondió con vehemencia. Incluso lo apretó más contra él, abrazándolo de una forma que, Jimmy juró, no parecía una actuación dirigida al rubio, sino una fijación directa a su persona. Se olvidó de Malfoy, de la gente alrededor, del lugar donde estaban. Simplemente, alargó la mano para hundirla en los cabellos de Harry, en esa deliciosa nuca que jamás había estado tan cerca de su rostro. Jadeó, consciente del olor atrayente de su acompañante, trató de respirar pero se aferró a su ropa sin querer soltarle. Harry debió darse cuenta de ello: se separó sin problemas para permitirle coger oxígeno y dirigió sus calientes labios hacia el cuello de Jimmy, quien debía parecer un colegial en celo.

—¡Harry! —pidió Jimmy, apartándose un poco para no correrse allí mismo. Por Merlín, esos ojos, esa boca y ese cabello salvaje... el gilipollas de Malfoy era idiota para rechazar a alguien así. O quizá le asqueaba el hecho de besarse con un gryffindor, o tal vez tenía algún antepasado frígido y él había heredado esos genes. Porque, por Morgana bendita, que si Harry le hubiera dado tremendas demostraciones de afecto en la habitación de la Academia de Aurores como la que estaba recibiendo en ese instante... Jimmy se hubiera abierto ante él sin dudarlo.

El moreno volvió a apretarlo con fuerza, le besó en la mejilla y de nuevo en los labios. Jimmy sintió como si hubiera subido a una escoba y hubiera caído en picado con ella con una dolorosa erección de caballo. Harry no miró a Malfoy, sino que lo miró a él, con esos brillantes ojos verdes y su boca se movió para decir:

—Vámonos de aquí —cogió su mano y le dedicó una enorme sonrisa. Jimmy notó lágrimas asomando a sus ojos. Harry quería quedarse a solas con él y olvidar a Draco Malfoy. Bueno, quizá no, pero se permitió soñar un poco. Y entonces fue cuando sintió entre las chispas de sus ojos, que ellos, tal vez, podrían llegar a algo.


Jimmy se despertó muy entrado el día; sus ojos reflejaron un cuarto que no era suyo, unas paredes desconchadas y ajadas y un mobiliario del siglo pasado. Rápidamente, los acontecimientos de la noche anterior invadieron sus sentidos, evocando la cálida boca de Harry danzando sobre la suya; sus manos acariciando con fervor, su mirada resuelta invitándolo a su casa…

¿Te molestó mi beso? —Harry no le había soltado la mano desde que habían salido del local, incluso se habían aparecido unidos por ellas.

¿Esa es la impresión que te dio? —sonrió el moreno abriéndole la puerta de casa e invitándolo a pasar.

No, quiero decir, Malfoy… —Harry pareció hacer un gesto de enfado con la ceja, tan leve que hasta para él hubiera pasado desapercibido. Jimmy no pudo decir más porque de nuevo tenía los labios de Harry sobre los suyos. Esta vez fue un beso corto, y Jimmy se sonrojó al alzar sus labios demasiado tiempo, esperando más acción.

He pensado mucho en Malfoy durante estos días, y también en lo que yo quiero. Siéntate. ¿Quieres tomar algo? —Jimmy negó con la cabeza. Solo quería escuchar a Harry y que le explicara. Para un gryffindor era importante poder entender qué esperaba o quería de él la otra persona—. Si lo pienso, es como si el destino me empujara hacia él, y sin embargo Malfoy no encajaría en mi vida. Yo no le haría feliz. Él tiene una idea extraña de lo que es una pareja y aunque soy joven y podría experimentar, creo que estoy un poco cansado de eso. Me apetece estar con alguien a quien le apetezca estar conmigo, y ese punto tampoco lo cumple Draco.

Pero tú le quieres… —empezó Jimmy, preguntándose si no tendría que golpearse a sí mismo por decir esas horribles palabras—. Quiero decir, puede que yo te guste un poco pero seguirás colgado de él.

Harry se había sentado a su lado y, cabizbajo, proclamó:

Es cierto y eso no puedo cambiarlo. Pero realmente, Jimmy, escúchame —la mano de Peakes fue apretada con fuerza—.Creo que me he portado mal contigo. Sé que te prestaste al juego para poner celoso a Malfoy, pero también sé que ha debido ser doloroso para ti. Hoy he visto que él insiste en jugar a ese juego, una y otra vez, no le importa besarse con cualquiera solo para fastidiarme y estoy cansado, ¿sabes? No es por él, sino también por mí. Creo que merezco estar con alguien que me quiere. Yo quiero estar contigo, Jimmy, ¿quieres tú?

¿Quieres salir conmigo? ¿Estás seguro? —Harry asintió, añadiendo una enorme sonrisa.

Jimmy lo miró fijamente, consciente de poder ser herido en un futuro. No quería ser el segundo plato de nadie.

Si te arrepientes te golpearé con una bludger.

Te daré permiso si eso sucede.

Rieron y se abrazaron.

Y después le había ofrecido dormir en su casa. Jimmy sonrió tontamente. Cierto. Desde entonces, él salía oficialmente con Harry Potter. Desde ayer era suyo.


Jimmy llegaba tarde. Salió de la estación Westminster y buscó el muelle. No había rastro de Harry. ¿Se habría ido sin esperarlo? Volvió a desdoblar el pergamino para mirar la hora. Se había retrasado quince minutos. Se giró para contemplar la hora en el reloj del Big Ben cuando vio a un chico moreno correr hacia él.

—Perdona, salí tarde de casa.

—Yo tampoco soy demasiado puntual —sonrió Jimmy y besó a Harry en la comisura de los labios—. ¿Nos vamos?

Esperaron en el muelle junto a varios turistas y otras personas para coger el siguiente ferry. Su destino, la última parada: Greenwich. Había mercadillo y alquilarían unas bicis para pasear por el parque junto al planetario. El paseo en barco fue muy lento y a ambos les permitió contemplar Londres mientras recordaban dónde había estado cada uno; Harry conocía mucho menos la ciudad porque los Dursley nunca le llevaban a ningún sitio, y Jimmy había prometido enseñarle los lugares más interesantes.

La semana siguiente acudieron a El Caldero Chorreante, donde comieron y charlaron animadamente. A pesar de disfrutar mucho sus excursiones muggles, cada cierto tiempo siempre venía bien sumergirse en el mundo mágico. Jimmy veía cómo eso relajaba a Harry, aunque fuera simplemente la atmósfera de los magos yendo y viniendo o los platos y vasos elevándose en el aire, o niños causando estropicio con sus varitas.

—¿De verdad no has visto a Malfoy en todo este tiempo? ¿Solo aquella noche en la discoteca?

Harry le sonrió de medio lado mientras cogía otro tritón de jengibre.

—¿Crees que te engaño?

—Solo lo preguntaba casualmente. Creí que estaría vigilándote ahora que no puede saber qué haces.

—Solo hago lo que me aconsejó que hiciera. Sal con Timothy, dijo. Me ceñí tanto a su consejo que al final la idea hasta me gusta —Jimmy golpeó a Harry en el brazo, y este rio. Su confianza había crecido a pasos agigantados.

—Me pregunto... ¿por qué me llamará Timothy?

—Seguro que le recuerdas a algún antiguo antepasado muy feo que se llamaba así —Jimmy rio y sorbió un poco de su ron de grosella.

—Seguro. Un antepasado gryffindor, ¿te imaginas? Pero realmente me intriga. No puede haber escogido un nombre de la nada, o sonaría más insultante.

Harry se encogió de hombros y apoyó los codos sobre la mesa, pensativo.

—Malfoy siempre es impredecible. Pero cuando volvamos le puedes preguntar —el rostro de Jimmy se ensombreció por momentos y el moreno lo notó.

—¿He dicho algo malo?

—¿Te han escrito de la Academia? Me preocupa volver y no encontrarte allí.

Harry rio y echó un vistazo al plato de aperitivos con evidente gula.

—Oh, por Merlín, están buenísimos. ¿Vas a comerte el tuyo?

—Pidamos más. Es lo malo de tener los mismos gustos, qué fastidio —y cogió una pluma junto a la mesa y garabateó "tritones de jengibre" sobre un cuadernillo. La caligrafía seguía ahí hasta que el mesero lo preparaba, y justo cuando eran servidos los platos, desaparecía.

—No seas tonto, claro que volveré. Y si no me dejan, me dedicaré a hacer ganchillo.

—¿Ganchillo? ¿Qué es eso?

—Un tipo de punto que practican los muggles. Sobre todo la gente mayor. Es muy popular, Molly Weasley lo intentó una vez, pero le resultó extremadamente difícil. Acostumbrada a hechizar las agujas de punto y que tejan solas...

Rieron, alejando así a los fantasmas de la incertidumbre, concentrándose en ellos mismos y en la agradable sensación de estar a gusto y tranquilos; así como cuando estás con alguien de quien no querrías separarte nunca.

Aquella noche Jimmy también se quedó en Grimmauld Place y el resto de las vacaciones transcurrieron tranquilas. Se vieron todas las semanas, hicieron planes juntos y como colofón final acudieron a casa de los Weasley a una comida familiar. Si Harry había estado preocupado por cómo tratar el tema de su sexualidad, Ron Weasley echó al traste todas sus ideas en el momento en el que ambos cruzaron la puerta.

—¡Aquí están Harry y Jimmy! ¡No podías haber elegido a alguien mejor como pareja en todo el escuadrón, Harry! ¡Por fin somos una familia exclusivamente Gryffindor!

Ambos se quedaron estupefactos mientras los demás —la familia Weasley en pleno— los miraban con evidente curiosidad y sorpresa.

—Ron, por favor, podrías ser más discreto —advirtió Hermione lanzándole una mirada asesina al darse cuenta de que toda la familia acababa de conocer la sexualidad de Harry de un porrazo.

Sin embargo, la calidez inundó enseguida el lugar, y poco después, el gemelo se acercó y palmeó la espalda de Jimmy mientras pregonó que era el mejor golpeador si había podido sustituirle a él y a su hermano; Percy se acercó con su pequeña y su esposa; Bill y Fleur lo saludaron cariñosamente y Ginny besó a ambos dándoles la enhorabuena y tras estrechar las manos de todos se sentaron a comer. Era evidente la felicidad de Ron. Es como si él mismo se casara. Quizá para él había sido un buen cambio: un slytherin por un gryffindor, una persona que no soportaba por una que podría agradarle. Ron y él se conocían de Hogwarts y aunque no habían entablado mucha conversación durante los cursos siempre se entretenían comentando las jugadas contra otros equipos: la suya era una relación cordial.

Jimmy sonrió: si los amigos de Harry lo aceptaban, tenía mucho ganado. Hasta creyó haber agradado a la matriarca Weasley. Por un momento se imaginó a Harry llevando a Malfoy a esa comida familiar. Es probable que alguien explotara antes de llegar al postre. Los Weasley no eran personas que dieran mucha importancia a la etiqueta o el saber estar, se notaba en su aspecto, en la decoración de la casa y en su modo de ser. ¿Cómo habría podido Malfoy lidiar con eso? Y en el momento en el que viera los pesados guisos de Molly, con las cantidades que estaba acostumbrado a digerir, seguramente cometería suicidio. Y cuando viera el pastel de manzana tan aplastado pero ridículamente sabroso, quizá volvería a su mansión a que le cocinaran los elfos. Pensar en todo eso le puso de buen humor, y se enzarzó en una emocionante conversación de quidditch con George y Ron, a la que se apuntó Harry poco después. Con el tiempo, la casa se fue quedando vacía, dejando tan solo a Harry, Jimmy y Hermione sobre el sofá.


Jimmy se despertó primero y de nuevo miró a su alrededor para descubrir una casa ajena: oh, sí, seguían en la salita de la Madriguera. Desde que salía con Harry, el despertarse en un lugar que no era el suyo se estaba convirtiendo en costumbre. Esperó que sus padres no lo interrogasen demasiado al respecto. Un sobre colocado sobre la mesita junto a la cama llamó su atención, con esmerada caligrafía, que Jimmy abrió sin cuidado.

«Estimado Señor Peakes:

Su rendimiento en la Academia de Aurores durante su primer año ha sido satisfactorio, por ende, nos vemos en la necesidad de informarle que a partir del inicio del segundo curso, será reasignado de pareja en su escuadrón. A partir del primer día, su nuevo compañero será el Señor Malfoy, Draco… »

Los ojos de Jimmy se pasearon una y otra vez por ese nombre. Malfoy, Draco. Malfoy, Draco. Malfoy, Draco. Su corazón latió apresuradamente mientras repetía ese nombre en voz alta, quizá para asimilarlo, y como un resorte, su cabeza giró enseguida para mirar a Harry, dormido a su lado sobre una cama que alguien debía haber transfigurado, porque anoche aquello era un sofá.

Reasignado.

¿Significaba eso que habían expulsado a Harry? El corazón le latió velozmente. Acarició los cabellos de Harry mientras luchó contra sus lágrimas. Esos gilipollas iban a echar al Héroe del mundo mágico solo porque Harry tenía dificultades de lidiar con su compañero. ¿En qué estúpido mundo vivían esos idiotas? Estuvo tentado de levantarse e ir a prender fuego a todos cuando un sobre junto a la ventana llamó su atención: era la carta de la Academia dirigida a Harry Potter y estaba abierta. Debía haber llegado cuando él dormía y había sido leída. Sin pensar, Jimmy extrajo su contenido solo para desterrar sus miedos.

"Por una decisión unánime, se le ha permitido concluir su entrenamiento en la Academia de Aurores…"

Por una decisión unánime. ¿Habría tenido algo que ver el Ministro en todo esto? Solo un idiota sin cerebro dejaría fuera de la Academia al mejor auror de todos los tiempos. En algunos entrenamientos había visto cómo otros cadetes se esforzaban cuando luchaban contra Potter. ¿Quizá les parecía un buen estímulo? Sacudió la cabeza, estaba pensando demasiado. Lo importante era que su… compañero, amigo… ligue, seguía ahí. Con algunas modificaciones en sus prácticas, lo que sea que significara aquello, pero en pos del camino para ser auror.

Volvió a leer su carta. ¿Qué diría Harry si se enterara de que ambos estarían juntos todo el año? Jimmy había pensado que el jodido instructor creó aposta la pareja Potter-Malfoy como castigo para ambos, pero al parecer había meditado. ¿O quizá tenía un candidato peor que Malfoy para Harry? No, no había nadie en el escuadrón que pudiera compararse al rubio. Su compañero, Howards, era bastante superfluo y vanidoso, pero no llegaba nunca a arrojarte objetos a la cabeza. Esas reacciones de Draco eran más bien infantiles, como frustraciones mal llevadas.

No debía preocuparle con nimiedades, decidió. Harry debía concentrarse en sus pruebas, y no en si Draco le hacía la vida imposible día tras día. Quizá hasta él obtendría un pergamino con una sola regla que dijese "Timothy: prohibido existir".

Suspiró y se puso en el lugar de Draco: si él había recibido esa carta, ¿cómo se habría tomado Draco la decisión de los de arriba? ¿Cómo encajaría el hecho de que durante todo un año no tendría que ver al sexy Harry Potter paseando por su habitación, sino a un compañero de lo más simple, sin nada de gracia, amigo de todo el mundo y además gryffindor? Jimmy ahogó una carcajada. Y entonces se dijo:

Hay dos opciones: hacer de mi próximo año un infierno o tomármelo como si todo fuera una broma.

Soy un Gryffindor.

Elijo reír.

Notas finales:

CONTINUARÁ


Afortunadamente, la espera del capi no ha sido tan larga, pero no puedo prometer lo mismo con el siguiente. Aún así, quienes me leéis me conocéis y sabéis que no dejo un fic sin terminar. Aquí como dependo de las actualizaciones de Pukit no puedo daros fecha, aunque sé que tanto ella como yo estamos entregadas.

Un abrazo a todos y gracias por vuestra paciencia.


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