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Novilunio por Rukkiaa

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Otros lazos irrompibles

 

POV. Jacob

 

Estaba a punto de quedarme dormido en medio del bosque.

Hacía ya cosa de una hora que el sol había asomado entre el velo de las nubes. Seth se había hecho una bola y se había quedado frito a eso de la una. Yo le desperté al alba para hacer el relevo. Incluso a pesar de haber pasado corriendo toda la noche, me había resultado muy difícil calmar mi mente desbocada lo suficiente para conciliar el sueño. Cualquier crujido, cualquier sonido extraño, me hacían estar alerta a cada minuto. El correteo rítmico de Seth había ayudado lo suyo. El apagado rumor de sus zarpas sobre la tierra reblandecida por la humedad había sonado una y otra vez mientras efectuaba el amplio recorrido por la propiedad de los Cullen. Lo cierto es que de tanto pasar por los mismos sitios ya estábamos dejando la marca en el suelo. Seth había mantenido la mente en blanco, más allá de un borrón de color gris o verde, mientras corría por el bosquecillo. Era muy apacible, y había resultado de una gran ayuda, pues me permitía llenar la mente de imágenes de lo que él veía en vez de permitir que mis propios pensamientos ocuparan la posición central.

Y entonces, cuando me hallaba semidormido, un penetrante aullido de Seth rompió la quietud de los primeros momentos del amanecer. Me levanté de inmediato y corrí al lugar donde Seth se había quedado helado al oír las pisadas de zarpas. Alguien acudía corriendo hacia nosotros.

-Muy buenos días, chicos.

Seth soltó entre dientes un gemido de sorpresa-¡ay, Dios!¡lárgate, Leah!

Leah apareció frente a nosotros al trote tras eludir los densos matorrales del sotobosque gracias a su menudo cuerpo gris.

-Hala, deja de lloriquear Seth. No seas tan crío-dijo a su hermano despreocupada.

Le solté un gruñido y pegué las orejas a la cabeza. Ella retrocedió un paso de inmediato-¿qué crees que estás haciendo, Leah?

-Me parece bastante obvio ¿no?-resopló-me uno a esta manada de mierda, al grupo de los renegados, al de los chuchos guardianes de los vampiros.

-Ni de coña. Ya te estás largando por donde has venido antes de que te muerda un tendón.

-Como si pudieras alcanzarme-me dedicó una ancha sonrisa de superioridad-¿hace una carrera, oh, audaz líder?

Respiré hondo hasta llenar los pulmones tanto que se me marcaron los costados hinchados. Luego, una vez que estuve seguro de que no iba a ponerme a gritar, solté todo el aire de un soplo.

-Seth, ve a tranquilizar a los Cullen, diles que sólo es la tonta de tu hermana. Yo me haré cargo de esto.

-Enseguida-dijo y salió corriendo.

Entonces me dirigí a Leah, con la hostilidad reflejada en la voz-¿a qué diablos has venido?

-¿Te crees que voy a quedarme sentada en casa mientras mi hermanito se ofrece voluntario para ser un juguete de masticar para vampiros?

-Sabes que los Cullen no son así.

-Si...es cierto. Tu adorado Edward no es así. Lo siento, oh, el más poderoso de los machos Alfa.

-Seth no necesita tu protección-sus burlas me crispaban todavía más-de hecho, nadie te quiere aquí.

-Dime una sola persona que me quiera cerca y me iré.

-Así que, después de todo, no has venido por causa de Seth, ¿verdad?, sabes que los Cullen no son una amenaza para él.

-Por supuesto que sí. Intentaba hacerte caer en la cuenta de que ya sé cómo es que nadie te quiera. Eso no es un incentivo.

Rechiné los dientes-¿te ha enviado Sam?

-No hubierais sido capaces de oírme si hubiera venido por orden de él. Ya no le debo lealtad a Sam.

Presté especial atención a los pensamientos que iban entremezclados con las palabras. Debía ser capaz de ver en ellos si se trataba de un movimiento de distracción o una estratagema, pero no había nada de eso. Su afirmación era la pura verdad, una verdad reacia, casi desesperada.

-Entonces, ¿ahora me eres leal a mí?-no pude evitar el sarcasmo.

-No es que tenga muchas alternativas. Juego con las cartas que me caen. Confía en mí, no estoy disfrutando con esto más que tú. Y dado que parece que debo pertenecer a alguien, me quedo contigo.

Eso era mentira. Había un tipo de entusiasmo muy agudo en su mente. La situación le repateaba, sí, pero también se estaba embarcando en algo muy anómalo.

-Leah, tú no me gustas y yo a ti, menos. Tampoco te gustan los vampiros, ni mi marido por tanto. Eso me supone un conflicto de intereses muy sencillo de resolver.

-Gracias, capitán Evidente. A mi todo eso me importa un bledo. Me quedo con Seth. Y si eso significa que tengo que proteger a tu hembra y a tus cachorros, pues lo haré.

Le lancé una advertencia muda con la mirada. Había ciertos límites y el tema de aquel peligro inminente en mi vida era uno de ellos. Lo captó enseguida y agachó la cabeza.

-Puedo patrullar por el exterior. Mantener las distancias si quieres.

-¿Y se supone que debo fiarme de ti durante tus turnos?

-No voy a traicionar a mi manada.

-Ésta no es tu manada porque ni siquiera es una manada, pero ¿qué os pasa a los Clearwater?¿por qué no podéis dejarme solo?

-Escucha, ahora su manada es solo de siete. No me mandes de vuelta, por favor. Podremos extender el perímetro. Y si no quieres liderar una manada...pues no nos mandes. Sé lo que sientes por los Cullen y lo entiendo. Mi hermano también los aprecia y yo haré de tripas corazón.

-Has venido para alejarte de Sam- concluí al ver su desesperación por quedarse a mi lado a pesar de su contrariedad al respecto.

Ella amaba a Sam. Seguía queriéndole. Pero él también deseaba su desaparición, y eso dolía más de lo que ella estaba dispuesta a soportar ahora que tenía otra alternativa. Leah iba a aceptar cualquier opción, aunque eso significara proteger a unos vampiros.

-No he de explicarte mis razones-dijo apretando la mandíbula-me mantendré apartada de tu camino, ¿vale?. Haré todo lo que quieras, excepto volver a la manada de Sam y ser la patética ex novia de la que él no puede mantenerse lejos-se sentó sobre los cuartos traseros y me miró fijamente a los ojos-si quieres que me vaya, vas a tener que obligarme.

Suspiré-de acuerdo entonces, ¿por qué no empiezas siendo de utilidad y me cuentas lo que sepas?¿qué ocurrió la noche pasada después de nuestra marcha?

-Se armó un follón de aullidos, pero lo más probable es que oyerais esa parte. Fueron tan fuertes que nos llevó un buen rato descubrir que ya no éramos capaces de escuchar vuestros pensamientos. Sam estaba...-las palabras le fallaron, pero no hacía falta, pude verlo en su mente. Me encogí-después de eso, enseguida quedó claro que nos lo íbamos a tener que pensar dos veces. Sam tenía planeado hablar con los ancianos a primera hora de la mañana. Se suponía que íbamos a reunirnos y trazar un plan de acción, pero me atrevo a aventurar que él no tenía intención de lanzar un ataque inmediato, pues, llegados a este punto, tras vuestras deserciones y con los vampiros sobre aviso, era un suicidio. No estoy segura de sus planes, pero si yo fuera un...vampiro, no merodearía solo por el bosque. Y menos tu Edward. Se ha abierto la veda del vampiro.

-¿Decidiste abrirte esta mañana?

-Pedí permiso para volver a casa y contarle a mi madre lo sucedido la noche pasada. Me tomé un minuto para darle vueltas a lo ocurrido en cuanto adopté forma humana, bueno, a decir verdad, me tomé toda la noche. Apuesto a que los demás pensaron que me había dormido, pero había mucho sobre lo que cavilar con todo aquello de dos manadas separadas con dos mentes grupales diferentes. Al final, sopesé los pros y los contras y le dejé una nota a mi madre. Así que eso es todo. ¿Y qué hacemos ahora?

-Por ahora...nos limitaremos a estar ojo avizor. No podemos hacer ninguna otra cosa.

-Preferiría ir en busca de mi hermano, lo mandaste hace rato a casa de los Cullen y no ha vuelto.

-Está bien Leah, no le ha pasado nada.

-Déjame que lo compruebe por mi misma.

No tuvo que entrar en la casa para entender que Seth estaba perfectamente y quedarse tranquila, pero yo sí lo hice. Carlisle me abrió la puerta. Era capaz de oír la conversación de los demás en el interior del edificio. Escaleras arriba, Emmett, Alice y Jasper hablaban en voz baja con tono serio. Esme tarareaba de forma disonante en otra habitación. Rosalie y Edward estaban en el salón, y allí fue donde me dirigí.

Seth estaba sentado sobre la mesa de centro cuando aparecí. Miraba preocupado a Edward que descansaba la cabeza contra el respaldo del sillón, con los ojos cerrados. Rosalie miraba la televisión.

-Edward...-corrí para ponerme a su lado-¿qué te pasa?

-Nada Jacob...

-El bebé se mueve-dijo Seth. Su preocupación dio paso a la emoción.

-¿Te duele?

-Solo es momentáneo. Tranquilo-me respondió. Esa cosa...Respiré hondo para no empezar a temblar por la rabia. Cerré las manos hasta convertirlas en puños a fin de controlar los temblores- Jacob...-Edward me miró, consciente de lo que me pasaba-todo va bien.

-¿Cómo puedes saberlo?¿cómo?, Carlisle no puede atravesar tu...no ha podido ver lo que tienes dentro. Me voy a volver loco. Yo no...no puedo soportarlo-me alejé dispuesto a marcharme de nuevo.

-Se lo contaste a Billy...-me dijo Edward deteniendo mis pasos.

-¿Qué?-me giré hacia él.

-Le contaste lo del bebé.

-¿Y?, es mi padre, yo no...

-Se lo dijiste, porque aunque estás aterrorizado con las ideas que te has formado...el concepto de un...Alien que saldrá de mi estómago reptando por el suelo y acabando con todo ser viviente...aún con todo eso, una parte de ti, la parte que imprimó en mi. Tu espíritu lobo. Esa parte quiere esto. Quiere a su hijo.

-Edward...no me obligues a decirte lo que pienso.

Se levantó sin dificultad y en medio segundo estaba a pocos centímetros de mi.

-Dímelo, Jacob. Hace tiempo que no me dices las cosas antes de tener que leerlas por mi mismo.

-No quiero discutir.

-Dímelo.

Me planteé salir corriendo. Marcharme fuera. Patrullar los alrededores de la casa y punto. Lejos de aquella criatura y de la sensación que me producía el saber de su mera existencia.

-No me pediste mi opinión Edward- solté por fin-estamos casados y ni siquiera me preguntas si yo quería esto. Si yo quería que te expusieras a un peligro semejante. ¡Porque eso es lo que es!

Suspiró, como aliviado y me sujetó el rostro con ambas manos para que le mirase.

-Me importa mucho tu opinión, Jacob...pero temes lo que no puedes entender. Yo al principio también me asusté. También me temí lo peor. Pero...créeme cuando te digo...que es bueno. No será la criatura malvada que esperas que sea. No es un vampiro. No es un niño inmortal como los que te contó Carlisle.

-¿Por qué estás tan seguro?-susurré sin apartar mis ojos de los suyos que estaban de color oscuro.

-Porque escucho su corazón-comentó-es un latido muy extraño, admito que no es humano, pero crece Jacob, eso no lo hacen los vampiros. Apostaría mi existencia y quiero creer que es así, a que este niño tiene más de ti que de mí.

-¿Escuchas su corazón?-eso me sorprendió.

-Vosotros no, porque nada atraviesa la membrana que lo recubre, pero yo lo oigo dentro de mi. Es lo más hermoso que he escuchado en mucho tiempo-eso iba con segundas. Tal era mi rechazo por la ''cosa'', que había puesto una insoportable distancia de por medio con Edward. Trataba de protegerle, sobretodo de mi mismo.

Mis manos se alzaron de manera automática para rodearle la cintura y estrecharle contra mi. Le echaba tanto de menos. Mi Edward.

Le besé con pasión. Nos besamos hasta que se escuchó de fondo un carraspeo de Seth.

-Voy fuera Jake...-anunció nervioso y se marchó.

Edward sonrió contra mis labios- Seth no cree que sea un monstruo.

-Vive en un mundo de fantasías.

-No. Él lo ve como un hijo tuyo y mío. Dos seres a los que aprecia. Está deseando que nazca para que acabe esta locura. Yo también por cierto...tengo hambre.

-Leah dice...

-Si, ya. Os escuché. No puedo salir de la casa por si acaso.

-¿Desde tan lejos?, estábamos en medio del bosque-reconocí no sin asombro.

-Eres mi familia Jacob, si me concentro, puedo leerte a kilómetros de aquí. No sé cuanto sea el límite, pero es bastante distancia.

-Impresionante. No tenía ni idea...entonces sabes que Leah...

-¿Va a formar parte de tu manada?, sí. Y me parece perfecto.

-Te traeré comida.

-No puedes meter animales en casa Jacob- dijo Edward divertido al ver mis intenciones.

-Pero...tienes que comer.

-Esme se estaba planteando ir a una carnicería...tal vez allí nos dieran sangre. Porque la que hay en casa es humana...pero sería para el bebé en caso de necesidad al nacer. Yo no puedo probarla...mejor no.

-Iré yo a la carnicería y te traeré toda la que pueda. Dejaré a Seth y Leah por los alrededores.

-¿Te importa si vamos nosotros con tu manada mientras no estás?-Emmett y Jasper aparecieron a mi espalda-necesito salir de aquí un rato. Lo de patrullar suena divertido.

-No creo que Seth os ponga pegas. Ignorad a Leah.

Durante horas pareció volver la paz al hogar de los Cullen. Conseguí sangre para Edward que le duraría al menos dos días. Volví con mi manada. Y Emmett y Jasper retornaron a la casa en cuanto vieron que yo encabezaba de nuevo a los lobos.

Pero la calma duró poco. Dos aullidos rasgaron el velo de la tranquila mañana del día siguiente.

-¿Qué ocurre?-tanto Leah como yo estábamos alejados de Seth.

-Invitados-contestó el menor-un mínimo de tres.

-¿Se han dividido?

-Voy a correr en línea recta hacia Seth a la velocidad de la luz-prometió Leah.

-No los desafíes Seth. Espérame-ordené.

-Me da la impresión de que se han detenido-informó Seth-¿notáis eso?

-¿Alguno ha cambiado de fase?

-Da esa impresión.

Leah volaba en dirección al espacio abierto donde su hermano permanecía a la espera. Hundía las pezuñas en el suelo y derrapaba como un coche de carreras.

-Yo te cubro las espaldas, hermano.

-Ya casi he llegado-les informé. Sentí una sensación horrible al verme separado de Leah y de Seth con un peligro potencial más cerca de ellos que de mí. Eso estaba mal. Yo debería estar con ellos, o entre ellos y el peligro en ciernes.

-Empiezas a sentirte como todo un padre ¿eh Jake?

-Céntrate Leah.

-Son cuatro: tres lobos y un hombre-afirmó Seth. El chaval tenía un oído muy agudo.

Llegué al claro en ese momento y me dirigí de inmediato al lugar donde se hallaba Seth, que suspiró de alivio y se enderezó, ocupando ya su lugar a mi flanco derecho. Leah se situó en el izquierdo con mucho menos entusiasmo.

Aparecieron ante nuestros ojos pocos segundos después. Venían andando, tal y como había intuido Seth. Jared marchaba al frente con las manos en alto. Paul, Quil y Collin le seguían a cuatro patas. No había agresividad alguna en sus ademanes. Se mostraron vacilantes detrás de Jared, con las orejas tiesas; estaban alerta pero tranquilos.

Me extrañó que Sam enviara a Collin en vez de a Embry. Yo no mandaría a un crío, sino a un luchador curtido a campo enemigo.

-¿Debo avisar a los Cullen?-me preguntó Seth.

-A lo mejor quieren dividirnos-respondí-los Cullen están al tanto y protegerán a Edward. Quizás su lectura de mentes llegue hasta aquí...-recordé lo que mi vampiro me había dicho. Varios kilómetros ¿podría ser?

Jared y los tres lobos permanecieron mirándonos todo el tiempo a la espera de nuestra reacción. Resultaba estremecedor no oír lo que se decían entre ellos. Jared carraspeó para aclararse la garganta y luego asintió en mi dirección.

-Bandera blanca. Hemos venido a hablar-dijo-sería más fácil si también pudiéramos escucharos-clavé los ojos en él.

No cambiaría de fase hasta que me encontrara cómodo con la situación, hasta que tuviera sentido. ¿Por qué había enviado a Collin?, esa era la parte que más me inquietaba.

-Apostaría diez a uno a que Embry quería venir, pero él no tiene a Claire, no hay nada que le retenga-comentó Leah no sin sentido-no hay forma de que Quil elija estar fuera de La Push, pero Embry sí podría. Por eso, Sam no se va a arriesgar a que se deje convencer para cambiar de bando. No desea que nuestra manada sea mayor de lo que ya es.

-De acuerdo, supongo que entonces sólo voy a hablar yo-dijo Jared- queremos que vuelvas, Jake- Quil soltó un suave aullido a su espalda, secundando su afirmación-has separado a la familia. Esto no tiene por qué ser así. Conocemos tu forma de sentir, en especial en lo tocante a tu marido y a tu...hijo. Somos conscientes de que es un problema, pero esto que has hecho es pasarse de la raya.

-¿Pasarse?-refunfuñó Seth- ¿y obligarte a atacar a tu familia sin previo aviso no lo es?

-Sam está dispuesto a tomarse esto con tranquilidad Jacob. Entiende tu postura. Se ha calmado y ha hablado con los ancianos de la tribu. Ellos han decidido que una acción inmediata en este momento no beneficia a nadie. Billy intercedió por ti...y por Edward.

-Traducido: ellos ya han perdido el factor sorpresa y Billy no va elegir matar a su ¿nieto?-pensó Leah.

-Billy y Sue quieren esperar a que...nazca. Ninguno de nosotros quiere hacer daño a Edward- bufé-calma, Jake. Sabes a qué me refiero. El tema es que vamos a esperar y reconsiderar la situación cuando veamos qué es esa criatura. Si da problemas o no.

-Menuda sandez-replicó Leah.

-¿No te lo tragas?-pregunté contrariado.

-Sé qué se traen entre manos, Jake. Sé qué piensa Sam. Ellos dan por hecho que tu hijo será nocivo y que tú acabarás matándolo. Se lavan las manos al respecto y vuelves con el rabo entre las piernas a su manada cuando eso ocurra.

Agaché las orejas. Daba la impresión de que Leah había dado en el clavo y sonaba muy plausible. Edward era consciente de que yo no dudaría un instante en acabar con ese ser si veía amenazada su integridad de algún modo. Aunque yo también sabía que mi marido no me dejaría hacerlo por las buenas.

-No necesitarás hacerlo Jake- me dijo Seth- es bueno. De verdad que sí. Yo creo a Edward.

-¿Jake?-preguntó Jared.

-Está bien, voy a salir de fase. Leah, haz una ronda por si acaso es una trampa-obedeció y salió corriendo.

Jared y los demás siguieron contemplando el lugar por donde la loba había desaparecido entre los matojos.

-¿A dónde va?-quiso saber Jared.

Le ignoré, cerré los ojos y recuperé mi ser de nuevo. Sentí cómo el aire se estremecía a mi alrededor y se removía en torno a mi cuerpo en pequeñas olas. Me alcé sobre los cuartos traseros y elegí el preciso momento en que me hallaba totalmente enhiesto para adoptar mi forma humana.

-Vaya. Hola, Jake- dijo Jared- gracias por hablar conmigo.

-Ya.

-Queremos que vuelvas tío- Quil volvió a soltar un gimoteo de los suyos.

-No lo veo fácil, Jared.

-Ven a casa-pidió mientras se inclinaba hacia delante con aire de súplica-podemos solucionar esto. Tú no perteneces a este lugar. Deja que Seth y Leah regresen a sus hogares también.

Me eché a reír-vale, como si no se lo hubiera pedido desde el principio- Seth bufó detrás de mi-y te equivocas. Ésta es mi casa.

-Bueno, entonces, ¿ahora qué...?

Le estuve dando vueltas durante cerca de un minuto mientras él aguardaba mi respuesta.

-No lo sé, pero tampoco estoy seguro de que las cosas puedan volver a ser como antes, Jared. No conozco muy bien cómo funciona el asunto ese de los Alfa, pero me da la impresión de que no es como encender y apagar un botón. Tiene pinta de ser algo más...permanente.

-Tu sitio sigue estando a nuestro lado.

-Dos Alfa no pueden pertenecer al mismo lugar, Jared. ¿Recuerdas lo poco que faltó la última noche?, el instinto es demasiado competitivo.

-Sam lamenta lo que te hizo.

-Ya no estoy enfadado. Edward no lo está y yo tampoco.

-¿Pero...?

-No tengo intención de volver, no por ahora. Vamos a esperar un poco y ver cómo queda la cosa. Y también vamos a proteger a los Cullen y...a quienes haya que proteger.

-¿Hablas de tu hijo?

-Si.

-¿Ya no lo rechazas?-preguntó con cautela.

-Empiezo a pensar...que no todo es o blanco o negro.

Torció el gesto-entonces no queda mucho más por decir.

-Ahora no, pero ya veremos cómo se desenvuelven los acontecimientos. Deberíamos superar las desavenencias, pero convendría que no abandonarais vuestro territorio hasta que eso suceda. Para evitar malentendidos ¿vale?. Ninguno tenemos ganas de bronca, ¿verdad?. No es lo que quiere Sam ¿me equivoco?

-Por supuesto que no.

-No queda mucho tiempo ¿vale?. Nacerá pronto y luego Seth y Leah volverán a casa.

Leah y Seth aullaron al unísono. La loba había vuelto justo a tiempo para escuchar mis últimas palabras.

-¿Y qué hacemos si necesitamos hablar con vosotros?

-Aullad, pero desde vuestro lado de la frontera, ¿vale?. Ya acudiremos nosotros. Ah, y otra cosa, Sam no necesita enviar una legación tan numerosa. No buscamos pelea alguna. Os doy mi palabra, de que cuando nazca...os lo haré saber.

-Ya nos veremos por ahí Jake. Bueno, o no-concluyó mientras se despedía con la mano sin entusiasmo alguno.

-Aguarda Jared. ¿Se encuentra bien Embry?

La sorpresa cruzó su rostro-¿Embry?, claro que sí, está perfectamente. ¿Por qué?

-Me preguntaba por qué Sam envió a Collin en vez de a él, sólo eso.

Se mostró receloso-eso ya no es de tu incumbencia, Jake.

-Supongo que no, era simple curiosidad-su actitud me confirmó la suposición de Leah.

-Informaré a Sam de tus...instrucciones. Adiós, Jacob.

Antes de desaparecer, Quil vino al trote, meneando la cabeza con lentitud. Le palmeé el lomo.

-Estaré bien-él gimoteó-yo también te echo de menos, hermano. Dile a Embry que echo en falta teneros a mis flancos-asintió y me acarició la frente con el hocico.

Cuando dejé de verlos en la distancia, volví a entrar en fase.

-Bien hecho Jake- fue lo primero que me soltó Leah- eres un buen Alfa. No te desenvuelves como Sam, tienes un estilo propio, pero eres digno de ser seguido.

-Si, Jake, les has dicho las cosas como son.

-Deja que me quede Jake- me pidió la loba-prometo no ser un incordio. No pulularé a tu alrededor. Tú irás adonde te venga en gana y yo haré otro tanto. Sólo deberás soportarme pacientemente cuando ambos seamos lobos.

-Yo tampoco quiero volver Jake, aunque nazca vuestro bebé. Me gusta estar aquí, ésta manada mola más. Sabes que siempre me ha gustado estar contigo.

Comenzamos a alejarnos de vuelta a la casa de los Cullen, pero sin prisas, porque la charla nos había calmado un poco respecto a la situación. Por fin podía respirar tranquilo por algo.

-Jacob...¿te has parado a pensar en lo que significa la imprimación?-me preguntó Leah tras varios minutos de caminata. ¿A qué venía esa pregunta?-lo digo, porque no paras de darle vueltas al asunto de que tu...bueno, sé que no te gusta lo de ''hijo'' porque piensas que es el mal reencarnado, pero ¿recuerdas las palabras de Sam?

-Sí, supervivencia-le daba una y mil vueltas a eso para encontrarle lógica.

-Exacto. A todos nos chocó enterarnos de que tu imprimación era un vampiro porque según Sam, al imprimarte, lo que haces es que te aseguras otra camada de lobeznos. La supervivencia de la especie es de lo que va este rollo. Se reduce a puro control genético. Te sientes atraído por la persona con mayores posibilidades de transmitir el gen de la licantropía. Por ejemplo, yo habría atraído a Sam de haber sido válida. Pero no le atraigo, algo falla en mi. No puedo transmitir el gen, a pesar de mi maravillosa línea de ascendencia, y eso hace de mí un monstruo. Me he convertido en la chica lobo de un espectáculo sólo para hombres, alguien que no vale para nada. Soy un punto muerto genético y ambos lo sabemos.

-¿A dónde quieres llegar Leah?- pregunté. Seth iba detrás de nosotros, escuchando en silencio.

-Ahora piensa en la teoría de tu padre sobre la imprimación-un momento...me detuve y todo-él piensa que hay algo más. Billy cree que sirve para hacer lobos más fuertes, monstruos descomunales como tú y Sam, que sois mayores que vuestros padres. Entonces...¿no sería factible suponer que Edward...?¿que eso que tanto rechazas podría ser en verdad la razón por la que imprimaste de él?. No soy una experta Jake, pero si mezclas peras con manzanas...supongo que se crearía una nueva especie de fruta...quién sabe si más deliciosa. Tal vez uniendo lo mejor de uno con lo mejor de otro...

-Leah...-estaba atónito-eso es...tan...posible. ¿Y si Billy tiene razón?¿y si mi hijo...?, sí, será un monstruo lógicamente, pero...vaya...Edward quizás trataba de decirme eso. El feto no es humano, pero a la vez...posee humanidad. Quizás la suficiente para no ser un peligro.

-Claro Jake, es imposible que sea malo-interfirió Seth- es hijo tuyo y de Edward. Los monstruos menos monstruosos que he conocido. Bueno, y al doctor Carlisle.

En cuanto avisté la casa, corrí de nuevo en forma humana para informarles. La puerta estaba abierta, como si me estuvieran esperando.

Edward sonrió al verme, estaba de pie, junto al piano.

-No se prevé ningún ataque durante los próximos días-dije en voz alta para que me oyeran los demás y no solo él. Le rodeé con los brazos y lo alcé un poco antes de besarle.

-Te escuché-admitió mi vampiro.

-¿Desde tan lejos?, vaya.

-Es lo que trataba de decirte Jacob. Que habías imprimado en mi por alguna razón.

-Es solo una teoría...que podría ser cierta.

-Empiezas a sopesarla...y con eso me basta-sonrió-quédate a dormir. Necesitas descansar un poco Jacob. Y diles a Seth y a Leah que entren también. Hay camas suficientes.

-Leah no vendrá.

-Pues a Seth.

-¿Dónde está el diluvio chucho callejero?-me preguntó Rosalie para molestarme.

-¿Sabes cómo hacer que una rubia se ría un sábado, Rosalie?-pregunté. Por un momento me sentí trasportado a los viejos tiempos en los que todo era felicidad y cero preocupaciones-le cuentas un chiste el viernes.

-Te daré otra oportunidad-canturreó. Era imposible, se los sabía todos.

-Ven...-me dijo Edward. Me llevó de las manos hasta el sofá y me hizo sentarme. E incluso tumbarme-duerme un poco.

-No Edward, estoy bien, de verdad que...-se sentó a mi lado, al borde del sillón y me acarició el cabello.

No sé cuanto tiempo dormí, pero lo hice hasta que escuché unas voces en el piso de arriba. Cogí el plato de gofres con caramelo que había sobre la mesita a mi lado y me lo comí mientras subía para enterarme de lo que pasaba. Las voces venían del dormitorio de Edward. La puerta estaba abierta y Alice estaba en el umbral. Solo era capaz de escuchar risas, y música. La habitación estaba llena de gente.

-¿Qué pasa pequeñaja?-pregunté a la vampira de cabellos oscuros.

-Edward nos está traduciendo lo que piensa-fue su respuesta sin dejar de sonreír.

-¿Lo que piensa?

-Vuestro bebé.

 

POV. Edward

 

Jacob se quedó dormido en cuanto su cabeza rozó contra la superficie del sofá. Se estaba esforzando tanto por protegernos, que apenas descansaba. Si no le obligaba, habría seguido de un lado a otro allá afuera. Pero se había dormido sin avisar a los Clearwater.

Le di un beso en la frente y salí al porche.

-Dios mío...-pensó Leah al verme. Supongo que era impactante en directo, más que en la mente de Jacob.

Seth se me acercó sonriente.

-Chicos, Jacob está durmiendo. Podéis dormir arriba. Hay camas para todos. Leah, puedes dormir en mi cuarto, huele bastante a Jacob y no te será tan insoportable. Alice no tendrá problema en prestarte la suya, Seth.

El chico no tardó en salir de fase y entrar en la casa mientras se ponía el pantalón. Leah fue más reticente al principio, pero al final, entró.

Les hice abundante comida para los dos y me recordó a la vez que todos los chicos de la manada se habían puesto a comer en casa de Emily. Devoraban.

Y resultó que, Leah y Seth se quedaron a dormir en mi dormitorio. En la gran cama de Jacob. Cayeron casi tan rápido como él, pero se despertaron en cuanto la luz del sol del amanecer incidió por el ventanal.

-Buenos días...-al escuchar que estaban despiertos, les llevé el desayuno a la cama. Sabía que Seth estaba encantado, pero Leah era harina de otro costal. Desconfiaba, aunque la idea de que yo fuera a tener un bebé no le parecía tan descabellada.

-Como mola tu cuarto Edward- Seth se arrodilló sobre el colchón y le brillaron los ojos en cuanto vio la comida que dejé a los pies de la cama.

-¿Si?

-Es genial.

-¿Habéis dormido bien?-Leah asintió mientras cogía una tostada, pero Seth se levantó.

-He dormido estupendamente-dijo y se puso a recorrer con la mirada los CDs de los estantes. Sonreí pensando en Jacob. Y me senté en el sofá de cuero.

-¿Cómo se siente?-me preguntó Leah.

-Es...raro-admití y ella sonrió-se mueve mucho.

-Eso es porque sale a Jake- dijo Seth- no para nunca.

-Ahí tienes razón-secundó su hermana.

-¿Puedo poner música Edward?-asentí. Cogió un CD y lo puso con rapidez. La música empezó a sonar enseguida. Entonces volvió a sentarse junto a Leah.

-¿Y le hablas?-volvió a preguntar la chica.

-Todo el tiempo. A veces me parece que estoy loco-reí sinceramente. El aire fresco que habían traído esos chavales a mi casa era indiscutible. Era el poder de los licántropos, su manera de ser y de pensar, cambiaban el curso de cualquier cosa.

-¿Le gustan los cuentos?-preguntó Seth cogiendo varias galletas.

-No lo sé. No le he leído nada.

-Deberíamos contarle Caperucita roja, pero una versión que no deje mal a los lobos, ya sabes...-dijo Seth cada vez más animado.

-Es buena idea...-no podía dejar de sonreír. Era agradable de verdad. Entonces lo escuché...como si me hablase desde la lejanía, pero era claro a pesar de todo-¿has dicho algo?-pregunté. Leah y Seth me miraron interrogantes. Aunque yo no me dirigía a ellos, sino al bebé.

-¿Nosotros?, no te hemos dicho nada-respondió Leah.

-¿Qué acabas de pensar ahora mismo?-reí como un loco delante de los hermanos que me miraban sin entender nada.

-¿Edward?-Seth mostraba desconcierto.

-¿Qué es Caperucita roja?-pregunté, pero no hablaba por mi.

-¿Cómo?

-El bebé quiere saber lo que es-aclaré por fin. Ambos se miraron.

-¿El bebé?-Leah se echó algo hacia atrás, cautelosa.

-Acabo de escuchar sus pensamientos- Seth no necesitó más explicación, se acercó a mi y se puso de rodillas en el suelo.

-Caperucita roja es el cuento de una niña a la que se la come...un ogro y un lobo la salva sacándola de su barriga-dijo orgulloso por su cambio de argumento.

-Anda ya Seth, vale que no quieres que el lobo sea el malo, pero ¿un ogro?-comentó Leah.

-No voy a decir que se la come la abuelita.

-¿Qué pasa aquí?-Rosalie entró.

-Rose, el bebé, le estoy escuchando.

Eso lo oyeron todos los demás, porque enseguida estuvieron en mi cuarto escuchando como Seth convertía "Los tres cerditos" en un malentendido con un carpintero. El bebé tenía conciencia, eso era lo que estaba esperando. En el acto, las opiniones de mis hermanos, y de Carlisle cambiaron. Nadie podía querer matar a un alma pura, que ya era capaz de hacer razonamientos coherentes aún sin haber nacido.

Era estupendo. Me preguntaba por el nombre del propietario de cada voz que escuchaba y me daba su opinión al respecto. Rosalie le era la más familiar de todas. La de Seth le hacía ser feliz porque era muy alegre y le contagiaba. La de Esme era tranquilizadora, al igual que la de Carlisle. La de Alice le parecía muy hermosa. Y la mía, era su favorita.

-¿Qué pasa pequeñaja?-escuché la voz de Jacob en la puerta de la habitación.

-Edward nos está traduciendo lo que piensa-informó Alice.

-¿Lo que piensa?

-Vuestro bebé.

No faltó mucho para tener a mi marido delante, con los ojos muy abiertos.

-Di algo Jacob- pedí-lo que sea.

-¿Cómo qué?¿es cierto eso, Edward?

Sonreí ampliamente-le gusta mucho...tu voz le da seguridad Jacob, es otra de sus favoritas. Aunque le entristece no oírla demasiado.

-¡Puedes oírle enserio!-gritó.

 

POV. Jacob

 

-¡Puedes oírle enserio!-grité.

-No grites que le asustas-me dijo Edward sin dejar de reír. Hacía tiempo que no veía esa emoción en su rostro.

Me agaché a su altura-lo siento, peque...-juro que esa expresión salió sola de mi boca. Ni me di cuenta que lo había dicho hasta segundos después, cuando mi mano viajó por si misma al vientre de mi marido. Era la primera vez que lo tocaba.

Edward me movió la mano, a otra zona, más lateral-su cabeza está ahí-yo no podía sentir nada y me decepcioné un poco-él si te nota a ti. Siente tu calor.

-¿En qué piensa ahora?-pregunté. Los demás se habían quedado en completo silencio, pero no se marchaban. Parecía que Edward y yo estuviéramos representando la escena que tanto tiempo habían esperado ver. Aunque no me importaba su presencia la verdad. Eran mi familia.

-Está feliz. Él o ella, está muy feliz. Siente que tu también lo eres. ¿Lo eres?-asentí sin dudarlo-díselo. Seguro que prefiere oírlo de ti.

Me acerqué un poco sin quitar la mano. Quería más contacto, así que coloqué la cabeza de lado, cerca del bulto.

-Estoy muy feliz, peque. Lo siento mucho...siento no haber estado a tu lado...perdóname. No volveré a dejarte-toda mi aversión hacia la criatura, desapareció en ese instante. Cualquier atisbo de duda de que fuera malvada o dañina, se esfumó. Empecé a reírme como los demás. Incluso alguna lágrima se escapó de mis ojos, pero se evaporó casi tan deprisa como había salido de ellos.

Comprendí que Edward, ese bebé y yo éramos una familia. Sentí que mi corazón se hacía más grande, como un edificio al que le añaden otra planta para que pueda vivir alguien más en el. Y eso fue lo que pasó. Porque en el ático se había instalado de pronto el inmenso amor por esa parte mía. Por esa parte nuestra. El producto de nuestro intenso amor.

-Te queremos mucho, pequeño E.J. Por supuesto que eres feliz...-dijo Edward acariciando su barriga.

-¿Cómo le has llamado?-pregunté. Su mano y la mía se encontraron sobre el vientre y las dejamos juntas.

-Bueno...tú no querías saber nada, así que yo he tenido que pensar los nombres. Por si resulta ser niña o niño.

Me sentí culpable, pero cualquier nombre que escogiera Edward me parecería bien. Confiaba en su criterio. Me había elegido a mi por sobre Bella.

-¿E.J.?, lo has llamado así.

-E, por Edward, como mi padre y yo. Y J, por Jacob.

-Me gusta-admití-nuestros nombres unidos.

-Dile tu idea si es niña-alentó Rosalie. Parecía muy emocionada de pronto y cuando la miré, por primera vez, no me devolvió una mirada hostil.

-Sarah Elizabeth- dijo Edward.

-Como mi madre y la tuya-secundé conmovido.

-Si. Aunque si no te gusta...

-Es perfecto Edward. Sea lo que sea es perfecto-me afectó un poco hablar de ese modo. La criatura cambiaba de sentido para mi a un ritmo frenético. Incluso cobraba forma física en mi imaginación.

Edward me apretó la mano-nos quiere Jacob, por encima de todo.

-¿Incluso a mi?-pregunté inseguro.

-Incluso a ti-me dijo sonriente.

Todo fue a mejor después de aquello. Debíamos seguir patrullando claro, solo por si acaso, aunque teníamos entendido que Sam y los demás no salían de la reserva. El bebé, aunque parecía imposible, continuaba creciendo. Seth le leía cuentos, inventados en su mayor parte y Leah se había convertido en otra Rosalie para Edward. Yo cumplí mi palabra y le hablaba y le hablaba hasta la saciedad. Le conté toda mi vida al vientre de Edward e inclusive le hice probar carne cruda que le gustó más de lo que a mi marido comérsela. Era gracioso llamarle E.J. un día y al otro Lizzie. El factor sorpresa estaba muy presente con la cosa de que Alice no podía verlo o verla. Emmett y Jasper, como no, habían hecho apuestas.

Así, hasta una tarde. Normal en principio, en casa de los Cullen.

Rosalie, Alice, Jasper y Seth jugaban al parchís en el suelo. Edward veía la televisión sentado junto a Leah y Emmett, absortos en una retransmisión deportiva. Yo estaba en el suelo también, leyendo una revista que había encontrado por el salón. Mientras Esme y Carlisle nos preparaban algo de picar en la cocina.

-Te comí-dijo Rosalie moviendo su ficha.

-No...-Seth se llevó las manos a la cabeza. Era la tercera vez que aquello pasaba durante la partida.

-El amarillo da mala suerte-le dijo Alice.

-Quería el azul, pero se lo quedó Rosalie- se defendió Seth. La mencionada le sacó la lengua.

-Eh, Rosalie- llamé su atención-¿cómo muere la célula del cerebro de una rubia?-pregunté y miré a Edward-¿se lo sabe?

-No-me dijo él.

Miré a Rosalie otra vez con la inevitable sonrisa dibujada en mi rostro-la célula cerebral de una rubia muere...en soledad.

-Es malo con ganas-se excusó la vampira con mala cara.

Edward rió, y Leah. Emmett solo sonrió sin apartar la vista de la televisión. Pobre hombre, si se reía, fijo que lo mataba.

Y todo pasó muy deprisa.

La cara de Edward cambió a una mueca de dolor y se inclinó hacia adelante con un jadeo. Emmett, con la rapidez de un rayo, apoyó la mano en su espalda. Leah se puso en pie, sin entender nada en absoluto y muerta de miedo.

Yo...yo me paralicé.

-Carlisle...-la voz de Edward fue solo el hilo de un susurro, pero el médico rubio ya estaba allí sujetando a mi vampiro por los hombros. Esme se quedó petrificada en la puerta.

-Emmett, llévalo arriba-ordenó. Carlisle era el macho Alfa en aquel lugar. Cuando quise darme cuenta, se acercaba a mi- Jacob, necesito que te vayas de la casa.

-¿Qué?-eso me despertó.

-Tienes que irte Jacob.

-Pero yo...

-Es muy peligroso para nosotros y el bebé que te quedes. Ya sabes lo que hará para salir, y eso dañará a Edward. No podremos lidiar con un lobo furioso mientras tanto.

Lo entendía todo, de verdad que si. Pero no quería irme. Edward estaba sufriendo, aunque intentaba disimularlo.

-Vete Jacob- Edward me dio la orden. Estaba en pie, respiraba con dificultad y se sujetaba el vientre, pero su mirada era decidida-hazlo, todo irá bien. Pero vete, ¡ahora!-se retorció de nuevo. Las manos de Seth y Leah me sacaron de allí a empujones.

Jasper se asomó a la puerta antes de que nos alejáramos de la casa-te avisaré en cuanto nazca, Jacob. Iré en tu busca.

Entré en fase y corrí tan deprisa como mis patas me lo permitían. Debía poner distancia de por medio, porque cualquier quejido o grito de dolor me haría volver y querer asesinar a la criatura por dañar a mi Edward.

-Cálmate Jake- las voces de Leah y Seth me dijeron lo mismo al unísono.

Yo solo corría y corría. Lo hice hasta que llegué a un lugar que consideré apto y me tumbé sobre la húmeda hierba para aclarar mis ideas. Eran un torbellino desordenado. Respiraba tan agitado que me dolía el pecho, pero quizás eso se debiera al miedo que tenía. El terror que me inundaba. Leah apareció varios minutos después. Vaya...si que estoy desquiciado...pensé. Mi capacidad de haber adelantado a la loba sólo podía tener esa explicación

-¿Estás bien Jake?-Leah me miró desde arriba. Seth llegó por fin y se acercó.

-Jake...

-Contadme algo-dije.

-¿Qué?-otra vez a la par.

-Necesito distraerme. Cualquier cosa. Lo que sea.

Ambos se miraron confundidos.

-¿Quieres que sea niño o niña?-preguntó Seth.

Le observé durante unos instantes y...empecé a reírme-os he pedido que me distrajerais...no que me hablarais de lo que me preocupa. No habléis del bebé. De otra cosa.

-Pero Jake, es importante-dijo Seth.

-Si Jake, en este momento puede que ya seas padre-secundó Leah igual de emocionada que su hermano.

-¿No sientes curiosidad?, yo estaría comiéndome las uñas. Porque un hijo no se tiene todos los días.

-Y menos de esta forma Jake...oh, Dios, ¿a quién crees que se parezca?¿a quién quieres tu?, bueno seguro que quieres que a Edward...

En esta parte, dejé de escucharles. Solo oía un zumbido mientras les veía mover las cabezas y andar de un lado a otro a mi alrededor. Perdí la cuenta del tiempo, pero fue bastante. Hasta que pude distraerme con otra cosa. Emmett.

Me puse en pie de un brinco al ver al vampiro que no esperaba. Debía ser Jasper. ¿Algo iba mal?. Emmett alzó una mano y me indicó que le siguiera. Entonces se esfumó.

Volví a correr cual energúmeno hasta que llegué a la casa. Había unos pantalones perfectamente doblados en el porche. Alguien había tenido la amabilidad. No escuchaba ningún sonido. Nada extraño procedente de la vivienda. ¿Eso era bueno o malo?

Al cruzar la puerta, ralenticé mis pasos y presté más atención. Estaban en el piso de arriba, en la sala que Carlisle había convertido en un hospital. Todo era calma, una paz que seguramente era cosa de Jasper y se extendía por todos los rincones de la casa. Me llegaron algunas risas suaves y...no fue difícil de diferenciar su presencia del resto. Los extraños latidos de su corazón le delataban, más deprisa que el de los humanos corrientes. Además de su olor. Era agradable, era diferente.

Tardé lo que me pareció una eternidad en subir los escalones y toparme con un corrillo de gente que en cuanto sintieron mi presencia, se apartó. Y pude ver a Edward, impecable. Se había cambiado de ropa, pero volvía a ser el de siempre. Nadie podría jurar que en aquella habitación había nacido criatura alguna y mucho menos que hubiera salido de él. Eso me tranquilizó. Pero mi vampiro no estaba solo, acunaba a la criatura envuelta a medias en una pequeña manta de un suave color amarillo. Parecía tener más días, ni de lejos recién nacida.

A cada paso que daba, mejor le veía. Edward se giró hacia mí para ello. Tenía el cabello negro azabache, como el mío, bastante tupido para un bebé, y sus ojos...Dios mío. Sus ojos del color de las esmeraldas me examinaban con un interés que tenía muy poco de infantil.

-Te presento a Edward Jacob- dijo Edward sonriendo ampliamente y dejando al descubierto su dentadura perfecta. Una de las manitas del niño tocó el cuello de mi marido- sí, es él-respondió a sus pensamientos.

Los ojos de E.J. se engarzaron en los míos y entonces, me sonrió.

Temblando en mi interior, di un paso vacilante hacia él.

-No puedo creerlo...-estiró los bracitos hacia mi, como para que lo cogiera-¿quiere venir conmigo?

-Te estaba esperando. Ha pasado por los brazos de todos, pero no te veía. No te escuchaba. Le diste tu palabra de que estarías cerca.

En ese momento, cuando mis manos envolvieron su cuerpecito, algo en mí se encajó en su lugar. De repente, fue absolutamente real. Puse mis manos en el lugar exacto, donde encajarían mejor, mientras le acercaba a mi cuerpo con ternura. Su piel era tibia, tirando por lo alto. Como una mezcla de la de Edward y la mía, igual que la fragancia que desprendía. Aunque era pálido, no tanto como Edward, pero ni de lejos moreno como yo. Esa era su parte más vampírica supuse, el exterior. Parecía un muñeco de porcelana. Un niño de los anuncios de televisión que no parecen de verdad.

Y me sentí un completo idiota. Por haber pensado mal de aquella maravillosa criatura. Por no haber visto la posibilidad de que fuera así de perfecta. Un pequeño ángel.

Mi hijo.

Continuará...

Notas finales:

Bebé!!!! *baila como loca*


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